NOTICIA DE LAS COSAS MEMORABLES DE GUIPÚZCOA / PABLO GOROSABEL

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LIBRO II

DE LOS HABITANTES DE LA PROVINCIA

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CAPITULO III. 

DE LA LENGUA VULGAR VASCONGADA

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Sección I

De su origen, antigüedad y dialecto

 

/376/ La lengua vulgar o común de los habitantes de esta provincia es la que ellos llaman eusquera o euscara y los castellanos la conocen con el nombre vascuence. Su origen, antigüedad, extensión que haya tenido en tiempos anteriores, así que sus dialectos y propiedades, han sido objeto de estudios muy serios de muchos filólogos nacionales y extranjeros, cuyas divergentes opiniones han producido discusiones interesantes. También se han publicado con este motivo algunas obras literarias de grande erudición, las que, al parecer, han aclarado algunos puntos. Que esta misteriosa lengua data desde una muy alta antigüedad, a que ni la historia ni la arqueología alcanzan, es una verdad por /377/ todos reconocida. Cuantos sabios se han ocupado . de esta delicada materia se hallan, en efecto, conformes en este punto, por más que no todos lo estén en lo concerniente a su procedencia; pues cada uno de ellos le hace derivar de un tronco enteramente diferente, según los respectivos puntos de vista, aspiraciones é ideas formadas a priori. Hay que detenerse, por lo tanto, en el conocimiento de tan importante asunto, objeto de muchas investigaciones científicas, aunque. La naturaleza de la presente obra no permita hacer un tratado extenso.

Por lo que mira a su origen, veo que Esteban Garibay en su Compendio historial expresa su parecer reducido a que el vascuence fue una de las setenta y dos lenguas de la dispersión del mundo en el campo de Senaar. Fúndase, para el efecto, principalmente en la consideración de que Túbal, quinto hijo de Japhet y nieto de Noé, fue el primer poblador de la España, y consiguientemente de estas provincias vascongadas, con la circunstancia de que el vascuence no tiene analogía con ninguna otra lengua conocida. De aquí deduce la consecuencia de que es la primera y común de toda la península ibérica, no compuesta de otras extranjeras llamadas erderas. Andrés de Poza, natural de Orduña, y escritor de la obra titulada De la antigua lengua-, poblaciones y comarcas de las Españas, impresa en 1587, sostuvo también que el vascuence procede desde el tiempo de Túbal, y fue la materna general primitiva. De esta misma opi nión fue Baltasar de Echave en sus Discursos sobre la antigüedad de la lengua vasco cántabra asegurar que esta «tuvo origen en el campo de Senaar, que quiere decir campo de varón donde le pusieron nombre de Guencerá-, que quiere decir lo mismo /378/ en romance a lo nuestro o a  nuestro modo.»Arnaldo Oihenart, distinguido abogado de Mauleón, en su celebrada obra titulada Noticia utriusque Vasconie.. aunque se ocupó acerca de la extensión: que pudo tener en lo antiguo dicha lengua, no se ocupó de su origen. Siguiéndole en el propio sen tido el P. José Moret, de la Compañía de Jesús, en sus investigaciones históricas de Navarra, no atribuye tan remota procedencia, como Garibay, Poza y Echave, a la lengua vascongada. No obstante, sostiene que «es inmemorial, primitiva y originaria en estas regiones de Navarra, Guipúzcoa, Vizcaya y Alava, desde la primera población de España.» Más explícito y resuelto fue el P. Manuel de Larramendi, también de la Compañía de Jesús, en su obra De la antigüedad y universalidad del vascuence en España, y todavía más en el prólogo del Diccionario trilingüe, que publicó en 1744. En ambas, no solo se adhiere al modo de pensar de Moret en cuanto a usarse dicha lengua en estas provincias desde su primera población, sino que bajo el supuesto de ser la que Túbal y sus descendientes trajeron a España, sostiene con calor, por medio de diferentes raciocinios, ser la matriz, originaria y general de toda la península española.

La precedente opinión ha sido también sostenida durante el presente siglo por algunos otros literatos de nombradía. Vemos, en efecto, que la reforzó con gran copia de reflexiones el docto presbítero D. Pedro Pablo de Astarloa en la obra que publicó en 1803, con el título de Apología de la lengua vascongada. Comparándola con otras varias, que en sentir de los sabios se reputan por matrices en sus respectivas naciones, adjudica re sueltamente la primacía a la eusquera. Añade estar /379/ probado «haber existido no solo en la época de la dispersión de las gentes referida por Moysés, sino también en un tiempo mucho anterior.». Siguiole, en este camino el igualmente erudito D. Juan , Bautista de Erro en sus dos notables producciones literarias, especialmente en la que tituló El mundo primitivo. Quiso demostrar por medio de ésta, no solo que la lengua vascongada es la originaria y universal de todo el territorio español, sino que es la misma que hablaron las primeras sociedades del mundo, infundida por el supremo criador de las cosas en el paraíso terrenal al hombre. Es a cuanto puede llegar la exageración de una idea formada de antemano. No fue menos la que empleó el abate d'Inarce de  Bidassonet en la que imprimió en 1825, con el título de Historia de los cántabros, etc. En ella, quiere remontar tanto la cuna de los vascongados, que hasta pone en duda si la lengua que usó Dios cuando mandó a Noé construyese el arca, era la vascongada, aunque dice que no es bastante atrevido para sostenerlo. Añade que lo cierto es que las palabras arca y la especie de madera con que debía construirse, ó sea gothor, equivalente a gorosti son vascongados, o de la eusquera. Concluye diciendo que es preciso convenir en que no hay ninguna lengua en todo el universo que se aproxime más que el vascuence a la que el Padre Eterno inspiró a Adán, sea por su prioridad, sea por su universalidad, sea por su naturalidad, etc. 

Grande es sin duda la erudición de los escritores que quedan citados, al pretender hacer derivar la lengua eusquera.. del seno del mismo paraíso terrenal, o aun del campo de Senaar al tiempo de la dispersión de las gentes. Muy ingeniosos son también los argumentos que emplean para hacernos persuadir /380/ acerca de la verdad y certeza de semejantes. proposiciones. Sin embargo, permítaseme manifestar que, en mi concepto, todos sus esfuerzos están muy lejos de producir en el ánimo de los lectores de sus obras el convencimiento a que aspiraban: esfuerzos que deben considerarse como sentimiento de nacionalidad, muy plausibles ciertamente, aunque llevados a una exageración. Dejando, pues, a  un lado semejantes ilusiones, que una crítica desapasionada no puede sostener, veamos qué concepto ha formado el mundo sabio acerca del verdadero origen de la lengua vascongada. 

Como católicos, no podemos menos de reconocer la certeza de un diluvio universal, a cuya virtud toda la tierra conocida quedó despoblada. La confusión de lenguas ocurrida en el campo de Senaar al tiempo de la construcción de la famosa torre de Babel, con la subsiguiente dispersión de las gentes en las diversas partes del globo, es otro hecho consignado en el Génesis, al cual es preciso dar asenso,. sin ponerlo en duda ni en discusión. Bajo este supuesto, debemos reconocer que el país que ahora habitamos debió ser poblado por los descendientes de Noé, que desde la Armenia tomaron diferentes direcciones, que el texto de la Sagrada Escritura no quiso explicar con la claridad que nosotros desearíamos. Moysés se limitó a decir que el Señor los dividió de aquel lugar a todas tierras: atque ita divisit eos Dominu ex illo loco in universas terras. Consta también del mismo libro sagrado que aquellas gentes no tenían en el campo de Senaar más que un solo idioma, erat autem terra labii unius el sermonum eorumdem; idioma, que probablemente sería el hebreo, puesto que, en opinión de los sabios, es el más antiguo de cuantos se conocen en el mundo. Pero Dios castigó la soberbia /381/ de aquellos constructores de dicha torre, confundiendo la lengua en que hablaban, lo que significa crear otras varias, de manera que no se entendiesen los unos a los otros ¿Cuáles fueron, pues, los primeros colonizadores de nuestro territorio después de aquella dispersión de las gentes? ¿Qué lengua tenían, cuando vinieron por acá? ¿En qué época y por dónde hicieron su entrada? He aquí preguntas a que todavía no se ha contestado satisfactoriamente, ni probablemente se contestará aún en adelante, por más que la erudición de los hombres se esfuerce en ello. Basta a mi propósito hacer ver que la eusquera es la lengua que hablaron los primeros habitadores del territorio español, sea quienes fuesen, y que no descendiendo de las gentes extranjeras, cuya entrada en España consta por las historias, debe reputarse de origen anterior, y de una muy harta antigüedad.

A la verdad, se han hecho grandes estudios .para averiguar la cuna del vascuence, comparándolo con la de los varios pueblos que sucesivamente invadieron nuestra península. Según los historiadores, fueron estos los celtas, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, visigodos y, por último, los moros o sarracenos de África; pero por resultado de todas las investigaciones, se ha visto que nuestra lengua no tiene parentesco con ninguna de las que se hablan en las naciones. No con la céltica, cuyas propiedades son diversas, como asegura Goldmaun en su Comentario sobre ambas lenguas, así que G. Humboldt en sus dos obras de que hablaré más adelante, y Schleicher en la obra Las lenguas de la Europa moderna. Por más cierto que sea, por otra parte, que los celtas hubiesen penetrado en España por los Pirineos. Consta por Estrabón que los aquitanos, esto es, los vascos /382/ franceses, diferían de ellos notablemente por su lenguaje, y, por consiguiente no podían proceder de un mismo origen. También se sabe por la historia que los fenicios, cuyo idioma era un dialecto del hebreo, vinieron de Tyro, más bien como mercaderes, limitando sus establecimientos de comercio ó factorías a las costas de Andalucía y otras del Mediterráneo. Esto mismo sucedió con las Colonias de los griegos, que vinieron después, extendiéndose cuando más a la costa de Portugal y Galicia; de manera que no aparece hubiesen tenido establecimiento alguno en el centro Norte, ni en la costa occidental de la península. Por otra parte, los griegos estaban tan mal avenidos aún con los naturales de los pueblos donde tenían asiento, que Estrabón nos dice que en Ampurias quisieron estar separados de ellos por medio de una alta muralla: iisdem cum graecis voluerunt includi maenibus, muro tamen intus ab iis distincti. La población del país vascongado antes de la invasión de los cartagineses, romanos y demás naciones citadas, poseyendo ya su eusquera,es por fin una cosa indudable, y, por consiguiente, tampoco puede derivar de estos pueblos.

Una vez excluido el origen de esta lengua de las expresadas ocho naciones invasoras de España, debe buscarse necesariamente en otra parte. Para. este efecto los filólogos la han comparado con la hebrea, caldea, la copta, la china, la, sánscrita, la indostánica, la antigua egipcia, y con algunos dialectos de la indígena de la América del Norte. En su sentir, fuera de ciertas relaciones de estructura halladas respecto de estas tres últimas, sus estudios en cuanto a la afinidad han resultado fallidos, tanto respecto de las mismas, como con todas las demás. Si examinamos por otra parte el tipo de los habitantes de los pueblos que hablan /383/ el vascuence, hallamos que no pertenece a la raza blanca del Septentrional, ni, por consiguiente, a la región seítica, ni a la negra africana, sino más bien a la intermedia. Esto no, obstante, Frerei pensó que descendieron de la Mesia asiática: Graslín, que de origen seítico; Michelet, que aunque no eran celtas, tenían su dependencia de ellos; otros, que eran originarios de la África; Petit-Radel dijo que procedían del Latium y de la Etruria; Eihhoff los hace venir, de la Caldea; finalmente, Maury se inclina a creer que era una raza ligada a la tártara. Resulta, pues, de todo lo expuesto que el estado de conocimientos que hay hasta ahora no es posible determinar con firmeza la genealogía verdadera de la lengua vascongada; pero que la conjetura más probable es que su cuna estuvo en el Asia, señaladamente en las comarcas del Indostán, cuya antiquísima población es indisputable.

Además de este punto tan difícil de aclarar, se ofrece todavía otra dificultad acerca de la lengua vascongada, o sea, el punto de su uso universal en la península española en los tiempos antiguos. Garibay, Pedro Medina, José Escalígero, Poza, Echave; Moret, Garma, Peralta, Barnuevo, Larramendi, Salazar de Mendoza, Hervás y Masdeu sostuvieron en los tres últimos esta opinión afirmativa. Otros, como Oihenart y Mariana; en medio de no reconocer esta universidad del vascuence en España, confesaron que tuvo en algún tiempo una extensión mucho mayor que la que en el día conserva. No faltaron, por fin, quienes, como D. José Pellicer y D. Gregorio Mayans y Siscar, desconocieron aún tanta dilatación del uso antiguo de nuestra lengua. Henao se abstuvo de pronunciarse en esta controversia de los escritores; porque dijo que, salva la permanencia del vascuence desde la /384/ primera población de España, importa poco o nada que haya sido lengua única y universal antes de aportar a ella otras gentes advenedizas. D. Joaquín Tragia, si bien en una obra que publicó en 1791 declaró sería eusquera la primitiva habla de los primeros pobladores de España, cambió después su modo de pensar. Se ve, en efecto, que en , el artículo Navarra del Diccionario geográfico históricode estas provincias impreso en 1802, después de manifestarla incertidumbre de la materia, expresó que «será una voluntariedad el decir que el vascuence fue en los mas remotos tiempos la  lengua universal de España etc. ». A consecuencia de esta manifestación, Astarloa publicó el año inmediato su ya citada obra denominada Apología de la lengua vascongada. Su objeto fue contestar a las objeciones puestas por aquel sabio académico aragonés, demostrando el uso universal de dicho idioma en todo el territorio español en una alta antigüedad, tarea que desempeñó con grande erudición. Esto no obstante, salió a criticar duramente esta obra en 1804 un folleto titulado Censura de la pretendida excelencia y antigüedad del vascuence por el anónimo D. J. A. C., en realidad D. José Antonio Conde, autor de la Historia de la dominación de los Árabes en España. Astarloa contestó en el mismo año a este folleto con otro nombrado Reflexiones filosóficas etc. Erro, como ya he dicho antes, trató de reforzar los argumentos de aquel presbítero en favor de la extensión del vascuence en toda España por medio de su ya citada obra, impresa en 1815.

Después de la época en que versaron estas discusiones, ya fuese por efecto de las mismas, ya a consecuencia de nuevos estudios, es lo cierto que la causa sostenida por Echave, Larramendi, Astarloa /385/  y Erro en favor de la universalidad del vascuence fue ganando prosélitos de nombradía. Tal fue entre otros el sabio prusiano Guillermo Humboldt en las dos obras que publicó en alemán; a saber, la, una en 1817 con el título de Correcciones y adiciones al Mitritales, por Adelung; la otra, Examen de las investigaciones que por medio del idioma vascongado se hicieron sobre los primeros moradores de España, En ésta, omitiendo del todo discursos puramente filosóficos, se dirige este escritor a justificar su intento de que los primitivos íberos hablaron esta lengua, valiéndose para ello del estudio de las propiedades de la misma, de las etimologías o derivaciones de los nombres de pueblos, montes, localidades, ríos, individuos y demás auxilios dela filología comparada. Humboldt, en una palabra, creyó haber demostrado hasta la evidencia que no hay porción alguna de la península ibérica sin nombres de localidades que no puedan atribuirse a radicales terminaciones o composiciones correspondientes al vascuence de hoy. Según el mismo filólogo, esto prueba, o que los primitivos iberos, que habitaban en aquellos lugares, hablaban este idioma, o que aquellos nombres fueron importados de otras partes. « Y yo creo, añade, ateniéndome a la primera indicación, que los antiguos íberos eran vascos semejantes  idénticos en idioma con los de hoy, y que estos Iberos moraban en todos los países, sin exceptuar ninguna parte del territorio». En estas palabras se resume todo el pensamiento de este sabio escritor, adoptado después por M. A Mazure en la Historia de Bearu y del país vasco, así que por M. Agustín Chao en su Historia primitiva de los vascongados.. A esta misma opinión se inclina el doctor Dunhan en la Historia de España al decir que «parece probable /386/  bable haber sido el vascuence lengua universal de España en la antigüedad más remota, y es sin duda entre los idiomas uno de los más antiguos del mundo.» D. Antonio Alcalá de Galiano, traductor y quien publicó esta obra, no se halla; sin embargo, conforme con lo que expresa su autor, según se descubre por sus notas.

La opinión de la grande antigüedad y Universalidad del vascuence ha sido posteriormente confirmada por P. A. Boudard, secretario de la sociedad arqueológica de Bezieres, en sus dos obras. Titúlase la una Estudios sobre el alfabeto iberiano; la otra, Numismática iberiana; ambas recibidas con aplauso general de los literatos, y coronadas por el Instituto de Francia. Por ellas ha tratado este escritor de demostrar el parentesco del idioma vascongado con el primitivo iberiano, a cuyo efecto ha aplicado los principios de la filología comparada, investigando los vestigios del mismo, no solamente en los nombres de los lugares de aquel, sino principalmente sobre la multitud de monedas que se han hallado. De aquí deduce Boudard que el vascuence es el último resto de la lengua usada por la raza ibérica, que fue la primera pobladora del territorio español, donde por lo tanto en este sistema fue idioma general en la alta antigüedad «La eusquera, dice en la página 33 de los Estudios, era hablada antiguamente en toda  España antes de la dominación romana. » El mismo añade en otra parte que procedía de los primeros pueblos no aborígenes, de origen no conocido hasta ahora con certeza, y cuyo mismo nombre no tenía sino una antigüedad relativamente poco remota, puesto que, según, Asclepiades Myrleano, en una época todavía anterior se daba el de Hispania al territorio comprendido entre el río Ebro /387/ y el mar Océano. Como quiera que sea, los estudios de Boudard han acabado de demostrar, en opinión de los literatos actuales, no solamente que unas gentes de idioma del vascuence ocupaban toda la península española, sino que se extendían aún hasta los Alpes. Tal es el ventajoso concepto que formaron acerca de los citados Estudios L. Goyethe en un artículo publicado en el Mensajero de Bayona de 9 de Abril de 1857, M. Maury en otro inserto en la Revista de los dos mundos de 15 del mismo mes y año, y Francisco Michel en la obra El pays vasco. Amadeo Thierry, miembro del Instituto de Francia, adoptó decididamente las conclusiones de Humboldt y Boudard en su Historia de los gaulas, reimpresa en 1858. En el tomo I, página 77, expresa que el examen de la eusquera hecho en la antigua España «demuestra con una evidencia incontestable que la misma lengua debió hablarse en la misma época en la mayor parte de esta península, y, por consiguiente, que el vascuence es un resto vivo de las viejas lenguas dé la Iberia.» No obstante todo lo que queda expresado, creo que no se ha dicho la última palabra sobre esta materia, sino que todavía ha de dar lugar a nuevos trabajos y a otras discusiones entre los sabios. Sobre todo, soy de parecer que en punto a etimologías de nombres de pueblos, montes, ríos, etc., hay mucho que corregir o rectificar, por más que estén formadas por reconocidos sabios.

Como se sabe bien, la lengua vascongada se halla concretada en el día a las dos faldas opuestas de los montes Pirineos. Esta singularidad se debe a tres circunstancias: primera, la de haberse sin duda refugiado en estos los primitivos íberos echados por los celtas; segunda, la poca comunicación /388/ ulterior de sus moradores con los extranjeros: tercera, el no haber penetrado en este país las gentes que invadieron la España. Así pues; se halla en uso en España, en las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya, en las partes de Alava adyacentes a estas, y en la montaña de Navarra con inclusión de la cuenca de Pamplona y tierra de Estella; en Francia, en la antigua tierra de Labort, en la baja Navarra y en el distrito de Sola. Aunque una misma en el fondo, con iguales reglas para la declinación de los nombres,  para la conjugación de los verbos y para la sintaxis, tiene, sin embargo, tres dialectos muy marcados. Son: el guipuzcoano, el vizcaíno y labortano, con la consiguiente diversidad de frases y locuciones propias y peculiares de cada país. De aquí es que los pueblos de Guipúzcoa comarcanos con Vizcaya y Labort participan en mucho del modo de hablar de estos respectivos territorios. Consiguientemente, puede decirse que el dialecto guipuzcoano verdadero del vascuence reside en la villa de Tolosa y en sus pueblos circunvecinos, como el territorio más céntrico; que en Irún, Fuenterrabía y sus inmediatos se mezcla bastante el labortano, así como el vizcaíno en los situados desde Vergara para arriba. A mi modo de ver, la eusquera más legítima o pura es el dialecto guipuzcoano, como de territorio más central, y que menos ha debido participar de la influencia de las lenguas extrañas. No hay dudar en efecto, que el dialecto de Vizcaya ha debido sufrir no poca modificación con la mezcla de diferentes voces castellanas, a consecuencia de su contacto con los pueblos de esta habla, así como el labortano respecto del idioma nacional francés. Si en el legítimo guipuzcoano abundan también nombres, términos y significados castellanos, recaen /389/ más bien sobre objetos de invenciones, usos y aplicaciones posteriores a la primitiva formación del vascuence, donde no tuvieron ni pudieron tener denominación. La diversidad de los tres dialectos consiste, en una palabra, principalmente en la diferente manera de pronunciar, en la ortografía y en la inflexión de los, verbos. Además, cada dialecto tiene a veces su modo particular de perifrasear, distinto de los otros.

Las diferencias más notables del dialecto legítimo guipuzcoano respecto del vizcaíno consisten en lo siguiente: 1ª En los nombres propios de los meses del año, de los más de los días de la semana, y de una multitud de objetos y cosas, cuya explicación sería muy prolija. 2ª Las terminaciones de los verbos, que en Guipúzcoa se pronuncian en det en Vizcaya se hacen en dot; v. g., en aquellos se dice equindet, y en esta eguindot. 3ª El infinitivo de los verbos en el dialecto guipuzcoano en tu, y en el vizciino en du ó en u sola; v, g.; el primero dice escatu, y el segundo escadú ó escaú. 4ª Así como en el dialecto guipuzcoano los artículos pospuestos a los nombres de las cosas, en singular son a, después de una consonante, y en plural ac, en el vizcaino en singular son ia y en plural iac: v. g., en aquel, se dicegauzá en singular y gauzac en plural, y el segundo gaucia ó gauciac, en sus casos respectivos. 5ª Cuando en el dialecto guipuzcoano el nombre de una cosa con su artículo pospuesto termina en ya en singular, en el vizcaíno se dice unas veces ja, según la pronunciación francesa, otras conforme a la castellana; v. g., beguiya en Guipúzcoa, y beguija en Vizcaya. 6ª La preposición con, que en el vascuence se propone, en Guipúzcoa se expresa por medio de la palabra guin, y en Vizcaya por la de gaz v. g., en aquella se dice nerequin, y en la segunda, /390/ neugas. 7ª Es muy frecuente en el dialecto vizcaíno convertir en etan el gerundio tzen del guipuzcoano; v. g., leitzen en este, leiquetan en aquel. 8ª El dialecto vizcaíno sincopa con frecuencia los artículos y terminaciones, que el guipuzcoano expresa con claridad; v. g., en lugar de aitaren de este, se dice en aquel aiten ó aitien. 9ª También suprime el dialecto vizcaíno algunas sílabas de que hace uso el guipuzcoano, sea al principio o en medio de algún nombre; v. g., en lugar de que en el segundo se dice biatza y sudurrá, en aquél solo se expresa atzá y surrá.  10ª La i puesta en principio de dicción en el dialecto guipuzcoano se convierte en el vizcaíno en u; v. g., illiá en uliá,.iltzia en ultziá, irtn en urten, icutú en ucutú; y así en otros muchos casos.

 Con respecto al dialecto labortano, que es muy parecido al navarro, hállanse también algunas diferencias, las cuales, recaen principalmente sobre los puntos que paso a expresar. 1º Los nombres propios de una multitud de cosas, cuya relación por menor no permiten los límites de la presente obra 2º Variedad de significados de multitud de verbos, que tampoco es posible expresar sin dilatar mucho esta materia. 3º Que en el dialecto guipuzcoano no hay h alguna aspirada, cuando en el labortano su uso es muy frecuente, tanto en principio de dicción, como en medio de él; v. g. se escribe haicea, heriotzhea, hurbil, ahunra, belharra, ahorra, ehun, guehiago, ihinza, lauhoa, mahastia, oihua, etc. 4º Igual aspiración de la h se hace en el dialecto labortano en los apellidos, diciendo Harriet, Haramburu, Oihenart, en lugar de Arrieta, Arámburu, Oyenarte, como nosotros. 5º Los modos del infinitivo presente, que en el dialecto guipuzcoano terminan en det, dezu, degu, /391/ se pronuncian en el labortano en dut, duzu, dugu, v. g., en; el primero se dice emandet, emandezu, emandugu; en el segundo emandut, emanduzu, emandugu, .convirtiendo la vocal e en u. 6º La j, que en principio de dicción aparece en el dialecto guipuzcoano con la pronunciación de la lengua castellano, se trasforma en el labortano en y; v. g., jau, jauna, juan, jolasa, jostea, del primero, se expresa y pronuncia en el segundo yau, yauna, yoan, yolasa, yostea, aunque también se escriben con j. 7º El dialecto labortano cambia con frecuencia en d la letra t, que se encuentra en medio de las dicciones del guipuzcoano; v. g., éste dice santúa y aquel saindua: 8º También muda el labortano la p con que en el guipuzcoano empiezan diferentes palabras en b. v; g. nosotros decimos paquia, pecatuá, Piquiá, piperrá, pertzá, ptzá putzuá, y los labortanos expresan bakiá, bekatuá, bikeá, biperrá, bertzá, bitzá, botzuá. 9º El dialecto labortano transforma ignalmente en r la.letra s, que el guipuzcoano usa en medio de diferentes palabras; v. g, nosotros decimos bost,  bestiá, osteguna, ostirala, esan, y aquellos borz, berciá, orceguná, orivalá, , erran.10º Diferentes adverbios, que en el dialecto guipuzcoano terminan en g, en el labortano se hacen en gui; v. g., en aquel obetogó, gogorzagó, lazagó, azcó, seguró, en el segundo obequí, gogorquí, larguí, seurquí.11º El dialecto labortano transforma con frecuencia en n la ñ de que usa el guipuzcqano; v. g., este dice oraiñ,, miñá, ezpañá, gañá, bañá, y aquel orain, miná, ezpainá, gainá, baniá. 12º Así bien es bastante común en el labortano la proposición bailhan, para designar cierta localidad, que en el guipuzcoano se expresa por medio de en ó an; v. g., este dice San Martiñén, gazteluzaren, urdinian, y aquel San Martinebailhan, gazteluzar- /392/ bailhan, udinbailhan.13º la h se pronuncia en el dialecto labortano como en francés, y en el guipuzcoano, según el italiano, ei.