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VII
ASPECTO DEL PAÍS
PRODUCCIONES NATURALES
A poco que se recorra el límite del Pirineo en la parte que cierra la
frontera de Francia, se echa de ver al instante que el lado de la nación vecina
ofrece un paisaje más suave, más apacible, más risueño que el lado de España,
el cual es más rudo; más abrupto, más cerrado. Cruzan el territorio guipuzcoano
grandes cordilleras de montes de distintas alturas, extensiones y formas, y de
tal modo se entrelazan y amontonan, que todo él parece un monte continuado. Los
hay de dimensiones colosales, con crestas rocosas y escarpadas, á los cuales
sirven de estribos una muchedumbre de colinas con laderas sembradas y cumbres
frondosas, y formando parte del conjunto, divisanse suaves lomas y collados de
orden inferior, cubiertos de vegetación menos brava. En los huecos que quedan
entre unos y otras, vense angostas en cañadas y valles profundos, por donde se
abren paso, en tortuosa carrera, las aguas que han caído del alto, reunidas en
turbulentos arroyos y plácidos ríos.
Si subimos á la cima de una de estas montañas de gran elevación, para
admirar el sorprendente panorama que ha de ofrecer á nuestra, vista aquella
inmensidad de montés, que unos tras otros muestran sus cumbres con infinidad
de matices y tonos imposibles de describir, el efecto que nos produce es el de
las olas gigantescas de 1a mar embravecida, que hubiesen quedado petrificadas
en un momento de extraordinaria tormenta, y en sus faldas, en sus crestas, en
sus pliegues, en las vegas, en las gargantas, luciendo su color blanco ó gris,
sobre fondo verde, destácanse infinidad de casas, ya dispersas, ya agrupadas,
cual gabiotas sorprendidas por aquella fantástica evolución en diversas
posiciones, balanceándose dulcemente sobre las olas en busca del sustento.
Si dirigimos la vista en dirección contraria hacia el implacable
Océano, siempre bravo y borrascoso veremos como las olas, con rugidos de fiera,
/196/ acometen y rompen ;contra el valladar de peñascos. que se oponen á su avance,
mientras que otras de menos empuje, juguetean suavemente en blandos arenales,
intercalados entre el agua y la tierra, ó completamente amansadas permanecen
en el encierro de las bahías y muelles, diseminados á lo largo de la costa; sin
que la mucha fiereza de las aguas cántabras haya sido óbice para que se
mantengan enhiestas la isla de San Antón, que fué testigo mudo de los ensayos
que en su infancia hizo á su abrigo el gran marino, que, andando los tiempos,
había de ser el primero en dar la vuelta al mundo; la de Santa Clara, que ha
sabido cumplir fielmente la misión á ella encomendada de preservar de los
duros embates del mar, los arenales donde había de levantarse una de las
poblaciones más bonitas del orbe: la de Amuko, que sirve de límite á tierra
española al pié del vetusto Olearso, y el ameno edén, conocido con eL simpático
nombre de isla de los faisanes, que, aunque algo distanciado de las olas del mar, no puede menos de figurar en este lugar, á
causa de la mucha celebridad que tiene adquirida en las historias
internacionales, por las muchas é importantes entrevistas que celebraron en ella diversos personajes de las reales familias.
Al contemplar este paisaje tan áspero y quebrado por la parte de tierra,
cerrado
completamente en tiempos pasados de breñas y maleza, con mejores condiciones
para servir de guarida á las fieras que de habitación al hombre, y al ver por el
lado del mar las aguas borrascosas en continua ebullición, rugientes
y amenazadoras, se comprende que una raza viril y gallarda podía únicamente
formar el atrevido propósito de domeñar tan rudos elementos, tomando asiento en
tan agreste sitio; y si bien es cierto que, á trueque de su osadía, los
habitantes de este país, han pagado duros tributos á la naturaleza, padeciendo
los unos hambre durante muchos siglos, por falta de alimentos que les negaba la
tierras y hundiéndose por millares en el fondo del Cantábrico los sufridos
pescadores que vivían del mar, ello es que con el trabajo constante y el vigor de sus
músculos, han sabido vencer en la contienda; á
pesar de la esterilidad de la tierra y de la bravura de las aguas, aunque para
alcanzar este fin haya sido necesario, á falta de elementos propios, buscar
recursos en tierras lejanas, saliendo á las costas de Terranova á pescar el
bacalao y luchar con las ballenas unos, y á rasgar las arideces de las pampas y
de la manigua, allende los mares, otros.
Gracias á este esfuerzo de nuestros antepasados, briosamente utilizado y
secundado por las generaciones presentes, podemos admirar aquellas montañas y
costas salvajes de ayer, transformadas hoy de manera que hacen honor á sus
habitantes. No existen montes áridos y secos, sino es alguna que otra cima ó
cresta descarnada, y aún en los más elevados y de más pendiente, se ven, sobre
un tondo de verdor, extensas plantaciones de hayas ó de robles, fresnos,
castaños, etc., cuando no extensas y deliciosas praderas con pastos para
numeroso ganado lanar y vacuno. Y no se crea que estas plantas son producto de una generación
espontánea, nacida y criada entre la maleza y
protegida por el aislamiento y la lejanía, sino que todas han sido puestas y
cuidadosamente vigiladas por el agricultor, porque aquí apenas hay un palmo de
terreno, aunque parezca increíble, donde no se siembre ó se plante, y que no sea
hollado varias veces al año por el hombre, y así las más abruptas montañas, como
las suaves colinas, así los valles angostos, como las pequeñas
eminencias, de igual modo las graciosas vegas, como las verdes praderas y los
espesos bosques, todo está bajo la vigilancia constante y perspicaz del amo ó
del colono que lleva en arriendo la finca, y aún aquellos sembrados que, según
frase gráfica del P. Larramendi, aparecen algunos tendidos en el llano, otros
como de pié y otros colgados en las grandes pendientes, de modo que ni los
bueyes pueden ararlos, aún esos son trabajados por el hombre á fuerza de brazos
y de constancia, año tras año.
[Pulse el mapa para ampliar]
Mapa de la provincia de
Guipúzcoa, construido según las noticias de sus naturales por D. Tomás López
[Segundo estado de la plancha]
[Mas
información sobre el mapa de Tomás lópez]
Al ver el territorio de Guipúzcoa, tan áspero y quebrado, parécele al viajero
que lo contempla desde la ventanilla del tren que pasa por la encañada, que
nuestras montañas son de tan difícil acceso que no se puede trepar por ellas,
sino es agarrando con las manos á las zarzas de las laderas, y, sin embargo,
este juicio es tan erróneo, que sin grandes dificultades se puede recorrer toda
la jurisdicción de cima en cima, sin más que seguir pausadamente la senda ó camino
carretil, que faldeando el monte y esquivando las grandes pendientes, conduce á
los lugares más intrincados; sin mucha fatiga; caminos y sendas
que son utilizados casi á diario por el agricultor para cuidar del ganado ó
transportar los frutos que dá el monte. En aquellas alturas, sorteando y
admirando los mil accidentes del terreno, y contemplando los bellos panoramas
que en todas direcciones se divisan, especialmente los días de viento Sur, en
que aparece más limpio el horizonte, subiendo á ratos, bajando otros y
caminando en llano alguna vez, siempre sobre piso blando y variado, se recorren
muchos Kilómetros, sin sentir apenas cansancio, y, desde luego, fatigándose
menos que en la carretera y sobre el empedrado de las calles, donde el piso es
duro y se mantiene el cuerpo constantemente en la misma posición.
Aún las montañas más elevadas, esas gigantescas moles que levantan á tanta
altura sus cabezas nevosas, frecuentemente cubiertas con vaporosa corona que las
nubes les forman, y que al verse libres de aquel velo parece que se yerguen para
exhibirse sin mutilaciones al extenso ámbito que de continuo admira su grandiosa
esplendidez, aún estas montañas, decimos, pueden ser visitadas en
Guipúzcoa sin grandes fatigas, puesto que puede el turista ó curioso
hacerse conducir en automóvil, casi hasta sus cumbres.
¿Queréis poner vuestra planta en la cima del legendario Hernio, á 1.060
metros de altura sobre el nivel del mar, allí donde una tosca cruz de piedra
extiende sus brazos resquebrajados por el rayo y remendados con fuertes piezas
de hierro? Pues subid en automóvil ó en coche por la carretera que de costa se dirige á Asteasu, y abandonando el vehículo en lo más alto del
comino expresado, dirigíos á pié á la vetusta é histórica venta de lturrioz, y
desde allí, atravesando amplias praderas, donde no falta alguna que otra choza
de pastor, pronto llegareis al pico más alto de la montaña, donde os espera el
humilde signo de la redención, colocado sobre peana de informes peñascos,
recubiertos de cera, que la devoción de los fieles ha vertido allí al ascender
en peregrinación con las velas encendidas, dificultando sobre manera el acceso
de aquel último trozo; sentándoos á la vera del modesto monumento religioso,
que sirve de remate á aquella inmensa mole, podéis exclamar satisfechos: non
plus ultra, «no más allá» .
¿Queréís hacer una visita á la vaporosa Zuria, en su cueva de Murumendí; monte
situado á 887 metros de altura? Os basta para ello tomar la
carretera que desde Azpeitia ó Beasain conduce á la villa de Astigarreta, y en
poco tiempo conseguiréis, desde aquí, llegar á la fantástica morada de la aquí
citada Dama de Murumendi.
Si preferís acercaros al ingente Aralar, podéis subir por la carretera hasta
la plaza de Abalcisqueta, y en menos de una hora os colocáis al pié del peñasco
de Larrunarri, situado á 1.410 metros de altura. y así se podrían ir
señalando otros montes que parecen inaccesibles por su elevación y lejanía, y á
los cuales; sin embargo, es muy fácil el acceso.
El viajero que así recorra el país, se dará cuenta exacta de la transformación radical ;que de á.lgúh tiempo á esta parte ha
sufrido nuestro territorio.
Aquella misérrima provincia de Guipúzcoa, que no contaba más que con unos
malos pasos para atravesar el laberinto de sus montañas, y que no disponía de medios
para que sus hijos pudieran vadear los ríos, á poco que creciera su
caudal, viéndose precisados á detenerse en su marcha hasta que bajara el nivel
de las aguas, cuenta hoy con una red de carreteras, abiertas en todas
direcciones, que suben y bajan siguiendo las ondulaciones del terreno, con gran
número de anchurosos puentes tendidos sobre los ríos; y establecidos en dichas
carreteras, diferentes líneas de tranvías y servicios de carruajes y
automóviles, que facilitan extraordinariamente las comunicaciones entre los
pueblos más distantes y recónditos; posee varias líneas de ferrocarril para el
transporte de viajeros y mercancías, para cuya instalación se han tenido que
ejecutar grandes é importantes obras, que han modificado considerablemente la
configuración del terreno sobre el cual se han tendido las vías, por haberse
visto precisadas las compañías constructoras a horadar muchas montañas, abrir
grandes trincheras, levantar viaductos y terraplenar profundas hondonadas; otros
ferrocarriles mineros recorren las, faldas de las montañas y descienden al
llano, sorteando como pueden las dificultades que se: oponen á su paso, para
transportar los minerales, arrancados en sitios lejanos, al puerto próximo ó a
la estación más conveniente de la línea general, y como complemento de estas
vías terrestres, vénse otras de cables aéreos, que se /199/ hallan en movimiento para el servicio de canteras y minas y de algunas importantes
fábricas; las aguas que antes se despeñaban sueltas y libres, rodando
veloces por la pendiente y se daban prisa en llegar al término de su viaje,
saltando y alborotando, sin tropezar con más obstáculos en su marcha que el
rodezno de humilde molino ó el mazo de destartalada ferrería, hoy, recogidas y
encauzadas por el ingenio del hombre, domesticadas por él, si se nos admite la
palabra, obedecen dócilmente sus mandatos, siguiendo el curso que éste les
señala, y creando en su carrera los productos más opuestos con que la industria
moderna les hace tributar, cuando no se transporta por medio de cables á muchos kilómetros de distancia, la fuerza creada por ellas, ó se
las hace entrar por las calles de los pueblos y en la propia habitación del
hombre para ser utilizadas en diversos usos; las orillas de los ríos, ocultas
antes bajo la maleza que crecía á la sombra de los alisos, formando dos líneas
infranqueables, aparecen hoy cubiertas de hermosas fábricas dedicadas á labores
diversas, con robustas presas construidas en sus cercanías, por donde caen las
aguas con gran estrépito, como si rugieran en señal de protesta por los
continuos lazos que se les tiende en su carrera.
Paisaje de
Guipúzcoa, visto desde Ia frontera de Vizcaya.
[No disponible].
A donde quiera que se extienda la vista, se encuentra ésta con las huellas
del hombre laborioso que ha instalado su planta en los lugares más accidentados y apartados, llevando los rastros de su inteligencia y de su poder
á los más sombríos repliegues de la montaña y del barranco. Allá donde ocultamente
brotaban las aguas medicinales que se perdían entre peñas y maleza, /200/ el guipuzcoano levantó suntuosos balnearios, que en la época estival se
llenan de gente, llevando el bullicio y la algazara de sus risas y de sus juegos
donde antes no se escuchaba más que el débil borbotar de las aguas minerales
que, al surgir de las entrañas de la tierra, emprendían su carrera manchando las
flores que hallaban al paso. Allá donde el agua salta con estrépito, abriéndose paso entre árboles y peñascos, se alza una fábrica que sirve de sostén á
muchas familias.
Los típicos caseríos guipuzcoanos, esos baserris admirables defensores
del alma vasca, esas moradas habitadas por gentes que no conocen el cansancio,
no son chozas misérrimas, signos de pobreza; son grandes casas, blancas y
remozadas, donde no falta sano sustento para quienes se cobijan bajo su techo y
para quienes llegan á su puerta; si un extraño se pierde entre nuestras
montañas, nada tema: llegue á un caserío, á cualquiera, y entre por la puerta
siempre abierta, en la seguridad de que será bien recibido. Las orillas del mar guipuzcoano se hallan repletas de casitas nuevas, alegres, rodeadas de jardín; los hoteles suntuosos, los centros de recreo, también han elegido
á Guipúzcoa como centro favorito, y nuestras playas son conocidas ya en todo el
mundo, y es aspiración de muchos el venir durante el verano á disfrutar de
las brisas del Cantábrico.
La cruz vieja del
monte Hernio
Pero hoy se inicia una nueva tendencia: esos bellos hoteles, esas primorosas casas de verano que antes preferían las orillas del mar, van internándose
/201/ en la montaña y se esconden entre los árboles y se alzan junto á los
caseríos; más para subir, para vivir en la vecindad de los baserris, se
visten ropaje apropiado y procuran parecerse á nuestras casas de labranza, adoptando en sus adornos el estilo vasco que las caracteriza. No por internarse en
las montañas les han de faltar los beneficios del progreso moderno: los trenes y
los tranvías eléctricos pasarán por sus puertas muchas veces al día; los hilos del telégrafo y del teléfono, á la vista de los antiguos torreones del
telégrafo óptico, que aún se divisan en las cumbres, llegan á los más
apartados rincones, y el que no los tiene en su casa, los tiene en la aldea
próxima, y puede comunicarse con Madrid y con París, mediante el pago de una
exigua cantidad; los alambres conductores de electricidad entran ya en los
caseríos más lejanos e inundan de luz hasta las cuadras del ganado, hace veinte
años medio alumbradas con la luz mortecina de los krisallus, pequeños
candiles de aceite.
Entre Zarauz y
Guetaria
Guipúzcoa vive bien, vive con más holgura que nunca; sin que haya muchas
grandes fortunas, hay medios de vivir decorosamente para todos. El trabajo y
la paz, han sido los dos grandes colaboradores del bienestar que aquí se
disfruta; La paz... Como recuerdo de amarguras pasadas, aún hay en las cimas de
nuestros montes, castillos y fuertes y defensas. Pero ioh símbolo /202/ admirable! mientras los guipuzcoanos renuevan con
ahínco á Guipúzcoa,
levantando soberbias fábricas y talleres y rehaciendo las casas, los templos y
los edificios que amenazan ruina, solos, abandonados, van desmoronándose los
antiguos castillos y fuertes, sin que nadie se preocupe de volver á colocar las
piedras que una á una van desprendiéndose de las almenas, de las troneras...
De cuanto llevamos dicho acerca del aspecto general de Guipúzcoa, habrá
deducido ya el lector que esta Provincia se halla muy poblada. Los núcleos de
población no son ordinariamente de gran número de habitantes, pero toda la
Provincia se halla sembrada de pequeños pueblecillos y de caseríos diseminados.
En las montañas de Guipúzcoa, en las cumbres y en los repliegues, en los
Hanos y en las pendientes, surgen por todas partes pueblecillos de muy pocas
casas, agrupadas en torno de la iglesia, que nunca falta aún en la más diminuta
aldea vasca.
Y allá donde no se alzó un pueblo, los caseríos se levantaron en el encuentro de los caminos y en
las faldas de los montes y junto á los riachuelos
se construyeron los molinos, que con su rítmico tic; tac rompen el
silencio del campo, mientras los dueños, molineros y labradores á la vez, se
dedican, en las heredades próximas á la casa, á las faenas de la labranza.
En las pequeñas plazoletas, á la sombra de recios árboles, medio escondidos,
humildes, pero no olvidados, puso el guipuzcoano muchos santuarios y muchas
ermitas, para que á ellos acudieran los habitantes de los caseríos á ofrecer
oraciones á los santos de su predilección.
Y donde no pudieron llegar los pueblos, ni las caserías, ni los molinos,
llegaron los pastores y los carboneros y levantaron sus chozas, con holgura
suficiente para llenar las pocas necesidades de sus moradores, y donde no
pudieron levantar una iglesia ó una ermita, colocaron grandes cruces de piedra,
ante las cuales pudieran descubrirse al salir á sus tareas y al volver de sus
labores, dando así testimonio elocuente de los dos amores del guipuzcoano: el
trabajo y la fé cristiana.
PRODUCCIONES NATURALES
Al ocuparnos de la descripción geológica de la Provincia, han quedado
consignadas las producciones minerales del territorio guipuzcoano. Réstanos
hablar de la fauna y flora para completar los extremos que abarca el titulo que
vá al frente de estas líneas. ,
FAUNA.- Animales.
AI hablar de las cavernas de Landarbaso y Aizkirri, en
las páginas 162 y siguientes de esta obra, hemos dicho ya que en las excavaciones practicadas en las cavernas mencionadas, se encontraron restos del
león, de la hiena y del oso de las cavernas, y también del ciervo, del reno,
del rebeco y de la gamuza, y acaso también del bisonte, la mayor parte de los
cuales, con excepción del ciervo y algún otro, han desaparecido de este territorio hace muchos siglos. ya que no se tiene noticia, fuera de la existencia de
dichos restos, de la estancia de estas especies en los términos de Guipúzcoa.
No cabe dudar que, dada la poca población del suelo guipuzcoano en tiempos
antiguos, y lo abrupto y desierto de su territorio, cerrado por todos lados ge
maleza y bosques, con cavernas insondables y barrancos y abismos profundos, las
fieras camparían á sus anchas, sin temor: á que el hombre penetrara en sus
ocultas guaridas. Los animales carnívoros podrían caminar sin ser vistos entre
la espesa selva, hasta el límite mismo de sus posesiones, donde comenzaría la
jurisdicción del pastor que cuidaba del rebaño, y agazapados en la linde de
ambos términos esperarían á que se desviara alguna pieza de la custodia del
hombre, para saltar sobre ella é internarse con su presa por los campos de su
exclusivo dominio á saciar el hambre, sin temor á que les inquietasen las
añagazas del cazador, que en aquellos remotos tiempos no disponía de medios
para combatir á tan feroces carniceros.
En cambio, los animales granívoros y herbívoros hallarían pasto abundante
en los frutos silvestres que les proporcionaban nuestros bosques. Además de
la bellota que les daba el roble y el haya, tenían manzanas, peras, nueces,
avellanas y castañas silvestres, y otros frutos similares.
Dicho se está que en un país lluvioso como éste, tenían el agua y la hierba
en todas partes.
No hay duda de que en un terreno de estas condiciones, habría gran
abundancia de alimañas de todas clases, pues no sólo podrían reproducirse
impunemente las especies que tenían asiento en nuestros breñales, sino que los
nuevos ejemplares que por diversos accidentes vinieran á penetrar en las
espesuras de nuestras selvas, encontrarían también alojamiento adecuado donde
habitar y multiplicarse.
Era distracción de los nobles señores antiguamente la caza, y cuando no
estaban guerreando contra el enemigo, entretenían sus ocios en el varonil
ejercicio de perseguir las fieras en los bosques, que era remedo de los lances
de la guerra, Los monarcas eran los que iban al frente de esta afición, aportando con los grandes medios de que disponían, poderosos
elementos que
facilitaban el logro de sus aspiraciones. No ha quedado entre nosotros vestigio alguno de que en Guipúzcoa se realizasen aquellas atrevidas expediciones
cinegéticas que llevaban á cabo los reyes y señores en las provincias .que
lindan con la nuestra, como sucede en Navarra y Vizcaya, y si alguna. vez
aparece que los reyes de Navarra penetraban, arrastrados por su afición favorita, hasta las cumbres del Jaizkibel, no es para decirnos la clase de
fieras que perseguían en sus partidas de montería, sino para explicarnos cierto
certificado expedido por el rey de armas, á gentes que se consideran descendientes de un rey navarro, Pero si es cierto que no tenemos noticias de
grandes batidas organizadas en Guipúzcoa para perseguir á la caza mayor, sabemos
que los monarcas navarros, siguiendo la costumbre de los tiempos, se dedicaron
con predilección al arte de la montería dentro de su Reino, y que poniendo en
vigor los métodos de caza que en aquellos remotos tiempos se hallaban en uso,
trajeron la onza y el leopardo, originarios del África y Asia, para domesticarlos
y utilizarlos para la caza de pelo, á cuyo efecto tenían, en su palacio real de
Olite, un lugar llamado la leonera, donde se guardaban tan feroces
animales (54), Al salir de cacería, los monteros, precedidos de los perros,
recorrían el campo á caballo, llevando en la grupa el leopardo, Cuando los perros
hacían saltar la caza, soltaban el leopardo, que, perfectamente
Leopardo.
[Fotografía no disponible]
amaestrado, se precipitaba sobre su víctima, y entonces, apeándose los
cazadores, arrojaban á su terrible auxiliar un trozo de carne fresca, que devoraba éste abandonando
su presa y volviendo á colocarse en la grupa del
caballo. Es más que probable que, en más de una ocasión, la onza y el leopardo
saltaran de la grupa del caballo para no volver á ella, y que recabaran su
libertad de acción internándose en los espesos matorrales, donde habían de encontrar
abundante
caza con que alimentarse. Ahora bien, siendo limítrofes
las provincias de Navarra y Guipúzcoa, podían correrse tan feroces animales
hasta nuestro territorio, y ser ésta la causa de que en Guipúzcoa se mataran
tres leopardos y una onza, precisamente en las montañas que limitan con Navarra,
como veremos después. Tampoco tendría nada de particular , que los mismos
monarcas ó los parientes mayores de Guipúzcoa, que no hay duda se dedicarían
también á la caza, trajesen de sus expediciones á diferentes países otras especies de alimañas, bien para fomentar su afición favorita
ó con otros motivos, y que se hayan aclimatado en estas montañas á pesar de su
procedencia de otras regiones distintas á la nuestra. De algún modo así,
habremos de explicarnos, por ejemplo, la existencia del tigre en esta Provincia, puesto que en nuestras notas, que van á continuación, aparece que se han
matado tres ejemplares de esta especie (55).
Aparte de las fieras que quedan anotadas, y en mayor abundancia que
éstas, han habitado otras de distintas especies en nuestras montañas, como son
el oso, el lobo, el jabalí, el gato montés y la zorra. Eran tantos en número los
carniceros que acosaban á los rebaños del monte Aralar el siglo XVI, y no hay
duda que en los montes de Urbía, de Aranzazu, de Bedayo, lrisasi, Oyarzun y
otros había de suceder lo mismo, que los representantes de los pueblos
interesados en la unión de Enirio y Aralar, reunidos en Zaldivia el 20 Mayo de
1578, se vieron precisados á redactar una ordenanza, por la cual señalaban
de premio á cada uno que matare un oso, seis ducados, ó sea pesetas 16,50 de
nuestra moneda, y por un lobo, dos ducados, y por un lobillo, dos reales.
Oso
[Fotografía no disponible]
En las cuentas de Villafranca aparece que, desde el año siguiente de 1579 al
de 1608, se pagaron premios á los cazadores por matar, durante ese tiempo, 19 osos, 7 lobos y una onza brava, que se cazó en 1603, y un tiguere; en el
monte Agaunza de Ataun, en 1606. Hay que tener presente que en Villafranca,
como villa perteneciente á la citada unión, sólo se pagaban premios á los que
mataban caza mayor dentro del radio expresado, el cual es muy reducido con
relación á Guipúzcoa.
/206/ En tiempos más cercanos á los nuestros, consta que se mató un oso en el
término de Gaviria en 1658, otro en Anzuola en 1666 y otro en el monte Aralar en
1735, el cual pesó 87 kilogramos, quitada la piel, y estuvo expuesto en el patio
del palacio del Marqués de Valmediano, en Villafranca.
Según nos dice Iztueta (56), los pastores de Idiazábal cogieron con cepo,
hacia el año 1776, en el monte Aranzazu, un tigre corpulento, que pesó 39 kilogramos con su piel; su color era entre encarnado y amarillo, con pintas negras
relucientes.
Gorosabel nos cuenta en su obra que, en el territorio de Lizarza, se mataron tres leopardos, uno en Enero de 1777, otro en Diciembre de
1781 y otro en 1820.
En las cuentas del municipio de Oyarzun, correspondientes al año 1787,
figuran ocho reales entregados á un hombre que presentó un lobo muerto y otros
ocho á un hombre que trajo un pellejo de tigre.
Todos estos grandes ejemplares de las especies carniceras, excepto el lobo,
desaparecen de nuestro territorio en el siglo XIX, á medida que el país se puebla y los
espesos matorrales quedan destruidos, á la vez que las armas
de fuego se perfeccionan y se generalizan. Las últimas noticias que tenemos de
la aparición de una de estas fieras en la Provincia, son las que se refieren al
oso que se mató en Anzuola el 4 Julio 1867, que llegó á pesar 14 arrobas ó sea
172 kilogramos, que es el peso ordinario de este animal, pues se conceptúan
como ejemplares notables los que pesan de 200 á 250 kilogramos, aunque
también los hay mayores. Las Juntas de la Provincia, reunidas á la sazón en
Oñate, recompensaron á los cazadores con 500 pesetas, á condición de que el oso
fuese entregado á la escuela de agricultura de esta última villa, por si querían
disecarlo. Fué creencia general en la Provincia, que procedería este oso de
algún domador de fieras á quien se le hubiese escapado.
El lobo ha sobrevivido en Guipúzcoa por más tiempo que las demás especies
anotadas, y todavía en nuestros días hace su aparición de vez en cuando,
con gran alarma de los pastores; procede, sin duda, de otras montañas, porque en las nuestras no le queda ya lugar donde poder ocultarse de la
vista diaria del hombre. No debe extrañarnos la presencia de este animal en
nuestros campos alguna vez, si tenemos presente que es capaz de efectuar
correrías de 400 á 500 kilómetros y que puede recorrer una distancia de 200
kilómetros en una noche, mientras que el oso sólo se aparta de su guarida de
100 á 150 kilómetros. Entre todos los grandes carniceros citados, el lobo ha
sido, sin disputa, el que más ha abundado en el territorio de Guipúzcoa, como
lo prueba el gran número de caserías y de lugares que llevan su nombre, que en
vascuence es el de Otsoa. Son también muchos los escudos de armas de los
solares guipuzcoanos que ostentan la figura de dicho animal. Al mes /207/ de Febrero llamamos Otsa-illa, ó sea el mes de los lobos, sin
duda por ser ésta la época de los celos, y aún existe la costumbre en muchos
pueblos de que los chicos anden de puerta en puerta el día primero de
dicho mes, pidiendo al són de una canción alusiva á la caza del lobo vivo.
Una de las razones que los habitantes de la parte baja de Zumarraga alegaban el año 1565 para que se trasladase á donde está hoy la parroquia llamada
de «La Antigua», era que desde el punto en que se hallaba situada ésta, ni el
Viático se podía conducir sin guardias, porque los muchos perros y lobos que por
allí había acosaban á los sacerdotes y acompañantes en términos que ponían en
peligro sus vidas. Si esto sucedía en las cercanías de las parroquias y
lugares poblados, puede calcularse qué dominio ejercerían en los lugares
apartados, en aquellos tiempos en que el hombre no disponía de más medios para
cazarlos que el cepo y la trampa preparada ésta en grandes hoyos para que el
animal que cayera al fondo no pudiera escaparse del agujero. Como armas
ofensivas tenían las flechas, lanzas, chuzos y hachas. Otro de los medios que se empleaba, era el de coger las crías en su guarida cuando la madre se ausentaba.
Hoy son muy distintos y más eficaces los medios que se emplean para perseguir
y aniquilar esta fiera. Apenas se tiene noticia de la aparición de uno de estos
animales, se arman todos los cazadores de la comarca con escopetas de
precisión, y acompañados de varias jaurías de buenos perros, no paran de dar
batidas
en las montañas donde puede guarecerse, hasta que lo matan ó lo ahuyentan. Sin
embargo, hay otro método más terrible y de resultados más
positivos que el empleo del perdigón lobero, y es, á no dudarlo, el que
ha contribuido, en primer término, á destruir los lobos que andaban errantes en
la jurisdicción de Guipúzcoa. Este nuevo medio de caza, es el empleo de la estrignina. Para ello tienen los pastores á sueldo, hombres expertos á quienes
notifican la aparición del animal, apenas sienten sus efectos en los rebaños.
Estos prácticos, tan pronto como reciben el aviso, se ponen en movimiento y
recorren los caminos y sendas, llevando á rastras tripas de animales, y van
colocando de trecho en trecho bolas de sebo con estrignina ó restos envenenados
de una res, que los levantan al amanecer para evitar desgracias en los animales
domésticos que podrían transitar por aquellos lugares. Si el lobo llega á tocar
en alguno de los caminos por donde se han arrastrado las tripas de la oveja,
sigue el rastro sin desviarse, hasta que tropieza con la estrignina puesta en
parajes adecuados, y sucumbe apenas la cata. Alguna vez este procedimiento da
lugar á dudas y cuestiones, . como ocurrió durante la nevada del año 1895 entre
los vecinos de las villas de Ataun y Zaldivia. Pusieron los zaldivianos en los
montes de la Unión de Aralar, una cabeza de burro envenenada con estrignina y
los atauneses pusieron en sus términos una cabeza de cabra, dispuesta en igual
forma. Al visitar sus correspondientes cebos á la mañana siguiente, se
encontraron los /208/ primeros con una zorra grande, un águila enorme, cuyas alas extendidas medían
dos metros y medio, y un hermoso lobo de 49 kilogramos de peso, todos los cuales
perecieron á muy corta distancia del punto en que quisieron celebrar el festín.
A su vez los de Ataun, al girar su visita á la cabeza de cabra, observaron en la
nieve rastros de un lobo, que después de haber gustado del cebo susodicho, se
había retirado en dirección de las montañas de Zaldivia, y al enterarse de que
los de esta villa habían cogido un lobo, creyeron que sería el que se envenenó
con el cebo puesto por ellos, y reclamaron la presa. El alcalde de Ataun, á
quien acudieron las dos partes á reclamarle el certificado con el cual habían de
presentarse á cobrar el premio de 375 pesetas, que por una sociedad de pastores estaba asignado para el cazador que
diera muerte al lobo, se vió perplejo ante las razones que alegaron ambas parte9
reclamantes, sin saber á nombre de cual de ellas había de expedir el documento,
porque no resultaba cosa fácil el averiguar si la cabeza de burro ó la cabeza de
cabra, había ocasionado la muerte de la fiera. No fué el alcalde de Ataun del
parecer de Salomón, que empleó en aquel famoso juicio del niño el procedimiento
de partirlo en dos pedazos para dar uno de ellos á cada parte, pero echó mano de
otro medio no menos ingenioso para salir ,del compromiso en que se hallaba, y
fué éste el de llamar al veterinario y mandarle que abriera el vientre al
animal. Hizose así, en efecto, y le encontraron una oreja de burro que el tósigo
no le dió tiempo á consumir, con la particularidad de que la oreja estaba
agujereada, ni más ni menos que la del burro /209/ que sirvió de cebo. La prueba no pudo ser más concluyente y quedó el lobo
adjudicado á los zaldivianos.
Lobo
[ilustración no disponible]
Pero practican los atauneses nuevas pesquisas en busca del lobo que comió de
su cebo de cabra, y dan con él gracias al rastro que fué dejando en la nieve.
Entonces son los otros los que reclaman, diciendo que también pudo ser
envenenado con el cebo que ellos pusieron, y la autoridad municipal vuelve á
repetir el mismo procedimiento de antes, y aparecen en el vientre del animal la
perilla y algunos fragmentos más de la cabeza de cabra, que dejaron demostrado
plenamente que este segundo ejemplar era de la pertenencia de los de Ataun, y
de este modo quedó la justicia satisfecha y cada pueblo con su correspondiente
lobo.
Sobre los premios que los pastores tienen señalados, recoge el cazador otros
más que conceden las corporaciones y los particulares.
Después del lobo, entre los animales carniceros que merodean en el país,
corresponde que le citemos al raposo, que abunda bastante todavía y origina
hartos daños en los rebaños y en los corrales, apoderándose con gran astucia de
corderos y gallinas. También gusta de comer pescado de vez en cuando, y no es
raro ver á los animales de esta clase que habitan en las montañas de la costa,
bajar á las orillas del mar á buscar el sustento. Para ello se agazapan al
contacto del agua, y metiendo el rabo entre las rocas, ofrecen por cebo su
peludo apéndice á los habitantes del líquido elemento, que, por lo visto, también quieren variar de manjar alguna vez, y cuando sienten roer su extremidad
por los cangrejos, á quienes gusta tanto la carne animal, sobre todo si tiene el olor fétido que caracteriza á la zorra, entonces, levantando el
aparato de pesca con cuidado, engullen sabrosamente á los incautos que se disponen á
celebrar con sus carnes rico festín. Por ser muy curioso, vamos á relatar un
caso ocurrido con una zorra en las peñas próximas al cabo Higuer de
Fuenterrabía, no hace aún muchos años. Se hallaba dedicado á sus faenas un
pescador de caña en las peñas de Higuer, cuando llegaron á sus oídos gritos y
chillidos inusitados en aquellos solitarios parajes, donde sólo se acostumbra á
oír el bramido del mar al chocar con el monte Jaizkibel. Sorprendiole tanto este
inesperado acontecimiento, que, dejando los instrumentos de pesca, se dirigió,
saltando sobre las peñas, hacia el lugar de donde partían tan quejumbrosos
alaridos, creyendo que se trataba de alguna criatura humana en peligro de
muerte. Su sorpresa aumentó de punto al encontrarse en la hendidura de una peña
con una zorra que saltaba y se retorcía furiosamente al contacto del agua, sin
poder librarse de algo que fuertemente le sujetaba y retenía, á pesar de doblar
sus esfuerzos, verdaderamente desesperados, al ver tan cerca de sí al pescador
de caña. Lo ocurrido fué, que al cebo colocado por la zorra entre rocas, acudió el pulpo en lugar de los
cangrejos que apetecía, y asiéndole fuertemente con sus tentáculos, le sujetó de
la manera briosa que acabamos de ver. Pronto el pescador se dió cuenta de lo
/210/ que ocurría y amarrando á la zorra primero, extrajo después al pulpo, presentándose con ambas piezas vivas en la histórica ciudad, donde fué muy
celebrado el hecho. La zorra, que estaba preñada, fué domesticada por su dueño,
y se la veía con él por calles y sidrerías, cual si fuera un perro, hasta que
murió á consecuencia de habérsele atragantado un gran pedazo de carne.
No hay duda de que el jabalí ha sido otro de los animales que ha abundado
extraordinariamente en nuestras montañas, y todavía hace su aparición con
relativa frecuencia en los grandes bosques donde hay bellota ó castaña, y también
alguna vez extiende sus irrupciones á los sembrados de caserías apartadas,
causando daños de consideración en los maizales, especialmente si acuden en
manadas las madres con sus crías, como sucede á veces. Cuando más animales de
esta especie se matan en la Provincia, suele ser en épocas de nieve, debido á
que muchos de ellos vienen huyendo de las sierras de Navarra y se ven obligados
á abandonar las grandes alturas cubiertas de nieve, para buscar el sustento en
zonas más bajas, donde son perseguidos activamente por los cazadores, en estos
casos generalmente de la clase labradora, que salen en cuadrillas. Cuando la
nieve ha adquirido mucha altura, se preparan los perseguidores de los
paquidermos, colocando en las plantas de los pies, además de las abarcas, unos
calzados circulares de palo tejido, iguales á los que se emplean para
tapas de los sacos de carbón, que en algunas partes llaman gobarreta ó
bularreta, gracias á los cuales pueden caminar, manteniéndose sobre la
nieve. En los casos en que la nieve no llega á la altura del pecho del hombre,
caminan abriendo surcos con su propio cuerpo, viéndose. obligados al dar el paso
á inclinarse una vez al lado derecho y otra vez al izquierdo,
porque no es posible caminar con el cuerpo de frente, ante la fuerte
resistencia que opone aquella masa de nieve. En el surco que abre el primero
siguen los demás, y así caminan todos en línea, alternando á ratos en el primer
puesto, que es el que causa mayor fatiga. De esta manera, siguen el rastro del
jabalí ó se aproximan á los puestos donde suponen que puede hallarse, y, cuando
llegan al punto deseado, sepáranse algo unos de otros y comienzan á hacer ruido
para que salte el animal, el cual, una vez que se le haya acorralado en esta
forma, es muy difícil que se escape á los certeros disparos de sus
perseguidores, entre otras razones, porque la negrura de su cuerpo, saltando
sobre la blanca nieve, hace que se le divise perfectamente, aún á distancias
largas. De la manera dicha, se cazaron en los montes de Ataun desde el 26 de Diciembre de
1829 hasta el 14 de Febrero del
año siguiente, 16 jabalíes, 47 corzos, 40 liebres y algunas zorras. De los 47
corzos, 14 se cogieron vivos, algunos sin lesión alguna y otros con golpes de palo. Por la mucha nieve, y á causa de la dificultad que ofrecía el
empleo de la escopeta de pistón, que era el arma de fuego que entonces se
usaba, agarraban á las fieras con las manos y les mataban con bayonetas y
palos. Uno de los cazadores se hallaba á la espera en el camino abierto en la
forma que /211/ hemos dicho, y un enorme jabalí, metiéndose por el mismo surco al huir de sus
perseguidores, le fué á las manos. Clavole la bayoneta que llevaba calada en un
palo, pero no pudiendo contenerle se le echó encima, agarrando por las orejas al
jabalí, al cual consiguió sujetar hasta que vinieron sus compañeros y le
molieron á palos, rompiéndole el espinazo, no sin que el animal le abriera el
muslo con un golpe de colmillo, de cuya herida sanó.
En el invierno de 1904 se mataron 12 jabalíes en las mismas montañas de Ataun,
y raro es el año en que no se cazan algunos ejemplares de esta especie.
Jabalí
[Fotografía no disponible].
Hará 30 años próximamente, que el colono del caserío Jazkue de Bedayo, se
hallaba recogiendo hojarasca en el monte con un rastrillo con púas de hierro, cuando se le presentó un gran jabalí al alcance de las manos, y sorprendido con tan inesperada visita, levantó en alto el rastrillo, descargando el
golpe sobre la cabeza del animal, con tan buena fortuna, que metiéndole una de
las púas en la nuca, dejole muerto instantáneamente. Pesó más de 70 kílogramos,
que es mucho, aunque los hay hasta de 100 kilogramos.
El jabalí, mientras no le hieren, huye siempre del hombre, pero una vez
herido hay que temerle, porque acomete como un toro (57). El año 1895, a las
/212/ doce del mediodía, se presentó un jabalí en el paseo de la villa de Azcoitia,
á orillas del Urola, y seguido por varios cazadores, fué muerto á palos y á
tiros, no sin antes causarle una gran herida á uno de sus perseguidores, quien
saltó al río para librarse de sus furias y el animal tras él, pudiendo escaparse
de sus nuevas embestidas, gracias á la corriente del agua, que le condujo en
dirección contraria al jabalí. De esta clase de hechos, que ocurren continuamente en nuestros días, puede deducirse que son frecuentes todavía las irrupciones que hacen estos paquidermos á nuestra Provincia, desde las sierras de
Narrara, de donde proceden, sin duda alguna, la mayor parte de los que se cogen
en Guipúzcoa, aunque esto no quiera decir que en las espesuras de
ciertos bosques no puedan criarse algunos, por razón de que, alimentándose de
frutos silvestres, pueden pasar desapercibidos.
Alguna vez, se les vé pastar con los cerdos silvestres en los bosques, y
ocurre con frecuencia que las cerdas que van á pastar al monte vuelven preñadas del jabalí, en cuyo caso hay que matar las crías antes de que crezcan
mucho, porque de lo contrario se hace difícil habituarlas á la vida
doméstica por su mucha rusticidad, que les hace huir del hombre.
El gato montés no es raro en Guipúzcoa, y habita lo mismo en las grandes
montañas como en las regiones bajas. En el límite de Oyarzun con Navarra, se
conocen dos variedades distintas: el gato montés común, llamado basa-katua,
que es de tamaño algo mayor que el doméstico y de color pardo con barras
atigradas. El otro, llamado katu-jinetia, gineta, de color blanco con
manchas negras, cuello levantado y largo y cabeza pequeña. Su tamaño el de un
gato doméstico.
De la garduña se conocen también dos variedades, y se distinguen en que unas
tienen el cuello blanco y otras lo tienen amarillo. Son de color ceniciento y
tienen la piel sumamente fina, por cuya razón es muy apreciada en el mercado.
Es preferida la piel de las de cuello amarillo, pues mientras ésta se paga
próximamente 35 pesetas, la de las garduñas de cuello blanco se paga 25 ó 27. Su
peso oscilará entre 4 y 5 kilogramos (58).
El tejón abunda bastante, y por los daños que causaba en los sembrados de
Zaldivia y otras partes, la Diputación señaló premio á los matadores de este
animal.
En Guipúzcoa existen también el corzo, cabra montés, ardilla, marta,
comadreja, hurón, liebre, nutria, erizo, murciélago.
De todos estos animales la liebre es el que más abunda, aunque es el más
perseguido. A este mamífero se le encuentra en toda la jurisdicción de Guipúzcoa, lo mismo en las montañas elevadas, que en las
colinas, que en los
valles, á pesar de la persecución incesante de que es objeto de parte de todo
/213/ el que tiene escopeta. Si son muchos los cazadores que tienen perros lebreles
para la caza de este roedor, no son menos los labradores que entretienen sus
ocios en recorrer los campos, arma al brazo, para sorprender al animal en su
nido. Las aves rapaces causan también grandes bajas en las filas de estos
mamíferos cuando son pequeños, á causa de que no les quedan matorrales donde
ocultarse de la mirada escudriñadora de estas aves, y, al quedar en descubierto,
se ven sorprendidos entre las garras de estos volátiles. Pero, sobre todo, cuando se les hace una guerra cruel é implacable, es en época de
nevadas, en que se ven obligadas á abandonar las grandes alturas y dejan huella
de sus marchas en la nieve.
Entonces cada labrador recorre sus términos y los del vecino, sin que en la
Provincia quede; rincón sin visitar, y son pocas las que se escapan de este
somatén general.
La liebre aquí es mayor que en Castilla, y ordinariamente pesa de 3 á 5
kilogramos. Las hay también de 6 kilogramos, y este es el peso mayor de que
tenemos noticias. Una liebre regular se paga 4 pesetas en los mercados de la
Provincia.
Por muchos ensayos que se han hecho en distintos puntos de la Provincia, no
se ha conseguido aclimatar al conejo de campo, debido á que perecen con la mucha
humedad que hay siempre en este país. Aún en las casas particulares que se
dedican á la cría del conejo doméstico, necesitan tomar cuidados especiales
para que no mueran con los pastos húmedos que en muchas ocasiones se ven
precisados á suministrarles, por cuya razón no es género que abunda en
Guipúzcoa, aunque de algunos años á esta parte son más las familias que se
dedican á la cría de estos roedores,
Hay escritores que nos felicitan porque nos vemos libres de tan gran
calamidad, á causa de que si llegara á aclimatarse en este país, dada la mucha
fecundidad de estos animales, constituiría una terrible plaga que destruiría
nuestros sembrados, sirviendo de verdadero azote, como ha sucedido en algunos
países en que se han visto obligados á emigrar sus moradores por la
imposibilidad de salvar las cosechas.
Encuéntranse también en Guipúzcoa el ratón y la rata domésticos, de agua y
de monte, el lirón común, el topo y el topogrillo. Este en tierras blandas y
arenosas como las de Fuenterrabía, en cuyas vegas causa mucho daño, destruyendo
las hortalizas. Se le conoce con el nombre de lugartia.
En calidad de animales domésticos, podemos enumerar el caballo, yegua, asno,
burra, macho, muja, toro, buey, vaca, carnero, oveja, cordero, cabras y
cabrones, cerdos y conejos. La mayor parte de estos animales, no sólo viven
en estado de domesticidad, sino que también en grandes rebaños y manadas habitan
en los montes en estado silvestre.
El perro y el gato son tan comunes entre nosotros, que apenas hay casa en
que no se encuentre el uno ó el otro ó los dos.
Aves.
Si grande es la variedad de animales que se cobijan en
nuestro suelo, es mayor el número de las distintas especies de volátiles que tienen
asiento permanente en Guipúzcoa y de las emigradoras que nos visitan periódicamente. Desde el diminuto pajarillo, que habita sin apartarse
apenas de la
tierra, alegrando con sus trinos la morada del hombre, hasta los volátiles
que viven en el agua ó cerca de ella, alimentándose con los productos del
líquido elemento: desde las aves corpulentas que pasan la mayor parte del día
trazando círculos en las alturas, hasta las aves nocturnas que esperan á que
desaparezca la luz del sol para salir de sus escondrijos, todas ellas tienen
numerosa representación en los ámbitos de Guipúzcoa, Las hay que prestan grandes
servicios á la agricultura destruyendo insectos y animalitos que la, perjudican
sensiblemente, y }as hay también rapaces que se llevan las aves domésticas y
cuya muerte se retribuye con premio, y no faltan tampoco otras como el gorrión,
que se 'alimentan de, granos con daño del agricultor, por cuya razón, en
tiempos pasados, se disponía en las ordenanzas municipales de varias villas,
como lrún y otras, la obligación de que cada vecino matase, anualmente, un
número determinado de pájaros de esta clase.
A continuación publicamos una relación de la mayor parte de las aves que se
conocen en Guipúzcoa, tomada, casi en su totalidad, del catálogo escrito por
D, Pedro Sansinanea y publicado por la Diputación en 1908, de la colección
legada á la, Corporación Provincial por D. Angel de Larrinua. También ponemos
el nombre en vascuence de muchas de dicbas aves.
Podríamos extender mucho más esta lista si pusiéramos los (nombres de las
distintas especies de aves que corresponden á una misma familia, pero /215/ con lo dicho creemos haber dado idea bastante de las más
conocidas en la
Provincia (59).
Algunas de estas aves son muy estimadas en el país y se sirven en las
mejores mesas, vendiéndose por esta razón á muy buenos precios en los mercados
de la Provincia. El par de perdices se paga próximamente 4,50 pesetas; el de
codornices, 3,50; becadas, 5 á 7; palomas torcaces, 3; tórtolas, 2.
Entre los pájaros, la benarriza y el chimbo, cuando están bien cebados,
constituyen un manjar exquisito. No lo es tanto la calandria.
Antiguamente los caballeros, en las expediciones de cetrería, llevaban
consigo halcones y azores domesticados, especies de gavilanes, á los
cuales les dejaban en libertad cuando divisaban la clase ,de ave que se
proponían cazar.
Aquellos rapaces salían veloces en persecución de la presa, y cuando la cogían
volvían con ella aliado de su amo.
Por escasear en el país esta clase de aves, los reyes de Navarra traían de
Irlanda y otros sitios, y las echaban en sus montañas para que se multiplicasen
y pudieran obtenerlas con más facilidad. Se pagaban por estos rapaces precios
muy subidos, y hoy se gratifica con un premio á los cazadores que los presentan muertos á los ayuntamientos, por el daño que
causan en las aves
domésticas. Los halcones machos se destinaban á la caza de la perdiz y de las
codornices, y las hembras á la de la liebre, milanos y grullas,
Abubilla
[Fotografía no disponible].
A medida que las cerezas van escaseando en !as zonas bajas y ge van /216/ madurando
en otras más elevadas, los tordos, malvices y arrendajos van
subiendo á las grandes montañas á buscar el sustento, y á la hora del amanecer
acuden en tan gran cantidad á los pocos cerezos que van quedando, á saciar su
apetito, que el cazador colocado bajo el árbol y cubierto con alguna enramada, los mata por docenas hasta la salida del sol, en que se retiran
á la sombra de los matorrales. Es una cacería muy entretenida y del gusto de
muchos. En cambio, en épocas de nieves, de las montañas altas bajan á los
valles á buscar el sustento, y también con este motivo se cazan en grandes
cantidades; á pesar de que el hambre los tiene flacos y enjutos.
Lechuza.
[Fotografía no disponible]
Durante el otoño, la paloma torcaz y la tórtola hacen las delicias de los
cazadores, que suben en gran número á las montañas más elevadas á estorbarles
el paso, colocados en chozas ó escondidos tras las zanjas y paredes, pero generalmente se contentan con verlas pasar altas en grandes bandadas, unas
veces porque el aire no es favorable y otras porque la niebla ó lluvia les ha
encaminado por otros derroteros. Son muy pocos los días en que son favorables
todas las circunstancias que requieren estas aves de paso para que los
cazadores de la Provincia puedan sorprenderlas al alcance de sus escopetas. Entre los más entusiastas para este género de caza, hay que contar en Guipúzcoa á los
tolosanos, que diariamente al amanecer suben en gran número al monte de
Choritokieta, especialmente los días de viento Sur, además de los grandes
grupos de amigos que salen los domingos á Hernio ó á las montañas de Navarra,
atraídos, más que todo, por la satisfacción que experimentan al ver el gran
número de aves de todas clases que pasan sobre sus cabezas en compactas
bandadas. Entre si vienen altas ó bajas y si parece que van á parar en el
robledal inmediato ó van á proseguir la marcha, y si han herido á la pieza que
se desbanda de las otras y si cae ó no cae en el barranco, se hacen toda
/217/ clase de contorsiones con el cuerpo, agachándose hasta tocar la tierra para
no ser vistos ó estirándose sobre las puntas de los pies para ver la dirección
que llevan, y se comentan con el compañero vecino los lances del momento, y de
esta manera, entre admiraciones, zozobras y tiros que se disparan, por si acaso,
aunque vayan algo altas, trascurre el tiempo agradablemente, oxigenando los
pulmones con el aire de las montañas y sazonando los lances ocurridos con
chistosos comentarios.
En las cercanías del mar, los patos constituyen en invierno un
entretenimiento agradable al cazador de la costa. En las riberas y entradas de los
ríos Bidasoa, Urumea, Oria, Urola y Deva, hay veces en que se presentan en gran
abundancia. En la barra de Fuenterrabía, algunos días de temporal, cuando no
puede acercarse á ellos ninguna embarcación, se ven por miles durante muchas
horas balanceándose sobre el agua. Al obscurecer van levantándose en grandes
bandadas, y una tras otra se dirigen tierra adentro, atravesando los arenales,
donde les esperan los cazadores apostados, en hoyos que abren al efecto.
Disparan sus armas cuando les sienten pasar sobre sus cabezas, pero no abandonan
el tollo hasta que no han pasado todas las bandadas. Entonces reconocen con el
farol de que van provistos, los contornos de su parada, para ver si ha caído
alguna pieza.
La perdiz vá escaseando visiblemente en Guipúzcoa á medida que aumenta el
número de escopetas en los caseríos y disminuyen los matorrales, que les
servían de abrigo para defenderse del hombre y de las aves de rapiña.
También los pájaros de pase pagan su tributo al cazador en Guipúzcoa, aunque
el método que se sigue para cazarlos no es el mismo en todos los pueblos. En la
parte de lrún y Fuenterrabía, los cogen en gran abundancia con redes que al
efecto se preparan tendidas en tierra, y cuando acuden bastantes en número,
atraídos por los reclamos puestos en jaulas, extienden de pronto la red, que
tendrá de 3 á 5 metros de extensión, y los pajaritos quedan debajo sin tiempo
para escaparse. Se venden en los mercados á 5 céntimos cada uno. En Tolosa
ponen arbolitos con varitas de liga y varios reclamos en. jaulas para que les
atraigan con sus cantos á los que pasan cerca. Acuden los incautos á las
llamadas de otros que cayeron antes que ellos, y al posarse en el arbolito se
enredan en la liga y caen á tierra. Hay que ver la solicitud con que los chicos
les desembarazan de la liga, limpiando las alitas, pluma á pluma, con saliva y
tierra. De esta manera se cogen, generalmente, aves de jaula, como son el
gilguero, pardillo, tarín, chirriscla y alguna otra clase más. En el monte Ulía,
en San Sebastián, los cazan poniendo varitas de liga en los bordes de los
pocitos que hay en los huecos de las peñas, y cuando acuden á beber quedan
enredados en la liga. .
Entre las aves domésticas, usuales en la Provincia, citaremos á la gallina y
gal!o del país, gallina de guinea, paloma, ganso., pavo real y de Indias y /218/ cisne, y como aves de jaula, el canario, ruiseñor, gilguero, pardillo,
chirriscla, tarín, tordo y malviz, perdiz, codorniz y tórtola,
Reptiles,
Su número es escaso en Guipúzcoa, Existen la culebra, víbora, lagarto y
lagartija. La culebra es inofensiva en este país; no así la víbora, de cuya
picadura mueren varios. El que más abunda en tierra es la lagartija, que no
contenta con pasear por todas las paredes del campo, sube hasta los tejados,
Anfibios.
Sapo, rana y renacuajo, A la rana se la encuentra en todos los
pozos y sus ancas tienen tanta aceptación en la frontera de Francia, que se
pagan á 35 céntimos la docena,
Moluscos terrestres.
La babosa y el caracol abundan extraordinariamente por la mucha humedad del país, á pesar de la guerra que se le hace al
primero por el agricultor y al segundo por el agricultor y el gastrónomo. El
caracol es un plato estimado los días de vigilia en muchas mesas. En la vigilia de Noche-buena es el plato predilecto en Irún
y Fuenterrabía, á la vez que el besugo, y es rara la familia que no lo
condimenta o lo manda servir de
alguna de las casas que se ocupan en prepararlo. He conocido vinateros navarros, que al volver á su tierra con el carro, llevaban cajas de caracoles pagando un real el ciento, para echarlos en sus campos y recogerlos
á medida que los necesitaban, Decían que resultaban más finos y sabrosos después
de pastar allí una temporada.
Insectos.
Sería copiosísimo el cuaderno insectólogo que podría presentar un naturalista que se dedicara á estudiar los innumerables insectos que
viven en Guipúzcoa, en todas partes donde es posible la vida animal, sea en el
agua, en tierra, en las plantas y en los animales, arrastrándose por el suelo ó
volando por el aire, Para dar una idea del número de ellos que aquí se podrían
recoger, anotaremos que la colección que donó Larrinua á la Diputación de
Guipúzcoa, se compone de 24 cajas, que contienen 100 insectos de la orden
coleoptera, familia cicindelida; 555 de la misma orden, familia
carabidae," 120 de la dysticidae,' 160 de la staplindae,"
140 de la sylphidae,' 290 de la lamelicornia," 214 de la
sllamelicornia,' 120 de la familia lamelicornia á la familia
buprestidre,' 200 de diferentes familias de la orden coleóptera,"
216 de la familia tenebrionidae, de la misma orden; 150 de lacantaridae;
180 de la curcolionidos; 305 de la cerambycidae,. 29° de la
crisomelidae.
Total 2.780 insectos distintos, que representan una labor inmensa que honra
sobremanera al Sr. Larrinua, y que, así como su colección de aves, se hallan en
el gabinete de Historia Natural del lnstituto Provincial de Guipúzcoa en Sari
Sebastián.
Nos ocuparemos aquí, muy brevemente, de algunos de los Insectos más conocidos en el país, Sin disputa alguna, el más útil entre todos, por los
rendimientos que proporciona, es la abeja. Así lo ha comprendido la gente, y
son muchos los propietarios y familias que viven en el campo que traen del extranjero
/219/ colmenas perfeccionadas con los últimos adelantos y dedican su
atención á estos porta-aguijones, con el fin de obtener la mayor cantidad
posible de miel, cuidando de que no les falten flores adecuadas á su alimentación durante el verano en las cercanías de su morada y surtiéndolos de azúcar
el invierno, si observan que les escasea el alimento.
El grillo abunda extraordinariamente en nuestros montes, causando un ruido
ensordecedor con su monótono kri-kri, apostado en la ante puerta de su
vivienda á las horas del sol, durante el verano. Los chicos se encargan de
hacerle replegar las alas y obligarle á guarecerse dentro del orificio subterráneo, pero hasta allí le persigue el junquillo
impertinente que, á fuerza de
hurgar y dar vueltas, le obliga á salir de nuevo al campo para trasladarse provisionalmente á la boina del cazador y después á la jaula de caña ó de alambre que le espera colgada en la ventana de la habitación de éste. No hay casa
donde haya chico en que falten varios de estos ortópteros, y más de una
vez las calles de nuestros pueblos se asemejan al campo por el ruido que producen los estridentes cánticos de los prisioneros.
Entre los insectos más conocidos en la Provincia, citaremos también á la
mariposa, avispa, hormiga y luciérnaga. Como insectos domésticos podemos
señalar á la mosca, mosquito, polilla, pulga, chinche y cucaracha. La pulga
abunda el verano á causa de que los pisos son de tabla, y se la combate
barriendo las habitaciones con escobas de menta fresca, que esparce un perfume
muy agradable.
Aracnidos. Alacrán ó escorpión, araña, etc.
Gusanos. Citaremos á
la lombriz, que abunda mucho por la humedad del suelo, y se emplea como cebo
para la pesca en los ríos y algo también en el mar; y la sanguijuela, que se
encuentra en muchos pozos. Los ensayos para aclimatar el gusano de seda
resultaron infructuosos, como se verá en el capítulo de agricultura. También
la solitaria ó tenia abunda más de lo regular, pues son muchas las personas
que sufren esta dolencia en Guipúzcoa.
Peces (60). En la imposibilidad de hacer un catálogo completo, ni
siquiera aproximado, del gran número de peces que habitan en esta parte del
Cantábrico, habremos de conformarnos con dar una lista de las especies más
conocidas. Héla aquí:
Algunos de estos peces se cogen en nuestras aguas durante todo el año y otros acuden en épocas determinadas, al igual de lo que ocurre con
las aves
de paso. Haremos una breve relación de las épocas en que se pescan y aparejos
que se emplean para la captura de las clases más conocidas por la
generalidad de los consumidores de pescado.
La angula, antes de tomar forma de tal, se parece á una hoja de mimbre (leptocephalus)
y vive en los grandes fondos de más de mil metros, donde la temperatura es de
unos siete grados centígrados. Según vá cambiando su figura, vive de noche hacia
la superficie y de día en los fondos, hasta que toma forma de angula y se acerca
á las costas. Tal es su abundancia en algunas partes, que se utiliza para
hacer tortas y para alimento del ganado. Cuando adquiere el desarrollo
necesario, sube por las rías en gran número á buscar el agua dulce, y en este
trayecto es donde en Guipúzcoa se efectúa la captura de este pescado. A la pesca
de la angula, más que los pescadores de profesión, se dedican los labradores que
tienen sus viviendas en las cercanías de la ría. La angula se pesca de noche,
acudiendo cada uno de los que se dedican á esta faena, provisto de un farol y
del aparejo correspondiente, que consiste en una especie de criba ó cedazo de
red metálica, que llaman baía, puesta en la punta de un palo, que tendrá
de largo un par de metros. Generalmente la pesca se hace desde tierra, aunque
hay algunos que también pescan recorriendo en lancha las orillas de la ría. La
luz del farol sirve de cebo ó reclamo para atraer á las angulas, y en el radio
que alcanza la claridad, sumergen y levantan el aparato de pesca, oportunamente,
cogiendo prisioneras á éstas, que quedan coleando en la criba de alambre.
Donde más gente se dedica á la pesca de la angula es en la ría Urola, y resulta
de un efecto fantástico ver de noche dos líneas paralelas de luces en las dos
orillas, luces que aparecen duplicadas al reflejarse en las tranquilas aguas
cercanas al mar. Completan esta iluminación original, las caprichosas curvas
de luces que se divisan en distintas direcciones sobre el fondo obscuro de la
noche, y que son las que anuncian la llegada de nuevos competidores que bajan
por los /221/ distintos caminos y senderos de las montañas próximas, armados de su aparejo y farol. Las angulas ó chichardiñak,
como llaman ellos, sufren una
serie de operaciones antes de ser presentadas al mercado, y hacen que varíe este
pez completamente de aspecto, pues del color plomizo claro que con una raya
finísima negra que, corría á lo largo del cuerpo, tenían al sacarlas del agua,
se convierten en blancas. De estas operaciones previas de limpieza y cuidado,
depende en gran parte la mayor ó menor bondad de este exquisito pescado, y si la
angula de Aguinaga lleva fama de ser la mejor de Guipúzcoa, es, sin duda,
porque los pescadores de esta zona del Urola realizan estas faenas preliminares con más conocimiento y tacto que los pescadores de las
otras rías de
la Provincia. La pesca de la angula dá comienzo en Enero ó Febrero y dura un par
de meses. Para capturarlas prefieren las noches obscuras y de temporal.
La pesca del atún se hace con anzuelo en alta mar, llevando la embarcación
á toda velocidad y dejando que el aparejo le siga por la popa. Son de dos clases los atunes que se cogen en esta costa. El cimarrón y el
bonito, que en vascuence se llaman ego-mocha y ego-lushea,
respectivamente. El primero que viene es el cimarrón, que empieza en Abril; el
bonito no viene hasta Septiembre. El cebo que emplean para la pesca del atún
es la hoja de maíz ó un pedazo de cinta de seda encarnada que enganchan al
anzuelo. Al ser arrastrada la cuerda que sujeta el anzuelo, por la embarcación
que navega velozmente á merced del viento ó del vapor, el cebo indicado se
retuerce y se agita y hace visos, semejando algo vivo, y atrae al atún, que al
morderle, queda enganchado en el anzuelo, que suele ser de tamaño grande. A
veces sucede, que estando enganchado el atún, viene el marrajo y le acomete,
partiéndole de una dentellada en dos pedazos. Por el año 1898, sucedió en las
aguas de Fuenterrabía que, hallándose los marinos haciendo las faenas
preparatorias para meter dentro de la embarcación un enorme atún que estaba
enganchado en el anzuelo, vino un marrajo y de un golpe se llevó la mitad
posterior de la pesca, dejándoles en el anzuelo la mitad anterior que pesó 21
arrobas, y se calculó que toda la pieza hubiera pesado más de 30 arrobas, ó sea
pasados 360 kilogramos.
Para la pesca del besugo echan en alta mar el aparejo llamado palangre
ó treza, que consiste en una cuerda tendida en sentido horizontal,
sostenida con boyas; de la cuerda penden otras de un palmo de largo colocadas
con profusión, con un anzuelo en el extremo inferior. Se suben ó se bajan las
trezas á la profundidad conveniente, según la altura en que se encuentre el
pescado. La fecha designada para dar comienzo á la pesca del besugo en la
Provincia solía ser el día de Santa Catalina, 25 Noviembre. Hoy empiezan antes y
pescan hasta Marzo. Se tienden los aparejos dos ó tres horas antes de amanecer
y se recogen cuando comienza el día. El cebo que ponen en los anzuelos llaman
beitha, el cual viene á ser la sardina ó anchoa ó acula /222/ machacada y salada. Para esta clase de pesca suelen querer tiempo claro y
frío.
Hasta estos días, la sardina se pescaba de Marzo á Junio, ambos inclusive,
con redes y en alta mar, sin necesidad de hacer uso de cebo alguno.
En Agosto y Septiembre se pescaba en las entradas de las rías, atrayendo al
pez con cebo y tendiendo luego las redes. Ahora los vapores se alejan á
mayores distancias y pescan en alta mar con cebo y redes durante todo el año,
acudiendo generalmente á las calas situadas á la altura de Arcachón. Empieza
ahora un nuevo método de pesca que nuestros marinos quieren implantar, aunque
los franceses se muestran refractarios, sin duda porque todavía ignoran el empleo
de los aparejos. Para ello extienden la red de malla y echan el cebo para que
acuda el pescado, como hacían antes, pero sin esperar á que el pez se enrede
en las mallas, hacen el cerco con otra red llamada bolinche, y cogen
de otro de ella la red de malla y la sardina que se entretiene en sus cercanías
comiendo el cebo. Tiene la ventaja este sistema de que es más rápido que
el anterior, porque se prende al pez sin esperar á que vaya entrando en las
mallas. El cebo que se emplea para esta pesca es la raba que se trae de Francia
y Noruega.
La anchoa se pesca desde Febrero á fin de Mayo con red y sin cebo. También
se pesca desde Septiembre hasta fin de Noviembre. En cambio en Santoña se coge
en el mes de Julio, y no hay duda de que antes de mucho tiempo los vapores
buscarán otras calas de modo que no falte en todo el año; así se hizo con la
sardina.
El salmón se pesca en las rías, haciendo el cerco con la red llamada
salmonera. Su pesca está permitida desde el 15 Febrero hasta el 1º Agosto, con excepción hecha de
la ría Bidasoa en esta Provincia, como ya se ha dicho en la. página 60; en cuya
ría se puede pescar desde 1º Febrero. Durante estos meses el
salmón abandona el mar, y sube buscando el agua dulce para desovar. Al
principio, formando la avanzada, suben los mayores, que pesan alrededor de 10
kilogramos; ya en Abril vienen otros que pesan la mitad, y en Julio suben los
más pequeños que llaman truchas, que pesan de uno á tres kilogramos. Este
pescado no se coge nunca en el mar en esta costa, ni tampoco al bajar al mar,
sino únicamente cuando sube por las rías. Así como al besugo, tampoco se le encuentran á este pez nunca vestigios de
comida en, el aparato digestivo. Está
considerado en el país como el mejor de los pescados que aquí se cogen; y no se
vende al menudeo fuera de San Sebastián, sino por piezas. En gran parte se
exporta á las capitales de mayor importancia, y su precio en los pueblos
mismos donde se pesca, oscila entre 7 y 10 pesetas el kilogramo. Especialmente
por Semana Santa se vende á precios muy elevados por la mucha aceptación que
tiene esos días de vigilia, merced en gran parte á la costumbre que hay de
regalarlos.
/223/ La merluza se pesca en alta mar durante todo el año con redes y también con
anzuelos, poniendo por cebo chipirón, chicharro ú otro pescado similar.
Los buenos gastrónomos no la quieren en el mes de Mayo, por cuya razón su
precio en este tiempo sufría una gran depreciación, pero con los medios de
transportes actuales se paga lo mismo en Mayo que en Diciembre.
La langosta se coge en cestos especiales que en Fuenterrabía llaman
gurgullas, y el cebo que colocan dentro de los mismos consiste en cabezas de
atún ó pedazos de cualquier otro pescado.
En muchos pueblos de la costa algunos particulares y sociedades, han gastado
grandes sumas en construir ostreras y traer ostras en gran escala para fomentar
su procreación en el país, pero han tenido que abandonar sus loables propósitos,
porque los ensayos no han dado resultado alguno. Conocemos algunas ostreras
abandonadas en Zumaya, Irún y Fuenterrabfa, y la razón que dan del fracaso los
que entienden de éstas cosas es, que la ostra necesita un lecho de cascajo
limpio, y aquí no se puede evitar que se forme barro en el fondo de las
ostreras, que es lo que priva á este molusco de las condiciones de vida que le
son necesarias. Sin embargo, se cría la ostra en la ría Bidasoa y en algún otro
punto, pero tiene muy poca estimación por considerarla todos muy ordinaria.
La pesca de la ballena en estas costas debió ser muy importante en tiempos
antiguos, como lo atestiguan los escudos de armas de varios pueblos y los
libros de las cofradías de mareantes. En el libro de actas del Ayuntamiento de
la villa de Guetaria consta (61), que desde 1684 á 1698 se mató una ballena cada
año; en Zarauz, durante el siglo XVIII; se mataron 55 (62), y en Fuenterrabía,
de 1610 á 1635 se mataron 21 ballenas y sólo en 1611 se mataron cinco de estos
cetáceos (63). El 9 Febrero del año 1878 mataron los pescadores de Zarauz y
Guetaria uno, cuyo esqueleto se conserva en el gabinete de Historia Natural del
Instituto de San Sebastián (64).
La Cofradía de Mareantes de Fuenterrabía tenía un horno especial, con todos
los aparatos necesarios en la casa Lonja, para derretir las ballenas y obtener
el saín que rendían tan enormes cetáceos, prueba elocuente de la frecuencia
que las cogían en estas aguas. No hay duda de que en otros pueblos sucedería lo
mismo. Hoy es muy rara la vez en que se vé una ballena en esta costa.
También se han solido coger en estas aguas otros peces de gran tamaño.
Gorosabel, en el libro citado, nos dice que cerca de Guetaria se cogió, en los
primeros días de Julio de 1859, un pez espada muy raro en estos mares, y
/224/ que el 15 Septiembre 1866, se pescó en la ría Bidasoa, dos kilómetros más
arriba del puente internacional, un pez desconocido de más de dos metros de largo
(65). El 18 Enero 1913, dentro del puerto de Pasajes, se cogió una de
las dos focas que aparecieron en la costa el día anterior, y duran te
varios días siguientes se exhibió al público en San Sebastián, metida en una
bañera. En Abril 1912 se cogió en aguas del Bidasoa, entre las poblaciones de
Hendaya y Fuenterrabía, muerto de un balazo que le atravesó el corazón, un pez
enorme que aquí llaman espelarta, al cual se condujo á tierra tirado por
cuatro lanchas, calculando su peso en 400 arrobas, que son, próximamente 5.000 kilogramos.
Consta en los libros de la Cofradía de Mareantes de
Fuenterrabía, que antiguamente hacía este pez su aparición en la costa de
Guipúzcoa, con alguna frecuencia.
Foca cogida en
Pasajes el 18 Enero 1913 [Fotografía no
disponible]
A la marsopa se la vé también muchas veces en aguas de la ría Bidasoa,
mostrando á ratos su voluminoso lomo, cuando entra en ellas persiguiendo al
salmón.
FLORA.
Si hemos de creer lo que nos dice Garibay (66), tomado del libro de
Justino, Abidis, último rey antiguo de España, que murió 1071 años antes de
Jesucristo, enseñó á los españoles la manera de uncir bueyes para abrir las
tierras y la forma de ingerir y trasplantar los árboles y sacar nuevos frutos de
la naturaleza. Debiendo nosotros circunscribirnos en este lugar á tratar de las
producciones naturales, que sin labor alguna del hombre dá la tierra en esta
Provincia, dejando el ocuparnos de las demás especies para la sección de
Agricultura, no nos sería fácil distinguir aquellas plantas que son /225/ ingénitas en este país y aquellas otras que indudablemente se habrán importado de otras tierras, siendo tan lejana,
como dice Garibay, la fecha en que
en España se conoce el arte de injertar y trasplantar las especies arbóreas, y
con ellas indudablemente otras especies que no son arbóreas. No nos cabe duda
alguna de que muchas de las plantas que pueblan actualmente el suelo
guipuzcoano, habrán sido importadas de otros países, de la misma manera que al
tratar de la fauna, hemos visto que aves y animales montaraces fueron importados
de tierras lejanas. Tal sucede, por ejemplo, con el cerezo, que abunda
extraordinariamente en este país. Al decir de los naturalistas, se sabe que fué
importado de Cerasonte (Asia menor) por Lúculo, cuestor romano que murió
cuarenta y nueve años antes de la venida de Jesucristo. De dicho nombre
Cerasonte, se llamó cerasus y cerezo. A falta de libros que
traten de esta materia, tenemos un medio de conocer la antigüedad de muchas
plantas en Guipúzcoa, y consiste éste en las denominaciones de los solares y de
los apellidos. Así, por ejemplo, si en tiempos pasados encontramos un apellido
en cuya composición entra la palabra aritz, roble; como ocurre en
Ariztegui, Arizti, etc., no nos puede caber duda de que en la época en que
se usó aquel apellido, existía también la planta que dió margen al mismo, de
igual manera que en tierra castellana, al encontrarnos con los apellidos Robledo, Manzano, Nocedal, etc., no nos puede caber duda de que en la
época en que
los vemos usados, existían ya el roble, el manzano, el nogal, etc. y esto mismo
puede decirse de Otea, argoma, Ira, el helecho, etc., etc., cuyos
nombres se ven como componentes de apellidos en Guipúzcoa desde tiempos muy
remotos, que bien pueden ascender al siglo XIII.
No nos parece propio de la índole de este trabajo, el extendernos á consignar los nombres de la mayor parte de las plantas que pueblan el suelo
guipuzcoano, porque dada la abundancia de ellas, había de tomar esta sección
proporciones exageradas (67). Así, pues, nos
limitaremos á dar á conocer las más generales:
Flora en Guipúzcoa (nombres latinos,
castellanos y vascos)
Mucho más podríamos extender esta lista, si nuestro objeto hubiera sido dar
cuenta de las innumerables plantas que alfombran el suelo guipuzcoano y alegran
los valles y las montañas con la diversidad de sus clases y matices, con la
abundancia de sus flores y con la variedad de sus frutos. Ellas son las que
atraen la benéfica lluvia que tantos bienes derrama sobre la pobre tierra de
esta Provincia, ellas las que dan albergue á los pajaritos que animan el campo
con sus trinos, ellas 'las que contribuyen en gran parte al bienestar del país
con los grandes productos que rinden, y ellas las que refrescan el aire en la
época estival y contribuyen principalmente á que nos visiten gentes de todos los
países. Si nuestro trabajo tuviera que estar en relación á los bienes de todo
género que reportan las plantas sobre el habitante de Guipúzcoa, aún las más
humildes exigirían que estampáramos sus nombres aquí, pero quede su estudio
profundo para otras personas más competentes que con lo dicho basta para el objeto nuestro de dar una idea de la
Flora de
esta Provincia. ,
NOTAS
(54) lturralde y
Suit.
(55) Hablando de esta fiera. que en vascuence tiene su nombre, y es el de
kata-motza, lo cual por sí solo parece un indicio de que es conocido en el
país, nos dice Vicenta Moguel, en un libro publicado en 1804, que es una especie
de tigre que se ve alguna vez en estos países. causando grandes estragos en
ovejas y ganado vacuno y que la mayor corpulencia de los tigres legítimos no
impide el que á éstos se les aplique el mismo nombre.
(56) Guipuzcoaco Provinciaren Condaira.
(57) Hará próximamente 30 años que un jabalí herido por un cazador, se
presentó inopinadamente ante tres leñadores que se hallaban cortando leña en un
monte de Ataun. Confiados éstos en la destreza con que manejaban su herramienta
favorita, echáronse encima del animal, abriéndole enormes boquetes en la espalda;
pero, furioso el paquidermo á causa de! dolor que las heridas le produjeron,
acometioles á su vez con tal fiereza, que mató á uno é hirió á los otros dos.
'Muerto el jabalí seguidamente por otro cazador, su cabeza fué regalada al
gabinete de Historia Natural de la Universidad de Oñate.
(58) A la garduña llaman en Oyarzun y Artikutza, Udua; en
Fuenterrabía, U'rua. Iztueta le llama Puñalepuchuria y
Puña-lepooria.
(59) El que quiera tener un cuadro más completo, podrá examinar el
Catálogo descriptivo de la colección de aves e insectos, legado á la Excma.
Diputación de Guipúzcoa por el finado D. Angel de Larripua, San Sebastián,
imprenta de la Provincia, 1908; Guipuzcoaco Provinciaren Condaira edo
Historia, por D. Juan Ignacio de Iztueta, 1847, y la Historia General de
Vizcaya. por Labayru, tomo I.
(60) Bajo esta denominación incluimos a todos
los géneros y especies de animales que habitan en el mar.
(61)
Noticia de las
cosas memorables de Guipúzcoa,
por D. Pablo de
Gorosabel, Tomo I, pág. 101.
(62) Zarauz'ko eriya, por D. Florencio
Azpe.
(63) Libros de la Cofradía de Mareantes.
(64) El catedrático
de dicha asignatura D. Cándido Ríos Rial, escribió una Memoria, que se publicó
en 1890, acerca de esta ballena, que clasificó de
Ballena Euskariensis,
(65) Su cuerpo, escamado estaba sembrado de conchas blanquecinas, colocadas
en todo su largo en fila, encima y en ambos costados. Tenía cabeza larga con
barbillas en Ia extremidad del hocico, dos aletas en la parte delantera y cola á
la manera que el atún. Hallósele con el medio cuerpo metido en un butrino y se
cree que perteneció á i. familia de los esturiones.
(66) Compendio historial de España, t. I, p.
100.
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