Una expedicion a Guipuzcoa

VI

IGLESIA DE DEVA. - FIESTAS DE SAN ROQUE

/79/ Pocos pueblos pueden vanagloriarse con mas razon que el vascongado de su entusiasmo por el culto católico. La hermosura y magnificencia de los templos que encierran en su seno hasta las mas pobres aldeas y el esplendor con que se verifican las ceremonias religiosas , son un testimonio de lo arraigado que está en aquel país el amor al cristianismo Asombra seguramente al viagero, al recorrer las calles de un pueblo insignificante donde tal vez no habitan cien vecinos, alzar los ojos y ver una severa é inmensa mole, cuya elegante construcción recuerda los buenos tiempos del famoso Herrera. Esa severa é inmensa mole es el templo de Dios Entrad en él cuando se celebre el santo sacrificio de la Misa, y antes de admirar sus espaciosas naves os sorprenderá el espectáculo de mas de trescientas luces derramadas por el suelo, Esas /80/ luces amarillas estan colocadas sobre las losas: sepulcrales que encierran las cenizas de los que fueron, y es tanta la veneracion y tanto el cariño que aquellas buenas gentes tienen á los muertos, que esta piadosa costumbre de iluminar su huesa, poniendo sobre ella el pan de ofrenda que luego entregan al sacerdote, se prolonga por muchos años despues del fallecimiento del que lloran. Sobre algunas sepulturas vénse estendidos paños negros en cuyo centro luce una corona de conde ó un escudo de armas, para indicar que alli yacen los restos de algun noble. Concluida la misa mayor, las mugares apagan las luces y recogen los paños basta el dia siguiente.

En todos los templos de Guipúzcoa a uno y otro lado del presbiterio hay cuatro ó seis filas de cómodos bancos con respaldo, mirando al altar mayor. En los que están colocados al lado de la epistola solo se ven aldeanos, labradores y marineros, hombres en fin del pueblo; en los bancos de la derecha del altar, ó sean del evangelio, se sientan los nobles y los caballeros. Jamás, por muy llena de gente que esté la Iglesia en las grandes solemnidades, se ha dado el caso de que un plebeyo invada aquellos bancos; tan tradicional es el respeto que allí se-profesa a las clases, y tan marcada está la línea que las separa. Estas costumbres tradicionales y este religioso respeto que tiene el pobre al rico, el plebeyo al noble; y que tan admirable es se conserve en este siglo en que las ideas de igualdad han , ganado tanto terreno, no enjepura [sic] sin embargo /81/,  sentimientos de odio entre unos y otros. Corno el pobre cree tanto mas asegurada su subsistencia cuanto mas acrecienta el rico su fortuna, cuando al encontrarle en la calle se quita respetuosamente la boina, y al entrar en el templo le cede aquel sitio de~ preferencia, en esto mismo, que á otros hombres y á otros pueblos pareceria una humillacion degradante, encuentran los vascongados un verdadero goce, pues dan por este medio una prueba de su amor y de su gratitud á las personas á quienes miran como sus padres y protectores.

Pero detengámonos un momento delante de la iglesia de Deva, cuyo aspecto esterior es de una majestuosa é imponente sencillez. Constituye el atrio un cuerpo resaltado en forma de cuadro, con un arco apuntado en cáda uno de sus tres frentes En el fundo se vé la puerta principal de la iglesia, enriquecida con una prodigiosa multitud de filigranas, ángeles, y los doce apóstoles, todo por el estilo gótico, que es el que allí domina.

Vista la fachada y la parto esterior, penetremos en el grandioso templo Consta este de tres naves; cuyas bóvedas, adornadas de medallones de escultura, sientan sobre ocho colosales columnas dóricas. Aunque el mérito de las obras de arquitectura no consiste en Ia materia sino en lo elegante y armónico de la forma, la circunstancia de ser la iglesia to da de piedra contribuye mucho á darle cierto colorido de religiosa antigüedad , que, infunde veneracion y respeto al mismo tiempo que causan una grata impresion la gallardía -de /82/ sus columnas, la grandeza de sus bóvedas y la magnificencia del conjunto de tan hermosa fábrica. La sacristía es bellísima , y el claus tro que se encuentra á la parte de la epístola es, como ha dicho ya una autoridad respetable , la Academia de la Historia, digno de una catedral de primer órden. Este precioso resto del estilo gótico forma un cuadro, con jardín en el centro, que sirve de cementerio, desde que no se dá sepuIlura a los cadáveres en •la iglesia. La idea de la muerte, cobijada alli por las flores y la enramada, se presenta, á la imaginacion mezclada de una melancolía dulce y consoladora, como el principio de una vida mas feliz y mas gloriosa. Un vacío notable se encuentra, sin embargo, en este suntuoso templo. Tal es la falta de una torre. Segun unos, siempre ha carecido de ella, y existen proyectadas dos cuyos diseños se conservan; segun otros, fué demolida en una guerra extranjera, por haberse hecho fuertes en ella los valientes devanos. Sea como quiera, la falta es grande, y es de lamentar que no se repare, atendidas la belleza y grandiosidad det templo , cuya construccion es coetánea del engrandecimiento de Deva, pues en la época en que el comercio la vivificaba, se erigió sin otros fundos que los que produjo un cortísimo arbitrio que se fijó sobre las mercaderias que entraban en aquel puerto.

No podemos dejar á Deva sin decir algo de sus famosas fiestas de San Roque Aquellas gentes tan laboriosas, tan sobrias, tan calladas, /83/ en llegando la festividad de su Santo Patron huelgan , beben, bailan se enloquecen por tres dias consecutivos , esto es, por setenta y dos horas, sin interrumpir su gresca y su Jarana ni un solo minuto. Esos días de jubiloso placer no tienen para ellos noches, y á la pálida luz de teas y de hachones continúan bailando á las dos y á las tres de la madrugada al son del tamboril, tocado por el hombre-máquina que no lo deja un solo instante en los tres dias ni para comer y remojar sus fauces, pues come y bebe tocando, sin suspender por esta operación los graciosos zorcicos. De todos los pueblos de seis y ocho leguas á la redonda acuden hombres y mugeres; ellos con su chaqueta y pantalón de rica pana y su boina azul ó sombrero negro de grandes alas. Y ellas con sus pañuelos en la cabeza mas blancos que la nieve y con sus mas estimadas sayas. Pero de donde concurren mas aficionados, es del vecino pueblo de Motrico , y nada puede darse mas vistoso ni mas animado que ver venir por el mar en pequeñas lanchas toda una poblacion, que desembarca alegre en la ria, en medio de los cánticos del país y de los lecayos, especie del salúdo burlesco que se dirigen por medio de gorgoritos los que se encuentran en el camino.

Algunos días antes de las funciones se dispone la plaza para las corridas de toros. Levántanse bajo la direccion del arquitecto de la villa la barrera y los tendidos, y queda la plaza herméticamente cerrada y convertida en verdadera plaza de toros. Los balcones y ventanas /84/ que dan á la ella loman aquellos dias un valor estraordinario, y se alquilan por seis y hasta por ocho duros El largo y espacioso , balcon municipal está destinado para las autoridades y el clero. Amanece el día de San Roque, y al punto se señala desde sus primeros albores por un bullicio estrepitoso , entre el cual sobresale el ruido del tamboril; las avenidas todas de la plaza están llenas de mercaderes ambulantes de uno y otro sexo, con bollos, rosquillas; aguardiente, chacolí y sidra; una multitud inmensa de hombres y mujeres que espresan el júbilo de que están poseídos, bailando todos a un tiempo, y dando voces y entonando zorcicos, obstruye las calles contiguas á la plaza; aquella mañana es la primera prueba para la corrida de la tarde, y todos se afanan por proporcionarse una entrada En tanto las campanas de la ermita de San Roque, situada en una escarpadísima montaña de dificultosa subida, casi encima del pueblo, y las de la iglesia parroquial' anuncian con su alegre repiqueteo que empieza en esta última la solemnidad religiosa El señor alcalde, vestido de frac negro y con su junquito, simbolo de la autoridad popular en aquel pais, preside la fiesta en el primer banco. A su lado esta el secretario de ayuntamiento y un poco mas allá el alguacil Un gentío inmenso llena el espacioso templo. Cántase una Misa mayor de las mas solemnes, y despues del evangelio ocupa la cátedra del Epiritu-Santo un sacerdote que con pronunciación fácil y estraordinariamente rápida, debe ensalzar las glorias del patron de /85/ Deva, y decimos que debe ensalzar; porque el panegírico del Santo se pronuncia en vascuence, y la única palabra que llega á nuestros oídos de significacion clara, es la de, catolicua, con que una y otra vez se dirige á sus atentos oyentes. Sin embargo , por lo que pudimos comprender, nos parecio que el vascuence es idioma que se presta mucho, por su dulzura á la par que por su energía, á los sublimes arranques de la elocuencia religiosa. Terminados el sermon y la Misa; se lleva profesionalmente una imágen de San Roque, adornada con flores, á la ermita de la montaña, sin que baste á entibiar•el devoto celo de los que siguen á la procesion, que son todos los vecinos de Deva y los de los pueblos limítrofes la fuerte lluvia que a todos trae disgustados por el temor de que se malogren los toros de la tarde.

¡Los toros! Hé aquí una de las diversiones mas populares entre los vascongados. Sin temor de equivocarnos, no vacilamos en asegurar que una corrida de toros produce en las provincias aun mayor entusiasmo que en • cualquier pueblo de esa Andalucía cuna de las fiestas tauromaquicas. Presenciando una corrida de toros aquel pueblo generalmente tranquilo y nada alborotado, adquiere otra fisonomía distinta se vuelve jaranero y bullicioso; y da á esta fiesta española todo el colorido de ruidosa animacion que tanto la distingue y hace valer. No se estrañe, pues, que la constante lluvia con que favorece el cielo á los devanos el primer dia de las fiestas de San Roque les disguste y enoje, y que no /86/ desarruguen su entrecejo hasta el medio dia, en que asomando el sol entre nubes parece prometerles una tarde feliz. Pero no es solamente el sol el que se la promete; el pregonero de la villa, especie de Diario de Avisos ambulante , corre por las calles y se detiene en todas las esquinas á anunciarles tan buena nueva. Pocas cosas pueden darse mas originales que este pregonero. Instrumento de publicidad, parece que su mision no es otra, durante las horas de la siesta, que la de interrumpir el sueño de todos con sus desaforadas voces Como preliminar del pregón toca siempre un buen 'redoble de tambor; al ruido de este acuden todos los chicos del pueblo, que se agolpan á su alrededor; se abren todos los balcones y todas las puertas, y cuando conoce el nuncio de buenas nuevas que tiene ya auditorio, abre la boca y con estentórea y acompasada voz anuncia lo que le han mandado en el idioma del pais. A rénglon seguido y para que no se queden en ayunas los forasteros, hace del pregon una version castellana, y se espresa poco• mas ó menos en estos términos, haciendo las pausas que 'indican los puntos suspensivos: Sepan todos... los vecinos y forasteros... de la villa_de Deva... que el ayuntamiento ...ha acordado celebrar... las fiestas del patron San Roque... con tres días... de corridas de toros... Serán estos lidiados... por el famoso »Zapaterito... y su padre... Hoy á las cuatro... tendrá lugar... la primera corrida... Terminada esta... se bailarán zorcicos... /87/ Las hermosas-guipuzcoanas... retan al bale... á los señores forasteros... La entrada...á dos reales... El que quiera que acuda.  

Al llegar aquí da el pregonero un nuevo redoble de tambor; aguzan todos el oído y escuchan con placer lo siguiente:

Sepan tambien todos... que para mayor solemnidad... de estas famosas fiestas... en n la confitería de la plaza... durante estos tres dias... se encontrarán... ricos sorbetes... á: dos reales... El que los quiera catar que vaya.

Ya no hay, pues, duda, el anuncio es oficial, la Gacela de Deva representada en su pregonero nos lo ha dicho; tenemos corrida, vuelva el Júbilo á los entristecidos corazones de aquellos entusiastas apasionados de Montes, del Chiclanero y del Zapaterillo.

Los toros están encerrados desde muy temprano en el toril de la plaza; los tamborileros colocados en el estremo derecho del balcon del ayuntamieoto empiezan á herir los aires con sus acostumbradas tocatas; este ruido, armonioso para aquel pueblo, lleva el júbilo á todos los corazones, pues les anuncia que está próxima á comenzar la corrida. A este anuncio se precipitan todos á lá plaza, prévia la presentacion del indispensable billete; los tendidos, aunque humedecidos por la lluvia mas de lo que fuera menester , se ven poblados en un instante por upa multitud de gallardos mozos que al entrar en la plaza se quitan las chaquetas; y lucen la blancura de sus camisas; interpoladas con estos se ven graciosas /88/ y alegres guipuzcoanas, las mas luciendo sus ricos pañuelos amarillos de la India y en la cabeza sus pañuelos de seda; describir la algazara que traen entre los unos y !as otras es tarea casi imposible; baste decir que aun no ha salido el primer toro y ya se estan retando para el primer zorcico. Los bañistas forasteros, que en aras de San Roque han hecho aquel dia el sacrificio de su baño, contemplan embelesados desde los balcones ó ventanas de la plaza este animado y bullicioso espectaculo ; en el balcon largo del palacio municipal ya se vé al señor alcalde y al secretario, á su lado, estan los seis ú ocho eclesiásticos que componen el clero de la villa; mas allá el señor comandante de carabineros que vigila aquella costa; el apreciable médico don Cárlos, el arquitecto, el escribano y el boticario del pueblo; ya nada falta en la plaza mas que la presentacion de la cuadrilla.

Esta se resiente de la escasez de su número. San Roque se empeñó en acojer bajo su patrocinio á casi todos los pueblos de la provincia, y como aquellos días hay toros en todas partes, las notabilidades tauromáquicas están distribuidas entre varias plazas. Pero atencion: ya aparece la cuadrilla. El Zapalerillo, que es el primer espada, viste con notable gracia el traje andaluz; su chaquetilla y su calzon son de color de rosa con oro. Su estatura es regular, su ;aspecto brioso, sus patillas de torero. A su lado marcha un anciano que viste chaquetilla y calzón negros, con alamares negros tambien. Es su padre. Hombre, /89/ aunque de edad avanzada, de corazón juvenil y de ,notables brios, no teme arriesgar los pocos años que le restan de vida en obsequio de San Roque. Un aprendiz de torero, muchacho de mas ,prudencia que talla, es el último individuo de la cuadrilla. Hecho por esta el saludo de costumbre á la autoridad, mueve el calda su junquillo y sale á !aplaza el primer toro. El Zapaterillo lo trastea con habilidad, le capea y pone banderillas con notable arrojo; su padre no le va en zaga, lidia y corre con mas aliento del que prometen sus años. No tanto el aprendiz, que indudablemente erro su vocación, se mantiene siempre á una respetuosa distancia del vicho. El hijo y el padre son saludados con fervientes aplausos, cien boinas y otros tantos -sombreros caen a sus pies La popularidad los enloquece, y á una suerte arriesgada sucede otra. Lidiados los seis toros, de los cuales ninguno• es de, muerte, porque todos son necesarios para las labores del campo, se apoderan de la ,Plaza los aficionados y lucen su arrojo y su destreza con dos o tres vacas que vuelven al toril rendidas de haber tenido quo correr tras tantos lidiadores

Concluida la funcion tauromáquica, queda despejado el campo para los bailarines y empieza el zorcico, ese baile que en sus primeros pasos es tan galante y tan respetuoso para con el bello sexo, como es familiar y de en : vuelto al concluir. Martín Felix y un joven bullicioso, hijo de un añciano general de marina que reside en Oñate, son los que mejor le /90/ bailan y le dirigen. Despues de los tres primeros zorcicos, que son los de empeño y en los que toman parte los mas afamados bailarines; se van desocupando los balcones y los tendidos; pero no por eso cesa el baile en la plaza, que se prolonga hasta lá madrugada á la rojiza luz de teas y ,de hachones que dan a aquella escena todas las tintas de una verdadera bacanal. En tanto que las masa celebran en la plaza la fiesta del Santo, los forasteros y las personas que forman la aristocracia del pueblo se solazan aquellas tres noches en el salon del ayuntamiento, mas• iluminado aun que de ordinario con un sarao que eclipsa en brillantez y en concurrencia á todos los que le han precedido Un partido de pelota en que ostentan su destreza los jugadores mas famosos de la provincia pone término á estas celebradas fiestas. Algunos días despues todos abandonan á Deva, como si les pareciera triste y solitaria la villa , tan llena de vida y de animacion durante las funciones de San Roque.