Denominación:
Parque de Cristina-Enea
Dependencia:
Ayuntamiento de Donostia-San
Sebastián.
Accesos:
Paseo del Duque de Mandas. Existe un
acceso secundario por el camino de Mundaiz y otro
en pasarela sobre las vías del tren con el paseo del Urumea.
Horario:
Cierra por la noche
Servicios:
Centro de Recursos Medioambientales
(incluye biblioteca especializada). Circuito deportivo con
aparatos, parque infantil.
Elementos
notables:
Árboles singulares
(sequoyas, cipreses, ginko,
etc.), palacio, pavos reales, estanque con anátidas,
etc.
Prohibiciones:
Las usuales en parques urbanos.
Bibliografía:
Cristina-enea / Juan
Antonio Sáez García, María Dolores San Millán Vergé, Miguel Ibáñez Artica, Javier Gómez Piñeiro. –
San Sebastián : Ayuntamiento, 1995. – 56 p + 1
plano. – Ediciones en euskara y español.
La entrada principal del
parque se abre al antiguo Paseo de San Francisco, hoy denominado del Duque de
Mandas. El cambio de nombre de la vía pública no se realizó al azar, ya que
el paseo, partiendo del lugar donde se alzaron el convento de San Francisco y
la Misericordia (actual colegio público Zuhaisti)
lleva al paseante hasta la puerta principal de la que antaño fuera residencia
donostiarra del Duque, coronada hoy por el escudo de la ciudad y convertida
por expreso deseo de su antiguo morador en parque público
Fermín de Lasala
y Collado (1832-1917), duque consorte de Mandas y de Villanueva, nace en Donostia-San Sebastián en el seno de una familia
acomodada. Su padre, D. Fermín de Lasala y Urbieta
(1798-1853), fue alcalde de la ciudad, diputado foral, presidente de la Diputación
(1844) y diputado a Cortes entre 1846 y 1853, además de secretario honorario
del Rey (1847) y consiliario del Banco Español de San Fernando (1848-1849).
No es de extrañar que la vida social y los contactos políticos de su padre le
permitiesen entablar relación con las personas más relevantes del País,
participando muy joven en la vida pública. Fue también un hombre de elevada
cultura, versado especialmente en Historia, que
ejerció como político y activo hombre de negocios.
El Duque de Mandas murió en Madrid
el día 17 de diciembre de 1917, recibiendo tierra en su ciudad natal, en la
que había construido una "casa de campo" rodeada por un gran jardín
a la que bautizó con el nombre de Cristinaenea, en
memoria de su mujer, Cristina Brunetti de los
Cobos, Duquesa de Mandas y de Villanueva y Condesa de Balalcazar.
Este matrimonio no tuvo
descendencia, razón por la que en su testamento el Duque instituyó a la
Provincia de Guipúzcoa, representada en su Diputación, como único y universal
heredero, dejando instrucciones precisas sobre la administración de su
legado.
Algunas iglesias donostiarras
también recibieron generosas donaciones, gracias a las que se construyeron,
por ejemplo, la torre de la Iglesia de San Ignacio, en el barrio de Gros; los ventanales de la de San Vicente, en la Parte
Vieja y el Gran Órgano de la hoy catedral del Buen Pastor.
A su ciudad, representada por
su Ayuntamiento, legó, entre otros bienes, la finca de Cristina-enea. El
legado fue aceptado por el Ayuntamiento de San Sebastián en sesión de 27 de
marzo de 1918.
Cristina-Enea comenzó a ser
una realidad en la segunda mitad del siglo XIX. Es un momento importante para
la ciudad, pues es ahora cuando el férreo cinturón de murallas -militarmente
inoperantes- es demolido, participando D. Fermín activamente en el movimiento
ciudadano que gestionó los permisos necesarios para acometer tal empresa. La
ciudad, una vez liberada de las murallas, se extenderá rápidamente por los
terrenos arenosos ocupados en parte por las fortificaciones, pasando su
población de 15.000 habitantes en 1860 a 79.000 en 1930. Por estas fechas
llega también el ferrocarril a Donostia-San
Sebastián, disponiendo sus instalaciones muy cerca de lo que será su
residencia donostiarra.
Ya en el siglo XVIII se
asentaba en la parte de la colina más alejada de la ciudad la finca de Mundaiz, propiedad de la familia Olazábal, dotada de un
Palacio y de jardines; el resto de la loma estaba ocupada por una serie de
caseríos y huertas que D. Fermín comenzó a comprar a partir de 1863 con la
intención de construir su casa y un gran jardín. Entre estas fincas se
encontraban nombres como Micaelene, Chicoene, Manuene, Manuelenea, Egañategui, Toledochiqui, Leriñene y
Torres; también adquirió terrenos a la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte
de España.
Cuando el parque fue
entregado a la ciudad contaba con una extensión de 78.979 m2, de los que 993
m2 correspondían a superficie edificada -el palacio, capilla, cocinas,
portería y dos casas más-. Los últimos terrenos en ser agregados al parque
fueron una pequeña parcela de 734 m2, sobre la que están enclavadas la
capilla y las antiguas cocinas; esta parcela fue reclamada como suya por la
baronesa de Lisingen y comprada por el Ayuntamiento
en 1929. En el año 1982 una parcela mucho mayor (15.300 m2), segregada de la
casería "Mundaiz" y situada igualmente en
la parte trasera del palacio, fue comprada por el Ayuntamiento a una sociedad
que pretendía construir un centro escolar en la finca.
Cedro del Líbano
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El parque cuenta actualmente
con una superficie de 94.960 m2, de los que 16.660 corresponden a viales,
1.300 m2 a edificios o ruinas y 780 m2 al estanque.
La distribución originaria del
palacio, que data de 1890, fue obra de José de Osinalde.
Consta de planta baja y dos pisos, el último parcialmente abuhardillado. La
planta baja acogía la zona noble del palacio. Por la entrada principal del
mismo, siempre vigilada por el busto que el Duque tiene dedicado justo
enfrente de la misma, se accedía a un vestíbulo del que partía una gran
escalera de madera que servía de acceso a los pisos superiores. A la
izquierda del mismo se abría una puerta que permitía la entrada al gran salón
-donde antaño colgaban los retratos del Duque (Londres, 1905) y de la Duquesa
(Madrid, Vicente Palmaroli, 1879)- comunicado
mediante puertas con un salón denominado "mediano" y otro
"pequeño". Por la puerta situada a la derecha del vestíbulo se accedía
al comedor y a la biblioteca. La primera planta albergaba diversas
y muy espaciosas habitaciones, servicios, despacho, oratorio, etc. La última
planta sirvió de residencia al personal encargado
de la custodia del edificio.
Durante algunos años el palacio
fue utilizado como residencia por el Nuncio de su Santidad en sus visitas a
San Sebastián. En el año 2005 sufrió una importante rehabilitación. El jardín
fue diseñado por Pierre Ducasse.
El Duque dispuso en su
testamento una serie de condiciones relacionadas con Cristina-enea; unas
destinadas a que el usufructo de la finca permaneciera durante algún tiempo
en manos de su familia y otras que restringían su uso futuro.
La primera beneficiaria del
usufructo de la casa de campo sería -en homenaje a la duquesa-, su cuñada
Inés Brunetti. A su fallecimiento, Cristina-enea
pasaría a ser usufructuada por su hermano político José Brunetti,
duque de Arcos y su mujer Virginia Lowery y, por
último, muertos éstos, por su sobrina Berenguela
Collado y del Alcázar, marquesa del Riscal y de la Laguna, a cuyo
fallecimiento debía cesar el usufructo, convirtiéndose en propietario con
pleno dominio el Ayuntamiento de Donostia-San
Sebastián, con la condición que éste cumpliera con una serie de
estipulaciones.
En 1925, muerta Inés Brunetti, el resto de los usufructuarios contemplados en
el testamento del Duque -a los que se obligaba a residir varios meses en Cristinaenea- manifestaron su voluntad de ceder sus
derechos sobre la finca al Ayuntamiento, que aceptó gustosamente tal cesión,
firmándose la misma el día 6 de julio de 1926.
Las condiciones a que se
comprometía el Ayuntamiento al aceptar el legado de Cristina-Enea fueron:
conservar el nombre de Cristinaenea, sirviendo
exclusivamente como paseo, prohibiéndose " |