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Progresiva desaparición del caserío como explotación agraria

Impacto:

**

Lugar:

Gipuzkoa y Bizkaia, en general.

Observación:

Progresiva desaparición del caserío como explotación agraria.

Propuesta general:

Estudio de la adopción de un nuevo marco jurídico-urbanístico aplicable en la ordenación del espacio rural.

Actuaciones correctoras:

Se propone el estudio del establecimiento de las medidas legales oportunas  tendentes a permitir la edificación controlada de nuevas viviendas unifamiliares  en el ámbito rural, obligando a que tengan adscritas parcelas en régimen de "mantenimiento ambiental". Este consistiría  en que con un muy bajo perfil de actividad agraria (normalmente de contratación externa) se obligue al mantenimiento de la calidad del suelo y del paisaje del territorio que necesariamente tendrán adscrito (al menos 50.000 m2), a la vez que los débiles ingresos producidos por la citada actividad conviertan a la misma en sostenible (los ingresos cubrirán los gastos).

Dicho de otra forma: debe estudiarse si es conveniente que el planeamiento general urbanístico permita la construcción de nuevas viviendas unifamiliares en suelo no urbanizable que absorban una parte de las tierras que los caseríos tradicionales tienden a abandonar a su suerte.

A tener en cuenta:

El caserío tradicional, entendido como explotación agraria, ha desaparecido o está en vías de desaparición a corto plazo.

La tendencia evolutiva de los caseríos a partir del último tercio del siglo XX ha seguido por dos caminos opuestos:

  • Un muy pequeño número de explotaciones tradicionales se han tecnificado y se dedican a la agricultura y/o ganadería intensiva y especializada. Su actividad no tiene nada que ver con lo que fue la organización de la explotación del caserío tradicional. Su impacto paisajístico tiende a ser elevado: cultivos bajo plástico, grandes pabellones para ganado, utilización de productos químicos (abonos y productos fitosanitarios), etc..

  • La mayor parte de las antiguas explotaciones agrarias se han convertido (de hecho) en simples residencias. En todo caso conservan un pequeño huerto  enfocado hacia el ocio. Las familias que habitan en los  caseríos tradicionales ya no viven de la actividad agraria y la mayor parte de los terrenos tienden a caer en el semiabandono, dedicándose a la explotación forestal, no siempre rentable, y en muchas ocasiones considerada como mal menor.

Por otra parte, el proceso propuesto se está llevando ya a la práctica, pero de manera encubierta: el planeamiento urbanístico suele permitir la construcción de edificios en suelo no urbanizable, siempre que sirvan a una explotación agraria. Para ello se obliga a que los edificios en proyecto tengan adscrito un cierto territorio y se presente ante la Administración un plan de viabilidad agraria para la explotación.

La tramitación administrativa se realiza correctamente pero, lógicamente, las pseudo-explotaciones agrarias que surgen del proceso no funcionan habitualmente de manera efectiva, pues no existe interés alguno por la explotación agraria y lo único que se persigue es establecer simples residencias (que, en realidad tendrían la misma función que los muchos caseríos cuya función agraria ha cesado).

Lo cierto es que en el actual contexto económico no se puede pedir otra cosa. Se trataría de racionalizar este proceso, que a  la larga puede (¿?) beneficiar, al menos, el mantenimiento del paisaje.

Ilustración:

Caserío  arruinado (Mutiloa). JAS, 2005.


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