Una expedicion a Guipuzcoa

IV

VERGARA

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/29/ Despues de pasar quince ó veinte dias en Santa Agueda ó en Arechavaleta, la mayor parte de los concurrentes á estos establecímientos, unos por recreo y otros por via de complemento á la recuperacion de su salud, se dirigen para continuar sus baños en una de las playas ó puertos del Occeano cantábrico. Los puntos que para este objeto suelen merecer su eleccion, son generalmente las playas de San Sebastian, de Portugalete y Deva, á cuyo número hay que agregar la casi ignorada de Zarauz que de poco tiempo á esta parte va revelando sus pretensiones y aspira tambien al honor de la eleccion. Pero cualquiera que sea la qué haga el viajero bañista, tiene con precision que continuar la carretera real de Francia y dirigirse á Vergara, a ese pueblo cuyo nombre es tan grato para los amantes de la paz y cuyos campos fueron teatro del /30/  suceso mas grandioso que cuenta España en sus anales. En efecto, por poco tentada de la curiosidad y por poco afecta que sea á las glorias españolas la persona que por primera vez recorra aquel país, imposible es casi que aun mucho antes de llegar á aquellos célebres campos, no pregunte con interés á los que le rodean por el sitio en que se dieron los generales de ambos ejércitos el famoso abrazo que ha tomado el nombre del pueblo á cuya vista se dió y que tan fecundo fué para la nacion en ventajosos resultados. Entre el rio Deva y el camino real y como á distancia de unas treinta varas de este, hay un buen trozo de terreno sin labrar, que por esta circunstancia se destaca notablemente sobre aquellos prados cubiertos de verdor y cultivados con singular esmero. Al pasar los carruages en línea paralela á aquel trozo de campo que permanece sin cultivo, raro es el conductor que no diga en alta voz aunque no se lo pregunten "ahí fué el abrazo" , frase lacónica que basta para que todos los viajeros tiendan los ojos en aquella direccion y los claven despues unos en otros como admirados de no haber encontrado en aquel sitio, no ya un monumento fastoso, pero ni la mas modesta señal que recuerde la celebridad de aquel campo. !¡Abandono escandaloso que demuestra á los estranjeros hasta qué punto llevamos nuestra indolencia cuando se trata de las propias glorias! Para que el baldon fuese completo, solo faltaba que aquel sitio de histórica celebridad perteneciese á un /31/ extranjero, a un inglés, como nos dijo no sabemos con qué fundamento el mayoral que nos conducía, el cual compadeciéndose de nuestro abandono habia tenido la consideracion de dejar sin cultivo aquel pedazo de terreno que el gobierno de España había mirado con tan desdeñosa indiferencia .

Situada en un ameno y fertil valle, rodeada de montañas menos elevadas por S y O que por N y E y á la orilla del Deva, se encuentra por fin Vergara la inmortal. El agradable ruido producido por el agua del rio indica desde luego que ese elemento poderoso se emplea alli como motor de la industria, y asi es en efecto, porque el modesto Deva, pagando su tributo á los adelantos del siglo, da impulso con sus aguas á la gran fábrica de hilados y tejidos de algodon que se divisa desde la carretera y á la entrada de la villa. El aspecto esterior de la fábrica no puede ser mas elegante, y si no fuera porque los vergareses se apresuran con orgullo á decir á los forasteros que aquella es la fábrica, se podría creer, aun por el hombre menos dado á las ilusiones fantásticas, que aquel edificio de moderna y graciosa arquitectura era un palacio encantado construido en medio de las aguas para mayor solaz y recreo de sus señores. La circunstancia de ser domingo el dia que llegamos á Vergara, nos impidió visitar la fábrica, y tuvimos que contentarnos con admirar su elegante forma esterior desde el balcon del Parador de San Antonio .

Pero este parador es demasiado célebre /32/ por mas de un titulo, para que no le consagremos algunas lineas. Justamente acreditado por ser, sin disputa, el primero de España en punto al servicio verdaderamente esmerado y brillante que en él se dá , hasta la política ha querido darle celebridad, haciéndole teatro de un suceso de los mas tristes que cuenta en sus anales la tristísima historia de nuestras fatales disensiones. Su situación a la misma orilla del camino real , no puede ser mas cómoda para los viajeros que allí esperan les coches de Madrid á Bayona ó de Bayona á Madrid , para ver si traen asientos vacantes en que continuar su viaje; punto ademas de paso para los baños de Deva, Elorrio y Cestona, y para Bilbao, particularmente en la estacion de verano esta siempre concurrido, siendo no pocos los que se detienen en el parador tres ó cuatro dias para disfrutar de su buena mesa y de su esmeradísimo servicio. La limpieza y el aseo que degenera ya en la pulcritud mas minuciosa , se revelan desde que se pisa la escalera; aquellos escalones de color de caoba, en que se refleja como en un espejo la figura del que los sube ; aquellos quinqués, en vez de faroles, que despiden una claridad tan refulgente en la escalera; aquellos cuartos tan limpios y empapelados con tan buen gusto; la cocina y la repostería, modelos, en su clase por su aseo , por su desahogo , hasta por sus cocineras vestidas de blanco como la sacerdotisa de lrminsul; las muchachas del parador tan agraciadas, tan complacientes , con sus pañuelos graciosamente puestos en la cabeza, /33/ con la sonrisa siempre en los labios; y la dueña, por fin, la infatigable doña Francisca, que merecido tiene el honor de ser aqui citada; tan vigilante, tan diligente, desvelándose por que nada falte á sus huéspedes , imprimiendo á todas las dependencias del parador ese sello de órden y de buena direccion que tanto cautiva, y siendo, en una palabra, como la providencia de aquella casa, que se halla en todas partes, que todo lo vé, que á todo preside : todos estos detalles forman un conjunto tan agradable y han conquistado al parador de Vergara una fama tan universal y tan justa, que en la opinion de los viajeros mas prácticos puede sostener la competencia con los hotels franceses mas celebrados .

Dijimos antes, que hasta la politica ha venido á dar celebridad al parador de San Antonio. En la alcoba de uno de los cuartos de la izquierda del piso principal, dormía tranquilo en una noche del año 1841 el desventurado Montes de Oca , cuando, sorprendido por los mismos de su partida, fué arrancado del lecho y conducido al patibulo. El señor don Pedro Egaña y algun otro, unidos á la bandera que con tan mala suerte levantó entonces el malogrado ex-ministro de Marina, tambien descansaban de sus fatigas en el parador de San Antonio; pero apercibiéronse á tiempo de la sorpresa que se intentaba y tuvieron la fortuna de ponerse á buen recaudo. Desde entonces á cuantos viajeros pasan la noche en aquella alcoba de funesta memoria, se les recuerda •al despertar la triste escena de que fué teatro; /34/ y todos, cualquiera que sea su matiz político, se entristecen al considerar cuantas vidas preciosas de valientes y de caballeros ha costado á España la lucha impía y encarnizada de los partidos políticos.

Para desvanecer la desagradable impresion que en todo corazon noble y generoso no puede menos de producir este fatal recuerdo, se hace preciso dar una vuelta por la villa .

El aspecto que presenta Vergara, asi en su poblacion como en sus calles y edificios , es muy semejante al de Mondragon y al de todos los pueblos de la provincia de Guipúzcoa. Mozos robustos y vigorosos con sus boinas azules la mayor parte, dedicados los unos á las labores del campo, los otros al cuidado de los ganados , y los mas dependientes de la fábrica; mugeres limpias y diligentes, que van siempre de prisa y que hablan á sus amigas, sin pararse un solo instante; calles bien empedradas de adoquines, edificios que revelan en sus escudos de armas la elevada alcurnia de sus moradores; tiendas de géneros muy bien surtidas; el famoso seminario de que han salido tantas notabilidades literarias; otro no menos célebre consagrado á la educacion del bello sexo ; una casa consistorial, situada en la plaza, cuya fachada es de piedra con doce arcos de regular arquitectura; dos iglesias muy espaciosas, una casa de Misericordia, y por último, el indispensable juego de pelota; todo esto y mucho mas que omitimos , se encuentra en la villa , realzado por el -carácter franco J bondadoso de sus habitantes que, como todos /35/ los guipuzcoanos; son generosos y hospitalarios.

Como Vergara es punto de tránsito para tantos pueblos, y especialmente én la temporada de baños , se vé concurrido por multitud de familias que desde allí se dirigen á Elorrio, ó á Deva, á Cestona ó á Alzola, se ha establecido una compañia de coches públicos con el titulo de Sociedad Vergaresa, que presta á los viajeros alli reunidos el servicio de trasladarlos al punto elegido. Provista de buenos carruajes, de ganado mas que regular y de espertos mayorales, esta compañia nada dejaría que desear á los que se valen de su servicio, si el precio de los asientos de sus coches fuese mas módico y guardase la debida proporcion con las distancias que en ellos se recorren. Un coche, por ejemplo de cuatro asientos de Vergara á Deva suele costar nueve y á veces diez duros, y de una villa á otra solo hay cuatro leguas. En las diligencias generales el coste de los asientos guarda proporcion con el número de leguas, y segun un cálculo aproximado, el viagero viene á pagar en todas las carreras unos cinco rs por legua. Bien comprendemos las razones especiales que podrá alegar la sociedad vergaresa para justificar el mayor precio de sus carruages, razones entre las que descollará sin duda la escasez de vehículos de esta clase que se advierte en la provincia de Guipúzcoa. Pero esto no obstante, creemos que está en su propio interés modificar esos precios, modificacion que le reportará mayores utilidades, pues entonces podrá contar de seguro con la concurrencia de las muchas personas que /36/ por prudentes miras de economía se ven hoy precisadas ;A hacer sus espediciones en artolas arrostrando todos los inconvenientes e incomodidades que trae consigo un viage al aire libre .