La actividad económica desarrollada en un espacio ha estado
condicionada, en un origen, por las características intrínsecas que tiene el
territorio (topografía, recursos, minas, agua, bosques, suelo, etc.) y
por la existencia de una fuerza de trabajo e iniciativa humana que canaliza y
transforma estos elementos naturales. Con el paso del tiempo, la actividad
económica se ha visto menos determinada por estos factores naturales y la
dinámica de los espacios en cuestión ha estado más ligada a la localización
de estas áreas respecto a los grandes ejes económicos (regionales, nacionales,
internacionales), infraestructuras (red viaria y ferroviaria, aeropuertos,
puertos, etc.), proximidad al mercado, suelo disponible ... que, a su vez, se
apoyarán en las políticas económicas, situaciones coyunturales, planeamiento,
etc. De esta manera, la valoración de un ámbito territorial concreto que se
está transformando responde no sólo a las características naturales e
intrínsecas sino también a las adquiridas con el paso del tiempo.
5.5.1 ACTIVIDAD AGROPECUARIA-FORESTAL Y PESQUERA
La actividad ligada al sector primario ha tenido una escasa
importancia en el conjunto de la económica donostiarra, al igual que en el del
T.H. de Guipúzcoa, ya que los factores naturales (topografía, el suelo, el
clima, etc) no han sido elementos favorables para tal desarrollo, lo que ha
motivado la necesidad continuada desde hace siglos de importar productos
alimenticios de otros lugares con el fin de tener abastecida a la población.
A tal respecto pueden mencionarse algunas referencias
medievales-modernas que así lo atestiguan como la de C. López de Zandategui y
L. Cruzat (1583) que, en relación a Guipúzcoa, indicaban que "... para
recompensa de la esterilidad y aspereza de la tierra de esta provincia puso en
ella la Providencia Divina montes, aguas y metales de hierro y acero..., con lo
que los moradores de ella hicieron herrerías".
En otras crónicas se hace también mención "a la
capturas de ballenas y abadejo en Terranova... y a la construcción de grandes
naos". En la Memoria del Proyecto de Ensanche de San Sebastián de 1862 el
arquitecto A. Cortázar señalaba que "San Sebastián ha de ser un pueblo
esencialmente mercantil, y no ha de serlo porque así lo haya acordado el
Ayuntamiento, sino porque así lo exige su situación topográfica, porque así
lo reclaman su historia, su situación presente y ... porque así lo quiere la
naturaleza de las cosas que es superior a la voluntad del hombre".
5.5.1.1 Actividad agropecuaria-forestal
Tal y como se ha indicado, San Sebastián no ha tenido unas
características naturales que favoreciesen el desarrollo del este sector ya que
a la escasa productividad de los terrenos se unía la dificultad por disponer de
suelo pues parte del mismo estaba en manos de la Villa, parientes mayores,
mayorazgos, iglesias y establecimientos de beneficencia que, por lo regular,
tenían poco interés por roturar, plantar y cultivar sus fincas. En este
sentido hay que subrayar que en el Fuero de la villa de San Sebastián fue
también favorecido el uso y costumbre de dejar al hijo mayor los bienes
inmuebles (caserío, tierras, etc.) y al resto la legítima en dinero, lo que se
conoce con el nombre de mayorazgo.
La agricultura practicada en los caseríos donostiarras ha
sido tradicionalmente incapaz de alimentar a sus habitantes, lo que explica que
los reyes de Castilla concediesen permisos para que los moradores de esta villa
importasen de Bretaña, Normandía y otros puntos de Francia y Países Bajos los
cereales necesarios para su sustento. Este fue también el motivo por el que se
les permitió hacer conservas con los de Bayona y otros pueblos fronterizos de
la tierra de Labort.
Ya desde la Edad Media se sabe que la actividad agrícola
estaba asentada en las vegas de los ríos Urumea y Oria; en las pequeñas
vaguadas de las regatas tributarias de los principales ríos (Igara, Añorga,
etc.); y en las laderas con pequeña pendiente. Ante la carencia de trigo y
maíz, este último introducido tras el descubrimiento de América, el cereal
por excelencia que se cultivaba era el mijo con cuya harina se hacían tortas. A
partir del siglo XVI será el maíz el cereal que se cultive mayoritariamente en
los valles donostiarras, caracterizados por tener unos buenos niveles de
humedad. Las legumbres apenas se cultivaban (habas, habichuelas, avena, centeno)
importándose la mayor parte del interior del Reino. Las hortalizas más
importantes eran la patata, remolacha, berza, coliflor, lechuga, cebollas,
puerros, bróculi, espinaca, etc., sin olvidar el nabo que se utilizaba
básicamente para la alimentación del ganado vacuno.
Desde antiguo se utilizaba como abono la arena del mar y el
guano del Perú y como aperos de labranza el arado de madera con reja de hierro,
la prensa para la uva, la falce para la poda, el escardillo para entresacar las
malas hierbas, la guadaña corta, el rastrillo, el rodillo, el legón , etc.
Diversas fuentes históricas hacen referencia al cultivo del
manzano y la producción de sidra en esta villa. Así, en el documento de
donación de Leyre en el que refiriéndose a los manzanales señala "...
con aquel cubilar de Loizta hasta aquella freza de Zopite hasta el litoral del
mar, con las tierras, manzanales, pesqueras, marítimas, montes ...".
Están también las escrituras de Alfonso VI de 1084 que indicaban la presencia
de manzanos en las inmediaciones de Alza, zona que se ha caracterizado desde
antiguo por tener importantes superficies dedicadas a este cultivo al igual que
Astigarraga, perteneciente por aquel entonces a San Sebastián. En el año 1620
se aduce la existencia de manzanales y viñedos en la ciudad para prohibir la
entrada de los jesuitas en la misma.
Ligado a esta producción está la elaboración de la sidra,
generalmente con carácter artesanal, en caseríos ubicados en Alza o en el Alto
de Amara (Errota Txiki). La importancia de esta producción era tal que se
conoce de la existencia del Gremio de los Cosecheros Vendedores de Sidra.Ya en
los albores del siglo XX aparece Rezola y Zufiría (década de los cuarenta),
empresa dedicada a la elaboración y venta de sidras, y las marcas de sidras
espumosas más conocidas por su calidad como Miquelete y Añorga, la primera de
ellas perteneciente a G. Brunet.
En el propio Fuero de 1180 se hace también referencias a los
viñedos de San Sebastián, hecho ratificado igualmente en diferentes Ordenanzas
Municipales. Ligado a esta producción se crea en mayo de 1509 el Gremio de
Podadores o Podavines y según una Real Cédula de 1550 "cerca de
cuatrocientos vecinos y moradores de esta villa dependían de la labranza de
binos". La explotación de los viñedos y la producción de txakolí
estaban protegidos, entre otros, por los Reyes Católicos que llegaron a
prohibir la entrada de otras bebidas hasta su total consumición. Este cultivo
entra en crisis en la segunda mitad del siglo XIX, tras haberse cosechado a
mediados de este siglo una producción de unas dos mil arrobas de txakolí. La
práctica desaparición de los viñedos no se debió sólo a plagas, competencia
de caldos foráneos (riojanos, navarros) que demandaba el turismo de lujo, y al
incremento de la superficie dedicada a huerta, por el incremento demográfico y
la mayor rentabilidad que ofrecían, sino también a quedar desplazados hacia
las zonas menos fértiles por la expansión urbana e industrial que estaba
experimentando la ciudad.
Abundaban también frutales como perales, ciruelos, cerezos,
guindos, melocotoneros, higueras, nogales, avellanos ... entre las que
sobresalían los castaños cuyos frutos eran utilizados por la población del
caserío como parte importante de su alimentación. Por otra parte, las bellotas
de los robles y, en menor medida, de las hayas servían para alimentar al ganado
porcino.
Al igual que en el conjunto de Guipúzcoa, el caserío era la
unidad de explotación que, con carácter familiar, desempeñaba las actividades
asociadas al mundo agrario y se localizaba, de forma dispersa, por todo el
término municipal. Con el paso del tiempo y el desarrollo de otros sectores
económicos se inicia un proceso de abandono de estas explotaciones, proceso que
es especialmente significativo a partir de mediados del siglo XX con el despegue
de la actividad industrial en la comarca de Donostialdea.
Según fuentes consultadas, en la década de 1960
desaparecieron el 60% de los caseríos existentes, ya que de los 1.137 censados
en 1962 se pasó a 468 en 1972. Esta evolución negativa del caserío continúa
en las últimas décadas por la escasa capacidad que presenta, tanto para
retener a la población rural existente como de atraer nuevos efectivos a este
entorno. En el Censo Agrario del año 1999 escasamente se superan las tres
centenas de explotaciones (328). Las personas que de ella viven comparten la actividad
agraria con el trabajo en la industria o en los servicios, por lo que su
dedicación es a tiempo parcial (atp). Esta dedicación parcial, iniciada
también con el proceso de industrialización, ha dado a la mujer un gran
protagonismo en el campo.
Los datos censales también indican que en 1989 la superficie
total de las explotaciones donostiarras ascendía 2.769 Ha, un 13% menos que en
1972 (3.178 Ha), de las que la práctica totalidad son tierras no Labradas
(2.600 Ha). Esto refleja que en el período 1972-89 no solamente ha descendido
la superficie asociada a las explotaciones agropecuarias-forestales sino que
también se ha registrado una reorientación de las mismas al disminuir
numérica y porcentualmente las hectáreas de tierra Labrada (de casi un 15% de
la superficie de 1972 a un 6% en 1989). No obstante, el censo agrario de 1999
eleva la superficie incorporada a explotaciones agraria (a pesar de la
disminución de su número) hasta las 5.896 Ha. (?). Se observan entre 1989 y
1999 ligeros aumentos de la superficie labrada (de 169 a 284 Ha) y de
pastos permanentes ( de 1.224 Ha a 1418).
La
mayor parte de los caseríos existentes se localizan principalmente en los
barrios de Alza, Igueldo, Ibaeta, Lugaritz, Alto de Amara y Zubieta.
El tamaño de las explotaciones fluctúa, aunque puede decirse
que en 1999 predominaban claramente las que tienen menos de 5 Ha., con el 65,2 %
de las explotaciones, seguidas por las que oscilan entre 5 y 10 Ha.
(20,4%), entre 10 y 20 (7,2%). Tan solo el 7,3% de las explotaciones (en número
de 23) superan las 20 Ha. (7,2%)% .Respecto al tamaño que tenían las explotaciones a
principios de la década de 1960 se detecta que las de mayor extensión han
incrementado su presencia cuantitativa y cualitativa y que, por el contrario,
han desaparecido las que tenían menos superficie. Como dato orientativo es
preciso indicar que en 1962 más de la mitad de las explotaciones tenía menos
de 2 Ha (52,1%), porcentaje que ascendía al 75,2% para las que detentaban una
superficie total inferior a las 5 Ha.
El régimen de tenencia dominante de las tierras de los
caseríos es el de la propiedad (78,7% de las hectáreas de las explotaciones)
seguido del arrendamiento y respecto a décadas pasadas se tiene constancia de
un incremento de la propiedad de las mismas aunque sin llegar a alcanzar la
situación de Donostialdea (89,5%) ni la de Guipúzcoa (92,4%).
Por otro lado, el análisis de la edad de los titulares de
explotación,
denota una situación crítica ya que en 1999 sólo un 4,4% tienen menos de 34
años y el 37% tiene más de 65 años, a la para un tercio de ellos la
agricultura no es sino una actividad económica secundaria.
A comienzos del siglo XX, e íntimamente ligado a la
consolidación de la ciudad turística, se tiene conocimiento del desarrollo de
la floricultura en las zonas de Loiola y Aiete, principalmente como actividad
complementaria a la tradicional del caserío. No obstante, hubo casos de granjas
localizadas en las afueras de la ciudad como La Orquidea o Villa María Luisa
que se dedicaban a este cultivo como actividad exclusiva con viveros de
árboles, arbustos y flores que destinaban a la creación y conservación de
parques y paseos municipales así como a jardines públicos y privados. A
finales del siglo XX la horticultura adquiere escasa presencia por la
competencia de flor y planta del Levante español y de países europeos.
En la actualidad la superficie labrada, muy disminuida por el
crecimiento urbano de la ciudad y que ha afectado especialmente a las zonas de
menor pendiente y con mayor capacidad agrológica (Loiola, Igara, Aiete, etc.),
se orienta hacia todo tipo de hortalizas (patata, tomate, vaina, lechuga,
puerro, acelga, etc.) y de cultivos forrajeros destinados al ganado. A partir de
los años setenta han aparecido en el paisaje donostiarra los invernaderos,
permitiendo la obtención de hortalizas a lo largo de todo el año.
Las parcelas cultivadas se ubican principalmente en las vegas
del Urumea (Loiola, Martutene) y Oria (Zubieta) y en las lomas de Añorga. Los
cultivos hortícolas-forrajeros y las praderas se localizan, las primeras, en
las parcelas cercanas a la edificación del caserío y, las segundas, en zonas
también próximas pero más alejadas y accidentadas (Igeldo, Alza, Zubieta,
Añorga, etc.).
En lo que respecta a la superficie No Labrada cabe decir que,
según el Censo Agrario de 1989, de las 2.600 Ha., casi la mitad (47,1%) se
dedica a pastos permanentes; una cuarta parte a usos improductivos
(erial-espartizal-matorral) y un 24,9% a especies arbóreas forestales.
A finales del siglo XX los caseríos están más modernizados
con la presencia de tractores, motocultores, segadoras, instalaciones de
ordeño, tanques refrigeradores de leche, arados de vertedero o de disco, etc.
aunque el pequeño tamaño de las explotaciones y la topografía del terreno
impiden hablar de niveles altos de mecanización.
La ganadería ha sido también otra actividad asociada al
caserío e implantada en este territorio tanto por las características
topográficas como por cubrir las necesidades de la población. De la existencia
de ganado en San Sebastián se tiene constancia por las distintas Ordenanzas
Municipales como la de 1489 en la que en la número 150 indicaba que "el
buey, vaca y becerro no podían entrar en los montes en tiempo de bellota sin
licencia de su propietario, so pena de 50 mrs. por cabeza y vez". La 152
regulaba lo mismo para el ganado caprino y la 153 para el porcino. La 156
"fijaba una multa de 100 mrs. por cabeza de rocín, asno, vaca, buey o
becerro que entrase en monte o jaral contra la voluntad de su dueño".
Durante mucho tiempo la alimentación del mismo se basaba en
los pastizales y cultivos forrajeros hasta que la escasez de los mismos (sequías
...) llevó, a comienzo del siglo XX, a incorporar los piensos en la
alimentación. A tal respecto puede mencionarse la creación del Economato de la
Sociedad Agrícola Guipuzcoana que se creó en 1904 para la compra y venta de
piensos.
En la medida que la ciudad iba creciendo, el abastecimiento
de productos lácteos y cárnicos procedentes de los caseríos donostiarras
(Amara, Loiola, Igara-Ibaeta, Aiete, Zubieta, etc) solía ser escaso, razón por la que
era frecuente recurrir a las explotaciones del entorno más próximo de la
ciudad (Astigarraga, Hernani, Urnieta, Rentería, Lasarte-Oria, etc.) o incluso
de otras regiones (como Galicia para el caso de la carne). A comienzos del siglo
XX destacaban como explotaciones de bovino la Granja Zabalegi, finca de 50 Ha
propiedad de J. Lecumberri, la Granja de Zelai Aundi, entre otras.
Siguiendo a S. Múgica, en el año 1915 había en San
Sebastián "390 expendedores de leche que tenían 1404 vacas productoras.
Tenían a la venta el líquido en 839 vasijas de a 10 litros por término medio,
así que la leche total que la jurisdicción municipal de San Sebastián
proporcionaba a su mismo mercado era de 8.390 litros diarios. Ello no bastaba,
ni con mucho, a satisfacer las necesidades de la ciudad, así era que de casi
todos los pueblos, desde Irún hasta Orio, venían a San Sebastián expendedoras
de leche en número de 1.250 que traían 25.000 litros de leche y llevaban a sus
casas diariamente un total de mil duros".
A mediados del siglo XX, y según M. Gárate y J. Martín,
había cerca de una centena de personas que distribuían la leche por la ciudad
con un promedio diario de 200 a 500 litros de leche, además de un importante
número de lecheros que vendían menos de 50 litros/día. Durante muchos años
la forma habitual de acercar los productos hortícolas, lecheros, cárnicos,
etc. a la capital era el transporte propio o la utilización de autobús o de
ferrocarril, para todas aquellas personas que solían desplazarse desde unos 30 Kms de la capital. La leche se distribuía por las viviendas o se compraba en el
correspondiente puesto del mercado.
Hasta la década de 1960 era frecuente ver por las calles
de San Sebastián, especialmente en el entorno del los mercados, pequeños
carros provistos de ruedas de caucho tirados por un caballo. Por lo general eran
conducidos por una mujer, que era la encargada de transportar y vender los
productos de los caseríos próximos en los mercados de la ciudad.
Con el fin de solucionar los problemas de abastecimiento de
leche así como de higiene (se decía que el elevado índice de mortandad por
tuberculosis en San Sebastián era superior al resto de Guipúzcoa) se planteó
la necesidad de crear una Central Lechera, amparándose en el decreto del
Ministerio de Agricultura de 28 de Marzo de 1944 por el que se capacitaba a los
ayuntamientos para establecer la obligatoriedad de higienización de la leche.
En el año 1958, se
funda en el barrio de Igara la empresa Centrales Lecheras Reunidas de Guipúzcoa (Gurelesa)
y en 1962 se fusiona con la Cooperativa Guipuzcoana de Ganaderos, rompiéndose
de esta forma con la tradicional forma de recogida, compra y tratamiento de la
leche. Además de los ganaderos cooperativistas participaba como socio la Caja
de Ahorros Provincial de Guipúzcoa. En la actualidad esta central, tras
fusionarse con otras empresas, se conoce con el nombre de
Iparlat y se ubica en el término municipal de Urnieta.
En el caso de la producción cárnica, y con el fin de cubrir
las demandas de este producto con la importación de carne de otras provincias y
evitar la intermediación de tratantes, se creó en 1910 el Gremio de Cortadores
de San Sebastián. Las sucesivas guerras (mundiales y civil) junto a las
frecuentes sequías afectaron negativamente en el abastecimiento de productos
cárnicos llegándose a calificar Guipúzcoa como deficitaria en 1946, por lo que
se le adjudicó 3.664 cabezas procedentes de Oviedo. Hoy en día la práctica
totalidad de la carne que consumen los donostiarras procede de fuera de su
municipio. La ciudad tiene un matadero en Martutene.
A pesar de lo señalado, a finales del siglo XX la
orientación de un importante número de explotaciones donostiarras es hacia la
ganadería, principalmente de bovino y, en menor medida, de ovino y porcino.
Estas explotaciones se localizan principalmene en Igeldo, Zubieta, Martutene,
Añorga, Igara-Ibaeta y Alza.
Según la Campaña de Saneamiento de vacuno del año en San
Sebastián había 122 explotaciones con un total de 1.467 reses (2/3 son de
orientación lechera) que dan una media aproximada de 12 cabezas/explotación,
tamaño pequeño para entender que sean explotaciones que se dedican únicamente
a esta actividad. Las explotaciones de mayor entidad corresponden a Ondazarte
Elkartea (Igeldo), Zabalegi (Amara-Aiete), Basozabal (Alto de Amara) Bidarte,
Txarrabategi (Añorga), Otaño (Ibaeta), Lehorpe (Rekalde), Aundi (Zubieta),
Zapatari Enea (Martutene), etc. Predominan la raza frisona para el vacuno de
leche y la limousin, pirenáica y mestiza para el de carne.
Respecto a las Campañas de Saneamiento de años anteriores
se detecta que ha disminuido el número de explotaciones ganaderas de vacuno, lo
que ha supuesto un descenso de la carga ganadera de bovino en este término
municipal, al tiempo que se produce una caída del número de cabezas de bovino
de leche y un incremento de las de carne. Este descenso del vacuno de leche hay
que atribuirlo, principalmente, a que las explotaciones dedicadas a esta
orientación tienen que ser muy especializadas y hacer importantes inversiones
para lograr ser competitivas. Por otra parte, no cabe duda que también han
influido las medidas aprobadas en 1992 por el Departamento de Agricultura y
Pesca del Gobierno Vasco en las que se primaba el abandono del ganado de leche
con el fin de crear una reserva de cuotas, tanto para cumplir las exigencias de
reducción de cuota que llegaba desde la U.E. como para distribuir la cuota
rescatada entre los ganaderos que querían aumentar su producción.
Aún y todo, la caída y reorientación de las explotaciones
de leche hacia carne no es tan significativa como la que se está produciendo en
el conjunto de Guipúzcoa y la C.A.V. Este cambio se localiza preferentemente en
las explotaciones de menor tamaño, ya que las de mayor entidad, referidas
anteriormente, son preferentemente de leche. La dedicación de las explotaciones
ganaderas donostiarras hacia el vacuno de leche tiene una gran tradición que ha
estado ligada a una cuota de mercado muy alta que se localizaba en la capital y
área periurbana.
Respecto a la cabaña de ovino cabe indicar que en 1997 la
Campaña de Saneamiento aportaba unas cifras de 2.554 cabezas en 40
explotaciones lo que ofrece una media de 64 cabezas/explotación. A diferencia
del vacuno la evolución es muy positiva a lo largo de la última década del
siglo XX (en 1991 había 1.591 cabezas en 33 explotaciones), incremento debido
tanto a las subvenciones que reciben estas explotaciones como al mercado que
tienen los productos de ovino en el conjunto de la Comunidad Autónoma; el menor
apoyo que recibe el bovino de leche; y la competencia del exterior que
experimenta el vacuno de carne. Las mayores cabañas de ganado lanar
corresponden a las explotaciones de Pillotegi, Politana, Irigoyen, Bengoetxe,
Eraunceta y Astabiscar. La raza de ovino que predomina es la latxa,
fundamentalmente de raza negra.
Tanto en el caso del bovino como en el del ovino las
explotaciones donostiarras se enfrentan con el problema de inexistencia de suelo
para pasto lo que dificulta la viabilidad de las mismas y la necesidad de
recurrir al arrendamiento y terrenos de utilidad pública.
En cuanto al resto de la ganadería cabe decir que no hay
grandes explotaciones dedicadas a porcino, aves, equino, etc. y que, en general,
la presencia de este tipo de ganado en las explotaciones donostiarras han ido
perdiendo importancia. El ganado porcino era habitual en los caseríos
donostiarras con uno o varios cerdos de recría que engordaban después de
haberlos adquirido en los mercados o granjas. A principios del siglo XX
existían explotaciones dedicadas exclusivamente a la cría del cerdo como la
finca Los Luises o Santa Bárbara, esta última perteneciente a Casla, Dominguez
y Rubio. La Campaña de Saneamiento de porcino de 1997 refleja, por un lado, que
hay cuatro explotaciones con un total de 18 cabezas hembras (media de 4,5
cabezas/explotación), lo que no quiere decir que en muchos de los restantes
caseríos no tengan algún cerdo de engorde para autoconsumo y, por otro, que
respecto a años anteriores ha caído la presencia del porcino.
La cría de aves también ha tenido un carácter marginal en
los caseríos al destinarse tradicionalmente al autoconsumo. No obstante, y ante
la demanda creciente de la población donostiarra, se conoce en el primer cuarto
del siglo XX la existencia de algunas explotaciones que se dedicaban con
exclusividad a la producción y/o comercialización de productos avícolas, como
la Cooperativa Huevera o la explotación del "señor Camio" en Loiola.
En 1919 se sabe que el Ayuntamiento de San Sebastián llegó a crear una
exposición avícola en los patios de la escuela de Amara y a fomentar la cría
de aves con una "subvención de mil pesetas a crédito" con el fin de
estimular esta producción y atender así a la demanda de productos avícolas de
la población donostiarra. A finales del siglo XIX la mayoría de los caseríos
de San Sebastián tienden a tener en torno a la docena de gallinas para
autoabastecimiento aunque hay también alguna explotación como la Granja
Avícola Zurutuza que se dedica en exclusividad a esta actividad.
Finalmente está el ganado equino, con escasa presencia, con
248 caballos censados en 1997 en 25 explotaciones, destacando la Yeguada Militar
Lore
Toki -actualmente en proceso de liquidación- la Hípica, Oiola, etc. vinculadas principalmente con la
cría de puras sangres, la actividad deportiva o recreativa.
En lo referente a los montes cabe indicar que en un pasado
este término municipal, como el conjunto de Guipúzcoa, tenía amplias
superficies cubiertas con masas arbóreas de gran porte y entidad de robles,
castaños, fresnos, álamos, alisos, abedules, hayas, nogales, chopos, .etc.
Las ordenanzas de muchos municipios, por las que se regían
los concejos de las villas y lugares de Guipúzcoa y de las que muchas de ellas
se han perdido, intentaban, entre otros aspectos, ordenar y regular la
explotación, tala y repoblación del bosque, del cual se obtenía la madera
para hacer carbón (ferrerías), buques mercantes y de guerra, etc.
En el caso de San Sebastián, ya desde las Ordenanzas
Municipales confirmadas en Baeza el 7 de julio de 1489, en la que se recogían
también gran parte de las incluidas en las redactadas desde la de 1397, se
acompañan distintas disposiciones sobre montes, en relación claramente a que
San Sebastián era copropietaria del Valle del Urumea con Hernani y, más tarde,
con Urnieta. A tal respecto pueden referenciarse la ordenanza 119 que
"disponía el nombramiento de guardamontes anuales para montes, dehesas y
prados que vigilarían e impedirían las talas, descortezamientos, quemas o
carboneos prohibidos; se les promete favor y ayuda y el salario acostumbrado,
que perderían de ser negligentes". La número 148 "prohibía el corte
de robles, castaños, nogales, fresnos u otro árbol sin permiso de su dueño,
so pena del daño y 200 mrs. por cada vez" y la 149 "señalaba una
pena de 60 mrs. más la devolución de lo cortado al que desbrancare,
trasmochase o desollase la corteza de un árbol de los anteriores".
Finalmente, la 150 "exigía a los bateleros, aleros y mulateros la
declaración de en qué monte cortaban las leñas y maderas que aportasen a San
Sebastián: si se hizo sin licencia de su dueño, pagarían a éste el daño y
una multa de 100 mrs. cada vez" y la 155 "imponía un pago de 1.000
mrs. al que quemase monte ajeno sin licencia de su propietario".
Las talas abusivas continuaron practicándose a lo largo de
muchos siglos ya que a la necesidad de obtener madera se unió la de roturar
nuevas tierras para labrar y, sobre todo desde finales del siglo XIX, de acoger
el crecimiento urbano e industrial. Como consecuencia de todas estas actuaciones
muchos de los montes y colinas donostiarras como Igeldo, Urgull, Ulia, Aiete,
Ategorrieta, Intxaurrondo, Alza ... han perdido gran parte de su cubierta
vegetal.
Por otro lado, a lo largo del siglo XX y ligado al proceso de
industrialización se han introducido en los bosques especies de crecimiento
rápido, sobre todo pino, alterando de esta forma el paisaje autóctono
caracterizado en un pasado por los robledales y bosques mixtos.
En los últimos años los esfuerzos registrados en el campo
de la repoblación con especies autóctonas se está notando en la distribución
de la masa forestal donostiarra ya que a mediados de los noventa la superficie
de frondosas suponía el 60%del total, porcentaje superior al del Censo
Forestal de 1986 y a lo que estas especies ocupan en Donostialdea y
Guipúzcoa (49% y 37% respectivamente).
Dentro de las frondosas destaca la extensión del bosque
atlántico (501 Ha que representan algo más de la mitad de las frondosas)
seguido de los robledales, Quercus robur, (314 Ha que suponen cerca de 1/3 de
las mismas). Las coníferas, con una extensión aproximada de 655 Ha, tienen un
gran protagonismo con la especie claramente dominante del Pinus insignis, Pinus
radiata, que ocupa el 87% de éstas. Resulta significativo que el pino insignis
es la especie arbórea que, a nivel municipal, ocupa más superficie (572 Ha).
El resto de las especies, tanto de frondosas como de coníferas, apenas ocupan
extensión (pino marítimo, roble americano, haya, eucalyptus, abedul, fresno,
...).
La titularidad pública de los bosques alcanza escasamente al
8% de la superficie arbórea, siendo de reseñar que están ocupados en su
práctica totalidad con frondosas, hecho muy contrastado con lo que sucede en la
comarca y territorio histórico donde las especies de crecimiento lento ocupan
el 48,6% y el 19,8% de la superficie arbórea de los montes públicos. El único
Monte de Utilidad Pública (M.U.P.) se encuentra en la mitad septentrional de
Urdaburu, lo que corresponde a los Montes de Oberán que ocupan una extensión
de 118 Ha (número 18 bis del Inventario de M.U.P. de la Diputación Foral de
Guipúzcoa).
El III Inventario Forestal del País Vasco (1996) refleja que
la distribución de los usos ha variado respecto a los ochenta en el sentido que
ha aumentado la superficie forestal (1.635 Ha de arbolado denso y ralo) al igual
que los prados y pastizales (1.749 Ha) y que, por el contrario, los usos
improductivos asociados a los matorrales han descendido (558 Ha) igual que la
superficie de los cultivos (tierras labradas).
Concluyendo, puede afirmarse que el crecimiento urbano y la
presión de usos asociados a la ciudad junto a los ingresos modestos que los
caseríos donostiarras obtienen (más de las dos terceras partes de los mismos
tienen un margen bruto inferior al millón de pesetas anuales); la edad de los
jefes de explotación; las medidas de la U.E.; y las plusvalías que puedan
generarse en torno al territorio sobre el que en la actualidad se apoyan lleva a
contemplar con incertidumbre el futuro del caserío donostiarra. La
desaparación de los caseríos lleva implícito paralelamente la transformación
del medio y del actual paisaje y, en consecuencia, la calidad medio-ambiental de
este municipio ya que cada día continúan menos personas ligadas al caserío y
al cuidado del medio rural (bosques, praderas, etc.).
5.5.1.2 Actividad pesquera
San Sebastián, emplazada en la costa cantábrica, ha estado
vinculada desde tiempo inmemorial, al igual que otras villas costeras de
Guipúzcoa, al comercio y a la pesca como medio de vida de sus gentes. Por
tradición se conoce que la villa de San Sebastián entregaba todos los años al
monasterio de Leire algunos salmones y que en la puerta del convento se
representaba un jurado de esta población ofreciendo pescado.
A partir del Fuero de Sancho el Sabio de Navarra (siglo XII),
el puerto de esta ciudad tendrá mayor interés como centro de tráfico
mercantil que como actividad pesquera, quedando este hecho atestiguado con los
diferentes privilegios que para estos fines les concedieron los monarcas
castellanos como la Real Cédula de los Reyes Católicos de 3 de septiembre de
1500 en la que se indicaba que "los barcos de esta provincia fuesen
preferidos para la carga de bastimientos y mercaderías en los puertos de ella a
los de naciones extranjeros"; o la de de 6 julio de 1513 en la que "se
determinó que en Guipúzcoa no se fabricasen navíos para extranjeros, ya fuese
por estos mismos ya por los naturales"; o la del 18 de enero de 1582 en la
que "se permitió que los buques de esta provincia pudiesen tripularse con
la cuarta parte de marineros extranjeros, habiendo falta de naturales del
país"; o la del 19 de septiembre de 1647 en la que "se mandó que los
barcos de mayor porte, de fábrica de la provincia, fuesen preferidos para la
carga a los menores y éstos a los extranjeros de más porte".
En lo que respecta a la pesca marítima se indica que ésta
se podía practicar con total libertad en toda la costa de la provincia por lo
que no se necesitaba el permiso de autoridad alguna. No obstante cabe
referenciar, para el caso de esta villa, que la Cofradía de Mareantes de San
Sebastián tenía un privilegio concedido por la reina Doña Juana de
"pescar y echar redes desde la punta de Jaizquibel hasta la barra de Orio,
con exclusión de los pescadores de otras partes". Este privilegio fue a
menudo puesto en duda por la provincia, señalando que "no se respetaba la
libertad e igualdad de derechos de sus hijos".
Los pescadores donostiarras de la Edad Media solían
dedicarse a la pesca de ballenas y bacalao. De los cetáceos utilizaban la grasa
y las barbas para hacer diferentes objetos. Prueba de estas capturas que duraron
hasta el siglo XVII es la existencia del topónimo Peña del ballenero en el
monte Ulia
El descubrimiento de las islas de Terranova permitió a los
donostiarras dedicarse a la pesca del bacalao al igual que a la trinchería y
sequería del bacalao, en cuya posesión estuvieron hasta el año 1697 cuando el
rey de Francia se negó a darles los pasaportes conforme a los tratados de
conversa ya que alegaban que estas islas era colonias francesas.
A mediados del siglo XIX se pescaba principalmente merluza,
congrio, besugo y anchoa con una flota de 62 lanchas y botes. A finales del
siglo XIX, tras unas pruebas realizadas en 1877, se empiezan a utilizar vapores
para la pesca. Es de destacar que el primer barco de pesca (de todo España) que utilizó la
tracción a vapor fue el Mamelena n. 1, matriculado en San Sebastián en 1880,
primero de una flota de una docena de embarcaciones (las últimas matriculadas
en el año 1909) con cascos primero de madera y más tarde metálicos,
pertenecientes a la Sociedad Mamelena (1909), vinculada a la familia Mercader.
A principios del siglo XX estaban censados 16 vapores grandes de pesca a la rastra y más
de 40 pequeños para la pesca de besugo y sardina, al tiempo que se introducen
novedades en las técnicas y artes de pesca a utilizar. De estas fechas hasta
comienzos del siglo XX el puerto y las industrias pesqueras asentadas tuvieron
cierta importancia hasta que a partir de la década de los veinte los capitales
donostiarras invertidos en este subsector se trasladaron al puerto de Pasajes.
Parte de la población pescadora ha vivido tradicionalmente
en el barrio de La Jarana emplazado a orilla del mar y del mismo puerto. Las
mujeres han sido tradicionalmente las que han vendido el pescado de forma
ambulante por las calles y en los mercados.
A finales del siglo XX el puerto de San Sebastián,
consolidado como puerto de bajura, desempeña fundamentalmente una actividad
pesquera ya que la comercial, tan importante en siglos pasados, ha desaparecido
y la dársena comercial ha sido ocupado por embarcaciones de recreo. El futuro
del mismo se contempla con incertidumbre dadas las dificultades que presenta
para su expansión: el crecimiento de la ciudad hasta el mismo puerto y la
bahía de la Concha como elemento singular y emblemático de la ciudad.
La flota de bajura está formada por una treintena de
embarcaciones, la mayor parte de muy pequeño tamaño (salvo algunos buques de
cierto porte), especializadas en la pesca artesanal con palangre de superficie y
en donde la figura del armador coincide con la de patrón. Tal flota
experimentó un importante desarrollo durante los años sesenta, se vio afectada
por las medidas de ampliación de la zona económica por parte de la U.E., que
unido a las características intrínsecas de este subsector (con rasgos
estructurales arcaicos en líneas generales) ha repercutido en el notable descenso del
número de embarcaciones del conjunto de la flota donostiarra y guipuzcoana.
La flota desembarcaba a mediados de la década de 1990 en
torno a 2.500 Tm de pescado, principalmente de bonito (una tercera parte),
verdel (20,7%) y anchoa (12,1%) seguidos de atún, chicharro y merluza, con un
valor de unas 538.499.100 pesetas, situándose por detrás de los puertos
guipuzcoanos de Fuenterrabía, Guetaria y Pasajes. En 2004 el número de
embarcaciones pesqueras adscritas al puerto de San Sebastián era de 19, siendo
sus capturas del orden de 1.000 Tm anuales. En el año 2012 desaparece la
Cofradía de pescadores razón por la que deja de desembarcarse pescado en el
puerto.
5.5.2 ACTIVIDAD INDUSTRIAL
El municipio de San Sebastián no se ha caracterizado
tradicionalmente por una implantación significativa de la actividad industrial,
todo lo contrario de lo que ha acontecido en los municipios de su área
metropolitana cuya industria se ha apoyado, entre otros aspectos, en los
diversos cursos fluviales y en la cercanía del Puerto de Pasajes. La ciudad de
San Sebastián potenció especialmente su función terciaria, apoyada en la
actividad turística, ya desde el siglo XIX, mientras las distintas localidades
guipuzcoanas y de su entorno más próximo estaban comenzando el proceso de
industrialización que les definiría posteriormente como espacios netamente
industriales y que, a finales del siglo XX, están teniendo comportamientos,
algunos de ellos, similares a los de otras zonas del mundo que reciben el
calificativo de antiguos espacios industrializados.
Sin embargo, si en el término municipal de San Sebastián no
se asentaron gran número de establecimientos industriales, si que muchas
familias asentadas en la ciudad invirtieron en el proceso de industrialización
guipuzcoano. Tal es el caso de la familia Brunet, oriunda de Cataluña, que tras
llegar a San Sebastián a mediados del siglo XVIII y crear una casa de banca,
que financió gran parte del comercio del azúcar y del cacao en un momento de
gran auge de la Compañía Guipuzcoana de Caracas, acumuló un importante
capital que invirtió en la incipiente industria guipuzcoana, jugando un papel
decisivo en la capitalización de los sectores textil y papelero de este
territorio histórico.
Aún y todo, el asentamiento, desarrollo y despegue de la
actividad industrial en San Sebastián no puede disociarse del proceso de
industrialización del conjunto de Guipúzcoa, iniciado a partir de 1840, y que
en esta ciudad estuvo unido a la implantación de diferentes establecimientos
asociados a las ramas de los bienes de consumo.
5.5.2.1. Actividad preindustrial
El molino, elemento emplazado tradicionalmente en el mundo
rural y localizado junto a las riberas de los ríos y arroyos con el fin de
aprovechar la energía del agua y aire para triturar principalmente los cereales
y semillas farináceas, es uno de los elementos asociados a la actividad
preindustrial desarrollada en San Sebastián y que entró en crisis con la
aparición de las harineras industriales.
Las referencias a este tipo de establecimientos se encuentran
ya en el Fuero de San Sebastián (artículo I-6) cuando el monarca señala que
"... quiero y doy como fuero a los pobladores de San Sebastián, que hagan
hornos, baños y molinos, y que los posean ellos y todos sus descendientes
libres y exentos, y que el Rey no demande en ellos censo alguno". En
opinión de M. de Lekuona, la referencia más antigua de la existencia de
molinos en esta ciudad es de 1270 cuando en un documento de permuta entre el
Monasterio de Iranzu y el Obispado de Pamplona se concede "... el
Monasterium Sancti Sebastiani veteris superius nominatum, cum molendinis
pomariis, bustalicio cum eius decimis ...".
Sobre molinos de viento cabe decir que en un documento de
Alfonso XI de Castilla se autorizaba en 1370 la construcción de ingenios de
estas características dentro del palenque y cercas de San Sebastián y también
en la Atalaya. Según el Dr. Camino hubo uno en Urgull y otro en Aiete, éste
ultimo conocido por Aize Errota y reaprovechado posteriormente como almacén de
granos, de ahí que también haya sido conocido por Almazene. Pero, en opinión
de A. Aguirre el único existente fue el de Aize Errota en el barrio de Lugaritz
y cuya referencia más antigua data de una descripción de E. F. de Arruti del
año 1860 en el que se dice "varios molineros a orillas del Urumea, oria y
riachuelos del Antiguo; y uno de viento construido recientemente a 1.500 varas
al sur de la Ciudad", concretamente en la subida a Aldapeta, junto al
edificio de La Cumbre.
Siguiendo el Tratado de Molinología de A. Aguirre, los
molinos existentes en Donostia-San Sebastián eran
* Juanindegi Errota que estaba emplazado al pie de
Juanistegui, actualmente junto a la Clínica de San Juan de Dios;
* Errota Txiki en el barrio de Egia (aproximadamente delante
de la actual factoría de Koipe), uno de los siete molinos de marea (aquellos
que aprovechan el flujo y reflujo de las aguas marinas) existentes en la capital
en el siglo XVI.
* Santiago Errota, construido a principios del siglo XVI por
E. de Santiago, dueño a su vez del también molino de mareas de Malvernet en
Pasaia, y situado en el cruce de las calles Catalina de Erauso con Paseo de
Errondo en el barrio de Amara y desaparecido en 1975 ante el crecimiento urbano
de este barrio;
* Anoeta Errota y Errotaxo, citados en 1775, estaban
localizados en la zona de Anoeta, el primero derruido en la década de los
setenta con la realización de la variante de la capital;
* Agirre Errota o Errota Berri, citado por primera vez en
1566, estaba ubicado en la zona alta de Amara (detrás del Hospital Ntra. Sra.
de Aránzazu);
* Errota Berri, Naza Errota o Santander Errota, molino de
mareas construido en 1536 por Lope de Arpide, que se hallaba en la orilla
izquierda del río Urumea, en frente del Centro Hospitalario Quirón;
* Errota Aundieta, situado en el Barrio del Antiguo (actual
calle Matia);
* Errotazar, localizado en la margen izquierda de la regata
de Igara (Ibaeta), se nombra por primera vez en 1693, es utilizado por la
fábrica La Providencia en 1912 para desviar agua hacia la misma (15 litros por
segundo de agua);
* Ekogortxiki o Errotatxo construido en 1737 en la zona de
Ibaeta (detrás del antiguo edificio de Iparlat-Gurelesa y desaparecido con la
mencionada construcción);
* Igara Errota, Yguera o Ygara, ubicado en la margen derecha
de la regata de Igara y del que se tiene conocimiento desde 1775;
* Errotaberri, situado en la margen izquierda de la regata de
Igara, en el barrio del mismo nombre y del que se tiene noticias desde 1717;
* Konporta Errota, molino de mareas construido en 1574 en el
Barrio del Antiguo, y afectado también por los procesos de desecación que se
llevaron a cabo en muchas de las marismas de los cursos de agua de la capital;
* Errotazar o Añorga Errota y Sustraiarte Errota, en el
barrio de Lugaritz, desapareció con la construcción de la variante de la
ciudad;
* Mateako Errota, situado en el barrio de Martutene (cerca
del actual polígono 27) y para el que existe la hipótesis de ser anteriormente
Molino de Sarranta (finales del S. XV);
* Juanetxe Errota, en el barrio de Alza, junto al caserío
Gomistegi y al arroyo conocido por Erreka, de finales del siglo XVI;
* Errotazar, emplazado en el barrio de Herrera, junto a la
regata de Larratxo, y sobre el que se estableció en 1965 la Harinera de
Chinguri;
* Lesson Errotas o Landarbaso Errota, ubicado en Landarbaso,
junto a la regata y las cuevas del mismo nombre y que dejó de funcionar hacia
el año 1900;
* Aizpurua Errota o Antton Errota, eregido en el siglo XVI en
la margen izquierda del Oria, en el barrio de Zubieta y transformado en
serrería tras la ultima molienda realizada hacia el año 1920;
* y Artikutza Errota y Gozarin Errota en la finca navarra de
Artikutza, propiedad del Ayuntamiento de San Sebastián y para servicio
básicamente del ferrón, familia y laborantes de las ferrerías respectivas.
Durante la Edad Media en el barrio de Santa Catalina y en
varios lugares de las márgenes del río Urumea, en plenos arenales, había
importantes astilleros que dieron gran fama en la construcción de navíos entre
los años 1200 y 1700 con encargos que venían de toda España y Europa. En este
sentido cabe señalar que de los once navíos que participaron en la Armada
Invencible ocho eran de esta ciudad y un navío de 1.522 toneladas construido en
1.657 tuvo el honor de ser elegido como Real Capitana de la Armada por Felipe
IV.
Otra actividad preindustrial desarrollada es la asociada a la
actividad ferrona. En este sentido hay que mencionar el acuerdo de 2 de agosto
de 1379 entre los morados de la villa de San Sebastián y los de Hernani,
después de que esta última se hubiera constituida en villa (año 1377), sobre
la regulación de la siderurgia en la zona del Valle del Urumea y sin hacer
mención al Fuero de Ferrerías que se utilizaba en muchos de los valles
guipuzcoanos. Entre otros acuerdos destacaban que:
* "En el Urumea pudieran hacerse la más ferrerías
posibles por los vecinos de las partes, pero no por no vecinos (salvo licencia
de las villas y jurando hacer buena vecindad).
* Las ferrerías así levantadas por los vecinos no podrían
ser vendidas fuera de la vecindad.
* El hierro labrado en ellas debería ser descargado en San
Sebastián o Hernani, so pena de perderlo y de 1.000 mrs. por cada vez.
* Los pleitos entre los ferrones y los mercaderes y
abastadores de las ferrerías podrían hacerse indistintamente ante los alcaldes
de cualquiera de las dos villas".
La actividad ferrona desarrollada en la jurisdicción de San
Sebastián estuvo más asociada a la comercialización de los productos de las
ferrerías que a la producción del hierro, siendo prueba de esto la existencia
de datos sobre la fiscalización del hierro a través de aranceles, el comercio
del mismo, la lonja, etc. A tal respecto hay que referenciar la creación de un
tipo arancelario, el 15 de abril de 1463, que recaía sobre los productos
siderúrgicos con el fin de reparar los muelles del puerto de esta ciudad.
También pueden mencionarse los acuerdos del regimiento de 1571-73,
especialmente el del 26 de enero de 1571 en el que "se ordenó al braceador
del peso de la lonja, Martín de Arano, no comprar ni vender hierro de la misma
para sí o para otro, so pena de 2.000 mrs". Este mismo día se acordó
hacer dos lonjas: una para el hierro hecho con vena de Músquiz y otro para el
hierro navarro o guipuzcoano labrado con vena de la tierra. El 30 de junio de
este mismo año se denuncia el intento de meter hierros hechos con vena de la
tierra en la lonja mayor. Por otro lado, y a lo largo de los años 1572 y 1573,
se asiste a un largo proceso con los ferrones del Leizarán por el pago de
alcabalas que terminó con el reconocimiento por parte de la villa de un único
pago global de 10.000 mrs. anuales entre todos los ferrones.
La Villa de San Sebastián adoptó diferentes medidas para
separar y distinguir en sus almacenes los hierros navarros (o los que se hacían
con vena de la tierra) de los vizcaínos (mineral). La falta de control de la
calidad del mineral y del hierro comercial originaba graves daños a la
siderurgia al venderse por hierros hechos con mineral vizcaíno los elaborados
con vena de la tierra. Esto llevó a las Juntas Generales de Mondragón a fijar,
el 24 de noviembre de 1559, un sistema para la limpieza del trato del hierro,
fijándose una serie de marcas para la ferrerías de las distintas zonas o
valles y que en el caso de las del Valle del Urumea (jurisdicción de San
Sebastián y Hernani), Lasarte, Acelain, Agaraiz, Urriolondo, Lizaur, Amasaola e
Inturia), que labraban con vena de Músquiz y llevaban el hierro a San
Sebastián, era la letra S.
Según Gorosábel, la lonja de San Sebastián estaba situada
en la parte alta de la ciudad, con vistas a los muelles, y para Pedro de Medina
(año 1526) estuvo en el puerto-puente de Santa Catalina. También se tiene
conocimiento de la existencia de una lonja en el puerto de Pasaia, en la ribera
perteneciente a San Sebastián.
A pesar de todo lo indicado, y siguiendo a L.M. Diez de
Salazar, entre los siglos XIV-XVI no había en San Sebastián ninguna de las 201
ferrerías inventariadas en Guipúzcoa por aquellos años, siendo las más
cercanas las ubicadas en la jurisdicción de Hernani (Valle del Urumea).
A finales del siglo XVIII-principios del XIX se asiste a la
decadencia y desaparición de la actividad ferrona como consecuencia, entre
otros factores, de la subida del precio del carbón, de la competencia sueca, de
la entrada de hierro inglés y de la situación arancelaria que supuso la fácil
entrada de productos extranjeros que competían con los autóctonos. Ante esta
situación se adoptaron medidas proteccionistas como el traslado a las aduanas
del Ebro a la costa a mediados del siglo XIX significando, paralelamente para
Guipúzcoa y Donostia-San Sebastián, el comienzo de una nueva etapa económica.
5.5.2.2. El proceso de industrialización
El proceso de industrialización iniciado en la capital
guipuzcoana, al igual que en el conjunto del T.H. de Guipúzcoa, está unido
tanto al traslado de la aduana a la costa en 1841 como a la Abolición de los
Fueros (Ley de 21 de julio de 1876) y la fijación de un régimen excepcional
que sería el de los Conciertos Económicos y regulados, por primera vez,
mediante el Real Decreto de 28 de febrero de 1878 hasta que el Decreto-Ley de 23
de junio de 1937 suprime el régimen de Concierto Económico en Guipúzcoa y
Bizkaia. Este sistema permitió que la Diputación de Guipúzcoa desarrollase su
propia política fiscal que favoreció la inversión al presentar este
territorio con unas claras ventajas fiscales frente a otras áreas del resto del
estado. Todo esto junto a la política económica general claramente
proteccionista, beneficiaron el desarrollo de la industrialización al quedar
eliminado la posible competencia exterior. La supresión de los Conciertos en
1937 alteraría parte de estas condiciones favorables aunque a partir de 1950 y
hasta mediados de los setenta, y ligado al momento coyuntural de crecimiento
económico, aparece un cierto dinamismo en la creación de nuevas empresas. La
crisis de los setenta afectará a la estructura industrial de esta ciudad, con
el cierre, traslado o compra por parte de multinacionales de algunas de las
grandes empresas asentadas en San Sebastián durante años.
En este recorrer histórico por la capital guipuzcoana hay
que partir del gran dinamismo económico de finales del siglo XIX y primer
tercio del siglo XX que se materializa en la constitución de muchas sociedades
y entidades con capitales de muy diverso origen (español y europeo) al amparo
de esas ventajas fiscales descritas aunque, en opinión de M. Gárate y J.
Martín, carentes de efectividad en ocasiones ya que los centros productivos
estaban alejados de los límites de esta ciudad. A partir de 1925, con la
renovación del sistema fiscal, y de 1937, con la supresión de los Conciertos
Económicos, cae de forma importante el número de sociedades que se registran
en San Sebastián.
De los primeros establecimientos industriales que se tiene
constancia es el de una fábrica de armas de fuego y blancas; una cordelería en
el barrio de San Martín; la industria de Manuel Mercader (1845), implantada
cerca del Palacio de Aiete y de la antigua carretera que llevaba a Hernani,
dedicada al blanqueo de ceras con técnicas muy artesanales que utilizaba la
fuerza de los rayos solares para decolorar las finas capas de cera de abeja que
se extendían sobre 120 plataformas; una fábrica de papel pintado creada en
1846 por Rousson Mayor y Cía que daba empleo a 40 personas y con gran fama que
llegaba a Madrid; otra de curtidos y velas de sebo en el barrio de San Martín y
propiedad de R. Marticorena; otra de remos en Santa Catalina y propiedd de los
Iriberri; y hacia 1854 el primer centro productivo dedicado a la producción de
fósforos. En 1877 la familia Brunet instala una fábrica de botellas de vídrio
en Ondarreta y en la que, según la Gaceta Industrial de 1881, trabajaban 80
obreros y producían 4.000 botellas diarias.
Tras el derribo de las murallas y el comienzo de los
Ensanches, el crecimiento y la expansión de la ciudad de San Sebastián supuso
la instalación y creación de establecimientos dedicados a la transformación
de la madera, destacando el taller de Manuel Urcola, implantado en 1865 (en 1825
estaba en Tolosa), y el de Ramón Múgica Echeverría3 (creado en 1874),y los
talleres metálicos de Javier Luzuriaga de Ategorrieta.
Las inversiones en actividad industrial en la capital
guipuzcoana se concretaron principalmente en el período que va del último
cuarto del siglo XIX al primero del siglo XX, con unas características
generales que se acercan a las del proceso de industrialización guipuzcoano al
ser una industrialización no dirigida por un grupo burgués fuertemente
concentrado sino por una pequeña y mediana burguesía que, en muchas ocasiones,
tenían un marcado carácter familiar; con una relativa diversidad sectorial y
con escasa representatividad de las ramas del textil, papel y
siderometalúrgico, muy importantes en el conjunto guipuzcoano, y con predominio
claro de la pequeña y mediana empresa.
El capital protagonista del incipiente desarrollo industrial
en Donostia-San Sebastián fue principalmente donostiarra, en menor medida
guipuzcoano, aunque también hubo participación de capital foráneo de origen
bilbaíno, madrileño, francés, suizo, alemán, etc.
Haciendo un análisis de las distintas ramas de actividad, no
cabe duda que la de Alimentación, Bebidas y Tabaco es una de las que ha
adquirido en un pasado un mayor protagonismo en esta ciudad. A partir de
reducidos capitales y promovidas tanto por comerciantes donostiarras como por
capitales foráneos se crean importantes sociedades, algunas de las cuales
continúan hasta nuestros días, y atraidas desde finales del siglo XIX por la
concentración urbana que existía en la capital y su entorno.
Ligados a la fabricación de cervezas, Donostia-San
Sebastián conoce la implantación de diferentes establecimientos: la Cervecera
de la Viuda de Pozzy que hacia 1837 elaboraba cerveza, gaseosa y sifón con unas
materias primas que importaba de Estrasburgo (lúpulo) y de Castilla (cebada);
la de Benito Kutz que ubicada en Ategorrieta fabricaba cerveza y hielo con una
capacidad productiva de 6 toneladas diarias; la de Pedro Escala, emplazada en el
barrio de El Antiguo; y La Deliciosa, fundada por F. Abons en 1878. Hacia 1881,
según J. Catalán, la Viuda de Pozzy producía cerca de 80.000 litros anuales y
exportaba su producto a la Habana y Puerto Rico; la de Abons unos 4.000 litros
semanales. Estaba también Aristeguieta y Cía (1901) dedicada únicamente a la
venta de hielo. El entorno de estas primeras fábricas se adornaba con jardines
y arbolado, constituyendo unas áreas gratas para el recreo y esparcimiento. Las
fábricas cerveceras se caracterizaban por una tipología edificatoria de
desarrollo vertical, de acuerdo a la organización del proceso productivo en la
elaboración del producto.
A principios del siglo XX se implanta la fábrica cervecera
de Juan y Teodoro Kutz, hijos de Benito Kutz, empresa de carácter familiar que
en 1965 se transformó en sociedad anónima y una de las empresas más
significativas del tejido industrial guipuzcoano, emplazada en Venta Berri (El
Antiguo), en la zona de San Sebastián con mayor concentración industrial del
tipo de gran empresa, hasta que en 1978 se trasladó a Navarra. Esta empresa
contrasta con la escasa vigencia que tuvo la empresa cervecera creada en 1914
por Ramón Kutz y Hermanos que se disolvió en 1925. La familia Kutz destaca
como un clan que ha extendido su inversión más allá del ámbito geográfico
de la capital guipuzcoana al estar también detrás de las firmas cerveceras
Knorr, La Estrella, el Frío Industrial Burgalés, Carbónica Guipuzcoana, etc.
La antigua cervecera donostiarra de Kutz, ubicada actualmente en el municipio
navarro de Arano, se conoce, entre otras, con la marca comercial de Cervezas El
León. De estas empresas Carbónica Guipuzcoana S.A., creada en 1958 y dedicada
a la fabricación de bebidas refrescantes con las marcas comerciales de La
Casera y Trinaranjus, continúa ubicada en barrio donostiarra de Loiola.
Los establecimientos chocolateros han tenido también una
gran tradición, al igual que en el T.H. de Guipúzcoa, con una tipología
edificatoria característica que respondía a la ubicación del obrador y zona
de venta al público en planta baja, siendo el resto de la edificación
destinado a vivienda. La implantación de centros fabriles de estas
características se debe a la popularidad que adquirió este producto en los
actos sociales a lo largo del siglo XIX, y ya conocido desde el monopolio
detentado por la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas durante el siglo XVIII.
Destacaban el establecimiento de José Erquicia implantado en 1880 o la empresa
de Louit Hermanos y Cía que trasladó la sucursal que tenía en Pasajes al
barrio de Gros de la capital en el año 1893, como filial de la casa central que
tenían en Burdeos desde 1825. En 1927 esta sucursal se separa de la central,
pasando a denominarse Productos Alimenticios Louit. En el año 1909 sobresale la
inversión de capital suizo con la implantación de la fábrica de chocolate de
Russ, Suchard y Cía. en Venta Berri (El Antiguo), sociedad que se transforma en
Chocolates Suchard S.A. Española en el año 1928, momento a partir del cual
registra un crecimiento constante hasta que se cierra en la década de los
ochenta.
La elaboración de tabaco en Guipúzcoa fue tardía respecto
al resto del territorio español ya que hasta la abolición foral (1876) el
territorio foral podía dedicarse libremente a la venta y tráfico de tabaco
dentro de sus límites territoriales. Ligado a este hecho se entiende la
instalación de una fábrica de tabaco, en octubre de 1878, en la calle Garibay
de San Sebastián, que llegó a emplear en 1897 a 663 empleadas, todas ellas
mujeres, cifra muy por encima de los 152 varones y 3 mujeres que empleaba el
otro gran establecimiento de la ciudad, La Esperanza, emplazado en el barrio de
Añorga. El incremento del consumo del tabaco alcanzó cotas muy altas a finales
del siglo XIX por lo que hubo de plantearse la realización de un nuevo edificio
que acogiese una cifra de trabajadores cercana a los 2.500, numerosas máquinas
e instalaciones mecánicas y que permitiese almacenar materia prima suficiente
para trabajar durante seis meses. De esta forma se levantó el edificio de la
actual Tabacalera de San Sebastián, junto a la estación del Ferrocarril del
Norte. Este gran conjunto fabril, inaugurado el 18 de julio de 1913 y que
recuerda por sus dimensiones-diseño a un gran conjunto palacial, adopta más la
morfología de las antiguas fábricas reales que modelos tipológicos fabriles
típicos de principio de siglo XX. Es uno de los elementos más valiosos y
singulares del patrimonio industrial donostiarra y guipuzcoano y el único
establecimiento en la capital existente a mediados de los noventa dedicado a
esta actividad, aunque con un empleo que se aleja bastante del que generaba a
principios de siglo al no superar las 400 personas.
El primer precedente en la elaboración de aceites está en
la Vasco Toledana creada por la sociedad Lizarriturry y Rezola en el año 1928
aunque la continuidad de este sector en la ciudad se encuentra en la empresa
Compañía Oleícola y Productos Especiales S.A. (1954), actualmente Koipe, a
partir de la iniciativa de un grupo de almacenistas y distribuidores de aceite
guipuzcoanos. Esta empresa emblemática pertenece en la actualidad a una
multinacional desde que en 1981 participó la empresa francesa Lesieur, Cotelle
et Associés S.A. y, posteriormente, el grupo Eridania Beghin Say (Montedison).
En el paseo del Urumea continúa la sede social de Koipe S.A., ocupando una
superficie de 6.209 m2 entre oficinas, almacén, sala de fabricación y
servicios con un empleo que no alcanza la centena de personas a finales del
siglo XX ya que los centros de producción, refinado, envasado, distribución y
cultivos del grupo están repartidos por diferentes zonas oleícolas de España.
Al lado del anterior establecimiento, en el Paseo del Urumea,
se encuentra la actual Bodegas y Bebidas S.A., empresa dedicada a la
elaboración y compra-venta de vino, y fundada en 1959 por J. Alcorta, J.J.
Areízaga y L. Imaz (también participes en la sociedad Koipe) con el nombre de
Savin, y un número de trabajadores en los años finales del siglo XX cercano al
centenar. Han existido también otros establecimientos dedicados a la
elaboración de vino como Loidi y Zulaíca (1921) y que trasladó su sede a
Madrid a finales de los setenta.
Para finalizar con la rama de Alimentación hay que subrayar
la empresa Odriozola y Berridi que se creó en 1923 tras la fusión de Manuel
Odriozola e Hijos con Hijos de Berridi que continua dedicándose en la
actualidad a la elaboración de pan y bollería bajo la marca comercial de Rich.
También se creó Caldos Rápidos S.A., posteriormente Starlux S.A., en 1958 por
los hermanos J.B. y J.M. Orlando Olasagasti, con participación de capital
italiano, y Salvador Orlando S.A. en 1961, centro dedicado a las conservas y
salazones y actualmente Heinz Ibérica tras haber sido absorbido por el grupo
multinacional Heinz; etc.
A finales del siglo XX sigue siendo importante el número de
empresas, mayoritariamente de pequeño tamaño, que pertenecen a la rama de la
Alimentación, Bebidas y Tabaco. A las ya mencionadas se incluyen, dentro de las
dedicadas a la fabricación de pan, bollería ..., Norpan S.A., Ogi Berri,
Panificadora Marcos, Aurrera Bide S.A.L. (Dover), Donostiarra La Alimentación
S.A. (Labeak), J.R. Echave, Galparsoro Okindegia S.A., La Golosina, JOMUGA,
Ogizaleak, Panadería Gloria, Pastelerías Otaegui S.L.; a la elaboración de
productos alimenticios Aperitivos del Norte S.L., Cocina Industrial José
Arratibel S.L., Casa Armendariz S.A.; a la torrefacción de café Cafés Gao S.L.;
a conservas de pescado Secaderos Unidos para la Explotación Recursos Marinos
S.A.(Supermar), Secaderos Cofruit S.A., Pesquera Echalar S.A., Pescados y
Mariscos Easo S.A., Pescafría S.A.; envasado de verduras y hortalizas Frutas
Goxua S.A.; entre otras. Es de destacar el traslado a Urnieta del
establecimiento de Iparlat (Gurelesa), anteriormente ubicado en el barrio de
Igara.
La capital guipuzcoana también conoce la implantación de
centros fabriles químicos que no necesitan situarse cerca de los cursos
fluviales, ya que la mayor parte incorporan las máquinas de vapor como fuerza
motriz y energética, primando la cercanía al Puerto de Pasajes y a la frontera
por su facilidad en el aprovisionamiento de materias primas. Durante la segunda
mitad del siglo XIX, en concreto en el año 1864 aunque la primera inscripción
en el Registro de Sociedad es de 1883, destaca la implantación de Lizarriturry
y Rezola en la zona de Venta Berri (El Antiguo), establecimiento conocido con el
nombre de La Providencia, fundado por los comerciantes Manuel Lizarriturry y
Echave y José Antonio Rezola Gaztañaga con el fin de fabricar, vender y
expedir jabones, bujías y estearinas. En 1877 producía una media anual de
125.000 Kg. de estearina y daba empleo a 21 trabajadores. Las materias primas se
importaban de Buenos Aires (el sebo) y de Francia e Inglaterra (sal de sosa
caústica), hecho este último que denotaba un avance tecnológico para su
tiempo al elaborar sosa sintética a partir de la sal.
Según M. Ibáñez et al. este establecimiento industrial
registró dos incendios, en los años 1875 y 1885, reedificándose por completo
tras el último de los mismos con un pabellón aparejado en mampuesto y de una
sola altura. A partir de este pabellón se fueron creando otros a lo largo de la
década de los diez del siglo XX de tal manera que en 1915 el conjunto edificado
alcanzaba una superficie de 60.000 m2. y los pabellones se comunicaban con una
red interna de más de 1 Km de vía férrea que enlazaba, a su vez, con la
línea general de tranvías de San Sebastián que llevaba las mercancías
directamente hasta el Puerto de Pasajes. Las sucesivas ampliaciones respondían
a la diversificación de su gama productiva, perfumería y lejías, al tiempo
que cubría también una demanda industrial con la elaboración de colas para
las fábricas de papel al tiempo que continuaba con la producción de aceites de
semillas y tortas de coco para alimentación del ganado. En esta época este
establecimiento industrial daba empleo a más de 200 trabajadores.
Esta empresa, con un marcado carácter familiar a lo largo de
su existencia, llega a explotar en 1973 actividades relacionadas con la
industria química, siderometalúrgica, construcción, alimentación,
transporte, etc. En 1979 inició un proceso de disolución, tras haber adquirido
un año antes Lipoquímicas Reunidas S.A. En la actualidad, no queda nada de
este ejemplo de arquitectura fabril de finales del XIX-principios del XX tras
derribarse a finales del siglo XX doce pabellones para dejar espacio para la
construcción de viviendas.
Dentro del sector químico hay que destacar también la
instalación de un centro fabril de refinados de azúcares y destilación de
aguardientes en 1882 por parte de la sociedad Osacar Hermanos, desaparecida poco
después; Domingo Bentem en 1889 instalaba otra de aguardientes y licores; Henri
Gernier y Cía. abría una destilería en Herrera en 1892; de similares
características (aguardientes, licores y jarabes) eran los establecimientos
promovidos por la firma Destilería Modelo y por J. B. Amiel, este último
ubicado en el barrio de Gros en el año 1895. A finales del siglo XX la
actividad química tiene escasa presencia en esta ciudad, pequeños
establecimientos destacando Vitafarma S.L. en Loiola, Colas Otaduy S.A. en el
barrio de Martutene, Industrias Plásticas Castro S.A. en el barrio de Molinao-Alza
y Upsamédica S.A., principalmente.
La actividad textil no ha tenido apenas presencia en la
capital, todo lo contrario de en su territorio histórico, siendo de destacar la
fábrica de lienzos pintados de Domingo Gaste, fundada en 1777, y el taller de
telares de Francisco Alen, incendiado por soldados ingleses en 1813.
Posteriormente sobresale el déposito que La Sociedad Tejidos de Lino de
Rentería tenía en esta ciudad, inaugurada en 1845 por C. Seches y varios
hermanos Londaiz, lugar en el que se vendían estos tejidos. A finales del siglo
XX los establecimientos existentes en la ciudad que destacan en la rama textil,
confección y cuero son de reducida entidad.
La actividad ligada a la Transformación de la Piedra,
Fabricación y Venta de Cal Hidraúlica, Cementos, etc. ha estado también
implantada en esta localidad, siendo de reseñar la fábrica La Fe que en 1859
fundó José María Beitia y Cía. en el paseo de Miraconcha para la
elaboración de cemento natural y ladrillos y que desapareció a principios del
siglo XX por la expansión residencial de este barrio céntrico. La sociedad
Cortázar y Cía. que regentaba la misma, utilizaba el lignito de la mina La Luz
de Hernani y tenía sus propias canteras. Su cercanía al ferrocarril y al
puerto de San Sebastián le facilitaba la comercialización de sus productos.
La gran empresa de La Esperanza, con origen muy modesto y
cerca del pequeño molino de Añorga Txiki, fue fundada en 1856 por José María
Rezola y Gastañaga. Contaba con cinco hornos continúos para la calcinación de
la piedra y ocupaba en aquel entonces a unos 20 operarios. Los inicios, a partir
de una rueda hidraúlica que accionaba un par de muelas verticales para triturar
el material calcinado en la cantera de margas cercana, quedó atrás con la
instalación en 1883 de cuatro molinos horizontales, una trituradora y varios
cedazos. El material de la cantera, situada a un kilómetro del centro
productivo, empezó a transportarse por vía férrea con tracción animal. En
1900 se convierte en sociedad en comandita, Hijos de J.M. de Rezola y Cía., en
la que además de los hermanos Rezola Olasagasti fueron socios José Loidi, J.
Ituarte, J. Irastorza, M. Larrañaga, M. Lizarriturry y J. Rezola.
La ampliación de socios y de capital permitió la creación,
en 1901, de la nueva fábrica de portland en el lugar donde se encuentra en la
actualidad y conocido por Añorga Aundi. Al principio toda la maquinaría se
accionaba con vapor pero en 1902 se introducen motores eléctricos, pasando a
ser la primera empresa abonada a Hidroeléctrica Ibérica de Leizarán e incluso
a crear en 1909 un salto propio en Goizueta (Navarra) y, posteriormente, una
central termoeléctrica en Ergobia que conectaría con la línea de Goizueta. La
creación de nuevas infraestructuras continúa con la implantación de un
estación de ferrocarril en Añorga, la modificación de las vías férreas
interiores y exteriores con 1 m. de ancho, la adquisición de locomotoras y
barcos propios, etc. Las dimensiones que estaba adquiriendo este centro
productivo llevó a la creación, a principios del siglo XX, de una colonia
industrial, que ha dado lugar al actual barrio de Añorga (barriada de casas
para los obreros, chalets del grupo de Ntra. Sra. del Carmen (1920), iglesia
(1905), economato, escuela de enseñanza, una caja de previsión de empleados y
obreros, etc.
En 1906 esta empresa junto con Asland y Portland formaron la
Unión de Fabricantes con el fin de no hacerse la competencia. En 1929 se
constituye en sociedad anónima, adquiriendo la actual denominación de Cementos
Rezola S.A. y la admisión de nuevos socios y las consiguientes ampliaciones de
capital. En 1951, y por motivos fiscales, se traslada su domicilio social a
Madrid, igual que muchas otras empresas vascas, hasta retornar nuevamente a la
capital guipuzcoana en el año 1964. El crecimiento que estaba adquiriendo esta
empresa se enmarca dentro de un contexto de gran demanda de cemento artificial
por parte, principalmente, de las construcciones hidroeléctricas y de las obras
públicas. En la década de los sesenta su potencia económica le permite
absorber otras empresas como Ciurrena S.A. (1967), la Sociedad Cementos Alberdi
(1976), etc. y la creación de otras como la fábrica de Arrona (Zestoa) en
1967. En la actualidad, y tras pasar por momentos de serios problemas
económicos, este establecimiento continúa abierto y funcionando en el barrio
de Añorga de San Sebastián, junto a la N-1.
Otras empresas que se crearon y ligadas a la actividad
extractiva en su conjunto fueron Ubarrechena Hnos y Cía en 1895, con el fin de
constituir una fábrica en Hernani que explotase una cantera ubicada en el
término municipal de San Sebastián; la Compañía de Asfaltos de Maeztu, que
se creó en 1891 con capital mayoritariamente donostiarra y que adquirió un
gran crecimiento a partir de la década de los cincuenta; la fábrica de cal
emplazada en el barrio de Alza, junto al molino Errotazar, y de cuya existencia
ya se tiene referencia en el año 1860; La Prudencia S.A. en 1881, para explotar
minas en León y Asturias; La Franco Española en 1893, con el fin de aprovechar
los yacimientos mineros en Lesaka; Orbe y Hériz en 1898 para las minas de
Oiartzun; Juan Sansinenea y Cía en 1899; etc. A principios del siglo XX se
registra una expansión que, en opinión de M. Gárate y J. Martín, fue más
aparente que real ya que las inversiones realizadas, mayoritariamente foráneas
(franceses, belgas, madrileños, etc.) estaban atraídas por las ventajas
fiscales del conjunto de Guipúzcoa, por lo que carecieron de continuidad. En la
década de los años veinte estos capitales foráneos estaban dedicados a la
búsqueda y explotación de registros petrolíferos. A finales del siglo XX son
escasas las empresas ligadas a la actividad extractiva destacando, además de
Cementos Rezola S.A., Perforaciones Laka S.A. que se dedica a la extracción de
minerales no metálicos.
Con relación a la producción y distribución energética
hay que indicar la presencia de establecimientos ligados a la producción de gas
y de electricidad como la Empresa del Alumbrado del Gas de San Sebastián,
creada bajo la iniciativa de Brunet y Cía y de otros socios como A. Gorostidi,
F. Egaña y G. Manterola, con el fin de suministrar gas y electricidad con
destino al alumbrado público y privado de la ciudad de San Sebastián
En otras iniciativas empresariales en el sector eléctrico
participaron capitales donostiarras (en muchas ocasiones comerciantes que
diversificaron su inversión hacia otros sectores) orientados hacia la
obtención de energía eléctrica, aunque no ubicados en su totalidad en la
capital, como la Compañía Eléctrica de San Sebastián (1890), Compañía
Eléctrica del Urumea S.A. (1895), Electra-Vasconia S.A. (1895), Manterola y
Compañía (1898), Compañía Electro Química Ibérica S.A., etc. En la década
de 1920, y en opinión de M. Gárate y J. Martín, el sector eléctrico registra
un importante crecimiento destacando la creación de filiales por parte de las
dos primeras compañías eléctricas mencionadas siendo absorbida en 1959 una de
ellas, Hidraúlica de Sumbilla, por Eléctrica del Urumea. A estas se unen otras
como la Electra de Berchín, Distribuidora Eléctrica Guipuzcoana, Electra de
Aritzacun, etc. A finales del del siglo XX dos empresas que se dedican a la
Fabricación-Producción y Distribución de Gas y Energía Eléctrica: la
delegación de Guipúzcoa de IBERDROLA (500 empleados) y (DONOSTIGAS s.a.), que
dispone de medio centenar de empleados,.
El témino municipal donostiarra, a diferencia del conjunto
del territorio histórico guipuzcoano, no conoce un desarrollo incipiente de la
actividad Metalúrgica y Fabricación de Productos Metálicos aunque si se tiene
conocimiento de la participación de donostiarras en empresas de este tipo (caso
de R. Machimbarrena, R. Usabiaga, B. Jamar, etc. que se asocian a madrileños
para crear La Maquinística Guipuzcoana de Beasain en el año 1892, antecedente
de la actual C.A.F.). Hay que esperar hasta la década de los veinte para
observar la implantación de algunos establecimientos metalúrgicos como
Elgorriaga S.A. en el año 1918 y la Fábrica de Contadores de Agua Delaunet-Duñabeitia
S.A. que aunque existía a finales del XIX, fundada en 1884, es en 1928 cuando
se consolida realmente en la fabricación de contadores de agua, grifería,
tornillería, etc. Cerca de mediados del siglo XX la sociedad Industrias
Españolas S.A., que traslada su sede a Madrid, absorbe a las dos empresas
anteriormente mencionadas, Elgorriaga y Contadores de Agua de Delaunet, hasta
que establece de nuevo su sede en San Sebastián en 1967. A finales del siglo XX
han desaparecido estos dos centros productivos, señalando que en la fábrica de
la antigua firma de Contadores de Agua de Delaunet en Bidebieta se ha
establecido un Centro de Empresas (1996) que acoge un total de 13 empresas de
nueva creación, con un empleo en torno a las 40 personas, ligadas a actividades
tan diversas que van desde el reciclaje al diseño gráfico e industrial,
servicio de transporte de carga ligera y prevención de riesgos laborales.
A finales del siglo XX son diversos los talleres dedicados a
la Fabricación de Productos Metálicos en distintos polígonos industriales de
Martutene, Molinao, Herrera, etc. tales como como Impresión en Aluminio S.A. (Impalsa);
Construcciones Metálicas Fonher S.A.; Metalúrgicas Teran S.L.; Gamma
Decoletaje S.A. Construcciones Metálicas Mendia y Murua S.A.; Suguz S.L.; y
muchos talleres más con menos de 12 empleados. Orientadas a la metalurgía
apenas hay pequeños talleres en el polígono de Martutene como Corte de Tubo
S.A. (Cortusa), Perfiles y Tubos de Aluminio S.A. (Pertusa).
En el año 1942, destaca la creación de la empresa Ramón
Vizcaino S.A. para la reparación y explotación de maquinaría frigorífica.
Con dos centros productivos, uno en San Sebastián (Barrio de Herrera) y otro en
Oiartzun, se encuentra con serios problemas de viabilidad a principios de los
años noventa. Otros establecimientos que se crearon en esta época fueron
Electromecánica Otiz-Abellán S.A. (1948), Talleres Otaegui y Ruiz S.A. (1957),
etc.
A finales del siglo XX las empresas orientadas a la
Construcción de Maquinaría y Equipo Mecánico son también de pequeño tamaño
aunque algunas de ellas adquieren un tamaño mediano como, además de Ramón
Vizcaino S.A., Goimendi S.A.; Zardoya Otis S.A. (Zosa); Vizdürr S.A.; Norfrio
S.A.; Aircontrol S.A.; Ulahi S.A.; Ascensores Muguerza S.A.; Centralair S.A.;
Productos Asteca S.A.; etc. Dedicadas a la Maquinaría y Material eléctrico
están Oasa Savoisienne Española S.A. en Rekalde; Elektra S.A. en Martutene;
etc. y en Fabricación de Material Electrónico destaca Angel Iglesias S.A (Ikusi)
implantada en el barrio de Martutene y con cerca de tres centenas de
trabajadores; en fabricación de máquinas de oficinas y equipos informáticos
está Electrónica y Técnicos Consultores S.A. en el barrio de Igara.
También es de mencionar el sector editorial, que a mediados
del siglo XIX y en palabras de P. Madoz "...San Sebastián estaba a mucha
altura desde época bastante remota". En este sentido cabe señalar la
creación de la Editorial Saturnino Calleja S.A. en los años veinte, de la mano
de E. Vega de Seoane, F. Nerecán y de R. y S. Calleja; de Documentos Transkrit,
por parte de la familia Nerecan, y de la Sociedad Vascongada de Publicaciones,
ambas en la década de los treinta y esta última para la publicación,
administración y explotación de todo género de negocio de imprenta, edición
de revistas, libros, periódicos, etc. A finales de la década de los noventa la
Sociedad Vascongada de Publicaciones S.A., con sede en el barrio de Igara, es
quien edita el periódico El Diario Vasco. En las siguientes décadas se crean
otros establecimientos ligados a las artes gráficas-imprenta destacando el caso
de Impresión de Aluminio S.A. (Impalsa) en el barrio de Herrera en el año 1962
por parte de la familia Nerecán. A las mencionadas hay que añadir, a finales
del siglo XX, Eman S.A. Industrias Gráficas, Egunkaria S.A., Euskal Liburu Ta
Kantuen Argitaldaria S.L. (Elkar S.L.), Fotolitos Ernio S.L., Imprenta
Diputación Foral de Guipúzcoa, Gráficas Michelena, etc., todos ellos
dispersos por los distintos polígonos de Rekalde, Herrera, Igara, etc. Este
tipo de actividad ha estado muy implantado durante muchas décadas en las
plantas bajas y sótanos de los edificios del barrio de Gros .
En el campo de los Seguros hay que destacar la creación de
la Compañía Vascongada de Seguros y Reaseguros, impulsada en origen por el
director de la entidad suiza La Baloise junto a varios donostiarras, S. Carrera,
f. Carasa, F. Cilveti, A. Lacort, A. Peña y J.J. Prado, y un tolosarra, R. Ruiz
de Arcaute, y que actualmente continúa asentada en la ciudad.
En el área de la Transferencia Tecnológica destaca la
creación en 1962 en el barrio de Igara del centro Inasmet (Centro Tecnológico
de Materiales) que pertenece a la Red de Centros Tecnológicos de la Comunidad
Autonóma Vasca (E.I.T.E.).
Y, finalmente, el sector de la Construcción que ha estado
muy ligado desde finales del siglo XIX a la función turística de esta ciudad
siendo de destacar la presencia del Banco de Madrid con la promoción, en 1888,
de la Sociedad Inmobiliaria de San Sebastián con el fin de explotar y vender
los solares situados en esta ciudad; la Compañía de Construcciones
Hidraúlicas y Civiles en 1915 dedicada a la construcción de carreteres,
pantanos, muelles, etc.; Construcciones Luis Olasagasti S.A. en 1919 que se
fusionó con Carpintería Metálica La Fe en 1921; entre otras. La época dorada
de este sector, además de la de comienzos del siglo XX, hay que situarlo
tambíén en la década de los años cincuenta a los setenta, coincidiendo con
una época coyuntural de gran crecimiento económico y con la afluencia de un
gran contingente de inmigrantes que demandaban vivienda y servicios. En los
años ochenta la actividad constructora registró una caída importante (se
construyó poco en la ciudad) para recuperar cierto dinamismo a partir de
comienzos de los noventa. A finales de este siglo son numerosas las empresas de
estas características implantadas en la capital como Construcciones Moyua S.A.;
Construcciones Murias S.A.; Servicios de Mantenimiento Integral S.A. (Sormen);
Suministros y Montajes del Norte S.A.L.; Construcciones Brues; etc.
A lo largo de la década de los ochenta y noventa del siglo
XX la problemática de suelo ha obligado a implementar diferentes políticas de
actuación pública, tanto en el campo del planeamiento urbano como en la
gestión y promoción industrial. Esta problemática junto a la inadecuada
ubicación de algunos establecimientos industriales y la necesidad de atraer
inversiones ha llevado a San Sebastián hacia la reordenación de la actividad
industrial en y hacia los espacios periféricos, el posicionamiento frente a las
áreas marginales, la reutilización de antiguos pabellones industriales en
desuso, la promoción de nuevas zonas para empresas de tecnología avanzada,
etc.
Las zonas industriales consolidadas en San Sebastián se
localizan principalmente en el barrio de Loiola, Martutene, Igara, Rekalde,
Añorga, Herrera, etc, y otros antiguos espacios como Venta Berri han
desaparecido ante la presión del uso residencial. Paralelamente, áreas
tradicionales de talleres (venta y exposición de coches, imprenta, etc.) como
el barrio de Gros se abandonan y canalizan estos talleres hacia los polígonos
industriales que se localizan en la periferia de la ciudad al no consolidarse
este uso en las áreas centrales. Actuaciones como la referenciada anteriormente
en el antiguo edificio de Contadores se han llevado a cabo también en el
anterior edificio de Jareño al rehabilitarlo en Casa de Cultura de Egia.
El Avance del Plan Territorial Sectorial para Actividades
Económicas de la Comunidad Autónoma Vasca, de principios de los noventa,
estableció como Zona Preferente de Actividad Logística el corredor Irún-Donostia-San
Sebastián-Andoain, ámbito de influencia de los grandes ejes de comunicación
de salida desde la Península hacia Francia y el Puerto de Pasajes. Asi mismo,
presenta a la capital guipuzcoana, como otras tantas localidades y áreas dentro
del Área Funcional de Donostia-San Sebastián, con el calificativo de Área
Estratégica, zona de desarrollo económico preferente al contar con reservas de
suelo en lugares estratégicos dentro de los principales corredores económicos.
Como nuevos espacios productivos, y promovidos desde el Plan
General de 1995, hay que subrayar la creación del Parque Tecnológico de
Miramón, emplazado en la finca del mismo nombre que tiene una extensión de 130
Ha. La Sociedad Parque Tecnológico de San Sebastián, que gestiona el Parque,
fue constituida a principios de 1994 por la SPRI (51%), la Caja de Ahorros
Gipuzkoa-San Sebastián (25%), la Diputación Foral de Guipúzcoa (19%) y el
Ayuntamiento de San Sebastián (5%). Miramón se concibe en una idea mixta de
Parque Tecnológico (116.000 m2); Parque Residencial (103.000 m2), con un
desarrollo de baja densidad edificatoria; y Parque Natural (650.000 m2).
El Parque Tecnológico está destinado a acoger empresas de
alta tecnología y centros y laboratorios de I+D, siendo de gran interés las
áreas de electrónica, informática, telecomunicaciones, control y automática
industrial, materiales avanzados, tecnologías del medio ambiente y terciario
avanzado. Además de estar ubicado en un entorno privilegiado, está bien
comunicado y próximo al Campus Universitario y a los Centros Tecnológicos. En
el área de telecomunicaciones cuenta con redes telefónicas, telex, líneas y
redes de transmisión de datos, etc.
En 1997 finalizó la construcción del primer núcleo
edificatorio del Parque, un total de 10.000 m2 integrado por el Edificio Central
de 4.000 m2 (oficinas y servicios centrales de la Sociedad, auditorio, diversas
salas, hall de exposiciones, servicios telemáticos avanzados, cafetería,
restaurante y parking subterráneo) y cinco Edificios Empresariales, de
carácter modular y con servicios complementarios y telemáticos avanzados y
parking subterráneo, que computan 6.000 m2. La capacidad edificatoria del
Parque Tecnológico asciende a 90.000 m2 de techo, de los que 25.000 m2 se
preveen sean construidos por la Sociedad Gestora del Parque para ser alquilados
o vendidos, quedando los 65.000 m2 restantes distribuidos en diversas parcelas
urbanizadas con destino a la venta.
Entre las primeras empresas implantadas en el Parque destacan
Ibermática (implantada en la década de los años setenta), Adegui, Elkargi, el
Centro de Innovación Tecnológica del Medio Ambiente (constituido por los
Centros Tecnológicos de Gaiker, Inasmet, Labein y Leia), etc.
En lo que respecta al Parque Empresarial de Zuatsu, que está
ubicado en Ibaeta, junto al Campus Universitario, la N-I y la autopista A-8,
está participado por la SPRI al 51% y la Diputación Foral de Guipúzcoa y el
Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián al 24,5% respectivamente. La concepción
de este Parque es la de promocionar, consolidar y crear pequeñas y medianas
empresas innovadoras en el sector industrial y de servicios, no teniendo cabida
la industria pesada. Se concibe como un espacio productivo complementario a Miramón y es un modelo intermedio entre la concepción del modelo de
Industrialdea y la de Parque Tecnológico.
Este Parque Empresarial contará con 139.000 m2 de los que
58.335 m2 corresponderán a instalaciones industriales de tecnología
innovadora; 10.800 m2 de Centro de Exposiciones; y 6.000 m2 de Centro de
Exposiciones (lugar para organizar convenciones y ferias). El resto de la
superficie corresponde a zonas verdes y aparcamientos (1.100 plazas
subterráneas y 556 en superficie).
Los dos primeros edificios terminados a finales de 1997
(11.500 m2), continuandose con la construcción de diversos edificios hasta el
año 2003.
5.5.2.4 ESTRUCTURA INDUSTRIAL.
San Sebastián concentra el 15,6% de los establecimientos
industriales guipuzcoanos (en 1978 era el 16,9%) y el 8,2% del empleo industrial
de su territorio histórico (en 1978 era del 10,9%) cuando posee el 26,6% de la
población guipuzcoana. Por otro lado, estas cifras contrastan notablemente con
la ocupación en el sector industrial de los donostiarras que es del 23,1%
frente a la de los guipuzcoanos que es del 38,7%.
Según fuentes del EUSTAT, los establecimientos industriales
de San Sebastián ascendían en el año 1995 a 859, generando un empleo de 6.041
trabajadores. Respecto al Censo Industrial de España de 1978 elaborado por el
INE se ha registrado una pérdida de la mitad de los empleos (en 1978 el empleo
industrial censado era de 12.137), pérdida generaliza por subsectores aunque
localizados preferentemente en los dedicados a Alimentación y Química de
Consumo Final. En el conjunto de Guipúzcoa los subsectores dedicados a la
Fabricación de Productos Metálicos y a la Producción y Primera
Transformación de Metales son los que han tenido las pérdidas más
significativas de empleo frente al de Energía y Agua que ha sido uno de los
pocos que ha incrementado el empleo.
La media empleo/establecimiento ha descendido al pasar de
20,2 en 1978 a 7,03 en 1995, constatándose de esta manera un empequeñecimiento
del tamaño de los establecimientos industriales, similar al detectado por el
T.H. de Guipúzcoa que de 31,2 de mediados de los setenta ha descendido a 13,3
dos décadas más tarde. Curiosamente se ha producido un incremento del número
de establecimientos en más de dos centenas, lo que refuerza lo señalado en el
sentido que ha registrado un empequeñecimiento de los establecimientos
industriales (en 1978 eran 600), siendo de reseñar que en la década de los
noventa no queda en el barrio de El Antiguo ninguna de las grandes empresas
industriales que estaban emplazadas en esta zona desde principios de siglo.
Los establecimientos industriales asentados en el municipio,
además de ser de pequeño tamaño, también se caracterizan por su gran
diversidad, aspecto que tradicionalmente ha venido asociado a la industria
guipuzcoana a diferencia de la vizcaina. No obstante, y si se efectúa un
análisis algo más pormenorizado, se detecta que hay ramas de actividad que
están más implantadas que otras como es el caso del Papel y las Artes
Gráficas (una sexta parte), Textil y Confección (10%), Ingeniería Mecánica
(9,2%), Muebles (9,1%), Madera (6,8%), Material de Precisión y Oficina (5,3%),
Construcción Metálica (5,1%), Pan y Molinería (4,5%) y Artículos Metálicos
(3,2%). La rama del Papel y Artes Gráficas junto a los dedicados a la
Fabricación de Productos Metálicos, Maquinaría-Equipo Mecánico y
Textil-Confección-Cuero-Calzado han registrado un incremento significativo en
el período de 1978 a 1995.
En Guipúzcoa, y tal y como se observa en el gráfico
adjunto, se aprecia una amplia presencia de los establecimientos dedicados a los
Artículos Metálicos (21,5%), Construcción Metálica-Forja-Estampación
(11,2%), Maquinaría y Equipo Mecánico (10,4%), Alimentación-Bebidas-Tabaco
(8,4%), Papel-Artes Gráficas (8,3%), Madera (6,5%) y Muebles (6,3%).
Como ya se viene indicando, el tamaño de estos
establecimientos es pequeño, tal y como queda reflejado en el siguiente
gráfico, ya que casi un 90% de los establecimientos tienen menos de 10 empleos;
un 6,3% tienen de 10 a 19 empleos y un 2,3% de 20 a 49 empleos.
En cuanto a la distribución del empleo industrial se
detecta, igualmente, que está bastante diversificado en las ramas de actividad
de Alimentación-Bebidas-Tabaco (16% del empleo industrial que genera San
Sebastián), Papel y Artes Gráficas (12,3%), Maquinaría y Material Eléctrico
(12,1%), Maquinaría No Eléctrica (9,3%), Energía y Agua (9%) y Construcción
Metálica (8,8%).
En lo que respecta al sector de la construcción cabe decir
que con grandes fluctuaciones a lo largo del siglo XX dependiendo de la
situación coyuntural, cuenta con 1.244 establecimientos que generan 4.479
empleos lo que representa una media de 3,6 empleos/establecimiento, media que
está por encima de la de Guipúzcoa que es de 2,8 en el año 1995. En esta
ciudad se concentra casi el 29% del empleo guipuzcoano de la construcción y el
23% de los correspondientes establecimientos.
5.5.3 ACTIVIDAD TERCIARIA O SERVICIOS
Desde su fundación San Sebastián ha sido una ciudad
comercial. En efecto, ventajas como la exención del pago de tributos por las
mercancías, del pago de los derechos de paso e impuestos para las naves, del
disfrute de pastos, bosques y aguas de las tierras reales, etc., otorgadas por
dicha Carta Puebla y recogidas en el "Fuero de los Francos", junto con
otra serie de prebendas, en su mayoría liberaciones de impuestos (lezda,
portazgo, diezmo, rediezmo, peaje, etc.) que distintos Reyes (Sancho IV el
Bravo, Alfonso XI el Justiciero, Pedro I el Cruel, etc.) otorgaron a San
Sebastián favorecieron su florecimiento comercial. Así, el puerto de San
Sebastián que, contaba ya con una lonja en 1477, constituyó desde antaño un
importante eje comercial, favorecido por la aprobación en 1489 por parte de los
Reyes Católicos de las Ordenanzas de la Cofradía de marinos Santa Catalina,
las cuales fueron posteriormente revalidadas por su nieto Carlos I en 1539.
Entre sus atribuciones estaban la de regir y conservar el muelle, pudiendo para
ello proceder a la cobranza de impuestos.
El comercio lanero (lanas castellanas, navarras y aragonesas)
constituía uno de los principales negocios. El sistema comercial giraba, como
el de Bilbao, en torno a Vitoria, a donde llegaban en carretas las lanas
castellanas, las cuales, posteriormente y tras pagar los derechos aduaneros,
eran transportadas hacia San Sebastián a lomos de caballerías, ejecutándose
los retornos de la misma forma. Sin embargo, la mejor estructura comercial de
Bilbao unida al permiso obtenido en 1685 para la apertura por la Peña de
Orduña de un camino para el tránsito de carros que garantizara el paso directo
de lanas desde Burgos a Bilbao y de retornos hacia Castilla, junto con la
competencia del puerto de Bayona (los labortanos desviaron por el Pirineo el
comercio de lanas navarras y aragonesas) supusieron el inicio de la crisis
comercial de San Sebastián en la segunda mitad del s. XVII.
En 1680, la preocupación de la ciudad por su decadencia
comercial era tal que se pusieron en marcha una serie de estrategias para dar un
giro a la situación. Por ello y además de una vía de comunicación para
asegurar el tránsito de carros desde la capital alavesa hasta San Sebastián y
otra serie de actuaciones concretas (disminución del contrabando en el puerto
de Bilbao, etc.), se planteó la creación de una asociación de comerciantes
que, con mayores atribuciones de la ya existente Cofradía de Santa Catalina y
con una mayor organización y capacidad de control y menores presiones, fuera
capaz de mantener y potenciar el comercio de la ciudad. Nació así el Consulado
de San Sebastián, cuya creación y Ordenanzas fueron aprobadas por el Rey
Carlos II el 19 de septiembre de 1682, siendo el 13 de noviembre cuando la
Diputación de Guipúzcoa dio uso a la Cédula de creación del Consulado y a
sus Ordenanzas, con excepción de la 24 que, según los informes realizados por
varios abogados, se oponía a la libertad de comercio y podía provocar graves
problemas de competencias. Tras sucesivos conflictos, esfuerzos para el
establecimiento de acuerdos con Alava y Aragón e intentos de potenciar el
comercio con Indias, a través de conseguir el monopolio del comercio del hierro
así como de acabar con el monopolio andaluz existente, San Sebastián
continuaba la lucha por recuperar su esplendor comercial y en particular por
abrir una vía de comercio directo con América.
Todo ello, unido al espíritu comerciante de los
donostiarras, dio lugar al nacimiento de la Real Compañía Guipuzcoana de
Caracas. Dicha compañía inició su andadura el 17 de noviembre de 1728, siendo
en junio de 1729 cuando el Rey comunicó a los guipuzcoanos su intención de
participar como socio en la misma, si bien existía obligación de que sus naves
pasaran por Cádiz para el control fiscal. Unos años más tarde y a la sombra
de esta compañía se creó también la Compañía de Ballenas, la cual, a pesar
de los armamentos, pertrechos, etc. que le proporcionaba sin interés alguno la
de Caracas, no pudo subsistir, de tal forma que en los años 60 tuvo lugar su
desaparición.
La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas centraba su
actividad en importaciones de productos tales como cacao, tabaco y cuero, etc.,
mientras las exportaciones tenían como un referente fundamental las armas. De
hecho, en 1735, se asignó a la Compañía el Asiento de armas de las Reales
Fábricas de Guipúzcoa (armas de fuego de Soraluze, armas blancas de Tolosa).
Sin embargo, y a pesar de su esplendor, la Compañía trasladó en 1751 su sede
principal a Madrid. La estampa de San Sebastián en dicha época, tal como
refleja en su descripción de 1761 D. Joaquín Ordoñez, mostraba su carácter
comercial: "Hay muchas tiendas de comestibles... donde por Quintales se
vende el tabaco de hoja y polvo, azúcar, canela, cacao... y de todos estos
géneros por menor hay una sola tienda... pues apenas hay casa donde no se vende
algo". Así y durante toda su vida (1728-1785), la Compañía de Caracas
fue punto de encuentro de capitales, negocios mercantiles y factores de
producción, siendo la razón económica y el sustento de buena parte de la
población donostiarra. Su desaparición estuvo ligada a la aparición de otra
Compañía mercantil, la Compañía de Filipinas, a la cual, y desaparecido el
privilegio de exclusividad que le mantuvo con ventaja en el espacio caraqueño,
pasaron capital, acciones y accionistas de la de Caracas. Sin embargo, el éxito
de la Compañía de Filipinas fue escaso y estuvo marcado por los avatares de la
época, de tal forma que su vida fue de apenas cuatro décadas (finales del s.
XVIII-comienzos del XIX).
A comienzos del S. XIX la situación del comercio donostiarra
era verdaderamente crítica, y fue agravada por el incendio ocurrido en 1813 y
sus graves consecuencias. San Sebastián se encontró entonces en una verdadera
encrucijada que sólo fue resuelta bien entrada la segunda mitad del siglo
(1860). Así, la concesión a San Sebastián de la capitalidad de Guipúzcoa
(1854), los proyectos de reconstrucción y renovación de la fisonomía y
estructura urbana de la ciudad, unidos al auge del turismo, a su consideración
de capital veraniega del Estado y a la residencia en ella de algunos
capitalistas de cierto relieve, permitieron que la ciudad se configurara como
principal promotor de la industrialización guipuzcoana, fraguando un cambio
definitivo en la vida económica de la ciudad, que inicia una nueva etapa en la
que se afirmaban las actividades del sector terciario y, con ellas, el comercio.
De hecho y gracias al apoyo de los grandes comerciantes de la
época (Brunet, Quehaille, Laffite, Serres Hnos., Lizasoain, etc.), la ciudad
siguió siendo un importante eje comercial. Los grandes intercambios comerciales
se centraban en tres ámbitos geográficos diferenciados. El comercio americano
(azúcar, cacao, algodón, tabaco, canela, cuero, etc.) continuó, siendo
Caracas, Guayaquil, La Guaira, Lima y algunos puertos del sur de los Estados
Unidos los destinos más habituales de las relaciones económicas donostiarras,
a las que habría que añadir el comercio con Filipinas (básicamente especias).
Asimismo, el comercio europeo (textiles, encajes de hilo,
pañuelos de cachemir, terciopelo, etc.) y las relaciones mercantiles de San
Sebastián con Europa fueron prolíficas en esta época, siendo Francia uno de
los países que ocupó una situación privilegiada (puertos de Bayona y
Burdeos), aunque la ciudad también realizaba operaciones mercantiles con otras
ciudades europeas como Lisboa, Nantes, Le Havre, París, Amsterdam, Amberes,
Rotterdam, Hamburgo, Plymouth, etc.
El comercio peninsular no sufrió cambios significativos en
relación al siglo anterior, existiendo un importante tráfico mercantil con
Navarra, Cádiz, Barcelona, Madrid, La Coruña, Santander, Aragón, etc., siendo
los productos objeto de comercio granos, carnes, materiales, sal, etc. A este
comercio se añaden otra serie de actividades como la construcción de edificios
y compraventa y arrendamiento de terrenos, viviendas y locales comerciales.
En cuanto a los pequeños comerciantes, su actividad no
difería notablemente de la de los grandes, estando dedicados masivamente al
tráfico colonial, además de que muchos de ellos actuaban como apoderados de
comerciantes extranjeros o peninsulares. Las mercancías eran básicamente las
mismas que las del comercio a gran escala, si bien había una mayor
diversificación (sardinas y grasa traídas de las costas gallegas, madera,
textiles, cemento, carne, vino, legumbres, bacalao, licores, sidras, etc.) en
torno a los cuales se crearon pequeños establecimientos comerciales. Fueron
estos los que más afectados se vieron por el incendio de la ciudad y la
conmoción del tráfico mercantil ligada al mismo, de manera que muchos de
ellos, los más débiles, se endeudaron e incluso se arruinaron para poder
salvar la situación. Por el contrario, otros prosperaron rápidamente en
paralelo al auge turístico que, como veremos, contribuyó significativamente al
desarrollo el comercio.
Así configurada y con un crecimiento demográfico muy
significativo, a partir especialmente de 1841, San Sebastián centra buena parte
de su actividad económica en torno al comercio. En la mayoría de los casos se
trata de pequeños establecimientos comerciales, muchos de ellos negocios de
tipo familiar, que abarcan todas las ramas comerciales de actividad
(alimentación, bebidas y tabaco; textil, confección, calzado y cuero;
droguería, perfumería y farmacia, etc.). Las grandes superficies no han
ocupado, por el contrario, un lugar significativo en el comercio donostiarra
hasta finales del siglo XX.
La banca donostiarra se configuró definitivamente en la
segunda mitad del s. XIX, si bien sus orígenes se remontan, un siglo atrás, a
la época en la que se establecieron en San Sebastián los hijos de D. Francisco
Manuel Brunet y Casulleras: D. Manuel, fruto de su primer matrimonio con Dª
Raimunda Tudó y D. José y D. Francisco, nacidos de su matrimonio con Dª
María Teresa Segura. Procedentes de Copons (Barcelona), su ciudad natal, los
tres hermanos se introdujeron en los negocios mercantiles de la ciudad, creando
la sociedad de comercio-banca "Manuel Brunet y Cía". Dicha sociedad
se dedicó a las actividades propias de una banca, participando en toda una
serie de operaciones mercantiles y comerciales, destacando de entre ellas el
comercio de ultramar. En efecto, por sus peculiaridades aduaneras y
geográficas, el puerto de San Sebastián era un importante eje comercial entre
Europa y América, al cual llegaban los géneros europeos para enlazar
posteriormente con Venezuela (eje comercial tradicional en el s. XVIII) y con
Cuba, así como con otros puertos españoles (Bilbao, Santander, La Coruña,
Cádiz, etc.) y una serie de puntos del interior (Pamplona, Madrid, Valladolid,
etc.).
Esta sociedad se escindió en 1800. Manuel, el hermano mayor,
continuó sus actividades con la sociedad primitiva. Sus dos hermanastros
constituyeron en 1801 la sociedad José y Francisco Brunet, la cual fue
especialmente próspera, sufriendo posteriormente una serie de modificaciones,
con cambios de denominación y de razón social (José Brunet y Cía en 1889;
Brunet y Cía posteriormente) hasta su desaparición en agosto de 1951 debido a
su absorción por el Banco Zaragozano.
Dicha sociedad, restringida exclusivamente al ámbito
familiar, operó desde San Sebastián, si bien y como consecuencia de las
dificultades comerciales del puerto de San Sebastián durante la guerra
napoleónica, trasladó temporalmente sus oficinas centrales al puerto vizcaíno
de Lequeitio. A su regreso a San Sebastián, la sociedad centró su actividad en
torno a la industria (venta de tejidos), la banca (operaciones de banca,
depósito, cuentas corrientes, etc.) y la especulación (compra y venta de
bienes muebles e inmuebles).
Sin embargo y como ya se ha mencionado, la verdadera
articulación del sistema bancario de San Sebastián, al igual que el del resto
de Guipúzcoa y de todo el Estado español, tuvo lugar a partir de 1898. El
sector bancario español inició entonces una importante reconstrucción,
motivada por diversos acontecimientos con notables repercusiones para las
instituciones financieras. Por una parte, la revisión económico-financiera
llevada a cabo por el Ministro Fernández Villaverde (estabilización Villaverde,
1899-1901), la cual supuso la paralización de los incrementos en la
circulación fiduciaria, la supresión de los "déficits"
presupuestarios crónicos y el incremento de la intervención estatal sobre el
Banco de España. Por otra, la pérdida de los últimos reductos coloniales
españoles, ligada a los cuales y a pesar de la pérdida de mercado de sectores
industriales como el textil tuvo lugar una importante afluencia de capitales
repatriados y con ellos una fuerte expansión económica en determinados
sectores de actividad. De hecho, fue precisamente en dicha época cuando se
crearon en el País Vasco un importante número de empresas.
Estos acontecimientos motivaron por una lado, la decadencia
de la banca catalana (Banco Hispano-colonial, etc.) y, por otro, el auge de la
banca mixta de Madrid y del Norte, destacando especialmente Bilbao y San
Sebastián, ciudad esta última en la que tal como señalan P. Martín y M.
Gárate (1994) la prosperidad de las instituciones financieras estuvo apoyada
por un factor adicional: el binomio Corte-turismo. Fue dentro de este marco
económico general cuando se fundaron en San Sebastián las principales
entidades de ahorro. Así queda reflejado en el Álbum Gráfico Descriptivo
(Tomo Guipúzcoa), según el cual San Sebastián era ya en 1914 sede de
numerosas entidades financieras: "Pocas ciudades pueden envanecerse de
tantos establecimientos de crédito y tan admirablemente montados y dirigidos
como los que tiene San Sebastián, íntimamente ligada su existencia con la vida
y el progreso económico del país".
En lo que se refiere a las iniciativas públicas y siguiendo
su orden cronológico de creación, la primera entidad de la ciudad fue la Caja
de Ahorros Municipal de San Sebastián. Con dos intentos frustrados de creación
en 1844 y 1852, su fundación obedeció a un acuerdo del Ayuntamiento (20 de
febrero de 1878) en el que, siendo Alcalde D. José Mª Insausti y a propuesta
del concejal Sr. Osácar, se acordó la creación de una Caja de Ahorros y Monte
de Piedad, en base a dos objetivos: "facilitar la colocación a pequeños
capitales (sección Caja de Ahorros)" y "salir al paso de necesidades
que las familias pobres satisfacen a costa de su ruina al pagar intereses
exorbitantes a los prestamistas que los exigen (sección Monte de Piedad)".
La primera Junta de Gobierno fue nombrada el 27 de febrero de 1879, tomando
posesión de sus cargos los miembros electos de la misma el 1 de marzo de ese
mismo año. El primer Alcalde-Presidente de la Entidad fue D. Juan Mª
Aguirrebengoa y la sesión inaugural de la sección Caja de Ahorros tuvo lugar
el 1 de abril de 1879, iniciándose sus primeras operaciones al público cinco
días después. La instauración del Monte de Piedad se pospuso hasta que la
Caja de Ahorros diera sus primeros frutos. Su apertura tuvo lugar el 4 de agosto
de 1879. Esta Entidad de Ahorro se fusionó con la Caja de Ahorros Provincial de
Guipúzcoa por un acuerdo de 20 de julio de 1989, el cual culminó con un Acto
de firma del Protocolo de Fusión, celebrado en el Palacio de Miramar, el 1 de
diciembre de 1990.
Fue posteriormente y en base al éxito de la Caja de Ahorros
Municipal, cuando surgió la idea de crear una nueva institución financiera
que, con características similares a la anterior, diera cobertura a toda la
provincia de Guipúzcoa. Así y con fecha uno de abril de 1895 D. Wenceslao
Orbea, Letrado de la Excma. Diputación Foral de Guipúzcoa, presentó una
moción solicitando que se accediera a la creación de la Caja de Ahorros
Provincial con el objetivo de "...estimular el ahorro ofreciendo a las
clases menesterosas el medio de hacer productivas sus economías..."
teniendo en cuenta además que la población de la provincia estaba
"...compuesta en gran parte de obreros fabriles y pescadores expuestos en
sus industrias y trabajos a bruscas oscilaciones y cambios...". De esta
forma y una vez la Caja tuviera sus fondos propios, "...procedentes del
ahorro del país entero", "...a él deberían volver bajo la forma de
beneficencia y obras de utilidad pública...". La propuesta fue enviada al
día siguiente por el entonces Presidente de la Diputación, D. Ramón María
Lilí, a la comisión de Hacienda, la cual emitió el dictamen favorable para su
creación el 19 de abril de ese mismo año. El reglamento y los estatutos de la
misma fueron aprobados el 7 de noviembre de 1895.
Una semana después quedó designada la primera Junta de
Gobierno, que estuvo compuesta por D. Ignacio Echaide, en calidad de Presidente,
y por 15 vocales, de los que cinco eran miembros natos por ser los Diputados de
la Comisión Provincial mientras los diez restantes eran algunos de los
Diputados de residencia en la capital así como hombres de negocios de la
ciudad. El acto de apertura de esta entidad pública de ahorro tuvo lugar el uno
de julio de 1896. La primera sede de sus oficinas centrales estaba localizada en
una habitación interior de la planta baja del Palacio de la Diputación. A
partir de estos primeros cimientos, la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa
fue creciendo y desarrollándose, viéndose obligada al traslado de sus oficinas
centrales al edificio anejo al Palacio de la Diputación, el cual se instalaron
en 1922 los servicios centrales de esta Caja.
Desde entonces y siempre bajo el objetivo básico de fomentar
el ahorro, las medidas y estrategias para que la población guipuzcoana adoptara
dicha práctica fueron diversas: Libretas Ordinarias, Caja de Retiros para la
Vejez y los Inválidos del Trabajo, Premios Extraordinarios, Sorteos, Libretas
Infantiles, Ahorro Domiciliario, Ahorro Escolar, Ahorro Obrero, así como toda
una serie de Obras Sociales (mejora de la condición femenina, apoyo al sector
agropecuario, protección de la infancia, etc.), las cuales siguen vivas hoy en
día tras su fusión el uno de diciembre de 1990 con la Caja de Ahorros
Municipal de San Sebastián, dando lugar a la Caja de Guipúzcoa y San
Sebastián, más conocida bajo el nombre de KUTXA. La misma continua en permanente esfuerzo no sólo por actualizar sus productos y servicios
para hacer frente a cualquier tipo de necesidad en el plano económico, sino
también en el cultural, benéfico y social. Bien es cierto que tanto la
sociedad como el mercado bancario han cambiado notablemente a lo largo de los
último decenios, de forma que el mantenimiento de las estrategias paternalistas
de las que estaban imbuidas antaño este tipo de instituciones se han hecho
incompatibles con los actuales usos y costumbres de la práctica bancaria
contemporánea.
En el año 2012, en el marco de la crisis económica y de la
reconversión general del sistema bancario español, la Caja de Ahorros de
Gipuzkoa y San Sebastián se une a la Bilbao-Bizkaia kutxa (que a su vez había
absorbido previamente a Cajasur) y a la alavesa "Caja Vital", para formar un
banco, denominado Kutxabank, que hereda la operatividad financiera del
conjunto de las Cajas de Ahorro que, de esta manera, conservan entidad propia y
mantienen sus respectivas obras sociales, nutridas con los beneficios
proporcionados por el banco del que son propietarias.
En cuanto a las iniciativas privadas, es preciso citar una
serie de sociedades de banca hoy día desaparecidas como la ya citada Brunet y
Cía., la casa de comercio Isaac León hijo mayor y hermano (1880), la Sociedad
mercantil A. Saralegui y Cía. (1881) (Saralegui y Lasquibar en 1888 y Saralegui
y Cía. en 1896), la Sociedad General para Explotaciones
Científico-Industriales de Piscicultura (1891) y la presencia de capitales
catalanes (Banco Hispano-colonial, Banco español de Seguros y Crédito S.A.,
Soler y Torra Hermanos), madrileños (Banco General de Madrid, Banco Español de
Crédito Exterior, Banco de Ávila) y bilbaínos (Banco de Vizcaya, Banco Vasco,
Banco Bilbaíno Popular, Banco de Bilbao), la mayor parte de los cuales han
desaparecido como tales en la actualidad, aunque algunos de ellos continúan su
actividad tras modificaciones en su denominación o tras sufrir complejos
procesos de fusión (Banco Bilbao Vizcaya Argentaria - BBVA). En algunos casos poseían
sucursales en San Sebastián y participaban en los negocios donostiarras.
Además, se crearon tres entidades privadas de gran
significación. La primera fue el Banco de San Sebastián. Creado al amparo de
la Ley Bancaria de 1856, sus estatutos y reglamento fueron aprobados el 15 de
junio de 1862. Sus operaciones se centraban en descontar, girar, prestar, llevar
cuentas corrientes, ejecutar cobranzas, recibir depósitos, etc. Este primitivo
Banco de Sebastián se fusionó posteriormente y tal como señalan con el Banco
de España.
El Banco de España, banco central estatal y el supervisor del
sistema bancario español, mantuvo una sucursal en San Sebastián hasta 2011, año
en el que se cerró dentro del marco de reducción general de sucursales de dicho
banco.
Ya a finales del siglo XIX, inició su actividad el Banco Guipuzcoano,
entidad bancaria hoy día en activo. Su servicio al público se inició en enero
de 1900 y su creación fue iniciativa del bilbaíno D. Felipe Ugalde quien, a
finales del s. XIX, presentó a los comerciantes y capitalistas de la ciudad su
proyecto de fundación de un banco de crédito de características y fines
análogos a los del ya existente Banco de Bilbao. La primera Junta General tuvo
lugar el 7 de octubre de 1899 y en ella se nombró el primer Consejo de
Administración, constituido principalmente por comerciantes y propietarios,
siendo su presidente el comerciante D. Faustino Eguía Elizarán. Desde su
apertura al público en enero de 1900 y especialmente durante las dos primeras
décadas del s. XX, el Banco Guipuzcoano experimentó un crecimiento notable, al
cual siguieron una etapa de afianzamiento y posteriores períodos de expansión,
aunque más ralentizados. Así, y en paralelo a sucesivas ampliaciones de
capital y apertura de nuevas sucursales tanto en distintos puntos de la
provincia como en otras localidades del País Vasco y en el resto del Estado
español, se constató un importante giro en el accionariado del mismo, de tal
forma fue pasando a ser mayoritariamente guipuzcoano, en detrimento del
bilbaíno que fue descendiendo de forma progresiva. En el año 2010 el Banco de
Sabadell absorbe al Guipuzcoano tras una OPA, forzada por la crisis económica y
el proceso de concentración bancaria fruto de la misma.
El 25 de junio de 1909 y por iniciativa del abogado D.
Enrique Arizpe y Yarza y de los comerciantes Joaquín Lizasoain Minondo y
Marcelino Seminario e Izu se constituyó la compañía mercantil anónima Banco
de San Sebastián que, si bien era distinto del primitivo del mismo nombre,
contaba con un accionariado bastante similar. Su actividad se centró en las
actividades bancarias (girar, descontar, recibir depósitos, etc.), en la
especulación inmobiliaria (especialmente ligada al ramo de la construcción) y
en los préstamos hipotecarios. Su primer Consejo de Administración se nombró
en junio de 1909. A partir de entonces y durante las dos primeras décadas del
s. XX, esta entidad fue ampliando su espacio geográfico con la apertura de
sucursales en algunas localidades de la provincia. Sin embargo, los efectos de
acumulación de capital derivados de la primera Guerra Mundial tuvieron una
significativa influencia en su crecimiento y trayectoria, de tal forma que para
asegurar su continuidad la Junta General de Accionistas acordó en 1920 llevar a
cabo una reducción del capital social mediante la anulación de unas acciones
sin desembolsar que aún se hallaban en cartera. Posteriormente, se realizó una
ampliación del mismo, pasando el 50% a manos del Banco Hispanoamericano
siguiendo unos convenios establecidos con este último de forma previa. Así, a
finales del primer cuarto del s. XX el banco de San Sebastián quedaba federado
al Hispanoamericano, el cual lo absorbió por completo medio siglo después.
Además de estas tres entidades de promoción donostiarra,
habría que señalar otras en las que, aunque la iniciativa donostiarra no fue
la única, si tuvo una influencia significativa. Se trataba de las razones
sociales Crédito Central S.A., Banco de Crédito Hipotecario, Auxiliar
Financiera de Obras y Parcelamiento y Banco Urquijo de Guipúzcoa. La fundación
de este último tuvo lugar en junio de 1920 y en el participaban el Banco Urquijo de Madrid, el Banco Español de Crédito y el Banco Urquijo Vascongado.
Cabe reseñar asimismo la presencia de capitales extranjeros, especialmente los
franceses (Sociedad "Comptoir National d'Escompte de Paris", Société
Générale pour le développement du commerce et de l'industrie en France,
Crédit Lyonnais, Société Générale de Banque pour l'Étranger et les
Colonies"), aunque también se establecieron sucursales de entidades
financieras británicas (Sindicato Hispano-Inglés, más tarde Unión Hispano
Americana) o sociedades bancarias de las antiguas colonias americanas (Banco
español del Río de la Plata).
El Banco Industrial de Guipúzcoa (Bankoa) fue fundado en
1975, fijó su sede central en San Sebastián, formando en torno a sí un grupo
económico constituido por sociedades de asesoramiento e intermediación (Garkoa,
Sorkoa, etc.) y participa diversas sociedades en diverso porcentaje. En 1997 fue
objeto de una OPA por el banco francés Credit Agricole, que materializó
en el mismo año su control sobre la entidad, aunque ésta ha seguido conservando
la marca de Bankoa junto a la francesa.
Para concluir, puede observarse en la tabla adjunta el
número de oficinas bancarias existentes en la actualidad en San Sebastián así
como en la comarca de Donostialdea y en el Territorio Histórico de Guipúzcoa,
de ella se deduce que se concentran en la ciudad el 64,5% de las sucursales
bancarias de la comarca y un tercio de las de Guipúzcoa.
NÚMERO
DE OFICINAS BANCARIAS (2010)
Fuente:
EUSTAT
Banca privada
Cajas ahorro
Cooperativas y C. Rurales
Total
Donostia/S. Sebastián
82
71
33
186
Donostialdea
124
107
57
288
Gipuzkoa
241
226
121
588
C. A. País Vasco
725
825
375
1925
La actividad turística de San Sebastián se remonta a la
segunda mitad del s. XIX y concretamente a 1854, cuando definitivamente pasó a
ser la capital administrativa de Guipúzcoa. Ello supuso un hito decisivo en el
renacer de la ciudad que se convirtió no sólo en el centro económico
provincia, sino también en su centro administrativo, iniciando una nueva etapa
que iba a suponer su renacer urbanístico y económico.
Tras el incendio de 1813 San Sebastián fundamentó su
renacimiento económico en el desarrollo y consolidación de un sector servicios
que, en una vertiente más moderna que la hasta entonces desarrollada, se
convirtió en base de la futura vida económica de la ciudad, apoyada en el auge
creciente de un turismo de calidad que, basado en la moda de la época, eligió
a San Sebastián como ciudad turística por excelencia.
El nacimiento de San Sebastián como ciudad turística estuvo
muy estrechamente vinculado a la introducción de la hidroterapia como sistema
curativo de algunas enfermedades. De hecho, los baños terapéuticos se habían
iniciado ya en la playa de La Concha con anterioridad a la primera guerra
carlista (1833), siendo entonces San Sebastián un lugar muy popular al que
acudían numerosas familias principalmente de Madrid. Sin embargo, el hecho de
que en 1845 la reina Isabel II eligiera por primera vez la playa de San
Sebastián como lugar para tomar los baños de mar aconsejados por sus médicos
para la cura de su afección cutánea fue uno de los desencadenantes decisivos
para la promoción y el impulso turístico de la ciudad.
A ello debemos añadir además otra serie de factores
decisivos. Por una parte la notable mejora de las comunicaciones. Por otra, el
hecho de que en el año 1887 la reina regente Mª Cristina eligiera la ciudad de
San Sebastián como lugar para su veraneo, el cual se prolongó además
prácticamente sin interrupción durante los cuarenta años posteriores. Se fue
consolidando así un turismo de alto nivel que no sólo generó una intensa
actividad económica, sino que también fue modificando paulatinamente las
actividades económicas desarrolladas hasta entonces. Así, la implantación
industrial en San Sebastián quedó relegada a un segundo plano por considerarse
a la industria como una actividad molesta para una ciudad con vocación
turística y terciaria. En su lugar, surgió un comercio diversificado y de
lujo, capaz de dar respuesta a las exigencias de la propia burguesía
donostiarra y del veraneante de elite, cuyas estancias se prolongaban durante
casi tres meses en la ciudad.
Hoteles, restaurantes, balnearios, centros de diversión y
espectáculos, tiendas de temporada, grandes fincas y palacetes fueron
proliferando año tras año en la ciudad, obligándola a una expansión urbana
no prevista inicialmente y a la introducción de toda una serie de mejoras que
dieran respuesta a dicho turismo de calidad. La ciudad tuvo que cuidar
celosamente no sólo los servicios públicos: pavimentación, alcantarillado,
abastecimiento de aguas, alumbrado, saneamiento, etc., sino también su
ordenación y configuración urbanística, manteniendo, mejorando y potenciando
todos aquellos elementos que realzaran la singular belleza de la misma: parques,
plazas, edificaciones públicas, tipología constructiva, etc., en aras de
afianzar y sentar las bases definitivas de su calificación como ciudad
turística.
Prueba de todo ello son planes urbanísticos como el
correspondiente al Ensanche Cortázar, uno de los más inteligentes de la
urbanística española y que imprimió además un carácter moderno a la ciudad
de San Sebastián y los posteriores Ensanches del Kursaal, Gros, del Antiguo y
el segundo Ensanche de Amara, todos ellos necesarios para un crecimiento
ordenado y planificado de la ciudad.
Como datos significativos de la afluencia turística en dicha
época, podemos hacer mención a los señalados por Rafael Aguirre (1997) para
el período 1889-1915. En base a los mismos, las entradas y las estancias medias
de veraneantes registradas en dicho período alcanzan cifras respectivas de
154.435 y 880.619, las cuales suponen una afluencia media diaria de 9.570
forasteros y una estancia media de 6 días para los tres meses de verano (julio,
agosto y septiembre). Las máximas entradas del período corresponden al año
1917, mientras las mínimas tienen lugar en 1898, debido principalmente a los
acontecimientos que motivaron la pérdida de las colonias españolas (Cuba y
Filipinas) los cuales crearon una situación de cierta inquietud e inestabilidad
general que afectó al turismo.
La estructura socio-profesional de dichos veraneantes
donostiarras en base a los datos estimados por M. Gárate y J. Martin (1995) se
caracteriza, exceptuando el elevado porcentaje perteneciente a los no
clasificados (casi el 50%), por una destacada presencia de la nobleza (25,63%),
seguida del grupo constituido por profesionales liberales y funcionarios de la
Administración (11,60%) y de la clase política (6,04%), correspondiendo un
porcentaje mucho menor a los grupos de industriales-empresarios (0,75%) y de
comerciantes (0,31%).
Analizando los datos de los citados autores en relación con
el lugar de procedencia de dichos veraneantes y excluyendo el 32,61%
correspondiente a Otros Extranjeros y Veraneantes de procedencia desconocida, se
constata que la máxima afluencia corresponde a los madrileños, que suponen
casi un tercio del total de veraneantes, seguidos de los procedentes de Zaragoza
(8,78%), Navarra (5,53%), Bizkaia (4,71%) y Europa (4,23%). El resto de los
lugares de procedencia no alcanzan, en ningún caso, porcentajes del 2% para el
período 1890-1934.
El elevado estatus social de los visitantes, unido a las
fiestas que se ofrecían en los palacetes y villas y a los espectáculos y
acontecimientos que tenían lugar en la ciudad (Hipódromo de Lasarte, Concursos
Hípicos, regatas de traineras, automovilismo, teatro, Euskal Jaiak, toros,
pelota, juego, carnavales, etc.) supuso un importante impacto económico en la
ciudad.
La actividad hotelera se vio muy favorecida, surgiendo un
importante número de establecimientos hoteleros, como el Hotel de Londres,
rebautizado más tarde como Hotel du Palais, que ocupaba la manzana comprendida
entre la Avenida de la Libertad y las calles Guetaria, San Marcial y Bergara; el
Hotel Continental, en el Paseo de la Concha (1884); el France, Berdejo,
Biarritz,
Ezcurra, Ursula, Arana e Hispanoamericano , fueron algunas de las denominaciones
que ostentaron hoteles -algunos de gran capacidad- ya desaparecidos. Otros, como
el María Cristina o el de Londres y de Inglaterra han perdurado hasta nuestros
días.
Además, es preciso tener en cuenta todo tipo de alojamientos
de menor categoría (fondas, pensiones, hostales, etc.) localizados
mayoritariamente en la Parte Vieja, entre ellos: el Parador de Isabel, primer
alojamiento de San Sebastián tras su reconstrucción ubicado en la actual Plaza
de Sarriegui, Parador Real, Fondas de la Posta, Beraza, Laffite, Sebastopol,
etc. A ella se añadía además la actividad hostelera (restaurantes
Mallorquina, La Urbana, Bourdette, etc. en la primera época, y Tiburcio,
Nicolasa, Bartolo, José Mari, etc. posteriormente, algunos de los cuales
existen en la actualidad
Por otro lado, el incremento de establecimientos comerciales,
muchos de ellos de lujo y bien permanentes o bien de temporada, dedicados tanto
a artículos de consumo (ultramarinos, etc.) como a artículos de vestir
(tiendas de ropa, peleterías, sastrerías, corseterías, etc.) y complementos
(sombrererías, joyerías, floristerías, etc.). Muchos de dichos negocios eran
tan sólo sucursales de verano de empresas madrileñas o parisinas. De hecho la
participación extranjera en los negocios estivales de San Sebastián era muy
significativa ("Maison Dublanc", "Pierre Foliot", etc.).
Frente a ellos, se encontraban otros negocios comerciales, más o menos lujosos,
propiciados por hombres de negocios de la ciudad easonense. De dicha época son
conocidos establecimientos existentes hoy en día como "Ponsol",
"el Andorrano", etc.
Asimismo, la afluencia turística tuvo también un impacto
muy significativo en los sectores económicos inmobiliarios, ya que además de
las plazas en hoteles, hostales, fondas, pensiones, etc., todas ellas de gran
tradición y arraigo en San Sebastián, existía una importante demanda de
viviendas de alquiler, muchas de las cuales eran incluso alquiladas durante todo
el año, de tal forma que los arrendatarios podían disponer de ellas en
cualquier época del año. La gestión inmobiliaria se convirtió así en un
negocio tan lucrativo y seguro que generó en torno a ella alzas especulativas
(subida continuada de los alquileres en la temporada estival tanto en las
viviendas como en los locales, subida de los precios de compra de las viviendas,
etc.), de tal forma que la clase media y la clase obrera donostiarra tenían
cada vez mayores dificultades para poder adquirir o arrendar viviendas. De
hecho, es interesante señalar que fue en esta época cuando surgió la conocida
como "Liga de Inquilinos", cuya principal misión era proteger a los
arrendatarios y a los compradores de viviendas de los abusos de los arrendadores
y de los constructores.
Todas estas actividades contribuyeron a la creación de un
importante número de empleos, de tal forma que la población ocupada en el
sector terciario en San Sebastián en dicha época en San Sebastián superaba
ampliamente la media provincial. A todo lo mencionado debemos la significación
que supuso para San Sebastián el juego. En efecto, el Gran Casino, promovido
por iniciativa del Ayuntamiento de San Sebastián en virtud de un acuerdo
plenario del 27 de octubre de 1875, se convirtió una de las instalaciones
turísticas de mayor importancia de la ciudad a partir de 1887. El desarrollo de
esta actividad generó no sólo una importante afluencia turística, sino que
además favoreció y potenció intensamente la calidad urbana de la ciudad, ya
que parte de los beneficios generados con el juego eran destinados a la
realización de obras urbanas y de mejora y renovación.
Este apogeo turístico de San Sebastián (La Belle Époque)
se mantuvo hasta aproximadamente finales del primer cuarto del s. XX, conociendo
su máximo esplendor entre los años 1919 y 1921. De hecho, en el año 1920, San
Sebastián fue elegida como sede para la celebración del Consejo de las
Naciones. No obstante, aún en esta primera época hubo acontecimientos que
afectaron de forma puntual al turismo como fueron las crisis políticas que
tuvieron lugar tanto a escala nacional (Segunda Guerra Carlista) como
internacional (acontecimientos en Cuba y Filipinas que impidieron que en 1898 la
reina Mª Cristina acudiera a su cita habitual con San Sebastián, estallido de
la Primera Guerra Mundial en 1914).
Sin embargo, la supresión del juego en 1924 y la crisis
económica mundial de 1929 fueron algunos de los desencadenantes principales de
un cierto declive turístico de esta ciudad. En efecto, como consecuencia de
dicha crisis económica, la economía española y vasca experimentaron un
significativo retroceso entre 1931 y 1936 que afectó de forma importante al
turismo. De esta manera, San Sebastián perdió una buena parte de su clientela
turística, preferentemente la clase media que, muy afectada por la crisis,
prescindió de sus vacaciones. Por otra parte, la alta sociedad, que acudía de
forma mayoritaria a la Ciudad atraída, entre otros motivos, por el juego, se
fue desplazando de forma paulatina hacia otros lugares en los que poder
disfrutar de dicho entretenimiento. El lugar elegido para ello fue
preferentemente la costa francesa, aunque buena parte también se desplazaba a
Portugal (Cascais y Estoril). No obstante, y a pesar de dichos cambios, San
Sebastián acogió en dicha época a nuevos veraneantes de alto nivel económico
que, en épocas pasadas, se desplazaban hacia lugares como Asturias, Levante,
Andalucía, Cataluña, etc., y que, a puertas de la Guerra Civil eran lugares en
los que la conflictividad era más importante que en el País Vasco.
Así, aún a comienzos del verano de 1936 y a pesar de las
preocupantes noticias que llegaban de Madrid, podríamos decir que tras la
ocupación en septiembre de 1936 por parte de las tropas del general Mola, en
San Sebastián existió una cierta normalidad y fue considerada como uno de los
lugares de veraneo más seguros y tranquilos, convirtiéndose en refugio de
ciudadanos de todas las regiones españolas y acogiendo durante toda la Guerra
Civil a una importante población flotante.
Fue el 10 de julio de 1939 cuando por vez primera el General
Franco acudió a San Sebastián, tomando a la ciudad como lugar habitual para su
veraneo, complementado con estancias en el Pazo de Meirás, en La Coruña, hasta
el año 1974. Así, durante toda la dictadura, San Sebastián continuó siendo
una de las principales capitales turísticas del Estado.
A ello contribuyó también la Guerra Fría, que supuso que
España viera levantado su bloqueo económico por parte de E.E.U.U., hecho que
tuvo importantes repercusiones positivas para la economía española. Así, San
Sebastián como otras muchas localidades del litoral guipuzcoano y de forma
general España experimentó un importante crecimiento turístico, con una
intensa afluencia de visitantes extranjeros, atraídos, entre otras razones, por
los bajos precios de su hostelería y de su comercio. Como referencia, y en base
a los datos de Rafael Aguirre (1997), la clientela turística en los hoteles de
San Sebastián suponía en el período 1956-1960 entre un 68 y un 84% de la
total de Guipúzcoa, siendo predominante el porcentaje de turistas extranjeros
(casi los dos tercios), preferentemente británicos y franceses, frente al
turismo nacional que apenas representaba un tercio del total correspondiente a
la capital guipuzcoana.
Esta situación se mantuvo a pesar de las circunstancias
políticas ya existentes hasta el año 1975, fecha a partir de la cual comenzó
un periodo de fuerte recesión del sector, vinculada a la problemática
político-social.
San Sebastián entró así en una encrucijada, y aún con
gran sorpresa, es preciso reseñar que tal como señala Aguirre (1997) durante
dicho período no sólo no se cerró ninguno de los hoteles existentes, sino que
se inauguró uno nuevo de 4 estrellas: el hotel Costa Vasca. A ello contribuyó,
sin duda alguna, el propio turismo provincial y del País Vasco en general.
La despenalización del juego no tendrá lugar hasta el año 1977. Con
objeto de gestionar un nuevo casino en San Sebastián se fundó la Sociedad
Nuevo Gran Casino del Kursaal, cuyo capital pertenecía en su totalidad a la
Sociedad Inmobiliaria del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián que obtuvo la
correspondiente concesión. La apertura al público del nuevo casino tuvo lugar el
10 de junio de 1978 en los salones del Hotel de Londres y de Inglaterra, si bien
los cambios sociales, económicos y sociológicos han influido para que la
reapertura del casino no supusiera para la Ciudad la repercusión que antaño
tuvo. Con posterioridad el casino fue trasladado a un pequeño teatro,
reconvertido en multicines, que curiosamente había mantenido siempre la
denominación de Pequeño Casino.
En el año 1989 comenzó una lenta recuperación
turística. La ciudad continuó apostando a través de múltiples
iniciativas e inversiones tanto públicas como privadas por su consolidación
como ciudad de arraigo y carisma eminentemente turístico. Así, a partir de
la década de 1990 se construyen nuevos hoteles: Aránzazu (****, 1992),
Europa (***), Amara Plaza (****, 1993) y otros de menor capacidad como:
Anoeta (***,
1992), Eceiza (**), La Galería (***) , Nichol`s (**)
(1994), Monte Ulía (*), Palacio de Aiete (****) Zaragoza
Plaza (*), etc. También se produce a partir de este momento la
integración de los principales hoteles en diversas cadenas hoteleras: Westin
y más tarde Starwood Hotels
(Hotel María Cristina), Abba (Hotel de Londres),Tryp (Hotel Orly),
Mercure (Hotel Monte Igueldo), NH (Hotel Aranzazu), Silken
(Hotel Amara Plaza), Barceló (Hotel Costa Vasca), Sercotel
(Codina), HUSA (Europa), Occidental (Hotel San Sebastián), Hesperia, etc.
Las cifras de 1994 y 1995 indican cierto resurgimiento
del turismo en la ciudad. De hecho, y tras la pequeña crisis de los años
1990-1993, en 1994, se vuelve a constatar un incremento sensible del mismo, el
cual, si bien sigue siendo mayoritario en la época veraniega, está presente a
lo largo de todo el año. San Sebastián posee en la actualidad el 40% de los
alojamientos hoteleros de Guipúzcoa, siendo, por el contrario, muy escaso el
porcentaje de alojamientos no hoteleros respecto al total provincial (apenas el
2%): 1 caserío de agroturismo y el camping de Igueldo), si bien éstos suponen
casi el 30% de las plazas totales de la ciudad.
En la década de los años 2000 la tendencia continua gracias a
la apertura de nuevos establecimientos hoteleros: Palacio de Ayete**** (2002)Hesperia Donostia****
(2005), Villa Soro**** (2004), Punta de Mompas ** (2008), Arrizul* (2008), Astoria 7
**** (2009), Las Habitaciones de Akelarre***** (proximamente), etc.
ALOJAMIENTOS HOTELEROS(2009)
SAN SEBASTIÁN
GUIPÚZCOA
Establecimientos
Plazas
Establecimientos
Plazas
HOTELES
5 estrellas
2
302
1
260
4 estrellas
12
2.368
16
2.527
3 estrellas
5
333
21
2.116
2 estrellas
6
507
13
1006
1 estrella
4
146
14
1311
PARADORES
0
0
1
68
HOSTALES
3 estrellas
1
28
1
28
2 estrellas
4
177
10
311
1 estrella
1
8
9
141
PENSIONES
2 estrellas
28
622
56
1170
1 estrella
43
520
79
1192
Sin estrella
2
14
8
75
FONDAS
7
73
15
177
CASAS HUÉSPEDES
11
90
37
364
TOTAL
124
5.274
219
10.788
HOTELES (2014)
H***** Maria Cristina
H**** Abba Londres Y De Inglaterra
H**** Barcelo-Costa Vasca
H**** Gudamendi
H**** Mercure Monte Igueldo
H**** N.H.-Aranzazu
H**** Palacio De Aiete
H**** Occidental San Sebastian
H**** Silken Amara Plaza
H**** Tryp Orly
H**** Villa Soro
H**** Hesperia Donosti
H**** Zenith San Sebastián
H**** Astoria 7
H*** Anoeta
H*** Avenida
H*** Codina (Sercotel)
H*** HUSA-Europa
H*** Niza
H** Ezeiza
H** La Galeria
H** Leku-Eder
H** Nicol's
H** Parma
H** Hotel Gran Bahía Bernardo
H** Terminus
H** Punta de Mompás
H* Okako hotel
H* Monte Ulía
H* Record
H* Zaragoza Plaza
H* Arrizul Gros
H** Arrizul Urumea
H* Hotel Donosti
H* Arrizul Center
Fuente: Donostiako Udala
ALOJAMIENTOS NO HOTELEROS (2005)
SAN SEBASTIÁN
GUIPÚZCOA
Establecimientos
Plazas
Establecimientos
Plazas
AGROTURISMO
6
68
131
1307
APARTAMENTOS
0
0
6
701
CAMPINGS
de 1ª
1
748
2
2.548
de 2ª
0
0
6
2.323
de 3ª
0
0
7
1.626
TOTAL
7
816
152
8.505
FUENTE: Gobierno Vasco
La mayor afluencia de visitantes corresponde al turismo
nacional que representa cerca del 75% del total, siendo predominantes, al igual
que épocas pasadas los turistas de Madrid, aunque seguidos de cerca por los de
Comunidades Autónomas como Cataluña y el propio País Vasco y, en menor
proporción, por Castilla-León, Aragón, Andalucía, etc. El turismo
extranjero, presente en menor proporción que en otros tiempos, se centra
preferentemente en torno a visitantes de Francia, Gran Bretaña, Alemania,
Italia, USA-Canadá, Iberoamérica y en menor proporción Portugal, Benelux y
otros países.
Entre los agentes que han colaborado a potenciar el turismo
en San Sebastián junto a las diversas organizaciones (Quincena Musical,
Festival de Jazz, etc.), cabe citar, al Convention
Bureau (1989) y al Centro de Atracción y Turismo y a la
Sociedad San Sebastián Turismo.
La historia del Centro de Atracción y Turismo (CAT) se
inicia con la constitución en 1909 del Sindicato de Iniciativas y
Propaganda de San Sebastián. En 1926 fue sustituido por el denominado Centro
Municipal de Propaganda e Información, que a los dos años dejaría paso al
Centro de Atracción y Turismo. Su reglamento preveía la existencia de un
Comité de 28 miembros (9 concejales, 9 vecinos nombrados a propuesta del
Alcalde y nueve representantes de diversas entidades, además del Alcalde que
ejercería de presidente), también existiría un Comité Ejecutivo formado por
un director y seis vocales. Posteriormente se realizaron múltiples cambios en
su estructura y funciones. En 1941 el CAT quedó integrado en las Juntas
Provinciales de Turismo. Con la llegada de la democracia se organizó
paulatinamente hasta tomar forma de organismo autónomo municipal. En
el año 2006 cede sus actividades vinculadas con la promoción turística a la
Sociedad San Sebastián Turismo, ocupándose a partir de ese momento de las
organizaciones de carácter festivo
El Convention Bureau (1988-2006) fue una entidad creada por
iniciativa del Ayuntamiento de San Sebastián, la Diputación Foral de Gipuzkoa y
la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gipuzkoa. Llegaron a colaborar
con el Convention Bureau 150 empresas privadas del sector servicios. Su
finalidad fue la de difundir la imagen de la ciudad y Territorio, y promoverla
como lugar de congresos.
En el año 2006 nace San Sebastián Turismo - Donostia
Turismoa SA, sociedad privada de capital municipal. En ella se integró el Convention Bureau
(comenzando a funcionar como un departamento de la nueva sociedad) y recogió
también las acciones de promoción turística llevadas a cabo por el CAT. En la
citada sociedad está también representado el sector privado relacionado con el
turismo.
La Sociedad de Fomento de San Sebastián
Nace en 1902 de la iniciativa privada con el objeto de
construir un hotel de lujo (el María Cristina) y un Teatro (el Victoria
Eugenia), que gestionarían hasta su reversión al Ayuntamiento donostiarra en la
década de 1980. La Sociedad pasará en ese momento a ser municipal y con el
tiempo añadirá a sus actividades la organización del Festival de Jazz y la
gestión del Hipódromo de Zubieta. A partir del año 2004 se incorpora a la
Sociedad la Dirección Municipal de Desarrollo Económico, Empleo, Comercio y
Nuevas Tecnologías, quedando integrada en la Sociedad la mayor parte de la
actividad municipal vinculada con la promoción económica.
Geografía e Historia de Donostia-San Sebastián /
Juan Antonio Sáez García, Javier Gómez Piñeiro... et al