3. 3
LOS SUELOS
Ana SOLA BUENO
Los suelos constituyen el soporte material para el desarrollo de toda una
serie de organismos vivos estrechamente ligados al mismo (flora y fauna
edáficas, fauna terrestre, vegetación), siendo uno de los factores más
importantes no sólo en el equilibrio global de la biosfera, sino también en el
equilibrio global del planeta, debido a las interrelaciones que ésta presenta,
vía ciclo hidrológico, con la atmósfera, la hidrosfera y la litosfera.
La formación de un suelo (edafogénesis) es un proceso evolutivo más o
menos complejo y dilatado en el tiempo, en el que a partir de una roca o
material geológico determinado y a través de la actuación combinada de los
denominados factores formadores (clima, relieve, organismos, material geológico
de partida, tiempo) y de los conocidos como procesos formadores (físicos,
químicos y biológicos), se forma un suelo propiamente dicho. Dicho suelo va a
estar definido por unas características específicas y particulares (textura,
estructura-perfil-horizontes, características físico-químicas, etc.) que son
las que van a determinar, en ausencia de cualquier influencia antrópica, su
vocación y aptitud naturales. No obstante, estas últimas van a estar
condicionadas en último término por la incidencia que tanto en el tiempo como
en el espacio tienen las diversas actividades antropogénicas (urbanas,
industriales y/o agropecuarias) y, en definitiva, por el uso al que esté
destinado.
Así, los suelos sobre areniscas, areniscas-lutitas y areniscas-limolitas,
litología predominante en el municipio de San Sebastián, son suelos de textura
arenosa, de drenaje rápido y como consecuencia pobres en elementos nutritivos.
En ellos predomina el cuarzo y escasean los minerales alterables y los cationes
básicos25 (Na+, K+, Ca2+, Mg2+), por lo que poseen una escasa capacidad de
intercambio catiónico y una baja fertilidad natural. Son suelos de coloración
pardo-rojiza, estructura migajosa y marcado carácter ácido. Su profundidad es
generalmente reducida (menos de 50 cm) y su carácter arenoso implica que posean
una escasa reserva de agua, siendo suelos susceptibles de padecer sequía,
especialmente en aquellas áreas en donde las precipitaciones son escasas.
Sus principales limitaciones son su limitado espesor, las pendientes, su
excesivo drenaje, su bajo contenido en elementos nutritivos y su escasa
fertilidad no siendo, en ningún caso, suelos susceptibles de explotación
agrícola intensiva y siendo necesario incrementar su fertilidad con la
aplicación de enmiendas químicas.
Desde el punto de vista de los tipos de suelos que se desarrollan sobre estos
materiales, indicar que corresponden a Cambisoles, bien húmicos, caracterizados
por un horizonte26 A úmbrico (rico en materia orgánica) o dístricos,
caracterizados por un horizonte A ócrico (más pobre en materia orgánica).
Los suelos sobre calizas, dolomías y calizas impuras se caracterizan por
presentar un límite suelo-roca brusco e irregular que implica que su espesor,
aunque generalmente reducido, presente variaciones locales y puntuales
importantes dependiendo de la mayor o menor presencia de afloramientos rocosos.
Su pH es cercano a la neutralidad o ligeramente ácido y su grado de saturación
de bases elevado, siendo "a priori" suelos con una elevada fertilidad
natural que, en último término y como ocurre en el municipio de San
Sebastián, se va a ver reducida por limitaciones relativas a la pedregosidad,
el escaso espesor efectivo del suelo y las importantes pendientes existentes. Su
dedicación más adecuada es la de pastizal, dado que su reducido espesor impide
su explotación agrícola o forestal, por no ser éste suficiente para el
enraizamiento de árboles. La tipología de suelos desarrollada sobre estos
materiales corresponde a cambisoles eútricos, luvisoles órticos, e incluso a
gleisoles eútricos (en las zonas de menor pendiente) y a litosoles (en las
zonas de mayor pendiente).
Los suelos sobre margas, calizas arenosas y calizas arcillosas son suelos
cuyos horizontes superficiales son de color pardo y textura franco-arenosa,
mientras los subsuperficiales presentan un color pardo-amarillento y textura
franco-arcillo-arenosa. Son suelos que, debido a su textura y porosidad,
presentan una permeabilidad lenta y en los que las condiciones de lavado de
carbonato cálcico implican distintos grados de descarbonatación que afectan
también a las bases, siendo, por lo general, suelos pobres en elementos
nutritivos. Cuando el grado de descarbonatación es importante, nos encontramos
frente a suelos ácidos, pobres en cationes básicos y con elevado porcentaje de
aluminio de cambio. En el caso de que el lavado de carbonato cálcico sea menos
intenso, la descarbonatación es menor, siendo suelos de menor acidez y con una
mayor riqueza en bases así como menor saturación de aluminio. El grado de
descarbonatación que presentan este tipo de suelos es esencial en su
tipología, estando éste en estrecha relación con la pendiente. Así, en zonas
con mayores pendientes y, por tanto, con un grado de lavado mayor, nos
encontramos con Cambisoles dístricos, mientras que en zonas de pendientes
menores nos encontramos con suelos de tipo Cambisol crómico, caracterizados por
su menor grado de descarbonatación.
Sus limitaciones más importantes se derivan de la pendiente que, en último
término, condiciona la mayor o menor profundidad de los mismos así como los
riesgos de erosión en caso de ausencia de cubierta vegetal.
Los suelos sobre limolitas, lutitas y lutitas-areniscas se caracterizan
porque sus horizontes superficiales son de color pardo, en ocasiones,
pardo-amarillentos, mientras los subsuperficiales son siempre de color
pardo-amarillento. La textura de los horizontes A es de tipo franco, siendo su
estructura generalmente grumosa o migajosa, mientras que la textura de los
horizontes B es de tipo franco-arenosa y su estructura es siempre poliédrica
angular o subangular de tamaño mediano, siendo frecuente la presencia en los
mismos de cutanes de iluviación de arcilla y tratándose de suelos que, en
zonas llanas, pueden presentar rasgos de hidromorfía. La capacidad de
intercambio catiónico de estos suelos es media, siendo suelos de pH cercano a
la neutralidad, en ocasiones, ligeramente ácidos, y con una riqueza aceptable
en elementos nutritivos. Los suelos tipo desarrollados sobre estos materiales
corresponden a Luvisoles órticos, Acrisoles órticos o Cambisoles gleicos,
siendo suelos con un alto grado de evolución.
Sus principales limitaciones son el drenaje imperfecto y los riesgos de
erosión en zonas con pendientes elevadas y desprovistas de vegetación.
En lo que respecta a los suelos asociados a los sistemas fluviales
(materiales cuaternarios), debe señalarse que su evolución y su desarrollo
están condicionados al propio material originario no consolidado
característico de los sedimentos aluviales, a la topografía llana, a la
proximidad de la capa freática a la superficie y a la actividad humana
desarrollada sobre los mismos. Así, sobre aluviones no consolidados pueden
aparecer desde suelos poco evolucionados (Fluvisoles eútricos) hasta suelos
bien desarrollados de tipo cambisol (cambisoles eútricos y cambisoles gleicos),
incluyendo en áreas donde se dan condiciones hidromórficas los Gleisoles
móllicos. Por el contrario, en las terrazas fluviales, aparecen suelos más
desarrollados desde el punto de vista edáfico, correspondiendo a Luvisoles
gleicos, cuyos principales inconvenientes son su moderado espesor, y la
presencia, en ocasiones, de gravillas e incluso gravas.
Por último, es preciso mencionar los suelos desarrollados sobre resaltes
rocosos, asociados a áreas de litología dura y compacta, sometida a una
intensa erosión, los cuales corresponden a litosoles (suelos delgados) y
rendzinas.
Respecto a la capacidad de uso de los suelos en el municipio de San
Sebastián, señalar que exceptuando los suelos improductivos incluidos en la
clase VIII (Suelo urbano-urbanizable, núcleos urbanos en suelo rural,canteras,
vertederos, etc.), el predominio corresponde a los suelos de la clase VII. Estos
suelos están sujetos a limitaciones severas y de tipo permanente por las
elevadas pendientes (superiores al 30%), que implican un riesgo de erosión
altamente significativo, por su reducido espesor efectivo o pedregosidad, siendo
su principal vocación la de suelos forestales.
Le siguen por la extensión que ocupan en el conjunto municipal los suelos de
clase VI, cuyas principales limitaciones son las pendientes (entre el 20 y el
30%), pedregosidad y su escasa profundidad, limitaciones todas ellas de
carácter severo que implican que no sean suelos susceptibles de laboreo
agrícola y que restringen su uso hacia el mantenimiento de una vegetación
permanente bien herbácea o bien leñosa.
Los suelos de clase V están totalmente ausentes en el municipio y los suelos
de clase IV se encuentran representados únicamente de forma muy dispersa. Son
suelos localizados en áreas de pendientes entre el 12 y el 20% y que, en
general, presentan una profundidad ligeramente superior a la de las clases
precedentes (entre 40 y 60 cm) por lo que su riesgo de erosión es bajo, siendo
su vocación predominante la de praderas en rotaciones amplias con otros
cultivos.
Los suelos de clase III están asociados a áreas de acumulación tanto
aluvial como coluvial, localizándose generalmente en los fondos de valle y en
los niveles de terrazas de los principales ríos vaguadas así como en laderas
con pendientes que no superan el 12%, por lo que son suelos con una humedad
elevada y una profundidad media (en torno a 65 cm) que los hace aptos, previas
adiciones periódicas de materia orgánica y encalados, para cultivos, con
rotaciones en las que las praderas ocupan un lugar dominante.
Por último, los suelos de clase II se localizan exclusivamente asociados al
curso del río Urumea a la altura de su entrada en el municipio de San
Sebastián y al curso del río Oria en el enclave de Zubieta. Son suelos
productivos, con escasas limitaciones, profundos y casi llanos, con riesgos
mínimos de erosión, aunque ocasionalmente pueden tener riesgo de inundaciones,
requiriendo tan sólo de sencillas medidas de preservación.
|