En tanto en cuanto la rentabilidad de la agricultura y de la
ganadería -al menos a corto plazo- es mucho menor que la actividad industrial o
inmobiliaria, puede considerarse que es una batalla perdida el intentar mantener
el uso agrícola para estas tierras. Estas circunstancias se ven agravadas por el
abandono general de las explotaciones agrarias.
Sólo cabría actuar mediante el planeamiento municipal
urbanístico, pero tiene el inconveniente de que las tierras acabarían
incultas en la mayor parte de los casos por falta de interés de la población por
el trabajo en el campo, negando además a los propietarios de los terrenos una
posibilidad de negocio.
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