Diccionario Historico Geografico Descriptivo de los Pueblos, Valles, Partidos, Alcaldias y Uniones de Guipuzcoa / Por D. Pablo de Gorosabel (1862). Gipuzkoa

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VIDANIA: universidad del partido judicial de Azpeitia, unión de Sayaz, arciprestazgo mayor, antiguo obispado de Pamplona. Ocupa en su mayor parte terreno llano, y el resto está en cuesta sobre el camino de coches, que partiendo de Tolosa se dirige por Azpeitia y Azcoitia a Elgoibar. Su posición geográfica es a los 1 gr. 32min. 20 seg. de longitud oriental 43 gr. 9 min. 36 seg. de latitud septentrional; y se halla a 1719 pies de elevación sobre el nivel del mar. Confina por oriente con Albistur, por poniente con Goyaz, por sur con términos de Isasondo y Legorreta, por norte con Rexil; de manera que coge una circunferencia de unas dos leguas. Su término está dividido en cuatro barrios, denominados Elola, Erribarrena, Elizaburua y Erreca. El cuerpo de la universidad se compone de un grupo de unas diez y seis casas sin orden regular de calle; tiene una plaza, casa de ayuntamientos con posada; y el resto hasta el número de noventa y cuatro casas, que hay en toda la jurisdicción, consiste en caseríos esparramados de labranza. El vecindario de toda la jurisdicción asciende a 868 habitantes, según el censo de población formado en 1860. La iglesia parroquial es de la advocación de San Bartolomé, la cual se halla servida por un rector y dos beneficiados; su fábrica es antigua y de bastante buena arquitectura. El patronato de ella corresponde a la misma universidad; cuyos propietarios de casas proveen la rectoría. Antes del último concordato, la presentación de los beneficios se bacía por el rector en las vacantes de los meses de marzo, junio, setiembre y diciembre, y por su magestad en los otros ocho meses del año. Hay dos ermitas tituladas Santa Águeda y San Pedro de Iromendi; en la cual tiene también parte la universidad de Goyaz. La de San Juan Bautista de Iturrioz es así bien de propiedad común de Vidania y demás pueblos de la alcaldía de Sayaz. Esta universidad se titula NOBLE y LEAL; y para los repartimientos provinciales se halla encabezada en doce fuegos.

No se tiene noticia de la primera población de esta universidad; cuya existencia debe ser, no obstante. bastante antigua. Así es que su nombre figura en la real cédula librada por el rey D. Enrique III en Santa María de Pelayos a 24 de enero de 1399 con motivo de las reclamaciones hechas por diferentes pueblos de la provincia contra las exacciones de las contribuciones que se les pedían. Verdad es que no se hace /605/ mención de ella en algunos otros documentos antiguos; pero es seguramente, por que estaba comprendida bajo la denominación de Sayaz, en cuya alcaldía mayor anduvo siempre desde su origen. A pesar de esta dependencia de dicha alcaldía, Vidania siempre tuvo su administración económica independiente; así que el goce de sus montes y demás propiedades. Desde que a misma alcaldía logró en el año de 1563 la facultad de nombrar alcalde, su ayuntamiento se componía de éste, de dos regidores y un síndico procurador general. A éstos, con arreglo al auto-acordado de 5 de mayo de 1766, se aumentaron dos diputados del común y un síndico personero. Tal fue la organización municipal de esta universidad hasta que se plantificó en esta provincia la ley de ayuntamientos de 8 de enero de 1845; conforme a la cual, el suyo se compone en la actualidad de un alcalde, un teniente de alcalde y cuatro regidores. Consiguiente a este nuevo orden de cosas, aunque la alcaldía mayor de Sayaz desapareció como distrito judicial, subsiste en concepto de una unión para la concurrencia y representación en las juntas provinciales; a la cual pertenece esta universidad, como uno de sus miembros principales. Con arreglo a las ordenanzas antiguas de la hermandad de la provincia, el punto de Usarraga jurisdicción de esta universidad, era uno le los dos en que debían celebrarse las juntas particulares de ella. Después se trasladaron a la iglesia de San Bartolomé, a cuyo contacto existe todavía la sala en que se celebraban estas reuniones; destinada ahora a otros usos.

Los habitantes de esta universidad, como población rural, se dedican exclusivamente a la labranza de los campos, y crianza del ganado vacuno y lanar. Las cosechas principales consisten en trigo, maíz, nabo, castaña y legumbres; y sus montes abundan en arbolado, pastos, aguas y canteras de piedra caliza y para la construcción de edificios. No hay en su territorio fábrica alguna, ni otra industria de importancia; solamente tiene para su servicio un molino harinero. Tiene una escuela elemental de niños fundada por D. Bartolomé de Lopetedi, natural de la misma universidad, en escritura otorgada en Cádiz a 16 de setiembre de 1812 ante D. Juan Padilla, con la dotación de 3000 reales. Hay otra elemental de niñas instruida por D. Juan Francisco de Toledo, natural de Goyaz. en testamento otorgado en Jalapa de la Feria en 16 de febrero /606/ de 1815 por testimonio de D. Juan Francisco de Cardeña, con el salario de 2200 reales. Asisten a estas escuelas en tiempo de verano como dos docenas de niños y otras tantas niñas, y en invierno como un doble de este número; cuya tercera parte aproximadamente es del inmediato pueblo de Goyaz. Vidania es patria del P. M. D. Fr. Juan de Espila, de la orden de Santo Domingo, arzobispo de Matera en el antiguo reino do Nápoles, y antes catedrático de la universidad de Salamanca; y también de Francisco de Landa, gran trazador de iglesias y conventos, y singular geómetra. De la misma universidad descendían D. Diego de Rivero y Velasco, presidente de la audiencia de Panamá; y el doctor Vidania, oidor de la real chancillería de Valladolid.

VILLABONA : villa del partido judicial de Tolosa, arciprestazgo mayor, antiguo obispado de Pamplona. Se halla asentada en paraje llano sobre la carretera general de Madrid a la orilla del río Oria que la baña; y dista de Tolosa una legua, de San Sebastián tres, y de Madrid 78. Su posición geográfica es a los 1 gr. 38 min. de longitud oriental, 13 gr. 11 min. 38 seg. de latitud septentrional; y su plaza se halla a los 210 pies de altura sobre el nivel del mar. Confina por oriente con Amasa, por poniente con Cizurquil, por sur con Irura, por norte con Andoain. El cuerpo de la villa se reduce a una calle en el centro de la cual se halla la plaza, con una casa de ayuntamientos construida en el año de 1851; y hay alguna que otra casa suelta en la nueva calle principiada a formar sobre la carretera abierta a sus espaldas. La anterior casa concejil, que existía en el mismo punto actual, fue incendiada en el año de 1812 por los voluntarios de la provincia por haber estado de cuartel de los franceses. Tiene título de NOBLE Y LEAL VILLA; y su escudo de armas es un árbol encino rodeado de cinco flores de lis. Su vecindario a una con el de Amasa asciende a 1315 habitantes. según el censo de población formado en 1860. Villabona no tiene en su territorio primitivo iglesia alguna particular; sino que la de San Martín, que se halla en el punto de Amasa, es desde tiempo inmemorial común a ambas poblaciones. Solamente tiene en la misma plaza una basílica de la advocación de Nuestra Señora de la Piedad; cuyo patronato pertenece a la villa. Consta esto por declaración hecha por la real chancillería de Valladolid en 9 /607/ de mayo de 1601 en pleito seguido con Domingo de Arriaga, que lo pretendía. Fuera del pueblo, a distancia de medio cuarto de legua, hay otra ermita llamada Santa Cruz. Su patronato corresponde a la misma villa, según está declarado por el tribunal eclesiástico de Pamplona, en pleito con el fiscal del obispado, por sentencia pronunciada en 28 de julio de 1735. El patronato de esta villa es el apóstol Santiago; cuya festividad celebra anualmente con funciones religiosas y de plaza.

La memoria más antigua que se tiene de esta población es la expresión de su nombre entre los concurrentes a la junta que algunos pueblos celebraron en Mondragón en el año de 1398, para oponerse al pago del pedido que los recaudadores del rey les exigían. También figura en la junta celebrada por la provincia en el mes de febrero de 1484 en Villarreal de Urrechua. Como siempre ha dependido de la parroquia de San Martín de Amasa, esto induce a pensar que en su origen fue un lugar adherente a esta villa, cuya mayor antigüedad parece indisputable. La circunstancia de haber dependido de la jurisdicción de Tolosa todas las aldeas de la comarca, y de comprender esta villa en su foguera desde tiempo inmemorial la de Villabona, hacen por otra parte creer que perteneció a la vecindad de aquélla. Sin embargo. no consta con seguridad que Villabona hubiese estado sometida a ningún otro pueblo, ni que hubiese dependido de otra jurisdicción. Lo que sí se encuentra es que desde muy antiguo tuvo comunidad con Amasa en la iglesia parroquial, en la propiedad y goce de los montes concejiles, molinos, caminos públicos, etc. Esto parece que indica cuando menos un origen común; por más que lo demás esté envuelto en la obscuridad de los tiempos.

La población sobre que es este artículo se titulaba ya villa en el siglo décimo quinto; pero no se tiene noticia de la fecha de su concesión real. Consta que en el año de 1529 demandó a Tolosa en la chancillería de Valladolid sobre el ejercicio de la jurisdicción civil y criminal que esta villa disputó al alcalde de Villabona. La resolución de dicho tribunal fue favorable a esta última; la cual obtuvo sobre ello una real carta ejecutoria librada en el año de 1536. Consiguiente a su contexto, el corregidor de la provincia puso al alcalde de Villabona en posesión de la real vara de justicia, cárcel, horca, picota y demás insignias de la jurisdicción. Se hizo al mismo tiempo el /608/ amojonamiento de términos, no sin contradicciones y protestas de parte de Tolosa. Desde entonces quedó consumada la completa emancipación de Villabona; y ésta en el ejercicio de todas las prerrogativas de villa independiente y de por sí. Así subsistió hasta su agregación a la villa de Amasa, verificada en el año de 1619, según se expresó en el artículo descriptivo de la misma, que puede verse para complemento del presente. Esto no obstante Villabona continuó por mucho tiempo incluida en el encabezamiento fogueral de Tolosa, entregando los repartimientos provinciales al tesorero de esta villa. Los procuradores de Tolosa reasumían también en las juntas provinciales la representación de Villabona y votaban con los once fuegos que correspondían a ésta según se ve de los registros de aquéllas de los años de 1670 y 1672. De ellos resulta, en efecto, que entonces empezó Villabona a entregar sus contingentes directamente al tesorero de la provincia, y que tuvo  pretensiones a que Tolosa no votara con sus fuegos.

El pueblo de Villabona se hallaba incendiado en el año de 1509. Así resulta de una real cédula despachada por el rey D. Fernando el Católico en Valladolid a 12 de mayo del mismo año, inserta en el privilegio del encabezamiento perpetuo de las alcabalas de la provincia. En ella se hizo a Villabona merced de la rebaja de 4000 maravedís, acatando que la dicha villa está quemada, e por que mejor se pueble. No consta, sin embargo . cuando ocurrió esta desgracia, ni de qué se originó. La ocupación ordinaria y común de los habitantes es la agricultura; cuyas cosechas de trigo, maíz, nabo, manzana, castaña y legumbres son bastante buenas. Tiene bastante ganado vacuno y algo de cerda. En ella, se ha construido de nueva planta entre los años de 1858 y 1860 una fábrica de tejidos de algodón sobre los solares de la ferrería titulada Olaederra, ejecutada en el de 1763 con facultad real. Desde hace bastantes años existe también en su territorio una ollería; y proceden de tiempos antiguos los molinos harineros de Arroa y Orocaztegui. Villabona celebra feria de ganados el penúltimo lunes de cada mes. Tiene una escuela elemental de niños dotada con 3300 reales, y otra de igual clase de niñas con 2200, ambas de los fondos públicos. Se halla encabezada con Amasa en 22 fuegos, y su apoderado ocupa en las juntas de la provincia el vigésimo lugar a mano derecha del corregidor. Entre los hijos más /609/ distinguidos de esta villa se cuenta a Juan de Zurienea, dueño de la casa solar de Legarra. Se sabe por tradición que fue capitán de una compañía de cien hombres en tiempo del rey de Navarra D. García Iñiguez; y cuéntase también que se distinguió en un combate tenido con los moros en la sierra llamada Rumbre de Álava. Tiénese igualmente por natural de esta villa a Fr. Diego de San Pedro e Ibarra, confesor del emperador Carlos V; el cual, habiendo sido presentado para el arzobispado de Toledo, no lo quiso admitir. Murió en el año de 1543.

VILLAFRANCA: comunidad que se compone de los pueblos de Alzaga, Arama, Ataun, Beasain, Gainza, Isasondo, Lazcano, Legorreta, Villafranca y Zaldivia. Su origen es inmemorial, y no tiene más objeto que el aprovechamiento coman o en participación de los montes de Enirio y Aralar, o de sus productos, con la unión llamada de Amezqueta, según se dijo en esta palabra. Los productos de dichos montes se dividen a medias entre las dos uniones, y la de Villafranca distribuye su mitad en esta proporción: Lazcano la sétima parte de la masa común; Aliaga y Arama una parte; los restantes pueblos los gozan a iguales partes.

VILLAFRANCA: unión que la misma villa y la de Beasain formaron en el año de 1644 por tiempo de diez, para la concurrencia de sus procuradores a las juntas generales y particulares de la provincia. Disuelta a la conclusión de este término, las mismas dos villas y las de Zaldivia y Arama constituyeron nueva unión por otros diez años en virtud de escritura otorgada en 4 de mayo de 1682; la cual se renovó por la de 10 de abril de 1710 con la agregación de la villa de Ataun. Uno de sus capítulos establecía que un vecino de la de Villafranca debía ir todos los años a las juntas con poder de las cinco a costa de la misma; y que si alguna de las otras cuatro quisiese nombrar representante, lo pudiese hacer por sí en particular. Esta escritura presentada en las juntas del mismo año no fue aprobada en cuanto a la incorporación de Ataun; pero lo fue en las celebradas en el de 1712.

VILLAFRANCA: villa del partido judicial de Tolosa, arciprestazgo mayor, antiguo obispado de Pamplona. Tiene su asiento a la orilla izquierda del río Oria en una pequeña eminencia en terreno costanero de la carretera general. Su posición geográfica es a los 1 gr. 31 min. de longitud oriental, /610/ 43 gr. 4 min. 25 seg. de latitud septentrional; y su altura sobre el nivel del mar es de 582 pies en la plaza. Confina por oriente con Arama, por poniente con Beasain, por sur con Lazcano, por norte con Isasondo; de manera que coge una circunferencia corno de tres leguas. El cuerpo de la villa se compone de tres calles de edilicios regulares, bien empedradas y con losas en las aceras de ambos lados; y tiene una bonita carnicería y matadería construidas el año último. Es pueblo cercado, murado y torreado; de manera que sólo se puede entrar en él por cuatro puertas,que miran próximamente a los cuatro vientos cardinales. Tiene un arrabal llamado de Garagarza con bastantes casas. La única plaza que hay se halla en lo más elevado de la villa, que es el centro de la misma; y como es algo reducida sirve únicamente para los mercados y diversiones comunes. Fuera de la población hay otra con destino a juego de pelota; y en toda la jurisdicción tiene 1197 habitantes. La casa de ayuntamientos se halla situada en dicha plaza intramural; la cual fue construida de nueva planta entre los años de 1830 y 1832, sobre los solares donde existió la anterior destruida. A su frente estuvo la antiquísima de Lazcaibar Balda, llamada también palacio, la cual parece fue la primitiva fortaleza del pueblo; incendiada hace tres años, desapareció por completo. Entre los demás edificios que hay en éste sobresalen como los más notables por su importancia la casa palacio de Barrenechea, propiedad del marqués de Valmediano, situada a la entrada de la villa por la parte de Francia. y la contigua a ella, denominada de Zavala. Ambas son de buena arquitectura y construidas de piedra sillería bien labrada. En el balcón o corredor principal de la última se ve la particularidad de dos arcos que están pendidos; cuya obra no carece de mérito artístico, y llama la atención de los viajeros.

La iglesia parroquial de esta villa es de la advocación de Santa María de la Asunción; cuya fábrica es del siglo décimo sexto, excepto la torre, que fue construida en el año de 1783. Es de una sola nave, con capillas laterales y no ofrece nada de notable. Se halla servida por un vicario, un beneficiado mayor o entero, y cuatro medios; cuyo patronato corresponde a la villa. Sin embargo, la provisión de la vicaría se hace por el alcalde y los dos beneficiados enteros; y la de los beneficios, antes del último concordato, se verificaba por el vicario, el /611/ alcalde y el beneficiado decano. Hay una ermita, que es la titulada San Pedro, contigua a la parroquia, y hubo otra de la advocación de San Bartolomé; la cual fue destruida por las tropas en el año de 1813. Dentro de la misma villa hay un hospital de fundación inmemorial, cuyo patronato corresponde al ayuntamiento; destinado al socorro de los pobres naturales de ella de ambos sexos. Hubo un pósito de granos instituido por D. Esteban José y D. José María de Abaria en el año de 1772, bajo el patronato del vicario, beneficiado mayor, alcalde y primer regidor, para el socorro del público en sus necesidades. Los mismos fundaron una obra pía para dotación de dos doncellas huérfanas de esta villa con la propina de 150 ducados anuales a cada una; cuyos patronos son los cuatro individuos citados.

Según tradición, esta villa en su origen estuvo situada a orillas del río Oria donde la ermita de San Bartolomé; la cual se cree haber sido su primitiva parroquia. El nombre que entonces tenía era Ordicia. Aunque no he podido proporcionar documento comprobante de su fundación en el punto que ahora ocupa, hay antecedentes bastantes, que hacen creer que fue ordenada por el rey D. Alonso el Sabio en el año de 1256 al tiempo que la de Tolosa y Segura. Lo que sí consta es que el mismo monarca para el fomento de la población de esta villa libró en Sevilla a 30 de junio de 1268 el competente privilegio. Por éste le puso el nombre de Villafranca, mudando el de Ordicia, que todavía conservaba. Se ve también que le concedió el fuero, exenciones, libertades y regalías de la ciudad de Vitoria; y otorgó a sus vecinos, moradores y hombres buenos la merced de la exención del pago de todo pecho real. El rey D. Sancho IV, queriendo acabar la obra principiada por su padre . expidió otro privilegio en Valladolid a 28 de abril de 1290, confirmando los precedentes; y concediendo a sus pobladores otras exenciones y franquezas. Fuera de estos privilegios, Villafranca tiene otros, de los que los más importantes son los siguientes. Uno dado por el rey D. Enrique IV en Madrid a 14 de enero de 1467, para que no se le exigiesen los dos mil maravedís de la moneda nueva, que pagaba cada año a su magestad por razón del pedido ordinario. Por este instrumento se confirma además la exención que tenía ya de la contribución llamada fonsadera, servicios, moneda, yantar y demás tributos, a excepción de las alcabalas. La concesión de esta /612/ merced fue en consideración a sus servicios y los daños que sufría como pueblo de la frontera de Navarra en las guerras con este reino. Así resulta del privilegio en pergamino que conserva la villa de Segura, comprendida en estas gracias.

Los lugares de Alzaga, Arama, Ataun, Beasain, Gainza, Isasondo, Legorreta y Zaldivia, y varias casas del concejo de Lazcano se unieron a la vecindad de esta villa en virtud de escritura de concordia otorgada a 8 de abril de 1399. Esta sumisión, cuyo objeto fue el de formar un cuerpo respetable de defensa contra los malhechores que infestaban el país, así que contra los poderosos que les molestaban, se verificó mediante escritura de anexión celebrada con las convenientes condiciones. Conforme a ellas, el alcalde de Villafranca reasumió el ejercicio de las atribuciones judiciales, tanto en lo civil, como en lo criminal, en toda la extensión del territorio de dichos lugares; quedando los de éstos en la clase de pedáneos y sin jurisdicción propia. Esto no obstante, dichos lugares se reservaron su administración económica independiente; para lo cual conservaron sus ayuntamientos y concejos abiertos. Las expresadas concordias fueron confirmadas por el rey D. Enrique III en Turégano a 5 de agosto de 1402, por los reyes sucesores, y últimamente por D. Fernando y Doña Isabel en Córdoba a 27 de mayo de 1492. A medida que los mencionados lugares fueron aumentándose, y la necesidad de su protección se disminuyó con la mayor seguridad pública, empezaron a manifestar deseos de emanciparse. La razón que alegaron para practicar gestiones en este sentido fue los agravios que suponían haber recibido de parte de Villafranca. Es preciso confesar, sin embargo, que semejante causal no estaba justificada; y si es que se le habían causado algunos excesos, nunca podían ser tan graves que obligasen a una determinación de tal naturaleza. Debe atribuirse, pues, ésta principalmente a la inclinación natural que tenemos a la independencia respecto de los demás. Ello es que, después de haber litigado y luchado por bastante tiempo con Villafranca, lograron al fin en el año de 1615 su segregación de ella, mediante los reales privilegios de títulos de villas de por sí con jurisdicción propia. Por esta merced tuvieron que hacer a su magestad el servicio pecuniario correspondiente, como se expresa en los respectivos artículos.

Las casas del territorio de Lazcano, que estaban agregadas, /613/ llamadas Maizaundia, las dos Iztuetas lbarrolaburu, lnsaurrondo, las dos Maíz, las dos lzaguirres y Gomendradi continuaron en la dependencia de Villafranca. Los habitantes de ellas contribuían por consiguiente en la expresada villa; y a sus llamamientos acudían en todo. Con el tiempo ocurrieron algunas desavenencias entre ellos y los de Villafranca; y habiendo cesado también los motivos que les habían obligado a su anexión, mediante el sosiego público de estos reinos, promovieron su restitución a su antigua vecindad de Lazcano. Villafranca se conformó en la segregación; y así se verificó ésta en virtud de la escritura que otorgaron a 16 de febrero de 1648 por testimonio de Domingo de Ercilla, escribano de Areria. Las expresadas diez casas pagaron a Villafranca por esta separación la suma de doscientos ducados de plata doble; que exigió en compensación, para ayuda de costa de la nueva obra de la casa concejil que se proyectaba hacer.

El gobierno municipal antiguo de esta villa se fundaba en las ordenanzas aprobadas por el consejo de Castilla. Según ellas, su ayuntamiento debía componerse de un alcalde, de un teniente de éste para sus ausencias, enfermedades y demás impedimentos, de dos regidores, y un síndico procurador general; a quienes se aumentaron después dos diputados del común y un síndico personero, con arreglo al auto-acordado de 5 de mayo de 1766. En el día, conforme a la ley de 8 de enero de 1845 su corporación municipal consta de un alcalde, de un teniente de alcalde y seis regidores. Titúlase desde lo antiguo NOBLE Y LEAL VILLA; y su escudo de armas es en campo azul un castillo dorado con tres almenas y tiene por trofeo un cañón. Créese que ésta es la representación de alguno que en lo antiguo cojieron los naturales de esta villa en alguna batalla, según se dice por tradición vulgar muy recibida. Es lo cierto que desde tiempo inmemorial se conservó hasta principios del presente siglo en la casa concejil un cañón de hierro, del cual se servía para echar salvas en ocasiones de regocijos públicos, tránsito de personas reales y otras semejantes. Villafranca es uno de los pueblos donde se celebran alternativamente las juntas generales de la provincia; en las cuales, así como en las particulares, sus apoderados ocupan el décimo quinto lugar a mano derecha del corregidor. Para los repartimientos provinciales se halla encabezada en veinte y siete fuegos.

/614/ Esta villa se incendió el día 18 de marzo de 1512; a cuyas resultas quedó totalmente arruinada. Para su reparación la reina Doña Juana por privilegio expedido en Valladolid a 16 de octubre de 1514 le hizo la merced de 41.845 maravedís de renta en las alcabalas por tiempo de veinte y cinco años. Tuvo también algunos incendios parciales en los años de 1738 y 1751; en cuya vista en 17 de julio del año siguiente formó una ordenanza sobre la cantidad de paja que se podía tener en las casas, y obtuvo la real aprobación. El vecindario se emplea en su mayor parte en la labranza de los campos; cuyas cosechas principales consisten en trigo, maíz, nabo, castaña legumbres y hortaliza, siendo escasa la de manzana. Tiene también bastante ganado vacuno, lanar y de cerda. Su término es montuoso, tal cual poblado de arbolado, y abundante de aguas. En la villa hay varias tiendas de comercio bastante bien surtidas de géneros de telas, lienzos, paños, vasijería y otros de uso común en el país. Tampoco faltan en ella artesanos de los diferentes oficios usuales; como son carpinteros, canteros, herreros y albañales. En su jurisdicción no hay ferrería ni fábrica de ninguna clase, y sí únicamente dos molinos harineros. Villafranca celebra los miércoles de cada semana mercado bastante concurrido de aves, otros comestibles y granos: cuatro o cinco ferias de ganado al año, ó sea en los primeros lunes de cada mes desde Pascua de Resurrección hasta igual día anterior a Santiago : y otra general anual de géneros de telas, paños, lencería etc, el día 8 de setiembre e inmediatos. Tiene escuela elemental de niños dotada con 3300 reales anuales, otra de niñas de igual clase con 2200; ambas de los fondos municipales.

A luego que principió la última guerra civil Villafranca fue fortificada por disposición de la autoridad superior militar de la provincia; y para su defensa se formó por sus habitantes una milicia urbana, que auxiliase a la guarnición de tropa. Así se mantuvo sin novedad de consideración hasta los últimos días del mes de mayo de 1835; en que el general carlista D. Tomas de Zumalacárregui, voyante a la sazón en los sucesos de la guerra, trató de apoderarse de ella a viva fuerza. Presentóse este caudillo con sus batallones y artillería en las cercanías de esta población el día 25 del expresado mes. y la cercó; pero la guarnición y milicia urbana tomaron por su parte sus disposiciones para hacer una vigorosa defensa. El enemigo dio /615/ principio desde luego a los trabajos de ataque, que no pudieron impedirse a pesar del vivo fuego que se le dirigió; y así es que el inmediato día 26 lanzó contra esta población multitud de granadas y balas rasas por medio de dos cañones y dos obuses colocados en puntos próximos y acomodados. Continuó en los cinco días  siguientes el fuego de la artillería contra la puerta de Vitoria y casas fortificadas de Gazteluzar y Garagarza; cuya extensión abrió una ancha brecha, que fue cubierta durante la noche del 31 con tablones y sacos de tierra. A las dos de la mañana del inmediato se presentó el sitiador en la parte del Campo Santo, llamando la atención de la plaza con terrible gritería de asalto; al mismo tiempo que bajaba con silencio por la opuesta, o sea la de la brecha, con escalas y tablas, persuadido de poder introducirse por la misma. Los sitiados, sin intimidarse de todo este aparato de asalto, lo rechazaron serenos haciendo un horroroso fuego desde todos los puntos fortificados; en cuya vista desistió el enemigo de su empresa, dejando en el campo dos cadáveres y cuatro escalas con sus tablas. El mismo día 1.º de junio, después que amaneció, la guarnición hizo una salida; que tuvo el doble objeto de recoger estas escalas, y ahuyentar una partida, que oculta en las ruinas de la casa de lnsincionea, se ocupaba en abrir una mina. Ambos objetos se consiguieron por completo y con toda felicidad. El enemigo continuó el siguiente día un horroroso fuego de balas rasas e incendiarias, granadas y bombas; que produjo el efecto de destruir el fortín y parte de la casa de Garagarza, así como otras varias de la población.

En tal estado de cosas, a las cinco y media de la mañana del 3 enarboló el enemigo sitiador la bandera de parlamento; que admitido por la plaza, se recibió por ésta un pliego de Zumalacárregui intimando la rendición en el término de dos horas, pena de ser pasada a cuchillo. Al mismo tiempo ofrecía dar permiso para pasar a Villarreal, donde suponía se hallaban más de cuatrocientos prisioneros hechos a Espartero la víspera en Descarga; indicando además la ninguna esperanza de socorro, por haber sido también batidos los generales Valdés y Oraá. A esta intimación contestó la plaza, que saldrían de ella tres personas a cerciorarse del contenido en dicha comunicación; siempre que se presentasen en la misma en clase de rehenes tres oficiales de estado mayor, como se verificó.  /616/ Consiguientemente, pasaron al campo enemigo D. Manuel de Zavala, subteniente del regimiento de San Fernando, D. José Manuel de Usabiaga, alcalde de la misma villa y D. José María de Linzuain, gefe de la milicia urbana. Después de conferenciar con Zumalacárregui, y obtenido el salvo conducto, se dirigieron el primero y último a Villarreal acompañados de un coronel y teniente coronel; y cerciorados de los prisioneros de la retirada desastrosa de la división de Espartero, regresaron a Villafranca, con la confianza de obtener una capitulación honrosa. En su consecuencia, se verificó ésta, conviniendo en los artículos siguientes. 1.° Que la guarnición quedase prisionera de guerra, debiendo ser conducida a los depósitos establecidos, para ser cangeada. 2.° Que los oficiales de todas graduaciones conservarían sus equipajes, y los sargentos y tropa su equipo y vestuario. 3.º Que los particulares pertenecientes a la clase de la milicia urbana quedasen en plena libertad, pudiesen residir en el pueblo o pueblos que más les acomodase sin que pudiesen ser molestados. 4.º Que los conocidos por Chapelgorris fuesen considerados como tropa de línea de la guarnición. 5.° Que las personas y bienes de los habitantes de la villa serían respetados, sin ser molestados. 6.º Que los heridos, enfermos y empleados en el hospital fuesen tratados con arreglo a los artículos anteriores. 7.º Que en atención a la cualidad honrosa que concurría en la guarnición, de ser prisionera mediante capitulación, fuese preferida para el cange. 8.º Que a todas las familias de los oficiales y demás que vivían dentro de la villa, se les expidiesen pasaportes para donde les acomodase. 9.º Que las armas y pertrechos de guerra, municiones, artillería y demás enseres se entregasen a quien nombrase el caudillo -sitiador. Éste, con su estado mayor y tres compañías de guías de Navarra ocupó la plaza a las seis de la larde del día 3; y acto continuo se procedió a la entrega do los efectos militare; de ella. La tropa de la guarnición quedó prisionera en el cuartel de la casa palacio de Barrenechea. El paisanaje armado, que por una parte no confiaba en el cumplimiento de las condiciones referentes a él; y por otra deseaba continuar sus servicios al trono de la reina, obtuvo pasaportes para la plaza de San Sebastián, a donde se trasladó. Tal fue el curso y fin de este memorable sitio; que honra sobremanera a cuantos tomaron parte en su defensa.

/617/ Digno es, sin embargo, de particular mención el alcalde de esta villa el expresado Usabiaga, que infatigable asistió a todos los puntos donde la necesidad exigía, animó con su presencia a los defensores de la plaza, y adoptó cuantas disposiciones estaban a su alcance para la debida resistencia. En los nueve días que duró este sitio, el enemigo arrojó contra la plaza 60 bombas de 14 pulgadas, 1480 granadas de 9 y 7, 950 balas rasas de diferentes calibres, y 60 incendiarias. La guarnición se componía de dos compañías de quintos del regimiento de San Fernando, catorce Cbapelgorris rezagados, y cincuenta milicianos urbanos con inclusión de los emigrados; y para la defensa de la plaza no tenía más que un cañón de a 4 servido por un cabo con cuatro soldados de artillería. Llegaron a consumirse las balas que había para el servicio de este cañón; y los sitiados se vieron precisados a descolgarse a los fosos por medio de cuerdas, para recoger las que el enemigo lanzaba de igual calibre. En medio de todo esto, la plaza no solo se sostuvo heroicamente, sino que hizo varias salidas. Probablemente hubiera prolongado todavía la resistencia sin el descalabro sufrido en Descarga por la división del general Espartero; descalabro que hizo perder a los sitiados toda esperanza de ser socorridos y les obligó a capitular. Es fama que Zumalacárregui, sorprendido de semejante resistencia, al ver que todo su poder se estrellaba contra un pueblo fortificado tan a la ligera, y defendido con tan débiles elementos, se manifestó pesaroso de haber emprendido su sitio, cuya prolongación comprometía su crédito; y esto se explica bien por los términos en que está redactada la capitulación. La pérdida de la guarnición durante este sitio consistió en tres muertos y trece heridos.

Uno de los hijos más notables de que Villafranca es patria es el P. Andrés de Urdaneta, religioso agustino calzado en el convento de San Agustín de la ciudad de Méjico. Este insigne guipuzcoano nació en esta villa el año de 1498 de padres nobles; que lo fueron Juan Ochoa de Urdaneta y Doña Gracia de Cerain. En su juventud sirvió como soldado en Italia y Alemania; pero llamándole su inclinación a las matemáticas y náutica, dejó a profesión de la milicia terrestre para arriesgarse a las expediciones marítimas. Preparabase en la Coruña de orden del emperador Carlos V el año de 1525 una nueva armada al mando de D. García Jofre de Loaisa; la cual debía dirigirse a /618/ las islas Molucas, para continuar en la contratación del clavo de especia , después de haberse malogrado la que en 1519 salió bajo la dirección de Magallanes. Urdaneta se embarcó en esta expedición , que también fue muy desgraciada. Antes de pasar el estrecho se perdió una nave ; y dispersas las otras por causa de las borrascas, sufrieron grandes trabajos. Loaisa murió al pasar la línea equinoccial : su segundo el insigne Juan Sebastián de Elcano tuvo igual fin á los cinco días en brazos de Urdaneta y solo la nave que hacia de capitana al mando de otro guipuzcoano, Martín López de Carquisano , pudo llegar á las Molucas. Los ciento y veinte expedicionarios españoles que arribaron á estas islas, tuvieron con los portugueses varias contiendas y choques, y hubieran sido víctimas de la saña de estos sin la protección del rey moro de Tidore. Sin embargo, al abrigo de un fortín que construyeron , se sostuvieron contra ellos con mil trabajos hasta el año de 1529 ; siendo sus caudillos principales Hernando de la Torre y nuestro Andrés de Urdaneta, cuyo valor era asombroso. En este dicho año Carlos V cedió al rey de Portugal sus pretensiones sobre las Molucas; por lo que Urdaneta volvió á Europa en una nave de la India oriental, arribando á Lisboa con muchas penalidades. Pasó en seguida á la corte de España con el objeto de comunicar al emperador el descubrimiento de la vuelta de las Molucas, así que los de las islas del poniente , hoy Filipinas, y Nueva-Guinea; pero ocupado Carlos en la guerra de Túnez , su pretensión no fue despachada. Así que, cansado de las grandes dilaciones que se experimentaban en el consejo real, Urdaneta partió para Méjico. Aquí el virey D. Antonio de Mendoza , que conocía sus talentos y práctica de los mares, quiso darle el mando de la expedición que en 1542 se preparaba al descubrimiento de las expresadas islas del poniente; pero no lo aceptó. En su lugar se confió al general Rui López de Villalobos la dirección de la armada, la cual salió del puerto de Juan Gallego el 1.º de noviembre del propio año; pero se perdió miserablemente con muerte del mismo general en Amboina , asistido en los últimos momentos por San Francisco Javier.

De esta manera terminaron las cuatro expediciones dirigidas á los citados mares; expediciones, de las que los pocos españoles que sobrevivieron, entre ellos el capitán Urdaneta, regresaron con grandes penalidades a su patria. Urdaneta, cansado / 619/ de los afanes del mundo, tomó en 1552 a los cincuenta y cuatro años de su edad el hábito religioso en San Agustín de Méjico; pero, atento siempre al engrandecimiento y glorias de su patria, participó al rey D. Felipe II sus ideas de conquista y colonización de las islas Filipinas. Algunos años después este monarca mandó al virey de Méjico D. Luis de Velasco preparar otra expedición con dicho objeto; pero con especial prevención de que fuese dirigida por el hábil cosmógrafo nuestro Urdaneta. Conferenció éste con el virey, y arregló todos los pormenores de la armada; cuyo mando, a propuesta del mismo, se confió a D. Miguel López de Legazpi. su paisano y amigo. La expedición salió del puerto de la Natividad el 21 de noviembre de 1564, en la cual se embarcó el P. Urdaneta en calidad de gefe de la misión y director de los pilotos, llevando a sus órdenes cinco religiosos. Llegaron a Filipinas en 1565, y allí es donde trabajó con una constancia y un celo verdaderamente apostólico con sus dignos compañeros, en la grande obra a que habían sido enviados; que consistía en la conquista material y moral de las islas por medio de la propagación de la fe católica. Urdaneta después que dejó situado convenientemente a Legazpi en Filipinas, volvió a Méjico en la nao capitana, que iba a cargo de Felipe de Salcedo, nieto de este general con el objeto de descubrir un nuevo rumbo para el viaje. Muchos murieron en esta navegación; pero Urdaneta, a pesar de sus años y fatigas, arribó a salvo al puerto de Acapulco. Llegado a Méjico, hizo a la real audiencia relación de las islas y de su inmenso archipiélago; y se embarcó en seguida para España, a fin de poner en conocimiento del rey todo lo obrado, y promover los negocios de Filipinas. Contento con la pobreza que había profesado, no admitió premio alguno; y obtenidos nuevos despachos dio la vuelta a Méjico, a activar todo lo relativo a la nueva conquista, y descansar en el retiro de la celda de tantos trabajos. Pero su salud estaba tan quebrantada a consecuencia de éstos, que falleció en dicha ciudad en 3 de julio de 1568 a los setenta años de su edad. Es indudable que este ilustre hijo de Villafranca prestó muy señalados servicios a la España bajo diferentes conceptos. Como militar dio grandes pruebas de asombroso valor; como marino fue uno de los hombres más inteligentes en la navegación; como misionero apostólico uno de los que con más celo y buen /620/ éxito trabajaron en la propagación de la doctrina cristiana en el archipiélago filipino. A él se debe en gran parte, a una con Legazpi, la posesión de este inmenso territorio; a él deben los marinos el conocimiento del viento que llaman huracán; al mismo se debe el descubrimiento de una nueva ruta para comunicarse el nuevo -Mundo con los mares de la China. Así es que el P. Grijalva en su historia de Méjico hace de nuestro personaje, al hablar de la empresa de Filipinas, el elogio siguiente: era el P. Urdaneta persona tan cabal para el efecto, que ni para la navegación, ni para la guerra, ni para la predicación y fundación de aquellas iglesias no se pudiera hallar ni desear otro que le igualase. Su grato recuerdo será, pues. imperecedero en aquellas islas, donde fue el primer prelado de su orden; y su retrato es el primero de los que se hallan colocados en el claustro del convento de San Agustín de Manila.

También ha dado el ser esta villa a otros varios personages ilustres, como son los siguientes. Ochoa Álvarez de Isasaga, tesorero de la reina Doña Juana, su secretario en 1508. y comendador de la orden de Santiago. D. Martín de Mújica, comendador de la orden de Santiago, contador mayor de cuentas, del consejo de su magestad y gobernador de Chile hacia el año de 1515. D. Juan Pérez de Lazcaibar Balda, del consejo de hacienda por los años de 1540. D. Domingo de zavala, contador mayor del rey D. Felipe III, y del consejo de hacienda; el cual murió en 1614, D. Juan de Isasaga Arrue y Mújica, maestre de campo y caballero de la orden de Calatrava, que floreció a principios del siglo diez y siete. D. Juan de Arteaga, maestre de campo en Milán hacia el año de 1630. y caballero de la orden de Santiago; quien murió en las guerras de Italia de la misma época, D. Juan Antonio de Arteaga, caballero de la propia orden, maestre de campo general. D. Lorenzo Ochoa de Arín, secretario del rey, gobernador de la ciudad de Aritan en la provincia de Honduras por los años de 1700. D. Luis de Arteaga, teniente general de los reales ejércitos, y gobernador de la plaza de Jaca, que falleció hacia el año de 1780. D. Joaquín José de Arteaga, grande de España de primera clase. D. Esteban José de Abaria e Imaz, ministro decano del consejo y cámara de Indias, caballero de la orden de Calatrava. D. José de Abaria, hermano del precedente. del consejo de su magestad en el tribunal de la contaduría /621/ mayor de hacienda; el cual murió en 1771. D. Francisco y D. Andrés de Otamendi, secretarios del rey, y sus oficiales en el ministerio de estado por los años de 1736. D. Juan de Amezqueta, secretario del rey, de justicia y de la cámara. D. Francisco Javier de Lardizabal, caballero del hábito de Santiago, del consejo de su magestad, su secretario y ministro del tribunal de la contaduría mayor del reino. D. Agustin de Ayestarán y Landa, obispo de Botra in partibus, auxiliar del arzobispo de Sevilla. D. Diego de Zavala, del consejo de hacienda. Por último, D. Manuel José de Zavala, conde de Villafuertes; cuya relación queda hecha en la descripción de Tolosa, de donde era vecino desde principios de este siglo.

VILLARREAL: villa del partido judicial de Vergara, arciprestazgo mayor, antiguo obispado de Pamplona, conocida antiguamente con el aditamento de Urrechua. Se halla situada sobre la carreterra general en la ribera izquierda del río Urola, al pié del elevado monte llamado lrimo, a los 1 gr. 23 min. de longitud oriental, 43 gr. 5 min. 48 seg. de latitud septentrional; y su altura sobre el nivel del mar es de 1277 pies. Confina por oriente con Zumárraga, por poniente con Anzuola, por sur con Legazpia, por norte con Azcoitia. Dista de Vergara dos leguas, de Tolosa cinco, de San Sebastián nueve, de Vitoria nueve, de Bilbao trece, de Madrid setenta y dos. El cuerpo de la villa se compone de dos calles principales y una plaza; y tiene casa de ayuntamientos, alhóndiga, carnicería y una fuente de servicio público. Tiene además un arrabal contiguo a la población; y en toda su jurisdicción hay 989 habitantes, según el último censo de población. En ella existen las casas solares antiguas o palacios de Ipenarrieta, Areizaga, Necolalde, Zavaleta y Galdós, notables por su magnificencia; y algunas otras diferentes armeras.

Esta villa fue mandada poblar por el rey D. Juan I de Castilla; quien para el efecto expidió en Segovia a 3 de octubre de 1383 la correspondiente carta de privilegio. Concedió por ella a los moradores de las tierras de Urrechua licencia para poblar una villa que se titulase Villarreal con los fueros, privilegios y libertades que tenía la de Azpeitia; y le señaló también el término municipal competente. Le otorgó así bien la jurisdicción civil y criminal, y la facultad de poner alcalde y escribanos, como en la citada villa; y designó las personas /622/  que habían de partir los solares. Esta carta-puebla fue confirmada por D. Enrique III en las cortes de Madrid a 20 de abril de 1391; por D. Juan II en Valladolid a 12 de abril de 1420; por los reyes católicos en Barcelona a 28 de noviembre de 1492. La población de esta villa no debió tardar en verificarse, y en adquirir ella alguna importancia; pues se ve que en el mes de febrero de 1484 celebró la provincia en la misma su junta de procuradores, para hacer la entrega del sello a Domenjón González de Andía, como a su escribano fiel.

La colación de Santa María de Zumárraga se agregó a la vecindad de esta villa en el mismo año de 1383 la de San Miguel de Ezquioga en el de 1385. Otorgaronse para el efecto las oportunas escrituras de concordia; que fueron aprobadas por el rey, según se expresa en los respectivos artículos concernientes a Ezquioga y Zumárraga. Estas anexiones fueros motivo de disidencia con la villa de Segura; las cuales vinieron a producir un pleito. Segura pretendía pertenecerle la jurisdicción de dichos dos entonces lugares en virtud de pactos anteriores; a lo cual se opuso Villarreal fundándose en las concordias celebradas con ella. Las partes comprometieron la resolución de esta cuestión en jueces árbitros y amigables componedores; que lo fueron Ochoa Martínez de Abisquiza. Íñigo Sánchez de Aguirre y Pedro de Areizti. Éstos, atendiendo más bien a las consideraciones de conveniencia pública que a la estricta legalidad, pronunciaron la sentencia, declarando que no solamente Zumárraga y Ezquioga, sino la misma ViIlarreal, debían pertenecer a la vecindad de Segura. Consentida por las partes, esta sentencia fue confirmada por el re y D. Enrique III en Burgos a 15 de julio de 1405. Las razones que dichos árbitros alegaron para determinar la agregación de Villarreal a la jurisdicción de Segura fueron las siguientes. 1.ª Que a pesar del mandato de D. Juan I para poblar a Villarreal, y de los privilegios concedidos para el efecto. solamente tres o cuatro pobladores habían venido a morar en ella. 2.ª Que la causa de esta falta de pobladores consistía en los mayores privilegios de que gozaba Segura; la cual era una de las villas más honradas de Guipúzcoa, y preferían estar al fuero de ella. 3.ª Que con motivo del nombramiento de concejales habían ocurrido cada año en Villarreal muchas muertes, escándalos y levantamientos. Consiguiente a la expresada decisión /623/ arbitral, esta villa quedó reducida a la clase de mera aldea de Segura, sin más autoridad propia que un jurado. No constan las razones que hubo después para variar semejante estado de cosas. Pero es lo cierto que estas dos villas convinieron en que la de Villarreal se segregase del todo de la vecindad de Segura; y solicitaron para ello de mutua conformidad la real autorización. Concedida ésta en Valladolid a 6 de marzo de 1411, ambas villas otorgaron en 8 de octubre siguiente la correspondiente escritura de separación. En su virtud, Villarreal quedó enteramente libre de la dependencia de Segura; y así recuperó el carácter y prerrogativas de villa de por sí con la jurisdicción civil y criminal, mero y mixto imperio. Por lo tanto volvió a constituir su gobierno municipal propio; y su alcalde entró a ejercer las funciones que le correspondían, como a los demás de la provincia, según las leyes especiales de la misma.

Las ordenanzas más antiguas de que se tienen noticias concernientes a la organización municipal de esta villa son las hechas por el corregidor D. Rodrigo Vela Núñez de Ávila en 20 de octubre de 1513. Suponen ellas la existencia de un alcalde, jurado y otros funcionarios del gobierno municipal; y se reducen a los siguientes capítulos. 1.º Que los que hayan sido alcaldes o concejales de otro orden no puedan ser reelegidos sin guardar el hueco de dos años. 2.° Que no se ponga procurador general sin autorización de su magestad. 3.º Que el alcalde y jurado en el año que fuesen no contribuyan en pechos y derrama alguna provincial, real, ni concejal, según se había acostumbrado; y que en los montes, ejidos y otras cosas que se repartiesen entre los vecinos y moradores de la villa tuviesen parte como éstos. Después, el día 30 de setiembre de 1537 formalizó sus ordenanzas municipales; según las cuales, el alcalde y demás concejales debían ser nombrados por cuatro electores sacados en suerte de entre los vecinos concejantes. Con arreglo a las citadas ordenanzas municipales antiguas, el ayuntamiento de esta villa se componía de un alcalde, dos regidores y un jurado honoroso; a los cuales, en virtud del auto-acordado de 5 de mayo de 1766, se aumentaron dos diputados del común y un síndico personero. En el día conforme a la ley vigente, tiene un alcalde, un teniente de alcalde y tres regidores. Varias son también las disposiciones adoptadas por esta villa en materias de buen gobierno y administrado de 624 ella. Consta en efecto, que por real cédula de 4 de febrero de 1457 se aprobó un acuerdo suyo mandando que en adelante no se construyese ninguna casa fuera del recinto de la villa, ni aun en el arrabal. Es también constante que en el año de 1533 se hicieron dos ordenanzas; la una prohibiendo vender sidra aguada, la otra para que no se hiciesen hornos de pan fuera del pueblo. Aparece igualmente que en el de 1535 se hizo otra, prohibiendo el roturar y sembrar en los terrenos concejiles. Pero las más formales fueron las establecidas en 1537 con muchos capítulos, que tratan de la policía urbana y rural, venta, aforo y tasa de comestibles y de otras materias tocantes al régimen local. Entre sus disposiciones llama la atención una; por la cual, se prohíbe el que mujer alguna vaya con presentes a visitar a las paridas, ni a recién casadas, salvo los hermanos, hermanas, cuñadas o compadres de las mismas.

La iglesia parroquial de Villarreal está dedicada a San Martín, obispo de Tours. Es de patronato de la misma villa, y se halla servida por tres beneficiados; de los cuales, uno es vicario para la administración de sacramentos. La fábrica de ella es muy anterior a la fundación de la villa; pero su torre se acabó de construir el año de 1537, en el cual se colocaron también las campanas. Se estableció en la misma el reloj en el año siguiente, como consta del libro de cuentas de la fábrica. En los primeros tiempos esta parroquia estuvo gobernada por un solo sacerdote con título de rector perpetuo. Parece que en su elección solía haber algunas disensiones; por lo que el diocesano de Pamplona a petición de la villa hizo en 12 de febrero de 1437 un estatuto reducido a lo siguiente. 1.º Que quedase suprimida la rectoría perpetua de dicha iglesia. 2.º Que en su lugar se creasen de nuevo cuatro beneficios; cuya provisión hiciesen el alcalde, jurado y concejo entre clérigos vecinos u oriundos de la misma villa. 3.° Que si al tiempo de la vacante no hubiese en el pueblo clérigo de estas circunstancias se pudiese proveer persona extraña de él. 4.° Que estos cuatro beneficiados hubiesen de percibir con igualdad los diezmos y oblaciones. 5.° Que para la administración de sacramentos el clero y pueblo propusiesen al obispo uno de los cuatro beneficiados que pareciese el más idóneo y suficiente; quien debería gozar de las obvenciones que tenían los demás párrocos de Guipúzcoa. Para la validez de este estatuto la villa solicitó la aprobación /625/

/624/ ella. Consta en efecto, que por real cédula de 4 de febrero de 1457 se aprobó un acuerdo suyo mandando que en adelante no se construyese ninguna casa fuera del recinto de la villa, ni aun en el arrabal. Es también constante que en el año de 1533 se hicieron dos ordenanzas; la una prohibiendo vender sidra aguada, la otra para que no se hiciesen hornos de pan fuera del pueblo. Aparece igualmente que en el de 1535 se hizo otra, prohibiendo el roturar y sembrar en los terrenos concejiles. Pero las más formales fueron las establecidas en 1537 con muchos capítulos, que tratan de la policía urbana y rural, venta, aforo y tasa de comestibles y de otras materias tocantes al régimen local. Entre sus disposiciones llama la atención una; por la cual, se prohíbe el que mujer alguna vaya con presentes a visitar a las paridas, ni a recién casadas, salvo los hermanos, hermanas, cuñadas o compadres de las mismas.

La iglesia parroquial de Villarreal está dedicada a San Martín, obispo de Tours. Es de patronato de la misma villa, y se halla servida por tres beneficiados; de los cuales, uno es vicario para la administración de sacramentos. La fábrica de ella es muy anterior a la fundación de la villa; pero su torre se acabó de construir el año de 1537, en el cual se colocaron también las campanas. Se estableció en la misma el reloj en el año siguiente, como consta del libro de cuentas de la fábrica. En los primeros tiempos esta parroquia estuvo gobernada por un solo sacerdote con título de rector perpetuo. Parece que en su elección solía haber algunas disensiones; por lo que el diocesano de Pamplona a petición de la villa hizo en 12 de febrero de 1437 un estatuto reducido a lo siguiente. 1.° Que quedase suprimida la rectoría perpetua de dicha iglesia. 2.° Que en su lugar se creasen de nuevo cuatro beneficios; cuya provisión hiciesen el alcalde . jurado y concejo entre clérigos vecinos u oriundos de la misma villa. 3.º Que si al tiempo de la vacante no hubiese en el pueblo clérigo de estas circunstancias se pudiese proveer persona extraña de él. 4.° Que estos cuatro beneficiados hubiesen de percibir con igualdad los diezmos y oblaciones. 5.° Que para la administración de sacramentos el clero y pueblo propusiesen al obispo uno de los cuatro beneficiados que pareciese el más idóneo y suficiente; quien debería gozar de las obvenciones que tenían los demás párrocos de Guipúzcoa. Para la validez de este estatuto la villa solicitó la aprobación /625/ del papa. Consiguientemente Sixto IV por su bula de 17 de setiembre de 1471 cometió la resolución de este asunto a D. Enrique de Belmonte, arcediano de tabla de la iglesia de Pamplona; quien lo confirmó en Roma a 17 de octubre del mismo año. Por otro despacho del tribunal eclesiástico de 15 de octubre de 1507 el cuarto beneficio se dividió en dos porciones; de manera que tuviese la una un beneficio con las cargas ordinarias, y el otro hiciese de sacristán y coadjutor. Pero estas piezas no se proveen en el día a causa de su corta renta. Tiene dos ermitas denominadas Santa Cruz y Santa Bárbara; pues aunque había otra de la advocación de San Sebastián, se halla profanada. Para el recogimiento de los pobres del pueblo, hay así mismo un hospital; el cual en su origen fue fundado para hospedería de peregrinos transeúntes.

En la expresada iglesia parroquial existe el cuerpo de Santa Anastasia, virgen y mártir. Fue donado a la misma por el R. P. Fr. Francisco de la Cruz y Necolalde en virtud de escritura otorgada en Madrid a 5 de junio de 1674 por testimonio de Francisco Hidalgo de Quintanilla, notario apostólico. Se le colocó en el año siguiente en una caja o arca de tres llaves; una de las cuales se entregó al vicario, otra al alcalde, y la tercera al mayordomo. También posee las reliquias de las once mil vírgenes, de Santa Jucundina y de los santos mártires Constancio, Félix, Vicente y Peregrina. Conserva las correspondientes auténticas, que las han reconocido los obispos en sus santas visitas, y últimamente en la verificada por el ilustrísimo Sr. D. Severo Andriani el año de 1848.

Esta villa celebra feria general por los días de Santa Lucía 13 de diciembre de cada año. Antiguamente esta feria se hacía en la ermita de Santa Lucía de Ezquioga; la cual cesó en 1727 en virtud de un acuerdo de las juntas generales de la provincia; para que no hubiese semejantes concursos en despoblado, como es aquel paraje. A su consecuencia, la villa de Villarreal recurrió al consejo de Castilla con la solicitud de que se trasladase al cuerpo de la misma dicha feria. Se accedió a esta petición; y para el cumplimiento de lo acordado se libró el competente privilegio en Madrid a 24 de mayo del propio año. La villa de Ezquioga se opuso a esta mudanza, y a que se diese uso a la real provisión que la ordenaba; pero, no obstante, prevaleció el cumplimiento de la gracia concedida. Por /626/ otra de 31 de enero de 1777 logró esta villa real facultad para celebrar en cada mes una feria franca de derechos para la compra y venta de todo género de granos y ganados. El señalamiento del día en que hubiese de verificarse esto se cometió al corregidor; quien eligió para el efecto los primeros martes de cada mes. Esta villa formó en 1696 unión con la de Anzuola con la denominación de Irimo para la asistencia alternativa a las juntas provinciales para tiempo de diez años; los que se prorogaron para otros nueve en 1706, y nuevamente para diez más en 1716, a cuya expiración se disolvió tal hermandad. Villarreal tuvo un pleito con la entonces universidad, hoy villa de Anzuola, sobre la propiedad del monte lrimo-sabel; el cual se decidió por la real chancillería de Valladolid por sentencia pronunciada en 21 de julio de 1496 en favor de la primera. La misma ha tenido también varias diferencias con la inmediata de Zumárraga. La más antigua de que hay noticia es la que ocurrió el año de 1534 sobre la construcción del puente llamado Zubiberria; de cuya particularidad se tratará en el artículo de Zumárraga. Tuvo lugar otra desavenencia en 1713 sobre la reposición de dos piedras, que se hallaban puestas en el estribo del remate del arco del mismo puente por la parte de Villarreal; piedras, que los de Zumárraga quitaron, para pasar con más desembarazo los carros de piedra necesarios para la construcción de la nueva torre de su iglesia. La diputación de la provincia, que tomó conocimiento de este negocio, pronunció su sentencia en la villa de Azcoitia a 13 de julio del mismo año. El fallo se redujo a mandar que se repusiesen dichas piedras a costa de Domingo de Jáuregui, jurado honoroso, que los había quitado; pero entendiéndose esto sin perjuicio del derecho de las partes en cuanto a la propiedad del puente. Zumárraga apeló de esta providencia para ante el consejo real; y aunque obtuvo la provisión ordinaria de emplazamiento, no parece que hubiese mejorado la apelación. También han tenido ambas villas en época posterior otras diferencias sobre el servicio militar de tránsitos y alojamientos. Del registro de la junta general de Guetaria de 1776 se ve que Zumárraga presentó un memorial, exponiendo que hacía con igualdad a Villarreal el servicio de bagajes y alojamientos; y fundada en esta consideración, solicitó que en lo sucesivo corriese alternativamente el honor del empleo de /627/comisario de tránsitos. La junta accedió a esta petición; cuya determinación protextó el apoderado de Villarreal. En las de Cestona del año inmediato pidió la segunda la revocación del precedente acuerdo, o que a lo menos se providenciase que la tropa que bajase de Castilla, no excediendo de doce individuos, se alojase en la misma, y la que subiese para el interior en igual número lo hiciese en Zumárraga. La junta decretó, que subsistiendo el acuerdo de la de Guetaria, se observase el método que proponía la villa de Villarreal cuyo apoderado pidió certificado de esta acta. Siguiendo así las cosas, el capitán general estableció a principios de 1819 en Villarreal una partida de tropa destinada a la persecución de malhechores; y habiendo propuesto a Zumárraga el relevo al cabo de un mes, esta villa se opuso a ello, fundándose principalmente en que dicha partida tenía su pasaporte y destino para Villarreal. Con este motivo tuvieron ambos pueblos su correspondencia; por cuyo desacuerdo se sometió el negocio a la determinación de la diputación. Esta corporación, después de oír a las partes, y examinar los antecedentes, mandó en 28 de mayo que Zumárraga preparase luego el cuartel para la tropa en cuestión; a fin de que alternase ésta en las dos villas, de manera que se hiciese el servicio con igualdad. Quedó por consiguiente sancionado el principio de ésta en las cargas del servicio militar, como lo tenían en los honores del mismo ramo.

Esta villa desde su primera fundación goza del título de NOBLE Y LEAL. Su escudo de armas se halla dividido en cuatro cuarteles; en el primero de los cuales figura un castillo, en el segundo un león, en el tercero dos fajas, y en el cuarto tres cadenas atadas por el medio. Consta de actas que en el día 6 de marzo de 1658 hubo en ella un incendio; a cuya consecuencia quedaron totalmente germadas veinte y seis casas, con más la torre y cobertizos de la iglesia parroquial. Los daños que hubo con este motivo se regularon en doce mil ducados. El terreno de su término es muy quebrado escaso de arbolado, pero abundante en aguas y pastos. Las cosechas de trigo y maíz que recoge son escasas; las de castaña y legumbres son mejores, y tiene bastante ganado vacuno, lanar y de cerda. No hay en su territorio ferrería ni fábrica alguna; sólo sí dos molinos harineros, una tejería, y algunos telares de lienzos y marraguería. Tiene una escuela elemental de niños dotada con 3300 reales /628/ anuales, y otra incompleta de niñas con 1100. En ella hay una administración de correos y postas. Para los repartimientos foguerales se halla encabezada en trece fuegos; y en las juntas de la provincia sus apoderados ocupan el vigésimo cuarto lugar a mano derecha del corregidor.

Esta villa ha producido los distinguidos hombres siguientes. D. Miguel de lpeñarrieta, caballero de la orden de Santiago, secretario del rey y del consejo de hacienda. D. Cristóbal de lpeñarrieta, caballero de la orden de Calatrava, del consejo de hacienda, y contador mayor en tiempo del rey D. Felipe III. D. Tomás de lpeñarrieta, capitán general que fue de Andalucía. D. Juan de Galdos, secretario del rey y contador de resultas. El R. P. Fr. Francisco de la Cruz, procurador general de carmelitas descalzos en 1675, que en el siglo se llamó D. Francisco de Necolalde y Zavaleta; el cual llegó a obtener la dignidad de cardenal. D. Carlos de Areizaga, primer caballerizo y gentil-hombre de cámara de su magestad, y capitán general de los reales ejércitos. D. Felipe de Areizaga, caballero de la orden de Santiago, teniente general de caballería en la vanguardia del ejército de Cataluña. D. Juan Carlos de Areizaga, barón del Sacro Romano Imperio, caballero del hábito de Santiago y de la cruz laureada con placa de la real y militar orden de San Fernando, teniente general de los reales ejércitos, y capitán general de las tres provincias vascongadas. En 1793 fue sargento mayor de los tercios Guipúzcoanos, que se levantaron por la provincia con motivo de la guerra de la república francesa. Continuó sus servicios en la de la independencia, distinguiéndose en la batalla de Alcañiz ocurrida en 23 de mayo de 1809; donde con la división de su mando defendió valerosamente el puesto de la ermita de Fórnoles, que los franceses se empeñaron infructuosamente en tomar. A este glorioso hecho de armas debió el que algunos meses después fuese nombrado por la junta central general en gefe del gran ejército de Castilla la Nueva. Pero, si en la batalla de Alcañiz alcanzó un merecido lauro fue desgraciadísimo en la de Ocaña de 19 de noviembre del mismo año; en que el numeroso ejército español dirigido por él sufrió una derrota completa, de la que en mucho tiempo no pudo reponerse. A su consecuencia, después de algún tiempo, fue separado de este mando, y no volvió a obtenerlo en adelante. Sin embargo, concluida la guerra de la /629/ independencia, obtuvo la capitanía general de Guipúzcoa; y teniendo fijada su residencia en Tolosa, murió en esta villa el día 18 de marzo de 1820, siendo trasladado su cadáver al Campo Santo de Villarreal a los dos días.

Por último nació en esta villa D. Gaspar de Jáuregui, llamado vulgarmente el Pastor, por haberlo sido en su niñez. En el movimiento general de los españoles contra el tirano Napoleón, fue el primero que en junio de 1810 se levantó en esta provincia con otros seis individuos; cuya partida con el tiempo fue engrosándose, hasta llegar a formar y organizar tres numerosos batallones, cuyo coronel gefe fue. Al principio se limitó a atacar a las escoltas de correos y convoyes, sorprender a las partidas sueltas, molestar al enemigo bajo todos conceptos, y retirarse por los montes y caminos desconocidos por éste al interior del país; cuya protección y simpatías tenía. Después que llegó a organizarse algún tanto, hizo frente al francés en cuantas ocasiones favorables se le ofrecieron; le atacó, y arrollo no pocas veces. Así que muchas fueron las sorpresas y acciones de guerra felices que dio, y que sería largo referir aquí; ostentando en todas su pericia y buenas cualidades militares. Cambron, Doumouthier,, Mouton, Austenac y Palombini acreditados generales franceses, tuvieron buenas pruebas de las distinguidas cualidades militares de este intrépido Guipúzcoano en acciones formales; de que fueron testigos los campos de Loyola e Izarriz de Azpeitia, Segura, etc. Pero no solamente las hubo dentro de los limites de esta provincia, sino aun fuera de ellos; como sucedió en Orozco, Lequeitio, Guernica, Durango, Orduña y Bilbao, en Vizcaya, Castiliscar,, Muez, Irurzun y Araquil, en Navarra. A pesar de tan señalados servicios prestados a la patria, y de haber recibido tres balazos, concluida la guerra de la independencia, quedó arrinconado en este su pueblo nativo, sin que el gobierno del rey le diera recompensa alguna, a que sin duda era bien acreedor. En la segunda época constitucional se comprometió en el partido liberal; y a la entrada del ejército francés en 1823, habiéndose retirado al interior, obtuvo en Asturias y Galicia el mando de una brigada. Disuelto entonces el gobierno constitucional, tuvo que ir como prisionero de guerra a Francia; y no pudo venir a España por estar excluido de las amnistías concedidas. Tuvo, pues, que permanecer emigrado,

/630/ hasta que los acontecimientos políticos ocurridos en esta provincia por octubre de 1833 exigieron su inmediata venida; como lo verificó a llamamiento del capitán general D. Federico Castañon, bajo la seguridad de ser indultado. Durante la misma guerra civil ascendió al grado de brigadier con la comandancia general de esta provincia, y más adelante al de mariscal de campo de los ejércitos de la nación. Hecha la paz, fue nombrado segundo cabo de la capitanía general de estas provincias; en cuyo desempeño murió de enfermedad en Vitoria el 19 de diciembre de 1844 a la edad de cincuenta y tres años. Sus restos mortales se trasladaron por la diputación de la provincia a la iglesia parroquial de Villarreal el 20 de junio de 1852; y se depositaron con una función fúnebre en un panteón erigido por la misma en memoria de los distinguidos servicios que prestó a la patria, tanto en la época de la guerra de la independencia, como en la segunda constitucional y en la última civil. Tenía la gran cruz de la real orden de Isabel la Católica, y otras varias cruces; y después de su muerte se anunció la concesión de la gran cruz de San Hermenegildo. Era reservado y modesto en sus acciones: valeroso y sereno en los combates; dotado de un talento natural nada común; probo y honrado; humano en la guerra. Su muerte fue por lo tanto muy sentida por cuantos le conocían.