Servicios:
Bar en la batería alta de Santa
Clara (verano), sala de exposiciones temporales (cerrada en invierno), servicios, capillas, fuentes, bancos,
carteles informativos, servicios de animación estival (batería de las Damas y
polvorín de la batería del Gobernador).
Elementos
notables:
Fortificaciones, Paseos arbolados,
miradores sobre el mar y la ciudad.
Horario
de apertura: 7 h. hasta la puesta de sol. El Macho del castillo de 8 a 20
h. en verano y de 8 a 18 en invierno.
Prohibiciones
específicas: todo tipo de vehículos.
Bibliografía:
El castillo de Santa Cruz de la Mota
y la murallas de la Plaza de San Sebastián / Fernando Mexia Carrillo. - San
Sebastián : grupo Dr. Camino de Historia Donostiarra, 1979. - 176 p
Los edificios del San Sebastián decimonónico
hunden sus cimientos sobre un pequeño istmo arenoso (o tómbolo) que une el
monte Urgull -en lejanos tiempos isla- con el continente. El tómbolo fue
originado por el entorpecimiento que el mencionado islote causaba en la
propagación de las olas, provocando en las zonas de calma creadas a su abrigo
la deposición de los materiales que éstas transportaban, a los que se unieron
los depositados por el río Urumea al llegar al mar. En la zona del istmo más
cercana al monte, y al abrigo del mismo, se construyó inicialmente la villa
fundada por Sancho el Sabio hacia 1181, participando el Monte Urgull desde
muy pronto en el sistema defensivo de San Sebastián.
Con el paso del tiempo fueron sucediéndose
multitud de obras de fortificación cuyo propósito era el de asegurar la
defensa de la población junto con la denominada fortificación baja, o
murallas que la circundaban. Por lo tanto no puede decirse que las diversas
fortificaciones del monte pertenezcan a una época concreta, sino que fueron
construyéndose a lo largo de los siglos aprovechando elementos ya existentes.
El resultado del proceso es el que podemos ver hoy en día.
Perdido su interés estratégico, el progresivo
abandono de las fortificaciones en el siglo XIX facilitó que a principios del
siglo XX el Ayuntamiento comprara el monte. Parte de las fortificaciones
fueron destruidas en ese momento con la intención de convertir el monte en un
parque. En 1963, coincidiendo con el 150 aniversario de la destrucción de la
ciudad, se procedió a la rehabilitación parcial del algunas de las fortificaciones,
actuación que permite la contemplación de las mismas en su estado actual.
El paseante iniciará el recorrido ascendiendo a
Urgull por la "subida al castillo" (Paseo "Andereño Elbira
Zipitria") que se inicia en un lateral de la Sociedad "Gaztelubide"
; a la derecha discurren los muros de la Basílica de Sta. María (s. XVIII).
Era éste el camino más importante para el acceso a la fortaleza y el obligado
cuando se trataba de transportar piezas de artillería, que llegaban a través
de la calle del Campanario.
Subiendo por el camino empedrado, el paseante
podrá observar a su izquierda la escalinata que lleva hacia la iglesia del convento de Sta. Teresa; más adelante
unas escaleras descendentes le conducirían hacia la plaza de la Trinidad,
donde antaño se levantó el colegio de los Jesuitas... pero es mejor seguir ascendiendo hasta llegar a la
verja de entrada al monte, justo donde se ubica a la izquierda un antiguo
cuerpo de guardia. Traspasada la puerta, se unirá al camino otro procedente
de la plaza de Zuloaga. Avanzando por el camino ascendente, el paseante
tendrá a su derecha, en la base del monte, el antiguo convento Dominico de San Telmo, luego convertido en
hospital, cuartel y actualmente en museo. Su fachada principal es de
principios del s. XX, pero alberga un claustro, iglesia y otras dependencias
más antiguas.
Continuando el camino, el paseante llegará hasta
la primera fortificación propiamente dicha, formada por la Batería del mirador (h. 1726 sobre
una plataforma artillada de mediados del s. XVI) y un baluarte bajo (h. 1760)
en el que se abren dos troneras, accesible desde el camino por una puerta .
Traspasada la primera puerta, se accede a otra en
forma de pequeño túnel. En su interior, la puerta del cuerpo de guardia se
abre en su pared izquierda y, frente a ella, la que da acceso al cuartel
abovedado a prueba (de bomba) dotado de una escalera que permite su
comunicación con la parte superior del baluarte, donde se situaba la
artillería (ambas puertas cerradas al público). Subamos a la misma avanzando
por el camino y tomando el primer camino a la izquierda. Se conserva el suelo
enlosado, destacando sobre él la caseta de salida de la escalera del cuartel
a prueba y las diez troneras por las que asomaban los cañones. Fue una de las
baterías más activas en los diversos sitios a que estuvo sometida la ciudad,
ya que sus cañones podían disparar sobre los sitiadores que generalmente
disponían su artillería en los arenales del Chofre -a la derecha de la
desembocadura del río-, con objeto de disparar hacia el lienzo de la muralla
oriental, la más débil. Hacia el mar se podría utilizar como batería a
barbeta (sin protección para los artilleros).
Saliendo del baluarte por donde entró, el paseante
deberá proseguir el camino, que le llevará hasta un paraje denominado Cementerio de los ingleses. Allí
fueron enterrados varios oficiales de la legión auxiliar británica que
intervinieron en la Primera guerra Carlista (primera mitad del siglo XIX).
Una vez traspasados los pequeños monumentos funerarios puede observarse la
representación de un castillo y una roca rojiza con una inscripción coronada
por un águila; se trata de un fragmento del monumento que en 1913 se levantó
enfrente del Casino (hoy Casa Consistorial) en conmemoración del centenario
incendio de la ciudad por las tropas anglo-portuguesas, que libraron a la
ciudad de la ocupación francesa durante la Guerra de la Independencia. El
monumento no fue del agrado de los donostiarras y fue retirado de su
emplazamiento.
Continuando con el recorrido, se unirá al camino
el que procede del Paseo Nuevo. Algunos metros más adelante el paseante puede
asomarse hacia el mar; en la falda del monte divisará una antigua batería de
la que solo se conserva un cuerpo de guardia y restos diversos del complejo.
Se trata de la Batería de Bardocas,
cuya última reforma data de 1898.
El camino llevará al paseante hasta a un bosquete
de pinos y, continuando con la ascensión, a la denominada Batería de Santiago, también
denominada de "la Reina". Dispone ésta de dos sectores claramente
diferenciados. Por una parte el "frente de mar", de formas
irregulares terminando en un cubo semicircular. Unas escaleras de bajada permiten
llegar, siguiendo un muro aspillerado construido a raíz de las Guerras
Carlistas (s. XIX), hasta la Batería
alta de Santa Clara, donde está instalado un bar.
El paseo propuesto requiere volver a ascender por
las escaleras hasta llegar a la segunda parte del Baluarte de Santiago que
bate el frente de tierra. Sus muros forman un ángulo ligeramente obtuso y,
aunque actualmente únicamente dispone de un pretil y de una barandilla, en
otros tiempos dispuso de varias cañoneras. En su interior crecen un grupo de tamarices (tamarix gallica). Vale la
pena asomarse a la barandilla situada en el ángulo para contemplar la bahía
de la Concha.
Continúe el paseante por el camino. A su izquierda
contemplará las ruinas de un cuartel a prueba construido en el s. XIX al que
se le ha adosado en una de sus paredes un cobertizo. Cercano al mismo
encontramos una fuente y, a su derecha, la Batería de Napoleón, construida por los ocupantes franceses en la
Guerra de la Independencia. Más adelante se encuentra la Plataforma del Suroeste y, a continuación de la misma, el Castillo de Santa Cruz de la Mota, al
que el paseante accederá a través de unas escaleras que le conducirán a una puerta. Traspasado el umbral de
la misma ascenderá por las estrechas escaleras de su derecha, comenzando a
circundar el recinto, llegando a otras escaleras ascendentes que dan acceso a
la capilla habilitada en las
antiguas dependencias del castillo y desde la que a su vez se accede por
medio de una puerta situada en un costado al monumento al Sagrado Corazón de Jesús, en cuya base se dispone
otra pequeña capilla y el mirador más alto del monte.
Saliendo de la capilla principal y descendiendo
las escaleras, el paseante podría dejar el Castillo continuando por las
escaleras que constituían el acceso
Norte, pero recomendamos continuar circundando el Macho del Castillo
entre antiguos cañones. A la derecha podrá asomarse a la reja de una puerta,
que le permitirá ver el interior de la pequeña capilla del Santo Cristo de la Mota, siguiendo después hasta una plaza
de armas desde donde se accede a un antiguo cuartel del siglo XVIII,
habilitado hace algunos años como museo histórico-militar (cerrado). También
se conserva todavía un pozo desde el que se podía extraer agua del aljibe.
Continuando con el rodeo, se llega nuevamente a
las escaleras de acceso, por las que descenderá el paseante que, tomando el
camino principal hacia la izquierda, llegará hasta la Batería alta del Gobernador. En una esquina de la misma se accede
a un mirador que proporciona unas vistas inigualables sobre la Parte Vieja de
la ciudad y el Ensanche decimonónico.
Entre los tejados de la Parte vieja destaca la
porticada Plaza de la Constitución,
presidida por el edificio neoclásico de la antigua Casa consistorial (1832),
hoy Biblioteca municipal (desde
1951), y a la izquierda la Iglesia de
San Vicente (s. XVI) y el mercado de la Brecha (1871). Es una parte vieja
relativamente "nueva", ya que el 31 de agosto de 1813 la ciudad fue
asaltada por tropas angloportuguesas que intentaban expulsar a las tropas
ocupantes francesas. A resultas de la operación militar la ciudad fue
totalmente destruida, con excepción de las construcciones pegadas a la falda
de Ugull. Hasta 1840 duró la reconstrucción de la ciudad, reedificada
siguiendo los planos del arquitecto Ugartemendía, conservando -con mínimas
modificaciones- la planta de la ciudad antigua. Las murallas -que se
extendían prácticamente hasta la actual avenida de la Libertad- se
conservaron hasta 1864, en que se procedió a su demolición, dando lugar al
Ensanche proyectado inicialmente por el arquitecto Antonio de Cortázar,
basado en una trama ortogonal trazada a partir de la prolongación de la calle Mayor. Una alameda (Boulevard)
separó la ciudad vieja de la nueva. Posteriormente fue demolida la muralla
oriental de la ciudad, que limitaba con el río, procediéndose a su
canalización y relleno, sobre el que se edofocçp el Ensanche Oriental. Al otro lado del río surgió el barrio de Gros.
Edificios públicos representativos del Ensanche meridional
y que en su mayor parte pueden observarse desde el mirador son, lindando con
el río, el Teatro Victoria Eugenia y el Hotel Maria-Cristina (1912). A su
derecha, la porticada Plaza de Guipúzcoa, con el edificio de la Diputación
Foral (1885) cerrando su lado derecho. Al fondo sobresale la torre de la
Catedral del Buen Pastor (eclecticismo goticista, 1897), que ocupa el centro
una plaza limitada posteriormente por los edificios de la antigua Escuela de
Artes y Oficios (1909, hoy Correos) e Instituto Provincial de 2ª Enseñanza
(1900, hoy Centro Cultural Koldo Mitxelena). A la derecha cierra el Boulevard
el Edificio de estilo ecléctico del antiguo casino (1887, convertido en Casa
Consistorial en 1941). Los cuatro puentes sobre el Urumea, citando en orden
desde la desembocadura son los de la Zurriola o del Kursaal (1921), Santa
Catalina (1872), María Cristina (1905) y Mundaiz (1999).
Abandonando el mirador y siguiendo el camino el
paseante llegará a la Batería baja del
Gobernador, donde se encontrará con varios edificios; en uno de ellos
están instalados los servicios. Traspasando una abertura practicada en un
muro accederá a un camino descendente, más estrecho, llegando tras un corto
recorrido a un paraje desde el que, entre árboles, puede observarse una vista
superior del Baluarte del Mirador.
El paseante deberá en ese punto, donde dispone de varios bancos, tomar el
camino, ligeramente ascendente, de su derecha. Llegará a un pequeño cobertizo
y, tras rebasarlo, se encontrará con un cruce de caminos y escaleras. Tomará
el paseante el camino, que le llevará a la base del Baluarte de Santiago que se elevará a su derecha. Al final, el
camino desembocara en la Batería alta
de Santa Clara, desde donde, a la derecha, unas escaleras ascendentes le
conducirán hacia el bar. Pero es preferible continuar bajando las escaleras
que se continúan por un camino empedrado que le dejarán en el camino
principal del Monte. A la derecha tendrá la Batería Baja de Santa Clara, un lugar privilegiado para observar
sin peligro las olas del Paseo Nuevo
en los días de temporal, justo delante de una explanada en la que se proyectó
a finales del siglo XIX una batería acasamatada que no llegó a construirse.
Volviendo el paseante sobre sus pasos y
continuando por el camino principal, llegará hasta la Batería de las Damas. Es una batería a barbeta, esto es, la única
protección de los artilleros y cañones es un muro de un metro de altura, sin
merlones ni troneras. Varios edificios complementan la batería. En la
continuación del camino, el paseante encontrará una fuente. Deberá, una vez
rebasada ésta, tomar a la derecha, unas pequeñas escaleras que le llevarán al
denominado Paseo de los Curas que
discurre encima de la Muralla de
Espanochi. Justo enfrente de la escalera se encuentra un pequeño mirador
con varios bancos. Era la base de una torre de defensa del puerto. Asómese el
paseante a la misma y podrá observar una bella vista del puerto de San Sebastián, bastante diferente de la que podría
contemplarse a principios del siglo pasado, ya que a mediados del siglo XIX
se construyó la dársena de la derecha (actualmente deportiva) mientras que la
dársena de la izquierda (actualmente "pesquera") poseía en su
interior dos espigones más.
Continuando por el paseo de los curas en dirección a la ciudad, el visitante del
Monte Urgull llegará a una pequeña puerta. Traspasada la misma tomará las
escaleras de su derecha que le dejarán en el adarve (parte alta) de la
muralla occidental de la ciudad (la única que, fragmentariamente, se
conserva) llevándole hasta la parte superior de la antigua puerta de mar y,
continuando, hasta el edificio racionalista del Real Club Náutico (1929).
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