«LA PESCA EN EL PAIS VASCO.
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UN SECTOR ECONÓMICO EN GRAVES DIFICULTADES»
.
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MAITE TOLOSA BERNÁRDEZ .
INTRODUCCIÓN
.
El sector pesquero vasco está atravesando una importante
crisis que
amenaza seriamente dicha actividad. Las causas de esta
situación son
variadas y tanto estructurales como coyunturales; la
primera de ellas la
irracional política de construcción masiva de
embarcaciones en los años
sesenta y también la limitación de los caladeros
tradicionales de pesca de la
flota vasca ante la esquilmación de algunas especies,
junto a la crisis
económica generalizada, que se manifiesta en el incremento
de los gastos de
explotación.
La incidencia de la crisis ha sido desigual en las
diversas modalidades
pesqueras del País Vasco. Los subsectores más afectados
son el arrastrero o
pesca de Altura y el bacaladero ante el
sobredimensionamiento que alcanzó la
flota, hasta mediados de los setenta, y la implantación de
cuotas y licencias de
pesca por los países ribereños —C.E.E., Canadá y Noruega—.
El subsector
de Bajura también experimenta una grave recesión muy
directamente vinculada
a los caracteres arcaicos y mala comercialización y a la
implantación de la
zona económica exclusiva de pesca por la Comunidad
Económica Europea.
El único sector que no ha experimentado una recesión es el
subsector
congelador de atuneros, ya que ni las dimensiones de su
flota han superado
las necesidades del mercado ni aparece afectado seriamente
por la nacionalización
de los mares.
Para comprender esta compleja y difícil situación es
necesario realizar un
somero análisis del estado de la pesca a nivel nacional y
de la incoherencia de
su desarrollo.
I. LA ACTIVIDAD PESQUERA ESPAÑOLA
.
La pesca en España ha poseído una poderosa tradición
manifestada no
solamente en la pesca de Bajura, en las aguas cercanas al
litoral, sino en la
pesca de Altura y Gran Altura, en los caladeros
internacionales atlánticos.
Aunque la incidencia de este sector extractivo, en cifras
macroeconómicas,
no es muy elevada, ya que únicamente aporta el 1% del
Producto Interior
Bruto, su importancia es destacada si se compara con otras
ramas productivas.
La pesca española experimentó un auge considerable a
partir de los años
sesenta. Se produjo un desarrollo irracional de la flota
de Altura y Gran
Altura que provocó un notable aumento de las capturas.
España se convirtió
en una de las principales potencias pesqueras mundiales a
pesar de no
disponer de playas de pesca propias. La ausencia de una
planificación
adecuada de su flota dio lugar a la infrautilización de
muchas de sus
embarcaciones, manifestada en el descenso de sus
rendimientos técnicos
pesqueros.
Este sobredimensionamiento de la flota y deficiente
estructuración del
sector pesquero ha sido uno de los factores que han
contribuido a la actual
crisis pesquera. A este hecho se han añadido otras
condiciones internacionales:
la esquilmación de muchos de los caladeros en los que
actuaba la flota
española, la nacionalización de los mares con la
implantación de las 200
millas jurisdiccionales o zonas exclusivas de pesca y el
incremento generalizado
de los costes de explotación, que han, contribuido
notablemente a la
aparición de una importante crisis cuya recuperación va a
ser muy costosa y
prácticamente imposible.
Diversas medidas estatales se han implantado para
reestructurar la
actividad pesquera del país, pero su eficacia es muy
dudosa ante la gravedad
de la situación por la que atravesamos.
I.1. El desarrolismo pesquero nacional de los años sesenta
y principios de
los setenta
.
Inmerso en un sistema de explotación esquilmante de los
recursos
pesqueros, España se ha convertido, desde los años
sesenta, en el tercer país
en importancia en flota pesquera industrial del mundo.
Este incremento no se
ha visto, sin embargo, acompañado por su posicionamiento
al mismo nivel en
cuanto a las capturas obtenidas ya que si en 1965 ocupaba
el octavo lugar a
nivel mundial, en 1976 se encontraba en el onceavo (1).
Pese a ello el
desarrollo pesquero nacional ha sido espectacular.
Hasta aquella década la pesca española tenía una
importancia reducida a
nivel mundial. Su flota pesquera estaba constituida,
fundamentalmente, por
embarcaciones de Bajura obsoletas y arcaicas que
efectuaban sus campañas
pesqueras en aguas cercanas al litoral y que contribuían a
que la sardina fuera
la especie de mayor importancia cuantitativa en las
capturas nacionales. Las
embarcaciones de Altura y Gran Altura, altamente
especializadas y que
ejercían su actividad en los caladeros de Gran Sol,
Terranova, Noruega y, en
menor medida, en la plataforma canario-sahariana, eran muy
reducidas. Se
localizaban fundamentalmente en los puertos gallegos como
Vigo, el más
destacado a nivel nacional, La Coruña y en el puerto de
Pasajes, segundo del
Estado, pero el primero en desembarcos bacaladeros, y en
mucho menos
medida en los puertos andaluces y canarios.
Desde los años sesenta la flota de Altura y Gran Altura
experimentó un
desarrollo inusitado e irracional mientras que la de
Bajura siguió conservando
en gran medida sus caracteres tradicionales.
El espectacular auge de la actividad pesquera tuvo su
origen en la
implantación de la Ley de Renovación y Protección de la
Flota Pesquera de
23 de diciembre de 1961, que fue desarrollada en los
sucesivos Planes de
Desarrollo y derogada en 1974.
Los objetivos manifestados en la Ley eran la ampliación y
modernización
de la flota pesquera y la adecuación entre la oferta y la
demanda de los
productos pesqueros, para asegurar un nivel óptimo de
abastecimiento de
pescado a la población e industria derivada de la pesca.
Sin embargo, el fin
fundamental y no explicitado en la exposición de motivos
de la Ley (2) era el
salvamento de los astilleros nacionales, que tras un corto
e intenso desarrollo
en los años cincuenta vieron disminuir a finales de esa
década sus carteras de
pedidos, de modo que la política de pleno empleo se veía
claramente
amenazada.
Esta Ley se implantó sin realizarse ningún tipo de estudio
sobre la
adecuación de la flota a las necesidades nacionales ni a
las posibilidades de
los caladeros explotados.
El Estado concedió a través de sus organismos públicos,
unos volúmenes
de crédito extraordinarios a los que se añadieron los
suministrados por la
Banca Privada desde mediados de la década. Hasta 1971 se
previó la
concesión de 4.000 millones, cifra que ya en 1968 había
alcanzado los 7.000
millones de pesetas, lo que desbordaba cualquier previsión
y que pone de
manifiesto la importante acogida de la Ley entre los
armadores pesqueros.
Los créditos y beneficios financieros eran tan destacados
que las embarcaciones
salían casi gratuitas para muchos de los armadores «el 83%
del valor del
buque era financiado por el Crédito Oficial y para los
barcos de gran
autonomía la cobertura era del 74%» (3).
Estos créditos no se otorgaron, sin embargo, para la
totalidad de la flota.
Se consideró necesario potenciar la construcción de
embarcaciones mayores
de 150 TRB a la que se destinaron la mayor parte de los
préstamos a largo
plazo. De este modo la flota, fundamentalmente,
beneficiada fue la de Altura
y Gran Altura, es decir, grandes arrastreros, bacaladeros
y congeladores,
mientras que la Bajura, a pesar de su crecimiento, mantuvo
una flota
inadaptada y con un tonelaje total similar al del año de
implantación de la
Ley.
La flota pesquera creció de un modo desmesurado (cuadro 1)
La
Artesanal, es decir, aquella con embarcaciones menores de
20 TRB, se vio
incrementada entre 1961 y 1975 en un 48,56% sin embargo,
su tonelaje se vio
prácticamente estabilizado. La flota costera
—embarcaciones entre 20 y 100
TRB— se vio reducida entre dichas fechas en un 3,15% y su
tonelaje sólo se
incrementó en un 1,91%; únicamente la potencia de los
barcos se vio
notablemente aumentada. La flota de Altura —embarcaciones
de 100 a 250
TRB—, constituida sobre todo por barcos arrastreros al
fresco, creció en un
72,4% en su número, y su tonelaje en un 78,61% La flota de
Gran Altura,
tanto bacaladeros como barcos congeladores, experimentó un
desarrollo
espectacular al aumentar su número en un 279,21% y su
tonelaje en un
296,12%
España había alcanzado en 1975 una flota sobredimensionada
e inadecuada.
Por un lado existía una flota de Bajura artesanal que con
el 71,73% del
total de las embarcaciones nacionales sólo disponía del
7,30% del tonelaje
nacional, mientras que la flota de Bajura costera
aglutinaba al 15,46% de las
embarcaciones y poseía el 16,85% del tonelaje. Estas
embarcaciones de
Bajura superaban notablemente el volumen de los caladeros
nacionales y su
crecimiento fue totalmente anormal. Aunque los desembarcos
efectuados por
esta flota constituyen la base fundamental de las
industrias derivadas
conserveras, hubiera sido necesario realizar una
reestructuración y modernización
del sector para organizar adecuadamente su producción. En
ella
faenaban el 65,85% de los tripulantes pesqueros
nacionales, lo que da un
claro índice de la repercusión social del sector. Frente a
esta situación, la flota
industrializada y compuesta por un reducido número de
embarcaciones de
Altura y Gran Altura (12,80%) poseían más de las tres
cuartas partes del
tonelaje total (75,82%) y el 63,46% de la potencia
utilizada. La dicotomía de
la estructura de la flota española es un hecho: un número
aplastante de
pequeñas embarcaciones con caracteres arcaicos y un
reducido número de
grandes barcos altamente industrializados y
especializados, pero que superan
las necesidades del país.
La irracionalidad de la política pesquera fue absoluta y
desgraciadamente
las consecuencias las estamos sufriendo en la actualidad.
Efectivamente, el
desarrollo de esa poderosa flota de caracteres
capitalistas se basó en la
explotación de los caladeros internacionales cuya libertad
de explotación ya
estaba poniéndose en cuestión por los países ribereños.
Durante los años en que la Ley estuvo vigente, el.
incremento de la flota
se vio acompañado por el de la producción pesquera. Este
hecho está
directamente vinculado a la explotación no sólo de las
pesquerías tradicionales,
sino también de nuevos caladeros para la flota española
como los de
Boston y Surafricano.
Las capturas aumentaron notablemente con la implantación
de la Ley de
1961, ya que se pasó desde aquella fecha de 1.058,4 miles
de Tm. a 1.465,9
Tm. en 1975. Los gadiformes (merluza, pescadilla, bacalao)
se convirtieron
en una parte fundamental de la producción pesquera
nacional; las primeras
gracias a la importancia de la flota congeladora, que
explotaba las pesquerías
africanas, y los arrastreros al fresco, que ejercían su
actividad en el Mar
Céltico y Gran Sol; el bacalao por los barcos bacaladeros
cuya base
fundamental era Pasajes y que pescaban en Terranova y los
caladeros
noruegos.
El incremento de las capturas y por lo tanto de los
desembarcos (cuadro 2)
no se vio acompañado por el aumento de los rendimientos
técnicos pesqueros.
Con la Ley se intentaba lograr que aquéllos fueran
similares a los de la flota
europea, pero no se lograron. Los desembarcos pesqueros
efectuados y su
relación con los medios de producción utilizados (TM
Pesca/TRB, TM/HP,
TM/Tripulante, TM/barco), únicamente ascendieron hasta
mediados de los
sesenta, a partir de aquella fecha descendieron
notablemente. Ello demuestra
el sobredimensionamiento e infrautilización de una
poderosa flota que a pesar
de la esquilmación de los caladeros no lograba obtener
unos rendimientos
adecuados.
A este problema se unió el relativo al mercado. La
construcción masiva de
arrastreros congeladores, sin desarrollar una buena red de
frío a nivel nacional
y campañas publicitarias para el consumo de pescado
congelado, provocó que
sus importantes capturas apenas tuvieran salidas al
mercado y que sus stocks
se incrementaran de un modo notable. También el bacalao se
vio afectado por
los cambios en los gustos de la población, contribuyendo a
inmovilizar en los
puertos importantes cantidades de bacalao verde.
La incoherente política de construcción de embarcaciones
fue denunciada
incluso por los propios armadores, sin embargo hasta 1974
no fue derogada,
precisamente cuando la crisis pesquera comenzaba a
irrumpir en algunos
subsectores.
I.2. La nueva situación pesquera internacional y su
repercusión en la
pesca española
La crisis económica y también pesquera ha puesto en un
grave peligro a
este sector en todo el Estado español y en concreto en el
País Vasco. Esta
crisis es la consecuencia de diversos factores no
solamente nacionales, como
la deficiente estructuración del sector y
sobredimensionamiento de la flota
española, sino internacionales como la esquilmación de los caladeros, la
implantación de zonas exclusivas de pesca por los países
ribereños y el
incremento de los gastos de la explotación.
El agotamiento de los caladeros ha sido importante desde
la II Guerra
Mundial ya que la intensificación del esfuerzo de pesca
sobre las pesquerías y
determinadas especies ha sido muy destacada. Ha sido
fundamentalmente
desde los años sesenta cuando este hecho se ha apreciado
de un modo notable
ante la incorporación de una poderosa flota pesquera. De
este modo, las
capturas realizadas por la flota española se han visto
reducidas ya desde 1970
en algunas especies como el bacalao.
El peligro de sobreexplotación de los recursos
ictiológicos ha sido uno de
los factores que ha contribuido a apoyar el
establecimiento de un nuevo
Derecho Marítimo Internacional. Efectivamente, los países
ribereños poseedores
de una amplia plataforma continental o de importantes
recursos
pesqueros se han escudado en este hecho para la
implantación de las Zonas
Económicas Exclusivas de Pesca o lo que es conocido como
«las 200 millas».
En un momento de crisis y por lo tanto de defensa de los
recursos propios, la
pesca se ha convertido en una importante fuente de riqueza
alimenticia que es
protegida celosamente por los países que poseen caladeros.
En este sentido, la libertad de explotación de los mares
ha sido sustituida
por la limitación, nacionalización y apropiación de
extensas zonas por los
países ribereños, ya que el dominio oceánico no solamente
dispone de
importantes recursos pesqueros para la alimentación humana
sino que, en
estas áreas, las riquezas minerales son muy importantes y
susceptibles de
explotación gracias a los avances tecnológicos. Por todo
ello, los países
ribereños han ampliado sus aguas jurisdiccionales a las
200 millas para la
explotación casi unilateral de sus recursos.
El origen de esta limitación de los mares en el siglo
actual se encuentra en
la «Proclamación Truman» de 1945 por los Estados Unidos,
pero fue en 1952
cuando Perú, Chile y Ecuador extendieron sus aguas
jurisdiccionales a 200
millas, provocando una revolución y revisión en el Derecho
Marítimo
Internacional. Sin embargo, ha sido en la década de los
sesenta cuando esta
extensión de la zona exclusiva de pesca se ha implantado
en la mayor parte de
las naciones pesqueras.
España ha sido gravemente afectada por estas medidas, ya
que, al no
disponer de plataforma continental extensa, debe someterse
al sistema de
licencias de pesca y cuotas de captura establecidos en
diversos países. La
dependencia de caladeros pertenecientes a otros estados ha
provocado una
grave crisis en diversos subsectores y regiones del país y
los acuerdos
pesqueros anuales se han convertido en una verdadera
batalla diplomática
ante las considerables reducciones de cuotas no solamente
implantadas por la
Comunidad Económica Europea (cuadro 3.), sino por Canadá
(cuadro 4.) y
otros Estados a lo largo de los años.
Ante esta situación, la actividad pesquera de la flota de Altura y Gran
Altura ha experimentado una destacada crisis. Sus barcos deben encontrar
caladeros cada vez más alejados de la península, lo que
revierte en el alza de
los costes de explotación pesquera de esta actividad y
también en el abandono
del sector de muchos empresarios, produciéndose una
considerable reducción
del número de embarcaciones.
A los factores biológicos y políticos se han añadido otros
económicos. El
incremento de los gastos en el combustible, ante la
considerable subida del
precio del gasóleo que ha pasado de 1,90 ptas. en 1974 a
42 ptas./litro en
1984, ha provocado un grave inconveniente a la pesca. Pero
también han
experimentado una notable alza los costes de los
pertrechos, reparaciones,
mano de obra, etc. Así pese al aumento del precio del
pescado, la reducción
de los rendimientos económicos está provocando una graves
descapitalización
del sector.
Esta problemática económica ha repercutido notablemente en
el sector
social pesquero nacional. El incremento del desempleo en
él ha sido
espectacular y los logros sociales obtenidos están en un
grave peligro ya que
la falta de trabajo ha obligado a muchos de sus
trabajadores a aceptar
condiciones a veces inadmisibles.
A nivel estatal esta crisis pesquera se ha intentado
paliar con medidas
tendentes a la reestructuración de la flota, la mejora de
la comercialización de
diversos productos pesqueros y el establecimiento de
empresas conjuntas con
otros países. La eficacia de esta nueva política pesquera
es dudosa, ya que
España está en inferioridad de condiciones respecto a
otros países pesqueros.
Entre otras medidas, la formación del FROM (Fondo de
Regulación y
Organización de Mercados de Productos de la Pesca y
Cultivos Marinos)
tiene como fin resolver los problemas de comercialización
del subsector de
Bajura. «Sus acciones han recaído preferentemente sobre la
formación de
stocks para contrarrestar los efectos estacionales,
concediendo créditos a tal
efecto, así como primas de congelación» (4)
y también a la
realización de
campañas publicitarias para potenciar el consumo de las
especies denominadas
«azules» y de baja estimación en el consumo nacional.
La creación de empresas conjuntas, a través del R.D. 2.517
de 8 de
octubre de 1976, se ha potenciado notablemente al
facilitar la constitución de
empresas de capital mixta en los países que poseen
caladeros importantes y la
regulación de las inversiones de capital español en éstos.
La reestructuración de la flota ha sido objeto de
numerosos Reales
Decretos y Orden Ministeriales (5) primándose el desguace
de las unidades
más antiguas y la ordenación Pesquera Nacional, tanto en
los caladeros
nacionales, en los que se intentan evitar situaciones de
sobrepesca, como
internacionales. El objeto de todas estas medidas es
adecuar la oferta de
buques a las posibilidades reales de los caladeros.
Desde 1976 los acuerdos bilaterales suscritos por España
con múltiples
países se han incrementado de un modo notable para hacer
posible la
continuidad de la pesca en sus caladeros o para iniciar
esta actividad en playas
que anteriormente no se habían explotado.
Esta nueva política nacional es el reflejo de una nueva
situación pesquera
mundial y de la crisis que actualmente atraviesa este
sector pesquero español.
La planificación de esta actividad extractiva debe pasar
necesariamente por el
análisis de las necesidades y posibilidades de esta
industria en el Estado y la
incidencia no sólo económica sino social de su
reestructuración en las
Comunidades Autónomas afectadas.
II. LA PESCA EN EL PAIS VASCO
La actividad pesquera en el País Vasco ha sido tradicional
constituyendo
una de las ocupaciones más características del trabajador
del litoral guipuzcoano
y vizcaíno. En este sentido son numerosos los municipios
cuya
dependencia de la pesca y de sus industrias derivadas
continúan siendo,
incluso en la actualidad, muy importante.
Este sector productivo ha experimentado un crecimiento
espectacular a lo
largo de este siglo gracias a la implantación de nuevas
técnicas, a la
reexplotación de diversos caladeros atlánticos y
descubrimiento de nuevas
pesquerías como las africanas.
La pesca tradicional de Bajura, a la que se dedican la
mayor parte de las
embarcaciones de casi todos los puertos vascos, ha
centrado su explotación
sobre especies que se localizan en los caladeros próximos
a nuestra costa. Las
de mayor interés económico son: anchoa, túnidos, merluza y
otras especies
demersales, y de menor rentabilidad económica otras como
sardina, jurel,
etc.
Esta modalidad pesquera está gravemente afectada por las
medidas
proteccionistas impuestas por la Comunidad Europea sobre
sus caladeros.
Pese a ello, la crisis le ha afectado de un modo mucho
menor que a la pesca de
Altura y Gran Altura.
Efectivamente, el desarrollo más espectacular a nivel
pesquero en el País
Vasco se centró en los subsectores de Altura y Gran Altura,
cuya dependencia
de los caladeros nacionalizados es absoluta. La pesca de
Altura se
caracteriza por la captura de especies demersales con
artes de arrastre en las
pesquerías de Gran Sol y Paralelo 58º N, fundamentalmente,
efectuándose su
comercialización en fresco. La Pesca de Gran Altura
tradicional del País
Vasco se ha basado en la explotación del bacalao en aguas
de Terranova y
Noruega. Únicamente a partir de los años sesenta se desarrolló la
modalidad
de Gran Altura congeladora, tanto con barcos arrastreros
dedicados a la
captura de merluza y pescadilla como con grandes atuneros
congeladores, que
ejercían la explotación de túnidos en las aguas
atlánticas.
La nacionalización de los caladeros y las cuotas de pesca
implantadas por
los diversos países a nuestra flota ha provocado una grave
crisis económica en
la pesca de Altura, cuyos puertos fundamentales eran
Pasajes, Ondárroa y
Bilbao, y en la Gran Altura bacaladera asentada en
Pasajes, principal puerto
nacional en dicha especie. El sector congelador arrastrero
prácticamente ha
desaparecido y la mayor parte de sus unidades han sido
vendidas a otros
puertos y naciones. La única modalidad que en estos años
críticos ha
experimentado una evolución positiva ha sido la de los
atuneros congeladores,
cuyas empresas son bermeanas.
El puerto más afectado por esta reducción económica ha
sido Pasajes, que
en la actualidad es un dramático simulacro de lo que
representaba en los años
sesenta y principios de los setenta. En menor medida
Ondárroa y Bilbao-
Axpe están afectados por esta crisis ya que la potencia
adquirida en años
anteriores en ellos no fue tan espectacular. Bermeo ha
seguido manteniendo
unos índices de productividad similares a décadas
anteriores porque su
poderosa flota atunera congeladora no desembarca las
capturas en dicho
puerto al no existir condiciones para ello.
La manifestación de la crisis que afecta al sector
pesquero se aprecia de un
modo mucho más agudo si se analiza la repercusión de esta
actividad, tanto
sobre la economía vasca como sobre la actividad pesquera
nacional.
La importancia económica de la pesca vasca sobre la
riqueza de
Guipúzcoa y Vizcaya es muy débil. La pesca sólo aportaba
en 1967 el 2,41%
del V. A.B. (en millones de pesetas corrientes) a estas
provincias (cuadros 5 y
6) y ocupaba al 2,20% del total de su población activa.
Pero estas cifras no
dan una idea del impacto pesquero en estas zonas ya que la
pesca superaba las
aportaciones de otras ramas de actividad.
En 1977, año en que se implantó por la Comunidad Económica
Europea
las 200 millas y en que se hacía notar ya la existencia de
cuotas de pesca en
Canadá y Noruega, se redujo notablemente la incidencia de
la pesca en la
riqueza de estas provincias vascas. La pesca sólo
contribuyó al 1,45% del
V.A.B., en millones de pesetas corrientes, ocupando al
2,02% de la
población activa de Guipúzcoa y Vizcaya (cuadros 5 y 6).
La reducción más importante se produjo en Guipúzcoa, ya
que en la
mayor parte de los subsectores era la provincia más rica,
gracias al impacto
del Puerto de Pasajes. En Vizcaya aumentó escasamente su
aportación a la
riqueza provincial.
La crisis pesquera del País Vasco se refleja ampliamente si se comparan
sus datos con los estatales. Así la reducción de las capturas ha sido
notable ya que se han pasado de las 151.605,6 TM descargada en 1970 en el
País Vasco, que suponían el 13,99% de las nacionales y 17,29% de su valor
en primera venta, a sólo 73.120,4 TM en 1982, que representan sólo el
5,88% de los
desembarcos estatales y el 9,32% de su valor en primera
venta (cuadro 7). La
provincia más afectada por esta reducción ha sido
Guipúzcoa, ya que entre
1970 y 1982 ha experimentado un descenso del 71,76% de su
producción.
También la importancia de la flota vasca se ha visto
menguada. Así la
flota de Altura y Gran Altura, que era la más importante
del País Vasco y
representaba el 26,24% de la flota nacional de estas
características en 1970 y
el 26,24% de su tonelaje total (6), en 1982 había reducido
su participación al
22,71% de las embarcaciones de Altura y Gran Altura
estatales y al 22,63%
de su tonelaje.
Esta flota altamente industrializada se desarrolló
ampliamente durante los
años sesenta, tanto en unidades arrastreras de Altura al
fresco como en
embarcaciones bacaladeras y congeladoras de Gran Altura.
Su sobredimensionamiento,
ante la nueva situación internacional, se acentuó en la
década de
los setenta obligando a la reducción de muchas de ellas,
que al paralizarse han
debido ser vendidas o desguazadas.
Pero también la flota de Bajura ha experimentado una
poderosa reducción
a pesar de que su dependencia de los caladeros
nacionalizados es mucho
menor.
La crisis pesquera del País Vasco es realmente importante
a todos los
niveles, pero ésta se ha manifestado de un modo
diferenciado en los diversos
subsectores, ya que sus características productivas son
diferenciadas, por ello
es necesario efectuar un análisis detallado de cada uno de
estos.
II.1. La pesca de Bajura, un sector
tradicional en el País Vasco
La pesca de Bajura ha sido una actividad desarrollada a lo
largo de los
siglos en las costas vascas y que se mantienen hondamente
arraigadas en
nuestros puertos. Existen dos modalidades de pesca en este
subsector en
función de las especies capturadas y artes utilizadas. La
más importante de
ellas es la «pesca de superficie», dedicada a la captura
de especies migratorias
pelágicas, que cada año se aproximan a nuestra costa y que
son capturadas,
fundamentalmente, con redes de cerco o a la «cacea» con
curricán. A esta
pesca se dedican un importante número de embarcaciones
(7)
en la mayor
parte de los puertos. La otra es la «pesca artesanal o merlucera» que se
caracteriza por la explotación de especies demersales o de fondo con
redes de costa, palangres, etc., en los escasos caladeros existentes en
las cercanías de nuestro litoral y en los de más productividad, que se
localizan en las costas francesas. Las embarcaciones dedicadas a la pesca
artesanal son menores tanto en número como en tamaño
(8) que las de cerco.
La pesca de superficie experimentó un poderoso desarrollo
de su flota
durante los años sesenta sin tener en cuenta los stocks de
anchoa y bonito,
principales especies explotadas. La importante flota
vasca, al producirse una
reducción en sus capturas, procedió a explotar las áreas
de emigración de la
anchoa y túnidos bien en aguas que actualmente están
nacionalizadas por la
Comunidad Económica Europea, como en las áreas de las
islas Madeira y
Azores y la zona afro-canaria.
Sus problemas de atomización empresarial,
comercialización, y disminución
de los rendimientos técnicos de pesca se acentuaron
durante la década de
los sesenta. A ellos se ha unido la implantación de las
200 millas jurisdiccionales
que ha limitado, desde mediados de la década pasada, las
áreas de
explotación de esta flota. Ello ha provocado una reducción
de su flota y
también del número de tripulantes empleados en ella.
En cuanto a la pesca artesanal, los datos de que se
disponen son menores
en cuanto a la flota utilizada y capturas obtenidas. Este
tipo de pesca ha tenido
tradicionalmente un carácter mucho menos destacado que la
de superficie. Es
lógico suponer que también experimentó un desarrollo
durante los años
sesenta, aunque menos importante que el de superficie y
que la sobrexplotación
de especies demersales en los caladeros tradicionales de
la costa vasca ha
provocado una esquilmación de las especies explotadas, que
alcanzan
elevados valores en el mercado. Estas pesca se ve
amenazada por la
limitación de los caladeros franceses impuesta a los
merluceros vascos
produciéndose numerosos conflictos con la Administración
francesa.
Aunque según los datos utilizados (9) la flota ha
experimentado una
disminución, la flota artesanal de menos de 20 TRB tiene
un considerable
desarrollo en el puerto de Pasajes y en otros puertos guipuzcoanos. Ello se
debe a que algunos de los tripulantes desempleados de
otros subsectores
pesqueros han optado por dedicarse a este tipo de pesca,
con embarcaciones
de 7 a 20 TRB o incluso menos tonelaje, para seguir
subsistiendo.
La pesca de Bajura está atravesando una grave crisis, pero
que no
solamente se debe a la nueva situación internacional de
limitación de los
mares, sino a la deficiente estructuración y caracteres
del sector.
II.1.1.
LOS peculiares caracteres
empresariales y de comercialización en la
Bajura
La pesca de Bajura presenta unos rasgos precapitalistas y
arcaicos en su
estructura empresarial.
Es excepcional que una misma «empresa» disponga de más de
un barco,
lo que provoca una grave inestabilidad al depender
exclusivamente de las
capturas realizadas por esa embarcación en las diversas
costeras. El carácter
fundamental de estas empresas es su atomización.
La propiedad de los medios de producción pertenece a
pescadores
embarcados a bordo y entre los cuales los lazos familiares
son muy
importantes. El armador suele ser, generalmente, el patrón
o técnico del
barco, por lo que realiza tanto las funciones de gerente
de la empresa como de
tripulante.
También, la organización del trabajo en el barco no tiene
especialización.
El arrantzale se asemeja a un artesano que domina el
proceso de trabajo en su
totalidad. En este sentido, el tripulante, que proviene de
una familia
netamente pescadora y casi en exclusividad autóctona del
País Vasco, ha de
tener un conocimiento muy importante de las costumbres de
los peces, cómo
y dónde puede capturarlos. Generalmente se confía más en
la intuición y
saber tradicional de estos hombres que en las nuevas
técnicas de detección y
localización del pescado.
En este subsector existe una tendencia al mantenimiento de
los antiguos
métodos de pesca y temor a la implantación de nuevos
métodos extractivos,
que suponen un encarecimiento para estas empresas, que
disponen de un
escaso nivel de capitalización (10).
Pero el arcaísmo de la pesca de Bajura, tanto artesanal
como de
superficie, se manifiesta de un modo más acusado en la
remuneración de la
tripulación. Este se continúa realizando «a la parte», lo
que representa que el
importe total de las ventas de las capturas, una vez
deducidos los gastos del
barco, se distribuyen en un 47% para la tripulación y en
un 53% para el
armador. Si la embarcación pesca y efectúa unas buenas
ventas todos salen
beneficiados, pero si no es así apenas se percibe lo
suficiente para el
mantenimiento de los trabajadores. Los tripulantes
efectúan un verdadero
trabajo a destajo para obtener un salario elevado pero a
veces éste no es
recompensado.
Este sistema de remuneración hace que los pescadores
compartan el
riesgo de la empresa, ya que el armador no debe pagar un
salario fijo mensual
y la existencia de una mano de obra barata ha dado lugar
al mantenimiento de
una escasa tecnificación en el sector.
Las empresas de Bajura se caracterizan, por lo tanto, por
un tipo de
relaciones salariales totalmente arcaicas, un bajo nivel
de capitalización y de
tecnificación, que contribuyen a mantener unos métodos
tradicionales de
pesca y de mentalidad del sector y una gran atomización
empresarial.
Este tipo de estructura ha estado potenciado por la
existencia de unas
Cofradías que han seguido manteniendo unos rasgos
totalmente tradicionales.
Las Cofradías de Mareantes surgieron en la Edad Media como
organizaciones
gremiales. Sus fines fundamentales eran la ayuda y el
socorro mutuo y
se concretaban en la necesidad de asociación de los arrantzales para velar por
los intereses meramente locales de su propia actividad, la
ordenación de las
campañas y el reparto entre toda la tripulación de los
productos de sus
capturas. En la actualidad han seguido manteniendo estos
caracteres.
Las Cofradías no suponen la representación de las empresas
de Bajura.
Sus funciones son únicamente burocráticas, realizando la
venta del pescado
de cada una de las empresas en la lonja, efectúan la
recaudación de las cuotas
a la Seguridad Social, informan a la Administración del
volumen de las
capturas e importe de las ventas y ofrecen servicios como
reparación de redes,
cámaras frigoríficas para el pescado, etc. Pero estas
cofradías no han
potenciado las búsquedas de nuevas áreas de pesca ni los
nuevos métodos
pesqueros.
Actualmente son 16 las Cofradías existentes en nuestro
litoral: Fuenterrabía,
Pasajes de San Juan, Pasajes de San Pedro, San Sebastián,
Orio,
Guetaria, Zumaya, Motrico, Ondárroa, Lequeitio, Elanchove,
Mundaca,
Bermeo, Arminza, Santurce y Ciérvana. Estas asociaciones
han contribuido a
mantener a las empresas más marginales y poco rentables
del sector a través
de la diferente forma de pago que estas deben efectuar a
la Seguridad Social,
etc.
Asociadas en estas Cofradías, los salarios que perciben
los tripulantes
dependen tanto de la pesca capturada como, sobre todo, del
importe que
alcanza la venta del pescado y que se efectúa por el
sistema de «subasta a la
baja, en las Cofradías venteras. Este método provoca
importantes fluctuaciones
de los beneficios empresariales en función de la mayor o
menor oferta de
pescado. La modalidad más afectada por este hecho es la de
superficie al
concentrarse la oferta de anchoa y bonito, principales
especies explotadas, en
muy pocas semanas a lo largo del año. Ello produce la
disminución del precio
del pescado, al ser rápidamente perecedero, y verdaderas
operaciones
especulativas por parte de las industrias conserveras, que
son las principales
consumidoras de estas especies.
Para evitar esta situación las Cofradías establecieron,
hace escasos años,
un tope de captura máxima de anchoa al día por
embarcación, que se cifra en
6.000 kgs. de anchoa. Pero la regulación de las capturas
no ha provocado el
equilibrio de los precios. También se establecieron
precios de retirada para el
bonito y la anchoa; medidas que han sido recientemente
reguladas por la
Administración Central, a través del F.R.O.M. y extendidas
a todo el ámbito
estatal.
El modo de obviar las brutales fluctuaciones de los
precios se encuentra
en la congelación de las especies pelágicas. Así lo han
entendido las
Cofradías vascas y algunas de ellas, Bermeo, Pasajes,
Fuenterrabía y
Guetaria, poseen o tienen en proyecto la construcción de
plantas congeladoras
para la conservación de las especies más apreciadas.
II.1.2. Una flota de Bajura Tradicional
Inmersas en esta estructura empresarial atomizada y
deficiente, los
medios de producción materiales pesqueros —la flota de
Bajura— experimentó
en el País Vasco un importante desarrollo durante los años
sesenta
gracias a los créditos estatales concedidos.
El aumento de la flota de superficie fue muy importante
(cuadro 8), no
tanto en número como en tonelaje y potencial, que entre
1961 y 1968 se vio
prácticamente duplicado. Los armadores prefirieron
incrementar el tamaño de
las embarcaciones ya que de este modo, según ellos, se
podían incrementar
las capturas.
La mayor parte de estas embarcaciones se construyeron con
casco de
madera y en ellas se implantaron aparatos para la
detección del pescado,
además de los viveros para cebo vivo y haladores para el
izado de las redes.
El grado de tecnificación logrado era mucho mayor que el
de otras zonas del
Estado.
El crecimiento de esta flota, que utilizaba la técnica de
pesca de cebo vivo
y curricán, fue mucho más acentuado en Vizcaya,
fundamentalmente en los
puertos de Bermeo y Ondárroa, que en Guipúzcoa.
Pero el aumento de la flota se hizo sin tener en cuenta
los stocks de
especies existentes en el litoral vasco y en las áreas de
pesca portuguesas y
afrocanarias. El País Vasco disponía de una flota
importante pero cuyos
rendimientos técnicos se vieron reducidos, como así se
puso de manifiesto en
los años sesenta en la denominada «guerra de la anchoa».
Con la implantación de las medidas de nacionalización de
sus pesquerías
por la Comunidad Económica Europea, Portugal y Marruecos y
el incremento
del precio del combustible, se está produciendo una
reestructuración en la
flota. El número de embarcaciones se ha reducido
notablemente, ya que se ha
pasado de 376 barcos en 1968 a 248 en 1982.
En la pesca artesanal se ha producido, también, una
disminución general
de sus embarcaciones ante las limitaciones impuestas en
los caladeros
franceses. Merece destacarse, sin embargo, la aparición de
una pesca
artesanal marginal realizada con embarcaciones menores de
20 TRB y que
representan el medio de subsistencia para desempleados de
la Altura y Gran
Altura. Este tipo de flota se ha incrementado notablemente
en puertos como el
de Pasajes.
Si se analiza la flota de Bajura por puertos (cuadro 9) en
1980, el más
importante, tanto en número de embarcaciones, tonelaje,
potencia y tripulantes,
es el de Bermeo, seguido por Fuenterrabía. En el primero
la flota de cerco
tiene una gran importancia, mientras que en el segundo los
merluceros son los
barcos más representativos.
El reajuste que se está produciendo en la flota de Bajura
vasca debe
controlarse y planificarse para ajustarla a las
existencias de los stocks
pesqueros disponibles y a los que se pueden acceder en las
pesquerías
nacionalizadas. Ello pasa, lógicamente, por la evaluación
de las especies que
son objeto de explotación y por análisis de mercado.
II.1.3. Una producción pesquera localizada geográficamente
y sometida a
fluctuaciones cíclicas
La pesca de superficie explota, fundamentalmente, especies
pelágicas.
Las más importantes económicamente son la anchoa y el
bonito y de menor
interés el atún, sardina, verdel, chicharro y otros.
Estas especies migratorias están expuestas a fluctuaciones
tanto por
fenómenos naturales (descenso de la temperatura de las
aguas, etc.) como por
la explotación pesquera a que son sometidas y que provoca
la reducción de
sus stocks en determinados años. Así durante los años
sesenta, a pesar del
crecimiento de la flota de superficie vasca, únicamente se
superaron las
capturas realizadas en 1961 durante los años 1964 y 1965,
mientras que se
igualaron en 1967 (cuadro 10). En 1970 se produjo una
considerable
reducción de las capturas debido a la denominada «guerra
de la anchoa». No
tenemos datos para los años inmediatamente posteriores,
pero en 1977 y 1978
se obtuvieron elevadas capturas, para reducirse
posteriormente de forma
espectacular, sobre todo en algunas especies (gráfico 1).
La dependencia de varias especies condiciona notablemente
la producción
de la flota de superficie vasca. Tradicionalmente la
sardina tenía una gran
importancia en el País Vasco, pero esta especie
prácticamente desapareció de
las aguas cantábricas y gallegas entre 1948 y 1955 para
volver a reaparecer
posteriormente. La pesca al desaparecer este cupleido, se
centró en la captura
de la anchoa y también del bonito. Las capturas de anchoa
fueron muy
importantes, pero a finales de los años sesenta, se
produjo el estancamiento
de esta especie en la plataforma francesa lo que, unido a
la grave esquilmación
provocada sobre ella, produjo una importante reducción de
sus capturas.
Tras unos años de recuperación de los desembarcos de dicha
especie, la crisis
de la anchoa se ha vuelto a producir, disminuyendo de un
modo espectacular
su producción.
La costera de la anchoa, que se realiza entre marzo y
junio, desde la
desembocadura del Garona hasta las costas santanderinas y
asturianas y aguas
de la C.E.E., se ha visto limitada para la flota vasca.
Efectivamente, la
Comunidad Económica Europea ha limitado la cuota de anchoa
que se puede
capturar en sus aguas y ha concedido licencias de pesca
para las embarcaciones
dedicadas a la pesca de esta especie en sus aguas.
La segunda especie en importancia de la pesca de
superficie es el bonito o
albácora. Su campaña realizase entre junio y octubre
frente a la fosa de Cap
Breton, pescándose fundamentalmente con cebo vivo y, en
menor medida, a
la cacea con curricán. La Comunidad Económica Europea no
ha establecido
limitaciones a sus capturas y éstas mantienen una cierta
estabilidad.
Cuando finalizan estas costeras en el Cantábrico, gran
parte de la flota
bermeana y de Lequeitio y otros puertos guipuzcoanos se
trasladan a las
Azores, Madeira y Canarias a la captura de túnidos. Las
limitaciones
impuestas en estas pesquerías ha provocado el traslado de
esta flota, al
finalizar el verano, hacia el Mediterráneo, donde se han
producido fricciones
con las embarcaciones catalanas y mallorquinas, que no
utilizan cebo vivo en
la pesca de túnidos.
El resto de la flota permanece en el litoral vasco.
Algunas de las
embarcaciones son armadas para dedicarse a la captura de
sardina, chicharro,
makael, etc., que se capturan prácticamente durante todo
el año. Pero muchas
de las embarcaciones quedan paralizadas durante varios
meses ya que la pesca
de las especies anteriormente citadas no compensa los
gastos de combustible,
etc., del barco. Este hecho se debe a la subvalorización y
escasa cotización
económica que estas especies alcanzan en el mercado,
debiendo destinarse,
en su mayoría, a harina de pescado.
En cuanto a la pesca merlucera, se caracteriza por
capturar especies
demersales o de fondo: merluza, pescadilla, besugo, rape,
congrio, etc. Estas
especies alcanzan una alta cotización en el mercado lo que
ha hecho rentable
su explotación intensiva y, prácticamente, el arrasamiento
de los caladeros
tradicionales.
Los datos de los que disponemos para Guipúzcoa (11)
muestran una
tendencia continuada al ascenso desde 1961 a 1973 ó 1974
(gráfico 2) de las
principales especies: merluza, pescadilla, besugo. Desde
mediados de los
setenta el incremento espectacular de las capturas de especímenes jóvenes de
Merluccius merluccius o pescadilla coincide con la
reducción de las capturas
de los más adultos o merluza. Con la implantación de
cuotas de captura de
merluza y el establecimiento de licencias de pesca para
los merluceros vascos
en aguas del Golfo de Vizcaya los índices de capturas de
merluza continúan
siendo muy bajos, mientras que los de pescadilla continúan
en ascenso.
Los caladeros de estas especies demersales se localizan a
lo largo de la
costa vizcaína y guipuzcoana, como Andrekala, Arritxu,
Lumaixeta, Kostarrencala,
Plaiasu, Santomero, San Antón y numerosas calas a lo largo
del
litoral. Pero las pesquerías más importantes son las de la
Erreka, Gaztelu,
Garro e Ixkote, ya en las inmediaciones de la plataforma
francesa. La
limitación de los últimos caladeros por la administración
francesa ha sido
muy importante, ya que precisamente la flota tiene la
prohibición de pesca en
gran parte del caladero de la Erreka, lo que afecta no
sólo a las embarcaciones
de Fuenterrabía sino a la práctica totalidad de la flota
merlucera de mayores
dimensiones del País Vasco.
Este tipo de pesca artesanal se realiza con diversas
modalidades: pincho,
palangre, redes de costa, etc., concediendo la C.E.E.
licencias de pesca para
los barcos que faenen al pincho y al palangre en sus
caladeros.
Para que este tipo de pesca se perpetúe es necesario
realizar la protección
de nuestros escasos recursos pesqueros impidiendo la
captura de los especímenes
más pequeños y regulando el esfuerzo pesquero que sobre
ellos se
ejerce, además, de intentar obtener mayores cuotas de
captura y licencias para
la flota, lo que en la situación actual es prácticamente
imposible.
II.2. El subsector de Altura
y su grave recesión
La pesca de arrastre al fresco, en sus diversas
modalidades de pareja, trío,
bou y baka, está notablemente afectada por la crisis
pesquera actual.
Dedicada a la explotación de especies demersales, que,
generalmente,
alcanzan un gran valor en el mercado, esta actividad se
vio afectada por el
over-fishing de los caladeros tradicionales desde los años
sesenta, reflejado
en la estabilidad cuantitativa de las capturas, a pesar
del incremento de la
flota.
Las embarcaciones dedicadas a la pesca de Altura
experimentaron un
importante desarrollo durante los años sesenta al amparo
de los sustanciosos
créditos otorgados por la Administración, para la
construcción de nuevas
unidades pesqueras. Estos barcos explotaban las pesquerías
del Golfo de
Vizcaya, pero fundamentalmente su zona de trabajo se
centraba en el Mar
Céltico, Mar de Irlanda y Paralelo 58º N. El
sobredimensionamiento de esta
flota, que seguía actuando en los mismos caladeros que en
los años cuarenta,
fue muy importante y ello se manifestó directamente en la
reducción de los
rendimientos técnicos pesqueros.
La nacionalización de sus pesquerías por la Comunidad
Económica
Europea ha sido el detonante fundamental que ha puesto de
relieve la
deficiente estructuración del subsector. Desde 1977, en
que fueron implantadas
cuotas de capturas y licencias de pesca a países terceros,
la flota arrastrera
vasca ha sufrido una importante regresión tanto en el
número de unidades
como en el de capturas obtenidas y trabajadores empleados.
El puerto que más está sufriendo esta grave crisis es el
de pasajes, que
tradicionalmente ha sido el de mayor importancia en el
País Vasco y también
los de Ondárroa y Bilbao-Axpe, únicos puertos en los que
se ha concentrado
esta actividad y, junto al ya señalado, están atravesando
un período muy
difícil.
II.2.1. Unos caracteres empresariales capitalistas
Al igual que la pesca de Gran Altura, el subsector de
arrastre al fresco se
caracteriza por unos caracteres plenamente capitalistas en
su estructura.
Las empresas pesqueras constituyen sociedades mercantiles
jurídicamente
establecidas (S.A., S.R.C., etc.) ya que los medios de producción
materiales
pertenecen a una sociedad de propietarios, que tanto
pueden estar vinculados
por lazos familiares como no tener ningún vínculo de ese
tipo. Generalmente
disponen de varias embarcaciones, lo que les permite
ensayar nuevos
métodos de pesca y obtener una elevada productividad.
La rentabilidad de las empresas ha estado directamente
vinculada al
volumen de los medios de producción y a la modalidad de
pesca de los
barcos. En este sentido, el Estado apoyó muy directamente
el desarrollo de un
gran número de empresas al conceder casi gratuitamente
créditos a muy largo
plazo para la adquisición de embarcaciones. De este modo,
estas unidades
empresariales solían disponer casi siempre de más de dos
barcos y algunas
superaban los 10, si se tienen en cuenta las empresas
directamente interrelacionadas
ya que, aunque muchas de ellas aparecen como empresas
independientes
y de distinto nombre, pertenecen a las mismas personas.
En estas empresas, como en cualquier industria, la
división del trabajo es
fundamental. El armador gestiona la empresa desde tierra y
nunca trabaja a
bordo. El personal es asalariado, tanto en tierra
(administrativos, rederos,
almaceneros, inspector, etc.) como en la mar (patrones,
contramaestres,
maquinista, etc.) y realizan una función muy delimitada.
La retribución de los hombres de la mar se ha basado
tradicionalmente en
un salario fijo muy fijo compensado con primas sobre la
pesca capturada. Con
la legalización de los Sindicatos obreros y las luchas
llevadas a cabo en el
puerto de Pasajes para mejorar las condiciones laborales,
en este puerto se
han establecido los convenios de pesca, entre las empresas
y sindicatos, más
favorables de todo el Estado, al establecerse unos
salarios-base dignos y
mantenerse parte de las primas. Este hecho ha provocado
una importante
emigración de algunas empresas hacia el vecino puerto de
Ondárroa, en el
que las condiciones laborales siguen manteniendo la tónica
tradicional.
Estas empresas se han organizado a través de asociaciones
para defender
sus reivindicaciones. En el País Vasco existen tres
sociedades de armadores
en el sector de Altura: Asociación de Armadores de
Pasajes, Norpesc, tanto
en Pasajes como en Ondárroa y la Asociación de Armadores
de Altura en el
último puerto citado.
Con la crisis muchas empresas de Altura y también de Gran
Altura han
desaparecido en los últimos años, al no poder remontar
financieramente las
graves dificultades actuales, la reducción de las capturas
y las limitaciones en
los caladeros tradicionales.
Para subsistir, algunas casas armadoras han establecido
empresas conjuntas
con Irlanda e Inglaterra, fundamentalmente. Sin embargo,
las nuevas
condiciones implantadas por el último país mencionado
respecto a la
homologación de las embarcaciones españolas utilizadas con
las inglesas y al
empleo de personal comunitario —que debe ser en sus tres
cuartas partes de la
C.E.E.— ha provocado la disolución de muchas de ellas.
II.2.2. La dependencia de los caladeros nacionalizados de
la Comunidad
Económica Europea
La flota vasca de arrastre al fresco ha explotado desde
los años veinte
ricas pesquerías de especies demersales de la plataforma
francesa, inglesa e
irlandesa, en las áreas conocidas como Mar Céltico o Gran
Sol, Mar de
Irlanda y Paralelo 58º N. En ellos se capturan especies
muy apreciadas en el
mercado nacional: merluza, pescadilla, gallo, lenguado,
besugo, etc., que
alcanzan una elevada cotización en el mercado.
Estos caladeros, que están relativamente próximos a
nuestro litoral fueron
nacionalizados por la C.E.E., al implantarse la zona
económica exclusiva de
pesca en 1977, imponiendo cuotas de pesca y licencias a
los países terceros
que explotan dichas aguas que se han ido reduciendo con el
paso de los años
(cuadro 3).
Las licencias de pesca y cuotas están dirigidas,
fundamentalmente a la
merluza, principal especie capturada por la flota
española, a la que se une una
cuota de especies asociadas. Estas cuotas y licencias de
pesca se han
restringido notablemente ante el principio de regresividad
implantado por la
C.E.E. De este modo, la paralización de gran parte de la
flota ha sido muy
importante. Incluso las embarcaciones que poseen licencia
deben permanecer
en tierra durante varios meses al año cuando acaban los
cupos de capturas en
las diversas áreas del C.I.E.M.
La piratería pesquera se ha convertido en una práctica
habitual, ya que
muchos barcos no poseen licencia de pesca y además las
zonas más ricas de la
plataforma inglesa e irlandesa está prohibida a la flota
ajena a la Comunidad,
que ha implantado un box de pesca en estas áreas.
La dependencia de estos caladeros es absoluta para la
flota arrastrera
vasca. Es totalmente necesario que el Estado Español
utilice todas y cada una
de las armas diplomáticas de las que se dispone para
lograr unos acuerdos que
no sean excesivamente negativos para nuestra flota.
II.2.3. El declive de la flota de Altura
La flota de Altura vasca se concentra en los puertos de
Pasajes, Ondárroa
y Bilbao-Axpe.
Estas embarcaciones arrastreras, cuyo tonelaje medio es de
220 TRB y
con una potencia media de 800 a 900 CV en las parejas y de
1.000 CV en los
bous, experimentó un poderoso incremento durante los años
sesenta. A partir
de 1977 la reducción del número de barcos ha sido muy
destacada.
Si se analiza el caso de Pasajes (cuadro ll) el fenómeno de crecimiento y
crisis de su flota es realmente representativo ya que no solamente se ha
producido un descenso de sus unidades, sino, sobre todo, de las que
permanecen activas. Pero en esta crisis no solamente ha incidido la
implantación de las 200 millas jurisdiccionales de los caladeros
europeos y el
incremento de los costes de la explotación pesquera, sino
también la
considerable reducción de los rendimientos técnicos
pesqueros ya desde la
década de los sesenta. De hecho, en 1965 estos
rendimientos se cifraban en
0,55 TM de pesca desembarcada por CV utilizado, mientras
que en 1975 se
habían reducido a 0,24 TM/HP.
De todos modos, la implantación de las 200 millas
jurisdiccionales ha
provocado la desintegración de esta flota
sobredimensionada, que ha debido
reestructurar su número. Así se han pasado de 216
embarcaciones en 1977 a
muchas menos en 1982 (cuadro 12).
La Comunidad ha potenciado muy directamente la selección
del tipo de
unidades pesqueras que deben faenar en sus aguas a través
de los coeficientes
de licencias establecidos. El barco standar considerado es
aquél que posee
700 CV y que consume una licencia, los que poseen una
potencia de motor
inferior a dicho caballaje consumen menos de una licencia,
mientras que los
que superan dicha cifra consumen más de una de ellas; así
un barco de 1.200
CV absorbe 2,25 licencias. De este modo la mayor parte de
los barcos que
faenen en los caladeros europeos tienden a aproximarse al
tamaño standar.
En función del baremo establecido por la Comunidad hasta
la firma del
acuerdo pesquero de 1984 los barcos palangreros únicamente
consumían 0,33
licencia, lo que produjo la reconversión a esta modalidad
de un importante
número de barcos, pertenecientes en su mayoría a Ondárroa.
Desde inicios de
ese año cada palangrero consume una licencia lo que está
produciendo la
paralización de muchos de ellos.
La Administración española ha establecido un censo de
embarcaciones
cerrado para aquellas unidades que faenan en aquellas
aguas. y que se han
distribuido entre las diversas asociaciones empresariales
distribuidas en los
puertos del litoral cantábrico y gallego. La disminución
de las licencias que se
produce cada años exige una continuada división de los
coeficientes de
licencia pesquera entre las empresas y asociaciones
empresariales de los
diversos puertos.
La reestructuración de esta flota se ha convertido en una
necesidad ya que
muchas de sus embarcaciones poseen entre 15 y 20 años de
antigüedad. Ello
ha posibilitado que, gracias a la concesión de primas para
el desguace
establecidas por la Administración, muchas de estas
antiguas unidades
desaparezcan. Sin embargo, se ha hecho necesaria la
construcción de nuevas
unidades que se adapten a las nuevas condiciones
internacionales.
La posibilidad de utilizar sistemas de congelación en la
pesca de Altura en
aguas de la C.E.E. y que habían sido potenciadas de forma
experimental por
el Gobierno Vasco es actualmente inviable, ante la
prohibición por parte de la
Comunidad de que se utilice la modalidad de congelación en
sus aguas.
Las perspectivas de futuro son realmente inciertas y
dramáticas. En
principio, la entrada en la C.E.E. va a exigir la
desaparición de un elevado
número de ellas y el establecimiento de unidades
escasamente competitivas
respecto a las comunitarias.
Su situación actual, a principios de 1982, muestra la
tendencia constante a
la desaparición de las embarcaciones de Altura y sobre
todo de los barcos
activos que faenan más de un mes al año. Así en Pasajes
sus unidades activas
son un número muy similar al de Ondárroa (cuadro 13),
mientras que el de
Bilbao-Axpe sigue manteniendo un número muy reducido de
embarcaciones.
El impacto de la disminución de la flota se ha manifestado
a nivel social
en el considerable incremento del desempleo en el
subsector y en la reducción
del empleo ya que se ha pasado de 3.332 tripulantes en
1977 a 2.282 en 1982.
La necesidad de reestructuración de la flota es absoluta,
pero la adecuación
a las nuevas condiciones internacionales existentes va a
provocar la
disminución de muchas de ellas si se tiene en cuenta que
únicamente la flota
vasca de Altura supera la que poseen Francia e Inglaterra.
II.2.4. La reducción de las capturas
A pesar del incremento habido en la flota durante los años
sesenta, las
capturas efectuadas en los caladeros de Gran Sol y
Paralelo 58º N se
mantuvieron muy estabilizadas, con una media anual de unas
36.000 TM.
Esta estabilidad, precisamente, cuando el número y
capacidad de las
embarcaciones habían experimentado un alza tan elevada,
indica la existencia
de una situación de sobrepesca durante aquellos años.
Estas capturas se centraban, fundamentalmente, en la
explotación de
merluza y pescadilla y pescado blanco variado, especies
que apenas eran
capturadas por la flota europea.
Desde la implantación de las 200 millas, en Pasajes se ha
producido una
reducción espectacular de las capturas ante las escasas
cuotas de pesca
establecidas para merluza y especies asociadas (cuadro 3)
y que se han ido
reduciendo en cada año. En este puerto únicamente fueron
desembarcadas por
la flota de Altura 8.940,5 TM de pesca.
Aunque no poseemos datos tan recientes para Ondárroa, en
donde hasta
1980 los desembarcos han mantenido unos niveles bastante
similares a los
existentes en 1976, ni para Bilbao, donde se ha producido
una progresiva
disminución de los desembarcos, es lógico suponer que las
capturas han
experimentado también una importante reducción.
La disminución progresiva del pescado fresco de Altura
capturado por la
flota vasca, cantábrica, asturiana y gallega ha provocado
un considerable
aumento de las importaciones de estas especies y que
proceden de los países
que integran la Comunidad Económica Europea.
II.3. La espectacular crisis bacaladera
La pesca de Gran Altura bacaladera se ha centrado tradicionalmente en el
puerto de Pasajes, principal puerto bacaladero del Estado desde que en
1927
P.Y.S.B.E. inició su primera campaña bacaladera en aguas
de Terranova y
también de este puerto salieron las primeras parejas
bacaladeras al finalizar la
II Guerra Mundial.
Este subsector pesquero, que explota casi exclusivamente
bacalao y, en
menor medida, especies asociadas, que son desembarcadas en
«verde», fue el
primero en experimentar la importante crisis pesquera por
la que estamos
atravesando y que ha dejado sumido al sector en una grave
recesión. Los
bacaladeros pasaitarras experimentaron ya a finales de los
sesenta y principios
de los setenta una disminución de las capturas ante la
grave esquilmación del
bacalao. A ello se unieron los bajos precios de esa
especie en aquella época
provocando la aparición de importantes stocks bacaladeros
que no tenían
salida al mercado y también el incremento de los costes de
la explotación
bacaladera. Estos factores hicieron tambalear a la
principal empresa pesquera
del Estado: P.Y.S.B.E. y luego a muchas otras cuando
Canadá y Noruega
implantaron las 200 millas y cuotas de pesca a países
terceros.
Pese al espectacular descenso de las capturas y la flota
bacaladera, Pasajes
continúa siendo el primer puerto nacional en esta especie
y el único del País
Vasco en que se ejerce esta actividad.
II.3.1. Las pesquerías bacaladeras
De todos es conocido el nombre de Terranova, que trae a la
memoria la
actividad bacaladera que fue ejercida por los vascos en
aquellas aguas durante
los siglos XVI y XVII. Precisamente en dicha área se
encuentran las
pesquerías más ricas de bacalao, que junto a otros
caladeros canadiensas,
algunos de Groenlandia, Noruega y las islas Spitzberg son
frecuentados por la
flota bacaladera vasca. Pero precisamente los caladeros
más explotados eran
los de Terranova, ya que es en este área donde la
plataforma continental
adquiere una amplia extensión y las biomasas de bacalao
son realmente
importantes.
La flota realizaba en los años sesenta, tres campañas
anuales, cargando,
fundamentalmente, las bodegas en aguas canadienses y si no
habían completado
la carga se trasladaban a Noruega para volver a puerto.
La sobrepesca y la esquilmación de los stocks bacaladeros
canadienses
fue muy importante de modo que Canadá implantó las 200
millas jurisdiccionales
en 1976 produciendo una reducción importantísima de las
capturas
máximas permitidas (cuadro 4). De todos modos una parte
importante de los
Grandes Bancos de Terranova quedaron fuera de la línea de
delimitación,
permitiendo de este modo obtener algunas capturas no
sometidas a las cuotas.
La falta de un acuerdo diplomático en 1982 y 1983 con
Canadá supuso la
prohibición de pesca en sus aguas. Algo similar ha
sucedido con Noruega,
que también extendió sus aguas jurisdiccionales por las
mismas fechas que
Canadá y que, como este país, está estableciendo una
reducción constante de
sus cuotas de captura.
II.3.2. El declive de la flota bacaladera
La flota bacaladera pasaitarra ha sido una de las más
potentes y
especializadas del Estado hasta la aparición de los
congeladores.
Tradicionalmente las embarcaciones realizaban esta
explotación en la
modalidad de bou, pero desde 1949 diversas parejas
pasaitarras comenzaron a
introducirse en el subsector junto a PYSBE, COPIBA y PEBSA.
Estos barcos
necesitaban de una gran potencia en sus motores y también
de un mayor
tonelaje de arqueo para rentabilizar los largos viajes que
efectuaban hasta los
caladeros.
Acogiéndose a los importantes créditos otorgados por la
Administración
en los años sesenta, la flota bacaladera creció de un modo
importante de
modo que en 1970 Pasajes tenía una flota de 73 bacaladeros
(cuadro 14) que
en su mayoría se habían construido recientemente.
Estos barcos, que tenían incorporados medios de detección
de pescado
muy novedosos para aquellos años y que poseían un elevado
tonelaje,
disminuyeron notablemente a partir de 1974. Parte de su
flota, compuesta por
bous de P.Y.S.B.E. permaneció paralizada en sus muelles y
ya desde 1976 el
número de unidades activas se redujo aún más. Uno de los
problemas de esta
flota era precisamente su antigüedad por lo que muchos de
estos barcos han
sido desguazados, acogiéndose a las nuevas medidas
implantadas por la
Administración.
La desaparición de esta poderosa flota ha incidido en un
incremento
sustancioso del desempleo en el sector. Se ha pasado de
1.825 tripulantes en
1970 a 795 en 1982. También en este subsector, los
trabajadores inmigrantes
tenían una gran importancia, realizando muchos de ellos lo
que se podría
denominar «emigraciones temporales» para realizar la marea
en los bacaladeros
pasaitarras y luego volver a su lugar de origen en
Galicia.
II.3.3. La considerable disminución de los desembarcos
bacaladeros
Las capturas bacaladeras experimentaron una importante
reducción a
finales de los años sesenta (gráfico 3) debido a la
sobrepesca a la que estaba
sometida dicha especie por la flota internacional. Esta
situación de descenso
de los desembarcos bacaladeros se mantuvo
ininterrumpidamente hasta 1975
y ya desde 1976 con la implantación de las cuotas de pesca
por Canadá, las
capturas (12) han continuado su tendencia descendente
(cuadro 14).
Pasajes, puerto en el que se descargaba más del 50% o incluso 60% del
bacalao estatal, vio reducidas sus descargas desde las 63.138,2 TM de
1968 —cifra récord de desembarcos— hasta las 9.781,8 TM de 1982. Pese a
ello sigue ocupando el primer puesto de los puertos bacaladeros
nacionales, que, a
excepción del de Pasajes, son gallegos: La Coruña, Vigo,
Ferrol y Santa
Eugenia de Riveira.
La disminución de las capturas coincidió con la baja del
precio del
bacalao. Esta especie había sido consumida
tradicionalmente en el país ya que
su distribución en salado permitía su consumo en buenas
condiciones en todas
las zonas del Estado y su mercado fundamental era
nacional, aunque se
exportaba bacalao a Italia y Sur-América. Con el
incremento del nivel de vida
durante aquellos años, el bacalao quedó bastante relegado
del consumo
español lo que provocó la acumulación de importantes
stocks de bacalao en
verde en Pasajes y la consiguiente reducción de los
beneficios para los
armadores que veían de este modo agravados sus problemas.
La implantación de unas cuotas de pesca cada vez más
reducidas por parte
de Canadá y de Noruega desde 1976 han provocado una
paulatina y creciente
reducción de las capturas. Los barcos bacaladeros deben
realizar sus
campañas no sólo en las ricas áreas nacionalizadas sino en
los escasos
caladeros que se encuentran fuera de las 200 millas
jurisdiccionales con las
limitaciones de pesca que ello conlleva. Incluso durante
algunos años, nuestra
flota bacaladera no ha podido acceder a los caladeros
canadienses y noruegos
al no haber llegado a un acuerdo con estos países.
Pese a la importante reducción de la flota pasaitarra los
rendimientos
técnicos de pesca han continuado descendiendo ya que las
capturas son
realmente escasas.
ARGUIBA (Asociación de Armadores Guipuzcoanos de
Bacaladeros) ha
planteado reiteradamente la necesidad de reestructuración
del sector. En este
sentido gran parte de la flota más antigua ha sido
desguazada acogiéndose a
las nuevas medidas implantadas por la Administración. Pero
el mantenimiento
de unos niveles de rentabilidad para la flota que todavía
queda en Pasajes
pasa necesariamente por el incremento de las capturas y la
actividad
continuada de estos barcos, que actualmente permanecen
seis meses o más
paralizados en tierra.
El sector bacaladero va a tener que reorientar su
actividad extractiva hacia
otras especies y en otras áreas si quiere seguir
subsistiendo.
II.4. Un subsector en expansión:
los atuneros congeladores
La modalidad de pesca de cerco de Gran Altura,
representada por los
atuneros congeladores, ha sido el sector pesquero de más
reciente implantación
en el País Vasco y el que hasta la actualidad ha mantenido
unos niveles
de crecimiento adecuados.
Es necesario hacer una introducción al subsector
congelador nacional para
comprender la inexistencia de los barcos congeladores
arrastreros en el País
Vasco y la importancia adquirida por los atuneros en
Euskadi.
En los años sesenta, amparándose en la Ley de Renovación y
Modernización
de la flota de 1961, se produjo la aparición de los barcos
arrastreros
congeladores, cuyas capturas fundamentales se centraron en
la merluza y
pescadilla en aguas africanas, y, en mucha menor medida,
de los atuneros
congeladores. La flota de arrastre experimentó un
crecimiento espectacular en
su flota y, aunque sus capturas se incrementaron, los
rendimientos pesqueros
declinaron rápidamente. A este problema se unió la
inexistencia de una red de
frío adecuada y de campañas publicitarias importantes que
propiciaran el
consumo del pescado blanco congelado. Ello originó
importantes stocks de
pescado congelado durante los años sesenta y la
desaparición de numerosas
empresas congeladoras.
Inmersos en esta situación desarrollista, algunos
armadores pasaitarras
construyeron unidades congeladoras durante los años
sesenta para la explotación
de especies gadiformes (merluza, pescadilla, etc.) Pero
las dificultades
existentes en el subsector y la carencia de instalaciones
adecuadas han dado
lugar a la exportación y venta de estas unidades a otros
puertos.
En Bermeo, un puerto tradicional de Bajura, algunos
armadores optaron
por la construcción de embarcaciones congeladoras para la
pesca de túnidos.
Este puerto ha concentrado a la casi totalidad de la flota
estatal de estas
características, de tal modo que su dimensión no ha
superado las necesidades
de túnidos y ha seguido manteniendo unos niveles de
rendimiento buenos.
Los túnidos tienen un amplio mercado internacional por lo
que las
capturas de estas especies, realizadas por la flota
bermeana en aguas africanas
e incluso en el Pacífico, no han tenido problemas
importantes en cuanto a su
comercialización.
El subsector de los atuneros congeladores se ha
desarrollado considerablemente
en Bermeo. Los problemas más inmediatos que afectan a esta
flota,
que ha incrementado sus capturas en casi todos los años,
son debidos a la
subida del precio del combustible y, en mucha menor
medida, a la extensión
de zonas exclusivas de pesca por algunas naciones, ya que,
al ser los túnidos
especies migratorias, éstas suelen evitarse.
El impacto de esta flota atunera congeladora en Bermeo y
en casi todo el
País Vasco es muy escasa. Aunque las empresas tienen su
sede en ese puerto
y algunos de sus tripulantes son vascos, la lejanía de los
caladeros en que
efectúan su explotación impiden que tengan su base en
Bermeo, puerto, que
además no reúne condiciones de infraestructuras para
acoger a esa poderosa
flota. Unicamente una vez cada dos años, cuando las
embarcaciones deben
detenerse para reparar motores, acuden a Pasajes u otros
puertos estatales
donde pueden efectuarse las operaciones de reparación.
Para que este subsector siga manteniendo su desarrollo es
necesario que se
evite el crecimiento desmesurado de la flota,
planificándola adecuadamente
en función de las posibilidades de mercado internacional
para los túnidos.
II.4.1. Areas de pesca
La pesca de túnidos por la flota congeladora se efectúa a
lo largo de todo
el Atlántico, desde Senegal hasta Angola, pero incluso se
realiza en las
cercanías de Brasil y en las Seychelles. Esto se debe al
carácter migratorio de
estas especies, que se desplazan a lo largo de estos
mares.
La conservación y regulación de estas especies, a través
del establecimiento
de tamaños mínimos de captura, es establecida por la
I.C.C.A.T.
(Comisión Internacional para la Conservación del Atún
Atlántico), que tiene
su sede en Madrid y otros entes en otros mares.
Aunque la explotación de los túnidos se hace en áreas
alejadas de las 200
millas jurisdiccionales de diversos países, la
nacionalización de los mares
también ha afectado a esta flota. Por ello, se han
establecido convenios
bilaterales con las naciones en cuyas aguas se pueden
efectuar importantes
capturas como en el caso de Senegal, Angola y el más
reciente de las
Seychelles.
II.4.2. La industrializada flota atunera
Esta flota es la más sofisticada de las embarcaciones
vascas. Disponen de
modernas técnicas de detección de pescado e incluso,
algunas de sus
unidades, poseen helicópteros para esa labor.
Sus embarcaciones tienen un tonelaje medio de 900 TRB y su
potencia
supera los 3.000 CV, pero las construidas desde 1973 han
incrementado
notablemente estas cifras, al oscilar entre los 1.000 y
1.600 TRB con
potencias de 4.000 CV. Los gastos de combustible que ello
conlleva son muy
cuantiosos ya que el consumo de gas-oil por esta flota
dedicada a la captura de
especies migratorias es realmente importante.
Esta flota nació en los años sesenta y su crecimiento ha
sido muy
importante (cuadro 15): en 1965 en Bermeo únicamente
existían 2 embarcaciones
y en 1982 esta cifra se incrementó a 37 unidades. Si se
analiza la
evolución del número de embarcaciones entre dichas fechas
se aprecia en
algunos de los años una leve reducción de sus barcos ya
que en 1980 existían
44 atuneros congeladores porque algunos de ellos han sido
vendidos a otros
puertos.
El desarrollo más destacado de su flota se ha producido
desde 1970, año
en que sus rendimientos técnicos alcanzaron 2.031 TM
capturadas por
embarcación, índice que únicamente se ha alcanzado en
1981.
La elevada tecnificación de estos barcos se manifiesta en
el escaso
número de tripulantes que necesitan ya que su número
oscila entre los 20 y 22
hombres. Estas tripulaciones que están integradas por
marineros bermeanos,
gallegos y de las naciones con las que se tienen acuerdos
pesqueros —en el
caso de Senegal el 33% de los pescadores deben tener dicha
nacionalidad—
trabajan cuatro meses y descansan dos.
II.4.3. Unas elevadas capturas
Las especies capturadas de túnidos son fundamentalmente el
rabil
(yellowfin) o atún de aleta amarilla y el listado (skipjack).
Los túnidos son
congelados en salmuera en los barcos siendo posteriormente
desembarcados
en puerto o trasladados por barcos-transporte a tierra.
La pesca desembarcada alcanzó en 1977 las 70.000 TM, cifra
que
únicamente se ha superado en 1981 y 1982. Esta situación
pone de manifiesto
la amenaza de sobreexplotación que se está produciendo
sobre estas especies,
que no solamente son explotadas por los atuneros vascos
sino por una
poderosa flota norteamericana, japonesa y coreana.
Estas pescas son absorbidas «en un 50% por el mercado
nacional y el
resto se destina a la exportación siendo los clientes
principales: Italia, Estados
Unidos y Senegal» (13). Hay que tener en cuenta que la
demanda internacional
de estas especies es todavía muy importante, lo que hace
necesario el
incremento de las capturas, que puede lograrse a través de
la explotación de
nuevas áreas pesqueras.
IV. CONCLUSIONES
La situación pesquera vasca es realmente compleja y la
salida de esta
crisis va a ser realmente dificultosa. Hay que olvidar la
etapa de desarrollismo
pesquero de los años sesenta y enfrentarse decididamente a
la nueva era
pesquera por la que va a atravesar el País Vasco.
Las posibilidades de solución pasan necesariamente por la
reestructuración
de la flota, lo que precisamente afecta de un modo más
sustancial a las
tripulaciones y empleados de tierra de las empresas
pesqueras y casi
exclusivamente de forma negativa. También es necesario
localizar nuevos
caladeros, no tan explotados como los tradicionales y en
los que se podrían
implantar bases pesqueras potentes, similares a las que
posee la flota japonesa
a lo largo de los mares, para rentabilizar los
desplazamientos; para lo cual
sería totalmente necesario el apoyo financiero de la
Administración.
Pero de un modo inmediato es necesario el establecimiento
de unas
buenas relaciones con la C.E.E. y otras naciones
ribereñas. Desde luego, la
integración en la Comunidad no a constituir ninguna
panacea en unos
momentos en que incluso sus propios países miembros tienen
conflictos para
la distribución de sus cuotas de pesca y para los cuales
la flota estatal y en
concreto la del País Vasco supone una grave amenaza para
sus caladeros ante
su considerable potencia. De todos modos, la integración,
si se realiza
adecuadamente, supondrá una cierta seguridad para la flota
que haya
subsistido hasta aquella fecha.
La flota vasca, que está atravesando un proceso de
eliminación de las
unidades más antiguas, debe modernizarse en su nivel
técnico, lo que
contribuirá a reducir los costes de explotación ya que de
este modo se
reduciría el tiempo de pesca obteniendo las mismas
capturas que si se utilizara
más tiempo.
Es necesario que se realicen estudios biológicos sobre los
stocks de pesca
de nuestro litoral y se analicen las posibilidades de
implantación de cultivos
marinos en las costas.
En resumen, debe cambiarse todo un sistema de producción
basado en la
esquilmación de los caladeros y en el aprovechamiento
irracional de los
recursos ictiológicos.
La situación pesquera del País Vasco es realmente
dramática y desde
luego su solución exige la necesidad de que la
Administración, tanto Central
como Autonómica, establezcan unos criterios de revisión de
la estructura
pesquera, de su entramado comercial y de las posibilidades
de los caladeros
internacionales.
Fig. 1. Evolución de los desembarcos de las principales especies
pelágicas efectuados por la flota de Bajura en el País Vasco entre 1977 y
1981. [No disponible]
Fig 2. Desembarcos efectuados por la flota de Bajura
Guipuzcoana de las principales
especies demersales (1963-1981). [No disponible]
Fig. 3. Desembarcos efectuados por la flota bacaladera
nacional y vasca entre 1962 y 1982. [No disponible]
Los cuadros 1 al 15 no están disponibles.
BIBLIOGRAFIA
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1982, 16 págs.
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«La pesca de superficie
en Guipúzcoa y Vizcaya. Análisis y perspectivas»,
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117 págs.
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SUBSECRETARÍA DE LA MARINA MERCANTE/DIRECCIÓN GENERAL DE
PESCA MARÍTIMA:
«Estadística de pesca»
(años 1960 a 1973).
«Flota Pesquera española
a 31 de diciembre»
(años 1962 a 1973).
«Anuario de Pesca
Marítima» (años 1974 a
1981).
NOTAS.
(1) Datos obtenidos de OTERO, M.;
«España y las pesquerías
internacionales» en
Información Comercial Española núm. 546, febrero, 1979,
págs. 135 y ss.
(2) Véase el magnífico estudio de GAUR, S.C.I.:
«La pesca de superficie
en Guipúzcoa y
Vizcaya. Análisis y perspectivas»,
Caja Laboral Popular, Bilbao,
1970, 366 págs.
(3) GONZÁLEZ LAXE, F.;
«Desenrolo capitalista e
crise pesqueira», Ed.
Galaxia. La
Coruña, 1977, pág. 6. (4) IKEI;
«La pesca en el País
Vasco. Situación actual y perspectivas»,
pág. 56.
(5) R.D. 2595/76 de 30 de octubre de 1976 primándose el
desguace. R.D. 681 de 28 de
marzo de 1980 sobre Ordenación de la Actividad Pesquera
Nacional, desarrollado por diversas
órdenes en 1981 de ordenación de la flota bacaladera,
flota que opera en aguas de la NEACF,
la que opera en caladeros marroquíes. R.D. 20 agosto de
1981 sobre renovación y
modernización de la flota congeladora y reconversión de la
de arrastre al fresco que opera en
aguas de la C.E.E.
(6) Datos elaborados a partir de los suministrados
por la Dirección General de Pesca Marítima en sus diversos «Anuarios».
(7) Se incluyen, actualmente, embarcaciones cuyo tonelaje
de arqueo oscila entre las 50 y
150 TRB, máximo tamaño que puede alcanzar una embarcación
de Bajura.
(8) En la pesca artesanal se incluyen embarcaciones cuyo
tonelaje de arqueo varía de 20 a
50 TRB, generalmente, pero también se encuentran
embarcaciones que realizan una pesca
marginal y que poseen menos de 20 TRB.
(9) Se disponen de datos suministrados por la Caja Laboral
Popular en «Economía Vasca.
Informes anuales» desde 1978 a 1982, respecto a flota y
también los de 1980 suministrados por
la Federación de Cofradías de Vizcaya.
(10) Véase el estudio de GAUR, S.C.I., op. cit
(11) Obtenidos en la Federación de Cofradías de Guipúzcoa
en su relación anual de
especies desembarcadas y valor alcanzado en primera venta.
(12) El bacalao es desembarcado en «verde», es
decir, salado, por ello para convertir las descargas en capturas es
necesario utilizar un factor de conversión que es 3.
(13) CAJA LABORAL POPULAR:
«Economia vasca. Informe
1982». San Sebastián,
1983,
pág. 376.
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