Geografia de Guipuzcoa

Geografía de Guipúzcoa

Serapio Mugica Zufiria (1854-1941)


 

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Guipúzcoa (1918)

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/566/

VII

 PARTIDO JUDICIAL DE SAN SEBASTIAN

SAN SEBASTIÁN

NOTICIAS HISTÓRICAS

Antes de presentar a los lectores la ciudad de San Sebastián tal cual hoy aparece a nuestros ojos en su aspecto material, y antes de poner de relieve la vida íntima de Donostia en relación con su anhelo creciente que se desborda en múltiples manifestaciones, vamos a dar brevísimas noticias históricas que nos hagan conocer, siquiera superficialmente, lo que en tiempos pasados fue esta bella ciudad donostiarra que hoy vive mirando ansiosa al porvenir .

Sello del Ayuntamiento de San Sebastián

La primera fundación de San Sebastián -como dice el Diccionario Geográfico de la Real Academia de la Historia-es obscura e imposible de averiguar. Descartada ya, por incompatible con las conclusiones de la crítica histórica, la hipótesis de que allí estuvo situada la antigua Olearso, Oeaso o Easo  (y de aquí el error de llamar easonenses a los hijos de la ciudad, y aplicar a ésta el dictado de La bella Easo), los anales de San Sebastián empiezan de hecho con el famoso diploma del rey Don Sancho el Mayor, de Navarra, expedido el 17 de Abril del año de 1014, y por el cual hacía donación al monasterio de Leyre de la villa de San Sebastián, con sus parroquias de Santa María y San Vicente, y el monasterio de San Sebastián el antiguo.

Siglo y medio más tarde, Sancho el Sabio de Navarra, dio a San Sebastián un famoso fuero de población, que ya antes de ahora ha sido estudiado y comentado (249), En él, aparte de las disposiciones tomadas del famoso fuero de Jaca, había otras particulares y privativas, referentes al comercio marítimo, y éstas son las que nos dan testimonio del rumbo que con predilección tomaba la actividad de los moradores de la villa. Los géneros que, según el propio fuero, se importaban y exportaban por el puerto, eran el hierro, cobre, estaño, toneles, cueros, pez, pimienta, cera, cotonía, telas, /567/ cuerdas, paños de lana, lienzos, pitas, especies aromáticas, pieles de ciervo y pescado.

San Sebastián era por aquellos tiempos el puerto de Navarra, y su comercio sostenía frecuentes relacionas con los puertos de Francia e Inglaterra, y con los de Flandes. Como uno de los que más interés tenían en el desarrollo de la navegación en el Cantábrico, formó parte de aquella Hermandad marítima constituida en el año de 1294, con San Sebastián, por los puertos de Fuenterrabía, Guetaria, Motrico, Bermeo, Castro-Urdiales, Laredo, Santander y San Vicente de La Barquera.

San Sebastian. Vista desde el monte Ulía

San Sebastián. Vista general. Clisé de Gregorio González

Entre las instituciones que contribuyeron, a la largo de los siglos, al fomento de la marina y del comercio donostiarra, no deben omitirse el Consulado y la célebre Compañía Guipuzcoana de Caracas, a cuya munificencia se debe la construcción del templo actual de Santa María,

También sobresalieron los donostiarras desde la Edad Media en la caza de la ballena y en la pesca del bacalao, en cuya persecución iban hasta los bancos de Terranova.

Por todo lo que sumariamente vamos relatando, se ve que el comercio marítimo fue, hasta época muy reciente, la vida de San Sebastián; y hasta las industrias que en sus alrededores se desenvolvían obedecían a la necesidad .de dar vida a ese comercio. Así la construcción de buques en los astilleros de Santa Catalina y de Aguinaga; así la fabricación de anclas y de jarcias y la de velamen. Hubo también fabricación de armas blancas y de fuego, y hasta se dice que. en 1574, Juan Pérez de Ercilla inventó un nuevo cañón de hierro, /568/ de 926 libras, que disparaba, con 3 ½ libras de pólvora, una bala de 33 a una enorme distancia, según consta por testimonio de Martín Pérez de Huacue, que presenció la experiencia que se hizo,

Pero no obstante haber sido plaza fuerte la de San Sebastián, puede decirse en síntesis que no debió a esta condición sus progresos, sino todo lo contrario. El mar, es decir, el agua, fue el propulsor de todos sus adelantos y la causa principal de su desenvolvimiento próspero; en cambio fue el fuego quien cortó siempre los vuelos de San Sebastián, y en más de una ocasión estuvo a punto de reducirla a la nada. Entre los incendios que en diversas épocas sufrió esta población, son dignos de particular mención, por las proporciones que alcanzaron, el de 1266, de que habla Gorosabel; el de 30 de Junio de 1278, que empezó en la casa de Ichaske, cerca de la Zurriola; el de 28 de Octubre de 1338, que comenzó por la calle del Poyuelo; el de 17 de Enero de 1361, que se inició en la calle de la Higuera; el de 14 de Febrero de 1397; el de 29 de Junio de 1433, que determinó la cesación de la peste que había invadido la villa; el terrible de 28 de Enero de 1489, el de 17 de Noviembre de 1512, el de 1524, el de 6 de Febrero de 1630, el de 23 de Enero de 1738, y, sobre todo, el de 31 de Agosto de 1813, del cual arranca la vida moderna de San Sebastián.

Recepción a la Reina (1867) en el campo de Errege-soro

San Sebastián.- Antiguo campo de Errege-soro, actual parque de Alderdi-eder, engalanado para recibir al Emperador de Francia, Napoleón, y a la Reina de España en 1867

 

No obstante ser plaza fronteriza y haberse visto atacada muchas veces, en pocas ocasiones cayó San Sebastián en poder de los que la atacaban. En 1794 la tomaron sin dificultad las huestes de la Convención francesa, /569/ como la habían tomado las tropas del Duque de Herwick en 1719. En 1808 volvieron a ocuparla los soldados de Napoleón, y no la abandonaron hasta el día 31 de Agosto de 1813, en que la entrada de las tropas victoriosas angloportuguesas, recibidas por los moradores con el ansia y el júbilo con que se acoge a los aliados cuando vienen a libertarnos de la opresión en que hemos vivido, se señaló por una tan horrible serie de violencias y desenfrenos que no se encuentran palabras bastante expresivas para execrarlos.

San Sebastián, quizá por su condición de población marítima y comercial, se vio libre de los asolamientos y fieros males que trajo a este país la lucha de oñacinos y gamboinos, pues dentro de sus muros no se conocieron estas parcialidades. Se han conocido, en cambio, las contiendas políticas de nuestros días, y han impedido en algún momento el crecimiento de San Sebastián, que hoy, al amparo de la paz, y roto el cinto de murallas que la aprisionó hasta 1864, gana terreno al Urumea, escala las lindas colinas que la circundan y por todas partes va extendiéndose y constituyendo una población que por la cultura y la policía de sus calles, por el esmero de sus servicios, por la amplitud de sus vías y por el aspecto monumental que ofrecen sus casas, es objetó de la admiración y de la alabanza de las gentes sinnúmero de todo país y de todo clima que la visitan en los meses del verano.

San Sebastián. Puerta de Tierra, situada en la actual plaza de la Alameda, antes del derribo de las murallas.

 

San Sebastián. Puerta de Tierra

Por eso puede decirse que dos de las fechas más memorables de la historia moderna de San Sebastián son el 31 de Agosto de 1813, en que se destruyó totalmente la población por las tropas anglo-portuguesas ebrias de crueldad, y el 4 de Mayo de 1864, en que se acordó el derribo de las murallas que impedían el desarrollo de la población.

/570/ Después del incendio de 1813, unos cuan tos varones beneméritos, inaccesibles al desmayo, congregados en Zubieta, resolvieron la reedificación de la ciudad y la emprendieron con bríos; pero no pudieron lograr, dadas las nuevas corrientes del comercio marítimo, que florecieran de nuevo en el recinto de San Sebastián las instituciones mercantiles que antes la hicieron próspera.

Comenzó de allí a algunos años a atraer en los meses de verano a gentes del interior, que venían a gozar en sus playas de las delicias de las brisas cantábricas; pero para desenvolver lo que los italianos llaman la industria de los forasteros, era preciso que desapareciesen las viejas murallas, que carecían ya de todo valor militar, y en cambio eran un estorbo para que la ciudad creciera pujante y pudiera ser el centro de atracción y de convergencia de multitud de gentes que buscaban la suavidad de su clima y la belleza de sus paisajes. Con el derribo de las murallas se inició esa nueva era que, detenida por los azarosos años de la guerra civil que ardió en esta comarca de 1872 a 1876, ha continuado después cada vez con mayor ímpetu favoreciendo el crecimiento de San Sebastián y haciéndola cada vez más bella y más visitada.

Donostia. como se llama en lengua vasca a San Sebastián, ostenta hoy dignamente el título de capital de Guipúzcoa que le fue concedido en 1821, a pesar de que la Comisión de división del territorio español propuso que fuese Tolosa la capital. La Diputación foral y la provincia en general no eran partidarias de que San Sebastián tuviese ese honor, y consiguieron que el 19 de Enero de 1844 se redactara un R. D. disponiendo que la capital se trasladase a Tolosa. Diez años más tarde, los donostiarras consiguieron otra disposición en la que se ordenaba que la capitalidad volviese a San Sebastián, y en esta ciudad reside desde entonces.

El emperador Carlos V le concedió, el mes de Abril del año 1552 los títulos de Noble y leal, y en Diciembre del mismo año le otorgó los de Muy noble y muy leal de que goza en la actualidad,

El titulo de ciudad le concedió Felipe IV el año 1662.

El escudo de armas que la ciudad usa es bien sencillo; sobre ondas de agua de azul y plata, un navío con velamen de plata, y en la parte alta del escudo dos SS.; le rodea esta inscripción: Por fidelidad, nobleza y lealtad ganadas; el conjunto lleva una corona en la parte superior .

NOTAS

(249) Puede consultarse con fruto Fuero de repoblación de San Sebastián, publicado en 1909 por don Carmelo de Echegaray.


 

© Texto: Herederos de Serapio Múgica. ©  Edición electrónica: Juan Antonio Saez, 2006-2007

Reservados todos los derechos