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Principales montes de Gipuzkoa

EL RELIEVE

A diferencia de lo que ocurre en las áreas circundantes, de horizontes más o menos amplios y líneas bien definidas, el relieve de Guipúzcoa presenta un aspecto reticular, en cuadrícula, en el que se entrecruzan las direcciones determinadas por la estructura con las direcciones transversales debidas a una intensa labor erosiva favorecida por una evolución morfológica más avanzada que la habida en las demás áreas del País Vasco y que constituye el más importante factor de diferenciación del relieve guipuzcoano.

Como consecuencia de esta disposición reticular, el relieve de Guipúzcoa presenta una cierta complejidad que se ve aumentada por la profusión de formas agrestes sin relación aparente con 'las líneas maestras de la estructura. Además, el profundo encajamiento de los valles contribuye a la sensación de laberinto que define en parte al territorio que consideramos. A modo de síntesis, hemos de tener en cuenta el importante papel desempeñado por la estructura en la configuración morfológica de Guipúzcoa, y no ha sido menor el jugado por la litografía, cuya gran diversidad explica parte importante de los acusados contrastes del paisaje. Ambos factores, ya considerados, unidos a un intenso modelado climático fundamentalmente subactual, completan el cuadro en el que ha tenido lugar la evolución morfológica de Guipúzcoa con todas las consecuencias que podemos observar.

Lo primero que llama la atención en Guipúzcoa, desde el punto de vista morfoestructural, es la existencia de pliegues de -dirección cantábrica, ONO-ESE, en el sector más occidental de la provincia. Pliegues de menores dimensiones en su mayor parte que los existentes en Vizcaya, por ejemplo, aparecen sin embargo más apretados como consecuencia de la mayor proximidad al armazón pirenaico. A partir del valle del Urola, y hacia el este, adoptan una clara dirección O-E para después dirigirse hacia el NNE; estos cambios de dirección son patentes sobre todo en el cordal costero que se extiende desde poco más al Oeste de Zumaya hasta el cabo Higuer, en Hondarribia (Fuenterrabía). Sin embargo, es de notar que, como hemos mencionado con anterioridad, el Macizo de Cinco Villas, causante de esta incurvación, desvía o mantiene la dirección ONOESE en la parte meridional de Guipúzcoa.

El cordal costero es la primera unidad que encontramos si seguimos la dirección N -S y aparece como el responsable de la característica de costa estructural que define al litoral guipuzcoano. De disposición monoclinal, aparece buzando hacia el mar y presentando una cresta que mira al Sur. A veces se presenta como un simple jirón -Jaizquíbel, Ulía, Urgull y en otras ocasiones aparece desdoblado -Mendizorrotz, Igueldo-, dominando en toda su longitud una depresión sublitoral más o menos continua que ha sido excavada sobre los blandos materiales del flysch margoso. Esta depresión, que se mantiene sobre el nivel del mar entre Hondarribia y San Sebastián, e incluso hasta las proximidades de Lasarte, se halla excavada y drenada más al Oeste por el río Oria, desviado en esta dirección por captura. La depresión subsiste más allá de Orio, pero no conoce ya la presencia de ríos sino en sectores muy concretos -Urola inferior, por ejemplo y bajo la forma de muescas que corresponden a cursos abandonados y que hoy son explotadas por las carreteras. Entre Zarauz y Zumaya la depresión se presenta como una superficie de erosión colgada a casi doscientos metros sobre el nivel del mar y profundamente excavada por los rápidos afluentes del Urola.

Tras esta depresión sublitoral, y cerrándola por el Sur, se levanta la primera alineación de pliegues con valor morfológico. Se trata de 1 anticlinorio Tolosa-Arno, que se prolonga hasta Bermeo formado sobre todo por pliegues en rocas calcáreas duras ya veces recristalizadas que destacan netamente en el paisaje como consecuencia de su mayor resistencia a la erosión. El más septentrional de estos pliegues está formado por los montes Arno (611 m., Anduz (612 m.), Indamendi (475 m.) y el de Hernio (1.053 m.); este segundo pliegue posee una estructura más compleja que el anterior y se caracteriza por el hecho de que sus culminaciones corresponden a sinclinales colgados. Estos dos pliegues, separados por una estrecha depresión sinclinal, contribuyen a aislar de la costa al resto de Guipúzcoa, si bien se hallan cortados por varios ríos en sentido perpendicular a sus ejes.

Al sur de este anticlinorio se abre una depresión o surco longitudinal conforme a la estructura que se extiende desde Tolosa a Elgóibar por Azpeitia y Azkoitia y que se continúa incluso en Vizcaya. No se trata de una zona sinclinal, sino de un surco disimétrico excavado sobre rocas blandas en el contacto con las calizas duras en que se aloja la cubeta kárstica colgada de Vidania. Más al Sur aparece una nueva serie de pliegues alterada por la presencia de afloramientos de margas triásicas que comportan ofitas e incluso por la presencia del «macizo eruptivo» de Soraluze (Placencia), con culminación en el Irukurutzeta (895 m. ). Esta alineación se encuentra asimismo cortada transversalmente por los ríos Deva y Urola, que forman cerrados valles en forma de V, y le sucede un nuevo surco deprimido, más ancho que el anterior, que une Beasain con Vergara y que, salvando el umbral de Elgueta, se continúa en Vizcaya por Elorrio y Durango hasta Bilbao. Rematando, por último, a manera de paredón el sector más meridional de Guipúzcoa, se alza un nuevo umbral en el que destacan las escamas del Aloña y del Aitzgorri.

En conjunto, los valles o surcos longitudinales aparecen determinados por las líneas estructurales, sobre las que la erosión ha actuado sólo a través de la sobreexcavación a tenor de la existencia de materiales blandos; de forma que no se tratan de surcos sinclinales, sino que introducen un relieve de tipo apalachense. Su 'papel en el aspecto humano es indiscutible por cuanto que constituyen las únicas vías de comunicación entre los valles transversales. Estos han sido elaborados por remonte erosivo, esto es, por retroceso de las cabeceras de los ríos, sin adecuarse a la pauta dada por la estructura, formando estrechos boquetes en las rocas duras y creando vegas relativamente amplias sobre las blandas. Sólo el Oria, en su curso bajo y desde Lasarte, así como algunos afluentes, se adapta a las líneas estructurales. En líneas generales, la independencia de la red fluvial con respecto a la estructura no es sino el resultado de una larga evolución en la que los ríos se han sobre impuesto a los relieves de origen estructural.

La base del modelado del relieve de Guipúzcoa

El modelado del relieve que hoy podemos observar sobre la superficie terrestre no es más que el resultado siempre cambiante, y, por tanto, provisional, de una serie de fenómenos que afectan continua- mente a la parte más externa de la superficie del Globo. Estos fenómenos van desde la formación de las rocas sedimentarias hasta su transformación posterior, añadiendo a ello un conjunto de procesos que las han plegado e incorporado a las áreas continentales, así como la acción de los agentes erosivos que han tallado el paisaje rocoso presente. En suma, podemos distinguir tres tipos de factores que han condicionado y condicionan el modelado del relieve: a) la litología, que supone la existencia y consideración de los distintos tipos de rocas existentes en un determinado sector de la superficie terrestre ; b) la estructura adquirida por esos materiales rocosos a lo largo de una complicada evolución, que supone analizar la disposición geométrica y tectónica de los mismos; c) el clima, que, con sus consabidas variaciones en el espacio y en el tiempo, implica la existencia de unos agentes erosivos específicos que han actuado y actúan sobre esa superficie rocosa. El resultado de estos tres factores, distintos pero absolutamente interdependientes, es una síntesis que se manifiesta en el paisaje presente ante nosotros.

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