Lurralde :inv. espac. N. 29 (2006)

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ISSN 1697-3070

GEOGRAFÍAS MERCANTILES VASCAS EN LA EDAD MODERNA (IV).

 LAS RELACIONES MERCANTILES Y MARÍTIMAS DE LOS VASCOS

    CON EL DUCADO DE BRETAÑA DURANTE LOS SIGLOS XIII-XV

 

Recibido: 2005-11-05

Aceptado: 2006-01-25

 

 

José Luis ORELLA UNZUE

Universidad de Deusto y

Universidad del País Vasco

Abstract:

We begin some studies related to the Basque commercial geography from the end of the Middle Ages to the Modern Period. That is, we try to study in depth the geopolitical and mercantile relationships of the Basques (not only of the merchants of Guipúzcoa, Alava and Vizcaya) with the maritime kingdoms and sovereignties. In this first article I present a chart with the commercial institutions that controlled the overseas transport and trade. Then in the second article I will study the legal and social change that the Basques needed to make, while they adapted to the new geopolitical circumstances, in order to change a country from a forming economy to a transport and commercial power. In this first article there is also a wide bibliography that is accurately elaborated in each of the following articles. In the following articles I describe the political and economic relationships that as a basis of commercial exchange the Basque had with some maritime states and sovereignties: England, Brittany, France, Portugal etc.

Key Words: Basque commercial geography, Basque Country, Bretagne, merchants, relationships.

Laburpena

Euskal merkatal geografiarekin erlazionaturik dauden ikasketa batzuekin hastan gara, hain zuen Erdi Aroaren bukaeratik Aro Berrira doazenak. Hau da, euskaldunek (eta ez bakarik Gipuzkoa, Araba eta Bizkaiako merkatariek) itsas-erreinu eta subiranotasunekin zituzten erlazio geopolitiko eta merkataletan sakontzen saiatu gara. Lehenengo artikulu honetan itsasoz handiko garraio eta merkataritza zuzentzen zuen markatal erakundeen taula bat aurkezten dut. Ondoren, bigarren artikuluan, euskaldunek egoera geopolitiko berrietara egokitzean, herri bat lurganadutza ekonomiatik garrio eta merkatal potentziara aldatzeko egin behar izan zuten aldaketa juridiko eta soziala aztertzen dut. Lehenengo artikulu honetan ere, bibliografia zabal bat agertzen da, artikulu bakoitzean gero banaka zabaltzen dena. Ondoren, hurrengo artikuluetan euskaldunek merkatal trukeak oinarri direla, Inglaterra, Bretania, Frantzia eta Portugaleko estatu eta subiranotasunekin izan zituzten erlazio politiko eta ekonomikoak azalduko ditut.

Gako hitzak: Euskal merkatal geografia, Bretania, Euskadi, Gipuzkoa, Bizkaia, Araba.

Resumen:

Geografía de Bretaña. Bretaña en la historia antigua y altomedieval. Bretaña y el mar en la Edad Media. El ducado de Bretaña hasta Juan III (1312-1341). El ducado de Bretaña de Juan III a Juan IV. Castilla y Bretaña en la guerra de los Cien Años. Los tratados bretones de 1372. Los últimos años de Juan IV. Los castellanos bajo el duque Juan IV de Bretaña. Los duques bretones del siglo XV. Las relaciones comerciales con Bretaña en el siglo XV. Los puertos bretones y el comercio vasco. El puerto de Nantes. El puerto de Brest. El puerto de Morlaix. Otros puertos de interés. El puerto de La Rochelle. La nación hispana en Bretaña: 1459-1479. La embajada de Juan Herrera a Bretaña. El convenio de Vitoria de 1483. El pacto de Valencia de marzo de 1483. Participación castellana en la guerra civil bretona. Ana de Bretaña. Matrimonio de Ana de Bretaña con Carlos VIII en 1491 y con su primo y sucesor Luis XII. Las relaciones comerciales de la Corona de Castilla con Bretaña a finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI. Tratado de amistad franco-española (1493) y sus consecuencias en Bretaña. Bretaña a la muerte de Ana (+1514)

Palabras clave: País Vasco, España, Mercaderes vascos, Transportistas vascos, Comercio, Instituciones mercantiles, Bretaña.

Geografía de Bretaña:

Como comarca de marinos y leyendas, Bretaña seduce desde el primer contacto. De Cancale al golfo de Morbihan, sus kilómetros de costas se componen de calas, extensas playas y hermosos puertos con casas de granito donde se saborearán las crepas y un tazón de sidra.

Los jóvenes marinos se inician a la navegación en Concarneau antes de ir a alta mar hacia el archipiélago de Glénans. Extrema, la punta de Raz fascina cuando las islas de Bréhat y de Ouessant se hacen más tranquilas. Saint-Malo tiene el alma de corsario y las "cumbres" de los montes de Arrée contemplan las landas. En general, en las áreas costeras de Dinard, bahía de Sant Brieuc, Val André, Etables, St Quay y St Enogat, St Laumore, St Brill, St Jacut y St Cast se han conservado más características de la manera de vida bretona que en las colinas interiores.

Mapa de Bretaña

Mapa de Bretaña

Todavía se pueden ver vestidos típicos bretones en algunas partes, aunque el estilo varía levemente de pueblo en pueblo. Las procesiones religiosas bretonas y las ceremonias del perdón que se llevan a cabo en un amplio número de comunidades en varias épocas del año pudieron haber cambiado sólo un poco desde las épocas célticas. Todavía hoy en la región de Plouha mucha gente habla bretón, que es una lengua que evolucionó de los dialectos celtas. La costa de Paimpol consiste en pedazos colosales de roca, peligrosos para la navegación, como los muchos faros existentes lo sugieren.

Cerca de la base de la península, en Aber Vrac'h y Aber Benoit, el océano se recoge y se revuelca fuertemente, golpeando las olas y haciéndolas penetrar lejos al interior de la tierra. Al final de la península se encuentra el puerto natural de Brest, uno de los puertos naturales más impresionantes de Europa, donde también hay un castillo del siglo XIII.

Desde Brest hay un canal que llega hasta Nantes. El interior de la península consiste en colinas arboladas, granjas, ríos cortos y valles estrechos. Muchas de las llamadas montañas no son más que colinas verdes de apenas 300 metros de altura, aunque tienen el mérito de ser los restos de la cadena montañosa más antigua del planeta.

La arquitectura bretona es simple y muy parecida a la de Inglaterra o el País de Gales. También tiene varios castillos impresionantes y muchos pueblos amurallados. Las iglesias son pequeñas y simples.

Bretaña se beneficia de un clima moderado gracias a la corriente del Golfo que la atraviesa todo el año.

La ciudad de Rennes fue la capital antigua de Bretaña. Dentro de la ciudad destacan el Palacio de Justicia, el Castillo, el Museo de Bellas Artes y el Museo de Bretaña dedicado a preservar y promover el arte bretón

Como dice Hervé Le Bras en su obra « Les Trois France », Paris, 1995, página 359: “Les Bretons, les Basques et les Alsaciens placent dans l´Europe l´espoir de concilier l´appartenence à la France et le respect de leur société régionale».

Bretaña en la historia antigua y altomedieval:

El historiador bizantino Procopio de Cesarea (siglo VI), el poeta Fortunato (hacia el año 600), el cronista Mario de Avenches (+593) y Gregorio de Tours (+595) denominan a esta tierra Bretaña o Britannia a la que con anterioridad se había denominado Armorica

Ya al final del Imperio Romano las tierras de Bretaña se hicieron notar en la historia porque al igual que los vascones en sus Pirineos a fines del siglo III de nuestra era se suscitaron amplios movimientos sociales conocidos en ambas geografías como revueltas bagáudicas. La confiscación de los tesoros testimonió la amplitud de las revueltas de aquellos siglos de la romanidad tardía. Muchas “civitates” romanas del litoral fueron incendiadas, y otros muchos núcleos de población abandonados, de modo que el bosque fue ocupando tierras anteriormente humanizadas.

“Civitates” como Vannes y Rennes se encerraron tras sus murallas y se dotaron de guarniciones militares propias. La clase senatorial y curial abandonó los poblamientos romanos del litoral, desapareciendo las industrias marítimas del “garum”, ya que la presencia permanente de piratas en el canal de La Mancha y en el Atlántico hicieron imposible la exportación de esta industria manufacturera.

Cuando llegaron los Celtas nombraron su nueva tierra Bretaña Menor y la dividieron en sectores o zonas tales como el área costera, l’Ar Mor (el país del mar) y las montañas interiores, l’Ar Coat (el país de los bosques). Las dos áreas de Bretaña todavía se llaman El Armor y El Argoat

Los bretones que desembarcaron en la península continental que les era extranjera y aun hostil, principalmente por la lengua, fueron paulatinamente sujetando a los antiguos habitantes de la Armorica los cuales conservaron su lengua latina, mientras que la mayor parte de los inmigrantes celtas hablaban bretón.

Entre los bretones emigrados desde las islas se forjó la leyenda de la antigua llegada de los siete santos fundadores del cristianismo y protectores de la iglesia de Bretaña y que tenían los nombres de San Samson en Dol, San Malo, San Brieuc, San Tugdual en Treguier, San Paul Aureliano que se convertirá en San Pol de Leon, San Corentin en Quimper y el obispo galo romano San Paterno en Vannes. La veneración y peregrinaje a los sepulcros de estos siete santos fundadores del primitivo cristianismo de la península se hizo costumbre entre los bretones de la Edad media que invertían un mes de su vida en la peregrinación a los siete lugares santos.

Del siglo IX conservamos el cartulario de la abadía de Redon, fundada en el 834. Tanto Redón como las restantes abadías y monasterios conformaban la estructura económica y demográfica de la región.

En este cartulario de Redon se muestra a los bretones no como salvajes, sanguinarios o bárbaros (que así los describían los textos de los extranjeros y viajeros) sino como hombres piadosos y cuidadosos de cumplir sus obligaciones con la abadía

Igualmente en estas cartas y pergaminos se describen las propiedades agrícolas de la abadía, así como las actividades rurales, pesqueras y ganaderas. Entre las actividades agrícolas mejor descritas están las referentes al cultivo de las viñas y sobre todo al aprovisionamiento de la sal como conservadora de los alimentos y como producto de exportación. El manso rural o la unidad de explotación y de residencia se le denominaba el “ran”, que disponía de límites físicos precisos y que servía para dar el nombre de la casa a sus habitantes. Cada “ran” disponía de una economía autosuficiente. La media de extensión de los “ran” bretones era de unas veinte hectáreas. Se trataba de un hábitat disperso. Y se conoce con precisión la estructura de la casa y de sus dependencias. Igualmente a través de los datos aportados por el cartulario se puede señalar la existencia de caminos, la estructura de las carretas que servían para trasladar los productos, lo mismo que sabemos de la infraestructura jerárquica con iglesias de madera al principio y más tarde de piedra. Conocemos igualmente las distintas clases sociales de las que se componía la sociedad civil bretona, el ciclo anual del que se componía su vida medieval así como el nivel de vida del clero regular y secular.

Por último las más importantes abadías del clero regular y las parroquias del clero secular vienen denominadas en el cartulario tales como Redon, Busal, Ballon, Ruffiac, Cournon o Guérande.

En una etapa posterior de la historia, Bretaña llegó a ser reino durante los siglos IX y X. El primer rey bretón reconocido fue Érispoë, hijo de Nominoë, que fue reconocido por el rey francés Carlos cuando el caudillo bretón venció por las armas a los francos en el 851. Los reyes bretones se aliaron frecuentemente con los normandos. El reinado mejor conocido es el de Salomón (857-874) que dirigía el reino bretón durante la época carolingia.

Durante estos años tuvo lugar una gran expansión bretona que llegó a ocupar las regiones de Vannes, Redon y Dol bajo Érispoë en el 851 y de Nantes, Rennes, Avranches y Coutances con el rey Salomon en el 867. Durante este último rey el reino de Bretaña abarcaba los siete condados de Vannetais, Cornuaille, d´Alet, Rennes, Nantes, Cotentin y Avranches y Coutances.

Desde finales del siglo IX hasta el 936, Bretaña fue objetivo de los ataques Vikingos ya que normandos se instalaron de forma permanente en Brest, se apoderaron de la abadía de Landévennec, pusieron campamentos estables en La Tour Solidor, Dol de Bretagne, Saint-Sulliac y Peran y atacaron puntualmente a Treguier (880), Batz (880), Landévennec (913), Plozévert, L´ille aux Rats, Questmbert (888) Redon (868-869) y Nantes (921-927-936)

El sistema feudal que se estaba configurando en Bretaña no presentó caracteres particulares sino que dio lugar al encumbramiento de ciertas familias con regímenes particulares de la tierra. Aparecieron señores independientes entre los que sobresalieron los Berenguer de Rennes que aunque de origen franco y descendientes de vizcondes del siglo IX sobrevivieron en el lugar sin conocer el exilio gracias a las alianzas entabladas por las mujeres de esa familia con los jefes normandos.

Así en la zona de Nantes aparecieron señoríos y castellanías con desarrollo semejante al que se daba en estos momentos en la Francia del norte. Durante los siglos X y XI se estaban consolidando los procesos geopolíticos que alumbrarían en el siglo XII los siete principales condados bretones. Es decir, en Bretaña se dislocaron diferentes centros de poder. En estos siglos muchos reyes bretones se sucedieron desde Alain el grande (888-907) hasta Conan IV el pequeño (1157-1167). Pero si entre todos ellos nos detenemos en Alain III (1008-1040) conde de Rennes y duque de Bretaña, veremos que al ceder a su hermano Eudes grandes extensiones de Trégor y Penthiève estaba favoreciendo la creación de señoríos y la consolidación del feudalismo.

Y mientras que el ducado de Bretaña se diluía en señoríos feudales, en sus fronteras estaban naciendo dos estados nacionales poderosos como eran Inglaterra y Francia. En efecto, en 1066 el normando Guillermo el Conquistador emprendía la toma de Inglaterra. Ese mismo año moría sin herederos el duque de Bretaña Conan II y el ducado pasaba de la casa de Rennes a la de Cornouaille.

Bretaña participaba en la vida internacional de los reinos y estados cristianos del momento. Por eso el duque Alain IV (+1119) respondió a la llamada de Urbano II en Clermont y participó en la primera cruzada contra los turcos entrando con los cristianos vencedores en Jerusalén en julio de 1099. Le sucedió su hijo Conan III (1112-1148) llevando un reinado pacífico. Pero a su muerte dejaba en el trono un hijo menor de edad denominado Conan IV que cuando quiso tomar el poder desencadenó un conflicto inevitable. Conan IV para salvar su reino tuvo que refugiarse en la corte del nuevo rey de Inglaterra Enrique II Plantagenêt, que le acogió con grandes muestras de cortesía y dignidad regia. El rey de Inglaterra que además era duque de Normandía, conde de Maine y de Anjou tenía ahora bajo su protección el ducado de Bretaña. Conan IV ejerció el poder pero bajo el patrocinio feudal del rey inglés. En 1169 el rey francés Luis VII presionado por las circunstancias tuvo que reconocer la preeminencia de los Platagenêt sobre Bretaña y la parte occidental del reino.

A su muerte el rey inglés Enrique II (+1189) dejaba dos hijos: Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra. Cuando éste último accedió al trono, los bretones no aceptaron su dominio por lo que muchos e importantes barones y obispos bretones juraron fidelidad a Guy de Thouars al que reconocieron tanto a él como caudillo como a su descendencia como legítimos duques de Bretaña.

Guy de Thouars recibió apoyo militar del rey francés Felipe Augusto por lo que Bretaña pasó de la tutela inglesa a la francesa. Un acta dada en 1206 a favor de la iglesia de Nantes establecía que el señor Felipe rey de Francia tenía en su mano toda la Bretaña. Sin embargo, y a pesar de esta derrota puntual los ingleses habían sido los creadores de un verdadero poder ducal en Bretaña

Bretaña y el mar en la Edad Media.

Durante los siglos medievales Bretaña fue paso obligado del tráfico marítimo entre el Báltico, Gran Bretaña y los pueblos que se asomaban al Atlántico. Disponía de puertos abiertos al tráfico internacional. Más de cincuenta puertos bretones recibían y enviaban sus barcos a Flandes primero y a Amberes después.

Penhors en la bahía de Audierne, Pouldu, Argenton y sobre todo Pennmarc´h en el finisterre sur eran puertos de importancia militar.

Bretaña dispuso en la Edad Media de un conjunto notable de activos puertos marítimos tales como Saint-Malo, Rennes, Mourlaix, Vitree y Nantes que sostuvieron estrechas relaciones mercantiles con los puertos del Atlántico y entre ellos los vascos. El comercio de la cornisa cantábrica con esta zona de la Bretaña era muy antiguo

Al interés marítimo y comercial de estas flotas de comunicación e intercambio se unió la peregrinación a Santiago de Compostela, la cual fue un instrumento muy importante para el establecimiento de las relaciones entre Bretaña y los puertos vascos y gallegos según lo confirman Mathorez y Couffon. Según Jeulin y Ferreira Priegue las relaciones entre los vascos y los bretones lo mismo que los tratados de comercio que se firmaron entre Nantes y Bilbao estaban condicionadas por las peregrinaciones bretonas a Compostela.

Mme. de Meñaca siguiendo a Jules Mathorez afirma que los primeros lazos comerciales que se trazaron entre españoles y bretones estuvieron ligados a la frecuencia de las peregrinaciones bretonas a España. Esto que comenzó siendo un intercambio limitado e irregular alrededor de la peregrinación, se transformó en relación comercial intensa entre Bretaña y las Vascongadas, siguiendo la ruta del vino que tenía a Bayona, Burdeos y San Sebastián como centros de intercambio, según testimonian las ordenanzas de Bilbao que citan a las naves bretonas entre las primeras y más numerosas entre las flotas extranjeras que llegaban a este puerto

El ducado de Bretaña hasta Juan III (1312-1341)

El ducado de Bretaña durante el siglo XIII alternó en política exterior entre acogerse a la soberanía inglesa y luego alternativamente a la francesa.

En 1229 rompiendo la fidelidad jurada al rey francés, el duque bretón Pierre Mauclerc transfirió su fidelidad a Enrique III de Inglaterra, fidelidad que siguió vigente cuando en 1237 Pierre Mauclerc cedió el ducado a su hijo Juan I. De este modo se inauguraba la dinastía de los duques o reyes de nombre Juan que se hizo famosa en Bretaña desde Juan I el Rojo (1237-1286), pasando por Juan II (1286-1305) hasta llegar a Juan III (1312-1341)

Como en otras épocas históricas se dio una sintonía entre el devenir de Bretaña y del Señorío de Vizcaya. Por buscar una explicación en derecho comparado podemos afirmar que esta alternancia de vasallaje la ejerció igualmente el señor de Vizcaya, el cual lo mismo que el conde de Bretaña buscaba el reconocimiento de su soberanía señorial gracias al amparo exterior y a cambiar de fidelidad ya fuera al rey de Francia como al de Inglaterra.

Estudiemos en forma de complemento este paralelismo. Don Lope Díaz de Haro III (1254-1288), señor de Vizcaya, era hijo de Diego López de Haro III y de Constanza de Bearne y su señorío según Julián Lucas de la Fuente supuso el máximo poder del linaje y el comienzo de su ocaso ya que su rama principal se extinguió en 1352. Al morir Diego López de Haro III, tanto Vizcaya como Durango, las Encartaciones y Orduña se hallaban en litigio entre el linaje de Haro y el rey. De por medio estaba el interés de don Nuño González de Lara, quien, basándose en ser también nieto de don Diego López de Haro II y aprovechándose de la desnaturación de aquél y de sus hijos, exigió estos heredamientos.

En 1255 don Lope, menor de edad, marchó a Aragón a pedir la protección del rey y convertirse en su vasallo. El 6 de septiembre de 1255 en Estella Jaime I formalizó un pacto con don Lope

En el otoño de 1275 murió en Ciudad Real el heredero de Castilla Fernando de la Cerda, lo que impelió a Sancho, ausente el rey, a apoderarse del reino. Para ello necesitaba al hombre fuerte que era el Señor de Vizcaya. Don Lope que preveía que Alfonso X se apoyaría en los Lara, aceptó la petición de don Sancho y le prometió su ayuda y la de todos los suyos para que se proclamara rey a la muerte de su padre. La promulgación de don Sancho como heredero en las cortes de Segovia de 1278 permitió la vuelta de don Lope y de los suyos a Castilla. Pero los infantes de la Cerda, hijos del difunto heredero don Fernando, juntamente con su abuela doña Violante y el rey de Francia reclamaron la herencia castellana.

Pero don Lope estando en Aragón como vasallo real con tierra para ciento cincuenta caballeros se puso en tratos con el rey de Francia y se opuso a Alfonso X y al propio don Sancho que había sido hasta entonces el gran valedor, pasando a defender la causa de los infantes de la Cerda al igual que el rey francés.

En efecto, el 13 de octubre de 1281 el señor de Vizcaya se comprometió en Estella a servir al rey de Francia con 300 caballeros mediante una pensión de 14 mil libras tornesas.

“Que yo Lop Díaz de Haro, seynor de Bizcaya, por mi plana e agradosa voluntad, recibo desde hoy por mío seynor al mucho alto e noble seynor mesire Phelipes, por la gracia de Dios rey de França, e me fago e torno desde hoy so vaxaillo. E esto fago yo como dicho es de suso por cuatorze milia libras de tornés, que el dicho rey de França, mio seynor complidos en París en la casa del Temple”

Eduardo I que era hijo y sucesor de Enrique III teniendo quince años de edad se había casado en el monasterio de Las Huelgas de Burgos con una hija del rey de Castilla, Fernando III. En efecto. cuando Enrique III de Inglaterra negoció con Alfonso X el Sabio el casamiento de su heredero Eduardo con Leonor hermana del castellano y, sobre todo, cuando se celebró el matrimonio el 18 de octubre de 1254, el rey castellano renunciaba a los derechos a Gascuña que le pudieran corresponder por la sucesión hereditaria de Leonor de Aquitania y esto tanto para sí como para sus sucesores. A partir de este momento el río Bidasoa quedaba definitivamente como frontera entre Inglaterra y Castilla. Este matrimonio regio entre Eduardo I y Leonor de Castilla conllevaba un cambio de políticas estructurales entre los reinos de Inglaterra y de Castilla.

El reino de Castilla había promovido desde hacia años la exportación de los productos laneros hacia los puertos atlánticos. Castilla desde la creación del Honrado Concejo de la Mesta con Alfonso X el Sabio y luego con la Hermandad de las Marismas se volcó en la producción y exportación de esta materia prima, la más importante de la economía del momento, mientras que este crecimiento de exportación castellana venía favorecida por la disminución en la exportación a Flandes de la lana inglesa.

Las cortapisas a la exportación lanera inglesa, especialmente a través de los impuestos gubernamentales, hizo que esta lana inglesa que podía llegar a Flandes no fuera competitiva con respecto a la castellana.

A este factor estructural se unieron otros dos como eran la apertura del Estrecho de Gibraltar que posibilitaba la navegación de las flotas mediterráneas en general y genovesas en particular en el Atlántico y la progresiva decadencia de las Ferias de la Champaña.

Estos factores promocionaron, sin duda alguna, las campañas mercantiles de la Hermandad cantábrica de las Marismas y prestaron vigor y protagonismo a las villas burguesas, portuarias vizcaínas y a las flotas vascas. Y en este punto cabe engarzar y señalar el protagonismo del Señor de Vizcaya que pasó de tener relaciones políticas con el rey francés a entablar relaciones monetarias y epistolares con el rey inglés.

Eduardo II era el cuarto hijo de Eduardo I a quien sucedió. Si la política internacional había cambiado desde el matrimonio del rey inglés con una infanta de Castilla, igualmente el señor de Vizcaya jugaba un papel significativo específicamente con la Inglaterra de Eduardo II (1239-1307). Y la razón estribaba en el cambio de estrategia política que había inaugurado el rey castellano

De Eduardo II rey de Inglaterra desde 1307 hasta 1327 conservamos diferente correspondencia con el señor de Vizcaya Diego López de Haro V (1295-1310) que nos ha estudiado Julio César Santoyo. Las relaciones epistolares entre Diego López de Haro V y el rey de Inglaterra tenían una larga tradición y por lo tanto eran antiguas, principalmente desde que probablemente entre 1294 y 1297 el rey inglés le prestó al vizcaíno mil libras de Morlans, capital del Bearne, equivalentes a 600 marcos de Colonia, las cuales Diego López de Haro utilizó en armar un ejército con el que conquistó el señorío de Vizcaya el cual se le resistía hacia mediados de 1295.

A estas primeras relaciones entre Eduardo II y el señor de Vizcaya hacía referencia la carta de Jaime II a Sancho IV firmada en Barcelona pero de dudosa datación cronológica en la que le decía

“fazemos vos saber que después dela fiesta de Navidad el noble don diago lópiz de haro vino anos a barchinona o eramos y dixnos como por la mengua que él auja se quería yr buscar consseyo con el Rey d´Ynglaterra o en tierra de moros osinos queríamos que fincara en nra. Tierraa con alcuna poca ajuda que nos li meciésemos. E nos, pensando sobreseo y catando la honra y ell pro vro, por que si él yra en otras partes no podiesse tractar ni facer alcunas cosas que puedessen tornar adanno avos o a ura. Tierra, toviemos por bien de retener lo assi que avemos recebida del my bona segurtat que tota via que él se quisiese partir denos ni salir de nra. Tierra, nos lo faga saber pro II meses antes por que nos en esto comedio lo pudiessiemos enviar dizir avos por que en fuésedes percebido, assi que danno no sed podiesse seguir avos ni aura tierra”

Esta deuda económica del vizcaíno no pudo ser devuelta en sus plazos ya que en una carta del rey inglés fechada el 3 de octubre de 1298 y en la que le prometía la satisfacción suplicada por el señor de Vizcaya en favor de unos comerciantes vizcaínos asaltados en Gales de Escocia, el rey le recordaba el pago del préstamo que aún estaba pendiente de devolución

Dentro de este marco de relaciones internacionales y para paliar las diferencias entre vascos e ingleses se reunieron en Londres delegados castellanos y bayoneses para firmar y ratificar un tratado el 15 de julio de 1293. Pero este tratado no calmó las suspicacias de los bayoneses que las reflejaron en una ordenanza del 13 de septiembre de 1298 por la que se prohibió a sus mercaderes de Bayona transportar mercancías si no era con naves de su propio puerto.

A principios del siglo XIV entre ambos reinos de Inglaterra y Castilla se firmaron diferentes pactos y treguas de las que son significativas la del año 1306 (válida para dos años), la de 1309 (rota por la guerra de los Cien años en 1324), luego años más tarde la de 1343 (firmada con intervención de los legados papales y que se extendía por tres años) y la de 1344 (firmada entre vascos e ingleses en Hondarribia).

Durante el señorío de don Diego López de Haro esta serie de treguas fue repetidamente rota por los asaltos, confiscaciones y represalias que mutuamente se cometieron por ambas flotas y que quedaron reflejadas en la documentación inglesa. Ejemplo de estas disputas es la carta que escribió Eduardo II a Diego López de Haro y a los prebostes de Bermeo el 15 de septiembre de 1309 sobre ciertas reclamaciones realizadas por unos mercaderes de Bayona que fueron robados y expoliados por gentes de la antigua capital del señorío

El señor de Vizcaya basculó diplomáticamente y puntualmente discrepó de la política del rey castellano con respecto a Inglaterra. Una de las consecuencias más importantes de estos acuerdos entre Castilla e Inglaterra fue la ruptura de la tendencia amistosa anglonavarra en Gascuña.

El rey castellano quiso sacar ventajas múltiples de estas relaciones preferenciales con Inglaterra en Gascuña y con este fin el rey Sancho IV el 8 de diciembre de 1286 expidió una real cédula por la que se concedía a los navarros en San Sebastián las mismas franquicias de las que gozaban en Bayona. Igualmente en 1290 otro privilegio de Sancho IV hacía de Fuenterrabía puerto de salida de los productos navarros por el Bidasoa

La alternancia política del vizcaíno con respecto a Castilla la estudia con detalle Julio César Santoyo. También se relacionó Diego López de Haro V con otros reyes de la península, por ejemplo, con Jaime II de Aragón como lo hace patente Julián Lucas en la trascripción documental recogida en los apéndices de su obra dedicada al fundador de Bilbao, tales como la petición de devolución al vizcaíno de unas casas en Ejea en 1292, lo mismo que el pacto de colaboración armada con Jaime II de Aragón firmado en Calatayud en 1292 y luego ratificado al año siguiente.

El ducado de Bretaña de Juan III a Juan IV.

El siglo de Juan III supuso para el condado de Bretaña un período de estabilidad y de paz. A partir de este momento el ducado entró a formar parte de los contendientes que se disputaban la guerra de los cien años. La narración de estos acontecimientos es prolijamente detallada en las fuentes bretonas y en concreto en las “Chroniques de Jean Froissart” y se extienden al período de 1322 al 1400 ya que desarrollan pormenorizadamente la guerra civil bretona (1341-1364). En estas crónicas se pueden seguir entre otros pormenores sociales y políticos, los movimientos de tropas de Jean de Montfort y de Eduardo III

Tras la firma de la paz del 12 de abril de 1365 por primera vez desde 1341 el ducado se encontraba gobernado por una única persona, Juan de Montfort, que tomó el nombre de Juan IV (1364-1399). Juan IV duque de Bretaña y conde de Richemont se había hecho vasallo y había prestado homenaje al rey de Francia, pero durante su largo reinado logró que Bretaña se despojara de sus ataduras tanto con respecto a Inglaterra como a Francia, llegando a consolidar el ducado en un Estado principesco bretón. Es decir, que Bretaña durante los siglos XIV y XV, se mantuvo fiel defensora de su independencia tanto contra la hegemonía inglesa como la francesa. Esto sin embargo, no impidió el que Bretaña conformara su administración a semejanza de los grandes ducados de Francia con una cámara en Moulins.

Durante el reinado de Juan III y refiriéndonos a la historia de la Hermandad de las Marismas fundada en 1282 entre todas las villas vascas y cantábricas, la primera alianza comercial entre el reino de Castilla y Bretaña según Vicens Vives, fue la del año 1340, es decir, la establecida por el duque Juan IV (sic) de Bretaña y los vizcaínos. Sin embargo, el estudio detallado de la cronología de esta alianza entra en contradicción con la historia de Bretaña, por lo que es necesario establecer el contexto de dicha alianza para luego concluir que más probablemente la alianza se firmó en vida del duque Juan III en 1340.

El reino de Juan III de Bretaña (1312-1341) fue un tiempo de estabilidad y de paz. El duque ejerció en política una francofilia, ejerciendo con escrupulosa fidelidad una sumisión al rey de Francia. Más aún, en un momento concreto pensó legar su ducado al rey de Francia contra la opinión de algunos de sus fieles bretones.

Durante su reinado la administración bretona se dotó de servicios especializados, con ocho senescales responsables del contingente militar feudal y con cinco recibidores que administraban los monopolios del ducado como el control de los salvoconductos concedidos a los navíos que llegaban a sus puertos, como el permiso de construcción de castillos, como la concesión de los derechos de almirantazgo, como los permisos de las instalaciones de pescado seco, como el control de los molinos y hornos ducales etc. El ducado acuñó moneda, impuso derechos de regalía sobre la iglesia y exigió ayudas feudales a sus vasallos. Es decir, que la administración de Bretaña era semejante a la de los grandes dominios del momento de la Cristiandad como en Borgoña.

Por otra parte y desde otra perspectiva política, la muerte del último hijo de Felipe IV el hermoso, Carlos IV rey de Francia y de Navarra el primero de febrero de 1328 sin dejar heredero, abría una sucesión real conflictiva que suscitaría el enfrentamiento conocido como guerra de los cien años.

Los prelados y varones de Francia reconocieron como rey a Felipe VI de Valois, joven de 35 años, hijo de Carlos de Valois y sobrino de Felipe IV el hermoso. Con esta opción descartaban del trono a Eduardo III de Inglaterra nieto de Felipe IV el hermoso por ser hijo de Isabel, la hermana de los últimos tres reyes de Francia.

Por otra parte Eduardo III en 1328 dudaba en dar el homenaje vasallático al rey de Francia por la Guyena ya que era duque de Aquitania. Sin embargo, el rey de Inglaterra vino a Amiens en junio de 1329 y prestó homenaje al rey francés pero con algunas salvedades territoriales. Años más tarde, en 1337, Eduardo III molesto por las intervenciones de Felipe VI en la Guyena declaraba nulo su homenaje y reivindicaba la corona de Francia.

El duque de Bretaña no podía estar indiferente a este conflicto. Juan III aunque era francófilo, se encontraba por sus posesiones territoriales en una situación muy difícil como vasallo que era de los dos reyes rivales. En efecto, Juan III como par de Francia que era, tuvo que servir con su ejército a la armada real francesa en las campañas de Flandes de 1339-1340. Pero este Juan III moría en Caen el 30 de abril de 1341 cuando volvía de sus campañas militares en Flandes. Y además moría, a pesar de sus tres matrimonios realizados, sin sucesión y sin designar heredero.

La sucesión bretona entraba en un conflicto entre casas señoriales que aspiraban a la sucesión. Los principales caudillos eran Juan de Montfort y Carlos de Blois. La prioridad de Juan Montfort parecía incontestable como afirmaba el gran jurisconsulto y profesor de la universidad de París el bretón Enrique Bohic. Los reyes contrincantes se dividieron en sus opciones entre los partidos bretones. Felipe VI de Valois por múltiples razones defendió la causa de Carlos de Blois mientras que Eduardo III se inclinó por Juan de Montfort.

Los dos reyes estaban muy interesados en controlar la península de Bretaña. Para el rey inglés los puertos bretones eran etapas muy útiles en su navegación de cabotaje hacia Burdeos y Gascuña. Mientras que el rey francés podría ejercer gran presión bélica sobre las fronteras territoriales vecinas.

Por su parte la sociedad bretona se dividió en dos bandos según disponían de intereses familiares en el interior (a favor de Francia) o en la costa (a favor de Inglaterra). En efecto, las zonas costeras de Bretaña sostenidas por la pequeña nobleza de la zona de Armórica, es decir, la zona céltica ligada históricamente a la isla de Bretaña, se inclinaron por Juan de Montfort.

Con este planteamiento la guerra civil reabría viejas heridas lingüísticas, sociales y políticas entre la Alta y Baja Bretaña. Todo el futuro de ambos contrincantes estaba fundado en las relaciones vasalláticas.

Las villas burguesas libres de toda sumisión feudal sólo exigirán su autonomía cuando terminada la guerra civil se instale en Bretaña Juan IV. Como ya sabemos el cronista e historiador del momento Juan Froissart describirá pormenorizadamente en sus “Chroniques” los avatares de Bretaña entre 1322 a 1400 y el modo en el que fue entronizado Juan de Montfort como rey único de Bretaña con el nombre de Juan IV (1364-1399). En el campo de batalla de Auray Juan de Montfort inauguraba su largo reinado que llegará a consolidar una paz cuando su contrincante Carlos de Blois moría en olor de santidad el 12 de abril de 1365.

Castilla y Bretaña en la guerra de los cien años. Durante la primera mitad del siglo XIV las armas de Castilla, Inglaterra y Francia lucharon en las disputas conocidas como guerra de los cien años y es en esta ocasión cuando las villas vascas de Golfo de Vizcaya desarrollaron un entramado mercantil que luego tendrá más tarde sus frutos. En esta primera mitad del siglo XIV Alfonso XI de Castilla jugó un papel neutral entre los enemigos de Francia e Inglaterra y aun barcos castellanos sirvieron a ambos contendientes. Quien verdaderamente dirigía la política internacional de estos años era Eduardo el príncipe negro (1330-1376) príncipe de Gales, hijo primogénito de Eduardo III quien le nombró su lugarteniente en Aquitania. De gran talento militar consiguió la victoria sobre los franceses en Poitiers (1356) y participó activamente en las guerras de Castilla al lado de Pedro I

Para este momento la apertura del estrecho de Gibraltar facilitó el trazado de las líneas de navegación con flotas mediterráneas y específicamente genovesas y venecianas hacia Inglaterra y Flandes

Los súbditos de Castilla consolidaron sus expediciones mercantiles atlánticas navegando hacia Londres como etapa en su camino a Flandes. Otro puerto de escala intermedia era St.-Malo en Bretaña

A la subida al trono de Pedro I, el reino de Castilla rompió la neutralidad colocándose como aliado de Francia y como enemigo de la Inglaterra de Eduardo III. Sin embargo la batalla de Winchelsea en 1350 supuso la gran derrota y destrucción de la flota castellana a manos inglesas y la concesión por parte del rey inglés a la Hermandad de la Marisma del privilegio del libre comercio. La firma de la alianza anglo-castellana del 22 de junio de 1362 fue la consolidación de la amistad entre ambos reinos.

Como ya hemos visto los señores bretones estaban escorados y divididos en dos bandos opuestos unos al servicio de Inglaterra y otros de los sucesivos reyes de Francia. Uno de los partidarios del rey francés fue Bertrand Du Guesclin nacido en Dinan, Bretaña, y que fue con el tiempo nombrado conde de Longueville. Luchó al servicio de Francia en contra de los británicos y sus aliados los castellanos, a los que consiguió derrotar en varias ocasiones. Cayó preso bajo el poder del Príncipe Negro. Desempeñó altos cargos en Francia y fue protagonista principal de la victoria francesa sobre los invasores británicos. También luchó en la Península Ibérica donde colaboró con Enrique de Trastámara en su enfrentamiento con Pedro el Cruel. Participó y ganó la batalla de Montiel por lo que recibió el título de duque de Molina

Sin embargo como afirma Luis Suárez Fernández la historia mercantil de Castilla tomó un nuevo giro cuando en 1368 entró a gobernar Enrique de Trastámara. Era el final de una guerra civil castellana que había durado tres años desde 1366 a 1369. La firma del tratado de Toledo del 20 de noviembre de 1368 canalizaba de forma original y novedosa las relaciones internacionales de Castilla ya que se firmaba una alianza con Francia mientras que el nuevo rey Enrique II se comprometía a enviar 20 buques para la conformación de una flota común que se haría dueña del Canal de la Mancha.

Sin embargo en 1371 entró en escena el hermano menor del Príncipe de Gales, Juan duque de Lancaster (1340-1399). Hijo de Eduardo III heredó de su primera mujer el título de duque de Lancaster cuando en 1372 contrajo matrimonio con Constanza la hija mayor de Pedro I y de María de Padilla. A partir de este momento Juan de Lancaster se denominó rey de Castilla y León y todas sus hazañas militares se entroncaron en la larga guerra de los Cien años. Su objetivo era controlar Castilla y así privar a los franceses de la ayuda marítima castellana

Los tratados bretones de 1372.

Juan IV de Bretaña (1364-1399) fue un duque que quiso saldar las consecuencias traumáticas de una guerra civil bretona cuando todavía no se había terminado de ventilar la guerra internacional entre Inglaterra y Francia conocida como guerra de los cien años.

Muchos de los bretones consideraban a Juan de Montfort como un duque extranjero y que había llegado a posesionarse del ducado gracias a las fuerzas militares inglesas. Juan IV tenía que jugar en un múltiple tablero. Por una parte y al principio jugó con Inglaterra contra Francia, luego al revés jugó con Francia contra Inglaterra y luego y en tercer lugar tuvo que jugar por la propia Bretaña a la que quería consolidar como un verdadero estado. Tuvo la perspicacia de poder ganar concesiones a los vecinos franceses e ingleses únicamente con una ayuda pasiva, todo ello con el objetivo de ganar la independencia para la nación bretona. Por otra parte y en política interior en primer lugar tuvo que reconciliar a sus súbditos enfrentados en una guerra civil. Para luego intentar llevar una maquiavélica vía media entre Inglaterra y Francia.

En julio de 1372 un tratado secreto ofensivo y defensivo era firmado entre el duque de Bretaña y Eduardo III de Inglaterra (1327-1377) hijo primogénito de Eduardo II y de Isabel de Francia. Cuando el 22 de noviembre de 1372 se hacía público el tratado se añadió una cláusula en la que se concretaba que Juan IV no prestaría nunca homenaje a Eduardo III aunque éste último llegara alguna vez a ser rey de Francia.

Como consecuencia del tratado una expedición inglesa ocupaba Saint-Mathieu en el Finisterre. En represalia el bretón y condestable Bertrand du Guesclin entraba en Bretaña al servicio del rey francés atrayendo a muchos señores bretones a su ejército y obligando al duque Juan IV a exiliarse a Inglaterra en Richemont. Ante la falta de autoridad el rey francés Carlos V y sus tropas y bajo el dominio militar de Bertrand du Guesclin llegaron hasta Brest. Mientras que una armada dirigida por Juan de Gante a la que se unió Jean de Montfort atravesaron el canal de la Mancha y llegaron a Calais con el intento de recuperar Bretaña.

En medio estaban los vizcaínos que buscaron salir del acoso marítimo firmando un acuerdo con el duque de Bretaña. En efecto, el 18 de abril de 1372 los procuradores de Bermeo, Plencia, Lequeitio y Ondárroa firmaban dicho acuerdo

En 1373 se alió Juan de Lancaster con Fernando I de Portugal. De esta forma Eduardo III de Inglaterra tenía controlados los puertos de Portugal y de Flandes.

La derrota portuguesa de Lisboa en marzo de 1373 trajo consigo como consecuencia la declaración de un bloqueo castellano y francés de los puertos de Inglaterra

Juan de Lancaster recibió el encargo de Ricardo II hijo del Príncipe Negro y por lo tanto sobrino suyo de gobernar Aquitania. Desde esta región Juan de Lancaster preparó un ataque a fondo contra Castilla.

La paz entre Bretaña e Inglaterra de 1372 conllevaba la guerra contra los países aliados de Francia y Castilla. El político de las nuevas directrices inglesas era el duque de Lancaster que pensaba era necesario vencer a Castilla para poder mantener las posesiones inglesas en la costa continental de la Galia. Sabía que podía contar por el momento y como aliados tanto a Inglaterra como a Bretaña y Portugal

Durante el año 1375 se ejerció una tímida contraofensiva ducal bretona contra las fuerzas francesas. En enero de 1378 una flota inglesa desembarcaba en Brest mientras que un acuerdo inglés con Carlos II de Navarra dejaba libre la actuación inglesa en Cherburgo.

Sin embargo en 1378 el rey francés Carlos V confiscaba el ducado de Bretaña y lo incorporaba a la corona francesa. Este paso dado por el rey francés en 1378 de incorporarse a Bretaña era una jugada poco estratégica tanto para los bretones como para sus aliados. La situación de Bretaña cambió de forma inesperada cuando Carlos V de Francia por un lamentable error de cálculo se posesionó de la Bretaña y lo incorporó a Francia el 9 de diciembre de 1378. Si los bretones habían apoyado años atrás a las tropas francesas para rechazar a los ingleses, en esta ocasión enemistados por el paso dado por el rey francés, llamaron al duque de Lancaster y aclamaron a los ingleses como a sus libertadores.

El duque de Lancaster titulándose rey de Castilla firmó con Juan IV de Bretaña una alianza personal el 13 de julio de 1379. Sin embargo no se dio batalla naval entre las naves inglesas y bretonas por un lado y las francesas y castellanas por el otro. Dueños del mar las naves francesas y de la Hermandad de las marismas bloquearon Bretaña y atacaron sus costas. La marina inglesa había fracasado ante Bretaña y los marinos castellanos se hicieron dueños de la ruta a Flandes y concretamente de los fondacos en Bretaña

Los últimos años de Juan IV.

Los bretones no querían ser ni de Inglaterra ni de Francia, por lo que a partir de este momento formaron ligas de señores y ciudades y llamaron del exilio a Juan IV, que llegó al ducado como su salvador. El 3 de agosto de 1379 desembarcaba el duque en Dinard ante el entusiasmo general y el juramento de fidelidad de los principales señores. Sólo quedaba en tierras bretonas la guarnición inglesa aislada en Brest.

Cuando murió el 16 de septiembre de 1380 el rey francés Carlos V, el duque de Bretaña Juan IV logró firmar el tratado de Guérande el 6 de abril de 1381 por el que era reconocida la neutralidad bretona por el nuevo rey Carlos VI. En el tratado Juan IV se obligaba a oponerse a los reyes de Inglaterra y de Navarra, a expulsar todas las influencias inglesas en el ducado y a pagar a los franceses una indemnización de 200.000 ducados. Inglaterra sin embargo no se conformó con este tratado y conservó en su poder la plaza de Brest a pesar de las embajadas bretonas enviadas entre 1382 y 1385.

En 1384 Juan IV viudo de su primera mujer la inglesa Juana Holland y sin tener sucesión se desposó de nuevo con Juana de Navarra que le daba un heredero mientras que las escaramuzas bélicas entre ingleses y franceses ocupaban puntualmente los puertos bretones

En 1396 una tregua de veinte años fue firmada entre Francia e Inglaterra por lo que Juan IV recuperaba sus títulos y sus tierras. Pudo rescatar con una gran suma el puerto de Brest y realizar una alianza con Carlos III de Navarra muy parecida a la firmada con el rey inglés Ricardo II. Estaba por lo tanto pacificada Bretaña bajo el mando firme y autoritario de Juan IV que reducía los poderes de los señores territoriales arrebatándoles la jurisdicción e instalando el parlamento.

En los últimos años de su vida Juan IV se comportó como si fuera un príncipe independiente. Además se encontraba con un ducado en plena expansión económica y demográfica ya que en estos finales de siglo Nantes contaba con 14.000 habitantes, Rennes con 13.000, Vannes y Dinan con 5.000, Fougères, Guérande, Morlaix, Quimper y Vitré entre 4.000 y 5.000 habitantes.

Los castellanos bajo el duque Juan IV de Bretaña.

Por otra parte bajo el gobierno del duque Juan IV (1364-1399) se constituyó en Bretaña una sólida colonia castellana centrada en el eje Burgos y Bilbao. La Hermandad de las marismas tenía sólidas bases mercantiles en Bretaña cuando la flota británica mandada por el conde de Salisbury mandó incendiar en el puerto de Saint Malo siete naves castellanas. En represalia Fernán Sánchez de Tovar con quince galeras ejerció la venganza contra los ingleses apoyando a los franceses en el asedio de Brest y una vez conquistada la ciudad el 6 de agosto pusieron en ella la sede comercial en su camino a Flandes

En 1385 y coincidiendo con la derrota castellana de Aljubarrota una gran expedición inglesa desembarcó en La Coruña llevando al frente al duque de Lancaster y a su esposa Constanza. Algunas poblaciones de Galicia y entre ellas Santiago fueron ocupadas. Pero en general los castellanos, se agruparon en torno a Juan I.

Cuando en 1387 las tropas del duque de Lancaster emprendieron la conquista de la meseta castellana y pusieron sitio a Benavente vieron que el éxito se les negaba. Hubo que llegar al tratado de Bayona de 1388 por el cual se concertaba el matrimonio de la hija del duque de Lancaster Catalina con el infante heredero de Castilla don Enrique, designádoles a ambos como príncipes de Asturias y se le indemnizaba al mismo duque por la renuncia a sus derechos a la corona castellana con una compensación de 600.000 francos y una renta anual de 40.000

Los duques bretones del siglo XV.

Fueron cinco los duques más importantes que llenaron la historia de Bretaña durante el siglo XV: Juan V (1399-1442) hijo de Juan IV que se casó sucesivamente con María de Inglaterra, Juana de Holanda y Juana de Navarra (+1437); Francisco I (1442-1450) que fue hijo de Juan IV y de su mujer Juana de Navarra; Pedro II (1450-1457) hermano del anterior rey; Arturo III (1457-1458) hermano de Juan V y finalmente Francisco II (1458-1488)nieto de Juan IV

Si estudiamos los matrimonios de estos reyes podremos constatar que son miembros femeninos de la casa de Francia, de Inglaterra, de Holanda, de Borgoña, de Luxemburgo y de Orleáns. Y excepcionalmente interesante fueron los vínculos de matrimonio con mujeres del reino de Navarra, de la familia de los Albret y de los Foix

En este siglo Bretaña reafirmó su autonomía, bajo la autoridad ducal, la diplomacia internacional, el empuje de su demografía con más de un millón de habitantes, la prosperidad de su economía principalmente con la exportación del trigo, el establecimiento de una comercio intenso de sal, una creciente producción textil, una potente flota de cerca de 2000 naves en 1470 que hacían de Bretaña un verdadero poder marítimo y comercial

La guerra de los Cien años se terminó en 1453 pero durante las tres cuartas partes de este siglo se puede afirmar que reinó la paz ya que el ducado no se vio conmocionado por grandes revueltas desde la batalla de Auray en 1364 hasta el comienzo de las hostilidades con el rey de Francia en 1487. Los pequeños nobles se distinguieron por su fidelidad al ducado ya que el duque de Bretaña concedió grandes donaciones con el fin de fidelizar a sus nobles. Sin embargo, algunos miembros de la alta nobleza y con grandes poderes inmobiliarios se mostraron reservados con respecto al poder absoluto que iba adquiriendo el duque de Bretaña

A la muerte de Juan IV en 1399 su hijo Pedro nacido del tercer matrimonio con Juana de Navarra hija de Carlos II de Navarra no tenía más que diez años. Este Pedro inauguró su reinado a los doce años en 1402 siendo coronado por el obispo de Rennes y de este modo tomando el nombre de Juan V en una ceremonia que rememoraba las coronaciones francesas en Reims se intituló duque por la gracia de Dios.

Juan V desarrolló una política neutral en cierta medida favorable a Francia pero con renovaciones periódicas de las treguas con Inglaterra y ofreció su mediación en el enfrentamiento entre Francia e Inglaterra. Por lo que podemos afirmar que en medio de los avatares finales de la guerra de los Cien Años, Bretaña conservó relaciones cordiales con ambos beligerantes.

A la muerte de Juan V en 1442 el ducado estaba preparado para que sus sucesores emprendieran la carrera de la independencia

Francisco I (1442-1450) era un soberano caballeresco, con gran coraje en la guerra, brillante en los torneos, participante activo en el combate junto a Carlos VII mientras que su hermano Gilles de Bretaña que se inclinaba en favor de Inglaterra fue muerto de modo violento cayendo la sospecha de la muerte en el mismo Francisco I.

Le sucedió su hermano Pedro II (1450-1457) el cual era un hombre inestable, tímido, frágil y poco dotado intelectualmente. Pero era políticamente hablando partidario de Francia a cuyo ejército acompañó en la campaña de la Guyena en 1453.

Arturo III (1457-1458) que era el tío de los últimos reyes y a los que sucedió era el condestable de Francia y durante toda su vida sirvió fielmente al rey de Francia como militar de gran valor, pero salvaguardó a Bretaña de una dependencia francesa

Francisco II (1458-1488) era nieto de Juan IV y sobrino de Juan V. Tenía veintitrés años cuando sucedió en el trono. Era inteligente, con coraje, pero influenciable en política, aunque se sentía demasiado inclinado a los torneos y a las fiestas.

Se educó en la corte de Carlos VII por lo que conocía mal Bretaña, aunque recibió con entusiasmo las fiestas de la coronación ducal en Rennes en febrero de 1459. Para asegurar la sucesión tuvo que casarse con su prima Margarita de Bretaña, hija del duque Francisco I. El nuevo duque creó en 1460 la universidad de Nantes que desde este momento serviría para formar sus propios cuadros administrativos necesarios para un estado en construcción. Puso su capital en Nantes en donde comenzó la construcción de la Torre Nueva a partir de 1466. Reformó la justicia, reforzó la presión fiscal que conllevó el descontento de la nobleza bretona mientras el nuevo duque se rodeaba de señores franceses.

Por otra parte en Francia, terminada la guerra de los Cien años, el nuevo rey Luis XI consideró al ducado de Bretaña como un vasallo feudal incómodo e internacionalmente aislado.

El rey francés apoyándose en el arzobispo de Nantes reivindicó la soberanía de todos los señoríos episcopales con lo que media Bretaña pasaba bajo su control. Pero el duque bretón le respondió con una política claramente nacionalista, consiguiendo que en las bulas papales se diferenciara a Bretaña de Francia. Más aún asumió la protección de todos los rebeldes feudales franceses. En el ámbito internacional renovó las treguas con Inglaterra, reforzó su alianza con Borgoña, tomó contacto con Saboya, Milán, Portugal, Escocia y Dinamarca

Entre 1467 y 1480 el duque de Bretaña con el fin de aislar al rey de Francia participó en todas las luchas feudales que se levantaron contra el poder real francés, apoyando por ejemplo al duque de Normandia, hermano de Luis XI, al duque de Alençon y a Carlos el Temerario.

En 1481 Francisco II y Maximiliano de Austria firmaron un tratado de alianza y amistad. Poco después el mismo Francisco II firmó otro tratado con Eduardo IV de Inglaterra. El objetivo era crear una triple alianza entre Inglaterra, Bretaña y Austria que aislara a Francia.

A la muerte de Luis XI el 30 de agosto de 1483, la regente Ana de Beaujeu siguió la misma política de apoyo a los grandes nobles bretones en nombre del joven rey Carlos VIII. Este mismo rey en 1484 declaraba en el tratado de Montargis firmado con los grandes nobles bretones que el ducado de Bretaña le pertenecía con buen y justo título.

Sin embargo sólo en mayo de 1487 comenzó la guerra abierta contra el ducado de Bretaña cuando el ejército francés compuesto de 12.000 hombres entraba en el ducado y tomaba las plazas fronterizas de Châteaubriant, Vitré, Ancenis y Clisson y aun llegaban hasta Vannes.

Esta invasión extranjera era cosa inaudita en Bretaña desde 1364. El duque convocó el “ban” feudal y se aprestaron a secundarlo unas diez mil familias. Sin embargo una vez más en la historia bretona la nobleza estaba dividida entre las dos obediencias feudales unas a favor del rey y otras del duque. Además el ducado estaba preparado ya desde hacia lustros para esta invasión por los trabajos de fortificación de las murallas urbanas y por la adaptación de Rennes, Nantes, Brest y Fougères a las nuevas tácticas guerreras.

Las relaciones comerciales con Bretaña en el siglo XV.

A comienzos del siglo XV el rey castellano quiso reconquistar su primacía en el mar y para eso envió a Inglaterra como su embajador en 1404 a Gonzalo Moro que residió algunos meses en Londres hasta que firmó unas treguas. Las treguas con Inglaterra fueron firmadas el 24 de junio de 1404, pero el rey Enrique III se negó a confirmarlas, mientras que políticamente se inclinaba por tener buenas relaciones con Francia para cuyo socorro envió una flota de cuarenta naves que se instaló en Bretaña. Como pago a esta acción los privilegios de los mercaderes de la Hermandad de la Marina en Bretaña fueron confirmados en enero de 1405

Bretaña no tuvo defensa costera y marítima hasta que Juan V en 1425 y Francisco II en 1480 no intentaron poner remedio. La marina bretona disponía del cargo de almirante desde el siglo XIV que en tiempo de Francisco II gozaba de una pensión de 1200 libras y del diezmo de las tomas de guerra. La flota bretona se componía de naves mercantes requisadas en caso de peligro, con combatientes pagados por el tesoro general, descontada la tasa exigida a los mercaderes que durante su campaña estaban protegidos por los navíos de guerra. Sólo a finales del siglo XV el ducado se preocupó de fletar navíos de guerra como la nave “Cordelière” que se construyó con un crédito de 1500 libras y que fue destinada a la defensa de Vitré y que llegó a tener 1200 toneles cuando se acababa su construcción en 1482

Por otra parte e independientemente del enfrentamiento mercantil y marítimo que puntualmente se suscitaba, las relaciones entre los puertos cantábricos e ingleses se mantuvieron teniendo a los puertos de Bretaña como puertos de cabotaje intermedios en la ruta hacia Inglaterra.

Por otra parte como ya hemos indicado a las rutas mercantiles se añadió la peregrinación inglesa realizada por medio de las flotas marineras. Según Ferreira Priegue la peregrinación bretona a Santiago tomó carácter estatal cuando el duque Juan V a raíz de haber caído prisionero en Champtoceaux y haber hecho un voto por su liberación, acudió al santuario jacobeo. A partir de esta fecha y comprometido por la promesa realizada envió todos los años un representante personal para que realizara en nombre del duque la peregrinación hasta que en 1429 obtuvo del Papa la conmutación del voto personal por el envío anual, por Pascua, de una ofrenda, cuya tradición se mantuvo todo el siglo XV.

Como en otro tiempo, el duque Juan de Montfort (1341-1345) había firmado un tratado con las villas de Bermeo, Bilbao, Plencia y Lequeitio para el envío de dos flotas anuales una de primavera y otra de otoño que fondearan en Bretaña camino de Flandes, este acuerdo fue de nuevo confirmado en 1435 y en 1452.

Esto no quita el que se dieran represalias como la pregonada en San Nicolás de Bilbao en julio de 1458 que "puso enbargo en qualesquier bienes de los mercaderos de Samalo fasta la contia de ocho mil maravedis" (FDMPV, 55,173). Hasta este momento era frecuente la llegada de los navíos vizcaínos a Nantes, Saint-Malo, Brest y Morlaix

Según Suárez Fernández los mercaderes cantábricos cuando las circunstancias bélicas lo motivaron establecieron fondacos en Nantes, en La Rochela y en Poitiers ya que Harfleur y Rouen estaban ocupados por el enemigo. Desde 1425 la política castellana pretendió unir dos intereses contrapuestos: por una parte asegurar sus relaciones con Flandes y, por otra y a la vez, obtener una tregua o paz con Inglaterra

El rey castellano encontró en su embajador Sancho Ezquerra un eficaz interlocutor con las potencias marítimas. Este embajador entabló conversaciones en primer lugar en Flandes ya que el 11 de octubre de 1429 firmaba una tregua con el duque de Borgoña. Pasó luego a Londres y más tarde a Bretaña. Las relaciones entre los puertos castellanos y bretones culminaron con un acuerdo político y con la instauración el 20 de abril de 1430 de un consulado castellano dotado de un juez que debía vigilar la alianza entre bretones y castellanos. Las buenas relaciones entre Bretaña y Castilla culminaron en la firma del tratado de Nantes del 15 de mayo de 1430. Por este tratado se concedía a los castellanos de Nantes un cónsul que los juzgara

Según Mathorez el tratado temporal firmado por un espacio de 9 años concedía iguales libertades a bretones y castellanos, suprimía todos los privilegios de marcas y represalias y establecía un juez común para ambas naciones. Los castellanos pagarían todos los impuestos vigentes, quedando eximidos únicamente de la cuarentena que se percibía en Nantes y de los nuevos impuestos que se pudieran imponer tras la firma del concierto. Los castellanos no quedaban libres del derecho de quiebra pero tendrían unos jueces conservadores que vigilarían el cumplimiento del concierto

Tras la victoria francesa en las costas cantábricas que ponía fin a la guerra de los Cien años, se restablecieron los fondacos vascos en toda la costa atlántica incluida la Bretaña. Este acuerdo comercial y su correspondiente tratado de paz fueron renovados en años sucesivos hasta 1483 aunque entraron en un período de incertidumbre y aun tomaron otro sesgo con el matrimonio de Ana de Bretaña con el rey francés en 1491.

Los puertos bretones y el comercio vasco

Los principales puertos de Bretaña que comerciaban con la península ibérica y con los transportistas vascos eran : Nantes, Saint Nazaire, Bourgneuf, Pornic, Vannes, Lorient, Brest, Morlaix, Saint Brieuc, Saint Malo y Saint Servan

El comercio entre Bretaña y los puertos vascos se puede calificar de fructífero principalmente en la exportación de lana y de hierro. Según Vicens Vives entraban anualmente en Nantes a mediados del siglo XV unas 600 balas de lana castellana siendo esta lana el fundamento de la prosperidad económica del ducado de Bretaña. Era el producto estrella de la exportación burgalesa, mientras que de la vizcaína y guipuzcoana lo eran los derivados del hierro y del acero. Este hierro iba a veces manufacturado en forma de clavazón y de armas. En menor medida también se transportaban cueros y salazones. En contraposición venían de Bretaña principalmente vino y paños

El puerto de Nantes:

La civitas Condevicnum de los romanos es hoy día un puerto y capital del departamento de Loire-Atlantique situada aproximadamente a 50 kilómetros de la desembocadura del río Loira. Desde la tardía edad media Nantes que era un centro de actividad profesional de los artesanos del bronce y del vidrio, construyó un vicus portensis, o barrio del puerto que se convirtió con el tiempo en el puerto bretón más importante para el comercio con el Atlántico durante la tardía edad media y hasta el siglo XVI y como más tarde lo será con el Caribe y África

La ciudad de Nantes de restos importantes romanos fue el primer foco del cristianismo bretón ya que se testimonia por Gregorio de Tours el martirio de Donaciano y Rogaciano a finales del siglo III. El mismo Gregorio obispo de Tours y que vivió entre el 573 y el 594 describe en sus últimos libros de la “Historia francorum” las revueltas y guerras entre bretones y francos que se centraron principalmente en torno a la ciudad de Nantes.

Los reyes carolingios instalaron una marca militar fronteriza “marca Britaniae” que comprendía los condados de Vannes, Rennes y Nantes. El titular más célebre de esta institución fue el conde Rolando, prefecto de la marca de Britania y que fue víctima de los vascones en la batalla de Roncesvalles del 778. El centro de actuación de esta marca estaba en Nantes.

Nantes se convirtió en el mundo medieval en un puerto de importancia. En el día de la fiesta de San Juan Bautista, el 24 de junio del 843 una flota normanda asaltó Nantes. La flota proveniente de Noruega estaba compuesta por 67 bateles según la crónica de Nantes. El asalto vikingo supuso la toma de la ciudad, la masacre de la población y el sacrificio de su obispo.

Más tarde, Nantes fue tomada por las tropas del líder bretón Nominoë en el 851 pasando desde este momento a formar parte del ducado bretón y dentro de este ducado el condado de Nantes se convirtió en la más vasta región vinícola de la zona.

En el año 853 los escandinavos se situaron en la isla de Betia al borde mismo de la ciudad de Nantes donde crearon un fondaco comercial. Por lo que la región de Nantes se convirtió en un campo de batalla entre bretones y escandinavos hasta el año 871.

A partir del duque Salomón que agrupó bajo su mandato toda la Bretaña, Nantes y su jurisdicción conformaron uno de los siete condados de la Bretaña. Sin embargo, el año 913 marcó el comienzo de la más grave crisis bretona por el asalto de los Vikingos. Sin embargo, en 935 de nuevo Nantes pasó a posesión bretona. Alain Barbetorte se erigió como conde de Cornualles y de Nantes. Se promocionaba una nueva geopolítica de Bretaña con Rennes y Nantes como capitales. En el condado de Nantes nacieron nuevos señoríos y castellanías

En el siglo de las cruzadas tanto occidentales como orientales, los bretones participaron luchando contra los albigenses y contra los turcos. Más aún, nos encontramos con un señalado movimiento antisemita del año 1234 en Rennes, Nantes, Quimper y Saint-Brieuc.

Durante los años 1237-1286 coincidiendo con el reinado de Juan I el dominio condal se expandió y muchos señores arruinados de Dinan, Morlaix, Nantes, Rennes, Vannes y Brest debieron de ceder lo más esencial de sus bienes al duque el cual engrandecido por estas adquisiciones las administró nombrando delegados suyos como recibidores en Nantes y en Leon.

En este siglo XIII llegaron las órdenes mendicantes a Bretaña. En concreto los franciscanos se instalaron en Nantes en 1237 y los dominicos en 1263. E igualmente durante este siglo se crearon ferias y mercados en Châteaubriand, Lamballe, Vitré y sobre todo en Nantes.

Entre los puertos receptores del comercio hispano y vasco de la Bretaña, Nantes, sin duda alguna, tuvo el mayor protagonismo. Era el puerto más visitado por los castellanos y por los vascos.

En efecto, estos castellanos y vascos fundaron una colonia mercantil en la capilla de San Francisco, siguiendo el modelo de la factoría de Brujas. Según las ordenanzas aprobadas, los cónsules de Nantes percibían un impuesto sobre las mercaderías con el fin de hacer frente a los gastos comunes.

En Nantes existía ya una colonia castellana en 1240 y este puerto se convirtió para los mercaderes castellanos en el centro de distribución de los productos que transportaban tales como hierro, vino, lanas, cueros etc. para Bretaña y todo el oeste de Francia.

También los vascos bajo la soberanía del rey castellano comerciaban con Nantes. A fines del siglo XIII un tal Miguel de Fuenterrabia comerciaba  por tierras de Bretaña. Para el siglo XIV consta de la llegada de las naves de Nantes al puerto de Bilbao.

Nantes se consolidó como puerto de intercambio de transportistas tanto de los que navegaban desde el norte y que traían de Flandes sus lienzos como de los que subían desde la costa cantábrica y que aportaban hierro

Según Alphonse Wauters a principios del siglo XIV existía en Nantes una "Confrérie de la Contratation" que unía a los mercaderes vascos con los de Nantes ya que los transportistas de ambas regiones gozaban de semejantes privilegios en los puertos de sus respectivas naciones.

El puerto de Brest:

Era un poblado romano que dejó de funcionar a finales del siglo III con la desmembración del Imperio. El año 913 marcaba el comienzo de una gran crisis en Bretaña que se extendería hasta el 936 por la entrada a sangre y fuego de los normandos. Estos entraron en la rada de Brest, y se posesionaron de la abadía de Landévennec provocando la huida de los monjes

Durante los años 1237-1286 que son los del reinado de Juan I muchos señores arruinados de distintas zonas de Bretaña, especialmente de Brest debieron ceder sus posesiones al conde de Bretaña.

Un siglo más tarde en la guerra civil suscitada a partir de 1322, Juan de Montfort supo convencer a las principales villas para que se sumaran a su proyecto, mientras que Brest estaba en el bando contrario capitaneado por Garnier de Clisson.

Durante la guerra de los cien años, la ocupación inglesa no se limitó a Brest sino que se extendió a las ciudades vecinas como Saint-Mathieu, Le Conquet, Trémezan y las islas adyacentes como Ouessant y Tristan.

La guarnición de Brest constaba de 200 hombres aunque el mantenimiento de la guarnición resultó muy caro. En junio de 1373 Bertrand du Guesclin tomó las tropas inglesas que se mantenían en la principal plaza fuerte inglesa que era Brest. Sin embargo Brest era lo suficientemente importante para que siguiera alternativamente en bandos contrarios. En enero de 1378 una pequeña flota inglesa desembarcó en Brest. Sin embargo en junio de 1378 Carlos V de Francia confiscaba oficialmente la Bretaña incorporándola con todas sus ciudades y puertos al reino de Francia.

Terminada la guerra de los cien años el duque Juan V invirtió grandes sumas en trabajos de fortificación de las principales villas bretonas como la de Rennes, Nantes, Brest y Fougères

El puerto de Brest fue lugar de referencia de los mercaderes castellanos y vascos ya desde el siglo XIII. Y también fue objetivo del corso. Con el aumento del comercio hacia los países del Norte, el puerto de Brest fue también objetivo de numerosas agresiones de piratas como la realizada en 1226 a la flota de trece navíos de mercaderes flamencos que estaban fondeados en su puerto y que fueron asaltados y confiscada la cargazón de vino de Aunis que transportaban.

De esta ciudad medieval, reconstruida en su totalidad después de la segunda guerra mundial, cabe solamente destacar su castillo que desde finales de la Edad Media es una construcción imponente que preside el puerto.

Brest no sólo era un puerto del comercio exterior, también era un foco del comercio interior porque estuvo muy bien comunicada con toda la región, incluida toda la costa, ya que se encuentra en medio de la línea costera bretona occidental. Al oeste de Brest se encontraba 'Trezien' y su faro. Este llamaba la atención por su situación y sus dimensiones ya que se hallaba en medio del campo, encima de un monte. En cuanto a su tamaño, es un coloso de piedra que se ve desde muy lejos. Igualmente el faro “Le Tour” se halla sobre una roca frente a la costa, en el pueblo de 'Argenton', al norte de 'Trezien'. La costa es muy irregular y en ella sobresale este faro “Le Tour”. Desde Brest se divisa la isla de 'Ouessant' ubicada en un pequeño archipiélago que se encuentra a la salida de la ensenada de Brest, frente a un pueblo costero llamado “Le Conquet”.

El puerto de Morlaix:

Es una villa del Finisterre norte que posee un puerto apto para el comercio ya que los productos que llegaban del interior se encontraban con los buques llegados desde puertos exteriores. Los dominicos se instalaron en la ciudad en 1247. Durante el ducado de Juan I entre los años 1237 y 1286 los señores arruinados de Morlaix tuvieron que ceder sus bienes al duque para poder sobrevivir.

Tuvo su mejor prosperidad entre los siglos XV y XVIII. En el siglo XV tenía unos 4000 habitantes. Comerciaba con pescado seco, cueros, papel y vino de Burdeos que se destinaba al norte de Europa, y cuyos barcos entraban por el estuario hasta el mismo centro de la antigua villa medieval.

Otros puertos de interés

En la costa noroeste de Finisterre o también llamada costa de las leyendas se encuentra el país de Abers. Se trata de una geografía impresionante compuesta de gigantescos estuarios pero que no disponen de puertos seguros a pesar de la configuración marítima. Todo el Finisterre está rodeado de islotes desérticos.

También los puertos bretones eran escalas de las rutas marineras atlánticas. La más larga de las rutas marítimas de Venecia hacia el Norte de Europa, tenía escalas en Sicilia, Malta, Trípoli, Túnez, Argel, Orán, Tánger, Lisboa, Burdeos, La Rochelle, Bourgneuf, Brujas, Amberes, Londres y, al regreso, escalas en puertos españoles, provenzales e italianos

El puerto de La Rochelle:

La Rochele era uno de los principales puertos de destino de las mercancías castellanas desde el siglo XIII al XV. Entre los del golfo de Vizcaya el puerto de La Rochela se especializó en la exportación de vinos. A mediados del siglo XIII mercaderes castellanos aparecieron en este puerto, el cual les sirvió de depósito de mercancías y como etapa en sus viajes hacia el norte

Actualmente La Rochelle es una ciudad y puerto del departamento de Charente Maritime. Sin afirmar rotundamente que perteneciera a Bretaña, sin embargo, sí que podemos decir que era un punto de referencia importante en las vicisitudes por las que pasó el ducado de Bretaña en su historia política desarrollada entre los estados de Inglaterra y Francia, sobre todo, con anterioridad y durante el largo período de la guerra de los cien años

Joël Cornette en su historia de Bretaña afirma que el descubrimiento de la mar abierta por las naves bretonas fue de forma discreta y no narrada por las crónicas de la época y de este modo encontramos la presencia de vasallos de Bretaña ya en el siglo XIII fondeados en La Rochelle. Como consecuencia de este descubrimiento precoz de las riberas de la Charente y de la Aquitania, los barcos bretones enfilaron la vía marítima caminando hacia el litoral meridional (página 379). A partir de este momento hasta mediados del siglo XVI más de la mitad de los barcos que fondeaban en La Rochela eran bretones.

Alfonso X el Sabio en la Partida III, leyes LXXVII y LXXVIII alude a las cartas de compañía incluyendo un ejemplo de una carta de compañía realizada entre el puerto de la Rochela y don Beltrán mercader de Sevilla. En 1281 había en La Rochele lonjas de contratación al servicio de los mercaderes castellanos

La historiografía hispana ha dedicado espacio importante a las relaciones comerciales entre los puertos cantábricos y vascos y La Rochela. Según Elisa Ferreira en 1320 mercaderes gallegos realizaban viajes desde Sevilla a la Rochelle. Según Bernabé Antonio de Egaña la colaboración de la Provincia de Guipúzcoa con Enrique de Trastamara le llevó a organizar una flota de cuarenta navíos de gran porte con la que socorrió La Rochela, sitiada por los ingleses y actuando en favor del rey de Francia que estaba confederado con don Enrique. La armada fue conducida por su general Ruiz Díaz de Rojas. Saltando a tierra los guipuzcoanos desbarataron el campo inglés volviendo victoriosos a su tierra después de haber asegurado la plaza a su dueño

Durante la guerra civil de Bretaña entre Juan de Montfort y Carlos de Blois a la muerte del duque de Bretaña Juan III el Bueno en 1341, también las armas extranjeras inglesas y francesas tomaron parte en esta contienda. Francia quiso extender su control de las costas de la Mancha actuando desde el puerto de La Rochelle.

Cuando Eduardo III conquistó temporalmente La Rochela mantuvo a los castellanos del fondaco los mismos privilegios de los que habían gozado cuando la plaza era francesa. Eduardo III desde agosto de 1357 declaró a los castellanos bajo su protección. Así en 1361 ese mismo rey inglés Eduardo III daba orden al capitán de La Rochela de que tratara con benignidad a los mercaderes castellanos. La firma de la alianza militar entre castellanos e ingleses culminó el 22 de junio de 1362.

En medio de la guerra de los Cien años la batalla entre Inglaterra y Francia se centró en el control del puerto de La Rochela que estaba en poder inglés desde mediados del siglo XIV. La Rochela era un puerto importante por ser el puerto de exportación de los vinos de Gascuña y lugar hasta el que llegaban las naves de la Hansa y en donde enlazaban con las flotas del Mediterráneo

La Rochella comenzó siendo un puerto pesquero pero paulatinamente se convirtió en un puerto internacional de importación y exportación de productos y como enlace de las flotas meridionales con las de la Hansa. El puerto fue fortalecido con la Torre de San Nicolás construida entre 1350 y 1384 y luego con la Torre de Chaîne edificada en 1375. Por esto La Rochelle fue durante estos siglos bajo medievales puerto que cambió sucesivamente de manos políticas inglesas y francesas.

El rey francés Carlos V pretendió la reconquista de La Rochela que estaba en manos inglesas. Así las tropas francesas marcaron un apretado asedio a las murallas de la ciudad. En la batalla naval de La Rochela del 23 de junio de 1372 se enfrentaron las flotas castellana y francesa por una lado y la inglesa por otro. La victoria francesa y castellana marcó una nueva etapa de la navegación marítima.

Desde este momento Castilla se sintió dueña de la ruta a Flandes teniendo como base de intercambios al puerto de La Rochela. La conquista definitiva por las tropas francesas de La Rochelle en 1372 no se habría realizado tan fácilmente si no hubiera sido por la ayuda de los barcos castellanos y vascos. Ambrosio de Bocanegra era el almirante de la flota castellana que según el cronista López de Ayala se componía de doce galeras. Mientras que el conde de Pembroke, sir John Hastings era el capitán de la flota inglesa, que al disponer de naves más pesadas y situarse el enfrentamiento en tiempo de bajamar impidió que las naves inglesas respondieran a los ataques por lo que fueron pasto de las llamas enemigas. Los condes de Pembroke y de Hungtington fueron hechos prisioneros. La batalla de La Rochela fue una revancha de la victoria inglesa de Winchelsea y cambió el signo de la dominación de los mares

A partir de este momento este puerto se convirtió en fondeadero importante en la ruta de cabotaje desde los puertos vascos hacia Flandes y en el puerto de compraventa principalmente de vino.

La Rochela era el nudo de comunicaciones entre Gascuña y Flandes y por lo tanto en el verano de 1387 fue el centro de atracción de todas las flotas del Atlántico. El almirante portugués Juan Furtado, con la flota portuguesa al servicio de Inglaterra apareció en la bahía de La Rochela con el ánimo de fondear y de tomarla. Sin embargo, la flota castellana compuesta de seis galeras y contratada por Francia a la Hermandad de las Marismas resistió el ataque combinado de portugueses e ingleses. Más aún, había que defender el dominio de La Rochela desde donde se servía el comercio de vinos a la Hansa. De ese año 1387 y fechado el 10 de junio en La Rochela conservamos un recibo de flete de la nao Santiago de Bilbao puesta al servicio del rey de Francia

De todos es conocido el viaje que tanto Jean de Bethecourt como Gadifer de la Salle, realizaron en 1402 con el ánimo de conquistar las Canarias. Pues bien, salieron desde La Rochela y tras hacer escala presumiblemente en puertos vascos y luego en Vivero y en Cádiz llegaron a la isla de Lanzarote

Los reyes franceses a principios del siglo XV siguieron en contacto con los puertos de la Hermandad de las marismas interesados en el reclutamiento de barcos que fácilmente se le ofrecieron, dado el temor que los cántabros y los vascos tenían a una posible victoria inglesa.

Arrojados de Normandía los mercaderes cántabros y vascos (que llegaron a tener casi exclusividad del comercio de La Rochelle) necesitaron el apoyo francés para establecer nuevas factorías en Nantes y en La Rochela. En el puerto de La Rochelle los castellanos derrotaron a la flota inglesa y hanseática en 1419. Según Luis Suárez Fernández en 1423 Sancho Ezquerra de Angulo solicitaba del rey Carlos VII la confirmación de los antiguos privilegios comerciales y la extensión de los mismos a La Rochela y a Poitiers, ya que Harfleur y Rouen estaban ocupados por los ingleses. El rey accedió a la petición y desde ese momento todos los pleitos que se sustanciaran en La Rochela entre marinos de la Hermandad de las Marismas y comerciantes franceses serían juzgados por el deán de Poitiers.

A mediados del siglo XV los mercaderes castellanos disponían en La Rochele de un juez especial que juzgaba las disputas que se suscitaban entre los cada vez más numerosos mercaderes castellanos y vizcaínos. Carlos VII por ordenanzas dadas en 1424 y 1435 concedió a los súbditos del rey castellano los privilegios que estos mismos castellanos habían tenido en Harfleur

Cartas de represalia o de composición por las disputas y asaltos cometidos por los mercaderes de Bilbao y de La Rochele se dan en sentido contradictorio

En 1468 los marinos vascos transportaban el vino francés a Inglaterra haciendo escala en La Rochelle.

Del 14 de septiembre de 1480 y fechada en Medina del Campo es la provisión real que mandaba incluir en el memorial de daños el de una carabela que a Mendoça de Arteaga y compañeros les había sido robada "en el puerto de Marenes que es en la costa de la Rochela".(AGS.RGS. 1480-X, fol. 274).

Se dio un declive de la colonia mercantil castellana en La Rochela por las dificultades políticas y por la atracción de los puertos del Norte

La nación hispana en Bretaña: 1459-1479

El embajador de Juan II de Castilla, Iñigo de Arceo navegaba en agosto de 1450 camino de la corte de Carlos VII con el objetivo de configurar una flota conjunta entre Castilla, Francia y el duque de Bretaña para la vigilancia de los mares y la represión de la piratería. Pero si con respecto a Francia las cosas no avanzaron mucho, sí que por otro lado lo hicieron con respecto a Bretaña.

Estas buenas relaciones culminaron en 1459 cuando los castellanos y vascos adquirieron en Bretaña el trato de nación más favorecida.

Sin embargo, estas excelentes relaciones se vieron interrumpidas en tiempos del rey Carlos VII en 1459, año en el que quedaba rota la alianza franco-castellana. En efecto, Iñigo de Arceo junto con Arias Gómez de Silva fueron enviados como embajadores a Francia con el cometido de sancionar las alianzas con Bretaña. Pero la negativa de Carlos VII era rotunda. No se podía eximir a los extranjeros del pago de entradas y salidas en sus puertos ya que Bayona y Burdeos estaban en su derecho al exigirlas. De este modo se rompía drásticamente el estatuto de los castellanos en Francia

Sin embargo, la colonia de Nantes se reforzó en 1459. Tres embajadores del duque de Bretaña (nos dice Luis Suárez) los señores de Blois, Onisière y Godlein fueron recibidos en Castilla. Se firmó un acuerdo de amistad y de ventajosas condiciones mercantiles. Se eximía a los buques de la Hermandad de la Marina del impuesto del 2,5 %. Incluso el duque de Bretaña prometió al embajador español Arias Gómez de Silva colaborar en la formación de una flota conjunta. A partir de este acuerdo los productos de los marinos vizcaínos llegaron hasta Rennes, culminando su mejor momento durante los años 1460 y siguientes

De 1463 conocemos el dato de que en Bilbao

"vaia bisto un mercader bretón de la çibdad de Samalo era benido a esta villa e requerido el dicho conçejo en fas del dicho teniente para que el era benido a esta villa porsy e en nonbre de otros çiertos mercaderos de la dicha çibdad e con su poder bastante a procurar e defender çinco fardeles de pannos que en esta billa les fueron tomados e enbargados por mandado del corregidor Gonçalo Ruis de Ulloa, corregidor, que Dios aya, por represaria que desian que fasía por quanto çiertos subditos del duque de Bretanna abian tomado çierta mercadurias e bynos desta dicha villa" (FDMPV, 55, 203)

Del mismo año 1463 sabemos que el concejo de Bilbao intentaba renovar sus comunicaciones con Bretaña porque se dice:

"Iten manda conçejo que por quanto es enformado que en Samalo nin Druan ni en Rens non muren (sic) presonas algunas maguer fue fecho el plegon, que sin enbargo del dicho plegon que dan por ninguno el primer plegon, e que mandan que vengan a esta dicha villa con sus nabios e mercadurias e a sus posadas e fagan e vendan sus mercadurias lo que mejor que pudyeren sin pena alguna" (FDMPV 55,187).

Se vuelve a repetir la misma noticia el 22 de marzo de 1463 "en presençia de Pero Martines de la Brena e Martin Peres de Liendo, escrivanos, Esteban Peres, merino chico, llamo e aplegono altas voses por las calles e cantones de la dicha villa de commo el dicho conçejo mando que vengan a la villa e a sus posadas con sus mercadurias, non enbargante el plegon que se dio en presençia de Pero Martines de la Brena, todos los mecaderos de Druan (Rouen) e Samalo (Saint Malo) e Rens (Reims) sin pena alguna" (FDMPV 55,188).

Durante la ruptura de relaciones de Castilla con el rey de Francia el 29 julio de 1468 el rey Enrique IV comunicaba al condado de Vizcaya y a la Provincia de Guipúzcoa la defensa de los puertos y declaraba la guerra a Francia. Sin embargo en esa real cédula se hacían unas excepciones cuando afirmaba el rey:

"Ecepto los magnificos e instinctos Duque de Berri y Borgoña e Bretaña mis mui caros y amados primos e sus tierras e Señoríos y subditos y naturales los quales es mi merced que sean guardados como amigos y aliados e les non sea fecho guerra ni dapño alguno en sus tierras e señorios e vasallos ". (FDMPV, 2, 130)

Durante estos años de carestía extrema el trigo de Bretaña y regiones limítrofes jugó un papel predominante en el abastecimiento castellano y andaluz a través del puerto de Sevilla. Según J.M. Carriazo y Arroquia “en este año de 1462 en el mes de noviembre vino mucho trigo por el mar de Bretaña”. Según Eduardo Aznar en la primera gran crisis que transcurrió desde 1467 a 1469 el trigo de Bretaña supuso en 1468 el 47,05 % del total a lo que hay que sumar un 3,75 % procedente de la región del Sena. Al año siguiente Bretaña concentró el 64,9 % del total. Estas actuaciones fueron también ocasión para la intensificación del asentamiento de colonias mercantiles del Norte.

Desde mediados del siglo XV la importancia de Nantes no había hecho sino crecer y en el período 1468-1480 logró suplantar a La Rochele como etapa de los barcos hispanos y llegar según M. Mollat a suplantarla a comienzos del siglo XVI

El 15 de noviembre de 1476 enviaban los Reyes Isabel y Fernando desde Toro una real cédula con el objetivo de consolidar las relaciones mercantiles con esta ciudad.

En el documento se afirmaba:

"Sepades que por parte de los consules e mercaderes de la muy noble villa de Vilbao destos nuestros regnos que estan en la dicha çibdad de Nantes e ducado de Bretaña nos es fecha relaçion por su petiçion diziendo que de muchos tiempos a esta parte los mercaderes que tratan en la dicha çibdad de Nantes e ducado de Bretaña fundaron en el monasterio de Sant Françisco en la dicha çibdad una capilla muy notable que continuamente es muy bien regida e administrada e ornada de muy buenos ordenamientos e que tienen fechos çiertos estatutos e ordenanças para reparo de la dicha capilla e cosas a ella nesçesarias e para otras cosas conplideras a los dichos mercadores, se oviesen de pagar çiertos derechos de los navios e mercaderias que asy destos nuestros regnos van para la dicha çibdad de Nantes...E diz que agora vosotros...escusades de pagar e contribuyr el dicho derecho de los dichos vuestros navios para el reparo de la capilla e cosas a ella neçesarias e para las otras cosas conplideras a los dichos mercaderes". (FDMPV 13, 177)

Con la misma fecha se escribía a los maestres de fustas de la Provincia de Guipúzcoa con el objetivo de hacerles pagar las mismas obligaciones a las que estaban sujetos los vizcaínos (AGS.RGS. 1476-XI. fol.779)

Los mercaderes vizcaínos renovaron parcialmente sus tratados con Bretaña en 1477. En efecto, se fecha en Toledo el 6 de febrero de 1477 un emplazamiento dirigido a los puertos del reino prohibiendo hacer la guerra a los vasallos del duque de Bretaña en razón de la paz firmada (AGS.RGS. 1477-II, fol.274)

A pesar de la paz los actos de bandolerismo y pillaje no se controlaron. En efecto, P. Rufo Ysern aporta la carta de represalia contra bretones de junio de 1477 lanzada a petición de Juan y Lope Suárez vecinos de Sevilla.

Igualmente se debe concluir del documento aportado por Luis Suárez Fernández en su Política Internacional (I, número 62) cuando se afirma el emplazamiento de Pedro de Bilbao, vecino de Portugalete que había asaltado una nao de Juan de Mele, bretón, a la altura de la roca de Cendra en Portugal, cuando ésta se dirigía a Castilla con paños, lienzos, candeleros de latón y que se refugió en el Puerto de Santa María en agosto de ese año.

De noviembre de 1477 es la comisión al corregidor de Vizcaya para que atendiera a la reclamación del duque de Bretaña en favor de Juan Boezart vecino de Saint-Malo que había sido robado por marinos de Laredo y de Bilbao. En esta carabela había 28 botas de vino, 15 quintales de cera, aceite, vinagre, atunes en barriles, 54 hojas de cuero, algo de oro y plata además del armamento y provisiones para la tripulación. (AGS.RGS. 1477-XI, fol. 294)

El 4 de noviembre de 1479 y fechada en Toledo es la iniciativa real enviada al corregidor de Vizcaya en la que el rey reclamaba a Juan de Bermeo, vecino de Bilbao y a Pedro de Bolivar, su criado, la devolución de una caravela "latyna" que tomaron en el puerto de San Nazaire de Bretaña a los portugueses Martín Alfonso y Juan Yáñez.(AGS. RGS. 1479-XI, fol.93).

La embajada de Juan Herrera a Bretaña:

En Bretaña regía el ducado Francisco II que temía la penetración francesa en el territorio y por lo tanto la acción directa de Luis XI. Para contrarrestar este influjo Bretaña entabló relaciones internacionales con Inglaterra, la Casa de Austria y con los Reyes Católicos. Pero la nobleza del país estaba dividida respecto a la elección de sus enlaces internacionales con un partido profracés encabezado por el canciller Chauvin y un bando de tendencia autóctona representado por el tesorero Landais

Siguiendo las directrices del partido autóctono en abril de 1481 Francisco II firmaba una alianza con la casa de Austria y en mayo otra con Eduardo IV de Inglaterra que siguió vigente con su sucesor.

El tesorero Landais fue el encargado de recibir la embajada castellana del comendador Juan de Herrera. Junto a los proyectos de colaboración militar contra Francia, a los Reyes Católicos les interesaba establecer paces prácticas con Bretaña y por lo tanto suprimir las mutuas represalias. Del 23 de agosto de 1483 y fechada en Santo Domingo es la comisión de la reina Isabel a las autoridades del señorío de Vizcaya y de la provincia de Guipúzcoa para que se interesasen en el robo cometido de una carabela bretona e hicieran justicia. En el mismo documento se mandaba que los culpables del delito pagasen a la villa de Lequeitio los gastos ocasionados. El pleito entablado ante el consejo real tenía como partes la villa de Lequeitio y a los bretones Guilleme Soto, Guilleme Urarte, Guillema Clanche, Iohan Le Soto y Lorenço l´Orofebre

"mercaderes vesinos de la çibdad de Avenasques en el ducado e sennorio de Bretanna...sobre rason que Juan Ynnigues de Çeranga, vesino de la dicha villa de Lequeytio, maestre, e Pero Ruys de Muncharas, capitán, vesino de la villa de Durango e otras çiertas personas del condado de Viscaya e de la provinçia de Guipuscoa armaron una caravela del dicho Iohan Ynnigues en el posadero de Salusalen, con la qual tomaron e robaron a los dichos...bretones una caravela cargada de çiertas mercadorias e porque el dicho posadero de Sausatan esta en termino e jurediçion de la dicha villa de Lequeytio e los de la dicha villa non resçibieron de los dichos armadores las fianças que segund leyes y hordenanzças de la Hermandad de Viscaya devian resçibir los dichos bretones demandaron al dicho conçejo de la dicha villa de Lequetyo el dicho robo" (FDMPV, 38,363)

El convenio de Vitoria de 1483:

Había que preparar la llegada de los representantes de Bretaña por lo que había que atender varias reclamaciones de robos realizados por mercaderes de Bilbao (AGS. RGS. 1483-XII, fol.122) y de Lequeitio (GS. RGS. 1483-XI, fol.98). Del 4 de octubre de 1483 y firmada en Vitoria es la comisión real al licenciado de Baeza para que investigara el robo de algunas naves bretonas. Decía puntualmente:

"Sepades que Noel Noyer, breton, morador en el lugar de Conquete que es en el ducado de Bretaña e Guillermo de Vigue, bretón morador e Capeo Corentin que es en el dicho ducado nos fisieron relaçion...como çiertos veçinos e moradores de la vill de San Sebastián les avin tomado sus navios e bienes e mercaderias que ellos trayan...mandamos por nuestras cartas patentes a los vesinos e moradores de la dicha villa que les tornasen e restituyesen los dichos sus navios con todos los bienes e mercaderias que les avian tomado...dis que les restituyeron e tornaron los dichos sus navios e çiertos bienes, pero dis que al dicho Noel Noyer le tienen tomadas syeteçientas fanegas de sal e dos quintales de candelas e veynte e nueve coronas e mas las despensas e costas que cerca dello ha fecho que dis que puede ser sesenta florines e mas la dicha sal que dis que puede valer ochenta florines de oro" (AGS. RGS. 1483-X, fol.233)

El 7 de octubre de 1483 el duque Francisco II entregaba las instrucciones a sus embajadores Juan abad de San Melanio, Jacques de Bergier y Jacques de Bouchard (AGS. Patronato Real leg. 92, fol.2). Esta embajada tenía como objetivo suprimir las mutuas represalias y favorecer el diálogo internacional

Las negociaciones con los embajadores bretones se realizaron en Vitoria durante el mes de noviembre siendo los representantes castellanos Andrés de Villalón y el doctor Alcocer (AGS. RGS. 1483-XI, fol. 60).

Según Fernández Duro en 1483 se renovó el tratado de alianza de Castilla con Bretaña. Por su parte John Edwards puntualiza que el embajador de los Reyes Católicos fue Juan de Herrera que se reunió con los embajadores del duque Francisco II de Bretaña y "consolidó así los vínculos tanto económicos como políticos en oposición a la monarquía Valois que estaba decidida a alinear el ducado con sus otras dependencias feudales". El tratado fue confirmado en Vitoria el 12 de noviembre (para otros el 29 de noviembre) de 1483

Entre las cláusulas de este convenio se pueden destacar en primer lugar la seguridad del tráfico mercantil entre los puertos cantábricos y los de Bretaña. Para esto se renovaba la práctica de pedir fiadores a todo transportista mercantil o a la villa originaria antes de salir del puerto. En segundo lugar se constituyeron tribunales con jueces especiales para resolver las reclamaciones de asaltos y robos, lo mismo que de la ejecución de cartas de represalia. Los jueces competentes serían de la villa de donde partió el buque y en donde estará depositada la fianza. Si al cabo de ciento veinte días de la reclamación no se hubiera dado sentencia se podría conceder al afectado una carta de marca. Igualmente se estableció en el tratado el libre tránsito de mercancías y la categoría social y económica de los miembros de cada nación equiparable a los naturales. Se establecieron los productos vedados de exportación como eran el oro, la plata, los caballos, las armas y otros. Por último se acordó que todas las reclamaciones que se podrían exigir entre 1464 y 1482 fueran evaluadas globalmente y compensadas las dos naciones

Alain de Albret era un personaje clave en la política navarra de estos años. En 1483 con motivo de la elección de matrimonio de la heredera Catalina de Navarra las cortes agramontesas y beamontesas proponían como pretendiente al príncipe Juan de Castilla para lo que enviaron como embajadores a dos miembros importantes del Consejo Real de Navarra como eran Fernando de Baquedano y Juan de Jaso.

Finalmente el matrimonio se concertó con Juan de Albret, noble gascón hijo de Alain de Albret que en estos momentos propugnaba la no integración de Bretaña en Francia porque como afirmaba José María Lacarra, Alain de Albret no cejaba en su intento de casar con Ana de Bretaña y éste era el verdadero motivo de su acercamiento a los Reyes Católicos

Este tratado no evitó la existencia de robos entre comerciantes de ambas naciones. Citemos algunos ejemplos. Suárez Fernández (II,38) aporta la orden de prisión contra Martín de Zarauz vecino de Zumaya y Ochoa de Asúa vecino de Asúa en la ría de Bilbao que asaltaron en Saltes una nao bretona que venía a comerciar en Jerez de la Frontera y su comarca en diciembre de 1483. Igualmente se pueden señalar las depredaciones como la efectuada por dos marinos de Zumaya en 1486 (AGS. RGS. 1486-III, fol. 156) o la ejecutada en 1488 por marinos de Lequeitio. (AGS. RGS. 1488-I, fol.284). Y del mismo modo la reclamación castellana de dos buques asaltados en Burdeos y la Rochela. Del mismo modo los Reyes Católicos debieron intervenir en 1483 esta vez a favor de unos bretones robados en Lequeitio. (AGS.RGS. 1483-XI, fol.98, cfr. García de Cortazar, página 249)

El pacto de Valencia de marzo de 1488

El tratado de 1483, ratificado por los Reyes Católicos el 1 de diciembre de ese año, no sólo tenía importancia económico-comercial sino también estratégica. Los Reyes Católicos despechados por el tema de Cerdaña y el Rosellón enviaron tropas castellanas que ayudasen al duque Francisco II en su oposición (muerto Luis XI en agosto de 1483) a la regencia de Carlos VIII en la denominada "guerra loca (1484-1488)" que empezó en 1484 y que culminaría con la derrota final de 1488 de los bretones, de sus aliados y de los miembros disidentes de la nobleza francesa tales como Luis de Orleáns y el conde de Duois.

Para ir preparando la colaboración con Bretaña, los Reyes Católicos suprimieron cualquier estorbo que lo impidiera. Así firmaban en Agreda el 28 de febrero de 1484 una comisión al licenciado Diego Rodríguez de Baeza para que atendiera las reclamaciones de

"Guillen Durgue, veçino de Contentyn, natural del ducado de Bretaña...que ante nos en el consejo presentó disiendo que puede aver syete meses poco mas o menos tiempo quel estando delante de la Rochela con una fusta de treynta toneles cargada de lienços e de otras mercacederias que podia todo valer quinientos ducados de oro, para seguir su viaje al dicho ducado de Bretaña, salvo e seguro, no fasyendo por que mal nin daño devies reçebir, que Pascual de Ayete, veçino de la villa de Sant Sevastian, con otros treynta o çinquenta onbres todos armados recudieron contra el, con una caravela e con poco temor de Dios e menosprecio de nuestra justiçia non curando de ls pennas que por ello cayeron e yncurrieron, por fuerça de armas les tomaron la dicha fusta con las dichas mercadorias e con las armas e vituallas e aparejos que en ella traya e fasta çincuenta coronas de oro e çiertas ropas e otras cosas, lo qual dis que traxeron delante el abra de Fuenterrabia al lugar de la Figuera".

Los reyes le recomiendan que se entere si el tal Pascual de Ayete

"sy dio fianças como se suelen e acostumbran e deven dar en los lugres e puertos donde arman e parten de armada las semejantes fustas costringades e apremiedes a los dichos sus fiadores a que pagen e satisfagan el dicho robo al dicho Guillen Durgue, e sy no dio las dichas fianças costringades e apremiedes al concejo e veçinos e moradores de la villa e lugar donde partio e armo la dicha su fusta pues non tomaron las dichas fianças a que satisfagan e paguen el dicho robo al danificado... luego pasados los dichos plasos fagades entrega e esecuçion en bienes de los veçinos e moradores de la tal villa e logar donde el dicho Pascual de Ayete partio e armo la dicha su fusta". (FDMPV, 14, 259)

De las mismas fechas pero ahora en sentido contrario es la carta de los RR. CC. al duque de Bretaña fechada en Valladolid el 28 de mayo de 1484 rogándole hiciera devolver la nao que se le había robado a Fernando de Sasiola (cfr. Suárez Fernández sobre texto del AGS. RGS. 1484-V, fol. 47)

Sin embargo, eran estos años malos para la navegación ya que predominaron las represalias de los diferentes corsarios que hicieron difíciles los intercambios. Del 18 de marzo de 1487 y fechada en Medina del Campo es la carta real patente en favor de los mercaderes bretones Ambrosio Garrean y Tibao Villande que habían sido despojados de sus bienes por corsarios guipuzcoanos (concretamente de Zumaya), denominados Juan Martico, maestre y Juan de Zarauz su aparcero o asociado. (T. González, CCPV III(1829)82)

El 30 de marzo de 1487 y desde Córdoba los reyes dieron poderes a Juan de Gamboa y Jofre de Sasiola para concertar compensaciones con los embajadores de Bretaña reunidos en San Sebastián y en Fuenterrabía. (AGS.RGS. 1487-III,fol.75)

En esta misma dirección va la provisión real redactada a petición de la Universidad de Burgos, fechada en esta misma ciudad el 24 de julio de 1487 y dirigida a la Provincia de Guipúzcoa en la que se le prohibía el corso y se les aconsejaba guardar las amistades y la alianzas de la Corona real(AGS. RGS. 1487-VII, folio 31). En contraprestación los Reyes Católicos escribieron desde Burgos el 12 de abril de 1488 al duque de Bretaña reclamando 15 buques vascos que los bretones tenían retenidos. (AGS. RGS. 1488-IV, fol. 50).

Desde Zaragoza el 29 de enero de 1488 los Reyes Católicos escribían al Señorío de Vizcaya lo mismo que a la Provincia de Guipúzcoa en favor de Juan de Arbolancha, vecino de Bilbao. En este privilegio se le concedía el derecho de represalia en la cuantía recibida de los vasallos del duque de Bretaña.(AGS. RGS. 1488-I, folio 260)

Esta situación no se podía continuar por lo que los Reyes Católicos dieron en Valladolid el 12 de enero de 1489 una pragmática que transcribe Fernández Duro por la que se moderaba la enemistad ya que se suprimían todas las patentes de corso concedidas hasta el momento

Bretaña, sin embargo, era un lugar estratégico para el comercio y para la intriga anti-francesa. Además la excusa era perfecta, porque se trataba de buscar matrimonio a la hija del duque Francisco II, Ana de Bretaña. Los dos bandos bretones buscaban una consolidación de sus proyectos de independencia con el matrimonio con un príncipe extranjero para lo que se proponía por parte de Borgoña el casarla con Maximiliano emperador ahora viudo y por parte inglesa el hacerlo con el duque de Buckingham, o por otra parte la incorporación a Francia con el matrimonio con el rey Carlos VIII. Francisco II se unió con otros nobles franceses en un pacto de ayuda mutua que desembocó en la guerra loca.

En los contactos entre Bretaña y los Reyes Católicos a comienzos de 1487 los reyes hispanos enviaron como sus embajadores a Jofre de Sasiola y a Juan de Gamboa, como máximos conocedores del comercio hispano-bretón. Francisco II respondió con el envío de sus procuradores que debían juntarse con los designados vascos o en San Sebastián o en Fuenterrabía antes del 30 de abril.(AGS. RGS. 1487-III, folio 75). Las conversaciones de pacificación y justicia fueron fructíferas. Se suspendieron todas las cartas de marca y de represalia entre Castilla y Bretaña (AGS. RGS. 1499-I folio 260).

Sin embargo en 1487 las tropas francesas invadieron el ducado. Los franceses con el apoyo de algunos nobles bretones partidarios de la amistad con Francia pretendieron tomar Nantes, lo cual era contrario a los acuerdos de Châteaubriant que estipulaban que las tropas francesas no podrían asediar plaza alguna en la que el duque de Bretaña tuviera su residencia. La guarnición y la población ayudadas por voluntarios de la región bretona y apoyados por mercenarios ingleses, holandeses y alemanes rompieron el bloqueo. El 6 de agosto de 1487 tras varias semanas de combates los asaltantes se retiraron pero se instalaron en Vitré, en Saint-Aubin du Cormier, en Dol y en Auray

El ejército bretón bien reconstituido y dirigido por el mariscal de Rieux tomó el 3 de marzo de 1488 la ciudad de Vannes liberándola de los franceses. Mientras tanto Francia programaba una invasión metódica de la península. Se trataba de una guerra de conquista. Châteaubriant cayó el 23 de abril, Ancenis el 19 de mayo, Fougères el 19 de julio y el 28 de julio el ejército francés tomaba Saint Aubin du Cormier, contra una coalición armada encabezada por el duque de Bretaña Francisco II

En efecto para preparar este ejército, en enero de 1488 salían para Bretaña los embajadores castellanos Juan de Fonseca y Francisco de Rojas. El día 30 de enero reclamaron de la Provincia de Guipúzcoa una nave que les llevara al destino (AGS. RGS. 1488-I, folio 220).

En estos mismos meses Alain de Albret ofreció su ayuda a la coalición militar que se estaba formando junto a Bretaña con Inglaterra, Borgoña y los Reyes Católicos. Alain de Albret desde finales de 1486 participaba en una coalición formada por varios señores bretones, el duque de Orleáns, el conde de Dunois, el conde de Angulema, el conde de Nevers, el duque de Lorena y Maximiliano de Austria.

Carlos VIII veía con malos ojos estas alianzas por lo que ante los oídos sordos a sus advertencias pasó a los hechos y así en febrero y marzo de 1487 en una fulgurante campaña militar el rey francés sometía toda la zona desde Saintes a Burdeos y desde Bayona a Parthenay. Alain de Albret vencido en Nontron juraba no volver a utilizar las armas contra Francia. Pero inmediatamente se puso en contacto con los Reyes Católicos con los que firmó los tratados de Valencia de 1488.

Durante las conversaciones diplomáticas con Francisco II poco a poco se fueron acreciendo las responsabilidades políticas de los embajadores castellanos que llegaron a sugerir el futuro matrimonio del duque Francisco II con la infanta doña Juana.

Bretaña gracias a Alain de Albret mantenía buenas relaciones con Navarra y con las posesiones de los Foie, pudiéndose señalar una constelación de territorios de norte a sur y en el oeste atlántico francés altamente conflictivo y amenazante contra la corte de París.

En esta situación los Reyes Católicos recibían en Valencia a Juan de Ribera y Alain de Albret que iba con la idea de ganar partidarios para su proyecto matrimonial en Bretaña. Así el 21 de marzo firmaban los Reyes Católicos tres acuerdos con Alain d´Albret conocidos únicamente por los Anales de J. Zurita. En primer lugar se comprometían los Reyes a enviar refuerzos militares a Bretaña entre los que se contaba la flota que desde el verano de 1487 se preparaba en Guipúzcoa. En segundo lugar prometieron la pacificación de Navarra ofreciendo la anulación de toda posible oposición interna en el reino y favoreciendo la coronación de Juan y Catalina en Pamplona aunque el reino debía asumir el protectorado castellano. En tercer lugar se admitía el compromiso personal de Alain d´Albret con los propios reyes hispanos de trabajar todo lo posible por la devolución de los condados de Rosellón y la Cerdaña a los Reyes Católicos, según lo estipulado en el testamento de Luis XI

Como testifica Alvaro Adot Lerga de estos tratados se podían seguir conclusiones de importancia para los intereses de Alain de Albret. En primer lugar Navarra y el Bearne iniciaban una política exterior común. En segundo lugar los Reyes Católicos reconocían al Bearne como territorio independiente. En tercer lugar garantizaban a Alain de Albret el apoyo militar y político de los Reyes Católicos en su proyectado matrimonio con Ana de Bretaña ya que Alain de Albret podía encabezar la flota castellana hacia tierras bretonas donde desembarcaba el 3 de mayo de 1488.

Desde marzo los Reyes Católicos habían decidido intervenir en la guerra bretona formando parte de la cuádruple alianza formada por Borgoña, Inglaterra, Castilla y Bretaña. Con la expedición militar castellana iban también las reclamaciones comerciales castellanas y cantábricas. Todos los expedicionarios se reunieron en Nantes el 3 de mayo de 1488. Sin embargo, la expedición borgoñona estaba traumatizada porque una revuelta de las ciudades flamencas de Gante, Brujas e Iprès inmovilizaba a Maximiliano.

Por otra parte también en ese marzo de 1488 los Reyes Católicos recibieron en Valencia a Alain de Albret que les comunicaba el acuerdo concertado entre el archiduque Maximiliano, el príncipe de Orange y los duque de Bretaña y Orleáns con el fin de oponerse al monarca francés. Por lo tanto como hemos visto se dio permiso a Alain de Albret para armar una flota bajo el mando de Mosén Miguel Juan Galla en auxilio del duque de Bretaña. Esta flota navegó hasta Nantes donde se unió a los coaligados.

Todos los coaligados tenían sus objetivos territoriales: Inglaterra pensaba recuperar Guyena y Normandía; Maximiliano pretendía recuperar la herencia borgoñona de su esposa ya que de esas tierras se había apoderado Luis XI en 1477 a la muerte de Carlos el Temerario; Los Reyes Católicos pretendían el ducado para Alain de Albret con la intención de crear en la costa atlántica una coalición de Navarra y Bretaña que ellos podrían controlar

Como hemos ya dicho y en conformidad con estos acuerdos castellanos, en los primeros meses de 1488 una nueva embajada de los Reyes Católicos partía para Flandes. Estaba conformada por el arcediano de Ávila Álvaro de Arrones y por Jofre de Sasiola. El objetivo de la embajada era triple: 1º el de procurar la liberación de Maximiliano decretando un bloqueo comercial de las tres ciudades sublevadas juntamente con el abandono vasco-castellano del fondaco de Brujas, 2º el de resolver las marcas contra la Hansa (AGS. RGS. 1488-II, fól. 249 y 253) y 3º el proseguir el doble matrimonio propuesto por los borgoñones.

La situación de la cuádruple alianza y la posición de Alain de Albret empeoraron notablemente ya que el número y la superioridad de las fuerzas francesas habían obligado al duque de Bretaña a solicitar refuerzos a Enrique VII de Inglaterra y a Maximiliano de Austria.

Esta guerra loca terminó con el descalabro de los aliados el 27 de julio en Saint-Aubin-du-Cormier (actualmente Ille-et-Vilaine). Tras la batalla fueron hechos prisioneros entre otros el duque de Orleáns (futuro Luis XII) y el general de las tropas de Castilla Juan de Granda.

A resultas de la derrota el duque Francisco II firmó un armisticio oneroso para Bretaña en el castillo Verger junto al Loira el 20 de agosto de 1488. El duque bretón permitía a Francia ocupar Saint-Malo, Fougères, Dinan y Saint-Aubin-du-Cormier. Las princesas hijas del duque no podrían casarse sin el consentimiento del rey de Francia. El tratado renovaba el vasallaje a Francia del duque de Bretaña, el cual se debía mostrar obediente al Parlamento de París y aceptaría llevar a ejecución sus sentencias “como lo habían hecho sus predecesores”. También otros coaligados vencidos debieron pagar su derrota. Alain de Albret perdía el condado de Gaure y veía amenazado el condado de Perigord, ya que el rey de Francia le abría pleito judicial por el mismo en el Parlamento de París

Pero el 9 de septiembre de 1488 murió el duque Francisco II de Bretaña mientras que su hija Ana se convertía en heredera.

Para evitar la anexión del ducado por parte de la corona de Francia las fuerzas anti-francesas se coaligaron con el objetivo de oponerse por las armas a dicha anexión. Las potencias contrarias a Francia estaban formadas por los Reyes Católicos junto con Enrique VII de Inglaterra y con el emperador, Maximiliano de Austria. Se trataba de crear un ejército que se pusiera al servicio de los herederos del duque de Bretaña

Mercenarios alemanes desembarcan en Roscoff, mientras que a Morlaix llegaban seis mil auxiliares ingleses enviados por Enrique VII, a los que se sumaron los 2000 castellanos capitaneados por el conde de Salinas.

De esta coalición faltaba Alain de Albret que tras la derrota de 1488 tomó un nuevo rumbo en su política exterior. Así llegó a la convención de Frankfurt del 22 de mayo de 1489 donde se perdonaron los desvaríos contrarios a Francia de Alain de Albret y de Juan de Foix señor de Lautrec

Por otra parte, el cuerpo del ejército castellano compuesto de unos mil hombres de armas estaba preparado desde mediados de 1489. Pronto se le sumaron 400 peones lanceros y ballesteros reclutados en Asturias. Su comandante Pedro Gómez Sarmiento, conde de Salinas puso su cuartel general en Redon. Con tres ejércitos extranjeros en su territorio el ducado de Bretaña estaba al borde del colapso. El 22 de julio de 1489 se firmaba el tratado de Frankfurt entre Maximiliano de Austria y Carlos VIII por el que el rey francés se comprometía a retirar todas sus tropas del ducado mientras que por otro lado la duquesa debía de licenciar a todas las tropas extranjeras. Ana de Bretaña ratificaba este tratado el 3 de diciembre de 1489. Sin embargo era difícil el cumplimiento del tratado, ya que en julio de 1490 la duquesa reconocía a los soldados ingleses una deuda de 240.000 libras que al ser imposible saldar era compensado con la entrega temporal de Morlaix y Concarneau.

El ducado cayó en una situación desesperada ya que la miseria, el bandidaje y las revueltas sociales se posesionaron del país y más aún llegaron a estallar en junio-julio de 1490 durante la guerra franco-bretona. A Ana de Bretaña no le quedaba otra solución que desposarse con un soberano de una gran potencia que trajera la paz a su ducado. ¿Quién sería el elegido?

Como la alianza de los Tudor y los Habsburgo a la que se unieron los Reyes Católicos y Felipe el Hermoso se firmó en Okyng el 11 de septiembre de 1490, el 27 de octubre Bretaña se sumaba a la coalición. Poco después el 19 de noviembre de 1490 Ana de Bretaña cerraba los esponsales por procuración con Maximiliano de Austria, rey de Romanos y duque de Borgoña. El 16 de diciembre de 1490 los Estados de Bretaña reunidos en Vannes aceptaban el desposorio que se celebró por poderes el 19 de diciembre de 1490. La ceremonia religiosa se celebró en la catedral de San Pedro de Rennes sin la presencia de Maximiliano que al desposarse con Ana se convertía en duque consorte, con el resentimiento tácito de Alain d´Albret.

En efecto, con estos esponsales parecía ponerse fin a los muchos pretendientes que había tenido Ana de Bretaña tales como el príncipe castellano con el que había negociado en Burgos una embajada bretona en febrero de 1488, el duque de Buckingham, el duque Juan de Rohan como el más poderoso señor de Bretaña y finalmente el viejo Alain de Albret que le sobrepasaba en treinta y siete años de edad.

Alain de Albret no sólo se distanciaba de la alianza antifrancesa sino que el 2 de enero de 1491 por medio del tratado de Moulins firmaba un mutuo reconocimiento de amistad entre Carlos VIII y Alain de Albret.

Para deshacer esta alianza militar internacional la noche del 20 de marzo de 1491 las tropas de Carlos VIII entraban en Nantes, entregada por Alain d´Albret despechado y comprado con dinero francés. El rey francés acompañado del duque de Borbón hacía su entrada solemne en la ciudad el 4 de abril y poco después asistía a la misa de Pascua en la Catedral. En pocos meses las tropas francesas se posesionaron del ducado de Bretaña.

A partir de este momento las relaciones entre Navarra y las coronas de Castilla y Aragón se fueron enfriando en la misma medida que se reconciliaban la casa real de Albret-Navarra-Foix y la casa real francesa.

Ana de Bretaña:

Según Cecilia Ruiz de Ríos la reina Ana de Bretaña fue dos veces reina de Francia y una de las mentes más privilegiadas de todos los tiempos. La fama de esta gran dama como patrona de las artes, muchas veces eclipsó el hecho de que luchó a brazo partido por mantener la independencia de la península de Bretaña, territorio que acabó siendo anexionado por Francia.

Ana nació en el castillo de Nantes un 25 de enero de 1477, siendo sus padres el Duque de Bretaña Francisco II y Margarita de Foix. Estudió música, historia y matemáticas con los mejores preceptores del momento. A la muerte de su padre, y una vez heredera del trono de Bretaña siendo ella todavía una niña de doce años, Ana tuvo que sufrir las acometidas de los reyes franceses Luis XI y Carlos VIII que buscaban la anexión de Bretaña a la corona francesa.

La vida de Ana de Bretaña fue una vida acelerada ya que fue duquesa a los once años, reina a los quince, madre a los dieciséis, viuda a los veintiuno, vuelta a casar y reina a los veintidós y muerta a los treinta y siete años después de haber visto morir a siete de sus nueve hijos.

Como hemos visto Ana de Bretaña había tenido varios pretendientes al matrimonio aunque últimamente lo habían sido Alain de Albret y el archiduque Maximiliano de Habsburgo. Pero a partir de mediados de 1491 ya vio que no tenía posibilidad de contar con ninguno de sus aliados por lo que finalmente se desposó el 15 de noviembre de 1491 con Carlos VIII de Francia que contaba a la sazón dieciocho años. Para estos momentos ambos contrayentes ya se habían desposado por poderes con anterioridad, Ana con Maximiliano de Austria y Carlos con Margarita de Borgoña hija de Maximiliano. Sin embargo, ahora, el matrimonio con Carlos VIII iba a llegar a su culminación. Los esponsales se celebraron en el castillo de Langeais el 6 de diciembre de 1491 y esa misma noche se consumó el matrimonio. Se realizaba una unión personal entre Bretaña y Francia

Ana y Carlos tuvieron un proyecto político y artístico común, pero Bretaña mantenía su independencia y Ana podía dedicarse al cultivo de las artes y a la protección de los artistas.

Ana y Carlos permanecieron en el castillo de Montils-lès-Tours hasta febrero de 1492, fecha en la que emprendieron viaje para París donde Ana como duquesa ya coronada de Bretaña y que sería coronada y ungida como reina de Francia en la catedral de Saint Denis el 8 de febrero de 1492.

El matrimonio tuvo cuatro hijos que murieron todos prematuramente. Carlos Orlando nació el 10 de octubre de 1492. El segundo murió en el parto en 1493. Lo mismo el tercero. El hijo primogénito y delfín de Francia, Carlos Orlando murió a los tres años de edad. El cuarto hijo denominado también Carlos nació el 8 de septiembre de 1496

Pronto el rey francés entabló relaciones de paz con Inglaterra y así firmaba con Enrique VI en Étaples una tratado de amistad el 3 de noviembre de 1492 obligándose el rey francés a recompensar al inglés con una suma de 745.000 coronas de oro. Desde este momento Carlos VIII se mostró como soberano único de Bretaña

En agosto de 1494 Carlos VIII daba inicio a la expedición de Italia llevando consigo un grupo numeroso de nobles bretones bajo las órdenes del mariscal de Rieux.

A la muerte del rey de Francia Carlos VIII el 8 de abril de 1498 en Amboise a los veintiocho años, dejó a Ana de Bretaña señora única del ducado. Ana intentó en su viudez gobernar con autonomía el ducado recibido de su padre y así restauró al día siguiente de la muerte de su marido la Chancillería suprimida por su esposo Carlos VIII el 9 de diciembre de 1493. Ana se mostró a partir de ese momento no como una viuda sino como una soberana de un país

El 19 de agosto de 1498 firmaba en Étampes un acuerdo con el nuevo rey de Francia Luis XII, antiguo duque Luis de Orleáns y primo de Carlos VIII, y volvía a vivir en su país y se reintegraba a su ducado, concretamente a Nantes el 3 de octubre de 1498

Sin embargo, el nuevo rey de Francia Luis XII, consiguió del Papa Alejandro VI la anulación de su primer matrimonio con Juana de Francia, hija de Luis XI. Y así libre de vínculo matrimonial pretendió a Ana de Bretaña en matrimonio que se celebró en Nantes el 8 de enero de 1499. El contrato matrimonial dejaba claramente afirmada la independencia del condado de Bretaña ya que en el contrato matrimonial se afirmaba que Luis XII no era duque de Bretaña. Bretaña escapaba así de la tutela francesa. De este matrimonio nacieron Claudia en octubre de ese mismo año 1499 y luego Renée.

En 1504 se firmaba el tratado de Blois por el que se acordaba el matrimonio de Claudia con Carlos de Luxemburgo con la intención de salvaguardar la independencia del ducado de Bretaña. Luis XII disconforme con este enlace mandó casarla con Francisco de Angulema que con el tiempo sería Francisco I de Francia.

Ana de Bretaña murió el 9 de enero de 1514. Como reina de Francia que era, sus restos fueron enterrados en la catedral parisina de San Denís, mientras que su corazón fue depositado en una urna en Nantes. Poco después se desposaron Francisco de Angulema y Claudia que llevaba como dote el ducado de Bretaña

Las relaciones comerciales de la Corona de Castilla con Bretaña a finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI.

Carlos VIII procedió a eliminar de Bretaña a todos sus enemigos. En la anterior alianza contra Francia, firmada en Okynng en septiembre de 1490 el rey inglés pretendía la devolución de Normandía y Guyena. Ahora Enrique VII se contentaba con la paz firmada en Etaples-sur-Mer en noviembre de 1492. Maximiliano de Habsburgo intentaba recuperar toda la herencia de Carlos el Temerario, pero llegó a un entendimiento con Francia mediante el tratado de Senlis de mayo de 1493.

Las negociaciones del tratado hispano-francés fueron llevadas a cabo por el embajador de los Reyes Católicos el catalán Bernardo Boil que se entrevistó con el embajador francés Jean de Mauleón. A resultas de estas conversaciones de los embajadores de los Reyes Católicos se llegó a la devolución pacífica del Rosellón y la Cerdaña (Tours-Barcelona, enero 1493). Por otra parte el 29 de diciembre de 1493 Carlos VIII restablecía a los castellanos que llegaban a Nantes la etapa mercantil castellana y renovaba a los mercaderes de la cornisa cantábrica los privilegios de los que habían gozado con anterioridad. Esto no impidió el que Luis XII extendiera a los bretones todas las cláusulas existentes en el comercio entre franceses y castellanos.

Sin embargo, había entre los comerciantes de Bilbao y de Nantes una asociación derivada de un tratado muy antiguo que fue sancionado por Carlos VIII en 1491. Se denominaba, como ya hemos visto, "Confrerie de la Contractation", que tenía su sede en el convento de los franciscanos de Nantes donde se celebraban sus reuniones prescritas por los estatutos

Cuando por el tratado de Barcelona del 29 de diciembre de 1493 se puso fin a las luchas entre Carlos VIII y los Reyes Católicos, el puerto de Nantes adquirió el protagonismo que antes había tenido con respecto a los mercaderes vascos

Con la firma por parte de Carlos VIII de los diferentes tratados de paz con los antiguos beligerantes, Bretaña adquirió autonomía y protagonismo. Durante el reinado de Ana de Bretaña la cámara de comptos llegó a ser el tercer organismo central de Bretaña junto el Consejo ducal y la Chancillería. La cámara de comptos no era sólo un simple instrumento de control de la gestión financiera sino un verdadero pilar del Estado ducal. O como decía Ana de Brataña “uno de los principales miembros de nuestro ducado, una de las principales reclamaciones de nuestro tiempo”. La cámara de comptos fue transferida desde Vannes a Nantes en 1492 donde quedó fijada definitivamente en 1499.

La cámara de comptos se encargaba de las finanzas del ducado. La fiscalidad directa constaba del “fuego” pagado por todos los no privilegiados y que representaba el 67 % de las entradas al Tesoro público y por la ayuda de las villas burguesas. A esto se sumaba la fiscalidad indirecta que cargaba a los comerciantes y a los consumidores privilegiados y que comportaba el 30 % de las entradas condales. Entre estas entradas indirectas estaba el impuesto de los vinos y otras bebidas que se contabilizaban por pipas de 450 litros y que se recogían a la hora de la venta en detalle. A esto se sumaba el impuesto de las entradas y salidas que se cobraban en los puertos y abras del ducado y que cargaban las importaciones y exportaciones y que suponían para el Estado el 10 % de las entradas fiscales. A esto se sumaba la venta de trigo y de animales vivos. El conjunto de las entradas anuales del ducado supuso en 1480 la cantidad de 406.439 libras bretonas es decir 487.728 libras tornesas, es decir una décima parte de los ingresos que recibía Carlos VIII en toda Francia evaluados en 3.300.000 libras anuales que se acrecentaron con Luis XII a 4.700.000 libras anuales.

De esta reorganización de la cámara de comptos se puede sacar una consecuencia importante en el diseño social de las clases sociales de Bretaña. En efcto, una de las más destacadas originalidades bretonas era el que los nobles participaban en la actividad económica. Entre las actividades económicas más comúnmente ejercidas por la nobleza se encontraba el negocio marítimo. Familias como los Rohan o los Guesbriant armaron numerosos navíos.

Al principio de la historia bretona y hasta el siglo XII los bretones no eran dueños de flotas sino que esta profesión estaba en manos extranjeras. Los bretones eran buenos pescadores y por esta profesión conocían perfectamente las artes marítimas. Los pescadores se convirtieron en navegadores de cabotaje y luego en marinos de larga distancia.

Los piratas bretones constituyeron una profesión independiente. La multitud de islas de la costa les ofrecía cobijo y alojamiento.

Las rutas más frecuentadas por los bretones fueron a La Rochelle pero luego recibieron las cargazones de vino de la península ibérica, de Guyena y de Aunis.

Sin embargo, en Bretaña las infraestructuras portuarias fueron rudimentarias y las defensas costeras insuficientes. A pesar de todo estoen el siglo XV el tráfico mercantil era grande. El impuesto de la mar figura como el primero entre los recogidos por el comercio y el transporte. Al fin del siglo XV unos sesenta puertos y más de cien islas trabajaban en plena actividad mercantil.

Por su parte a finales de este siglo Bretaña disponía de unos 2000 navíos que se relacionaban con Portugal, con la Península ibérica, con el mar del Norte y con Inglaterra. Para puntualizar un dato el 60 % de los bateles que llegaron a Burdeos en 1482-1483 eran bretones. El tráfico mercantil se fundamentaba en la exportación de la sal y de las telas, en el transporte de los vinos de Burdeos y del pastel de Toulouse.

Los navíos bretones fueron solicitados por los contendientes en la guerra de los Cien Años y barcos bretones se pusieron al servicio de los negociantes ibéricos y flamencos.

Sin embargo esta situación pacífica de la vida del ducado entró en crisis con la muerte prematura de Carlos VIII el 7 de abril de 1498. Ante la falta de herederos le sucedió su primo el duque de Orleáns que se convirtió en el nuevo rey de Francia Luis XII

En los años siguientes aunque existieron relaciones comerciales entre los comerciantes vascos y los de Bretaña también se dieron puntualmente actos de represalia que eran compensados con cartas de marca. Así por ejemplo se concedió en Segovia el 21 de julio de 1505 una carta de Marca y receptoría contra los súbditos del duque de Bretaña dada a Juan de Arbolancha vecino de Bilbao. (AGS. RGS. julio 1505).

Los bretones reaccionaron ante esta amenaza y presentaron una petición al rey de Castilla en estos términos:

"los súbditos del ducado de Bretaña de la señora princesa e reyna de Francia duquesa de Bretaña...como el año de mil e quatrocientos e ochenta e quatro a cabsa de una presa de un navio de la ribera de Vilvao el maestre de la qual nao se llamava Lope de Arbolancha hermano de Juan de Arbolancha, la qual nao hera y es del dicho Juan de Arbolancha, e se la tomaron ciertos bretones sobre lo qual ovo pleito ante los juezes conservadores de las alianzas; en el qual pleito los dichos Juan de Arbolancha e Lope de Arbolancha demandaron por el flete de la dicha nao del viaje porque estaba afletada a ciertos mercaderes cinco mil coronas de oro e mas demandaron por los atavios e armas e cajas de sus marineros tres mil coronas que son por todas ocho mil coronas...sus altezas le mandaron dar carta de marca e represalia contra la señoría de Bretaña de quantia de diez e ocho mil coronas de oro e mas cinco mill e quinietas coronas por sus costas, la qual fue dada contra toda rason e justicia...e sobre esta color ha levado a los dichos bretones mucha cantidad de dineros la qual cantidad es mucho mas que rescibio de dapno...de un año a esta parte que fallescio la señora reyna doña Ysabel que comenzo el dicho Juan de Arbolancha a llevar los dichos tres por cyento; por ende nos los dichos subditos del ducado de Bretaña suplicamos a vuestra real alteza mande quitar la dicha marca e represaria..."(AGS, Cámara de Castilla. Personas. Juan de Arbolancha. AGS. RGS. 1489-VIII, fol.309 García de Cortazar, apéndice 49 y el estudio de toda la disputa del caso de Ortiz de Albiz en página 249-251)

Esta carta de marca concedida a Juan de Arbolancha vino respaldada por una real provisión dada en Burgos el 21 de enero de 1508 y enviada al corregidor de Guipúzcoa (AGG. Secc.1, Neg. 7, Leg. 5). En esta provisión se afirmaba textualmente que

"Avia sido mandado que Juan de Arbolancha vesino de la villa de Bilbao pudiese coger e llevar de todas las mercadurias de los bretones traxiesen a vender a estos Reynos para en pago de çiertos bienes que los dichos bretones le avian tomado e robado...e asi mismo como para coger los dichos tres maravedis por çiento el dicho Juan de Arbolancha... çiertas personas que los recibian, segund que mas largamente en el dicho asiento e serviçio e carta executoria se contiene"

Si seguimos con los ejemplos nos encontramos que en enero de 1515 los mercaderes bilbaínos Juan Mixaot y Rodrigo de Salvatierra pidieron al alcalde la villa

"como ellos tienen para cargar para la çibdad de Enantes mil quintales de hierros y azeros e los querían cargar en una caravela bretona questa en la ria e canal desta villa de Vilbao, porque no hallavan otro navío ni caravela del regno de Castilla sino la bretona donde los cargar; por ende, que por mayor abundamiento pedian e pidieron al dicho sennor alcalde que mandase apregonar por la dicha villa comforme a la prematica de su alteza si ay algun maestre de navio o caravela destos regnos de Castilla que los quiera llevar los dichos mill quintales de hierros e azeros para la çibddad de Enantes por el flete acostumbrado que los daran e cargaran; donde non, sino pareciçiere alguno al pregón, que su merçed del dicho sennor alcalde les diese logar e liçençia para los cargar en la dicha caravela bretona"..."E despues de lo susodicho en la dicha villa de Vilbao, a quinze dias dias del dicho mes de henero e anno susodicho...este dia antel sennor Pero Diaz de Arbolancha, alcalde hordinario en la dicha villa...fizieron relaçion de como avia sido apregonado publicamente...porque son pasados los tres dias e mas e no a pareçido ninguno pidieron...dixo que les dava e dio la dicha liçençia para que carguen los dichos fieros e azeros en la dicha caravela bretona". (AMBilbao, cajón 37, reg. 5, nº 44)

En el mes de marzo de 1515 se afirma en el libro de acuerdos de Bilbao de cómo

"paresçio Diego de Basurto de Villasante, fiel de los mercaderos de la unybersidad desta villa, e dixo a los dichos sennores del regymiento que sus merçedes sabryan de commo beniendo una carabela de Bretanna beniendo de Henantes cargado de lienços e otras mercaderias de los mercaderos e duennos desta villa e de la çiudad de Burgos, se abia entrado en Santander con fortuna e desiendo que abia entrado dentro de los puertos e debia diesmo de la mercaderia que traya le abian quitado syete fardeles de lienços non lo podiendo faser; e pedio que sus merçedes mandasen dar una carta de ruego para el conçejo de la dicha villa e el desmero para lo librasen el dicho nabio e mercaderias. E luego los dichos sennores del dicho conçejo la mandaron dar la dicha carta". (FDMPV, 56, 209)

Esta normativa de que los fletes se debían dar antes a los naturales que a los extranjeros seguía en pie ya que el 18 de marzo de 1518 y desde Valladolid la sobrecartearon doña Juana y don Carlos (AMBilbao, cajón 4, reg. 4, nº192 (3))

Bretaña a la muerte de Ana (+1514)

Durante su reinado Ana de Bretaña se rodeó de una clientela de fieles bretones, miembros de la nobleza media que obtuvieron los principales cargos en el ejército y en la administración. Ana creó primero en Amboise y luego en Blois una corte refinada que luego sería imitada por las cortes femeninas en todo el centro de Europa.

Ana fue la primera reina que tuvo una casa independiente con más de 244 personas muy al estilo de la casa del rey. Esta corte era mezcla de la educación cortesana y de la magnificencia soberana.

Ana de Bretaña practicaba la caza y los torneos, amaba el lujo y la decoración de sus apartamentos realizada por artistas italianos, se rodeó de músicos y de poetas, hizo construir jardines al estilo italiano, encargó estatuas y mausoleos. Juan Bourdichon iluminó su libro de horas, tuvo su confesor propio y su limosnero. Organizó peregrinaciones religiosas, armó navíos, mandó confeccionar árboles genealógicos e hizo componer obras musicales en latín y en bretón

Ana de Bretaña defendió con pasión el matrimonio de su hija Claudia con Carlos de Luxemburgo que luego sería Carlos V de Austria. Pero finalmente contra el parecer de la duquesa, Luis XII y los delegados escogidos por el rey impusieron el desposorio de Francisco de Angulema (futuro Francisco I) con Claudia.

Ana profundamente decepcionada en sus esperanzas maternales por este paso dado fue paulatinamente reduciendo su actividad cortesana hasta su muerte acaecida el 9 de enero de 1514 cuando contaba únicamente treinta y siete años de edad

En efecto, el 18 de mayo de 1514 la hija Claudia se casaba en Saint-Germain-en-Laye con el futuro Francisco I que llegó a ser rey de Francia el 1 de enero de 1515. En abril Claudia le daba a su esposo en donación el ducado de Bretaña que se haría efectiva en el hijo primogénito y delfín del nuevo matrimonio y no en el hijo segundón y más pequeño tal como había sido el proyecto de Ana de Bretaña.

Con este paso dado por el matrimonio entre Francisco de Angulema y Claudia, Bretaña se integraba en la Corona de Francia. Y con el matrimonio vino la decadencia del comercio vasco-bretón ya que los castellanos y los vascos habían apoyado las alianzas internacionales contrarias al proyecto francés en Bretaña. Los castellanos se alejaron de Nantes y arrastraron el comercio extranjero hacia La Rochelle. Como consecuencia de este enfriamiento político las exigencias fiscales entre castellanos y bretones se endurecieron

A partir de 1532 Bretaña se convirtió en una región francesa.

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