LIBRO CUARTO
ÉPOCA MODERNA .
CAPITULO PRIMERO .
Reyes católicos. - Origen del Daca Rey de los guipuzcoanos. Defensa de Fuenterrabía. - Lealtad de la provincia. - Naves guipuzcoanas en la costa de Nápoles. - Estatuto referente á los cristianos nuevos. - Confirman los Reyes Católicos en Tarazona los fueros de Guipúzcoa. - Defensa de San Sebastián. - Derrota de los franceses. - Concede doña Juana la Loca un nuevo cuartel al escudo de la provincia.
Grandes recuerdos conserva la provincia de Guipúzcoa de los Reyes Católicos. Unidos Alonso V de Portugal y Luis XI de Francia, trató el último de estorbar á nuestro Fernando V la conquista del Rosellon, para lo cual empezó á guerrear contra los guipuzcoanos .
No contentos estos con defender su tierra, acudieron también mochos al rey de Castilla el año siguiente, en union de los vizcaínos, mostrando unos y otros su valentía en el combate de Haciñas de Herreros, orillas del Duero. · (1476) Tambien en el siguiente año lidiaron guipuzcoanos en Castilla, y entonces fué cuando habiéndose ido el rey, sin que ellos lo supieran, comenzaron á gritar: Daca Rey, Daca Rey y, por prueba de lealtad. Demostrábanla, en efecto, por do quiera; pues al propio tiempo defendían á Fuenterrabía los hijos de esta, así como los de San Sebastian, Tolosa, Pasages, Hernani, Zarauz, Guetaria, Deva y otros puntos. El sitiador de Fuenterrabía era Aman de Labrit, quien tenia consigo 40,000 hombres, contra los cuales bastaron para darles harto que hacer 3,000 guipuzcoanos, además de los defensores de la plaza .
Entretenidos de esta manera los franceses, halló modo el Rey Católico de reunir 50,000 hombres en Vitoria, con lo que aquellos tuvieron .por bien el retirarse. No podemos menos de citar las palabras que usa la crónica, despues de lo que vamos relatando. "En esta guerra los guipuces se mostraron leales á su rey, esforzados en las peleas y liberales de sus bienes porque mantuvieron la guerra a sus propias expensas. Tambien fueron en este año naves vascongadas contra varios pueblos de la costa de Galicia, sublevados favor del rey de Portugal .
(1480) Sitiaba el turco á la ciudad de Otranto, y queriendo el Rey Católico mantener á salvo las costas de Nápoles, mandó reunir en todas partes cuantas fuerzas marítimas fuera posible allegar. En su nombre acudieron á nuestros guipuces, como a gente sábia en el arte de navegar, esforzados en las batallas marinas y mas instruidos en cuanto á las guerras marítimas se refería, que ninguna otra nacion del mundo, Alonso Quintanilla y Juan de Ortega, provisor de Villafranca .
Guipuzcoanos y vizcaínos digeron ser contra fuero el obligarles á semejante servicio. Pensaban ya los comisionados del rey en volverse, sin lograr so objeto, cuando vieron que nuestros vascongados les ofrecían voluntariamente 50 naves, las cuales, saliendo de Laredo fueron á juntarse con las muchas que dieron Galicia y Andalucía, yendo todas al cabo á ponerse á las órdenes de D. Francisco Enriqoez, primo hermano del rey .
Era antiguo estatuto, confirmado después por Cárlos V, que ningún cristiano nuevo, ni de linage de ellos pudiese morar ni avecindarse en Goipúzcoa. Semejante estatuto, aprobado por los reyes, no debia dar lugar para las burlonas palabras de Hernando del Pulgar, quien motejó á los hijos de Guipúzcoa de mas aficionados a escribir que a justar. Cierto que siempre han mostrado grande inclinacion al arte de escribir, en el cual han llevado á los demás españoles notable ventaja; mas ni aun de burlas habrá quien, en so cabal juicio, se atreva á poner en duda el animoso esfuerzo de nuestros vascongados .
(1484) En esto año confirmaron los reyes en Tarazona todos los fueros y privilegios de Goipúzcoa; ex-
FALTAN PAGINAS 44 Y 45
San Antonio, mas apaciguada la insurrección, volvió á su anterior cargo .
Pasado el Estrecho, que hasta nuestros dias conserva el nombre de Magallanes, entraron en el Pacífico el dia 27 de noviembre de 1521. Siguieron adelante, y en la isla de Zebú fué muerto el ilustre portugués .
Tambien mataron alevosamente en un convite los moros de la misma isla, al sucesor Duarte de Barbosa, á quien reemplazó en el mando Gonzalo Gomez de Espinosa, capitan da la nao Victoria, cuyo mando tomó Elcano. En ella siguió hasta que se descubrieron las Molucas, el dia 6 de noviembre y despues de infinitas penalidades .
Cargadas las naves de especería, y deseando los marinos dar la vuelta á España, iban ya á poner por obra el intento, cuando advirtieron que la capitana tenia grandes averías, para cuyos reparos se necesitaban tres meses, con lo que dispusieron la partida de Elcano. Vieja era la nave de este y mal dispuesta para el viaje despues de veintiocho meses de navegacion. Parecióles que el cargamento seria excesivo, y desembarcaron sesennta quintales de clavo, dejando el resto á bordo .
Con sesenta hombres de tripulacion emprendió so viaje la Victoria el 21 de diciembre. Llegó al Cabo de Buena Esperanza, y tocando des pues en las islas de Cabo Verde, donde tomó víveres, entró en San Lúcar el 6 de julio de 1522. Tres años menos catorce dias tardó en volver al puerto de donde habia salido, despues de recorrer 141000 leguas. De los setenta hombres que con él se embarcaron, no llegaron á España sino diez y ocho, flacos y extenuados. Apenas en Sevilla , fueron todos en procesion en camisa, los piés descalzos y una vela encendida en la mano, á las iglesias de Nuestra Señora de la Victoria y Nuestra Señora de la Antigua, cumpliendo de esta manera el piadoso voto que habían hecho .
Avisó Elcano desde San Lúcar su llegada al emperador, y este le mandó ir á Valladolid, donde á la sazon se hallaba la córte. Presentóse nuestro marino con dos compañeros, y halló buena acojida, logrando la merced de la cuarta parte de la veintena de cuanto traían, la cual correspondía al rey .
Además de esta ventaja concedida á Elcano y sus compañeros, otorgó su magestad á aquel el privilegio de introducir lo contenido en sus cajas. Igualmente le concedió el uso de escudo de armas partido en dos mitades; la superior habia de tener escudo dorado en campo rojo, y la inferior, campo dorado sembrado de especiería, esto es, dos palos de canela, tres nueces moscadas en aspa y dos clavos de especia, teniendo encima yelmo cerrado, por cimera un globo, con esta inscripción:
Primus circundidisti me .
Mas adelante, logró nuestro guipuzcoano, á 23 de enero de 1623, una pensión vitalicia de quinientos ducados al año sobre la casa de contratacion de especiería de la Corona, y además el perdon de la pena que mereció por haber vendido el barco á sus acreedores, segun mas arriba dijimos, hablando do su primera estancia en Sevilla .
Trajo Elcano á España varios naturales de las tierras que acababa de recorrer, y entre ellos fué notable uno muy principal, por extremo astuto, el cual, apenas llegado, se puso á inquirir cuantos reales valia un ducado y un real cuantos maravedís, y por un maravedí cuanta pimienta se daba, así en Sevilla como en los demás pueblos, hasta la córte. De igual manera, acudía á las tiendas de los especieros á informarse del valor que loa productos de su tierra tenían en España, y "estaba tan diestro, añade Gonzalo Hernandez de Oviedo (Historia General y Natural de las Indias, lib. XX, cap IV), en ello, que temiendo su aviso, dió causa á que nunca volviese, como tornaron otros indios con la armada que despues mandó ir la Cesárea Majestad con un caballero de Ciudad Real, comendador de la órden de Rodas, llamado Frey García Gofre de Loaisa."
Discordes el emperador y el rey de Portugal sobre si laa Molucas pertenecían ó no á España, conforme á la línea de demarcación del Papa Alejandro VI, determinóse nombrar de cada parte tres letrados, tres pilotos y tres astrónomos. Por piloto fue Juan Sebastian de Elcano, mas no habiéndose avenido los comísarios portugueses y españoles durante el plazo señalado al efecto, tornó nuestro guipuzcoano á la córte en demanda de empleo correspondiente á su profesion .
Al cabo, determinó el emperador enviar otras naves á las Molucas para que trajesen mas especería, y Elcano, despues de reunir en Guetaria dinero y gente, armó cuatro naves en Portugalete, con las cuales fué á Galicia. El 24 de julio dió la vela desde la Coruña, en donde se hallaba, y con él los demás buques de la armada, que eran siete, al mando del ya citado don García Gofre de Loaisa, y mandando Elcano la nave llamada Sancti-Sptrus, con el cargo de piloto mayor de la armada .
Tan grandes ó mayores que los trabajos de la primera expedición, fueron los de la segunda, así antes de pasar el Estrecho de Magallanes como despues. Las repetidas tormentas y padecimientos continuos, rindieron al cabo el robusto cuerpo del buen hijo de Guetaria, que enfermó, y temiendo cercana la última hora, hizo testamento ante lñigo Artés de Perea, contador de la nao Victoria .
Mandó se hiciesen aniversarios y exequias en el enterramiento de la iglesia de San Salvador de Guetaria, donde yacían sus padres y antepasados, y dejó varias mandas á la referida iglesia, á Sao Martin de Asquizu, á las ermitas de la misma jurisdicción, al hospital, al santuario de Nuestra Señora de lciar, y además de otros, á los de Aranzazu y Sasiola .
Dejó cien ducados á la madre de un hijo natural que tenia, y cuatrocientos á otra hija, natural también, quedando el resto de la herencia para su hijo Domingo, mas con el usufructo de por vida á su propia madre .
Mientras en tan grave estado se hallaba Elcano, enfermó y murió el general Loaisa, quedando nuestro marino por jefe de la armada, mas no duró su mando sino cinco dias, al cabo de los cuales murió, sin llegar á las Molucas, deseado término de tan desastrosa navegacion .
La corte fue ingrata con nuestro esforzado guipuzcoano; siete años despues, la madre de Juan Sebastian de Elcano, litigaba con el fisco y reclamaba en vano el pago de los sueldos que su hijo habia devengado. Pueblos en donde, como en España, tan frecuente ha sido semejante espectáculo, no merecen tener héroes, ni aun leales servidores .
Mas si en general los españoles en general merecemos la tacha de ingratos, no así los vascongados, que conservan siempre piadoso recuerdo de sus hijos.D. Pedro de Echave y Aso, vecino de Guetaria, costeó en 1671 una losa para la sepultura de la familia de Elcano, con esta inscripcion:
"Esta es la sepultura del insigne capitan Juan Sehastían de Elcano, vecino y natural de esta noble y leal villa de Guetaria, que fué el primero que dió la vuelta al mundo en el navío Victoria, y en memoria de este héroe animoso, mandó poner esta losa D. Pedro de Echave y Asa, caballero de la orden de Calatrava, año de 1671. Rueguen á Dios por el primer CIRCUMDEDISTI ME" En otras partes se hallarán inscripciones mas correctas, pero no el desinterés y patriotismo de D. Pedro de Echave .
Ni fué él solo: D. Miguel de Argote, vecino también de Guetaria, erigió una hermosa estátua de mármol blanco, labrada por D. Alonso Bergaz, escultor de cámara, la cual estaba en la plaza pública á la entrada del pueblo, sobre pedestal de mármol, y con inscripciones en latín, castellano y vascuence .
Las discordias civiles, que nada perdonan y ciegan los hombres, aun para las mas respetables glorias de la patria, contribuyeron en gran manera al deterioro de la estátua de nuestro héroe .
Guipúzcoa, generosa y agradecida como siempre, determinó en junta general celebrada en la misma villa de Guetaria, el año de 1859, erigir nueva estatua al insigne Juan Sebastián de Elcano. El dia 28 de mayo de 18611 inauguraba la diputación de la provincia con toda solemnidad la nueva estátua, fundida en bronce en Paris, y erigida sobre el arco que hay entre el pueblo y el muelle .
Honor á Guipúzcoa, siempre leal y agradecida, siempre fiel guardadora del glorioso renombre de sus hijos. ¡Bendita sea por. ello! ·:
CAPITULO IV .
Urdaneta, célebre marino y cosmógrafo.-Sus bazañas contra los portugueses. - Expedición desde Mejico á las islas del Poniente.- Urdaneta en Filipinas. - Torna a Méjico. - Fallece. - D. Miguel Lopez de Legazpi. - Es nombrado jefe de la expedición á Filipinas a instancia de Urdaneta. - Errado modo de llamar vizcainos á todos los vascongados..
Es la historia de Guipúzcoa esencialmente marítima, y ya que hemos dado cuenta de uno de sus mas insignes marinos, fuerza será citar otros guipuzcoanos, igualmente dignos de alabanza .
Dos nombres van casi á la par, que son Urdaneta y Legazpi, mas hemos de empezar por el primero. Nació este en Villafranca, en 1498; eran sus padres nobles, y se llamaban Juan Ochoa de Urdaneta y doña Gracia de Cerain. Fue soldado en Italia y Alemania; pero mas inclinado á las marítimas que á las terrestres empresas, se embarcó en la armada de que ya hemos hablado, al mando de D. García Gofre de Loaisa, de cuyo triste suceso ya hemos dado cuenta. Elcamo murió en brazos de Urdaneta, y de todas las naves solo llegó á las Molucas la capitana, mandada por Martin Lopez de Carquizano, hijo tambien de Guipúzcoa .
Solos 125 españoles que habían quedado, tuvieron repetidas contiendas y encuentros con los portugueses, en los cuales habrían sucumbido de no ampararles el rey moro Tidore. Al cabo, concluyeron un fortín, y á su abrigo afrontaron todo peligro, hasta el año de 1529. Mandaban aquel puñado de valientes, jefes dignos de ellos, Hernando de la Torre y Urdaneta .
Al cabo, cedió Cárlos V sus derechos á las Molucas, y nuestro guipuzcoano pudo volver á Europa en una nave de la India, no llegando á Lisboa sino despues de infinitos trabajos. Acudid Urdaneta á la córte con sus pretensiones, mas nada pudo lograr, á causa de· hallarse el emperador en los preparativos de su empresa contra Túnez, con lo cual se embarcó para Méjico, cuyo virey, D. Antonio de Mendoza, conociendo su aptitud, quiso darle el mando de la expedicion que preparaba á las islas del Poniente (1542) .
Entonces fué por general de la armada Ruy Lopez de Villalobos, quien perdió al cabo todas las naves con la propia vida, asistido en los últimos momentos de San Francisco Javier .
(1552) En Méjico tomó Urdaneta el hábito de San Agustín, á los cincuenta y cuatro años de edad; mas, sin rendir el ánimo á las continuas fatigas y penalidades de su vida, acudid á Felipe, y movió su ánimo á la conquista de las islas Filipinas .
Al cabo de algunos días, preparó la expedición el vire y de Méjico D. Luis de Velasco, á quien se le encargó especialmente fuese por cosmógrafo de la armada nuestro Urdaneta. A propuesta de este, se dió el mando á otro guipuzcoano, de quien mas adelante hablaremos, llamado D. Miguel Lopez de Legazpi. Mas, por ahora, hemos de relatar únicamente cuanto á Urdaneta se refiera .
Vuelto de Filipinas, en donde trabajó con verdadero ahinco para el buen éxito de la expedicion, tampoco pudo llegar al puerto de Acapulco, sino despues de infinitos azares, muriendo muchos compañeros suyos en la travesía. Al fin, logró hacer relacion á la real ·audiencia de Méjico de la grande importancia del rico archipiélago filipino, y después se embarcó para España, á dar cuenta al rey .
Habia hecho profesion de pobre y no quiso para sí la menor recompensa; solo, despues de recibir nuevos despachos, dió la vuelta á Méjico, para tratar á un tiempo de dar calor á la conquista de Filipinas y reposo su cuerpo en el sosegado recinto de la celda .
Vida tan generosamente empleada en beneficio de la patria y de la humanidad, llegaba al cabo á su fin. Tantos viajes y repetidos padecimientos postraron nuestro ilustre guipuzcoano, quien falleció á los setenta años de edad (3 de julio de 1568) .
Buen soldado, excelente marino y verdadero misionero cristiano, no ha tenido España muchos hijos que la hayan servido tanto, y de cierto ningún servidor de mas valía. La propagacion de la fé por el archipiélago filipino y el nombramiento del insigne Legazpi, para señorearle, á él la gran parte se le deben. Con razon dice el padre Grijalva,· en su historia de Méjico, que: "era el P. Urdaneta persona tan cabal para el efecto, que ni para la navegación, ni para la guerra, ni para la predicacion y fundacion de aquellas iglesias no se pudiera hallar ni desear otro que le igualase". Manila conserva en el cláustro del convento de San Martín su retrato, puesto á la cabeza de los demás que allí existen. · No es posible separar del nombre de Urdaneta el de Miguel Lopez de Legazpi. Nació este varon insigne á principios del siglo XVI en la casa-palacio de Legazpi, llamada tambien de Jauregui, puesta en la vega de Zumárraga, á corta distancia de la iglesia parroquial .
Fueron sus padres, Juan Martinez de Legazpi y doña Elvira de Gurruchategui .
Había puesto Ruy Lopez de Villalobos, á las islas hasta entonces llamadas del Poniente, el nombre de Filipinas, en honor de Felipe II, á la sazon príncipe de Astúrias. Cuatro expediciones enviadas al descubrimiento y conquista de aquel hermoso archipiélago, así como de las Molucas, habían ido en vano .
Ya hemos dicho al hablar del insigne Urdaneta, que á sus consejos é instancias se debió el nombramiento de Legazpi por jefe de la quinta expedicion, á la cual tambien movia el ánimo de Felipe la circunstancia de llevar su nombre las islas que para su corona deseaba .
Aquí comienza el nombre de nuestro guipuzcoano á ser ilustre. Mas, antes debemos á la noble provincia, cuya crónica está encomendada á nuestra pluma, rendir el tributo debido á la verdad y á la justicia .
Solía, en tiempos pasados, confundirse con el nombre
general de vizcaínos á todos los vascongados. Y
cierto que todos estos podrían tenerlo por grandísima
honra, á no haber nacido en Alava, Guipúzcoa ó Navarra,
solares no mas ilustres, pero sí tanto por hermanos,
como Vizcaya. Que todos nuestros vascongados son
y deben ser siempre hermanos, imposible es ponerlo en
duda; que cualquier hombre, por generoso que su nacimiento fuese, podría muy bien trocarle por el de la
generosa Vizcaya, tambien lo tenemos por cierto, siendo
nosotros los primeros que tendríamos por insigne semejante
honor. Mas se trata de escribir historia, y no
de seguir la trivial opinion del vulgo, con lo que no
podemos menos de oponernos á que, á sabiendas ó por
ignorancia, se repita, cual á menudo suele hacerse,
aquello de «el vizcaíno Elcano, ó el vizcaíno Juan de
Urbieta,» lo cual fuera lo mismo que decir:
Lo mismo decimos á propósito de nuestro Legazpi.
Para ser sinceros, mas de una vez nos ha faltado paciencia
al ver con qué falta de verdad le llaman vizcaino. Cuanto decimos se funda en que, nadie mejor que
los mismos hijos de Vizcaya sabe poner coto á semejante
error. Ni para qué necesita de ajenas glorias el generoso
pueblo que sopo tener por ley que (1) «ningun
vizcaíno pudiese ser preso por deuda que no proviniere
de delito ó cuasi, ni ejecutada la casa de su morada, ni
sus armas, ni caballo, aunque en la escritura ó contrato
hubiese renunciado á la hidalguía.,"Como consecuencia
de esa ley, ningun marino ó ejecutor podia ni acercarse á la casa de un vizcaino
á la distancia de cuatro brazas contra la voluntad de su dueño , salvo
con escribano y sin arma alguna, para el único obje·
to de ver los bienes ejecutables, é inventariarlos .
No es posible, en verdad, mentar á Vizcaya sin poner los ojos y el alma en el árbol de
Guernica, santo
recuerdo de aquellos tiempos en que los españoles no
habían llegado á dudar de sí propios, último valladar
de nuestra libertad tradicional, faro que anuncia al
mundo entero que siempre ha habido y habrá españoles
dignos de ser libres .
CAPITULO V .
Legazpi recibe el nombramiento de Adelantado. - Le acompañan á la expedicion en
las islas Marianas. - Islas Filipinas. - Alianza de Legazpi y Sicatuna. -
Generosidad y discrecion de Legazpi. - Se someten los tagalosin resistencia.
Funda Manila. - Traicion de Soliman. - Vence el Adelantado á los sediciosos, y
los perdona. - Incendio y reedificacion de Manila. - Conquista pacifica de Luzon.
- Muerte de Legazpi.
Era á la sazon Legazpi escribano mayor y alcalde
ordinario de la ciudad de Méjico. Tan honrado español,
como leal guipuzcoano, en cuanto recibió el nombramiento
de Adelantado, empleó cuanto tenia en los
gastos de la expedicion; y acompañado de Urdaneta y
cuatro misioneros de la órden de este, que eran, fray
Andrés de Aguirre, fray Martín de Rada, fray Diego
de Herrera, y fray Pedro de Gamboa, dió la vela,
del puerto de Natividad (Méjico), á 21 de noviembre
de 1564, llegando en el inmediato mes de enero á la
isla que llamó de los Barbados, porque los habitantes
tenían mucha barba para indios .
Al cabo fondeó Legazpi en las islas Marianas (22
de enero ), donde hizo aguada y acopio de bastimentos,
siguiendo adelante el dia 3 de febrero. Luego llegó en
diez dias á las islas Filipinas, llamando Buena Señal á
la que aun conserva nombre de tan excelente agüero .
Al cabo, y no sin pasar por medio de peligrosísimos
bajos y escollos, llegó la expedicion felizmente conducida
á buen puerto por el diestro Adelantado, á Tandaya
y Abuyo. Demás fueron las pacíficas ofertas de
nuestro guipuzcoano á los naturales, quienes, ni aun
por dinero, quisieron socorrer con víveres á los españoles,
de suerte que estos hubieron de acudir á Bohol .
Maravillábase Legazpi del retraimiento de hombres
á quienes ningun daño habia cansado, sabiendo,
además, por el diario de Ruy Perez de Villa lobos, que
siempre habían sido amigos de este. Al cabo, pudo
averiguar la causa de semejante mudanza. Hallábase
á la vista un junco borneo, y el Adelantado mandó al
maestre de campo Mateo de Sanz, que fuese á reconocerle .
NOTA AL PIE
(1) Fuero de Vizcaya, ley 3ª tit XVI. Véase la excelente Historia de la
Legislacion y Recitaciones del Derecho civil de España, por los señores marqués
de Montesa y Manrique..
Recibieron los isleños á los nuestros á cañonazos,
matándoles un soldado é hiriendo á veinte, con lo que
fué necesario responderles. Breve fue la pelea, y habiendo muerto el jefe enemigo, huyendo en bote la
mayor parte de los tripulantes, rindiéronse el piloto y
los seis' únicos marineros que habían quedado á bordo .
Desde luego mostró el Adelantado su discrecion y generosidad,
admitiendo los descargos de los rendidos y
mandando ponerlos en libertad, devolviéndoles cuanto
les habían quitado .
A su vez mostráronse maravillados los hijos de
Oceanía, y entonces supo Legazpi que se hallaban
agraviados y temerosos de los grandes daños que anteriormente
les habían hecho los portugueses de las
Molucas; y como para ellos no habia diferencia entre
estos últimos y los españoles, temían, no sin fundamento,
la renovacion de las pasadas injurias. Diestro
político nuestro guipuzcoano, vió de aprovecharse del
buen efecto que habia cansado su generosa conducta
en los naturales, y de contraer estrecha amistad y
alianza con Sicatuna, reyezuelo de los mas poderosos
y esforzados, el cual correspondió con leal agradecimiento
á las promesas del Adelantado .
Entonces se derramó sangre humana, mas ·no de
aquella negra manera que en, otras conquistas suele
dejar huella odiosa y perenne. Para dar por firme é imperecedera la amistad entre Sicatuna y Legazpi, sangráronse
ambos, al ratificarse el tratado, conforme á la
costumbre de la tierra, y cada ano bebió sangre del
otro. Felicísimo comienzo de una de las mas puras y
gloriosas conquistas de España, debida á la virtud y
valor de un hijo de Guipúzcoa .
Bien puede asegurarse que los demás sucesos, cuya
narracion fuera demasiado larga para este lugar, correspondieron
á la generosidad de Legazpi, así como de
Urdaneta y demás jefes y misioneros que le acompañaron
en todo ó parte del tiempo que duró la expedicion .
Habiendo recibido órden el Adelantado de tomar posesion del archipiélago en nombre del rey de España, encaminóse al punto á la isla de Luzon, despues
de fundar en Cebú la ciudad del Santo Nombre de
Dios, llegando al puerto de Cavite con 280 hombres de
desembarco (1670.)
Temíase que los tagalos hicieran gran resistencia,
pero no solo no opusieron ninguna, mas desde luego
se mostraron dispuestos á la sumision, movidos
sin duda de la excelente fama de Legazpi; á todo lo
cual acabes de poner el sello la sumision de los rajás
Matandá, Lacandola y Soliman .
De esta suerte se iba estableciendo y afirmando el señorío de España por el hermoso archipiélago filipino.
Entonces (19 de mayo de 1571) fundó nuestro guipuzcoano
á Manila, construyendo casa para el Adelantado,
iglesia, convento de frailes, y ciento cincuenta casas
mas .
No era fácil pasara el mando de Legazpi sin dolorosas
pruebas; mas en ellas, como en todas ocasiones
dió el insigne Adelantado maestras de talento, cordura
y generosidad. Mal avenido el rajá Soliman con sus
propias promesas, así como Lacandola con las suyas,
uniéronse con el rajá de Tondo y tramaron la pérdida
de los españoles. Supiéronlo estos á tiempo, y Legazpi
envió á su maestre de campo, Martín de Goiti, guipuzcoano
tambien, con ochenta hombres en contra de
los rebeldes .
Muerto Soliman en la pelea, y preso el hijo de
Lacandola, quedó la insurreccion sin alma, y por lo
tanto, vencida y deshecha, con lo que á poco llamó el
Adelantado á los fautores, y haciéndoles ver el crimen
que habian intentado llevar á cabo, faltando á la palabra
empeñada, les dijo merecían la muerte. No quiso
Dios que nuestro dominio comenzase en Filipinas derramando
sangre de hombres, que si tal vez habían
faltado a la palabra empeñada, al cabo tenían por
disculpa el santo amor a la libertad é independencia de
la patria. Legazpi, lejos de ensañarse, perdonó á todos
los culpados, conducta que trajo al rajá de Tondo y
habitantes comarcanos, á rendir homenaje por vasallos
del rey de España á los piés del generoso Adelantado.
De esta manera se fué haciendo la conquista de Luzon,
no empleando la fuerza sino en defensa propia, y
usando, siempre que era posible, la persuasion .
Pluguiera á Dios que de todas las conquistas pudiese
decir lo mismo la historia .
Habiendo acaecido un incendio que convirtió á
Manila en hórrido monton de cenizas, reedificóla nuestro
guipuzcoano, mientras su nieto Juan de Salcedo
sometió pacíficamente la parte boreal de la isla de Luzon.
Al propio tiempo convertían los misioneros al
cristianismo á los habitantes de las Visayas, sin mas
armas, como dice el francés Mallat, que la palabra,
ni mas apoyo que la fé .
En siete años habia Legazpi sometido casi toda la
isla de Luzon y las Visayas, empleando siempre, como
ya hemos dicho, la generosidad y la persuasion antes
que las armas. Durante este tiempo, mostró no menor
habilidad diplomática con los chinos, habiendo comenzarle
desde luego el trato y comercio del celeste imperio
con Filipinas, de tan señaladas ventajas en nuestros
días, y cuyo orígen y fundamento se deben á la sagaz
prevision del insigne guipuzcoano .
El nombre de este, es uno de los mas honrados y
gloriosos que la historia de España ostenta; su muerte
casi repentina, á consecuencia de una desazon de
aquellas que suele traer consigo el ejercicio de todo
elevado cargo, fué llorada de cuantos le conocían.
La posteridad le ensalza, la pátria le debe una
estátua.
En las juntas generales celebradas en Guetaria
el año de 1859, la representacion de Santa Cruz de
Arguisano, á la cual corresponde la villa de Zumárraga,
honró la memoria de Legazpi, pidiendo que la
diputacion mandara allegar cuantos datos fuera posible
acerca de la persona de tan insigne varon, y que
además se pintase su retrato para ponerle en la sala de
sesiones. Pidióse, en efecto, á Manila copia del retrato
que allí existe, y además, Zumárraga puso el mas
loable empeño en conservar la casa donde Le¡azpi
había nacido, cuando se trató de derribarla, para
agrandar la estacion del ferro-carril .
Ni es ya posible tener la menor duda acerca de la pátria, casa y parentela de nuestro guipuzcoano; honra
que, indudablemente, corresponde á la noble y leal
Villa de Zumárraga .
CAPITULO VI .
San Ignacio de Loyola.-Su nacimiento, vida y carácter.-Fundacion
de la Compañia de Jesus. - Estado social de Guipúzcoa. - El valle real de Leniz
y los señores de Guevara. .- Energía y constancia de los guipuzcoanos.
La narracion de sucesos nos ha hecho pasar adelante,
dejando por mencionar no pocos de la mayor importancia .
No es posible, en verdad, cuando de la historia
de Guipúzcoa se trata, pasar en silencio el nombre
de uno de sus hijos mas célebres .
(1491) En Azpeitia, en la casa solar de Loyola, nació
Iñigo ó Ignacio, hijo de Beltran Yañez de Oñaz y
Loyola, y doña María Saenz de Licona y Balda, ambos
descendientes de las mas ilustres familias de aquella
tierra. Crióse Iñigo en la villa de Arévalo, fué luego
paje de los Reyes Católicos, y despues en la defensa del
castillo de Pamplona contra los franceses, fué herido
en el pié izquierdo .
Obligado á permanecer en reposo, empleó el tiempo
de su curacion en la lectura de obras piadosas, las
cuales causaron tan extraordinario efecto en el ánimo
del guerrero, que desde luego pensó en consagrarse
á la vida religiosa .
De carácter por demás enérgico, puso en planta su
deseo, apenas se halló restablecido, yendo por peregrino
á Monserrat, y despues á Tierra-Santa en 1523. Treinta y tres años tenia cuando
volvió a España,
donde se dedicó á estudiar en las universidades, despues
(1528) en París y luego á Roma, fundando al cabo
la Compañía de Jesús, muriendo en la misma ciudad
en 31 de julio de 1556 .
El guerrero de Pamplona, beatificado por el Papa
Paulo V en 27 de julio de 1609, quedó canonizado por
Gregorio XV, en 12 de marzo de 1622. Grande fué la
alegría que á la sazon experimentó Guipúzcoa por la ·
canonización de su hijo, y notables las fiestas celebradas
en las juntas generales de Tolosa, la cual tomó
por patrono á San Ignacio de Loyola, con. cuyo nombre
conoce el mundo al célebre hijo de Azpeitia. Aun
considerándole en el punto de vista humano, único en
que nos es lícito hablar al presente, no hay dada que,
si por las obras se ha de juzgar á los hombres, tuvo
San Ignacio de Loyola fé y voluntad inquebrantables,
pues solo con semejantes prendas es posible dar
vida á una institucion religiosa como la Compañía de
Jesús .
Tampoco debemos pasar adelante sin referir algunos
sucesos que den á conocer el estado interior de
Guipúzcoa por aquellos tiempos. Los disturbios y alteraciones
que fueron por largo tiempo azote de España
no perdonaron, en verdad, á nuestra provincia,
donde además de lo mucho que daban quehacer varios
grandes señores revoltosos, los dos partidos, oñecino y
gamboino, acrecentaban por donde quiera el daño .
Fáltannos tiempo y espacio, mas fuerza será mencionar
tal cual suceso, cuya sola relacion valga por
cuantas consideraciones tratemos de hacer. No eran
los señores feudales por nuestra provincia tao sumisamente
obedecidos como por otras, que el altivo carácter
vascongado no se aviene fácilmente con la servidumbre.
De esa manera, vemos que aun en aquellos
tiempos, en que ni el poder real solía ser parte á contrastar
al de los señores, estos no se llamaban en nuestra
provincia sino Parientes mayores con lo que se
les reconocía á la vez por superiores é iguales .
Nuestros guipuzcoanos se oponían á menudo á la voluntad de aquellos, sin
reparar, ni aun en hacer uso de las armas, cuando lo tenían por necesario.
Habiendo el rey D. Enrique II donado el señorío del valle de Leniz con la jurisdiccion civil y criminal á. D. Beltran de
Guevara, señor de la villa de Oñate, los hijos del valle
vieron con disgusto semejante donacion, proponiéndose
ir contra ella y aprovecharse de la primera ocasion
propicia para lograr su intento. Halláronla cuan.do la
menor edad de D. Pedro Velez de Guevara, á. quien
negaron los derechos del señorío. Mas por entonces no
lograron nuestros guipuzcoanos su intento, pues Fernan
Perez de Ayala, tutor de D. Pedro, allegó tropas,
y con ellas invadió el valle, donde quemó casas y taló
heredades, imponiendo de nuevo á. los habitantes el
yugo del señor de Guevara .
No cede tan fácilmente, ni aun á. la fuerza, el carácter vascongado, con lo cual, el valle puso en 1497
pleito al conde de Oñate, acudiendo á. la Real Chancillería
de Valladolid. Pedía el valle ser restituido á. la
corona, fundándose en que la donacion de D. Enrique
11 habia caducado. Durante el pleito, y cuando
en 1542 levantó la provincia dos mil hombres para
defender la frontera, tuvo el valle de Leniz que dar
cuarenta soldados .
El conde de Oñate, como señor quiso tener á su
disposicion á los soldados referidos, mas el regidor y
sindico del valle se negaron á ello, diciendo que el
valle estaba incorporado á la provincia y no dependía
para nada del conde. Irritado este, procedió contra
ellos, arrestándoles y poniéndoles en un cepo por mas
de tres meses. El lector comprenderá que el valle no
permanecería padeciendo en silencio las persecuciones
del de Oñate. Acudieron los concejales á la Chancillería,
con la voz y costa de la provincia entera, .y al
cabo, el tribunal falló en favor del valle. Interpuso el
conde recurso de segunda suplicación auto el Consejo
de Castilla, mas este confirmó el fallo de la Chancilleria .
Al cabo, y despues de secular resistencia al dominio
de la casa de Guevara, quedó el valle de Leniz
adjudicado á la corona con la jurisdiccion civil y criminal,
desde cuya época se llama real, por oposicion
al señorío que acababa de desechar. Cincuenta y nueve
años duró el pleito, habiendo sido los de la casa de
Guevara señores del valle de Leniz durante ciento
ochenta y dos años. La tenacidad de nuestros guizpuzcoanos
fué mas poderosa que la voluntad y riquezas
de una de las mas poderosas casas de España;
pero el valle gastó cuarenta mil ducados, por cuya razon la provincia le eximió por doce años del pago de
la foguera .
Doña Juana, gobernadora del reino, dió al valle
(12 de abril de 1557) facultad para nombrar cada año
alcalde ordinario y demás empleados del ayuntamiento,
á la manera de todos los pueblos comarcanos y
con arreglo á sus ordenanzas .
En todo cuanto llevamos referido vemos la inquebrantable
constancia de nuestros guipuzcoanos.
Mientras el estado social de España les obligaba á ello,
no se retraían de acudir á las armas para rechazar lo
que consideraban injusto. Vencidos, pero jamás rendido
el ánimo, acudian de nuevo á la defensa de su derecho,
logrando al cabo, despues de mas de un siglo,
acabar con el ·señorío de la casa de Oñate. El suceso
del valle de Leniz le hallamos reproducido, con di versos aspectos, en toda la historia de Guipúzcoa .
CAPITULO VII .
Oñate y sus condes.-Los hijos y oriundos de Oñate, siempre guipuzcoanos.-Señorío de la casa de Guevara.-Insurrecciones
y
pleitos entre la villa y sus señores.-Derechos de estos. -Derecho llamado del
puerco ezcurbeste.-Nuevos disgustos entre los hijos de Oñate y los condes.- Union definitiva de la villa
con la provincia
de Guipúzcoa .
Lo que acabamos de ver á propósito del señorío del
valle de Leniz nos lleva, como por la mano, á tratar del
de la villa de Oñate. A pesar de haberse hallado esta
siempre en manos de la casa de Guevara, y apartada,
digámoslo, del resto de Guipúzcoa, bien podemos considerarla
como guipuzcoana tambien. Háse pretendido
que Oñate era de Alava, mas bien porque los señores
de Guevara tenian su residencia y riquezas en
esta provincia que por otra razon de mas valía. Cuando
se dieron las reales cédulas para que los pueblos
formasen hermandad, se sabe que Guipúzcoa requirió
á Oñate para que entrase á formar parte de aquellas,
mas no se halla en ninguna parte escritura por
donde conste semejante union; si bien hay en el archivo
de la villa de Mondragon un poder concedido á su
ayuntamiento por la junta general en el campo de
Vizcargui, cerca de Azcoitia (21 de setiembre de 1451)
para que, con los apoderados de Oñate otorguen la escritura
de union de antemano convenida .
Acaso el conde se opuso, pues no hay duda de que
semejante union no se llevó á cabo á pesar de los deseos
de los vecinos de Oñate y los demás guipuzcoanos.
A pesar de todo, no puede negarse que nuestra
villa se ha considerado siempre á sí propia como guipuzcoana.
En 1457 celebró la hermandad de la provincia
junta general en Oñate asistiendo el corregidor
D. Juan Hurtado de Mendoza. La villa, constante en
el afecto á sus hermanas, afirmó en su memorial á las
juntas de Mondragon (1595) que en tiempos pasados habia sido tenida por guipuzcoana, é insistió en lo
mismo años .adelante .
Como quiera, Oñate no formaba hermandad con
las demás villas en 1455, como se ve por la escritura
de Oyarzun, donde se hallan los procuradores que
concurrieron, sin que allí parezca el nombre de la villa
en que nos estamos ocupando. En las ordenanzas de
la hermandad guipuzcoana reformadas, se habla de
pueblos limítrofes de la provincia de Oñate (1). Así esta,
como otras varias razones que podríamos alegar,
prueban que si la villa tenia grandes deseos de pertenecer
á la provincia, se lo estorbaba siempre el señorío
de la casa de Guevara .
Podría además alegarse la real cédula dada en
Vitoria (31 de marzo de 1457), á D. lñigo de Guevara
y D. Juan Alonso de Mújica, por la cual se ve que el
rey sabia como en las villas de Oñate y A.ramayona
daban acogida á los malhechores de Guipúzcoa y otras
provincias inmediatas, estorbando á los corregidores
y alcaldes de la hermandad el cumplimiento de la
justicia, para lo que alegaban las referidas villas el
ser privilegiadas y exentas. El rey autoriza á los corregidores
y alcaldes de la hermandad para que entren
en Aramayona y Oñate, siempre que sea necesario
aprehender y castigar á los culpados .
NOTA AL PIE
(1) CapXXXII. .
Al año siguiente (25 de setiembre), dice tambien el
rey á Guevara y Mújica que sabe, que á pesar de su
anterior cédula, se habían acogido á una cueva de
las cercanías de Oñate varios malhechores, y puesto
que la justicia de la villa se negaba á entregarlos,
mandaba fuesen al punto aprisionados .
De todo esto es fácil colegir que, si bien el corregidor
de la provincia y los alcaldes de la hermandad
entraban en territorio de Oñate, no era sino á prender á
los malhechores que en él buscaban amparo. Cierto
que los hijos de la villa habían de mirar cada vez con
mayor envidia los fueros de Alava y Guipúzcoa, y á
lograrlos para sí, les movía siempre el anhelo de ir la par con sus hermanos .
En 1389 se unieron formando ordenanzas con juramento
y pleito-homenage de cumplirlas; mas D. Beltran
de Guevara, que era entonces el señor, les formó
proceso criminal. Triste fué el resultado para la desventurada
villa, pues quedaron quemadas las casas de
los que mas se habían señalado y talados sus manzanales,
llevando además de otras penas, la del destierro
del señorío y su territorio. Los culpados pidieron
perdon de hinojos, que no fué la menor pena que debieron
de esperimentar .
Al cabo, cedió D. Beltran á los ruegos de su mujer
doña Mencia de Ayala, y de doña Isabel de Mújica esposa
de su hijo D. Pedro Velez; tambien intercedieron
D. Juan de Gamboa y otros caballeros, por lo cual,
y teniendo en cuenta los servicios de los padres y
abuelos de los culpados y la deshonra que habia de
recaer en ellos, les perdonó el señor y se sobreseyó la
causa, si bien no permitió que los principales promovedores
entraran por algun tiempo en la villa .
Con esto siguió Oñate reconociendo el señorío de la
casa de Guevara, al propio tiempo que esta reconocía
los fueros y costumbres de la villa, como consta de
cuando D. Pedro Velez, al llegar á so mayor edad,
prestó juramento de guardar los buenos usos, costumbres,
privilegios, libertades y exenciones de Oñate,
cual lo habían hecho sus antecesores. Después de esto,
el ayuntamiento y vecinos le rindieron pleito-homenage
y besaron la mano, reconociéndole por so señor,
todo lo cual se hizo en la plaza de San Miguel .
A pesar de todo, la villa anhelaba vivir la vida de
sus hermanas de Guipúzcoa, y en 1540 acudió á la
chancillería de Valladolid, para que se declarase pertenecía
á la corona, pues el conde no podía llamarse
señor de Oñate, hallándose falto de título que por tal
señor le acreditara. No se sabe cuanto duró este pleito,
si bien debió de tardar muchos años en resolverse. En
vano acudió la villa á la provincia solicitando el favor
de esta en 1595, 1597, 1629 y 1640, pues si bien le logró,
no tuvo el pleito el éxito que los vecinos anhelaban,
quedando al cabo sujetos á los condes de Oñate .
Los derechos señoriales de estos eran la administracion
de justicia, el nombramiento de escribanos de
número, la confirmacion de los alcaldes, la tutela de
los negocios públicos de la villa, el derecho llamado
del puerco ezcurbeste, y ciertos tributos en dinero. Era,
además, el conde de Oñate capitan á guerra, siempre
que habia gente armada en servicio del rey ó en defensa
de la frontera. La falta de espacio nos estorba dar
mas pormenores; pero no hemos de pasar adelante sin
esplicar al lector en qué consistía el derecho señorial llamado del puerco
escurbeste. Tenia derecho el señor
á un puerco trasañado de cada piara de sesenta y seis
puercos que se engordaban en los montes del territorio .
Diversas contiendas que trajeron consigo alborotos
y derramamiento de sangre acaecidas en diferentes
épocas, demuestran que el carácter entero de los hijos
de Oñate, á semejanza de los demás guipuzcoanos, lejos
de avenirse con el vasallaje que la casa de Guevara
les imponía, se conservaba, siempre ileso, jamás
quebrantado por la suerte que á su libertad se oponía .
De los diversos sucesos á que aludimos, solo citaremos
uno. Quería D. lñigo Velez de Guevara, primer
conde de Oñate (1455) tener un rio para pescar él solo,
con esclusion de todos los vecinos, y para ello contó
con los amigos de la familia de Arrieta, Olalde y otras .
Hallábanse por extremo divididos los dos linajes de
Garibay y Uribarri, mas ante la pretension del conde,
reuniéronse todos en el Batzar ó junta general
de vecinos, y allí determinaron oponerse. Garcia
Ruiz, capitan de los oñecinos, dijo que el rio y todos
los demás de Oñate se hallaban al servicio del conde,
pero que se debía usar en comun, cual siempre se habia
hecho .
Apenas supo semejante resolocion D. Iñigo, esclamó lleno
de enojo que semejante desacato le habia de
pagar Garcia Roiz, á quien le iba á poner la cabeza
donde tenia los piés. Hallábase presente Sancho García,
capitan de los gamboinos, el cual replicó que la
cabeza de Garcia Ruiz pesaba demasiado para hacer
con ella lo que el conde habia dicho .
Viendo el conde que los vecinos de todas clases se
oponían, fuése lleno de enojo á su castillo de Guevara,
en donde tenia consigo á Gil García, hijo mayor de
Sancho García. Al verle, alzó el baston contra el, diciendo que era hijo de villano, y que todos en Oñate,
incluso su padre, le negaban la obediencia. Gil Garcia
hubo de acudir á la espada para evitar el agravio que
le queria hacer el conde, de cuya casa huyó á la de su
padre .
Es de creer que los de Oñate negaron del todo la
obediencia al conde, quien pidió auxilio al condestable
de Castilla D. Miguel Lácas Iranzo. Enviósele este
con un destacamento de caballería á las órdenes del
capitan Herrera .
Unidos los de la villa, así oñecinos como gamboinos,
y habiéndose alzado todos, padre por hijo, fueron á esperar
á los del condestable á las herrerías de Marulanda.
La muchedumbre de los de Oñate puso respeto al capitan Herrera y al conde, los cuales dieron la vuelta,
aquel al condestable y este á Guevara. Debió de haber
transaccion y arreglo amistoso despues de este suceso,
si bien nada mas se sabe acerca de él .
Basta lo q oe acabamos de referir para demostrar'
con cuanta razon hemos dicho que los vecinos de Oñate
no se avenían' vivir vida distinta de los demás guipuzcoanos,
con quienes estuvieron siempre igualados los
hijos y oriundos de Oñate, así para la probanza de nobleza
é hidalguía, como para las prerogativas de semejantes calidades en Guipúzcoa. Todas estas ventajas
y derechos eran, naturalmente, recíprocos. Al cabo,
des pues de infinitas alternativas, escribano de número
de la villa de Tolosa, D. Juan Fermin de Furendarena,
formalizó la escritura de concordia (9 de Octubre de 1745)
entre la villa de Oñate y la provincia Guipúzcoa, quedando
legalmente reoonocida la union que siempre habia
reinado en los corazones de todos, y contra la cual
siglos y siglos se estrelló en vano el poderío de la casa
de Guevara
.
CAPITULO VIII .
San Sebastian.-Su puerto y comercio.-Privilegios concedidos por los reyes de
Castilla .-Casa-Lonja.-Cofradía de mareantes.- Decadencia
del comercio de lanas.-Ereccion del consulado en tiempos
de Cárlos II. - Muere este, y sube al trono Felipe V .-Entra Felipe
en España.-Guerra de Suceslon .
La ciudad de San Sebastian ha sido siempre la mayor
y mas importante poblacion de Guipúzcoa. Su asiento
geográfico, entre Francia y Navarra, así como el
puerto, no podían menos de contribuir al aumento de
su comercio y riqueza. De esa manera, la historia de
San Sebastian sirve como de pauta para conocer el
estado de toda la provincia .
Aquietados los ánimos d inclinados ya del todo á
las artes de la paz, florecieron en Guipúzcoa, á la par
de la agricultura, el comercio y la navegacion. Ya la
carta-puebla de D. Sancho de Navarra contiene muchas
disposiciones relativas á los mercaderes propios y
estraños que acudiesen al puerto de San Sebastian .
Diversos privilegios concedidos mas adelante por los
reyes de Castilla, demuestran asimismo la importancia
del comercio á que se referían. En 1477 se estableció
una casa-lonja para vender las mercaderías; mientras
á la par era notable la antiquísima cofradía de
maestros de naos, mercaderes, pilotos, etc., aprobada
ya por los Reyes Católicos en sus ordenanzas de Jaen
(7 de julio de 1489). Aquellas ordenanzas fueron confirmadas
por Cárlos V, en Toledo (10 de marzo de
1539) .
Las lanas de Navarra y Aragon salían de España
por el puerto de San Sebastian, pero nuestra torpe administracion
acabó con tan utilísimo tráfico, en daño
de la capital de Guipúzcoa. Púsose un recargo de derecho
á las lanas esportadas en 1654, cuya absurda
contribucion fué aumentando de año en año, de suerte
que navarros y aragoneses comenzaron á enviar sus
lanas por tierra á Bayona. Así la ignorancia en materias
económicas iba cegando toda fuente de riqueza
para la triste España .
Tambien causó perjuicio en San Sebastian la abertura
del camino por la peña de Orduña que facilitaba
el trasporte á Bilbao de las lanas de Castilla. Por
todas estas razones decayó en estremo el comercio de
Guipúzcoa, la cual acudió al rey en queja, logrando
quedaran sin efecto los nuevos derechos (1688) .
Vanamente esperaban los hijos de San Sebastian
que volvieran á verificarse en su puerto los embarques
de lanas, y viendo fallido su intento, acudieron á don
Cárlos II, quien, por real cédula (13de marzo de 1682)
mandó erigir un consulado de la propia suerte que los
de Bilbao, Sevilla, Búrgos y otras ciudades. Estendiéronse
además las correspondientes ordenanzas, que
fueron aprobadas por el Consejo de Castilla .
El capitulo XXIV autorizaba al consulado para que
pudiese hacer repartimientos ordinarios y estraordinarios,
siempre que lo creyese necesario para subsistir.
Fundándose en esto, dispuso un arancel para las mercaderías
que entrasen ó saliesen por San Sebastian,
imponiendo asimismo derechos, aunque moderados, '
ciertos productos industriales de la misma provincia,
de donde resultaron graves y ruidosas cuestiones entre
aquella y el consulado, hasta que, por fin, esta dejó de
cobrar derechos á los productos de Guipúzcoa .
Mas antes de seguir adelante, la narracion de sucesos
nos obliga á tener el paso y referir los graves é
importantes acaecidos despues de la muerte del rey
Cárlos II (1790). La crónica local en que debemos encerrarnos,
se refiere solo á sucesos acaecidos en nuestra
provincia; no es, pues, el caso de dar grandes pormenores
á propósito del cámbio de dinastía, y del advenimiento
al trono de España del duque de Anjou .
El
Rey Felipe V, y llamado al trono por el testamento
del último monarca austriaco, entró en España
por Guipúzcoa, yendo á San Sebastian desde Hernani
en enero de 1701, pasando despues por Tolosa el
dia 23 del mes referido. Constan en el libro titulado:
Sucesion del Rey Don Phelipe Quinto Nuestro Señor en
la corona de España. Diario de sus viajes desde Versalles á Madrid.
etc.., los preparativos que se hicieron
para recibir al nuevo rey. Nombráronse los servidores
que le habían de acompañar, los cuales el dia
30 de diciembre, concurriendo en palacio, se despidieron
de los ministros de la Junta de gobierno, entrando
en seguida en los coches que con toda solemnidad salían
á recibir al nuevo rey .
Es curiosa la forma en que iba dispuesto el cortejo,
del cual debemos dar cuenta, puesto que así pasó por
nuestro territorio; la casa, como en lenguaje de palacio
se dice, iba de esta manera: cuatro clarines y dos
timbales con la librea del rey, banderolas y frisos en
las armas reales, dos escuadras de soldados de las guardas,
una carroza de terciopelo verde y una estura de
lo mismo, ambas para la real persona de su majestad
(1}; otra carroza tambien de terciopelo verde, de
respeto; una litera de terciopelo verde para su majestad;
el coche de los gentiles-hombres de cámara y mayordomos
de semana; otras dos literas y catorce coches
mas para los criados, así como algunos otros vacíos
que venían sirviendo al rey D. Felipe V. Además del
interminable convoy ó cortejo de que acabamos de dar
cuenta, iban ventinueve calesas y doscientas treinta
mulas de paso, con las de vacío para los criados que
traía el rey. En la forma que hemos dicho, salió la casa
real á las once de la mañana, desde la plaza de Palacio,
por la calle Mayor á la Puerta de Alcalá. En pos
siguió, si bien marchando separadamente, la escuadra
de la guarda de Corps á caballo, muy lucida y con armas
de fuego .
La casa empleó diez y siete jornadas en llegar
a
Irun, no habiendo andado ningun día mas allá de
siete leguas.¡Notable contraste con el tiempo que hoy
se emplea en llegar á Francia por ferro-carril!
NOTAS AL PIE
(1) Vamos, como comprenderá el lector, conservando en lo posible el estilo, y
aun á veces las frases del libro que nos sirve de guia.
Bien querríamos ir especificando la calma con que
la córte se fué deteniendo á comer y dormir en los diversos
pueblos, pero lo haremos únicamente en lo que
á nuestra provincia se refiere. Felipe V tuvo que detenerse
en Hernani, desde el 24: en que habia salido
de Irun hasta el 28. Fueron causa de semejante detencion
las muchas lluvias, lo cual no sorprenderá
ciertamente á cuantos conozcan el clima de Guipúzcoa
y sepan lo lluvioso que es, con especial en invierno .
El día 28 llegó al cabo el rey á Tolosa, en donde
le festejaron con primorosos fuegos artificiales. Siguió
Felipe á Villafranca, Villareal, Oñate y Mondragon,
hasta Salinas, en donde le sirvieron la vianda, como
con toda puntualidad afirma el autor del Diario de los viajes del rey (1). A 1º de enero salia Felipe V del
territorio de Guipúzcoa, entrando al cabo en Alava .
No tardó en estallar la guerra de Sucesion, y como
las fuerzas de Felipe no bastaban á arrostrar el poderío
de Alemania, Inglaterra, Holanda y Portugal unidos,
hubo Luis XIV de enviar tropas en auxilio de su
nieto. En enero de 1705 entraron 6,000 franceses, los
cuales pasaron por Guipúzcoa sin que ocurriese suceso
digno de mencion, salvo los acopios que las ciudades
y villas tuvieron que hacer de leña y todo género
de comestibles. Al año siguiente se dijo que, vencidas
las tropas españolas y francesas, los reyes trataban de
retirarse á Pamplona, con lo que la junta acordó levantar
3,000 hombres en defensa de Felipe. Al punto
comenzaron á alistarse todos los hombres útiles, desde
los 18 hasta los 60 años, mas ninguno tuvo necesidad
de salir de su pueblo. En abril de 1077 entró por Guipúzcoa
un ejército francés mandado por el duque de
Orleans. En .el mismo mes y año pasaron tambien
por Goipúzcoa los prisioneros que las tropas de Felipe
V habían hecho en la batalla de Almansa .
Disturbios a causa de las aduanas en la frontera y costa de la provincia.-
Carta de Alberoni.-Continúan los ánimos desasosegados. -s .Insurrecciones.-
Vuelven las aduanas á quedar en la forma que anteriormente.-
Guerra con Francia.- Presta obediencia la provincia
al duque de Werwik.-Paz. -La machinada.
Graves disturbios trajo á Guipúzcoa la impolítica
determinacíon de poner aduanas en las Provincias Vascongadas,
que se mostraron desde luego agraviadas
con semejante desafuero (1718) .
Reunióse en Tolosa, á 18 de octubre, la Junta particular
de los procuradores de los pueblos, y todos
convinieron en que el pago de derechos por los géneros
que en Guipúzcoa se introdujesen se oponía á las
exenciones y libertades que hasta entonces habían
tenido por fuero .
Al punto nombraron dos comisionados para solicitar
del rey que devolviese á las Provincias Vascongadas
la antigua exencion de derechos de aduanas,¡ mandando quitar desde luego las que se hallaban establecidas en costas y fronteras .
NOTA AL PIE
(1) El autor era D. Francisco de Ubilla, marqués de Ribas. .
Al día siguiente de la Junta llegó una carta del
cardenal Alberoni, en la cual decía el ministro que
no habia sido el ánimo del rey ofender á los vascongados ni estorbarles el uso de sus exenciones y privilegios,
por lo cual no pagarían derechos los víveres y
alimentos necesarios á su propio uso y consumo. Por
lo demás, añadía cuán necesario era respetar y obedecer con toda sumision las órdenes del rey.
· No era la respuesta muy á propósito para apaciguar
los ánimos, pues aun suponiendo que el cardenal
Alberoni tratara de buena fé que solo pagaran derechos de aduanas los comestibles y géneros
que fueran
para emplearse en Guipúzcoa, no era fácil, en
verdad, establecer la diferencia y debida separacion
entre lo que iba á quedar en la tierra y lo que habia
de seguir á lo interior. Poco satisfechos los comisionados
guipuzcoanos, siguieron pidiendo al rey que
se pusiesen de nuevo las aduanas en donde se hallaban
anteriormente .
En tanto pasaba el tiempo, y con él acrecía el disgusto
de los pueblos; de manera que al cabo se alteró
del todo la paz, especialmente en Mondragon, Salinas,
Arechavaleta y Elgoibar. El fuego cundía: tumultos,
incendios y todo género de desmanes acaecidos
en los pueblos que acabamos de nombrar, amenazaban
á los demás de la provincia. En tan grave
aparo, la villa de Tolosa preguntó á la diputacion
qué debía hacer si la insurreccion llegaba á estenderse hasta ella. La respuesta fué que se tratara en lo
posible de mirar par la defensa y tranquilidad del
pueblo. El ayuntamiento determinó acudir á la piedad
del cielo con rogativas, procesion general por las calles,
con el Señor manifiesto y novena. Al propio tiempo
mandó tomar razon de todas las armas de fuego
que habia en Tolosa, trajo pólvora, balas y los pedreros
que habia en el palacio de Yorreamendi; y dispuestas las rondas de noche por las calles, con otras
medidas propias para atender á la seguridad de los
vecinos, pudo al cabo esperar con mas tranquilidad el
resultado de tan graves sucesos .
A esto, el marqués de Duran escribió en nombre
del gobierno una carta á la provincia (7 de noviembre),
diciendo que el rey deseaba siguiesen las aduanas
en la lengua del agua y en Irun, si bien quedando
libres de derechos los géneros que los naturales de
las Provincias Vascongadas necesitasen para su propio
uso y consumo. En diciembre dió el rey un decreto
disponiendo quedaran libres de todo derecho de aduanas
los géneros que los guipuzcoanos necesitaran,
salvo el azúcar, cacao, tabaco y otros de Indias. El
capitan general publicó esta resolucion en San Sebastian
por bando; y aquietada la insurreccion de Vizcaya,
así como de los pueblos de nuestra provincia que
habían imitado á aquella, hiciéronse algunos castigos
y se restableció la paz, si no en los ánimos, en la
apariencia al menos. Al cabo, los vascongados lograron
á fuerza de continuas reclamaciones que se quitaran
las aduanas, dejándolas en donde antes se hallaban .
El carácter inquieto de Alberoni atraia por do
quiera gravísimos daños á Felipe. Mientras, sin hallarse
convenientemente afirmado el poder, ponía en compromiso
so existencia faltando á los fueros y exenciones de provincias siempre leales, la invasion de Sicilia
levantó contra España los ánimos de sus propios
aliados. El duque de Orleans declaró la guerra á España
(enero de 1719); nueva tormenta atraída sobre
nuestra provincia por el inquieto carácter de Alberoni .
Cumplieron los guipuzcoanos por fieles españoles.
Tolosa armó tres compañías de tercios, de 50 hombres
cada una, con el alcalde y regidores por jefes y subalternos,
segun costumbre. Los demás pueblos de la provincia
hicieron otro tanto, conforme á las fuerzas y
recursos de que podían disponer .
A la sazon entró por Vera un ejército de 16,000
franceses con el duque de Berwick, y como amenazara
á Oyarzun, fué preciso que la provincia hiciese aun
mayores sacrificios. No habia armas ni dinero, pero
al cabo cada cual aprontó lo que pudo, y se decretaron
al propio tiempo rogativas, novena y procesion por las
calles .
Los franceses, despues de señorear á Beobia y
cerro de San Marcial (21 de abril de 1719), amenazaron
á Fuenterrabía, Pasajes, San Sebastian y Hermani,
en cuya pob!acion entraron el 20 de mayo. Díjose
que el rey D. Felipe acudia con tropas, con lo que
se hicieron los prepara ti vos necesarios para recibirle y
hospedarle dignamente .
La provincia, en tanto, aprontaba nuevas tropas,
las cuales iban marchando hácia la frontera, conforme
quedaban organizadas. Embestida la plaza de
Fuenterrabía, y abierta brecha el dia 27 de mayo, la
provincia mandó hacer nuevo levantamiento de tercios,
y solo la villa de Tolosa envió cien hombres mas
á la frontera. El rey, que se hallaba en Pamplona, determinó
encaminarse á Fuenterrabía para hacer levantar el sitio, pero supo en el camino la rendicion de
la plaza, por lo cual, no menos que por las superiores
fuerzas del de Berwick, hubo de tornar á Pamplona .
Victoriosos los franceses y no hallando ejército
que les afrontase, entraron por lo interior de Guipúzcoa,
llegando unos cinco ó seis mil hombres de infantería
y caballería mandados por el general marqués
de Silly á Tolosa (29 de junio). Casi toda la fuerza se
quedó fuera de la poblacion, entrando solo una pequeña
parte con el general. Trató este á todo el mundo
con el mayor comedimiento, y despues de reconocer
la villa y sus salidas á Castilla y Navarra, dió la vuelta
á Hernani en el mismo dia. Dueños al cabo los franceses de San Sebastian,
señorearon tambien la provincia, la cual apremiada de
todo género de males y sin esperanza de socorro, hubo
de prestar obediencia al duque de Berwick, siempre
con la condicion de que este mantuviera ilesos los fueros,
privilegios, exenciones, buenos usos y costumbres
de Guipúzcoa. De ese modo concluyó la guerra por esta
parte de la frontera, la cual permaneció sujeta al francés
hasta el mes de agosto de 1721. Ajustada entonces
la paz, tornaron los guipuzcoanos á su legítimo rey
D. Felipe V, lo cual celebró la provincia con regocijos
públicos .
Hubo despues largos años de paz, y en ellos pudieron
los naturales dar empleo á su constante amor
al trabajo, sin que nada alterase la tranquilidad, salvo
la conmocion habida en Azcoitia y Azpeitia, que llamaron
despues la Machinada ó maquinada, á la cual dió lugar la excesiva carestía de granos atribuida
por los alborotadores á que los propietarios los sacaban
de la provincia .
Pedían los revoltosos que los granos tuvieran cierto
precio y no mas, llevando á tal punto el empeño,
que obligaban á los párrocos á que desde el púlpito
publicasen sus deseo; y en tanto, ellos gritaban en la
iglesia beticó, ó lo que es lo mismo: sea para siempre .
No contentos con esto, obligaban á las personas de mas
representacion social á que les acompañasen en sus danzas por calles y paseos. Como una vez obligaran á un
alcalde, rico propietario, á publicar el precio de los
granos y otros comestibles, supo este que un zapatero
era el que principalmente movía el desórden, y tuvo
la feliz ocurrencia de señalar por sí el precio de los
zapatos, á lo cual se opuso el zapatero, si no con el derecho de la razon, con el de la fuerza al menos .
Cundió la insurreccion y los amotinados se encaminaron
á Tolosa, llegando á Albistur, en donde dos
comisionados del ayuntamiento, que eran el conde
de Echauz y D. José Martinez de Zavala, lograron
apartarles del intento de seguir adelante, con lo que
dieron la vuelta á sus casas. Con esto concluyó el motín,
siendo enviados á presidio los principales causantes,
si bien parece no fué ninguno de ellos castigado
con pena de muerte. El gobierno tuvo que enviar tropas, y en Tolosa estuvo acuartelado el segundo batallon
del regimiento de Hibernia, cerca de un año .
CAPITULO X .
Muerte de Luis, rey de Francia.-guerra con la repúbica.-Entran
los franceses y permanecen en Guipuzcoa hasta la paz dé Basilea .Alianza con
Francia.-Guerra con Portugal .- Agresion de Inglaterra.-Entran varios cuerpos de
ejercito franceses por Guipúzcoa. -
-Guerra de la Independencia .
Sucesos de altísima importancia y gravedad suma
acaecidos á fines del siglo XVIII en la vecina Francia,
atrajeron sobre nuestra provincia guerras y desventuras sin cuento. El gobierno español, que hasta la muerte
de Luis XVI habia permanecido indiferente, en la
apariencia al menos, á cuanto en Francia pasaba,
creyó empaliada su honra cuando el monarca dejó de
existir en la guillotina. El próximo parentesco del
desventurado príncipe con Cárlos IV habia movido á
este á pedir por su vida, mas todo fué en vano, estallando
en seguida la guerra entre Francia y España
(1793) .
Fecha memorable, por muchas y diversas razones
que al presente vamos recordando, fuélo, al propio tiempo que para Europa
entera, para la provincia de Guipúzcoa. Mayor era el ánimo de los nuestros que
las fuerzas; escasa España de poblacion y de todo género de recursos para mantener largo tiempo guerra
contra su poderosa vecina, las provincias fronterizas
debian de ser las primeras que padeciesen con el infausto
resaltado de la guerra. La provincia determinó
.servir con 4,600 hombres al rey. Relevaban los tercios
de lo interior á los que se hallaban en la frontera, y
los crecidos gastos á que el mantenimiento de fuerzas
daba ocasión, obligaba en las poblaciones á tomar dinero
á préstamo ó á censo .
Al cabo, el general francés Moncey, con su ejército,
sefíoreó á Irun (1º de agosto de 1794), obligando
al ejército espafíol á retirarse á lo interior. Presentáronse
los franceses á la vista de San Sebastian, y la
tarde del dia 3 enviaron un trompeta con dos pliegos
cerrados, uno para el gobernador de la plaza y otro
para el alcalde y habitantes .
En el primero, Moncey, teniendo en cuenta el
triste estado de defensa en que se hallaba la plaza,
intimaba la rendicion en el término de una hora: en
el segundo, aconsejaba al alcalde y vecinos que moviesen
al gobernador á entregarse. Los cañones de las
principales baterías se habían llevado á Irun de órden
del general D. Ventura Caro : ni granadas de mano
babia, ni aun tacos para los pocos cañones que quedaban,
hallándose además San Sebastián del todo
desprovista de comestibles .
En cuanto á la guarnicion, no era cosa de esperar
mucho de ella, pues de los tres batallones incompletos
que la formaban, uno se componía de quintos que
acababan de llegar, y mientras tanto los paisanos se
habían dispersado; ·razones todas que movieron al gobernador,
no menos que al ayuntamiento, á rendirse
·al francés, el cual entró en la plaza el dia 4, permaneciendo
en ella hasta la paz de Basilea .
El conde de la Colomera, sucesor de D. Ventura
Caro, se retiró con el ejército á Tolosa: sabida que rué
la rendicion de San Sebastian, emprendió el camino
de Pamplona, quedando la provincia en manos de los
franceses. Mucho padeció Guipúzcoa, no solo con la
estancia de los enemigos, mas con la crudeza del invierno
y escasez de víveres, la cual llegó á tal punto
que una fanega de trigo dicen se vendió en 300 rs. No
padecian menos los franceses, privados tambien á menudo
de la correspondiente racion, y fué ventura para
los nuestros el que la buena disciplina de aquellos les
estorbara el hacer el menor daño. De esa manera, y
á pesar de que ya hemos dicho padecían no poco á
causa del hambre, contentábanse con los nabos que
hallaban por los campos, alimento que en estacion tan
fria costó la vida á muchos .
Des pues de la paz de Basilea, se formó en Pamplona
consejo de guerra de generales para examinar la
conducta del vecindario de San Sebastian (1796).
Ciertas demostraciones y aun festejos con que habían
sido recibidos los franceses, ""Cuando la capitulación,
dieron lugar á que fueran arrestados la noche del 18
al 19 de febrero el alcalde D. Juan José Vicente de Micbelena, y los jurados D. José Antonio Lozano y
D. José Joaquín de Larbuzu, siendo todos llevados
con escolta á la ciudadela de Pamplona, donde quedaron
en prision mucho tiempo. Igualmente fueron
aprisionados los concejales y vecinos D. Juan José Cardon, D. Fermin de Claesens, D. Juan Bautista de
Zozaya, D. Francisco Antonio de Gaztelu, D. Juan
José Ibañez de Zavala, D. Vicente de Mendizabal, don
Antonio Joaquín Lozano, D. Sebastian de Urrutia,
D. José Antonio de Echevarría y D. Manuel Francisco
de Saraiz. La causa rué por estremo ruidosa; mas al
cabo quedaron los culpados absueltos de las penas de
destierro y multas que para ellos pedía el fiscal militar .
La guerra y la paz con Francia fueron igualmente
dañosas á nuestra provincia. Obligado el gobierno
español á estrechar alianza con la república francesa,
los daños que hasta entonces habíamos podido tener
de esta iban á venir á la sazon de parte de Inglaterra.
Era, cual siempre, aliado y aun dependiente
de esta nacion el vecino reino de Portugal, cosa
que no podia consentir Bonaparte, ya primer cónsul;
y como nuestro gobierno caminaba, digámoslo, á
remolque del francés, la voluntad de este era ley para
España .
Con pena vamos recordando aquellos tristísimos
días de nuestra historia, que no puede haber mayor
dolor para un pueblo que verse regido por gobiernos
del todo faltos de dignidad y energía. Bien que nada
importaba, con tal que el favorito Godoy llegase á
acumular todo género de dignidades y honores, aunque
fuese á costa de la monarquía y del pueblo .
(1801) Guerreamos con Portugal, puesto que así
lo deseaba Bonaparte, cuyos soldados pasaron por
Guipúzcoa en varias divisiones, hasta el número de
18,000 infantes y 4,500 caballos. De abril á junio
atravesaron nuestro territorio las referidas fuerzas,
mandadas por el general Leclerc, y á fines de año
volvieron á pasar, ajustada ya la paz que nunca debió
alterarse entre hermanos .
Segun hemos indicado mas arriba, la estrecha
alianza con Bonaparte, á que nos obligaba lá triste
paz de Basilea, no podia menos de causar recelo á Inglaterra,
que tanto daño podía hacernos á causa de
nuestras dilatadísimas posesiones de América. Cierto
que la neutralidad de España mas lo era en apariencia
que otra cosa, puesto que nos habíamos obligado
á contribuir con dinero al gobierno francés. Queríanos
Inglaterra, si no por amigos, por enemigos declarados,
á todo lo cual habia dado lugar la torpe
conducta de nuestro gobierno. Cuatro fragatas españolas que traían dinero de América, fueron embestidas
por otras cuatro inglesas de superior porte y artillería.
La honra estorbó al comandante español rendir loa
buques á otros tantos enemigos, por mas que la
ventaja de estos fuera desde luego innegable. Combatieron
los nuestros y quedaron vencidos; suceso que
los mismos ingleses tuvieron por inícua agresión .
Envolvian al gobierno de Madrid sus propios errores,
sin serie dado salir de las garras de Napoleon, por
mas que lo intentaba, con lo cual perdida la esperanza
que el príncipe de la Paz · habia tenido de que el
francés quedase vencido por el ejército prusiano, hubimos
de pasar por la ignominia de que nuestro gobierno
diera á Napoleon todo género de humillantes
disculpas, y así logró el favorito, en la apariencia al
menos, el perdon que tan ruinmente habia pedido .
(1807) Quedábamos del todo en manos de Francia.
So pretesto de conquistar á Portugal, reunióse en
Bayona un cuerpo de observacion, llamado de la Gironda, compuesto de 25,000
hombres al mando de Junot. Portugal era el pretesto de Napoleon; su verdadero
deseo, España .
A 18 de octubre, comenzaron á entrar los franceses
por Irun, y despues del cuerpo de ejército de Junot,
entró otro de 24,000 infantes y 5,000 caballos, mandadados
por Dupont; así como luego, otro de 25,000
infantes y 2, '700 caballos á las órdenes de Moncey,
(19 de enero de 1808). Tan crecidas fuerzas no podian
menos de cansar gastos y daños sin cuento á la provincia
de Guipúzcoa. Añádase á esto la inquietud y
zozobra de los ánimos, y fácilmente se comprenderá
cuán triste recuerdo es para nuestra provincia, como
para toda España, el del año de 1808, mas por los daños
que prometía, que por lo no escasos que traía
consigo .
Puesta Guipúzcoa entre Francia y España, y ofreciendo
el mas fácil y breve camino para lo interior,
puede decirse que de los 250,000 hombres que envió
Napoleon á Espafta, las cuatro quintas partes entraron
por Irun, con lo cual es incalculable la carga que hubieron
de sobrellevar nuestros guipuzcoanos en los seis
años que duró la guerra. Los franceses seguían la
opinion de Caton: Bellum se alet; esto es, que
la guerra
alimenta á la guerra, y, por lo tanto, Guipúzcoa se vió obligada á todo género de sacrificios, teniendo que
buscar recursos donde quiera, y cuando ya no bastaban, acudiendo á empréstitos forzosos y ventas de
bienes concejiles .
Añádase que, si bien los franceses señoreaban las
poblaciones importantes que tenían fortificadas, los
guerrilleros mantenían la independencia y dignidad
de la pátria, haciendo cuanto daño podían á las huestes
de Napoleon; mas como la necesidad y falta absoluta
de recursos les obligase á ello, acudían aun á los
pueblos fortificados por los franceses en demanda de
dinero. Lográbanle, mas apenas tenían de ello noticia
los generales de Napoleon, imponían contribucion doble
de la que habían cobrado á los patriotas. Tal fué
el tristísimo estado á que se vid reducida Guipúzcoa
los seis años que duró nuestra gloriosisima guerra de
la Independencia. No es posible hablar de ella en
nuestra provincia sin citar el nombre de D. Gaspar
de Jáuregui, llamado comunmente .Archava (el Pastor),
pues, en efecto, lo había sido de niño .
Oprimida Guipúzcoa cual acabamos de ver, no por
eso titubeó el animoso Jáuregui en alzarse contra la
tiranía extranjera. Siguiéronle al principio solos seis
individuos, á los cuales fueron uniéndose con el tiempo
multitud de jóvenes, hasta llegar á componer tres
batallones, cuyo coronel fué Jáuregui. Escoltas de
correo, convoyes y partidas sueltas eran fácil presa
de hombre tan conocedor del terreno como nuestro
valiente guipuzcoano. Cuando las fuerzas de este, en
mayor número y mejor organizadas podían emplearse
en mas dificiles empresas, hízolo al punto Jáuregui,
afrontando al enemigo no pocas veces con ventaja.
Los generales Cambron , Dumonthier, Mouton y Palombini
tuvieron con él reñidos encuentros, y los campos
de Loyola, Izarriz de Azpeitia y otros sirven de
mudo testimonio á la posteridad del animoso esfuerzo
del pastor Jáuregui, como con placer le llaman todavía
sus compatriotas. Asimismo guerreó por Vizcaya
y Navarra; mas, al concluirse la guerra, el gobierno,
lejos de premiarle como era debido, le dejó sin la menor
recompensa .
Jáuregui se unió al partido liberal, basta el año 23,
en que fué llevado á Francia prisionero, no siéndole
posible volver á España por hallarse excluido de toda
amnistía. Desde entonces, el general Jáuregui militó
en las filas liberales, siempre con el mismo aliento y
ánimo con que le hemos visto dar comienzo á su carrera .
Había nacido en Villareal, y murió de segundo
cabo de la capitanía general de las Provincias Vascongadas
á 19 de diciembre de 1844, cuando aun no
tenia sino cincuenta y tres años .
CAPITULO XI .
Asalto y destrucción de San Sebastian. - Injuriosas palabras del esritor ingles
Ford. - Testimonio de Napier. - Disgusto de Wellington. - Gasto de la villa de
Tolosa, desde la entrada del ejército aliado.
(1813) Bien habríamos querido terminar la relacion
de los sucesos de la guerra de la Independencia,
sin vernos obligados á dar cuenta de uno de los mas
tristes y lamentables de nuestra historia. Iban ya
de vencida los franceses, y el ejército aliado habia
puesto sitio á la plaza de San Sebastian. Mandaba el
ejército sitiador, compuesto de ingleses y portugueses,
el general sir Thomas Graham. Era jefe de los sitiados
el general de brigada Rey, el cual tenia á sus órdenes
cuatro mil hombres, los cuales dieron pruebas de señalado
esfuerzo en la defensa .
Despues de reñidos combates que la falta de espacio
no nos consiente especificar, Graham intimó á la
plaza la rendicion, pero el general Rey ni aun admitió
el parlamento. Dieron los aliados el asalto, mas todos
sus esfuerzos fueron vanos, quedando por breve tiempo
suspendido el ataque .
Al cabo, á las once de la mañana del dia 31 de
agosto, aprovechándose ingleses y portugueses de
que el mar hubiese dejado en seco parte del lecho del
Urumea, embistieron por la parte llamada la Zurriola .
Larga y obstinada fué la pelea, la cual permanecía
de tal manera dudosa, que á no haberse incendiado un
almacen de combustibles, cuyo estampido sorprendió
á los franceses, acaso los aliados se habrían visto en el
duro trance de retirarse vencidos y con notable pérdida .
Retiráronse los franceses al castillo, no sin haber
perdido 700 hombres, mientras los aliados tuvieron
500 muertos y unos 1,500 heridos: Inglaterra esperimentó
en aquel dia gravísima pérdida con la
muerte del célebre ingeniero sir Richard Fletcher,
director de las célebres líneas de Torres-vedras, de
Portugal .
Hasta aquí referimos meramente sucesos ordinanarios
de la guerra, mas aun cuando se trate de una
villa tomada por asalto, creemos que de haber habido
voluntad en los jefes aliados, no llorara San Sebastián
los daños y horrores sin cuento, que mas todavía
que la historia, conservan impresos en el corazon
los hijos de aquellos desventurados, que en vez de
recibir amigos, solo hallaron en los aliados vencedores,
hombres sin piedad, sedientos de muerte, incendio y
saqueo .
Jamás hemos podido leer sin ira las palabras del
inglés Ford, en su Hand-Book ó Gula del viajero por
España, cuando dice (1) que San Sebastian es célebre
por sus sitios, mentiras y libelos. Añade que San
Sebastian fué saqueada por los vencedores, conforme
en todos los usos de la guerra. ¡Cómo si San Sebastian
fuese ciudad enemiga! ¡Cómo si en pleno siglo XIX pudiera
decirse con vislumbre de razon, que los soldados
de naciones civilizadas tienen derecho á saquear
ciudades tomadas por asalto!
Por nuestra parte, y entre los dos enemigos que
mas daño han cansado á España, que son Napier y
Ford, creemos mas digno de crédito al primero por
haber guerreado en los lugares de que vamos hablando;
de tal suerte que, segun el mismo Napier asegura,
oyó mas de una vez á los soldados durante las largas
noches de campamento, y cuando ellos creían hallarse
solos, referir las crueldades cometidas en San Sebastian,
y aun nombrar á los compañeros que mas
se habían ensañado en los indefensos y desventurados
vecinos .
En suma, San Sebastian fué saqueado é incendiado,
y por si acaso hubiere quien se atreviese á negarlo,
bien se le podría decir
!Te saxa loquuntur!
Vaya á la capital de Guipúzcoa, y la verá reedificada
desde los cimientos, mientras el aspecto de los
edificios y su moderna construccion le dirán á voces
que en aquel lugar donde en otro tiempo existió una
ciudad famosa, ha sido necesario edificar otra sobre
los escombros y cenizas de la antigua .
Cuando semejante desgracia acaece , mas vale
confesarla y apresurarse á poner el oportuno remedio
que entretenerse en negar la verdad. Robada, quemada
y destruida la ciudad de San Sebastian, establecióse
el Ayuntamiento en Zubieta, desde donde acudió en
queja al general en jefe, duque de Wellington, mas
sin lograr satisfaccion. Obligado de nuevo el duque á
contestar, llamó libelos infamatorios á los escritos que
el Ayuntamiento habia publicado (1), añadiendo
deseaba no recibir nuevas representaciones sobre semejante
asunto, ni verse obligado á ocuparse mas en él,
Sin duda Wellington debió de esperimentar gravísimo
disgusto, no solo por las desgracias que todo corazon
generoso habrá de mirar siempre lleno de compasion,
mas porque la conductla de las tropas y sus
excesos podían haberse reprimido á tiempo, evitando
que de esa manera pudiese nadie echar en cara á los
jefes su negligencia y acaso el olvido de su obligacion .
Tambien hubo que lamentar en otros pontos de la
provincia algunos desmanes, pues las tropas aliadas
sacaron á la fuerza alpargatas, zapatos y otros géneros
de las tiendas, como sucedió en Tolosa, cuyos habitantes
no esperaban, en verdad, semejante trato de
aquellas á quien recibían por amigas. También quemaron
en la espresada villa la casa de Misericordia y
el caserío de Perrategui .
En resolucion , para probar los gastos á que se
veían obligados los Ayuntamientos de nuestra provincia,
diremos, que el importe de los víveres y demás
servicios hechos por Tolosa á las tropas española y
aliada llegó á 2.072;953 reales, á contar únicamente
desde el 25 de junio de 1813 hasta 31 de enero de 1815 .
NOTAS AL PIE
(1) Comunicación del 2 de noviembre, escrita en Vera .
No llueven sobre un pueblo las desventuras que
sobre el nuestro habían llovido desde 1808, sin dejar
honda huella en su estado social. Al acabar la guerra de la Independencia, los españoles, hasta entonces unidos,
fueron mostrando el ánimo cada vez mas enconado unos contra otros. Falta de tino y prevision en
el gobierno y excesiva aficion á la vida inquieta en
que muchos habían medrado, fueron siempre sobradas razones para que la paz de España se viese
constantemente
amenazada.
Otra causa superior á todas dividía á los españoles,
causa que, á la larga, habia de quedar victoriosa,
mas por entonces fuerte y sañudamente contrariada, así
por el gobierno como por el pueblo en general. La libertad, ausente de España
hacia siglos, tenia ya muchos amigos, hombres de saber y buena fé indudables, pero faltos de aquella esperiencia que solo pueden
tener los hijos de pueblos libres y acostumbrados, digámoslo, desde la infancia
á mirar por los intereses de la pátria como por cosa propia, cual, en efecto, lo
es.
(1820) Al cabo, se proclamó y juró la Constitucion del año 12, armándose la
milicia nacional voluntaria en las villas y poblaciones importantes de la provincia, donde, á no dudarlo, halló decididos amigos el sistema liberal. Cuando la reaccion del año 23, la mayor parte de los milicianos voluntarios se encerraron
en San Sebastian, embarcándose luego para Santander, yendo despues por tierra á Gijon. Formóse
un batallon con todos los guipuzcoanos, los cuales dieron señaladas
muestras de valor y sufrimiento, padecien- do
todo género de fatigas por los montes de Astúrias y Santander
Obligados á retirarse con las tropas del ejército,
ante los soldados del duque de Angulema que hácia aquella parte se encaminaban tambien,
entraron en Galicia, no sin combatir antes, de lo cual quedaron varios heridos. Ya en la Coruña, concurrieron á la defensa de la plaza hasta su rendicion á fines de
agosto (1). Disuelto el batallon, tornaron nuestros guipuzcoanos á su tierra,
donde, en vez de hallar el respeto debido á la constancia y lealtad con que
acababan de- sostener so causa, fueron encausados, multados y aun presos. Leve muestra de la ceguera con que los
partidos suelen tratar á sus enemigos, cuando, si á la lealtad y á la buena fé miraran, antes deberían
complacerse en honrarlos .
Duélenos haber de confesar que, en medio del tumulto y á consecuencia del
encono que reinaba en los ánimos, llegara el espíritu de venganza en algunos
hasta el punto de apedrear y aun herir á puñaladas á sus contrarios. Caso
indigno y mas doloroso todavía, tratándose de pueblo tan honrado y generoso como
el guipuzcoano .
Los ánimos fueron agitándose poco á poco, y ya en el año
26 podian las personas tachadas de liberales vivir sin temor de vejaciones. No
tardó en renacer la inquietud, pues con la revolucion de 1830 y caída del rey de Francia, Cárlos X, cobraron ánimo los liberales
emigrados, viniendo desde lo interior de Francia á la frontera, mandados por el
general Mina.
Armáronse las Provincias Vascongadas y Navarra para rechazar la invasion, acudiendo tambien tropas
del gobierno; mas vencidos los emigrados y sin el apoyo que del gobierno francés
habían no sin fundamento esperado, hubo de nuevo paz y tranquilidad por Guipúzcoa .
NOTA AL PIE
Véase la Crónica de la Coruña, escrita por el autor de la presente.
FIN DEL LIBRO CUARTO.
CAPITULO IX .