Geografia de Guipuzcoa

Geografía de Guipúzcoa

Serapio Mugica Zufiria (1854-1941)


 

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Geografia de

Guipúzcoa (1918)

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Epilogo
Adicion
 
 
 

/180/

VI CLIMATOLOGÍA Y SEISMOLOGÍA

 

 

CLIMATOLOGÍA.

El clima de Guipúzcoa se distingue hasta tal punto por su humedad, que esa es la cualidad con que le diferencian y caracterizan cuantas gentes de países apartados vienen á morar en esta Provincia, aunque no sea por largo espacio de tiempo,

Pueblo situado á orillas del Cantábrico, cubierto de vegetación abundante y de atmósfera nebulosa, en que los pedazos de cielo azul se ven de ordinario como á. través de ventanas que se han abierto en la espesa niebla que se cierne sobre nosotros, las evaporaciones por fuerza tienen que ser copiosas, y el agua ha de venir á fecundar constantemente la tierra, que sin ese riego continuo y fertilizante sería totalmente improductiva por la calidad arcillosa de nuestro suelo, que requiere continua humedad.

Guipúzcoa no absorbe todas las lluvias que se forman con los vapores condensados en las aberturas de sus rías. De aquí, y por dos vías nada menos, se introducen en Navarra, como ya lo notó nuestro docto amigo Don Arturo Campión, y lo ha repetido D. Julio Altadill en uno de los volúmenes de esta GEOGRAFÍA GENERAL DEL PAÍS VASCO-NAVARRO.

Se observa que, en los tiempos presentes, no son las nieves tan abundantes, ni las lluvias tan continuas y torrenciales como en los inviernos de épocas pasadas, en que solían causar daños de gran consideración en muchas partes, viéndose los pueblos frecuentemente en la necesidad de recurrir. á las Juntas provinciales en demanda de socorros para reparar caminos y puentes, desbaratados por las corrientes, ó para atender á las necesidades que creaban las pérdidas de las cosechas. Era causa de verdadera alarma en el país, el que sobrevinieran lluvias y viento Sur, después de copiosas nevadas que cubrían todo el suelo, porque derritiéndose éstas en muy poco tiempo, se precipitaban las aguas por todos los arroyos y caminos en tal cantidad, que no bastando los cauces de los ríos á contenerlas, rebasaban todos los obstáculos é inundaban los poblados de las partes bajas. Sin embargo, las mayores inundaciones /181/ de que se guardan noticias en la Provincia, no han acaecido en invierno, sino en otras estaciones del año en que las tronadas y tempestades locales suelen ser frecuentes. Así ocurrió el 21 de Septiembre de 1593 con las crecidas de los ríos Urola y Deva, que tanto daño causaron en Legazpia, Vergara y Mendaro. De igual manera resulta que las inundaciones ocurridas en la villa de Tolosa, á consecuencia de las crecidas del río Oria, han ocurrido el 26 Septiembre 1678, el 20 Junio 1762 y el mismo día de 1765, el 19 Junio 1775, el 26 Octubre 1789, 20 y 21 Mayo 1801, la noche del 28 Enero 1831 y el 16 Septiembre 1862, en todas las cuales, enseñoreándose las aguas de las calles y

Irún.-Inundación de la calle Uranzu.

 Irún.-Inundación de la calle Uranzu. (Clisé de Guillermo Jorajuria)

plazas y penetrando en muchos edificios, causaron daños de gran consideración. Pero con ser muy lamentables los perjuicios causados por estas inundaciones, ninguna de ellas tuvo la trascendencia de la riada que sobrevino á causa de la tempestad de agua que cayó en los pueblos comprendidos entre Salinas, Anzuola y Motrico el 30 Junio 1834, día en que celebraba la fiesta de San Marcial la villa de Vergara, que tanto sufrió en tan aciago día. Para que se tenga idea de los inmensos destrozos que ocasionó tan extraordinaria avenida, anotaremos que arrastraron las aguas 19 molinos y destrozaron otros 15; se llevaron 22 puentes é inutilizaron 28; causaron grandes desperfectos en 6 ferrerías y arrasaron 76 edificios, destrozando otros 121; se hundieron 3 iglesias /182/  y perecieron 39 personas. Muchas de las fechas indicadas se hallan grabadas todavía en sitios públicos de varias villas que sufrieron los efectos de la inundación, señalando el punto máximo á que llegaron las aguas.

Estos últimos años, especialmente, parece que el clima tiende á ser cada vez más seco. El invierno de 1911 á1912, por ejemplo, fué excepcional, no solo por lo suave y benigno de la temperatura, sino también por la escasez de lluvias, y esto mismo puede decirse de los meses que van transcurridos el corriente invierno de 1912 á 1913, durante los cuales, á pesar de hallarnos en Febrero cuando estas líneas escribimos, apenas si ha llovido ni ha hecho frío. Pero ese fenómeno que á los vivientes se les antoja único en los anales del pais vasco, se dió ya alguna vez en épocas anteriores, y por modo muy particular en el invierno de 1555, según nos refiere el honrado Esteban Garibay en sus Memorias, que forman el tomo VII del Memorial histórico español, publicado por la Real Academia de la Historia. Por cierto que á aquel invierno tan extraordinario de 1555, siguió en 1556 un verano excepcional, en que apenas se elevó la columna termométrica. Garibay afirma que hasta sintió frío, y que había gentes, y entre ellas el mismo historiador mondragonés, que comieron con la chimenea encendida en los días de la canícula. También el verano de 1912 se ha distinguido por la ausencia del calor. ¿A qué causas obedecerá ese paralelismo, esa marcha semejante de los fenómenos climatológicos que se observa entre el invierno de 1555 y el verano de 1556, y el invierno de 1911 y el verano de 1912? A los dedicados á estos estudios, y suficientemente preparados para sacar de ellos el debido fruto, toca el satisfacer la curiosidad de quien se sienta tentado á formular esta pregunta.

Como acontecimiento climatológico extraordinario, podemos también consignar el hecho acaecido el año 1878 en la villa de Ezquioga, de haberse tenido que suspender el baile de la plaza pública á consecuencia de la copiosa nevada que cayó hasta cubrir el campo, hallándose celebrando la romería, el día del patrón San Miguel, 29 Septiembre. Consta también que los meses de Noviembre y Diciembre de 1857 no llovió gota y que los veranos de 1860 y 1866 fueron sumamente lluviosos en esta Provincia;

Para que el clima de Guipúzcoa se haya tornado seco, hay una razón clara y patente: la tala dolorosamente progresiva de los árboles que antes cubrían montañas enteras que hoy se ven calvas ó poco menos. Por fortuna, pueblos hay, y no es de los menos dignos de mención el de Oyarzun, que se han percatado de la influencia funesta que tiene la despoblación de los montes, y han comenzado con ahínco á repoblarlos, secundando con resolución y entusiasmo los propósitos de la Diputación, y los desvelos que ésta consagra al desenvolvimiento de la riqueza forestal de la Provincia.

Sin lluvia y nieve, no puede el labrador ver prósperos y fecundos sus campos, ni puede el industrial ver derrumbarse con estrépito el salto de agua de donde toma fuerza para su industria; por algo se la llama la hulla blanca.

/183/ Será molesta la lluvia para el mero turista, aunque no falta quien la encuentre poética y admirable, pero es fuerza y fertilidad, es riqueza para muchos. No será paradójico decir que cuando nieva ó cae la lluvia suave y blanda y de ella se empapa el suelo, y con ella desaparece el estiaje de los ríos, desciende con ella un venero de riqueza que hace productivas las energías del guipuzcoano.

Pero la lluvia viene á veces, muy frecuentemente, empujada por viento huracanado y furioso, y entonces es peligrosa para muchos hijos de Guipúzcoa que arrancan del mar su sustento. Para salvar sus vidas, y para anunciar anticipadamente los temporales en que corre grave riesgo la existencia de

 

 Una nevada en las cercanías de Berastegui. Clisé de P. Elosegui

[Fotografía no disponible]

 

nuestros pescadores, se estableció provisionalmente en el mes de Febrero de 1902 y de manera definitiva en Noviembre de 1905, en el monte de Igueldo, próximo á San Sebastián, un observatorio meteorológico, sostenido por la Diputación de Guipúzcoa y dirigido por persona tan popular y de tan reconocida competencia como el ex vicario de Zarauz D. Juan Miguel de Orcolaga. Diariamente anuncia el tiempo que, según sus cálculos y previsiones, ha de reinar durante las veinticuatro horas siguientes, y sus partes telefónicos, colocados junto á las puertas del palacio de la Diputación en San Sebastián, son leídos con avidez, no solo por los que viven del mar ó tienen gentes de su familia en el Cantábrico luchando contra las olas, sino hasta por individuos de la colonia veraniega que tienen dispuesta una excursión campestre y no se atreven á emprenderla sin saber previamente qué tiempo anuncia para aquel día el meteorólogo de Igueldo.

/184/ Los desprendimientos de tierra á consecuencia de las lluvias torrenciales, son también muy comunes en las grandes pendientes de nuestras montañas, causando en ocasiones daños de gran consideración, así en terrenos labrantíos como en el monte. Estos perjuicios acrecen considerablemente, si las tierras desprendidas caen sobre alguna carretera ó á la v la férrea, interrumpiendo las comunicaciones, como muchas veces sucede. Aunque la tierra poblada de árboles es más difícil de ser arrastrada por las aguas, á causa de la trabazón que forman las raíces, no es raro ver en nuestra Provincia, especialmente en sitios en que el subsuelo es de peña lisa, situada en sentido horizontal, el que resbalando una porción de tierra con su arbolado, á causa de las fuentes subterráneas que se producen con las continuas lluvias, vaya á parar á terreno de otro propietario, existente en parte más baja. Aún subsiste en Ormaiztegui un roble secular, que tendrá 15 metros de altura, el cual, después de haber recorrido una distancia aproximada de 200 metros con toda la tierra que estaba prendida á sus raíces, quedó colocado en el fondo del barranco en su posición natural, sin sufrir en su descenso el más leve detrimento en el tronco ni en las ramas, como si toda su vida hubiera estado plantado en aquel lugar.

También ocurren con alguna frecuencia, durante el invierno, recias tempestades de granizo y pedriscos, con fuertes tronadas y continuas exhalaciones, que infunden pavor y causan muchas desgracias. Un rayo, penetrando en el polvorín del castillo de la: Mota de San Sebastián fué causa de que éste volase el 14 Diciembre 1575, y otro rayo, el 7 Diciembre 1688, repitió el mismo percance, causando grandes estragos. Aún no hace muchos años, en Febrero de 1873, que otra exhalación derribó la torre de la iglesia de Ormaiztegui.

Para que no falte á la estación invernal en esta Provincia ninguno de los elementos de que acostumbra á rodearse, las heladas y las escarchas se suceden á menudo.

Muchas veces el verano, cuando el viento S. eleva extraordinariamente la temperatura, sobreviene repentinamente la galerna ó sea el impetuoso golpe de viento del mar, que arrastra y arrolla cuanto encuentra á su paso, causando una verdadera revolución en los pueblos cercanos al mar. Después de la terrible invasión, con los trastornos consiguientes á tan furiosa embestida, se refresca la temperatura y desaparecen las caliginosas caricias del viento Sur.

No en todos los pueblos de Guipúzcoa la humedad es igual, sino que en los del interior es mucho menor que en los de la costa, por cuya razón en las casas de labranza próximas al mar, se ven obligados á poner sus frutos en los balcones para secarlos, mientras que los labradores de tierra adentro los secan perfectamente dentro de los desvanes. Una de las zonas de Guipúzcoa en que menos llueve, se cree que es la denominada vulgarmente Otamoch, que abarca el pueblo de Ormaiztegui y los de su contorno. jLástima es, que no haya observaciones /185/ científicas hechas allí, para compararlas con las de la estación meteorológica de San Sebastián, porque de haberlas, cabría establecer comparaciones precisas y no las que nacen de mera impresión, aunque .ésta no sea de un solo individuo, sino de muchas gentes y á lo largo de dilatados años!

Hablando del clima de Guipúzcoa, dice D. Ramón Adán de Yarza, en uno de sus doctos y justamente celebrados estudios, que «conviene distinguir la costa, los valles y las cumbres de las montañas, particularmente de las más elevadas que limitan la provincia por el Sur:

 Las aguas del Bidasoa inundando el puntal de Fuenterrabía. (Clisé de Guillermo Jorajuria).

«Conocida es la influencia reguladora que ejerce el Océano sobre la temperatura de las costas. En la de Guipúzcoa las oscilaciones termométricas son menores que en los valles, aunque en la temperatura media del año apenas resulta sensible la diferencia (51).

»El clima de la costa puede calificarse de templado y lluvioso; la nieve cuaja pocas veces y nunca se mantiene más de uno ó dos días; prosperan los naranjos y limoneros al abrigo de los vientos del N .; el termómetro desciende  raras veces de 1 ó 2 grados bajo cero, y si bien en los días más calurosos del verano, cuando reina el viento S., sube hasta 38° C., esta temperatura nunca /186/ se mantiene dos días seguidos, formándose generalmente una tempestad local que refresca la atmósfera.

»En los valles desciende el termómetro las noches de invierno bastante más que en la costa y en el verano se deja sentir el calor con más intensidad, sobre todo en aquellas partes en que no llega la brisa del mar, como son las situadas al S. de las montañas de lzarraitz, Hernio y Burunza.

»En las cumbres de la sierra de Aralar y Aitzgorri persiste la nieve casi todos los años hasta la primavera.

»Las temperaturas medias de los meses de Agosto y Enero, que son las que se suelen tomar en consideración para el trazado de las líneas isóteras é isoquimenas, solo difieren en San Sebastián en 12 grados centígrados.

»Por término medio llueve en San Sebastián 157 días del año. La altura de agua llovida en los últimos siete años presenta variaciones bastante notables, según indica en adjunto estado:

Año........milímetros

 »1878..... 1.659,6  »

 »1879..... 1.712,3 »

 » 1880.... 1.126,5 »

 » 1881 ....1.220,0 »

 » 1882.... 1.518,5 »

 » 1883 ....1.515,2 »

 » 1884.... 1.214,7»

PROMEDIO: 1.423,8 milímetros

»El viento que más días reina en Guipúzcoa es el NO. En el invierno son frecuentes los del SE., S. y SO., lo que se explica por ser la temperatura mayor en las costas septentrionales que en el interior de la Península. Los vientos que de estos rumbos proceden, no llegan á Guipúzcoa sino después de haber salvado varias cordilleras y elevadas mesetas, donde ha dejado en forma de lluvia la mayor parte del vapor acuoso que arrastraban; sabido es, en efecto, que si una masa de aire cargada de humedad viene á chocar contra un macizo montuoso, tiene que elevarse para franquearlo, que en esta ascensión se dilata, y que por solo este hecho, en virtud de, las leyes de la termidinámica, su temperatura desciende, independientemente del efecto que en igual sentido ejerce el encuentro de capas de aire más frío. Ese descenso de temperatura tiene, por consecuencia el aumento en la cantidad de lluvia, y así se explica esa atracción que las montañas ejercen 'sobre la humedad de las corrientes atmosféricas, observándose muchas veces que los vientos lluviosos en una de sus vertientes pasan á la otra secos y con una temperatura más elevada, que es debida á haber quedado libre el calórico latente propio del vapor acuoso. Por eso los vientos del S. suelen ser en Guipúzcoa: secos y cálidos, y hacen que la temperatura de muchos días del invierno sea relativamente muy elevada.

»En el verano sucede lo inverso.; la temperatura en el centro de la Península es más elevada que en la costa Cantábrica, y, por efecto del desequilibrio /187/ consiguiente, corre el aire del mar hacia el interior, dominando por tanto en la última los vientos del 1º y 4º cuadrante, con los cuales la temperatura nunca es excesiva.

El paseo de San Francisco de Tolosa en día de nevada. Clisé de P. Arrieta

»En los días de la estación calurosa se nota con bastante constancia la brisa del mar, debida al desequilibrio producido por la mayor acción calórica que los rayos solares ejercen sobre la tierra que sobre el mar. Comienza generalmente á hacerse perceptible esta brisa de 9 á 10 de la mañana y suele llegar á puntos bastante distantes del litoral, cuando no encuentran montañas elevadas que se opongan á su paso. Por las noches es, al contrario; menor la temperatura de la tierra que la del mar á causa de ser en aquella mayor la irradiación, siendo consecuencia dé esto la brisa ó viento llamado terral, que sopla de la tierra hacia el mar y suele ser frecuente en la costa» .

Después de las atinadísimas observaciones del Sr. Adan de Yarza, que dejamos copiadas, sometemos al estudio de nuestros lectores los cuadros de observaciones meteorológicas, recogidas en el Colegio de Vergara los años de 1867 á 1870, juntamente con los resúmenes obtenidos en el Instituto provincial de San Sebastián entre los años 1907 y 1912. Es de lamentar que no podamos ofrecerles también las observaciones científicas recogidas estos mismos años en Vergara y Tolosa, importantes villas de la Provincia, que cuentan con bien montados centros de enseñanza á cargo de los PP .Dominicos y Escolapios, respectivamente, y que por carecer de Observatorios, no pueden suministrarnos los datos necesarias para compararlos con los que se obtienen en el de la Capital.

/188/[Observaciones meteorológicas I]

/189/[Observaciones meteorológicas II]

/190/[Observaciones meteorológicas III]

Es de sentir que las ventajas que obtiene el residente en la Provincia con el disfrute de una temperatura benigna y suave, se vean contrarrestadas ordinariamente con abundantes é incesantes lluvias que caen durante el invierno y la primavera, siendo éstas en ocasiones tan pertinaces y prolongadas, que llueve ocho y hasta quince días seguidos. A este propósito se cuenta que un andaluz que vino á pasar una temporada en esta Provincia, se aburrió tanto de ver llover un día y otro sin cesar, que optó por regresar hastiado á su país, y al encontrarse, pasados algunos años, con un vascongado en Se. villa, se dirigió á él para preguntarle: «Oiga V., vasco ¿ha escampado ya en su tierra?».

Esta frecuente lluvia es causa de la interrupción que sufren los trabajos de campo y de las molestias que ocasiona para los viajes, y muy especialmente de los trastornos y dispendios que proporciona á los que organizan festejos al aire libre, ahora que este país es tan frecuentado por gente forastera y sus habitantes tanto se esfuerzan por hacerles agradable su estancia aquí. A fin de evitar las contrariedades apuntadas, se construyen frontones cubiertos para jugar á la pelota y se cubren las plazas de toros, como se ha hecho en Martutene, cerca de San Sebastián.

Hay que reconocer también que á las lluvias frecuentes debemos el que los valles y montañas de este país se mantengan verdes y cubiertos de vegetación, ofreciendo hermoso golpe de vista que cautiva al viajero que nos visita, especialmente si éste procede de tierras donde la aridez del suelo no le permite disfrutar de los bellos panoramas que aquí presenta la naturaleza. La variedad de cultivos con que nuestro labrador ocupa las tierras, es otra de las causas de que éstas aparezcan continuamente cubiertas con las cosechas pendientes, y así vemos que aún en la estación invernal, los nabos y otras plantas forrajeras con su verdor animan el paisaje.

Como dice muy bien Gorosabel, las cuatro estaciones del año pueden considerarse distribuidas en esta Provincia de la manera siguiente: Primavera en los meses de Abril y Mayo, y aún durante estos meses la lluvia suele ser tan frecuente, que no parece sino que Guipúzcoa no tiene primavera con estación señalada y aparte, sino repartida por todo el año, porque en todas las demás estaciones de invierno, verano y otoño, suelen darse días verdaderamente primaverales por lo suave de la temperatura: Verano en los meses de Junio, Julio y Agosto. Otoño en los de Septiembre y Octubre. Invierno en los cinco meses restantes.

Muchas veces los calores de verano no se dejan sentir hasta Julio. La otoñada, aunque de corta duración, suele ser por lo regular la época más agradable por su temperatura y sequía.

El día más largo del año tiene algo más que 16 horas y media, puesto  que el 21 de Junio amanece algo antes de las cuatro de la mañana y oscurece á las ocho y media de la tarde con corta diferencia. El más corto es de /192/ unas 10 horas, desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde el día 31 de Diciembre.

SEISMOLOGÍA.

Los terremotos en Guipúzcoa son muy raros, lo cual se debe, sin duda, á su situación geográfica, por hallarse fuera de toda región seísmica, y los pocos que ocurren, son de tan escasa duración é intensidad, que pasan desapercibidos ordinariamente para la mayor parte de las gentes. Tampoco tenemos noticias de que antiguamente se registrasen temblores de tierra que hayan causado trastorno alguno en la Provincia, sino que han sido ligerísimas oscilaciones, completamente inofensivas, á juzgar por los datos que han llegado hasta nosotros. El primer terremoto del cual se conserva recuerdo en la Provincia, es el del año 1592, debido á la diligencia del Doctor lsasti, quien, en su libro escrito el año 1625 (52), nos dice lo siguiente: «El año de 1592 á 31 de Octubre y el otro día siguiente 1º de Noviembre, tembló la tierra por toda la costa de Guipúzcoa hasta Francia, por espacio de un credo; y lo mismo una mañana á 1º de Diciembre de 1603, de la manera que hacían ruido las camas y las sillas que causaron espanto; y por ser cosa tan extraña en aquella tierra puse por memoria».

El famoso terremoto del año 1755, conocido con el nombre de terremoto de Lisboa, y que tanto se hizo sentir en el resto de España, apenas si fué notado en Guipúzcoa, como consta en expediente que se conserva en el archivo provincial, por cuya razón se conmemoró este fausto suceso con un solemne Te-Deum por la Provincia, además de las funciones particulares que celebraron una gran parte de los pueblos que componen la misma.

Acercándonos á tiempos más próximos á los nuestros, podemos anotar el temblor de tierra ocurrido el 18 de Marzo de 1817 por la mañana, del cual nos refiere Gorosabel, que fué de muy poca duración, aunque, tal vez, de la mayor que conoció aquella generación, y que el día 22, se dejó sentir de nuevo,

El 13 y 16 de Mayo de 1857, se registraron otros dos ligeros terremotos, según el mismo autor, y en nuestros propios días, la noche del 14 al 15 de Septiembre de 1912, á las dos de la madrugada, se notó claramente otro temblor, que, según la prensa de aquellos días, causó desperfectos de importancia á la hora indicada, en algunos puntos de España y del extranjero.

Es verdaderamente sensible que en el Instituto de San Sebastián se carezca de los aparatos necesarios para observar estos fenómenos seísmicos.

VOLCANES.

No tenemos noticia de que en Guipúzcoa se haya conocido ninguno.

No dejaremos., sin embargo" de hacer mención en este lugar, de un fenómeno ocurrido en la villa de Ormaiztegui, el cual no carece de algún interés.

/193/ El reputado químico D. Manuel Saenz Diez, en un folleto publicado el año 1876 (53), nos dá cuenta del caso. siguiente: «En las inmediaciones de Ormaiztegui, llama la atención una parte del terreno que dá señales de haber experimentado movimientos, y las tierras de la superficie tienen color rosado, lo propio que los fragmentos calizos. Según los naturales del país, en  1862 se advirtió en toda esa parte el desprendimiento de una especie de nube de vapor que despedía mucho calor, notándose por la noche bastante claridad, cuyo fenómeno duró seis meses, sin que se pudieran aproximar, aún después, por bastante tiempo, á causa del calor que se experimentaba; por lo cual creyeron que era un volcán, como aún hoy llaman al referido sitio. Pasado este tiempo, y después del enfriamiento del terreno, se utilizaron las tierras que estaban calcinadas para el mortero empleado en las obras del ferrocarril, tales como para la construcción de los muros de contención, etc., como aún puede observarse por el color rosado que presentan dichos muros. Así las tierras como los fragmentos recogidos, dan idea de un fenómeno ígneo subterráneo, debido indudablemente á la combustión de lignito ó de carbón de piedra, lo que ha producido naturalmente la transformación de los terrenos superiores en termántidas, de cuyos fenómenos tenemos muchos ejemplares en varios puntos de Italia.

El Sr. Adán de Yarza, después de copiar las líneas precedentes, agrega que encuentra acertada la explicación que se dá en ellas del fenómeno, pues entre las rocas de aquellos contornos, si bien no se han descubierto verdaderos combustibles minerales, abundan las capas pizarrosas de aspecto muy carbonoso.

Por nuestra cuenta añadiremos, que este hecho ocurrió el año 1862, más arriba del viaducto de Ormaiztegui, en la parte inferior de la vía, cuando se estaban ejecutando las obras de apertura del ferrocarril. Lo que sucedió fué, que, al practicar un desmonte de unos cien metros de largo por 12 de ancho y 10 de profundidad, se dió en un gran banco de pizarras del terreno cretáceo, muy cargadas de piritas de hierro. Hubo necesidad de echar los escombros á caballeros, á lo largo de la brecha, á media ladera del terreno, dando lugar con el movimiento de tierras á la descomposición de las piritas, las cuales, entrando en combustión, formaron una telera que estuvo ardiendo durante varios meses, hasta que desaparecieron los productos sulfurosos de la escombrera. Excusado es decir, que las pizarras calcinadas por el fenómeno y la combustión de los productos orgánicos, han contribuido á que la escombrera se haya convertido en excelente terreno laborable.

Más tarde, por el año de 1905, al practicar algunos trabajos en una mina muy cercana al viaducto, en el otro lado del monte, al en que se produjo el fenómeno ígneo antedicho, se extrajo alguna cantidad de lignito que fué analizado químicamente y ensayado en algunos hornos de cemento, dando por resultado que tenía muy pocas calorías. Acaso, profundizando más las labores mineras practicadas en dicho punto, se encontrase lignito de mejor calidad y más calorías.

Por lo que valga, anotaremos también en este lugar, que en la parte baja de la falda donde se abrieron las grietas producidas por el fuego subterráneo, una compañía minera de Navarra practicó en distintas épocas, después de la apertura del ferrocarril, diferentes trabajos que dieron por resultado la extracción de algunas muestras de cobre.

 

NOTAS

 

{51) Puede comprobarse ésta, comparando las de San Sebastián y Vergara en los cuadros que se estampan más adelante.

(52) Compendio historial de Guipúzcoa, pág. 241.

 

(53) Análisis de las aguas sulfurosas-frias de Ormaiztegui, San Sebastián, 1876.

 


 

© Texto: Herederos de Serapio Múgica. ©  Edición electrónica: Juan Antonio Saez, 2006-2007

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