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LA GEOLOGÍA La historia geológica de Guipúzcoa es, en líneas generales, la misma de toda la región vasco-cantábrica y sólo puede ser seguida con posterioridad a la orogenia herciniana. Esta evolución, que alcanza su máxima importancia durante el Cretácico, concluye con la orogenia pirenaica. Los materiales antiguos, localizados en el Macizo de Cinco Villas, pertenecen a los períodos Devónico y Carbonífero y se hallan notablemente alterados en su disposición; intensamente plegados a raíz de la orogenia herciniana, han sufrido después nuevos esfuerzos que los han hecho difíciles de estudiar. Esta primitiva cadena herciniana fue arrasada hasta sus raíces, siendo las areniscas y pudingas permotriásicas el último testimonio de este desmantelamiento; éstas forman una serie detrítica que bordea los macizos vascos y revelan una etapa transgresiva: los materiales gruesos de la base se hacen progresivamente más finos hacia el techo ya medida que recubren los terrenos paleozoicos Durante el Triásico se produce una sedimentación de estilo germánico -facies continentales la que el color rojo persiste en los materiales, que se acompañan de la formación de evaporitas, yesos y sal gema; todo ello denuncia un clima de tipo árido. Posteriormente, un mar jurásico que recubre toda la zona recibe aportes terrígenos finos procedentes de un continente en fase senil avanzada y que revelan una erosión moderada; sin embargo, durante el Jurásico superior se inició una serie de emersiones que provocaron la intensificación de la erosión: en un primer momento se levantó un continente al norte de la provincia de Burgos, unido al de Asturias y a la Meseta, y posteriormente lo harían los macizos hercinianos vascos. De esta forma, eon el primitivo mar jurásico que cubría los bordes de los macizos circundantes se produjo a fines de este período la individualización del Golfo Vasco Cantábrico, cuyas aguas cubrían Vizcaya y todo el centro y oeste de Guipúzcoa. Bajo unas condiciones climáticas cálido-húmedas se produjo el aporte masivo de agua dulce, al tiempo que se alteraban las rocas del continente y adquirían, por ello, los vivos colores que caracterizan a los materiales wealdenses. El aporte de agua dulce del continente disminuyó a causa de un clima semiárido prewealdense. En el Wealdense propiamente dicho sobrevendría una fase de activa sedimentación terrígena, bien por retorno a un clima de tipo lluvioso, bien por una re activación de la elevación del continente; sin embargo, el macizo herciniano vasco se vio mucho menos afectado que los otros por esta sobreelevación, por lo que los aportes terrígenos vascos fueron más restringidos que en el norte de Burgos o Santander, permitiendo, así, el desarrollo de una sedimentación caliza típica de un medio marino restringido de tipo salobre. Durante el Aptense se generaliza el medio marino, que alcanza su máxima importancia como consecuencia de una notable subsidencia del fondo de la cuenca; en este período tiene lugar la formación de facies zoógenas de gran potencia (Aralar, Aitzgorri, Erlo...). Las calizas recifales urgonienses aparecen localizadas en aguas limpias y someras, lo que se traduce en una mayor continuidad a medida que aumenta la distancia a los macizos hercinianos vascos, que aportan sobre todo elementos terrígenos; su importancia disminuye allí donde existen surcos o zonas de depresión, lo que permite deducir ya la existencia de dos umbrales de fondo submarino relacionados con sendos pliegues de fondo: uno que prolonga hacia el noroeste el Macizo de Cinco Villas y otro que sirve de asiento al umbral urgoniense de Ramales. En el Albense superior tiene lugar el último episodio en la historia del golfo vasco-Cantábrico: una serie de movimientos tectónicos provocan una elevación general del continente y un rehundimiento del fondo submarino. La primera provoca un incremento de los aportes terrígenos y areniscosos y ello, unido a lo segundo, hace que dejen de proliferar las calizas recifales, que quedan restringidas al sur del Aitzgorri y entre Cegama y AIsasua. Las facies sedimentarias mencionadas llegan a cubrir toda la región, provenientes del sudoeste y haciéndose progresivamente más finas hacia el noroeste. La etapa supraurgoniana (Albense superior-Cenomanense inferior ), que aparece poco individualizada en el este de Guipúzcoa, conoce el comienzo de una nueva transgresión y el término de la acumulación del complejo areniscoso. Esta transgresión se generaliza en el Cenomanense superior y durante ella se depositan en Guipúzcoa margas flyschoides. Es probable que el mar no llegara a cubrir el Macizo de Cinco Villas, sino que lo rodearía por el este y por el oeste. En el sinclinorio de Vizcaya, perfilado ya anteriormente como un pliegue de fondo, se produce durante el Cenomanense una erupción volcánica que suministrará grandes cantidades de material eruptivo -basaltos espilíticosque adopta la típica estructura de «lavas almohadilladas» y que se reparte sobre todo en la parte nororiental del sinclinorio, lo que permite pensar en la presencia en esta zona de fracturas del zócalo particularmente intensas. En las últimas etapas del Cretácico se produjo un basculamiento que hizo cambiar los ritmos de sedimentación, de modo que los macizos pirenaicos, hasta entonces de influencia muy localizada en comparación con la Meseta castellana y el Macizo Asturiano, se convierten en lugar de origen de considerables aportes de material terrígeno. En el Maestrichtiense se produjo un movimiento de regresión marina que se acentuó en el tránsito del Cretácico al Terciario, con algunas fluctuaciones, y que respondió a un medio sedimentario marino muy inestable y de poca profundidad. Esta regresión llevó las orillas del mar eoceno, en Guipúzcoa, a la proximidad de las actuales.
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