INTRODUCCIÓN A LA GEOGRAFÍA DE GIPUZKOA

El territorio guipuzcoano, con sus 1.997 Km2 limita al Norte con el Mar Cantábrico, al Sur con Alava y Navarra, a Oeste con Alava y Bizkaia y al Este con Navarra y Laburdi.

Sus límites alcanzan una longitud de 307 km, de los que 221 Km. son terrestres y 86 km. son de costa.

Este pequeño territorio, poblado antaño por Várdulos, Vascones y Caristios, presenta un medio físico sumamente variado. Así podemos diferenciar tres áreas geológicas: el NE con predominio de materiales paleozóicos (pizarras, cuarcitas y el batolito granítico de Peñas de Aia); el Litoral, con materiales terciarios (areniscas, calizas, margas, pizarras y arcillas) y el resto del territorio con predominio de los materiales mesozóicos, especialmente del Cretácico, con formaciones de calizas y margas. En esta variada litología destacan las formaciones del "flysch", con alternancia de estratos duros y blandos que se asemejan a las páginas de un libro, que recorren las eras Secundaria y Terciaria y que hoy se nos ofrecen con una espectacular belleza en escarpados acantilados costeros y en plataformas de abrasión marina (uno de los ejemplos más representativos se localiza entre Deba y Zumaia).

La diferente consistencia de los materiales y la erosión diferencias, han puesto las bases de un relieve con alturas entre los 500 m. y los 1.544 m, que tiene la siguiente distribución: Cadena litoral, Corredor Prelitoral, Valles paralelos entre si y que cortan transversalmente a las alineaciones estructurales y la Cadena Interior. Encontramos una tectónica en la que predominan los pliegues -falla, tipo sajón, que tienen una dirección Oeste-Este, con varios ejes de plegamiento desarrollados a base de anticlinales, sinclinales y cuestas, afectados por la orogénesis alpina. El resultado es una especie de cuadrícula con valles longitudinales y surcos de tipo estructural, que han condicionado el poblamiento, localizándose la mayor parte de los asentamientos urbanos en la costa y siguiendo los valles fluviales, quedando el resto o del territorio salpicado por un poblamiento disperso.

La mayor parte de las tierras guipuzcoanas presentan fuertes pendientes, lo que dificulta su ocupación y el desarrollo de las infraestructuras. En cuanto a la altimetría, podemos establecer la siguiente clasificación; 510 Km2 se sitúan a menos de 200 m. de altura; 1.147 Km2 entre 201 m. y 600 m.; 285 Km2 entre 601 y 1.000 m.; y 55 Km2 entre 1.000 m. y 1.544 (Aketegi, en la sierra de Aitzgorri).

La costa está formada, en su mayor parte, por relieves de erosión, que dan lugar a una serie de acantilados que se deslizan hasta el mar. La sensibilidad de esta costa a la erosión marina es debido a la abundancia de las precipitaciones (que disgregan las pizarras y contribuyen a que los estratos de areniscas y calizas se desplomen), al fuerte oleaje, a la estructura de capas alternantes duras y blandas ("flysch"), y a la posición subvertical de los estratos. Las formaciones arenosas, playas, se localizan en lugares protegidos como los estuarios, rías, bahías, ensenadas, siendo de origen tectónico y alcanzando apenas un 10% del total de la costa.

Los ríos guipuzcoanos adoptan una dirección perpendicular a la costa y a los ejes de plegamiento, lo que explica sus cortos recorridos y su relativo poco caudal en comparación con las precipitaciones. El río Oria es el más largo, con 66 Km de curso. Sus pendientes son elevadas, por lo que desarrollan una intensa labor erosiva. Mayoritariamente presentan un régimen pluvio-nival. Podemos calificar a l red fluvial guipuzcoana como dendrítica, arbórea o arborescente.

El clima es de tipo oceánico, templado-fresco, sometido a flujos de vientos del Oeste, siendo también frecuentes los del Noroeste, Norte Este y Sur. Las precipitaciones oscilan entre los 1.200 mm. y los 1.700 mm. anuales, con 190 aproximadamente de lluvias y nieve. Las temperaturas son moderadas, con valores medios mensuales de 8 grados a 10 grados en invierno y de 18 a 20 grados en verano, si bien, como en el caso de las precipitaciones, estas temperaturas se ven modificadas a nivel local, por las peculiares condiciones orográficas de Gipuzkoa.

Las condiciones litológicas, edafológicas y climáticas determinan un tipo de vegetación que podemos denominar de tipo atlántico, con formaciones vegetales arbóreas (roble, haya, castaño, abedul, fresno, arce, pino, encina, chopo, álamo, aliso, olmo, sauce, tejo, etc.) arbustivas y herbáceas. Llaman la atención las praderas, de un intenso verde y el matorral de tipo landa (brezos, argomas y helechos). La fauna de pequeños mamíferos (erizos, ardillas, lirones, tejones, anfibios y reptiles) es variada y numerosa.

Este medio físico es bastante apto para el desarrollo de poblaciones escasas y autárquicas, que se desparraman por el territorio, dando lugar a sociedades agrarias de tipo tradicional, que en la actualidad tienen problemas para integrarse en las economías agrarias de mercada y en las sociedades urbanas e industriales. Los refugios de la costa contribuyeron a estimular la vocación marinera de los vascos, si bien plantean problemas, por sus características geológicas y estructurales, a las vías de comunicación modernas, al igual que el resto de la costa acantilada. El poblamiento se ha localizado en los sectores litorales y en los valles fluviales que, como ya hemos indicado anteriormente, imponen duras condiciones para la realización de las comunicaciones por carretera y ferrocarril. Por otra parte, el clima, que se presenta como muy aceptable para el desarrollo de la vida humana, ofrece dificultades para la agricultura al acidificar excesivamente el suelo por la abundancia de precipitaciones, al tiempo que la elevada nubosidad, las nieblas y los vientos, se convierten en un elemento negativo para la navegación aérea.

Debido al intenso proceso urbano-industrial, el territorio guipuzcoano se ha visto verdaderamente impactado y deteriorado, quedando sin embargo numerosas áreas de especial interés.

Entre los espacios naturales protegidos, deben mencionarse Aralar, Peñas de Aia-Urdaburu, Pagoeta-Ernio-Andatza y el de Aitzgorri-Aloña-Léniz. Como áreas de especial interés natural podemos señalar las de Izarraitz, Murumendi y la bahía y marismas de Txingudi. Existen otras áreas que deben contar con una protección estricta como son: las islas del Bidasoa, las marismas de Jaizubia, los acantilados del monte Jaizkibel, de Arando Aundi, de Ulia y de Mutriku-Saturrarán y las marismas de la playa de Santiago (Zumaia), la franja litoral de Punta Atxuri-Zumaia. Quedaría además, la marisma de la ría del Oria en la que se recomienda un proceso de conservación activa.

De acuerdo con la división tradicional, el territorio guipuzcoano lo podemos dividir en tres sectores: litoral, medio y alto. El sector litoral es una pequeña depresión discontinua, en la que los relieves llegan hasta el mar, dando lugar a una serie de pequeñas rasas o plataformas de abrasión ligeramente inclinadas que se deslizan, mediante acantilados, hasta el mar. Aparecen pequeñas rías, bahías y puertos pesqueros, con actividad comercial, industrial y turística.

El sector medio o central corresponde a la mayor parte de los valles de los ríos Deba, Urola y Oria, donde encontramos una serie de localidades industriales que parecen de forma conurbada siguiendo los valles fluviales. Dos depresiones naturales, de dirección transversal, facilitan las comunicaciones entre los valles, como son la de Tolosa-Elgoibar, pasando por Azpeitia y Azcoitia, y la de Beasain a Bergara y Eibar.

En el sector alto la actividad industrial va disminuyendo, dando paso a las explotaciones agrarias, forestales y pastoriles. Sobresale la presencia del Santuario de Arantzazu y los conjuntos montañosos de Aralar y Aitzgorri.

Además de esta división tradicional, desde el punto de vista geográfico, podemos señalar las siguientes comarcas: Bajo Bidasoa, Donostia-San Sebastián, Oria Medio, Costa, Urola Medio, Alto Urola, Deba Medio, Alto Deba y Goierri.

El crecimiento demográfico de los guipuzcoanos ha sido desigual en el espacio y en el tipo. En el espacio, ya que ha afectado principalmente al litoral y a las zonas bajas de los valles, y en el tiempo porque en los primeros momentos del crecimiento afectó ala capital y su periferia y a algunos núcleos industriales del interior, iniciándose una segunda etapa, entre los años 1950-1970 que se caracterizó por un aumento de población especialmente importante en las comarcas de Donostia, Deba Medio, Oria Medio y Alto Deba.

A partir de 1970 se inicia una tercera etapa, que dura hasta nuestros días, caracterizada por una tendencia general al decrecimiento.

Hasta finales del siglo pasado, la emigración había sido uno de los factores que tradicionalmente contribuía a limitar el crecimiento de la población guipuzconana, mientras que la llegada de personas de otras provincias, especialmente en el período 1945-70, contribuyó de forma decisiva al incremento demográfico del territorio. Esta inmigración obedece fundamentalmente al desarrollo industrial. El decrecimiento actual obedece a diversos factores, entre ellos; el descenso de natalidad, el envejecimiento de la población y la crisis económica que afecta, principalmente, al sector industrial.

La actividad económica más importante es la del sector industrial (siderometalurgia, construcción, cerámica, vidrio, química, papel, alimentación, etc.) afectado por una fuerte crisis y que debe tender a una mayor diversificación e inversiones en investigación y tecnología. Señalamos también la actividad del sector turístico, comercial y de servicios, que se ha ido consolidando en los últimos años. El sector pesquero atraviesa momentos de dificultad que esperamos se vayan superando. El gobierno Vasco y la iniciativa privada, de gran dinamismo, están desarrollando nuevas iniciativas en todos los sectores de actividad económica, buscando el relanzamiento de la misma, habiéndose alcanzado algunos logros esperanzadores.

La actividad industrial, que se asentó en los valles fluviales, se aprovechó de los mismos como energía, abastecimiento, limpieza y eliminación de residuos, dando lugar a grandes procesos contaminantes en las aguas y en los suelos. En estos momentos, una mayor concienciación sobre la conservación y protección del Medio Ambiente está contribuyendo a desarrollar políticas de recuperación medioambiental de acuerdo con las directrices del desarrollo sostenible.

La red de comunicaciones terrestres es de tipo ortogonal, adaptándose a la orografía y a los valles fluviales, exigiendo, por las peculiaridades litológicas y climáticcas, costosas y constantes obras de mantenimiento y mejora. Tienen también un papel destacado el puerto de Pasaia y el aeropuerto de Hondarribia.

En cuanto al proceso urbanizador, podemos hablar de diferentes etapas: en la primera, correspondiente a la Alta Edad Media, predomina el "modelo rural", estando poblados el tramo medio del valle del Oria, parte del valle de Deba y el bajo Urumea; en la segunda, desde el siglo XII hasta el s. XV, se inicia el proceso urbanizador con la fundación de las villas y su agrupación en la Hermandad de Gipuzkoa; la tercera etapa, desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XIX, se caracteriza por un crecimiento y consolidación de las villas guipuzcoanas; la cuarta etapa que se inicia a mediados del siglo XIX y se prolongo hasta 1940, se caracteriza por el impacto industrial y el desarrollo de los ensanches de gran número de centros urbanos guipuzcoanos; la quinta etapa, desde 1940 hasta nuestros días, está marcada por un fuerte desarrollo urbano, la aparición de áreas funcionales y la formación de un sistema urbano que se integra en el conjunto del Pais Vasco y en los ejes de desarrollo estatales y europeos.

El espacio urbano guipuzconao, que tuvo su mayor período de crecimiento entre los años 1950-70, ejerció efectos difusores del desarrollo sobre sus periferias regionales, al tiempo que se registraban efectos regresivos en algunos de sus núcleos urbanos.

Son importantes los flujos que se producen entre San Sebastián y su área periférica, con el Bajo Bidasoa y el Laburdi litoral, así como con localidades del Noroeste de Navarra. Destacan también los producidos entre el valle Medio del Deba y el Valle vizcaino del Ibaizabal; entre el Alto Urola y el Goierri con la comarca navarra de la Burunda.

Podemos definir a Gipuzkoa como una Región Urbana, en la que encontramos un espacio organizado por una red urbana jerarquizada que se distribuye homogeneamente. Llama la atención la dispersión de los centros urbanos guipuzcoanos frente a la concentración que se registra en Bizkaia y Alava, lo que nos permite hablar de un desarrollo funcional correcto.

En este sentido, las directrices de Ordenación Territorial del País Vasco establecen las siguientes áreas funcionales: Donostia-San Sebastián (comprende las comarcas de Donostialdea con Andoain y Bajo Bidasoa); Beasain-Zumarraga (comprende el Goierri y el municipio de Legorreta); Eibar (que coincide fundamentalmente con la comarca del Bajo Deba); Mondragón-Bergara (coincide con el Alto Deba); Tolosa (comarca de Tolosaldea); Zarautz-Azpeitia (Urola-Costa).

Estas áreas funcionales, que no pretenden eliminar ninguna comarcalización que sea válida para otros fines, se configuran como escalones territoriales intermedios entre el municipio y la Comunidad Autónoma. Se ha tenido en cuenta una cierta homogeneidad geográfica, comportamientos y actividades de la población, relaciones de dependencia y complementariedad en el espacio y los sentimientos de pertenencia de sus habitantes. Se trata de poder desarrollar determinadas estrategias para alcanzar un equilibrio territorial, aplicando mecanismos de estructuración territorial interna en los que se busca la polarización hacia la cabecera de la Comarca la complementariedad entre las vocaciones de sus diferentes núcleos y territorio y la optimización de la oferta de dotaciones equipamientos y servicios a la población.

Desde esta dinámico presente en el que se encuentran inmersos los guipuzcoanos, y recordando lo que fue Gipuzkoa y sus gentes en el pasado, para lo que nos pueden ayudar los mapas históricos que se incluyen en la presente obra, es preciso perseverar en el intento de conocer u comprender las relaciones existentes entre los guipuzcoanos y su querida y hermosa tierra, que debe ser preservada y mejorada para las generaciones futuras.

© Dr. Javier Gómez Piñeiro