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Distribución de precipitaciones

 

Estadística de precipitaciones

 

Gráfico

temperatura-precipitación

 

Graf.  temperaturas

 

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velocidad del viento

 

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dirección del viento

 

Gráfico nubosidad

EL CLIMA

La principal característica que define al clima de Gipuzkoa es, al igual que sucede en el resto de la vertiente cantábrica, la práctica ausencia de meses secos a lo largo de todo el año, quedando éstos -si es que así se les puede llamar reducidos al mes de agosto, y ello dentro de unas ciertas reservas. La situación latitudinal de Gipuzkoa se traduce en una gran complejidad desde el, punto de vista de la dinámica atmosférica, con un predominio de las situaciones frontales que explica el hecho de que los días con precipitaciones supongan más del 65 por 100 del total y que los días despejados no representen más que un 13 por 100. Se trata de un clima con abundantes precipitaciones, bien repartidas a lo largo del año: el número de días que contabilizan agua o nieve es superior a 190 por término medio, registrándose índices anuales del orden de-los 1.500 mm.

U n hecho a relacionar con el anterior es la existencia de temperaturas moderadas a lo largo de todo el año, y ello en función de dos factores principales. En primer lugar, la abundante nubosidad consecuente al predominio de las situaciones frontales hace que Gipuzkoa se halle dentro de una región donde más de la tercera parte de los días del año están totalmente cubiertos de nubes y, por tanto, se da en ella una considerable merma en el valor de la irradiación. Estas mismas situaciones borrascosas contribuyen, además, a atenuar las bajas temperaturas propias del invierno: en efecto, las masas de aire polar marítimo o polar marítimo inestable suponen un alivio de las grandes v aguad as meridionales que encauzan masas de aire polar continental o ártico marítimo, actuando la nubosidad como una verdadera pantalla conservadora de la temperatura. Lo mismo ocurre en verano, cuando las masas de aire aportadas por los frentes fríos de las borrascas producen una cierta dulcificación de las temperaturas y la nubosidad debilita la intensidad de la insolación. Ahora, bien, estas temperaturas moderadas se hallan en relación no sólo con las situaciones derivadas de la dinámica atmosférica, sino "también con la proximidad del mar, cuyo efecto atemperante se traduce en una suavización de los rigores del invierno o de los excesos del verano. En resumidas cuentas, la consecuencia principal es la ausencia de meses con temperaturas medias inferiores a los + 5 ° C, umbral que se alcanza en los meses' más fríos, en los que la temperatura sensible es más elocuente, en función de la humedad ambiente, que la real. Lo normal son temperaturas mensuales medias del orden de los 8 a 10° C durante los inviernos suaves, que son mayoría. Al tiempo, los veranos son frescos, con temperaturas medias entre los 18 y los 20° C. Se trata, por tanto, de un clima templado y húmedo.

Es de señalar el importante papel que desempeña la orografía en general y la disposición del relieve en particular, que actúan como elementos modificadores de las manifestaciones atmosféricas: así, en la costa se registran oscilaciones térmicas de menor intensidad que en los valles del interior e incluso que en el corredor sublitoral; en ella es raro encontrar temperaturas inferiores a -loa -2° C. Incluso en verano la brisa del mar refresca notablemente el ambiente, que sólo llega a hacerse incómodo con la presencia de vientos del Sur

En lo s valles las oscilaciones térmicas son más acusadas que en la costa; las noches del invierno son más frías que en aquélla, y en verano el calor se deja sentir con más fuerza por el debilitamiento de la brisa del mar o el aislamiento con respecto a ella. Típicas de los valles guipuzcoanos son las inversiones térmicas, que en numerosas ocasiones dan lugar a la formación de nieblas. Los valles más amplios y de disposición longitudinal suelen conocer en invierno heladas matutinas, a veces acompañadas de nieblas de inversión, en tanto que la costa registra simultáneamente temperaturas positivas superiores en 1 a 3° C a las de aquéllos. Las sierras montañosas, sobre todo las meridionales, conocen heladas en sus cumbres con bastante frecuencia y la nieve perdura en ellas por la general hasta la primavera; su papel fundamental consiste en actuar como pantallas condensadoras de la humedad, la que explica el cambio apreciable en las condiciones meteorológicas al sur de la divisoria y, en ocasiones, principalmente en otoño, la existencia de viento sur en Gipuzkoa coincidiendo con precipitaciones en las regiones del interior peninsular.

 

La dinámica del clima. Los tipos de tiempo

Las características fundamentales del clima de Gipuzkoa vienen dadas principalmente por la posición de la Península dentro de la zona templada, lo que se traduce en la existencia de dos estaciones anuales de clara diferenciación térmica y otras dos estaciones intermedias que se definen por ser especialmente inestables. La proximidad del mar hace que la oscilación térmica anual no supere generalmente los 10° C y que, como ya se ha visto, las temperaturas máximas y mínimas sean normalmente moderadas. Es de considerar, con todo, la situación de Gipuzkoa en el fondo del golfo de Vizcaya, la que impide en gran medida el que sus costas se vean afectadas por el beneficioso efecto de las corrientes cálidas oceánicas, efecto que se incrementa en las regiones costeras situadas más al oeste.

Las estaciones climáticas mejor definidas son la invernal y la estival, en tanto que las intermedias presentan una mayor variedad de situaciones. Durante el período invernal, e I jet del frente polar adopta una localización bastante meridional -'en torno a los 35-40° de latitud N.y se produce en las latitudes templadas el dominio de las corrientes del Oeste, dentro de la circulación general atmosférica. Se produce, así, la afluencia de masa de aire templado y húmedo, de carácter polar marítimo, que son encauzadas hacia las costas europeas por las vaguadas de I jet, en disposición meridiana como consecuencia de fuertes coladas de aire polar que se ven frenadas u obstaculizadas por la presencia de los anticiclones norantlático y de las Azores. De este modo, el resultado es un neto predominio de las situaciones frontales que afectan a gran parte de la Península. los frentes fríos de las borrascas atlánticas, que penetran en Europa a través de la zona comprendida entre el Canal de la Mancha y Aquitania, barren toda la costa cantábrica en coincidencia con situaciones de puente en el resto de España. Estas situaciones frontales se traducen en un tipo de tiempo nuboso con abundantes precipitaciones, siempre superiores a los 100 m m -en las zonas del interior superan generalmente los 80 mm y con temperaturas moderadas -máximas y mínimas diarias del orden de 10-13° y 4-6° C, respectivamente que reflejan fielmente; esta situación tan típica. No son desconocidas en esta época las situaciones de buen tiempo y frío intenso -notablemente atenuadas en la costa y en las zonas abrigadas de los valles-, pero al reducirse a períodos efímeros y tener un carácter pasajero poseen un valor más bien secundario. Estos tipos de tiempo esporádicos vienen determinados por dos factores fundamentales: en primer lugar, los anticiclones oceánicos, denominados tradicionalmente de «fin de familia», que aportan un tipo de tiempo despejado, con una gran nitidez en el ambiente; en segundo término, la existencia de vaguadas de dirección meridiana que encauzan masas de aire polar continental o aire ártico marítimo. En este segundo caso, acompañado de acusados descensos de temperatura, pueden producirse nevadas de cierta importancia; en tanto que con aire polar continental, típico del centro del invierno, se registran temperaturas mínimas acusadas -hasta -5°C incluso en las estaciones de la costa, de forma que en Donostia-San Sebastián se llegan a registrar valores del orden de los -2,1° C, siempre notablemente inferiores a los del interior como consecuencia del efecto atemperante del mar.

En la primavera se da una cierta continuidad de las situaciones y tipos de tiempo propios del invierno, si bien con excepción de los típicos del centro de éste las situaciones más características vienen determinadas por el paso de las borrascas peninsulares derivadas de la meridionalidad que todavía alcanzan las vaguadas del Jet, así com9 por los anticiclones oceánicos, de tipo esporádico, cuya duración media es de dos a tres días; las gotas frías que se producen a finales de la primavera son por otra parte resultado o producto de situaciones de bloqueo en posición septentrional. Como consecuencia, los índices mensuales de precipitaciones siguen siendo relativamente elevados -80 a 100 mm y las temperaturas medias diarias, siempre moderadas, oscilan entre un máximo de 15-18° I y un mínimo de 6/9° C.

El verano aparece como la época de mayor complejidad por cuanto que esta zona participa tanto de la dinámica general atmosférica propia de Europa occidental todavía en esta estación como de las situaciones características de la Península, que se comporta como un pequeño continente. En el primer caso nos referimos al repetido paso de frentes fríos de las borrascas de latitud media, que contribuyen al mantenimiento de las precipitaciones en toda el área cantábrica y hacen que los veranos puedan calificarse de frescos ya que las temperaturas se mantienen moderadas (máximas de 21 a 25° C); los anticiclones oceánicos que se intercalan en situaciones borrascosas provocan advecciones de masas de aire frío que a menudo generan nieblas en la costa al contacto con superficies algo más cálidas y contribuyen al mantenimiento de las temperaturas máximas en torno a los 20° C, temperaturas más bien moderadas. Pero esta zona participa también de las situaciones características de la Península: por una parte el anticiclón de las Awres, que se estaciona en esta época al oeste de la Península, aporta su tipo de buen tiempo propio: cielos despejados, temperaturas altas (del orden de los 28° C); pero su efecto es más moderado que en el interior de la Península de nuevo como consecuencia del efecto atemperante del mar y de la situación más septentrional. Otro tipo de tiempo circunscrito ocasionalmente al verano es el derivado de invasiones esporádicas de masas de aire tropical -denominado sahariano o continental que son responsables de las temperaturas máximas absolutas de todo el territorio peninsular; su duración suele ser corta y su radio de acción puede llegar hasta la cuenca de Aquitania. Las temperaturas máximas introducidas por estas situaciones superan generalmente los 30° C (37,7° en Donostia-San Sebastián) y ofrecen pocas diferencias con las registradas en el resto de la Península, con la excepción de que, a causa de la humedad ambiente, la temperatura sensible se hace agobiante.

En suma, la gran complejidad de la dinámica atmosférica durante el verano da lugar a situaciones muy distintas que se traducen en tipos de tiempo muy variados. Es la época del año en que adquieren mayor importancia las situaciones del buen tiempo al producirse una sensible disminución de las precipitaciones, principalmente en el mes de julio. No obstante, el paso repetido de frentes fríos --0, mejor las «colas» de los frentes fríos de las borrascasmantiene, sobre todo a partir de agosto, las precipitaciones a un nivel relativamente alto (generalmente por encima de los 30 mm), por lo que se puede decir que los años con algún mes seco, si no inexistentes, son ocasionales. En cuanto al otoño, es de destacar el hecho de que, si bien se diferencia de la primavera en cuanto a caracteres propios, presenta no obstante ciertos rasgos comunes con aquélla, como puede ser la presencia de una cierta irregularidad fruto de la mezcla o alternancia de situaciones a caballo entre las invernales y las veraniegas. Durante esta época se produce el descenso latitudinal del jet del frente polar y de la circulación en general, de modo que llegan a producirse situaciones propias del invierno. Tras un paréntesis de dominio anticiclónico con viento de componente sur -generalmente en torno a octubrese pasa a una etapa de dominancia ciclónica (noviembre, sobre todo) en la que la inestabilidad o las perturbaciones son la tónica general como consecuencia del paso de un régimen de circulación lenta en el primer caso, a un régimen de círc;ulación rápida en este segundo. El descenso de las temperaturas se verifica no de modo paulatino, sino a través de bruscos saltos, y lo mismo pue~e decirse en cuanto a frecuencia e intensidad de las precipitaciones, si bien los días en que se registran son más escasos que los días secos, teniendo siempre en cuenta la gran variabilidad existente de unos años a otros.

Los elementos climatológicos aislados

Las preciPitaciones

Como señalábamos al principio de este capítulo, una de las principales características del clima de la vertiente cantábrica y, por tanto, de Guipúzcoa, es la existencia de precipitaciones abundantes, más o menos repartidas a lo largo del año. Los aproximadamente 185 días de lluvia -51 por 100 del totalse podrían añadir a unos 30 de tormenta, 15 -20 de llovizna y un 'máximo de 6 con nieve. En conjuntO las precipitaciones medias se pueden evaluar en 1.500 mm., no rebasando las diarias los 40-50 mm., por término medio, si bien no se descartan días con precipitaciones especialmente significativas por su intensidad y duración ya sea en días de tormenta, o, bien, en relación con situaciones de «gota fría)) que han revestido en algunas ocasiones carácter catastrófico (recuérdese el 14 de octubre 1953): 230 mm. en Andoain, 237 en Legazpia...) por cuanto que en pocas horas se pueden recoger considerables valores de precipitación. Las nevadas, escasas, se reducen a un máximo de seis u ocho días en las zonas más altas, y sobre todo en los meses de enero y febrero, en tanto que el granizo presenta una mayor frecuencia: unos diez días, y preferentemente de octubre a abril, no descartándose en los meses de verano. Las tormentas presentan un máximo en agosto -unos cinco díasy se hallan repartidas fundamentalmente entre la primavera y el verano, hasta un total de unos 23 días. El rocío presenta una frecuencia de 38 días, en tanto que la escarcha se da unos ocho días, entre noviembre y marzo. Las nieblas, de origen variado, manifiestan unos 55 a 75 días por término medio. Por último, los días despejados se red ucen a un 13 por 100 del total. Estos datos de tipo estadístico evidencian lo anteriormente dicho.

Las precipitaciones acuosas, que presentan una frecuencia mensual máxima -17 díasen junio y septiembre y un mínimo -10 a 12 días por mesen marzo, presentan en Gipuzkoa unos índices superiores a los del resto de la cornisa cantábrica; la tendencia a aumentar en dirección Oeste -Este (Gijón, 1.041 mm; Santander 1.198 mm; Donostia-San Sebastián, 1.506 mm) se da como consecuencia de la creciente resistencia que el relieve opone al paso de las masas de aire, así como al progresivo enfriamiento del mar por el debilitamiento de la influencia de las corrientes cálidas. Este incremento progresivo se da incluso dentro del territorio guipuzcoano: de 1.500-1.700 mm. en la región del Deva y en Donostia-San Sebastián se pasa a más de 1.700 mm. anuales en Irún Hondarribia. En Oyarzun se recogen por término medio más de 1.800 mm, en tanto que en el resto de Guipúzcoa, donde la topografía juega un papel de primer orden, la media anual es de 1.200-1.400 mm. Un máximo de precipitaciones se da en diciembre (Oyarzun 343,1 mm.; Villabona 310,8; Andoain 283,5; Eibar 268,0; Donostia-San Sebastián 240,4 mm. ) y en abril (Oyarzun 213,6; Villabona 195,1; Lasarte 188,6; Legazpia, 172,3; Donostia-San Sebastián 137,2 mm. ), existiendo máximos secundarios en enero y noviembre. Un mínimo principal se da en julio (Oyarzun 108,1 mm.; Donostia-San Sebastián 65,6; Eibar 32,7 mm.), y dos mínimos secundarios en junio y agosto. Salvo en muy raras ocaciones y en años especialmente pobres en precipitaciones, no se alcanzan los 30 min. mensuales, umbral que tomamos como referencia para distinguir los meses secos de los que no lo son.

Las temperaturas

Como resultado de las situaciones derivadas de la circulación general atmosférica, así como de la influencia moderadora que ejerce el mar y de las condiciones propias de relieve, altitud, latitud, etc., Gipuzkoa aparece caracterizada por la existencia de temperaturas moderadas incluso cuando se dan situaciones extremas que se acusan sensiblemente en regiones del interior. Así, como ya hemos visto, Gipuzkoa conoce oscilaciones térmicas anuales bien perceptibles como corresponde a su situación geográfica, pero es también cierto que dichas oscilaciones se ven notablemente atenudas por los condicionantes físicos del medio. Se pueden tomar como referencia, por otra parte, valores medios extraídos de observaciones realizadas durante un período de tiempo determinado: temperaturas medias del orden de 8 a 10° C en invierno, rara vez cercanas al umbral de los 5° C que denota la existencia de heladas; temperaturas medias de 18 a 20° C en verano, moderadas por la influencia de los factOres citados, que sólo con la ocasión de invasiones de aire tropical o sahariano se disparan, de forma esporádica y pasajera, hasta alcanzar máximas del orden de los 37-39° C. Pero es la propia originalidad del medio físico guipuzcoano un elemento mod,ificador más, esta vez a nivel local, de las condiciones de temperatura y de todos los demás elementos que intervienen en la configuración del clima. En efecto, la disposición en cuadrícula del relieve, la existencia de valles más o menos estrechos y profundamente encajados, así como la presencia de un cordal costero que actúa a modo de parapeto cara al mar del corredor litoral, son, entre otros, las principales causas de variación en las condiciones térmicas y microclimáticas que definen a los diversos sectores del territorio guipuzcoano. Así, los relativamente amplios espacios que corresponden a los cursos bajos de los principales ríos permiten la penetración de la influencia marítima directa tierra adentro sobre unos cuantos kilómetros; esta influencia se anula en el curso medio y alto de aquéllos como consecuencia del progresivo encajonamiento y del sinuoso trazado de los angostos valles. Este mismo encajonamiento es causa de la existencia de gradientes térmicos que dotan a estos valles de unas condiciones de humedad y temperatura diferentes de la costa. En la proximidad de ésta, el cordón litoral aísla al corredor longitudinal del efecto atemperante del mar y ello explica en parte el hecho de que en éste se registren pequeñas heladas matutinas y nieblas de inversión que no existen en la costa propiamente dicha. La excepción la constituye el sector oriental de este corredor, entre Donostia-San Sebastián y Hondarribia, que conoce la influencia marítima directa gracias al boquete de la bahía -en su sentido más ampliodo no stiarra. El resultado, aparte otros factores, es la diferencia de varios grados que se aprecia en las temperaturas medias registradas en diversos puntos no muy distantes entre sí; en diciembre, Andoain, Hondarribia y Lasarte registran temperaturas medias del orden de los .8° C, en tanto que Andoain y Legazpia señalan temperaturas del orden de los 6° c. En verano se observa el mantenimiento de tal diferencia entre las temperaturas medias de unos lugares y otros. Las elevaciones meridionales actúan, por otra parte, como pantallas condensadoras de la humedad; de tal forma que, sobre todo en otoño, mientras el interior de la Península está sometido a la acción de las borrascas, la vertiente cantábrica conoce un buen tiempo acompañado de temperaturas relativamente elevadas producidas por el recalentamiento al descender, de las masas de aire que traspasan la divisoria una vez descargadas de su humedad; se produce así, un efecto de tipo föehn que provoca temperaturas a veces elevadas e introducen una notable sequedad en el ambiente. Por el contrario, las situaciones con temperaturas muy bajas se producen por la penetración hacia el S.W. de masas de aire polar continental, como ya hemos visto.

Las presiones y los vientos

Como resultado de las diversas situaciones derivadas de la circulación general atmosférica y de las propias introducidas por la Península, se registran presiones atmosféricas máximas durante el invierno, presentándose un máximo secundario durante el verano. Las presiones mínimas, expresión de situaciones borrascosas, se registran fundamentalmente en primavera, con un mínimo secundario en otoño. Las situaciones de baja presión son las más numerosas a lo largo del año, teniendo las altas un valor secundario en cuanto a frecuencia que sólo se afirma a través de una relativa permanente durante el verano y el otoño. En lo que respecta a los vientos, se da un predominio neto de los de NO., N. y S.; las demás componentes tienen un valor ya secundario y no superan un 10 por 100 en el mejor de los casos. Los vientos del N. y NO. son dominantes durante el semestre estival, de abril a septiembre; el semestre invernal, de octubre a marzo, conoce la dominancia de los vientos del S., a los que siguen en importancia los de componente N. y NO. En esta época cobran importancia los vientos del Oeste, sobre todo en los meses de noviembre y diciembre. Los vientos del NO. y o. aportan humedad, pudiendo ser de carácter frío o templado, en tanto que los de componente N. son ya francamente fríos. Las situaciones de frío invernal más acusado vienen introducidas por el dominio del sector anticiclónico afincado en la Meseta, o, bien, por vientos fríos procedentes del anticiclón centroeuropeo.