Una expedicion a Guipuzcoa

V

DEVA

/37/ En la embocadura del rio Deva, en el golfo cantábrico y á la falda de un monte que se estiende desde Iciar, hay una llanura de no mucha estension, y sobre esa llanura se halla un pueblo que se divisa desde el camino de Mendaro por la nitida blancura de sus casas. Ese pueblo á cuyas calles casi puede decirse que llegan las olas del mar, en los dias en que está mas embravecido, es la villa de Monreal de Deva, modesto pueblo de la provincia de Guipúzcoa, cuya playa una de las mejores y mas hermosas de España aun no le ha conquistado toda la fama y todo el favor que merece. Verdadero tesoro, todavia para muchos desconocido, aunque se vé frecuentado por un crecido número de familias, no goza como pueblo de baños de la importancia que realmente tiene, y á la manera de aquellos varones de mérito relevante, que á pesar de su esclarecido ingenio   viven oscurecidos /38/, Deva y sus sobrios moradores ni abrigan pretensiones de ningun género, ni aspiran á mayor popularidad y concurrencia de la que sin esfuerzo se han granjeado. Concurrido desde el año 1840 por algunas familias de Madrid y por muchas de aquellas provincias, vé que lenta y progresivamente se vá aumentando todos los años el número de los forasteros que le visitan; pero contempla este aumento progresivo sin impaciencia, sin rivalidad y sin celos. Esto no obstante, no se muestra indiferente á los beneficios que le proporciona la temporada da baños , y como en señal de reconocimiento, ha recibido la villa notables mejoras en la construccion de nuevos edificios, en el empedrado de sus calles, en el establecimiento de aceras, en el alumbrado y en todos los demas ramos de policía urbana. Estas mejoras, atendido el carácter generoso y agradecido de los guipuzcoanos, marcharán indudablemente en progresion ascendente, y dentro de muy pocos años y á medida que se vayan conociendo las ventajas que para baños de mar ofrece la playa y las no menos atendibles de la comodidad y la economía que para la vida presenta, sin que vengan á adulterar su fisonomía campestre ni los estímulos de la etiqueta, ni el aguijon del lujo, Deva será tan concurrido como lo son hoy San Sebastian y Biarritz, y la voluble moda lo convertirá en campo de sus glorias, haciéndolo en verano, punto de cita para la buena sociedad. En el curso de estos artlculos alegaremos las razones en que nos fundamos /39/ para abrigar esta esperanza, y analizaremos minuciosa y detalladamente las ventajas que ofrece á los bañistas este modesto pueblecito, dando todos los pormenores de la vida tranquila y regalada que en él se hace .

La villa de Monreal de Deva, ese pueblo -que mas de una vez hemos calificado de modesto, teniendo en cuenta su posicion actual, conserva vestigios que revelan al observador que en tiempo, ya muy remoto, fué puerto de los mas importantes por la inmensidad de sus relaciones mercantiles. Esta verdad histórica, oscurecida casi por los siglos, se confirma al encontrar en su playa marcadas señales de los grandes astilleros y arsenales que tuvo. Resguardado por los elevados montes que le rodean de los cuales son los mas notables el Anduz, el Izarra y el Izarriz, su puerto seria uno de los mas seguros de la costa, no obstante lo estrecho y peligroso de su barra, que es de arena movediza. Hoy solo se ven surcar sus aguas algunos botes de pescadores, que surten al pueblo de sardinas y chipirones y casi todas las semanas viene á interrumpir la habitual monotonía de su playa el arribo de algun lanchon ó quechemarín procedentes de San Sebastian ó de Bilbao con cargamentos de avena ó de sal .

La situacion topográfica de Deva es sumamente poética y variada. Oculta por un lado entre los elevados montes que le cercan, bañada por el rio que lame su camino y fecundiza sus huertas, y por el otro lado casi azotada por el mar, cuyo espectáculo magestuoso /40/ solo se ofrece de improviso á los ojos del viajero cuando está ya cerca de la villa, como vista de panorama, á todos los encantos de un valle cerrado herméticamente por verdes y frondosas montañas, reune la deliciosa perspectiva de un pueblo marítimo. Esta posicion bellísima de la villa, aun aparece mas pintoresca, si se contempla desde la cima del monte de Santa Catalina, situado á la derecha de la barra y á cuya falda está colocado el pueblo. Desde esta elevada altura y con el ausilio de un buen anteojo, que la bondad del respetable eclesiástico, antiguo vicario de Deva, facilita siempre á los curiosos, se descubren en una vastísima estension los mares de España y de Francia, formando el golfo que baña por esta parte las costas de ambas naciones, y se distinguen perfectamente la farola vieja de San Sebastian, y hasta el puerto y la farola de Biarritz, que sirve de término á este amplísimo panorama .

Pero demos punto á la descripcion topográfica y entremos en la de la vida interior que se hace en el pueblo .

Empaquetados en un coche que inevitablemente toman en Vergara, cualquiera que sea el punto de su procedencia, llegan á Deva los bañistas, despues de cuatro horas de un tortuoso camino que á la manera de un arroyo serpentea entre montañas. El primer edificio que se divisa en el camino y que indica la proximidad del pueblo, es una casita blanca, con su tapia blanca tambien, que sirve de cerca á un Jardín y cuyos cimientos baña el rio /41/.

Esta es la casa del señor vicario. Encuéntranse despues otras al lado opuesto formadas en línea recta y dando frente al rio, la mayor parte de ellas en estado ruinoso, entre las cuales descuella un edificio ennegrecido por el tiempo , con sus arcos que revelan su antigüedad y de aspecto severo. A ese edificio la llaman los devanos el palacio de Aguirreche por haber sido propio de un tal Aguirre, secretario del famoso favorito Antonio Perez, que mas tarde se refugió y estuvo oculto en sus muros para librarse de la persecucion que fulminó contra él Felipe II. Entrase por fin en la villa por la calle que conduce al juego de pelota; y aqui es de notar, que la llegada de un coche á Deva es para aquellas gentes sencillas y para aquellos muchachos curiosos un verdadero acontecimiento. Apenas se detiene el carruage á la puerta de la casa que ha de servir de alojamiento A las personas que en su seno encierra, multitud de muchachos con sus blusas y sus boinas azules los mas, se agrupan en rededor del coche, le cercan por todas partes y fijan con impaciente curiosidad los ojos en la portezuela que con dificultad permite abrir aquel muro de carne humana. Salen por fin A duras penas los viajeros del vehículo que tomaron en Vergara y se entran en la casa que con antelacion tenían buscada ó les era ya conocida. En tanto entre los bañistas forasteros circula de boca en boca el nombre de los nuevos huéspedes, y, si alguno de aquellos lleva su curiosidad hasta el punto de querer saber la casa del pueblo /42/ que  han elegido estos para su alojamiento, muy pronto satisfará su deseo el tamborilero incansable, que situado frente al edificio donde se albergan los recienvenidos, tocará un zorcico felicitándoles por su feliz arribo á aquella playa

Como la mas apremiante necesidad del forastero que por primera vez saluda la villa de Deva, es proporcionarse un alojamiento cómodo donde pueda pasar tranquilo los veinte ó treinta dias que se propone consagrar á los baños, nos parece que antes de pasar adelante en nuestra narracion, debemos decir algo sobre este punto tan importante .

Rigorosamente imparciales y verídicos en la relacion que, contando con la indulgencia de nuestros lectores, nos hemos propuesto hacer, y aunque inclinados hasta cierto punto á juzgarlo todo favorablemente á un país que ha cautivado nuestra simpatía , al ocuparnos del hospedage que presta Deva á sus bañistas, no podemos menos de confesar que en esta parte deja todavía mucho que desear. Téngase, sin embargo, en cuenta, que como pueblo de costa, situado por decirlo así en un rincon del mar, no puede ofrecer ni en sus casas ni en su industria, la comodidad y los recursos de que no se carece en los demas pueblos. Villa pobre en su generalidad, concurrida aun no hace muchos años, apenas ha tenido tiempo para corresponder al favor que empieza á disfrutar construyendo nuevas casas que ofrezcan al forastero todas las condiciones de desahogo y comodidad á que está /43/ acostumbrado. Por otra parte, como la temporada de baños no se prolonga mas de dos meses, si proporciona á aquellos habitantes una regular ganancia con que hacer frente á los rigores y escaseces del invierno, no les permite dedicar estos productos, que necesitan para atender á su subsistencia, á nuevas construcciones y mejoras que reclaman indispensablemente para emprenderse el auxilio de un capital. Algunos vecinos de Deva, y al decir algunos queremos indicar muy pocos, cuentan con una fortuna regular y desahogada, y acaso pudieran reunir un pequeño capital para levantar un buen edificio cerca de la playa donde encontrasen los huéspedes de verano todo lo necesario para la vida; pero este proyecto, una vez realizado, quizá los malquistaría con muchos de sus convecinos que se verían perjudicados en sus intereses, pues como era natural, todos los forasteros concurrirían á donde mas comodidades se les proporcionasen , abandonando las casas en que hoy pasan la temporada. Y como el perjudicarse en lo mas minimo no está ni en el corazon ni en el carácter de los guipuzcoanos cuya tendencia natural es la de protegerse mútuamente, mirándose mas bien que como vecinos de un pueblo, como hijos de una misma familia, por eso nos limitamos á apuntar como de paso este pensamiento, que aunque conveniente y beneficioso, presenta en su realizacion graves dificultades .

Pero prescindamos por ahora de edificios en proyecto y atengámonos á los que existen /44/ realmente. Empezaremos por decir que todos los habitantes de Deva abren con gusto sus puertas al forastero bañista, de manera que á escepción de algunas casas principales y de personas acomodadas, todas en Deva son casas de hospedage Pero entre todas, las que se han conquistado mas nombradía y las que tienen el privilegio de albergar á las familias mas notables que concurren á aquella playa son , si no nos es infiel la memoria, la casa llamada del Zapaterillo, situada en la plaza - vieja de la iglesia; la del Lechero que da á la plaza principal, la del Alcalde en la calle que conduce á la playa, la de las hermanas Macazaga en la calle del Correo, y alguna otra que no recordamos. Hemos citado la primera la casa del Zapaterillo, porque sin disputa es digna del honor de la preferencia. Edificio moderno y construido al efecto para hospedería, tiene la buena distribucion que estas casas requieren. Cuartos bonitos é independientes, empapelados con primor, provistos de muebles casi de lujo, y de elegantes camas, espaciosa cocina, buen comedor, desahogado zaguan, servicio muy esmerado, hé aquí bosquejada en un solo rasgo la casa del Zapaterillo. La llamada del Lechero, aunque no satisface tan completamente por lo antiguo de su construcción á las exigencias de la moda y de la comodidad, tiene ya adquirido un nombre que le facilita todos los años los mas distinguidos huéspedes, y este último encerraba dentro de sus modestas tapias cuantas dignidades constituyen hoy en la esfera politica y administrativa /45/ el gobierno de España, pues servia de albergue a generales, diputados á Cortes, magistrados y oficiales de secretaria. La casa del Alcalde, que se conoce por este nombre, porque es propia del que hoy lo es de Deva, por la severidad y proporciones de su fachada, por sus rasgadas ventanas, por su claveteada puerta, tiene todo el aire caracteris[ti]co de una casa feudal de la edad media. Espaciosa y no mal distribuida en su parte interior, hospédanse en ella numerosos forasteros, y este último verano ha tenido la honra de dar hospitalidad á no pocas pesonas distinguidas entre las que figuraban algun apreciable diputado, accionista del Banco, algun gefe de oficinas de hacienda, algun oficial de esta secretaria, un economista célebre de quien conserva grato recuerdo Cataluña, algun rico escribano, algun individuo de la junta de beneficencia de Madrid, y otras personas de posición no menos conocida. Pero lo que daba á esta casa una fisonomía especial era la circunstancia de contener en su seno basta siete matrimonios. En otras se hospedaban ya una madre y su hija, ya una tia con sus sobrinas, ya dos esposos; pero en la del Alcalde no habia este año ni madres, ni tías, ni hiJas, ni sobrinas, todos eran cónyuges, y al ver tantos maridos con sus mugeres, formando Una especie de república conyugal y habitando en la mejor armonía aquella casa de severo y ennegrecido aspecto, no parecía sino que la santa institución del matrimonio, justamente alarmada por el desenfreno de esta /46/ época de corrupción social, se babia encastillado en aquella fortaleza para defenderse de ese ejército enemigo de seductores, hoy tan numeroso, y salir salva, ilesa y pura de la crisis moral, que unida á la metálica, hacen hoy la delicia del periodo que atravesamos .

Otra casa hemos citado que se conoce en Deva por el nombre de las Hermanas. Son estas dos buenas mugares de edad ya avanzada, de noble alcurnia y de rígidas y cristianas costumbres que desde que tuvo lugar la muerte desastrosa de un hermano suyo, vicario del pueblecito de Iciar, edificaron en Deva en la calle del Correo y con los ahorros de aquel buen sacerdote, una casita de tres pisos y la consagraron al servicio de los forasteros en la temporada de verano. Generalmente el bello sexo está en mayoría en esta casa, y las madres y los esposos pueden con confianza prescindir del cuidado de los objetos de su cariño, siempre que vayan á vivir durante los baños á casa de las señoras de Macazaga, cuya fama de virtud y cuya rigidez de costumbres son conocidas y admiradas en Deva y sus contornos .

Algunas otras casas dignas de especial mencion , tenemos que omitir por temor de cansar á nuestros indulgentes lectores, como la casa del mirador, ocupada este año por una familia numerosa, rica y apreciable : la del confitero situada en la plaza, de construccion moderna, y otra de la calle Mayor que hace esquina á la plaza Vieja, que aunque irregular en su forma y poco desahogada, debe tener /47/ el aliciente poderoso del buen servicio, á juzgar por lo contenta que estaba en ella una familia, acostumbrada á todas las comodidades de una posición comercial elevada y cuyo gefe tanto se distingue por su carácter formal y su figura simpática .

Trazada ya la situacion topográfica de la villa de Deva, y delineadas sus mejores casas de hospedage, todas las cuales estan modestamente amuebladas, limpias y provistas de muy buenas camas, mueble este último á que dan en las provincias vascongadas toda la importancia que tiene ; los curiosos que hasta ahora no hayan visitado aquella playa, desearán saber con impaciencia á cuánto asciende el gasto diario que se verán precisados á hacer tal vez el año próximo. Antes de satisfacer su curiosidad les diremos para que sirva de base á sus cálculos, que en la casa mas modesta de las que hemos citado, el bañista mas inapetente hace cinco comidas diarias.Y aunque cinco comidas parecerán mucho, demostraremos prácticamente que no hay exageracion en el número. Por la mañana al asomar el alba le saludan las patronas con el chocolate y la leche; á las dos horas, esto es, despues del baño, interrumpen sus meditaciones sobre los efectos de este con un almuerzo ligero; á las doce le llaman á comer y despues de la sopa, siempre de pan, y del cocido, no muy abundante, ni muy castizo en Guipuzcoa,  cubren la mesa por lo menos con cuatro principios ó entradas, que suelen ascender á cinco en los dias festivos, otros tantos postres, /48/ entre los cuales figura uno de leche , y todo esto con su acompañamiento de chacolí, sidra o zagardúa, segun la acepcion vulgar, y del vino tinto, allí llamado clarete; á las cuatro horas de haber comido y para consolidar los efectos del baño de la tarde, se presenta otra vez en escena el chocolate con su escolta de ricos bizcochos de Mendaro, y en ocasiones solemnes con los muy superiores de Oñate; y :por último cierra el dia gastronómico una abundante cena en que nunca hay menos de tres platos, en los cuales pudiera decirse que se ofrecen saltando los pescados frescos cogidos por la tarde .

Hecha esta descripcion minuciosa de esta parte importante de la vida animal, y conocidas ya por lo que dejamos indicado, las demas ; del servicio doméstico que alli se presta al huésped, solo nos resta decir al curioso para calmar su impaciencia, que el precio generalmente establecido en las mejores casas, es el de catorce reales diarios por persona, habiendo algunas en que aun por menor cantidad se ofrece igual mesa é iguales comodidades. Si la vida mas regalada y de mas lujo cuesta en Deva catorce reales, calcúlese lo que se podrá gastar haciéndola mas modesta y mas económica, y digásenos despues si en medio de las crisis y de las calamidades de la época no es un consuelo que haya en España un pueblo como Deva , que por la estraordinaria baratura de los artículos de primera necesidad, parece destinado por la Providencia, apiadada de la triste é inevitable posicion de /49/ nuestros empleados , Para que el : gobierne) establezca alli un depósito de cesantes .

¡Qué deliciosamente se deslizan los calorosos días del estio en un pueblecito de clima suave, de costumbres puras, de  habitante!' sencillos, y rodeado por todas partes de montañas cubiertas de verdor! ¡Cuánto goza el alma al contemplar el espectáculo de la vida feliz, tranquila y morigerada que hacen aquellos hombres que no comprenden el sentido de la palabra política, que no saben lo que significa ambición, que no entienden lo que son partidos y á cuyos oidos no ha llegado aun la palabra crisis! ¡Qué tranquila y qué felizmente se pasa la vida uno ó dos meses lejos de las agitaciones de la corte, distraidos de los afanes y de los cuidados que aqui envenenan todas las existencias, por venturosas que sean. !Con qué facilidad se concilia el sueño, reparador de las inocentes fatigas del dia, cuando no' zumba en nuestros oídos otro ruido que el acompasado y solemne de las olas del mar! ¡Y con cuánto sentimiento, con cuanta pena se abandona esta vida encantada, cuando el término de los baños y el cumplimiento de obligaciones sagradas nos llaman á Madrid! Entonces, cuando esos dias bonancibles y venturosos han huido ya, para templar la amargura de haberlos perdido, no nos queda mas consuelo que el del recuerdo, ni hay mas sabroso placer que el de ocuparnos de ellos entre las personas que participaron de nuestra felicidad. Por eso las relaciones amistosas que se forman en la temporada de baños son tan duraderas /50/; tan intimas y tan simpáticas por eso tambien debe haber indulgencia para el audaz que sin tener en su paleta colores brillantes incurre en la debilidad de bosquejar pálidamente cuadros tan seductores por la hermosura de su colorido y por la verdad de sus mágicas tintas .

El carácter de los que nacen en el pais vascongado es generalmente tan franco y tan noble y seduce tanto á los que una vez tienen el gusto de conocerle en toda su estension, que en nuestro juicio, si nos es permitido aplicar á una cosa buena una frase que en su verdadera acepcion solo se aplica á cosas muy malas, reune basta la cualidad de ser contagioso. No de otra manera puede esplicarse el trato amable, igual y bondadoso que alli se entabla, sin mezquinas envidias, sin enojosas rivalidades. Todos los forasteros, como impelidos por la fuerza poderosa del ejemplo son francos, son generosos, se miran como hermanos. Alli se visitan unos á otros sin etiqueta, se dirigen la palabra sin ficción, se estrechan la mano sin falsedad. El aire que en Guipúzcoa se respira es tan puro, que parece que lleva a todos los corazones la lealtad y la nobleza. !Pais encantador que hasta tiene el privilegio de contagiar benéficamente con sus admirables cualidades á cuantos le visitan y le recorren! Pero de este cuadro de noble y generosa franqueza que contempla estasiado el observador apenas pone el pié en las provincias, se destacan en Deva, especialmente, algunas figuras /51/; que antes de entar en otros pormenores, nos es preciso bosquejar , siquiera sea imperfectamente, para que en ello reciban el merecido galardon los que en aquella modesta villa puede decirse que llevan la bandera de la hospitalidad guipuzcoana .

Entre todos, daremos el primer lugar, puesto que hay que empezar por alguno, á un caballero de buena edad, de fisonomía espresiva y saludable, complaciente y afable como ninguno, á quien podríamos llamar la providencia de los forasteros en Deva. Activo, diligente, se desvive por agradar; no reconoce mayor placer que el de la amistad, espansiva como su carácter, generosa como sus sentimientos. Ofrecer su mesa á los amigos que le recomiendan ó á los que ha colocado en este número de los forasteros con quienes ha tenido ocasión de simpatizar, es para él uno de sus goces mas inefables; obsequiar á las señoras con las flores de su jardín, con las frutas de su huerta, constituye su mayor delicia; ser con todos amable, con todos atento, no presentar para nada dificultades, facilitarlo todo siempre que tenga por objeto la diversion ó el goce de los demas, ese es el rasgo mas distintivo de su carácter. Gefe de una familia apreciable y virtuosa, el hogar doméstico es para él el centro de las mas puras fruiciones, de sus mas verdaderos placeres; dueño de una regular fortuna que todos los dias hace crecer su actividad incansable y su buena fé comercial, su casa es un palacio donde todo se encuentra_ y de nada se carece; /52/ jardin, huerta, bodega, granero, todo en una palabra lo que constituye una casa de campo, todo está alli reunido. Su posición desahogada le permite dar rienda suelta• á los impulsos de su corazon generoso, y los pobres y los desgraciados nunca salen de su casa sin consuelo; su alcurnia es noble y de las mas distinguidas de Guipuzcoa, y sin embargo no ostenta sobre su puerta el escudo de armas que ennobleciera á sus mayores; hace algun tiempo lucia en aquella fachada, como luce en todas las casas nobles de las provincias vascongadas, y el hombre cuyo retrato bosquejamos le hizo desaparecer, y no se crea que fascinado por falsas ideas de exagerada democracia, ni por falta de cariñoso respeto á la memoria de sus antepasados. Nada de eso influyó en la desaparición de aquel símbolo de nobleza hereditaria. La parte de la fachada que cae encima de la puerta, servía de tapia á la despensa, y deseando darla ventilacion, mandó quitar el escudo nobiliario y abrir una rasgada ventana. Hombre positivo y á quien basta la nobleza de sus acciones para acreditar la de su sangre, antepuso la conservacion de los artículos que forman todos los dias el encanto de su mesa á la vana y fastosa ostentacion de sus titulos de ilustre cuna. Esta accion inocente que si tal vez le ha hecho objeto de la murmuracion de las gentes preocupadas, le ha conquistado sin disputa el aprecio de las personas sensatas, revela todo su carácter .

Despues de estas pinceladas toscas, abrigamos la esperanza de que aqúellos de nuestros /53/ lectores que hayan pasado algunos dias en Deva, habrán conocido en el retrato que acabamos de presentarles, el del señor don José María de Araquistain .

Otra persona hay que tambien merece un minucioso retrato por lo mucho que alli figura. Nos referimos á un devano alegre y bullicioso, cuyo nombre es popular y conocido en todas partes. Amable y hospitalario como Araquistain , en su casa, limpia como una taza de plata, tambien se rinde culto á la amistad, y en su holocausto se sacrifican pollos y lubinas, y se apuran botellas de sidra y chacolí. Especialmente durante las fiestas de San Roque, de que nos ocuparemos despues, aquella casa, como todas las principales del pueblo, es un cuartel general abierto á todas horas, donde encuentran buena mesa y blando lecho cuantos amigos acuden á Deva atraídos por la celebridad de sus funciones. El primer zorcico que se baila en la plaza despues de la corrida de toros, no hay que preguntar quién le rompe, porque ese es ya una especie de privilegio adquirido de muy antiguo por el sugeto que retratamos, y á la verdad que ese honor, conquistado le tiene con justisimo derecho desde su mas tierna juventud se consagró al baile con tal afición, que nadie trató jamás de disputarle el primer puesto entre los bailarines guipuzcoanos, y hasta tal punto creció su fama que se le hicieron proposiciones ventajosisimas por empresas teatrales, para que luciese en las tablas la habilidad y ligereza coreográfica de que hacia alarde en las plazas .

/54/ Pero hombre de muy regular cabeza, no quiso fiar a los pies su porvenir, y hoy revestido del caracter respetable de administrador de la aduana de Deva, es uno de los propietarios mas acaudalados del pueblo, y el fomentador mas activo de su riqueza. Industrioso y especulador en el buen sentido de la palabra, ha establecido una buena casa de baños, con pilas de mármol, donde los toman de agua del mar ó de agua comun los que no quieren ó no pueden ir a la playa; el año anterior abrió tambien una casa hospedería que este verano ha permanecido cerrada, y colocó en el piso bajo una gran mesa de villar y un espacioso café, cosas ambas de que se carecía en Ia villa .

Delineados todos estos rasgos mas marcados de su carácter y de su posición, ¿habrá necesidad de decir que este busto es el de don Martin Felix? !Martin Felix! ¿hay nada mas conocido que este nombre en las provincias y fuera de ellas? ¿Qué persona de las que las han visitado alguna vez oye en Madrid referir á otra que ha pasado algunos días en Deva sin preguntarla si ha conocido á Martin Felix? Ninguna seguramente, tan popular es su nombre, tan simpático su carácter, tan alegre su genio. Asi, raro es el viajero madrileño que se dirige á Deva sin llevar una carta de recomendacion para Martín Felix. Pero aunque no la lleve, difícilmente abandonará aquel pueblo sin haber trabado con él una intima y cordial amistad .

Referiremos un rasgo al parecer insignificante /55/ , para dar el último toque al retrato de este buen guipuzcoano. Unas señoras que incurrieron en el olvido de venirse sin paraguas al país vascongado, país donde es muy raro et dia que no llueve, fueron á misa el dia siguiente al de su llegada al pueblo que era domingo, y al salir de la iglesia se vieron sorprendidas por un chaparron de los mas fuertes. Desprovistas del benéfico paraguas se detuvieron en el portico del templo, esperando que cesase la lluvia. Un caballero bien portado que estaba alli hablando con varios amigos, comprendiendo el motivo de la detencion de aquellas señoras, se aproximó á ellas cortésmente suplicándolas tuviesen la bondad de aceptar su paraguas. Aceptaronle con mil amores, mas no sin preguntar -al caballero su nombre y las señas de su casa para devolvérselo. Obstinose el desconocido en no decir ni uno ni otras, y algunos dias despues supieron por casualidad las favorecidas, que el galante incógnito era Martín Felix. Este rasgo de amable galantería no indica tan solo el carácter de Martín Felix, en él se refleja el carácter guipuzcoano .

El respetable eclesiástico, antiguo vicario de Deva, y que vive en la casita blanca de la calzada, es otro de los tipos mas puros de hidalga y guipuzcoana generosidad. Amable, ilustrado y bondadoso , siempre recibe con alegre sonrisa á los forasteros, les acompaña en sus espediciones á la altura de Santa Catalina, les facilita su magnifico anteojo y les recrea con su amena é ilustrada conversación. Entusiasta por los progresos de la villa, que /56/ a juzgar por el cariño que la tiene debio ver en ella la primera luz, lleva una estadistica minuciosa y completamente esacta del número de forasteros que vienen á pasar alli los meses del estío.Y su estadistica no puede menos de ser segura, porque es una verdad matemática .

Como su casa es la primera que se encuentra en el camino antes de llegar al pueblo, lleva una cuenta rigorosa de los carruajes que entran y de los que salen, y partiendo por termino medio de la base de que cada coche conduce cuatro personas, sacaba la consecuencia de que esta última temporada lo menos habían venido á Deva de 250 á 500 forasteros .

Este celo estadlstico es una prueba patente de su amor-al pueblo que espiritualmente ha dirigido, y que conserva un recuerdo tan grato de su administracion pastoral, de sus virtudes privadas y de su carácter evangélico .

Otro caballero hay no menos respetable, que á pesar de no haber nacido en Deva, se interesa mucho en su prosperidad y fomento, como buen guipuzcoano Persona de alta sociedad y de elevada educación , ha desempeñado en aquellas provincias los cargos mas importantes , y si no • nos es infiel la memoria, tambien ha alcanzado el honor de representar á alguna de ellas como legislador en el Senado. Propietario en Deva, ve con gusto crecer en importancia á aquel pueblo que mira como el suyo, y fino y cariñoso para que conserven de la villa gratos recuerdos los forasteros, se afana, como el que mas, por servirlos y complacerlos /57/Su entusiasmo por• la playa de Deva es tan espansivo, que no puede sufrir silencioso que se atreva nadie á zaherirla , ni menos á rebjarla. Algunos escéntricos partidarios de Zarauz empezaron últimamente á propalar que para el objeto de tomar baños esta solitaria é incómoda playa llevaba á Deva notable ventaja. Escusado es decir que nuestro caballero no dejaba nunca pasar sin contradiccion esta heregía. Pero los zaraucistas, viéndose vencidos en el campo de la familiar, llevaron la cuestion al terreno de la prensa , y en la Espafía, periódico muy estimado en las provincias , uno de los mas entusiastas apasionados de aquella playa , publico un articulo, ó por mejor decir un poema, en que cantó con toda la pompa de la epopeya las glorias de Zarauz, llevándole su delirante entusiasmo hasta decir , que esta linda payesa desnuda de galas supera en atractivos á la linda coquetuela , atrincherada, bajo los cañones del castillo de la Mota (San Sebastian), no menos que al pueblo de Deva , á quien ya habia vuelto grupa la fortuna. A tan apasionados elogios no podía permanecer mudo é insensible el caballero á que aludimos, el cual, denodado paladín de la villa de Deva , salió á la defensa de esta en un comunicado que también se publicó en la España, y en el cual, sin entrar en polémica sobre si la señora payesa debe ó no ser preferida á San Sebastian y Deva , ó si estos dos puntos deben serlo á la payesa desnuda de galas , decia al comunicante zarauzista, que respecto á Deva se babia equivocado /58/ completamente al asegurar que la fortuna le había vuélto grupa, porque si en todos los seis años anteriores se habia reunido un considerable número de forasteros, en el actual habia superado, pues el 2 de setiembre, según nota ó razon tomada en la alcaldia , existían 205, y en el dia que firmaba aquella réplica, 247. Si en Zarauz, añadia con orgullo , existe ó ha habido alguna vez igual número ó mayor, dígalo el mismo autor del comunicado. Al pié de este escrito se leían las iniciales F O de B, las cuales si no ya nuestro bosquejo, darán á conocer indudablemente quién es el caballero á que nos hemos referido .

No es solo en las clases acomodadas donde se encuentran estos caracteres hidalgos y generosos; las clases pobres ofrecen tipos no menos puros. Es muy frecuente en aquel pais al llegar un forastero a un caserío cansado de recorrer aquellas montañas y de trepar por aquellos vericuetos, que los sencillos habitadores de él le brinden , no solo con una silla donde reposar de su fatiga , sino con un vaso de rica leche ó de claro zagardua. Y esta escena es tanto mas singular y característica , cuanto que ordinariamente sucede que no entendiendo el forastero el vasouence, ni los moradores del caserio el idioma castellano, uno y otros espresan por medio de gestos sus sentimientos respectivos, manifestando su reconocimiento el primero; y su buena voluntad los segundos .

Pero hemos dicho al empezar este articulo que en un pueblecito como Deva, se pasan deliciosamente los calorosos días del estío: y para /59/ que aquellos que no han gozado de tan puras delicias no nos crean solo bajo nuestra palabra, estamos en el caso de probarles con una sucinta relación de aquella vida campestre y sencilla todo lo que encierra nuestro aserto de verdadero y fundado .

Prescindiendo por un momento de la casa limpia y por lo general cómoda, de la buena mesa, del carácter franco y sin doblez de aquellos aldeanos, y del clima suave y benigno, elementos todos tan importantes para la vida, el recuerdo solo de cómo insensiblemente se desliza, sin ser acometido del fastidio , enemigo implacable que se aparece al forastero en la mayor parte de los pueblos de escaso vecindario, dice mas en favor de Deva que lo que pudiera consignarse en un volumen. El método en las horas, que tan gran influjo ejerce en la economía de la vida, se observa por la mayor parte de los bañistas de una manera verdaderamente religiosa. Apenas se levantan por la mañana se les presenta el chocolate, del chocolate al baño, del baño al almuerzo, del almuerzo á las visitas de confianza, que aqui todas lo son, de las visita á la mesa, de esta á la siesta, de la siesta al baño de la tarde, de este al chocolate reparador, del chocolate al paseo del camino real, del paseo al salon de ayuntamiento, ó como si dijéramos á la soiré, y despues del baile, la apetitosa cena y el apetecido lecho. Esta es la vida del bañista de Deva. Analizaremos uno por uno todos sus detalles en el articulo siguiente, para que se forme cabal idea de los encantos del conjunto .

/60/ Ha sonado la hora del baño; aquel día la marea sube á las diez, y es preciso aprovecharla. ¡El baño! ¡La hora del bañol Palabras mágicas cuya importancia solo se comprende en Deva. Basta decir es la hora del baño, y las visitas de mas cumplido se dispersan, y la conversación mas interesante se interrumpe, y la tarea mas grave se suspende y se aplaza. Si, pues, todos se van al baño, dirijámonos con nuestros lectores á la playa .

Empezaremos por decir, antes de delinear el cuadro que esta ofrece, que alli todo el mundo se baña para llenar el objeto de su viage, porque todos han ido á Deva á bañarse, pero casi nadie porque se lo pida el cuerpo, como -vulgarmente se dice. Un clima siempre suave y frecuentemente lluvioso despoja al baño de •toda la ilusión y el goce que suele ofrecer en los paises meridionales. Por lo general se vá á la playa con paraguas para guarecerse en lo posible de una lluvia menuda y constante que es como una especie de preparacion para el baño; y con esto dicho está que no puede entrarse en él con aquel entusiasmo hijo del deseo de templar el ardor del cuerpo. El agua, sin embargo, cuanto mas humeda está la atmósfera, suele encontrarse más templada y mas agradable .

Despues de atravesar un largo arenal á la salida del pueblo se llega á la orilla del mar, el cual aparece á los ojos del espectador como una decoracion de teatro , cuya embocadura forman por un lado la cordillera de montañas que por la derecha se estienden basta San Sebastian /61/ y los Pirineos, y por el otro lado, á la izquierda, la que llega hasta el cabo de Machi• chaco. La playa nó puede ser mas Cómoda ni mas segura. En las horas de baja mar es cuando mejor puede conocerse todo lo que tiene de espaciosa , pues paseando por aquel vastísimo salon de finisima arena que pocas horas antes ha cubierto el agua, y viendo aquella superficie plana, donde no hay ni el menor tropiezo, la persona mas miedosa se decide á alejarse en las horas de alta mar cuarenta y aun sesenta varas de la playa .

El cuadro que está presente durante la temporada de baños es de los mas animados y vistosos. Unas veinte casetas de madera que se aproximan ó se alejan del mar por medio de ruedas colocadas en su base , sirven á los bañistas para desnudarse y vestirse. Robustos marineros, cuyas mugeres ó hijas cuidan del servicio de las casetas, acompañan á las señoras durante el baño, las conducen de la mano y las levantan con sus nervudos brazos para librarlas del golpe de las olas. Este servicio del marinero, unido al de la caseta y lavado de la ropa, se recompensa con dos ó tres reales por baño, cantidad bien módica, sobre todo por lo que se refiere á los marineros, hombres semi-peces que pasan todo el dia en el agua, arrostrando todos los, inconvenientes que para su salud puede traer este incómodo y mal sano ejercicio .

Todos ellos son nadadores de los mas diestros, y algunos refieren con orgulloso placer á sus abonadas los casos en que han tenido que hacer uso de su destreza /62/ para salvar la vida de las personas que les estaban encomendadas .

La marea está en toda la plenitud de su fuerza. El Océano cantábrico con sus olas de plata salpica las casetas en que se están despojando de sus trages habituales para colocarse el especial de baño cuarenta señoras, cuyos hermanos, maridos ó papás contemplan desde la playa en amistosa armonía la inmensidad del mar, en tanto que los objetos de su cariño llenan el que les ha conducido a aquel rincon de Guipúzcoa. Al entrar en la caseta estos pedazos del corazon, sus propietarios ó los que aspiran á serlo, se prometen apenas las vean dirigirse a las olas, decirlas algo sobre lo elegante de su trage, pero las mas de las veces esto no pasa de ser un mero propósito, porque el trage de baño las iguala y con funde A todas de tal manera que es muy difícil distinguirlas. Un largo y ancho ropon ceñido al cuello, y con mangas, de bayeta de color oscuro y un sombrero de paja de dos reales, es el trage de la mayoría de las señoras. Algunas, que ni en el agua quieren olvidar que son mugares, llevan en vez de este trage; una camiseta corta, sin mangas  de bayeta de rayas, ceñida al talle por medio de un cinturon de charol, y unos pantalones de la misma tela del vestido, cubriendo su cabeza con un casquete ógorrita de hule. Las unas parecen al salir de las casetas con su trage talar y su sombraron de paja unos peregrinos que se dirigen a la Tierra Santa; las otras, las del -talle esbelto y airoso, nos recuerdan esos pagecillos /63/ de la edad, media que servian á los príncipes y á los magnates de confidentes y correos de sus amores. El trage que llamaremos de peregrino es el que usan las señoras mas gruesas ó de menos pretensiones; las delgadas ó las mas jóvenes dan su preferencia al de page .

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El sexo-feo está en los baños de mar en una notable minoría. Ya sea que la virtud eficaz de las olas esté mas indicada y sea mas prodigiosa para los padecimientos del sexo hermoso , ya que los deberes públicos impidan á los varones ausentarse del punto donde tienen que cumplirlos, es lo cierto que para cien señoras que se bañen, escasamente habrá una quinta parte de bañistas masculinos. Aunque pocos , sin embargo , siempre hay los suficientes para el claro oscuro del cuadro, Y entre esos pocos, algunos demasiado peligrosos y mas alegres y retozones de lo que conviene para tomar el baño con toda la tranquilidad que exige tan importante remedio, y para que no se impacienten los esposos y los candidatos á ídem, que estasiados desde la escarpada cresta de una roca en la contemplación de las prendas de su alma, no reparan en la subida de la marea y cuando quieren retirarse de aquel sitio peligroso á que los condujo su amor, se encuentran verdaderamente aislados, esto es, situados en una isla y por doquier rodeados del liquido elemento .

Mas para gozar del espectáculo magnifico de aquel mar casi siempre agitado, y para presenciar cómodamente las escenas del baño /64/debemos subir al sofá, que está colocado a una regular altura en la montaña que sirve de embocadura a aquella parte del Occéano. Desde ese rústico sofá; formado por un espacioso asiento de piedra y cuya situacion presenta un punto de vista admirable, podemos contemplar á la respetuosa distancia que reclaman las leyes del pudor, algunas de las figuras que van a  flotar en el centro de las aguas .

Las puertas de las casetas están ya entreabiertas; las señoras, disfrazadas con su trage de baño, miran por la rendija, si en derredor de la caseta hay muchos curiosos, y acechan el momento en que estos se alejan ó están mas distraídos para plantarse de una carrerita desde la caseta al agua . En esa carrerita, sin embargo, son las mas de las veces sorprendidas por imprudentes miradas y por amañados encuentros que, haciendo salir el carmin á sus megillas, vienen á dar nuevo realce á sus atraeti vos. Pero es el caso que á la vez se abren doce puertas, y salen mas de veinte señoras , y no le es dado al observador mas lince, fijarse á la vez en tantos objetos. Ya le llaman la atención dos señoras, que aunque son madre é hija, parecen hermanas, ambas vestidas de blanco, con trages que le recuerdan la época: de las cruzadas; ya la fija en una jóven de elevada estatura, de rasgados y arabescos ojos y de americano origen, cuya casa goza en Madrid de una justa celebridad por las brillantes reuniones que en ella tienen lugar; vuelve los ojos al otro lado y descubre una jóven y linda /65/ generala que viste con tan notable gallardía el trage de baño, que parece un muchacho; ya dirige la vista mas allá y vé una señorita de quince á diez y seis abriles , vestida con tan buen gusto y tan minucioso esmero, que podría sin reparo presentarse en un baile de máscaras con su disfraz de bañista, y se admira al observar que no solo no necesita, cual las otras, el apoyo del marinero, sino que se sumerge en el fondo del mar y luego aparece nadando á seis varas de distancia del sitio en que se sumergió; ya son las que le cautivan dos tiernas niñas, hermanitas casi de una edad , precioso tipo de hermosura georgiana la una, y de americana gracia la otra; ya se lanza intrépida al mar otra niña, bella también, y mas desarrollada; aunque no de mas años, que con varonil aliento desafía á las olas y se aleja mucho de la playa; su hermanito, mas prudente que ésta, la sigue en el baño dándola voces y consejos, y amenazándola con referir á los papás sus infantiles travesuras; ya penetra lentamente en las aguas un grupo de tres hermanas, niña todavía la primera, mas espigadas las otras dos , con rigoroso trage de peregrinos, y si no temiéramos ser tachados de maliciosos, diríamos que á ellas sin duda es á quienes sigue impaciente con enamorados ojos desde la roca, convertida en isla, un jóven elegante que no se baña, pero que se moja, perteneciente á una familia distinguida del país. Ya sale trabajosamente de la caseta, apoyada en los brazos del marinero y de su doncella una señora de edad respetable y de ropon /66/  blanco, que es sin disputa la decana de las bañistas.Ya, por fin, entran y salen en el baño otras muchas que se escapan á las miradas de los curiosos, distraídos acaso con el bullicio y la broma que promueve en el seno del Occéano un jóven travieso , enamorado, bailarín eterno, que hasta en los solemnes momentos del baño, invita a sus compañeras de agua á bailar un wals, un rigodon ó una polka, y que ya que no consigue pretension tan absurda las ofrece oficiosamente la mano que ellas no rehusan , so pretesto de la fuerza impetuosa de las olas, y á las que no se la dan de buen grade, se la coge por fuerza, escitando la celosa bilis de los que observan con atencion desde la cresta de la roca todos los movimientos de los objetos de su amor y de su esperanza .

Otros espectáculos improvisados, hijos de la casualidad las mas veces, ofrece a los mirones la hora del baño. Las mal cerradas puertas de alguna caseta, los trajes que se pegan al cuerpo al salir del agua, el ropon indiscreto que faltando á su mision no cubre bien toda la parte posterior de alguna señora gruesa, cuyo esposo, de cansada vista , no repara en la bonita decoración que presenta al público su cara mitad; el peligro a que se espone otro marido, que llevado de su cariño, acompaña á su esposa en la caseta tirada por bueyes, en las horas de baja marea , y que cuando llega al sitio oportuno del baño, dá su salto creyendo estar en tierra firme' y se encuentra con agua basta la rodilla y tiene que /67/ apelar al auxilio de un marinero que le saca en brazos dél proceloso golfo; todas estas y otras escenas que omitimos, porque no todo puede decirse, forman la diversion de los curiosos y hacen entretenidas y amenas las horas que diariamente consagran todos á la playa .

Vestidas ya las bañistas con su trage habitual y resguardadas sus cabezas de la impresion del aire con sus pañuelos de seda, se dirigen á paso redoblado á su casa á reparar comiendo la debilidad que siempre suponen causa el baño. Esta agradable diversión del baño, que _es alli para todo el mundo una formal y verdadera ocupacion, un deber sagrado é imprescindible, se repite indispensablemente dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Pero •como én un pueblo hay tiempo para todo hasta el punto de parecer que los dias tienen doble número de horas, una despues del baño dé la tarde, todas las señoras que poco antes vimos vestidas de máscara van apareciendo por el camino de Vergara ya sencilla y elegantemente prendidas, con sus batas de seda ó de chaconá y sus cabezas descubiertas, adornadas de flores, las mas, del jardín de Araqui[s]tain. A medida que se van encontrando, el grupo sé va haciendo mas numeroso y por lo regular cuando llega la hora de dar la vuelta al pueblo , siempre entran reunidas en caravana de veinte á treinta personas. En cuatro secciones está dividido el grupo. Forman la primera, marchando en la vanguardia, ocho ó /68/ diez niñas, acaudilladas por la de varonil aliento que con tanta bravura desafía á las olas y que rubia, y esbelta, es un tipo en su figura de alemana belleza y en su genio y su carácter de, vivacidad española. Siguen á esta seccion infantil y candorosa las niñas solteras que pasan de diez y seis años. Son pocas pero bien avenidas. Por lo general se dirigen la palabra unas á otras en voz baja como temerosas de que oigan los secretos de su corazon las loquillas que van delante ó las sorprendan las mamás que vienen detrás. Refiéranse unas á ótras sus conquistas de la noche anterior ó sus amores de Madrid, pero callando siempre con diplomática cautela el nombre del venturoso, y en esta reserva tal vez estriban su amistad y buena armonia, débil lazo que pudiera romperse si pronunciado un nombre indiscretamente, resultaran tal vez dos propietarias de un solo corazon. La tercera seccion la componen las señoras casadas y algunas otras que ya no aspiran á serlo. Deleitosas historietas de matrimonios estraviados dan lugar algunas tardes á muy animadas discusiones sobre los derechos y los deberes de la muger y sobre los derechos y los deberes del marido, y luce ese talento de sociedad que pudiéramos llamar de buén tono, mas de una señora notable por la pureza de su diccion y su instruccion amena. La seccion de los maridos cierra la marcha entretenida dolorosamente con la guerra de Italia, con los trastornos de Francia, con la crisis del Banco de España y con el nebuloso porvenir de Europa .

/69/ Distraídas de esta manera, tan propia de su edad, de su estado y de su sexo, cada una de las cuatro secciones en que hemos clasificado el grupo de paseantes , al llegar á la mitad del paseo , o por mejor decir, al sitio desde el cual se retrocede, se da la voz de alto, y todos se sienta , á escepcion de la turba infantil y de las niñas solteras pues mientras estas prolongan su paseo, vigiladas por algun joven , aunque soltero, formal y de garantías, ó por algun marido, modelo de fidelidad conyugal, las otras , que aun no sienten la necesidad de tener corazon , corren y trepan pór los montes y vericuetos .

Algunas vueltas que se dan en la plaza, ponen término al paseo de la tarde. Pero antes de retirarnos de ella, el resplandor que sale por los balcones de la casa de ayuntamiento, nos llama la atencion. Pregúntanse unos a otros los forasteros, si ha ocurrido algun grave acontecimiento que haya motivado la reunion á aquellas horas del cuerpo municipal. Pronto saben que no , y saben mas, esto es, que las luces qué colocadas en una araña brillan en el vasto salon de la municipalidad devana, no se han encendido para iluminar acaloradas discusiones, que en aquel pais no se conocen, sino para convertir aquella sala tan espaciosa y tan inmensa, en sala baile. El señor alcalde, en su buen deseo de complacer á los forasteros , les ha preparado esa agradable sorpresa, dando con esto una prueba de guipuzcoana galantería, y satisfaciendo de paso su decidida afición por el /70/ baile , porque el alcalde de Deva , joven y soltero, es un denodado bailarín .

La noticia del baile se difunde rápida como un relámpago entre los paseantes de la plaza. Tenemos baile repiten cien bocas á la vez y todos se dirigen presurosos al pórtico municipal y suben alegres la escalera, ellas, las niñas solteras, gozosas de que se las abre este nuevo campo para sus triunfos; ellos contentos tambien porque se les ofrece medio de entretener la noche. El salon, vasto y espacioso, como hemos dicho, está iluminado por una araña; un larguisimo banco de madera que, á la manera de los asientos de coro, se es tiende por todos los ángulos de la sala, con su respaldo de lo mismo, es al punto ocupado por mas de cincuenta señoras; los hombres permanecen en pie ó se pasean por la sala; la brisa de una noche de agosto hace ondear suavemente los pabellones dé las colgaduras encarnadas de los balcones; todos los concurrentes se miran unos á otros y se preguntan mutuamente que cuando empieza el baile; el señor alcalde no parece, se ha eclipsado, no murmuremos de su ausencia, que algun suceso posterior la justificará bien pronto. Pero es el caso que no hay orquesta, y ni siquiera un modesto piano que supla este vacío. ¿Cómo bailaremos? preguntan los unos á las otras. Ese vacio no tarda en llenarse, ese pretesto a que quieren asirse los remolones desaparece en el acto. El infatigable señor alcalde entra en el salon con el tamborilero, le coloca en el testero del mismo, empieza el artista sus populares /71/ tocatas  y ya hay orquesta. Mas ¡oh fatalidad! Allí donde hay tanta muchacha bailadora no se pueden organizar tres parejas para un rigodón, porque los hombres no bailan y los que no tienen suficiente valor para dar un desdeñoso no á una súplica meliflua y cariñosa, desaparecen á la callada. ¡Vergonzosa fuga que equivale á un triunfo para aquellas Dido abandonadas, pues revela que huyen cobardes de la liza porque no se encuentran con fuerzas para resistir indiferentes á los atractivos de la juventud y de la belleza! Pero las desairadas niñas no sacan de la fuga de sus galanes esta consecuencia lógica, y unas aburridas y resignadas otras se van condenadas á bailar con sus compañeras de sexo, por la pertinacia del tamborilero , que no cesa, desde que entró, de lucir su doble habilidad. En vano el alcalde se afana por buscar hombres, no les encuentra y él es el único varon que rinde al bello sexo el tributo de galantería que en semejantes casos le es debido .

En tanto que dura el baile apenas se ve en la sala otro hombre que el alcalde ó algun caballero cuyos años le escudan contra los ataques coreográficos de aquel. Los demas, ó toman el fresco en el balcon largo de la fachada principal, ó se acaloran jugando al tresillo en las salas interiores, ó leyendo El Clamor Público, único periódico á que está suscrita la municipalidad de Deva, y que es indudablemente el que mas circula en las provincias Vascongadas, poco afectas por carácter á diarios ministeriales. Terminado el rigodon ó el /72/ wals, vuelven a la sala los prófugos y alli empiezan las reclamaciones y las quejas de las ofendidas, escusándose ya con un golpe recibid aquella tarde en una pierna, ya con la probibicion faoultativa de agitarse durante los baños, ya con el luto de familia. Esta falta de galantería por parte de los varones obliga á algunas señoras casadas, de las que, segun confesion propia , tenían ya colgada su espada hace algun tiempo, á salir de sus casillas, las cuales reparan hasta donde les permite su sexo el desvío de los galanes, bailando con las señoritas solteras hasta que no quieren mas. Pero ese desvío no podía prolongarse mucho, y algunas noches despues con la llegada de dos caballeros , aunque casados y gordos, galantes y bailarines por escelencia, recibieron todas las desdeñadas reparacion completa, ya bailando con los innovadores enemigos del varonil quietismo, ya con los antiguos remolones , que picados se lanzaron tambien á la arena y á quienes, corriendo un velo sobre su anterior conducta, concedieron este favor las agraciadas bellezas, que parecídas en esto al Dios de bondad, todo lo perdonan cuando se aproximan á ellas los pecadores con firme propósito de la enmienda .

El tamboril iba desprestigiándose por lo estraño de sus compases y lo cansado de su indispensable pito , cuando la aparicion providencial de ocho músicos italianos, profesores ambulantes de arpa y de violoncelo, que venían contratados por el ayuntamiento para dar mayor brillo a las fiestas de San Roque, volvió el con tento /73/a las desatentadas bailarinas, que unánimes bendijeron aquella brillante orquesta que les deparaba el cielo .

Con una orquesta de esta importancia, un salon espacioso y bien alumbrado, una reunión de señoras numerosaen que figuraban algunas muy conocidas en Madrid, el baile de Deva podía romper lanzas con los aristocráticos saraos de la señora condesa del Montijo y la elegante sociedad de la señora marquesa de Legarda. Todos estos elementos de vida se la dieron lozana por diez nochles; el sexo feo purgó entonces sus desdenes antiguos, no encontrando sino áduraspeoas señoritas con quienes dar: alguna vuelta, porque todas se veían asediadas por cinco ó seis aficionados; y como la •demanda era• grande, et valor de este precioso articulo se encareció de un modo estraordinario. •Pero como todo• lo bueno es eflmero y breve; pasadas- las funciones del-santo Patron, emigró la orquesta, llegó para muchas familias la hora de dar la velta á sus lares, y el sarao municipal se: sostuvo trabajosamente , escaso de animacion y poco, concurrido cuatro noches mas,' hasta que consumido por inanicion, se cerraron hasta la temperada próxima las puertas de aquella .sala; donde, gracias á la espontánea galantería del señor alcalde, encontraron verdadero solaz é inocente recreo los huéspedes veraniegos de Deva .

Estas animadas reuniones donde reínaba la mas decorosa franqueza y donde tenían ocasion de estrechar las relaoiones empezadas en la playa los tañista de uno y otro sexo, solo /74/una a vez se vieron turbadas por una invasion estraña, invasion que en aquel país, donde son tan raros los escándalos, mereció ser calificada de tal y que introdujo una disperáion completa en todos los conourrenles. Desde la llegada de los músicos italianos se fijó en un real por persona la cuota de entrada, cantidad módica y que servia de recompensa á aquellos pobres artistas errantes. Esta circunstancia de pagar un real á la puerta del Ayuntamiento para tener derecho á subir al salon, hacia en cierto modo público el espectáculo y en otro pais que no fuera aquel, donde tanto respeto se tributa á las clases nobles y acomodadas, hubiera para tomar parte en la reunión al hombre de mas ínfima clase que se hubiera hallado con bríos de gastar un real. Alli, sin embargo~, como las costumbres son muy distintas, como la sociedad y la familia están organizadas sobre la base del respeto y de la veneracion á las clases y á las categorías, á nadie ocurrió que por venderse los billetes á la puerta, pudiera el salon ser invadido por gente estraña. No obstante, por no dar muestra de un orgulloso quijotismo, se permitía á aquellos sencillos aldeanos que se aproximasen hasta el umbral de la puerta de la sala, desde allí oian y contemplaban silenciosa y respetuosamente la música y el baile. No se creyó que aspirasen á otra cosa, y no aspiraron en efecto, pues la indiscrecion cometida por unos pocos en nada puede amenguar el órden y la compostura de los mas, "y aun esos pocos, que no llegarian á cuatro; fueron /75/  instrumentos inocentes de alguna Intriga y si se atrevieron a perpetrar el que alli se calificó de escándalo, fué en momentos en el zagardua les impidió tener conocimiento de lo que hacían. Estaba el baile en toda su brillantez, la orquesta le daba mayor realce y el salon se veía aquella noche concurrido como nunca, cuando tres ó cuatro marineros, prevalidos del derecho que les diera el real del billete, invaden la sala, con sus boinas puestas, bailando grotescamente los unos y buscando asiento los otros al lado de las señoritas que les parecieron mas encopetadas .

Al ver esto con asombro algunos caballeros del pais, dan á sus amigos la voz de afuera, y como por ensalmo se precipitan señoras y hombres á la puerta y dejan abandonado el campo á los invasores. Esta leccion severisima hizo conocer á aquellos seducidos marineros todo lo imprudente del paso que habían dado, y nos consta que lo sintieron luego. La leccion, en efecto, fué elocuente, y al ver á tantas personas distinguidas las mas , decentes todas huir de aquellos hombres como si estuvieran contagiados, y a estos apoderarse con gozosa osadia del salon de baile, se vino á nuestra imaginacion una escena revolucionaria de París en el mes de-febrero último. Aquí nadie trataba de poner en salvo su vida, porque no corría ningun peligro ; pero todos trataban de poner á cubierto su honor y su nombre, que hubieran creído mancillados de no tomar la instantánea resolucion de despejar la sala. •Al dia siguiente el señor alcalde remitió á casa de /76/ todos los forasteros una papeleta dándoles la seguridad de que no volvería a repetirse la escena de la noche anterior, y asi fué en efecto, porque continuaron los saraos municipales sin que viniese á interrumpirlos ningun incidente desagradable.

 Los paseos por la ria son tambien una de las diversiones á que se entregan con frecuencia los forasteros. Todas las familias acomodadas del pueblo tienen una lancha de su propiedad y la ofrecen con gusto á sus amigos para hacer estas espédiciones. La navegacion por la ria es tan tranquila como pintoresca. Pocas cosas seguramente pueden dar mas recreo al ánimo que arribar en un pequeño barquichuelo hasta el convento de Sasiola , siguiendo el tortuoso curso de aquel rio que parece se pierde entre montes frondosos y áridos peñascos. De trecho en trecho se perciben en medio de aquellas rocas, notables concavidades y bocas imponentes, que sirven de entrada á inmensas cuevas, en cuyo recinto conservaban los bizarros guipuzcoanos de 1808 los depósitos de armas que habian de emplear mas tarde para combatir á los franceses .

El silencio y la soledad que reinan por aquellos lugares, la bella perspectiva de aquellas montañas , en cuya mas pendiente se vé labrando un trozo de terreno á una muger, que parece imposible pueda sostenerse á pié firme sin caer á la ria con los dos mansos bueyes que conduce, y los pintorescos caserios situados á la orilla y como sentados en la falda de los montes, aumentan en tan alto grado el atractivo que por ' /77/ si tienen estas espediciones acuáticas, que raro es el dia en que no se proyecta una. Hay, sin embargo , un inconveniente que á veces viene á destruir en su cuna los mas maduros proyectos, tal es la necesidad de haber de aprovechar las horas de la marea , porque nada mas frecuente que el chasco de tener que desembarcar y no peder regresar al pueblo por falta de agua .

Entre las: muchas espediciones por la ria que tuvimos ocasion de hacer, conservamos gratisimo recuerdo de una en que formaban parte de la tripulación hasta trece señoras y venian de contrapeso nueve individuos del sexo feo, el señor Araquistain era el piloto encargado del: timon y remaban con brio cuatro robustos marineros. Despues de llegar, como es costumbre,  al solitario y ruinoso convento de Sasiola y viniendo ya de regreso, hizo escala la lancha en un caserio y saltando á tierra los navegantes tomaron grandes vasos de riquísima esnia, que es el nombre porque se conoce la leche en el pais vascongado .

Esta dase de espediciones las emprenden todos por tímidos y prudentes que sean; la que no cuenta con tantos partidarios es la de pasar la barra en aquellos ligeros botes y dirigirse por mar al pueblo de Motrico, costeando por la izquierda. Los que son mas arrojados, en cuyo número hay que contar algunas señoras de temple varonil , se lanzan desde luego por agua á visitar aquel pueblo , vecino , pero rara es la vez en que las agitadas olas del mar Cantábrico, que amenazan á /78/ cada paso tragarse el bote, que le cubren con su plateada espuma, y le hacen vacilar y estremecerse y casi hundirse en aquel abismo de agua, no vienen á recordar á los temerarios navegantes el peligro á se han espuesto. Para las personas que prefieren á las cosas fáciles y tranquilas las difíciles y azarosas , el viage á Motrico por mar tiene sin disputas seductores alicientes .

Hemos consagrado ya cuatro artículos á Dev:a y aún tenemos que recorrer otros pueblos; pero antes de abandonar este, que asi nos ha cautivado, diremos algo en el articulo proximo de su magni[fi]ca iglesia parroquial, de su fiestas de San Roque y haremos despues una visita, aunque sea de paso , al antiquísimo y devoto santuario de Nuestra Señora de lciar