Lurralde inves. esp.

23 (2000)

p. 93-113

ISSN 1697-3070

SOCIEDAD POST-INDUSTRIAL Y DIALÉCTICA CAMPO-CIUDAD.

APORTACIÓN AL DEBATE A MODO DE ESTADO DE LA CUESTIÓN.

 

©Jaume BINIMELIS SEBASTIÁN

 

Universitat de les Illes Balears

Departament de Ciències de la Terra

Edifici Guillem Colom

Campus Universitari

07001- Palma

Laburpena

Industriondoko gizartea eta landa-hiri dialektika. Eztabaidarako ekarpena, egoeraren zer-nolakoa agertzeko gisan.

Lan honetan egiten den gogoetaren bidez nolabait azaldu egiten da zein diren industriondoko gizarteetan landa-hiri dialektikari buruz dagoen eztabaidan egin diren ekarpen teoriko-kontzeptual nagusiak. Landa ingurunearen urbanizazioaren gaineko problematikak eta mendebaldeko munduko gizartearen eta lurraldearen barruan indar zentrifugoek hartutako protagonismoak osatzen dute artikuluaren mamia. 

Gako-hitzak: Post-produktibismoa, rururbanizazioa, kontraurbanizazioa, zerrenda rururbanoa, periurbanizazioa.

 

Resumen

El trabajo constituye una reflexión a modo de estado de la cuestión de las principales aportaciones teórico-conceptuales al debate sobre la dialéctica campo-ciudad en el seno de las sociedades post-industriales. La problemática que envuelve el tema de la urbanización del espacio rural, el protagonismo adquirido por las fuerzas centrífugas en el seno de la sociedad y del territorio del mundo occidental constituyen el nudo del artículo.

Palabras clave: Post-productivismo, rururbanización, contraurbanización, franja rururbana, periurbanización.

 

Abstract

This paper analyses the main theoretical and conceptual contributions to the debate over the country/town issue within post-industrial societies. The problems involving urbanisation of rural space, the importance acquired by the centrifugal forces within society and the Wertern world’s territories, form the core of the article.

 

NOTA. las notas a pie de página no están incluidas en la versión web

1. Introducción.

En los últimos años se ha producido una reactivación en la producción científico-social relacionada con el análisis de la sociedad y del espacio rural. Esta revitalización responde, obviamente, a la nueva realidad que caracteriza la ruralidad en las sociedades post-industriales. En este sentido, el desarrollo de la Geografía Rural no ha sido ajeno a este renacimiento (KAYSER, B., 1990).

Más recientemente, la desagrarización, el éxodo rural, el fenómeno urbano y la industrialización relegaron en cierta medida al olvido los estudios y reflexiones clásicas sobre el mundo rural. La ciudad ha sido durante mucho tiempo el tema central de estudio y de reflexión. Esto, sin duda, se tradujo en una cierta sensibilidad negativa hacia el espacio rural como objeto de estudio que, durante un cierto tiempo, se definió en términos de negación, de ahí que se hablase de espacio interurbano. Desde este punto de vista, el espacio rural ha sido contemplado como un espacio regresivo, como reserva de expansión urbana.

A pesar de ello, las sociedades postindustriales, definidas también como sociedades itinerantes, móviles, han otorgado un nuevo protagonismo al espacio rural. Las migraciones ciudad-campo, manifestación de esta sociedad itinerante, han dado lugar a un nuevo espacio rural. Es, al fin y al cabo, lo que viene llamándose urbanización del espacio rural.

La nueva realidad ha obligado a los investigadores a redefinir el objeto del marco de estudio. En la actualidad el espacio rural no es exclusivamente el espacio donde se desarrollan las actividades primarias (agricultura), pero tampoco es el espacio subordinado, residual, carente de toda actividad económica como consecuencia de la desagrarización que acompañó al proceso de industrialización. Es ahora un espacio multifuncional.

 

Cambio rural en la sociedad postindustrial. Post-productivismo y nuevas relaciones ciudad-campo.

                Según apunta Bernard KAYSER (1972), el desarrollo del régimen capitalista en la segunda mitad del siglo XX ha transformado más profundamente el sistema de relaciones campo-ciudad que la lenta evolución de muchos siglos.

                Antes de la era industrial, la dialéctica se establecía desde el dominio de la ciudad sobre el campo. Esta situación de dominio era favorecida por las relaciones de proximidad. Las ciudades eran pequeñas y, además, ejercían su influencia sobre un conjunto limitado de territorios rurales.

                La influencia de la ciudad sobre el campo era ejercida desde diversas esferas: a) económica -el campo y la ciudad alimentan un circuito económico de relación desigual, pero recíproca-; b) financiera; c) social -la clase mercantil y la clase de propietarios absentistas viven en la ciudad-; d) demogràfica -el sobrepoblamiento del campo alimenta la ciudad- e) política y cultural.

                Esta situación de primacía se agudizará durante los siglos XIX y XX con la Revolució Industrial. Las relaciones asimétricas se verán reforzadas por el binomio Industrialización-Urbanización.

                Las áreas rurales que, con el éxodo rural y la progresiva desagrarización, actúan como reserva de mano de obra, se convierten en un territorio aislado y anquilosado. Según ALFONSO CAMARERO (1993), el espacio rural pasa a convertirse en un espacio vacío, socialmente desequilibrado y culturalmente atrasado.

                En definitiva, lo que caracterizaba el sistema tradicional de relaciones campo-ciudad era la dependencia del campo respecto de la ciudad en un marco espacialmente restringido. Es decir, la ciudad ejercía su control sobre el área rural inmediata, estableciéndose una relación recíproca, pero desigual. Por tanto, se articulaba un marco de relaciones que se fundamentaban en una escala local.

                La aceleración del progreso tecnológico, la acentuación de la concentración financiera y económica en los grandes centros de decisión de la jerarquía urbana mundial y la difusión inmediata de la información han roto el equilibrio del sistema tradicional de relaciones campo-ciudad.

                Los aspectos y elementos que explican las nuevas relaciones son:

a) La evolución de los sistemas de transportes y de las comunicaciones con la irrupción de las nuevas tecnologías, que ha dado lugar a una situación en la que al haber una mayor proximidad geográfica permite las relaciones más estrechas, además de que el aislamiento no sea función exclusiva de la distancia;

b) El crecimiento económico de la ciudad es autopropulsado. El campo juega ahora un papel secundario, no alimenta el circuito económico de la ciudad. Esta autonomía urbana se manifiesta también en la dimensión demográfica.

c) Las condiciones de producción de la actividad agrícola favorecen la explosión de las relaciones tradicionales. La agricultura se convierte en un sector fuertemente capitalizado, gran consumidor de ínputs industriales. Por otro lado, se integra en los circuitos económicos capitalistas, que son circuitos deslocalizados, fuera de itinerarios locales. Esta deslocalización, o relocalización en un nuevo marco que rompe con las fronteras antes estrictamente locales, también está directamente vinculada a las decisiones sobre los sistemas de cultivos, que dependen cada vez más de las decisiones de las grandes empresas agroalimentarias.

                La filosofía productivista de las décadas de los años sesenta y setenta rompió el tradicional ligazón entre forma y función, de tal forma que la agricultura en los países desarrollados en el marco de la globalización económica se ha deslocalizado -siguiendo pautas propias de la industria- tal como ha apuntado recientement Bernard HERVIEU (1995).

Por otra parte, la urbanización, como proceso global -social, cultural, funcional- ha engullido con sus tentáculos el espacio rural.

                Por último, las últimas tendencias apuntan hacia una mayor multifuncionalidad, añadiendo a ello la más reciente filosofía post-productiva: el agricultor en los espacios rurales post-industriales se convierte en un mero gestor del mediomabiente; frente a la estandarización que imponía la filosofía productivista -que se sigue practicando en otras sociedades- la demanda se segmenta y aparece un sector de demanda que reclama lo específico, singular e integrado -marcas de calidad, denominaciones de origen, agricultura integrada, ecológica-.           

                La integración del mundo rural en el sistema capitalista imperante da lugar a la destrucción de las relaciones de proximidad que definían la situación tradicional. El dominio de la ciudad sobre el campo, no se ejerce sobre una base local, sino que, como muy bien señala Kayser, este dominio "ya no tiene rostro".

                Este proceso hacia la integración incluye la conquista del espacio rural por parte de los habitantes de la ciudad. La ciudad se ensancha y da lugar a un cambio en las condiciones de contacto de ciudad y campo, creando nuevos espacios eclécticos y complejos, los denominados espacios      rururbanos.

                La integración del campo en el sistema capitalista, con todas las repercusiones comentadas, se interpreta como una ruptura histórica de las relaciones de dominio entre ciudad y campo. Según ALFONSO (1993), mundo rural y mundo urbano son dos segmentos de la llamada sociedad global.

                La integración implica un renacimiento rural, que es la expresión de la extensión espacial de las áreas urbanas que se hallan en una fase caracterizada por un fuerte proceso de descentralización.

                Es éste uno de los riesgos de las sociedades post-industriales. Es decir, las fuerzas centrípetas, que caracterizaron la industrialización (ligando lugar de trabajo y lugar de residencia) han sufrido una ruptura, caracterizada por el dominio de una fuerza centrífuga, lo que se ha traducido en una sociedad más móvil. Ahora el "conmuting" ha roto la relación estrecha entre lugar de trabajo y lugar de residencia.

                Por otro lado, el espacio rural, en las coordenadas de la nueva sociedad, tiene otra valoración. Actualmente es considerado como un soporte físico de actividades residenciales y de ocio. Así lo señala Etxezarreta:

«El ámbito rural ya no se considera solamente por su valor de producción agraria, sino por su aportación agraria-paisajística-de ocio, valorándose tanto su función no agraria como de producción» (ETXEZARRETA, 1988).

2.3.Marcos teóricos. La rururbanización y la contraurbanización.

                Hasta ahora hemos expuesto cuáles son los hilos conductores que en el marco de la literatura científico-social han guiado el debate sobre la definición de ruralidad, sociedad rural y, también, espacio rural. Las coordenadas y los fundamentos que han diseñado las características de las sociedades post-industriales, han dado un nuevo 'rol' a lo que tradicionalmente era conocido como espacio rural. Los cambios en la realidad han obligado a los científicos sociales a replantearse los marcos tradicionales del análisis.

                La Geografía también se ha adherido a este debate. Por esta razón los marcos explicativos de la nueva ruralidad oscilan, podríamos decir, desde la aceptación de la teoría del "Continuum', a la aceptación de les tesis de Pahl (ESTÉBANEZ ALVAREZ, 1981).

2.3.1. La urbanización del espacio rural según Lewis y Maund

                LEWIS y MAUND (1976), en un artículo ya clásico, plantearon la necesidad de redefinir lo que se conoce con el nombre de urbanización del espacio rural, adhiriéndose a los postulados hechos por Pahl. En este sentido, definen la urbanización como un proceso que incluye el total de la sociedad, independientemente de su localización geográfica Siendo así, .las diferencias entre los lugares responden a diferencias sociales entre grupos con situaciones sociales y ciclos de vida dispares.

                Por otro lado, las características propias de la sociedad post-industrial con su mayor movilidad, han tenido una fuerte repercusión sobre las comunidades localizadas en el campo. El cambio experimentado ha pivotado sobre la explosión de dos procesos convergentes: a) atracción del mercado de trabajo urbano, cada vez más diversificado por la creciente terciarización; b) expulsión por la contracción del sector primario.

                Estos dos procesos se plasman en la realidad por una serie de movimientos migratorios diferenciados según sea el estrato social, el ciclo de vida y el patrón de movilidad de la población que las protagoniza.

a) Despoblamiento. Decremento de la población de las comunidades rurales y disminución de la tasa de natalidad. Da lugar a una estructura demográfica envejecida y debilita una estructura social tradicional de carácter piramidal.

b) Población. Crecimiento de la población por la llegada de un contingente demográfico. Suele ser gente joven, de clase media y poco relacionada con la comunidad rural. Suelen conservar su lugar de trabajo en la ciudad. Socialmente cambia la asignación de 'roles' de liderazgo social y demográficamente rejuvenece la población.

c) Repoblación. Consiste en la colonización de pueblos y aldeas por parte de población jubilada o que está en la última etapa del ciclo vital.

                La acción de las tres fuerzas citadas, de forma individual o colectiva, es lo que provoca un cambio de estructura social y demográfica de las comunidades, lo que también repercute en el sistema de valores. Los valores locales retroceden en favor de los valores cosmopolitas.

                Podemos llegar a una primera conclusión al respecto de la conceptualización de Lewis y Maund: la urbanización es el cambio social, del sistema de valores que se produce fruto del desencadenamiento de tres fuerzas migratorias. El cambio operado se medirá según el grado de intensidad y del protagonismo de las mismas. La movilidad creciente de la actual sociedad propició su eclosión.

                A pesar de ello, los argumentos reproducidos hasta ahora sólo levantan los pilares de un marco que sirva para interpretar el cambio social. No obstante, los autores van más allá e intentan aunar cambio social y cambio espacial.

                Desde este punto de vista, se alejan del discurso sociológico que hasta ahora les ha servido de base: según Pahl la urbanización del campo tiene un marcado carácter aespacial, por tanto, se produce en todos los lugares a la vez.

                LEWIS y MAUND (1976), inspirándose en la teoría de la difusión, interpretan que la intensidad del cambio -que se manifiesta con los tres movimientos migratorios antes descritos- decae con la distancia.

                En definitiva, la urbanización de los espacios rurales se ha de interpretar como un proceso socialmente selectivo que se articula a partir de los movimientos migratorios, que se desarrollan en las sociedades industrializadas, donde la movilidad ha experimentado un alto grado de desarrollo. Los cambios poblacionales condicionan un conjunto de cambios en la estructura socio-económica y en las pautas de comportamiento, en función de cuál sea el grupo social y el ciclo de vida de los protagonistas. Es en el cambio social y de estilo de vida donde el 'cosmopolitismo' se va sobreimponiendo al 'localismo', lo que explica el cambio espacial. Es decir, la urbanización no se explica por la naturaleza y tamaño de los asentamientos, oscilando desde un polo urbano a un polo rural, sino por la intensidad del cambio social operado en una sociedad cada vez más móvil.

 

2.3.2. La rururbanización: concepto y características

                El término rururbanización, acuñado con anterioridad en la producción bibliográfica anglosajona por Smith en 1937 (GONZÁLEZ ENCINAR, 1982), fue popularizado en la comunidad de geógrafos con la publicación de la obra de BAUER y ROUX (1976). Los autores franceses definen la rururbanización como la forma más reciente de crecimiento urbano, que resulta de la diseminación de la ciudad en el espacio. Una área rural es rururbana cuando cumple dos condiciones o requisitos:

1) Es próxima a centros urbanos y recibe el aporte de una población nueva de origen principalmente urbano, lo cual se traduce en: a) saldo migratorio positivo; b) proporción decreciente de agricultores y artesanos rurales; c) fuerte transformación del mercado inmobiliario;

2) Subsistencia de un espacio no urbanizado dominante.

                Esta perspectiva ha sido criticada, sobretodo por un marcado carácter simplista.

                Así, otros autores, también franceses (BERGER, et al., 1980) centran su crítica en el hecho que no se puede reducir el proceso sólo al desplazamiento de población urbana a los espacios peri-urbanos; también se ha de tener en cuenta la substitución de funciones y poblaciones en los núcleos tradicionales. En segundo lugar, aseguran que no se puede reducir el concepto únicamente a su aspecto residencial, sin tener en cuenta los procesos inducidos por los desplazamientos de actividad y de lugares de trabajo. Por último, consideran que no son un tipo de espacio estático, que se opone a la concentración urbana, sino formas discontínuas y transitorias de ocupación del espacio peri-urbano; se trata, pues, de espacios inestables, y la rururbanización se ha de interpretar como uno de los procesos implícitos al crecimiento urbano.

                Estos autores definen la 'rurbanisation' como un proceso evolutivo que tiene lugar en la periferia de las aglomeraciones urbanas. A pequeña escala, la rururbanización se integraría en el proceso global de concentración de la población en las regiones urbanas en detrimento del espacio rural. A gran escala, la rururbanización participa en la incidencia de actividades y funciones urbanas sobre un espacio más o menos amplio, a pesar de que no se haya producido un fuerte crecimiento urbano.

                De la misma forma que los autores anteriores, GONZÁLEZ ENCINAR (1982) apunta el carácter limitado de la aportación de BAUER y ROUX:

"... suponen una interpretación del fenómeno de rururbanización que nos parece parcial, en la medida que se refiere a la diseminación, al azar, de viviendas (principalmente unifamilares), en ayuntamientos rurales próximos a la ciudad, lo que provoca mutaciones en parcelas del suelo rural (los franceses han acuñado un término para designarlas: mitage), transformaciones en la estructura demográfica y perturbaciones en la vida y la economía de la comunidad rural originaria..."

                En un entorno geográfico más próximo, también se han adoptado actitudes respecto al término más amplias y globalizadoras. El profesor Vicenç Maria Rosselló Verger, en su "Geografia Humana del País Valencià" (ROSSELLÓ VERGER, 1990), considera el término 'rururbanització' como propio de los espacios próximos a las grandes ciudades y àreas metropolitanas, y que consiste en la apropiación del campo por la ciudad. El fenómeno tiene sin lugar a dudas distintas manifestaciones. Desde el punto de vista económico, estas àreas se caracterizan por la aparición y desarrollo de la agricultura a tiempo parcial como estrategia de supervivencia de la explotación tradicional frente a la competencia de usos de la ciudad; o bien, se desarrolla una agricultura altamente tecnificada, industrializada y competitiva; saldos migratorios positivos; aparición de fenómenos de movilidad diaria, es decir, desplazamientos residencia/lugar de trabajo. Desde el punto de vista espacial, las dos manifestaciones más evidentes de la colonización urbana de las áreas periurbanas que son fruto de los cambios de uso del suelo, consecuencia de la implosión de funciones urbanas, son: por una parte, la implantación industrial por relocalización de establecimientos y polígonos industriales próxima a los grandes ejes de comunicación; por otra, la implantación residencial, es decir, la ocupación del espacio rural por residencias permanentes de población urbana, que diariamente se desplaza a su lugar de trabajo en la ciudad, y también por residencias temporales, que aparecen para satisfacer una demanda de ocio, llamado ocio de proximidad, de los habitantes de la ciudad.

                No faltan visiones más restringidas del fenómeno. Es el caso de VERA REBOLLO, et al.(1987), así como también de GOZÁLVEZ PÉREZ (1985). El primero lo circumscribe al impacto espacial de la difusión espontánea del uso residencial en el espacio rural, relacionándolo también con las figuras de planificación previstas en la legislación urbanística:

"...Estas unidades de uso residencial se caracterizan por su espontaneidad y ausencia de planeamiento previo, si bien en ocasiones han sido legalizadas a posteriori,..., al estar consolidado en más de sus 2/3 partes...".

                El segundo lo interpreta como una transformación espacial y poblacional motivada por la nueva vocación residencial de estos espacios rurales.

                No ha faltado quien haya levantado una voz crítica sobre la ambigüedad en la utilización del término. En este sentido, José Luis ANDRÉS SARASA (1987) -para quien la rururbanización es un neologismo que sirve para expresar transición entre estos dos mundos- afirma que las dificultades para definir con precisión el concepto vienen dadas por la propia personalidad del espacio que se analiza.

                Desde otro prisma, tan convincente como poco precisa, es la argumentación de BARRÈRE (1988), para quien "rururbanización" es el concepto que desde la óptica del mundo rural han creado los científicos sociales interesados en esta rama del conocimiento para referirse a la problemática generada por las periferias alejadas.

2.3.3. La teoría de la contra-urbanización

                La contra-urbanización tal vez sea uno de los marcos conceptuales más controvertidos de los diferentes términos que tienen como pretensión la reflexión sobre el cambio de las tendencias centrípetas que afectaban a población y actividades en las áreas llamadas desarrolladas y industrializadas, a las hipotéticas tendencias centrífugas que parecen convulsionar el mundo desarrollado desde hace algunas décadas.

                Todos los autores coinciden en señalar los años setenta como el inicio de este nuevo fenómeno acuñado como contra-urbanización. Así, Marois et alter, afirman que:

"... se asiste desde los años setenta a la decadencia de los lugares centrales bajo el efecto de una desconcentración de la población y de las actividades económicas. Ello da como resultado un crecimiento de los banlieus inmediatos, un crecimiento no metropolitano y una industrialización del medio rural..." (MAROIS, et al., 1991).

                El concepto contra-urbanización fue elaborado por Berry en 1976. Según SANT y SIMONS (1993), el geógrafo americano, basándose en estadísticas de la distribución de la población, contempló la evidencia de una tendencia hacia la desconcentración; es decir, hacia una disminución de la población de las áreas metropolitanas, un hecho que al parecer estaba asociado a un crecimiento de pequeños centros urbanos y de áreas rurales.

                Esta observación empírica, hecha evidente, indujo a definir la contraurbanización como:

" un proceso de desconcentración de la población; esto implica un movimiento desde un estado de mayor concentración, hacia un estado de concentración menor..".

                Berry fundamentó su definición de contraurbanización en la observación de una serie de características propias de su área de estudio, los Estados Unidos. Fundamentalmente, constató que desde principios de los años setenta se produce un declive demográfico de las áreas metropolitanas del país en favor de áreas urbanas de segundo orden o de áreas rurales lejanas.

                Para Berry no es una manifestación coyuntural, sino que se trata de un cambio radical con el patrón clásico de distribución de la población, dando pie, además, al nacimiento de un nuevo modelo de asentamiento.

                Atribuye las causas, sobre todo, a la revolución de los transportes, las nuevas formas de comunicación, que han facilitado la flexibilidad locacional de la industria y la flexibilidad residencial.

                Es el 'escapismo' (SANT y SIMONS, 1993), el deseo de vivir fuera de la ciudad, a la que atribuye una serie de patologías que la convierten en un medio repulsivo, lo que condiciona la decisión del cambio residencial.

                Champion, que critica la ambigüedad de muchos de los postulados de Berry, reelabora el concepto y establece hasta cuatro condiciones sine qua non no se podrá hablar de contraurbanización:

1. La contraurbanización no puede ser sólo un SPILLOVER (difusión) metropolitana. Ningún crecimiento de la población en el área de 'conmuting' metropolitano podrá ser considerada com un cambio respecto de las tendencias anteriores, sino como una continuación del proceso de descentralización local, que incluye los cambios residenciales y de lugares de trabajo desde el centro a las aureolas de cada región urbana.

2. Aunque la contraurbanización de lugar al crecimiento de áreas rurales remotas, este hecho a largo plazo no puede dar lugar a la formación de nuevas áreas urbanas o a nuevas regiones metropolitanas. Si fuese así nos hallaríamos ante un nuevo capítulo del proceso de urbanización.

3. Morfológicamente no puede tomar la forma de asentamientos urbanos o de áreas fuertemente urbanizadas. Ha de guardar los parámetros propios de una área rural de baja densidad.

4. No ha de suponer una relocalización de la forma de vida urbana, aunque sólo aparentemente se asemejen a los modos propios de vida rural.

Como apuntó William H. FREY (1988), las tendencias observadas en la redistribución de la población, con las pérdidas de población en las grandes áreas metropolitanas, han sido explicadas a la luz de dos teorías claramente diferenciadas:

a) La teoría de la desconcentración.

b) La teoría de la reestructuración regional.

a) La teoría de la desconcentración

                Los defensores de esta teoría dan mucha más importancia a la flexibilidad residencial, con la que cuenta la población, como consecuencia de las innovaciones tecnológicas, aún reconociendo que éstas también han facilitado el cambio de emplazamiento de la organización productiva.

                Por tanto, el punto central de la teoría es el factor distancia. Se pasa de una situación en la que el espacio del productor y el del consumidor estaban determinados por las restricciones geográficas y de coste de transporte, a una situación de mayor flexibilidad, tanto de localización de actividades como residencial.

                Por otro lado, los teóricos de la desconcentración consideran que el nuevo espacio productivo estará mucho más determinado por les preferencias residenciales de los trabajadores y de los residentes consumidores.

                Desde este punto de vista, no creen que únicamente se relocalicen las actividades de más bajo nivel. Esta tendencia a la descentralización afectará también a actividades punta y de gran valor añadido, forzadas por la necesidad a establecerse en las áreas más atractivas para la mano de obra calificada.

 b) La teoría de la reestructuración regional.

                Los que defienden esta postura dan un absoluto protagonismo a la nueva organización de la producción y a la tendencia de ésta a la desconcentración, lo que favorece la creciente división del trabajo y una compartimentación espacial de la toma de decisiones de la investigación y de la producción. De acuerdo a la teoría, se prevé una polarización del crecimiento entre las áreas que funcionan como centros de control y dirección y las que lo hacen como centros de producción subordinados y como centros de consumo. En consecuencia, las metrópolis donde se hallen los centros de decisión, así como los centros de investigación y desarrollo, seguirán creciendo.

                Ha habido otras explicaciones del fenómeno menos afortunadas, como la que refleja Garett LEWIS (1998) en un trabajo de reciente publicación. A la línea de explicación el da por nombre explicación basada en la época. Con dicha expresión el autor hace referencia al hecho que el inicio de la contraurbanización coincide con unos hechos coyunturales propios de la década de los setenta. En concreto, citan como hechos propios de la década y que el otorgan ese carácter excepcional, las crisis energética, las recesiones económicas, el fin del baby boom en las sociedades occidentales y la creciente importancia de la población envejecida y jubilada.

                En definitiva, la contraurbanización se ha interpretado como una nueva tendencia en la distribución de la población y de los asentamientos que rompe el patrón tradicional de concentración de hombres y actividades de las sociedades urbanizadas e industrializadas. Actualmente, asistimos a la desconcentración de población y a la descentralización de actividades desde los lugares centrales tradicionales hacia áreas rurales remotas y pequeños centros urbanos de tercer orden, siendo característico en las llamadas sociedades avanzadas. La flexibilidad residencial de los consumidores-trabajadores y la flexibilidad locacional de la organización productiva, característica de las sociedades post-industriales han permitido la inversión del orden establecido. Incluso, parece ser que también se ha roto la dictadura del medio productivo respecto del medio residencial, y que ahora será el primero el que se subordinará al segundo. No obstante, el debate es aún vigente.

2.4. Modelos espaciales. El concepto de franja rururbana y el modelo de ciudad regional.

                En las páginas anteriores hemos hecho un repaso global del aparato conceptual que la literatura científica ha elaborado para definir y caracterizar lo que genéricamente se llama urbanización del campo, urbanización del espacio rural.

                Una vez se han sintetizado las reflexiones teóricas más interesantes desde este punto de vista, estamos en disposición de revisar cuales son les aportaciones que, desde nuestro punto de vista, son más relevantes como marcos espaciales de análisis del fenómeno.

 

2.4.1. El modelo de franja rural-urbana de Pryor

                Pryor en un artículo ya clásico elabora un modelo teórico, de carácter inductivo, basado en el análisis de 60 estudios de casos sobre las características de la franja y la disposición espacial de la misma.

                Define la franja rural-urbana como:

                "... zona de transición del uso del suelo, de las características sociales y demogràficas, situándose entre la área urbana edificada-homogénea y las áreas suburbanas del lugar central y su hinterland rural -caracterizado por la casi completa ausencia de edificaciones, ocupaciones y usos del suelo no agrícolas-, con una orientación social rural y urbana; con una falta de servicios urbanos; una falta de planificación urbana; unos límites que van más allá de los límites políticos del lugar central; con una densidad de población en crecimiento, por encima de los distritos rurales, pero por debajo de la ciudad central..."(PRYOR, 1968).

                En la anterior definición se parte de dos premisas básicas:

a) La franja rural-urbana sólo puede existir entre un centro urbano dinámico y en crecimiento y su hinterland rural;

b) Por su uniformidad, las características de heterogeneidad y transición así como su localización han de ser distintivas del espacio urbano y del espacio rural, con el que ha de formar un continuum.

                Esta visión la plasma con un modelo -que a la vez concreta con un diagrama- que lo define como de proceso-respuesta: Proceso de urbanización-Respuesta: conversión del uso de la tierra, transición e invasión por elementos urbanos, declive del uso agrícola y de la población activa agraria.

                En el modelo distingue a su vez dos zonas:

1) Franja urbana: es la subzona de la franja rural-urbana en contacto y contigua a la ciudad central, exhibiendo una densidad de edificaciones superior a la media de la densidad global de la franja rural-urbana -residencial, comercial, industrial- y un ratio alto de incremento en densidad de población, cambio de uso del suelo y 'conmuting'.

2) Franja rural: subzona contigüa a la franja urbana, ofreciendo una densidad de edificación media inferior a la media de la franja rural-urbana; una mayor proporción de explotaciones agrícolas que "barbechos sociales" y usos no agrícolas; así com un menor 'ratio' de incremento de la densidad de población, de cambios en los usos del suelo y de 'conmuting'.

                El marco espacial y conceptual elaborado por Pryor tuvo gran aceptación entre los expertos. De hecho, en un artículo más reciente FESENMAIER, et al. (1979) afirman que en "... la estructura interna de la franja.... han identificado dos zonas...".

2.4.2. Otros marcos espaciales

                La solución conceptual sobre las "àreas de transición" de PRYOR (1968) ha tenido hasta estos momentos muchos seguidores. Tanto es así que, a principios de la década de los ochenta fue de alguna forma reinterpretada y mejorada por BRYANT, et al. (1982).

                Estos autores en su reinterpretan la teoría del predecesor, mejorándola y ampliándola.

                La nueva lectura parte de la necesidad de redefinir el sistema de asentamientos que se perfila en la mayor parte de sociedades post-industriales a partir del final de la Segunda Guerra Mundial. De alguna forma este queda aglutinado con lo que ellos denominan ciudad-Regional.

                Este nuevo modelo se diseña bajo la influencia de los factores que definen la post-industrialización -creciente movilidad, mejora de la tecnología de la comunicación, amplio abanico de posibilidades de ocio, terciarización...-. Básicamente, la ciudad-Regional consta de dos partes: a) la parte concentrada ('built-up area') que reúne el 75-90% de la población en un espacio que representa el 5%; b) la parte dispersa ('city's countryside') que reúne sólo entre el 10-15% de la población y de las actividades en un 95% del territorio.

                La parte dispersa constaría a su vez de distintas partes, fusionadas entre sí desde una perspectiva de continuum desde la parte concentrada al hinterland rural:

a) Franja urbana. Esta, se subdividiría en dos partes:

1) Franja interna: Los usos de la tierra está en avanzado estado de transición desde el uso rural a nuevos usos urbanos. Sería donde se está construyendo o donde los terrenos tienen un régimen urbanístico que prevee su futura conversión.

2) Franja externa. Dominan los usos rurales en el paisaje, pero la infiltración de elementos urbanos es clara. Muchas de las manifestaciones son difícilmente perceptibles en el paisaje: la propiedad urbana de la tierra, comprada generalmente con la expectativa de reconversión a usos urbanos. Igualmente, puede ocurrir que los propietarios-agricultores anticipándose al futuro desarrollo deciden no mantener el mismo nivel de inversión en su explotación (extensificación del sistema productivo).

b) Sombra urbana ('Urban Shadow') Sería el área donde la presencia física de influencias urbanas en el paisaje son mínimas, pero si se constatan: propiedad urbana de la tierra, difusión de residencias no agrícolas; patrones de 'conmuting' desde aquellas y desde los aislados núcleos urbanos.

c) Hinterland rural. El último se fusiona con éste, de tal forma que es fácil que haya elementos que pongan en evidencia la influencia urbana: propiedad no agrícola y asentamientos residenciales urbanos. También, la población 'rural' mayoritaria está afectada per la transmisión de ideas y actitudes a través de los mass-media. De hecho, no hay ningún lugar del mundo occidental que no haya experimentado en mayor o menor medida la colonización del mundo urbano.

                Los autores acaban afirmando que se trata de una estructura 'ideal', y que la realidad nos enseña que se trata también de un fenómeno que se distribuye discontinuamente en el espacio.

                La perspectiva del continuum, como parámetro o guía para interpretar espacialmente las problemáticas áreas de transición, también la podemos intuir en otros marcos espaciales elaborados para dicho tema. En la literatura de origen francófono, cabe sin lugar a dudas tener presente la aportación hecha por Kayser.

El autor francés plantea la existencia de hasta un total tres coronas periurbanas:

1) Primera Corona. Dominio de usos y funciones urbanas.

2) Segunda Corona. Es el territorio que se está urbanizando, la zona donde se vende y especula; donde los propietarios son inducidos a transformar sus tierras en terrenos.

3) Tercera Corona. La presión urbana aquí confluye con una sociedad rural en pleno funcionamiento. No está exenta de elementos y de huellas de origen urbano: de forma localizada hallamos construcciones urbanas; también, fruto de la desagrarización, adquiere importancia la agricultura a tiempo parcial.

                De manera semejante a Bryant, Ruswurn y McLellan, define las coronas como hechos discontinuos y dinámicos.

                Retornando las reflexiones de BRYANT, et al. (1982), cabe recordar que los autores anglosajones inciden en el hecho que la plasmación empírica del marco teórico de la ciudad dispersa depende de criterios o variables, siempre subjetivos, utilizados por los investigadores en sus respectivos ámbitos de estudio.

 

2.5. Métodos de delimitación de las franjas rururbanas.

                La estructura interna de la ciudad dispersa, o de la franja rururbana, la hemos presentado bajo la óptica de modelos 'idealizados', hechos desde la perspectiva del continuum. No obstante, la plasmación de esta visión apriorística, en cada caso de estudio, pasa per un conjunto de filtros, que hacen que su realización no esté exenta de dificultades. Para GONZÁLEZ ENCINAR (1982) los problemas del investigador para delimitar la franja y su estructura interna vienen dados per la misma naturaleza de estas áreas: a) no se trata de espacios fijos, son espacios dinámicos; b) tienen una configuración discontinua, se trata de un espacio roto. Desde mi punto de vista, hay otros hechos que plantean interrogantes y dudas en la delimitación, si bien creemos necesaria la revisión de algunos de estos criterios.

                Los planteamientos más simples se fundamentan en la utilización de una sola variable. A partir del peso que ésta tiene en cada una de les unidades de observación espacial que configuran el área de estudio, el investigador las incluye en una de las partes en las que subdivide la estructura interna de la franja, que se corresponden con intervalos previamente establecidos de la variable en cuestión. De esta tipología de criterios conocemos distintos casos:

1) Myers y Beegle, en los Estados Unidos, utilizan la variable incluída en el censo de población de Estados Unidos llamada "Población no de pueblo y rural no agrícola"; sobre los porcentajes de esta variable en cada una de las unidades de análisis ("township") elaboran la zonificación y los umbrales.

2) Utilización de variables como densidad de población, tamaño de los asentamientos (frecuente en la Administración) o índices tales como el de Pinchemel o el I.U.P.A. (Indice de Urbanización según la Población Activa).

                No obstante, para áreas tan complejas y dinámicas es preciso la utilización de criterios que incluyan variables distintas. Para CHAPUIS (1973) son necesarias "ciertas decenas de variables dado el dinamismo de estas áreas".

                Con este planteamiento, podemos recordar los siguientes ejemplos:

1) Étienne Juillard y el "Grupe de Recherche sur l'Urbanization des campagnes" elaboraron un largo listado de las variables que deberían tenerse en cuenta para delimitar la franja rururbana. Sin embargo, su plasmación empírica se encontró con la imposibilidad de conseguir datos de muchas de las variables deseadas.

2) R. Mols, en un estudio sobre la periferia de Bruselas, utiliza hasta 20 variables sobre aspectos demográficos y socio-económicos.

3) La utilización de gran número de parámetros ha obligado a los investigadores, para la implementación estadística de las mismas, a buscar apoyo en técnicas de análisis multivariante. Sería el caso de CLOKE (1977), CLOKE y EDWARDS (1986) que elaboran un "índice de ruralidad" para el caso de Inglaterra y Gales, donde utiliza el análisis de componentes principales. El "índice de ruralidad" sería el factor principal del anàlisis, el que explica el porcentaje más alto de varianza, de tal forma que las unidades de observación se ordenarían desde la más rural a la más urbana, en función del peso -negativo o positivo- que obtuviese en el factor. Similar procedimiento observamos en el análisis de BRYANT (1973, 1974) de la región de París, aunque aunando análisis factorial y análisis 'cluster'.

                Una vez vistos los planteamientos más extendidos para abordar la delimitación de franjas rururbanas, cabe poner sobre la mesa cuestiones metodológicas referentes a la sustentación empírica de dichos planeamientos:

1) No existen unos criterios universalmente establecidos sobre qué técnicas y variables deben utilizarse; ambas cuestiones dependen del libre arbitrio del investigador.

2) Las unidades de observación y los órdenes de magnitud de las áreas de estudio son distintas;

3) Existe una dependencia de los investigadores hacia las unidades de análisis que las administraciones públicas establecen y, sobre todo, de los datos que éstas elaboran.

                A pesar de todo, se encuentran ejemplos que se alejan de dichos modelos generales al utilizar procedimientos, unidades de observación espacial y técnicas distintas, como pone de manifiesto Fesenmaier et alter (FESENMAIER, et al., 1979) en un estudio centrado en la periferie de London (Ontario), siendo la milla quadrada la unidad de observación utilizada . Las variables implementadas para cada unidad fueron: densidad de población; proporción de població activa no agricultora; percentaje de tierra de propiedad no agrícola y accesibilidad al área urbana concentrada. La obtención de los datos se hizo compaginando fuentes estadísticas de la administración y fuentes cartográficas. Finalizada la síntesis de la información con análisis 'cluster', se elaboró un modelo digital del terreno, a partir de los pesos de cada milla cuadrada en el análisis, para dar una solución gráfica al carácter gradualista que ostenta la franja rururbana.

                Partiendo de la necesidad de utilizar información y unidades de análisis alternativos a los ofrecidos y utilizados por la Administración, nosotros también llevamos a cabo un análisis fundamentado en la filosofía del trabajo de Fessemair para el caso de la isla de Mallorca. La unidad de observación utilizada fue el qmq., las técnicas utilizadas fueron el muestreo, y la variable explicativa del grado de urbanización fue el hábitat rural no agrícola (primeras residencias, segundas residencias, casitas de "aperos"..). El trabajo al que hacemos mención forma parte de nuestra tesis de doctorado. Posteriormente, fui el coordinador de un equipo que elaboró de un estudio para la Administración sobre la problemàtica de la urbanización del campo isleña, en el que profundizamos en la metodología utilizada anteriormente. Siendo el hábitat rural no agrícola la variable que mejor indica el grado de colonización urbana del espacio rural, a partir de un análisis de regresión múltiple hallamos la ecuación con aquéllas variables que explicaban o que mantenían una determinada correspondencia espacial con la variable dependiente así definida. El resultado cartográfico fue sugerente sobre cuales son los espacios rurales potencialmente más o menos urbanizados.

 

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