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CURSO SUPERIOR DE GEOGRAFIA

 

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Aurkezpena/Introd.

E. R. Urrestarazu

J. M. Edeso

F. Ugarte

A. Uriarte

P. Tames

I. Barrios

G. Meaza

K. Lopez

M. S. Millan

M. Ibañez

A. Cendrero

A. Urzainki

M. Tolosa

P. Becerra

J. Urrutikoetxea

P. Picavea

J. G. Piñeiro

J. Juaristi

P. Arriola

C. Castro

M. Fabo

J. Garmendia

 

«LA PESCA EN EL PAIS VASCO.

.

UN SECTOR ECONÓMICO EN GRAVES DIFICULTADES» .

 .

MAITE TOLOSA BERNÁRDEZ .

INTRODUCCIÓN .

El sector pesquero vasco está atravesando una importante crisis que amenaza seriamente dicha actividad. Las causas de esta situación son variadas y tanto estructurales como coyunturales; la primera de ellas la irracional política de construcción masiva de embarcaciones en los años sesenta y también la limitación de los caladeros tradicionales de pesca de la flota vasca ante la esquilmación de algunas especies, junto a la crisis económica generalizada, que se manifiesta en el incremento de los gastos de explotación.

La incidencia de la crisis ha sido desigual en las diversas modalidades pesqueras del País Vasco. Los subsectores más afectados son el arrastrero o pesca de Altura y el bacaladero ante el sobredimensionamiento que alcanzó la flota, hasta mediados de los setenta, y la implantación de cuotas y licencias de pesca por los países ribereños —C.E.E., Canadá y Noruega—. El subsector de Bajura también experimenta una grave recesión muy directamente vinculada a los caracteres arcaicos y mala comercialización y a la implantación de la zona económica exclusiva de pesca por la Comunidad Económica Europea.

El único sector que no ha experimentado una recesión es el subsector congelador de atuneros, ya que ni las dimensiones de su flota han superado las necesidades del mercado ni aparece afectado seriamente por la nacionalización de los mares.

Para comprender esta compleja y difícil situación es necesario realizar un somero análisis del estado de la pesca a nivel nacional y de la incoherencia de su desarrollo.

I. LA ACTIVIDAD PESQUERA ESPAÑOLA .

La pesca en España ha poseído una poderosa tradición manifestada no solamente en la pesca de Bajura, en las aguas cercanas al litoral, sino en la pesca de Altura y Gran Altura, en los caladeros internacionales atlánticos.

Aunque la incidencia de este sector extractivo, en cifras macroeconómicas, no es muy elevada, ya que únicamente aporta el 1% del Producto Interior Bruto, su importancia es destacada si se compara con otras ramas productivas.

La pesca española experimentó un auge considerable a partir de los años sesenta. Se produjo un desarrollo irracional de la flota de Altura y Gran Altura que provocó un notable aumento de las capturas. España se convirtió en una de las principales potencias pesqueras mundiales a pesar de no disponer de playas de pesca propias. La ausencia de una planificación adecuada de su flota dio lugar a la infrautilización de muchas de sus embarcaciones, manifestada en el descenso de sus rendimientos técnicos pesqueros.

Este sobredimensionamiento de la flota y deficiente estructuración del sector pesquero ha sido uno de los factores que han contribuido a la actual crisis pesquera. A este hecho se han añadido otras condiciones internacionales: la esquilmación de muchos de los caladeros en los que actuaba la flota española, la nacionalización de los mares con la implantación de las 200 millas jurisdiccionales o zonas exclusivas de pesca y el incremento generalizado de los costes de explotación, que han, contribuido notablemente a la aparición de una importante crisis cuya recuperación va a ser muy costosa y prácticamente imposible.

Diversas medidas estatales se han implantado para reestructurar la actividad pesquera del país, pero su eficacia es muy dudosa ante la gravedad de la situación por la que atravesamos.

I.1. El desarrolismo pesquero nacional de los años sesenta y principios de los setenta .

Inmerso en un sistema de explotación esquilmante de los recursos pesqueros, España se ha convertido, desde los años sesenta, en el tercer país en importancia en flota pesquera industrial del mundo. Este incremento no se ha visto, sin embargo, acompañado por su posicionamiento al mismo nivel en cuanto a las capturas obtenidas ya que si en 1965 ocupaba el octavo lugar a nivel mundial, en 1976 se encontraba en el onceavo (1). Pese a ello el desarrollo pesquero nacional ha sido espectacular.

Hasta aquella década la pesca española tenía una importancia reducida a nivel mundial. Su flota pesquera estaba constituida, fundamentalmente, por embarcaciones de Bajura obsoletas y arcaicas que efectuaban sus campañas pesqueras en aguas cercanas al litoral y que contribuían a que la sardina fuera la especie de mayor importancia cuantitativa en las capturas nacionales. Las embarcaciones de Altura y Gran Altura, altamente especializadas y que ejercían su actividad en los caladeros de Gran Sol, Terranova, Noruega y, en menor medida, en la plataforma canario-sahariana, eran muy reducidas. Se localizaban fundamentalmente en los puertos gallegos como Vigo, el más destacado a nivel nacional, La Coruña y en el puerto de Pasajes, segundo del Estado, pero el primero en desembarcos bacaladeros, y en mucho menos medida en los puertos andaluces y canarios.

Desde los años sesenta la flota de Altura y Gran Altura experimentó un desarrollo inusitado e irracional mientras que la de Bajura siguió conservando en gran medida sus caracteres tradicionales.

El espectacular auge de la actividad pesquera tuvo su origen en la implantación de la Ley de Renovación y Protección de la Flota Pesquera de 23 de diciembre de 1961, que fue desarrollada en los sucesivos Planes de Desarrollo y derogada en 1974.

Los objetivos manifestados en la Ley eran la ampliación y modernización de la flota pesquera y la adecuación entre la oferta y la demanda de los productos pesqueros, para asegurar un nivel óptimo de abastecimiento de pescado a la población e industria derivada de la pesca. Sin embargo, el fin fundamental y no explicitado en la exposición de motivos de la Ley (2) era el salvamento de los astilleros nacionales, que tras un corto e intenso desarrollo en los años cincuenta vieron disminuir a finales de esa década sus carteras de pedidos, de modo que la política de pleno empleo se veía claramente amenazada.

Esta Ley se implantó sin realizarse ningún tipo de estudio sobre la adecuación de la flota a las necesidades nacionales ni a las posibilidades de los caladeros explotados.

El Estado concedió a través de sus organismos públicos, unos volúmenes de crédito extraordinarios a los que se añadieron los suministrados por la Banca Privada desde mediados de la década. Hasta 1971 se previó la concesión de 4.000 millones, cifra que ya en 1968 había alcanzado los 7.000 millones de pesetas, lo que desbordaba cualquier previsión y que pone de manifiesto la importante acogida de la Ley entre los armadores pesqueros.

Los créditos y beneficios financieros eran tan destacados que las embarcaciones salían casi gratuitas para muchos de los armadores «el 83% del valor del buque era financiado por el Crédito Oficial y para los barcos de gran autonomía la cobertura era del 74%» (3).

Estos créditos no se otorgaron, sin embargo, para la totalidad de la flota. Se consideró necesario potenciar la construcción de embarcaciones mayores de 150 TRB a la que se destinaron la mayor parte de los préstamos a largo plazo. De este modo la flota, fundamentalmente, beneficiada fue la de Altura y Gran Altura, es decir, grandes arrastreros, bacaladeros y congeladores, mientras que la Bajura, a pesar de su crecimiento, mantuvo una flota inadaptada y con un tonelaje total similar al del año de implantación de la Ley.

La flota pesquera creció de un modo desmesurado (cuadro 1) La Artesanal, es decir, aquella con embarcaciones menores de 20 TRB, se vio incrementada entre 1961 y 1975 en un 48,56% sin embargo, su tonelaje se vio prácticamente estabilizado. La flota costera —embarcaciones entre 20 y 100 TRB— se vio reducida entre dichas fechas en un 3,15% y su tonelaje sólo se incrementó en un 1,91%; únicamente la potencia de los barcos se vio notablemente aumentada. La flota de Altura —embarcaciones de 100 a 250 TRB—, constituida sobre todo por barcos arrastreros al fresco, creció en un 72,4% en su número, y su tonelaje en un 78,61% La flota de Gran Altura, tanto bacaladeros como barcos congeladores, experimentó un desarrollo espectacular al aumentar su número en un 279,21% y su tonelaje en un 296,12% España había alcanzado en 1975 una flota sobredimensionada e inadecuada.

Por un lado existía una flota de Bajura artesanal que con el 71,73% del total de las embarcaciones nacionales sólo disponía del 7,30% del tonelaje nacional, mientras que la flota de Bajura costera aglutinaba al 15,46% de las embarcaciones y poseía el 16,85% del tonelaje. Estas embarcaciones de Bajura superaban notablemente el volumen de los caladeros nacionales y su crecimiento fue totalmente anormal. Aunque los desembarcos efectuados por esta flota constituyen la base fundamental de las industrias derivadas conserveras, hubiera sido necesario realizar una reestructuración y modernización del sector para organizar adecuadamente su producción. En ella faenaban el 65,85% de los tripulantes pesqueros nacionales, lo que da un claro índice de la repercusión social del sector. Frente a esta situación, la flota industrializada y compuesta por un reducido número de embarcaciones de Altura y Gran Altura (12,80%) poseían más de las tres cuartas partes del tonelaje total (75,82%) y el 63,46% de la potencia utilizada. La dicotomía de la estructura de la flota española es un hecho: un número aplastante de pequeñas embarcaciones con caracteres arcaicos y un reducido número de grandes barcos altamente industrializados y especializados, pero que superan las necesidades del país.

La irracionalidad de la política pesquera fue absoluta y desgraciadamente las consecuencias las estamos sufriendo en la actualidad. Efectivamente, el desarrollo de esa poderosa flota de caracteres capitalistas se basó en la explotación de los caladeros internacionales cuya libertad de explotación ya estaba poniéndose en cuestión por los países ribereños.

Durante los años en que la Ley estuvo vigente, el. incremento de la flota se vio acompañado por el de la producción pesquera. Este hecho está directamente vinculado a la explotación no sólo de las pesquerías tradicionales, sino también de nuevos caladeros para la flota española como los de Boston y Surafricano.

Las capturas aumentaron notablemente con la implantación de la Ley de 1961, ya que se pasó desde aquella fecha de 1.058,4 miles de Tm. a 1.465,9 Tm. en 1975. Los gadiformes (merluza, pescadilla, bacalao) se convirtieron en una parte fundamental de la producción pesquera nacional; las primeras gracias a la importancia de la flota congeladora, que explotaba las pesquerías africanas, y los arrastreros al fresco, que ejercían su actividad en el Mar Céltico y Gran Sol; el bacalao por los barcos bacaladeros cuya base fundamental era Pasajes y que pescaban en Terranova y los caladeros noruegos.

El incremento de las capturas y por lo tanto de los desembarcos (cuadro 2) no se vio acompañado por el aumento de los rendimientos técnicos pesqueros. Con la Ley se intentaba lograr que aquéllos fueran similares a los de la flota europea, pero no se lograron. Los desembarcos pesqueros efectuados y su relación con los medios de producción utilizados (TM Pesca/TRB, TM/HP, TM/Tripulante, TM/barco), únicamente ascendieron hasta mediados de los sesenta, a partir de aquella fecha descendieron notablemente. Ello demuestra el sobredimensionamiento e infrautilización de una poderosa flota que a pesar de la esquilmación de los caladeros no lograba obtener unos rendimientos adecuados.

A este problema se unió el relativo al mercado. La construcción masiva de arrastreros congeladores, sin desarrollar una buena red de frío a nivel nacional y campañas publicitarias para el consumo de pescado congelado, provocó que sus importantes capturas apenas tuvieran salidas al mercado y que sus stocks se incrementaran de un modo notable. También el bacalao se vio afectado por los cambios en los gustos de la población, contribuyendo a inmovilizar en los puertos importantes cantidades de bacalao verde.

La incoherente política de construcción de embarcaciones fue denunciada incluso por los propios armadores, sin embargo hasta 1974 no fue derogada, precisamente cuando la crisis pesquera comenzaba a irrumpir en algunos subsectores.

I.2. La nueva situación pesquera internacional y su repercusión en la pesca española

La crisis económica y también pesquera ha puesto en un grave peligro a este sector en todo el Estado español y en concreto en el País Vasco. Esta crisis es la consecuencia de diversos factores no solamente nacionales, como la deficiente estructuración del sector y sobredimensionamiento de la flota española, sino internacionales como la esquilmación de los caladeros, la implantación de zonas exclusivas de pesca por los países ribereños y el incremento de los gastos de la explotación.

El agotamiento de los caladeros ha sido importante desde la II Guerra Mundial ya que la intensificación del esfuerzo de pesca sobre las pesquerías y determinadas especies ha sido muy destacada. Ha sido fundamentalmente desde los años sesenta cuando este hecho se ha apreciado de un modo notable ante la incorporación de una poderosa flota pesquera. De este modo, las capturas realizadas por la flota española se han visto reducidas ya desde 1970 en algunas especies como el bacalao.

El peligro de sobreexplotación de los recursos ictiológicos ha sido uno de los factores que ha contribuido a apoyar el establecimiento de un nuevo Derecho Marítimo Internacional. Efectivamente, los países ribereños poseedores de una amplia plataforma continental o de importantes recursos pesqueros se han escudado en este hecho para la implantación de las Zonas Económicas Exclusivas de Pesca o lo que es conocido como «las 200 millas».

En un momento de crisis y por lo tanto de defensa de los recursos propios, la pesca se ha convertido en una importante fuente de riqueza alimenticia que es protegida celosamente por los países que poseen caladeros.

En este sentido, la libertad de explotación de los mares ha sido sustituida por la limitación, nacionalización y apropiación de extensas zonas por los países ribereños, ya que el dominio oceánico no solamente dispone de importantes recursos pesqueros para la alimentación humana sino que, en estas áreas, las riquezas minerales son muy importantes y susceptibles de explotación gracias a los avances tecnológicos. Por todo ello, los países ribereños han ampliado sus aguas jurisdiccionales a las 200 millas para la explotación casi unilateral de sus recursos.

El origen de esta limitación de los mares en el siglo actual se encuentra en la «Proclamación Truman» de 1945 por los Estados Unidos, pero fue en 1952 cuando Perú, Chile y Ecuador extendieron sus aguas jurisdiccionales a 200 millas, provocando una revolución y revisión en el Derecho Marítimo Internacional. Sin embargo, ha sido en la década de los sesenta cuando esta extensión de la zona exclusiva de pesca se ha implantado en la mayor parte de las naciones pesqueras.

España ha sido gravemente afectada por estas medidas, ya que, al no disponer de plataforma continental extensa, debe someterse al sistema de licencias de pesca y cuotas de captura establecidos en diversos países. La dependencia de caladeros pertenecientes a otros estados ha provocado una grave crisis en diversos subsectores y regiones del país y los acuerdos pesqueros anuales se han convertido en una verdadera batalla diplomática ante las considerables reducciones de cuotas no solamente implantadas por la Comunidad Económica Europea (cuadro 3.), sino por Canadá (cuadro 4.) y otros Estados a lo largo de los años.

Ante esta situación, la actividad pesquera de la flota de Altura y Gran Altura ha experimentado una destacada crisis. Sus barcos deben encontrar  caladeros cada vez más alejados de la península, lo que revierte en el alza de los costes de explotación pesquera de esta actividad y también en el abandono del sector de muchos empresarios, produciéndose una considerable reducción del número de embarcaciones.

A los factores biológicos y políticos se han añadido otros económicos. El incremento de los gastos en el combustible, ante la considerable subida del precio del gasóleo que ha pasado de 1,90 ptas. en 1974 a 42 ptas./litro en 1984, ha provocado un grave inconveniente a la pesca. Pero también han experimentado una notable alza los costes de los pertrechos, reparaciones, mano de obra, etc. Así pese al aumento del precio del pescado, la reducción de los rendimientos económicos está provocando una graves descapitalización del sector.

Esta problemática económica ha repercutido notablemente en el sector social pesquero nacional. El incremento del desempleo en él ha sido espectacular y los logros sociales obtenidos están en un grave peligro ya que la falta de trabajo ha obligado a muchos de sus trabajadores a aceptar condiciones a veces inadmisibles.

A nivel estatal esta crisis pesquera se ha intentado paliar con medidas tendentes a la reestructuración de la flota, la mejora de la comercialización de diversos productos pesqueros y el establecimiento de empresas conjuntas con otros países. La eficacia de esta nueva política pesquera es dudosa, ya que España está en inferioridad de condiciones respecto a otros países pesqueros.

Entre otras medidas, la formación del FROM (Fondo de Regulación y Organización de Mercados de Productos de la Pesca y Cultivos Marinos) tiene como fin resolver los problemas de comercialización del subsector de Bajura. «Sus acciones han recaído preferentemente sobre la formación de stocks para contrarrestar los efectos estacionales, concediendo créditos a tal efecto, así como primas de congelación» (4) y también a la realización de campañas publicitarias para potenciar el consumo de las especies denominadas «azules» y de baja estimación en el consumo nacional.

La creación de empresas conjuntas, a través del R.D. 2.517 de 8 de octubre de 1976, se ha potenciado notablemente al facilitar la constitución de empresas de capital mixta en los países que poseen caladeros importantes y la regulación de las inversiones de capital español en éstos.

La reestructuración de la flota ha sido objeto de numerosos Reales Decretos y Orden Ministeriales (5) primándose el desguace de las unidades más antiguas y la ordenación Pesquera Nacional, tanto en los caladeros  nacionales, en los que se intentan evitar situaciones de sobrepesca, como internacionales. El objeto de todas estas medidas es adecuar la oferta de buques a las posibilidades reales de los caladeros.

Desde 1976 los acuerdos bilaterales suscritos por España con múltiples países se han incrementado de un modo notable para hacer posible la continuidad de la pesca en sus caladeros o para iniciar esta actividad en playas que anteriormente no se habían explotado.

Esta nueva política nacional es el reflejo de una nueva situación pesquera mundial y de la crisis que actualmente atraviesa este sector pesquero español.

La planificación de esta actividad extractiva debe pasar necesariamente por el análisis de las necesidades y posibilidades de esta industria en el Estado y la incidencia no sólo económica sino social de su reestructuración en las Comunidades Autónomas afectadas.

II. LA PESCA EN EL PAIS VASCO

La actividad pesquera en el País Vasco ha sido tradicional constituyendo una de las ocupaciones más características del trabajador del litoral guipuzcoano y vizcaíno. En este sentido son numerosos los municipios cuya dependencia de la pesca y de sus industrias derivadas continúan siendo, incluso en la actualidad, muy importante.

Este sector productivo ha experimentado un crecimiento espectacular a lo largo de este siglo gracias a la implantación de nuevas técnicas, a la reexplotación de diversos caladeros atlánticos y descubrimiento de nuevas pesquerías como las africanas.

La pesca tradicional de Bajura, a la que se dedican la mayor parte de las embarcaciones de casi todos los puertos vascos, ha centrado su explotación sobre especies que se localizan en los caladeros próximos a nuestra costa. Las de mayor interés económico son: anchoa, túnidos, merluza y otras especies demersales, y de menor rentabilidad económica otras como sardina, jurel, etc.

Esta modalidad pesquera está gravemente afectada por las medidas proteccionistas impuestas por la Comunidad Europea sobre sus caladeros. Pese a ello, la crisis le ha afectado de un modo mucho menor que a la pesca de Altura y Gran Altura.

Efectivamente, el desarrollo más espectacular a nivel pesquero en el País Vasco se centró en los subsectores de Altura y Gran Altura, cuya dependencia de los caladeros nacionalizados es absoluta. La pesca de Altura se caracteriza por la captura de especies demersales con artes de arrastre en las pesquerías de Gran Sol y Paralelo 58º N, fundamentalmente, efectuándose su comercialización en fresco. La Pesca de Gran Altura tradicional del País Vasco se ha basado en la explotación del bacalao en aguas de Terranova y Noruega. Únicamente a partir de los años sesenta se desarrolló la modalidad de Gran Altura congeladora, tanto con barcos arrastreros dedicados a la captura de merluza y pescadilla como con grandes atuneros congeladores, que ejercían la explotación de túnidos en las aguas atlánticas.

La nacionalización de los caladeros y las cuotas de pesca implantadas por los diversos países a nuestra flota ha provocado una grave crisis económica en la pesca de Altura, cuyos puertos fundamentales eran Pasajes, Ondárroa y Bilbao, y en la Gran Altura bacaladera asentada en Pasajes, principal puerto nacional en dicha especie. El sector congelador arrastrero prácticamente ha desaparecido y la mayor parte de sus unidades han sido vendidas a otros puertos y naciones. La única modalidad que en estos años críticos ha experimentado una evolución positiva ha sido la de los atuneros congeladores, cuyas empresas son bermeanas.

El puerto más afectado por esta reducción económica ha sido Pasajes, que en la actualidad es un dramático simulacro de lo que representaba en los años sesenta y principios de los setenta. En menor medida Ondárroa y Bilbao- Axpe están afectados por esta crisis ya que la potencia adquirida en años anteriores en ellos no fue tan espectacular. Bermeo ha seguido manteniendo unos índices de productividad similares a décadas anteriores porque su poderosa flota atunera congeladora no desembarca las capturas en dicho puerto al no existir condiciones para ello.

La manifestación de la crisis que afecta al sector pesquero se aprecia de un modo mucho más agudo si se analiza la repercusión de esta actividad, tanto sobre la economía vasca como sobre la actividad pesquera nacional.

La importancia económica de la pesca vasca sobre la riqueza de Guipúzcoa y Vizcaya es muy débil. La pesca sólo aportaba en 1967 el 2,41% del V. A.B. (en millones de pesetas corrientes) a estas provincias (cuadros 5 y 6) y ocupaba al 2,20% del total de su población activa. Pero estas cifras no dan una idea del impacto pesquero en estas zonas ya que la pesca superaba las aportaciones de otras ramas de actividad.

En 1977, año en que se implantó por la Comunidad Económica Europea las 200 millas y en que se hacía notar ya la existencia de cuotas de pesca en Canadá y Noruega, se redujo notablemente la incidencia de la pesca en la riqueza de estas provincias vascas. La pesca sólo contribuyó al 1,45% del V.A.B., en millones de pesetas corrientes, ocupando al 2,02% de la población activa de Guipúzcoa y Vizcaya (cuadros 5 y 6).

La reducción más importante se produjo en Guipúzcoa, ya que en la mayor parte de los subsectores era la provincia más rica, gracias al impacto del Puerto de Pasajes. En Vizcaya aumentó escasamente su aportación a la riqueza provincial.

La crisis pesquera del País Vasco se refleja ampliamente si se comparan sus datos con los estatales. Así la reducción de las capturas ha sido notable ya que se han pasado de las 151.605,6 TM descargada en 1970 en el País Vasco, que suponían el 13,99% de las nacionales y 17,29% de su valor en primera venta, a sólo 73.120,4 TM en 1982, que representan sólo el 5,88% de los desembarcos estatales y el 9,32% de su valor en primera venta (cuadro 7). La provincia más afectada por esta reducción ha sido Guipúzcoa, ya que entre 1970 y 1982 ha experimentado un descenso del 71,76% de su producción.

También la importancia de la flota vasca se ha visto menguada. Así la flota de Altura y Gran Altura, que era la más importante del País Vasco y representaba el 26,24% de la flota nacional de estas características en 1970 y el 26,24% de su tonelaje total (6), en 1982 había reducido su participación al 22,71% de las embarcaciones de Altura y Gran Altura estatales y al 22,63% de su tonelaje.

Esta flota altamente industrializada se desarrolló ampliamente durante los años sesenta, tanto en unidades arrastreras de Altura al fresco como en embarcaciones bacaladeras y congeladoras de Gran Altura. Su sobredimensionamiento, ante la nueva situación internacional, se acentuó en la década de los setenta obligando a la reducción de muchas de ellas, que al paralizarse han debido ser vendidas o desguazadas.

Pero también la flota de Bajura ha experimentado una poderosa reducción a pesar de que su dependencia de los caladeros nacionalizados es mucho menor.

La crisis pesquera del País Vasco es realmente importante a todos los niveles, pero ésta se ha manifestado de un modo diferenciado en los diversos subsectores, ya que sus características productivas son diferenciadas, por ello es necesario efectuar un análisis detallado de cada uno de estos.

II.1. La pesca de Bajura, un sector tradicional en el País Vasco

La pesca de Bajura ha sido una actividad desarrollada a lo largo de los siglos en las costas vascas y que se mantienen hondamente arraigadas en nuestros puertos. Existen dos modalidades de pesca en este subsector en función de las especies capturadas y artes utilizadas. La más importante de ellas es la «pesca de superficie», dedicada a la captura de especies migratorias pelágicas, que cada año se aproximan a nuestra costa y que son capturadas, fundamentalmente, con redes de cerco o a la «cacea» con curricán. A esta pesca se dedican un importante número de embarcaciones (7) en la mayor parte de los puertos. La otra es la «pesca artesanal o merlucera» que se caracteriza por la explotación de especies demersales o de fondo con redes de costa, palangres, etc., en los escasos caladeros existentes en las cercanías de nuestro litoral y en los de más productividad, que se localizan en las costas francesas. Las embarcaciones dedicadas a la pesca artesanal son menores tanto en número como en tamaño (8) que las de cerco.

La pesca de superficie experimentó un poderoso desarrollo de su flota durante los años sesenta sin tener en cuenta los stocks de anchoa y bonito, principales especies explotadas. La importante flota vasca, al producirse una reducción en sus capturas, procedió a explotar las áreas de emigración de la anchoa y túnidos bien en aguas que actualmente están nacionalizadas por la Comunidad Económica Europea, como en las áreas de las islas Madeira y Azores y la zona afro-canaria.

Sus problemas de atomización empresarial, comercialización, y disminución de los rendimientos técnicos de pesca se acentuaron durante la década de los sesenta. A ellos se ha unido la implantación de las 200 millas jurisdiccionales que ha limitado, desde mediados de la década pasada, las áreas de explotación de esta flota. Ello ha provocado una reducción de su flota y también del número de tripulantes empleados en ella.

En cuanto a la pesca artesanal, los datos de que se disponen son menores en cuanto a la flota utilizada y capturas obtenidas. Este tipo de pesca ha tenido tradicionalmente un carácter mucho menos destacado que la de superficie. Es lógico suponer que también experimentó un desarrollo durante los años sesenta, aunque menos importante que el de superficie y que la sobrexplotación de especies demersales en los caladeros tradicionales de la costa vasca ha provocado una esquilmación de las especies explotadas, que alcanzan elevados valores en el mercado. Estas pesca se ve amenazada por la limitación de los caladeros franceses impuesta a los merluceros vascos produciéndose numerosos conflictos con la Administración francesa.

Aunque según los datos utilizados (9) la flota ha experimentado una disminución, la flota artesanal de menos de 20 TRB tiene un considerable desarrollo en el puerto de Pasajes y en otros puertos guipuzcoanos. Ello se debe a que algunos de los tripulantes desempleados de otros subsectores pesqueros han optado por dedicarse a este tipo de pesca, con embarcaciones de 7 a 20 TRB o incluso menos tonelaje, para seguir subsistiendo.

La pesca de Bajura está atravesando una grave crisis, pero que no solamente se debe a la nueva situación internacional de limitación de los mares, sino a la deficiente estructuración y caracteres del sector.

II.1.1. LOS peculiares caracteres empresariales y de comercialización en la Bajura

La pesca de Bajura presenta unos rasgos precapitalistas y arcaicos en su estructura empresarial.

Es excepcional que una misma «empresa» disponga de más de un barco, lo que provoca una grave inestabilidad al depender exclusivamente de las capturas realizadas por esa embarcación en las diversas costeras. El carácter fundamental de estas empresas es su atomización.

La propiedad de los medios de producción pertenece a pescadores embarcados a bordo y entre los cuales los lazos familiares son muy importantes. El armador suele ser, generalmente, el patrón o técnico del barco, por lo que realiza tanto las funciones de gerente de la empresa como de tripulante.

También, la organización del trabajo en el barco no tiene especialización. El arrantzale se asemeja a un artesano que domina el proceso de trabajo en su totalidad. En este sentido, el tripulante, que proviene de una familia netamente pescadora y casi en exclusividad autóctona del País Vasco, ha de tener un conocimiento muy importante de las costumbres de los peces, cómo y dónde puede capturarlos. Generalmente se confía más en la intuición y saber tradicional de estos hombres que en las nuevas técnicas de detección y localización del pescado.

En este subsector existe una tendencia al mantenimiento de los antiguos métodos de pesca y temor a la implantación de nuevos métodos extractivos, que suponen un encarecimiento para estas empresas, que disponen de un escaso nivel de capitalización (10).

Pero el arcaísmo de la pesca de Bajura, tanto artesanal como de superficie, se manifiesta de un modo más acusado en la remuneración de la tripulación. Este se continúa realizando «a la parte», lo que representa que el importe total de las ventas de las capturas, una vez deducidos los gastos del barco, se distribuyen en un 47% para la tripulación y en un 53% para el armador. Si la embarcación pesca y efectúa unas buenas ventas todos salen beneficiados, pero si no es así apenas se percibe lo suficiente para el mantenimiento de los trabajadores. Los tripulantes efectúan un verdadero trabajo a destajo para obtener un salario elevado pero a veces éste no es recompensado.

Este sistema de remuneración hace que los pescadores compartan el riesgo de la empresa, ya que el armador no debe pagar un salario fijo mensual y la existencia de una mano de obra barata ha dado lugar al mantenimiento de una escasa tecnificación en el sector.

Las empresas de Bajura se caracterizan, por lo tanto, por un tipo de relaciones salariales totalmente arcaicas, un bajo nivel de capitalización y de tecnificación, que contribuyen a mantener unos métodos tradicionales de pesca y de mentalidad del sector y una gran atomización empresarial.

Este tipo de estructura ha estado potenciado por la existencia de unas Cofradías que han seguido manteniendo unos rasgos totalmente tradicionales.

Las Cofradías de Mareantes surgieron en la Edad Media como organizaciones gremiales. Sus fines fundamentales eran la ayuda y el socorro mutuo y se concretaban en la necesidad de asociación de los arrantzales para velar por los intereses meramente locales de su propia actividad, la ordenación de las campañas y el reparto entre toda la tripulación de los productos de sus capturas. En la actualidad han seguido manteniendo estos caracteres.

Las Cofradías no suponen la representación de las empresas de Bajura. Sus funciones son únicamente burocráticas, realizando la venta del pescado de cada una de las empresas en la lonja, efectúan la recaudación de las cuotas a la Seguridad Social, informan a la Administración del volumen de las capturas e importe de las ventas y ofrecen servicios como reparación de redes, cámaras frigoríficas para el pescado, etc. Pero estas cofradías no han potenciado las búsquedas de nuevas áreas de pesca ni los nuevos métodos pesqueros.

Actualmente son 16 las Cofradías existentes en nuestro litoral: Fuenterrabía, Pasajes de San Juan, Pasajes de San Pedro, San Sebastián, Orio, Guetaria, Zumaya, Motrico, Ondárroa, Lequeitio, Elanchove, Mundaca, Bermeo, Arminza, Santurce y Ciérvana. Estas asociaciones han contribuido a mantener a las empresas más marginales y poco rentables del sector a través de la diferente forma de pago que estas deben efectuar a la Seguridad Social, etc.

Asociadas en estas Cofradías, los salarios que perciben los tripulantes dependen tanto de la pesca capturada como, sobre todo, del importe que alcanza la venta del pescado y que se efectúa por el sistema de «subasta a la baja, en las Cofradías venteras. Este método provoca importantes fluctuaciones de los beneficios empresariales en función de la mayor o menor oferta de pescado. La modalidad más afectada por este hecho es la de superficie al concentrarse la oferta de anchoa y bonito, principales especies explotadas, en muy pocas semanas a lo largo del año. Ello produce la disminución del precio del pescado, al ser rápidamente perecedero, y verdaderas operaciones especulativas por parte de las industrias conserveras, que son las principales consumidoras de estas especies.

Para evitar esta situación las Cofradías establecieron, hace escasos años, un tope de captura máxima de anchoa al día por embarcación, que se cifra en 6.000 kgs. de anchoa. Pero la regulación de las capturas no ha provocado el equilibrio de los precios. También se establecieron precios de retirada para el bonito y la anchoa; medidas que han sido recientemente reguladas por la Administración Central, a través del F.R.O.M. y extendidas a todo el ámbito estatal.

El modo de obviar las brutales fluctuaciones de los precios se encuentra en la congelación de las especies pelágicas. Así lo han entendido las Cofradías vascas y algunas de ellas, Bermeo, Pasajes, Fuenterrabía y Guetaria, poseen o tienen en proyecto la construcción de plantas congeladoras para la conservación de las especies más apreciadas.

II.1.2. Una flota de Bajura Tradicional

Inmersas en esta estructura empresarial atomizada y deficiente, los medios de producción materiales pesqueros —la flota de Bajura— experimentó en el País Vasco un importante desarrollo durante los años sesenta gracias a los créditos estatales concedidos.

El aumento de la flota de superficie fue muy importante (cuadro 8), no tanto en número como en tonelaje y potencial, que entre 1961 y 1968 se vio prácticamente duplicado. Los armadores prefirieron incrementar el tamaño de las embarcaciones ya que de este modo, según ellos, se podían incrementar las capturas.

La mayor parte de estas embarcaciones se construyeron con casco de madera y en ellas se implantaron aparatos para la detección del pescado, además de los viveros para cebo vivo y haladores para el izado de las redes. El grado de tecnificación logrado era mucho mayor que el de otras zonas del Estado.

El crecimiento de esta flota, que utilizaba la técnica de pesca de cebo vivo y curricán, fue mucho más acentuado en Vizcaya, fundamentalmente en los puertos de Bermeo y Ondárroa, que en Guipúzcoa.

Pero el aumento de la flota se hizo sin tener en cuenta los stocks de especies existentes en el litoral vasco y en las áreas de pesca portuguesas y afrocanarias. El País Vasco disponía de una flota importante pero cuyos rendimientos técnicos se vieron reducidos, como así se puso de manifiesto en los años sesenta en la denominada «guerra de la anchoa».

Con la implantación de las medidas de nacionalización de sus pesquerías por la Comunidad Económica Europea, Portugal y Marruecos y el incremento del precio del combustible, se está produciendo una reestructuración en la flota. El número de embarcaciones se ha reducido notablemente, ya que se ha pasado de 376 barcos en 1968 a 248 en 1982.

En la pesca artesanal se ha producido, también, una disminución general de sus embarcaciones ante las limitaciones impuestas en los caladeros franceses. Merece destacarse, sin embargo, la aparición de una pesca artesanal marginal realizada con embarcaciones menores de 20 TRB y que representan el medio de subsistencia para desempleados de la Altura y Gran Altura. Este tipo de flota se ha incrementado notablemente en puertos como el de Pasajes.

Si se analiza la flota de Bajura por puertos (cuadro 9) en 1980, el más importante, tanto en número de embarcaciones, tonelaje, potencia y tripulantes, es el de Bermeo, seguido por Fuenterrabía. En el primero la flota de cerco tiene una gran importancia, mientras que en el segundo los merluceros son los barcos más representativos.

El reajuste que se está produciendo en la flota de Bajura vasca debe controlarse y planificarse para ajustarla a las existencias de los stocks pesqueros disponibles y a los que se pueden acceder en las pesquerías nacionalizadas. Ello pasa, lógicamente, por la evaluación de las especies que son objeto de explotación y por análisis de mercado.

II.1.3. Una producción pesquera localizada geográficamente y sometida a fluctuaciones cíclicas

La pesca de superficie explota, fundamentalmente, especies pelágicas. Las más importantes económicamente son la anchoa y el bonito y de menor interés el atún, sardina, verdel, chicharro y otros.

Estas especies migratorias están expuestas a fluctuaciones tanto por fenómenos naturales (descenso de la temperatura de las aguas, etc.) como por la explotación pesquera a que son sometidas y que provoca la reducción de sus stocks en determinados años. Así durante los años sesenta, a pesar del crecimiento de la flota de superficie vasca, únicamente se superaron las capturas realizadas en 1961 durante los años 1964 y 1965, mientras que se igualaron en 1967 (cuadro 10). En 1970 se produjo una considerable reducción de las capturas debido a la denominada «guerra de la anchoa». No tenemos datos para los años inmediatamente posteriores, pero en 1977 y 1978 se obtuvieron elevadas capturas, para reducirse posteriormente de forma espectacular, sobre todo en algunas especies (gráfico 1).

La dependencia de varias especies condiciona notablemente la producción de la flota de superficie vasca. Tradicionalmente la sardina tenía una gran importancia en el País Vasco, pero esta especie prácticamente desapareció de las aguas cantábricas y gallegas entre 1948 y 1955 para volver a reaparecer posteriormente. La pesca al desaparecer este cupleido, se centró en la captura de la anchoa y también del bonito. Las capturas de anchoa fueron muy importantes, pero a finales de los años sesenta, se produjo el estancamiento de esta especie en la plataforma francesa lo que, unido a la grave esquilmación provocada sobre ella, produjo una importante reducción de sus capturas.

Tras unos años de recuperación de los desembarcos de dicha especie, la crisis de la anchoa se ha vuelto a producir, disminuyendo de un modo espectacular su producción.

La costera de la anchoa, que se realiza entre marzo y junio, desde la desembocadura del Garona hasta las costas santanderinas y asturianas y aguas de la C.E.E., se ha visto limitada para la flota vasca. Efectivamente, la Comunidad Económica Europea ha limitado la cuota de anchoa que se puede capturar en sus aguas y ha concedido licencias de pesca para las embarcaciones dedicadas a la pesca de esta especie en sus aguas.

La segunda especie en importancia de la pesca de superficie es el bonito o albácora. Su campaña realizase entre junio y octubre frente a la fosa de Cap Breton, pescándose fundamentalmente con cebo vivo y, en menor medida, a la cacea con curricán. La Comunidad Económica Europea no ha establecido limitaciones a sus capturas y éstas mantienen una cierta estabilidad.

Cuando finalizan estas costeras en el Cantábrico, gran parte de la flota bermeana y de Lequeitio y otros puertos guipuzcoanos se trasladan a las Azores, Madeira y Canarias a la captura de túnidos. Las limitaciones impuestas en estas pesquerías ha provocado el traslado de esta flota, al finalizar el verano, hacia el Mediterráneo, donde se han producido fricciones con las embarcaciones catalanas y mallorquinas, que no utilizan cebo vivo en la pesca de túnidos.

El resto de la flota permanece en el litoral vasco. Algunas de las embarcaciones son armadas para dedicarse a la captura de sardina, chicharro, makael, etc., que se capturan prácticamente durante todo el año. Pero muchas de las embarcaciones quedan paralizadas durante varios meses ya que la pesca de las especies anteriormente citadas no compensa los gastos de combustible, etc., del barco. Este hecho se debe a la subvalorización y escasa cotización económica que estas especies alcanzan en el mercado, debiendo destinarse, en su mayoría, a harina de pescado.

En cuanto a la pesca merlucera, se caracteriza por capturar especies demersales o de fondo: merluza, pescadilla, besugo, rape, congrio, etc. Estas especies alcanzan una alta cotización en el mercado lo que ha hecho rentable su explotación intensiva y, prácticamente, el arrasamiento de los caladeros tradicionales.

Los datos de los que disponemos para Guipúzcoa (11) muestran una tendencia continuada al ascenso desde 1961 a 1973 ó 1974 (gráfico 2) de las principales especies: merluza, pescadilla, besugo. Desde mediados de los setenta el incremento espectacular de las capturas de especímenes jóvenes de Merluccius merluccius o pescadilla coincide con la reducción de las capturas de los más adultos o merluza. Con la implantación de cuotas de captura de merluza y el establecimiento de licencias de pesca para los merluceros vascos en aguas del Golfo de Vizcaya los índices de capturas de merluza continúan siendo muy bajos, mientras que los de pescadilla continúan en ascenso.

Los caladeros de estas especies demersales se localizan a lo largo de la costa vizcaína y guipuzcoana, como Andrekala, Arritxu, Lumaixeta, Kostarrencala, Plaiasu, Santomero, San Antón y numerosas calas a lo largo del litoral. Pero las pesquerías más importantes son las de la Erreka, Gaztelu, Garro e Ixkote, ya en las inmediaciones de la plataforma francesa. La limitación de los últimos caladeros por la administración francesa ha sido muy importante, ya que precisamente la flota tiene la prohibición de pesca en gran parte del caladero de la Erreka, lo que afecta no sólo a las embarcaciones de Fuenterrabía sino a la práctica totalidad de la flota merlucera de mayores dimensiones del País Vasco.

Este tipo de pesca artesanal se realiza con diversas modalidades: pincho, palangre, redes de costa, etc., concediendo la C.E.E. licencias de pesca para los barcos que faenen al pincho y al palangre en sus caladeros.

Para que este tipo de pesca se perpetúe es necesario realizar la protección de nuestros escasos recursos pesqueros impidiendo la captura de los especímenes más pequeños y regulando el esfuerzo pesquero que sobre ellos se ejerce, además, de intentar obtener mayores cuotas de captura y licencias para la flota, lo que en la situación actual es prácticamente imposible.

II.2. El subsector de Altura y su grave recesión

La pesca de arrastre al fresco, en sus diversas modalidades de pareja, trío, bou y baka, está notablemente afectada por la crisis pesquera actual.

Dedicada a la explotación de especies demersales, que, generalmente, alcanzan un gran valor en el mercado, esta actividad se vio afectada por el over-fishing de los caladeros tradicionales desde los años sesenta, reflejado en la estabilidad cuantitativa de las capturas, a pesar del incremento de la flota.

Las embarcaciones dedicadas a la pesca de Altura experimentaron un importante desarrollo durante los años sesenta al amparo de los sustanciosos créditos otorgados por la Administración, para la construcción de nuevas unidades pesqueras. Estos barcos explotaban las pesquerías del Golfo de Vizcaya, pero fundamentalmente su zona de trabajo se centraba en el Mar Céltico, Mar de Irlanda y Paralelo 58º N. El sobredimensionamiento de esta flota, que seguía actuando en los mismos caladeros que en los años cuarenta, fue muy importante y ello se manifestó directamente en la reducción de los rendimientos técnicos pesqueros.

La nacionalización de sus pesquerías por la Comunidad Económica Europea ha sido el detonante fundamental que ha puesto de relieve la deficiente estructuración del subsector. Desde 1977, en que fueron implantadas cuotas de capturas y licencias de pesca a países terceros, la flota arrastrera vasca ha sufrido una importante regresión tanto en el número de unidades como en el de capturas obtenidas y trabajadores empleados.

El puerto que más está sufriendo esta grave crisis es el de pasajes, que tradicionalmente ha sido el de mayor importancia en el País Vasco y también los de Ondárroa y Bilbao-Axpe, únicos puertos en los que se ha concentrado esta actividad y, junto al ya señalado, están atravesando un período muy difícil.

II.2.1. Unos caracteres empresariales capitalistas

Al igual que la pesca de Gran Altura, el subsector de arrastre al fresco se caracteriza por unos caracteres plenamente capitalistas en su estructura.

Las empresas pesqueras constituyen sociedades mercantiles jurídicamente establecidas (S.A., S.R.C., etc.) ya que los medios de producción materiales  pertenecen a una sociedad de propietarios, que tanto pueden estar vinculados por lazos familiares como no tener ningún vínculo de ese tipo. Generalmente disponen de varias embarcaciones, lo que les permite ensayar nuevos métodos de pesca y obtener una elevada productividad.

La rentabilidad de las empresas ha estado directamente vinculada al volumen de los medios de producción y a la modalidad de pesca de los barcos. En este sentido, el Estado apoyó muy directamente el desarrollo de un gran número de empresas al conceder casi gratuitamente créditos a muy largo plazo para la adquisición de embarcaciones. De este modo, estas unidades empresariales solían disponer casi siempre de más de dos barcos y algunas superaban los 10, si se tienen en cuenta las empresas directamente interrelacionadas ya que, aunque muchas de ellas aparecen como empresas independientes y de distinto nombre, pertenecen a las mismas personas.

En estas empresas, como en cualquier industria, la división del trabajo es fundamental. El armador gestiona la empresa desde tierra y nunca trabaja a bordo. El personal es asalariado, tanto en tierra (administrativos, rederos, almaceneros, inspector, etc.) como en la mar (patrones, contramaestres, maquinista, etc.) y realizan una función muy delimitada.

La retribución de los hombres de la mar se ha basado tradicionalmente en un salario fijo muy fijo compensado con primas sobre la pesca capturada. Con la legalización de los Sindicatos obreros y las luchas llevadas a cabo en el puerto de Pasajes para mejorar las condiciones laborales, en este puerto se han establecido los convenios de pesca, entre las empresas y sindicatos, más favorables de todo el Estado, al establecerse unos salarios-base dignos y mantenerse parte de las primas. Este hecho ha provocado una importante emigración de algunas empresas hacia el vecino puerto de Ondárroa, en el que las condiciones laborales siguen manteniendo la tónica tradicional.

Estas empresas se han organizado a través de asociaciones para defender sus reivindicaciones. En el País Vasco existen tres sociedades de armadores en el sector de Altura: Asociación de Armadores de Pasajes, Norpesc, tanto en Pasajes como en Ondárroa y la Asociación de Armadores de Altura en el último puerto citado.

Con la crisis muchas empresas de Altura y también de Gran Altura han desaparecido en los últimos años, al no poder remontar financieramente las graves dificultades actuales, la reducción de las capturas y las limitaciones en los caladeros tradicionales.

Para subsistir, algunas casas armadoras han establecido empresas conjuntas con Irlanda e Inglaterra, fundamentalmente. Sin embargo, las nuevas condiciones implantadas por el último país mencionado respecto a la homologación de las embarcaciones españolas utilizadas con las inglesas y al empleo de personal comunitario —que debe ser en sus tres cuartas partes de la C.E.E.— ha provocado la disolución de muchas de ellas.

II.2.2. La dependencia de los caladeros nacionalizados de la Comunidad Económica Europea

La flota vasca de arrastre al fresco ha explotado desde los años veinte ricas pesquerías de especies demersales de la plataforma francesa, inglesa e irlandesa, en las áreas conocidas como Mar Céltico o Gran Sol, Mar de Irlanda y Paralelo 58º N. En ellos se capturan especies muy apreciadas en el mercado nacional: merluza, pescadilla, gallo, lenguado, besugo, etc., que alcanzan una elevada cotización en el mercado.

Estos caladeros, que están relativamente próximos a nuestro litoral fueron nacionalizados por la C.E.E., al implantarse la zona económica exclusiva de pesca en 1977, imponiendo cuotas de pesca y licencias a los países terceros que explotan dichas aguas que se han ido reduciendo con el paso de los años (cuadro 3).

Las licencias de pesca y cuotas están dirigidas, fundamentalmente a la merluza, principal especie capturada por la flota española, a la que se une una cuota de especies asociadas. Estas cuotas y licencias de pesca se han restringido notablemente ante el principio de regresividad implantado por la C.E.E. De este modo, la paralización de gran parte de la flota ha sido muy importante. Incluso las embarcaciones que poseen licencia deben permanecer en tierra durante varios meses al año cuando acaban los cupos de capturas en las diversas áreas del C.I.E.M.

La piratería pesquera se ha convertido en una práctica habitual, ya que muchos barcos no poseen licencia de pesca y además las zonas más ricas de la plataforma inglesa e irlandesa está prohibida a la flota ajena a la Comunidad, que ha implantado un box de pesca en estas áreas.

La dependencia de estos caladeros es absoluta para la flota arrastrera vasca. Es totalmente necesario que el Estado Español utilice todas y cada una de las armas diplomáticas de las que se dispone para lograr unos acuerdos que no sean excesivamente negativos para nuestra flota.

II.2.3. El declive de la flota de Altura

La flota de Altura vasca se concentra en los puertos de Pasajes, Ondárroa y Bilbao-Axpe.

Estas embarcaciones arrastreras, cuyo tonelaje medio es de 220 TRB y con una potencia media de 800 a 900 CV en las parejas y de 1.000 CV en los bous, experimentó un poderoso incremento durante los años sesenta. A partir de 1977 la reducción del número de barcos ha sido muy destacada.

Si se analiza el caso de Pasajes (cuadro ll) el fenómeno de crecimiento y crisis de su flota es realmente representativo ya que no solamente se ha producido un descenso de sus unidades, sino, sobre todo, de las que permanecen activas. Pero en esta crisis no solamente ha incidido la implantación de las 200 millas jurisdiccionales de los caladeros europeos y el incremento de los costes de la explotación pesquera, sino también la considerable reducción de los rendimientos técnicos pesqueros ya desde la década de los sesenta. De hecho, en 1965 estos rendimientos se cifraban en 0,55 TM de pesca desembarcada por CV utilizado, mientras que en 1975 se habían reducido a 0,24 TM/HP.

De todos modos, la implantación de las 200 millas jurisdiccionales ha provocado la desintegración de esta flota sobredimensionada, que ha debido reestructurar su número. Así se han pasado de 216 embarcaciones en 1977 a muchas menos en 1982 (cuadro 12).

La Comunidad ha potenciado muy directamente la selección del tipo de unidades pesqueras que deben faenar en sus aguas a través de los coeficientes de licencias establecidos. El barco standar considerado es aquél que posee 700 CV y que consume una licencia, los que poseen una potencia de motor inferior a dicho caballaje consumen menos de una licencia, mientras que los que superan dicha cifra consumen más de una de ellas; así un barco de 1.200 CV absorbe 2,25 licencias. De este modo la mayor parte de los barcos que faenen en los caladeros europeos tienden a aproximarse al tamaño standar.

En función del baremo establecido por la Comunidad hasta la firma del acuerdo pesquero de 1984 los barcos palangreros únicamente consumían 0,33 licencia, lo que produjo la reconversión a esta modalidad de un importante número de barcos, pertenecientes en su mayoría a Ondárroa. Desde inicios de ese año cada palangrero consume una licencia lo que está produciendo la paralización de muchos de ellos.

La Administración española ha establecido un censo de embarcaciones cerrado para aquellas unidades que faenan en aquellas aguas. y que se han distribuido entre las diversas asociaciones empresariales distribuidas en los puertos del litoral cantábrico y gallego. La disminución de las licencias que se produce cada años exige una continuada división de los coeficientes de licencia pesquera entre las empresas y asociaciones empresariales de los diversos puertos.

La reestructuración de esta flota se ha convertido en una necesidad ya que muchas de sus embarcaciones poseen entre 15 y 20 años de antigüedad. Ello ha posibilitado que, gracias a la concesión de primas para el desguace establecidas por la Administración, muchas de estas antiguas unidades desaparezcan. Sin embargo, se ha hecho necesaria la construcción de nuevas unidades que se adapten a las nuevas condiciones internacionales.

La posibilidad de utilizar sistemas de congelación en la pesca de Altura en aguas de la C.E.E. y que habían sido potenciadas de forma experimental por el Gobierno Vasco es actualmente inviable, ante la prohibición por parte de la Comunidad de que se utilice la modalidad de congelación en sus aguas.

Las perspectivas de futuro son realmente inciertas y dramáticas. En principio, la entrada en la C.E.E. va a exigir la desaparición de un elevado número de ellas y el establecimiento de unidades escasamente competitivas respecto a las comunitarias.

Su situación actual, a principios de 1982, muestra la tendencia constante a la desaparición de las embarcaciones de Altura y sobre todo de los barcos activos que faenan más de un mes al año. Así en Pasajes sus unidades activas son un número muy similar al de Ondárroa (cuadro 13), mientras que el de Bilbao-Axpe sigue manteniendo un número muy reducido de embarcaciones.

El impacto de la disminución de la flota se ha manifestado a nivel social en el considerable incremento del desempleo en el subsector y en la reducción del empleo ya que se ha pasado de 3.332 tripulantes en 1977 a 2.282 en 1982.

La necesidad de reestructuración de la flota es absoluta, pero la adecuación a las nuevas condiciones internacionales existentes va a provocar la disminución de muchas de ellas si se tiene en cuenta que únicamente la flota vasca de Altura supera la que poseen Francia e Inglaterra.

II.2.4. La reducción de las capturas

A pesar del incremento habido en la flota durante los años sesenta, las capturas efectuadas en los caladeros de Gran Sol y Paralelo 58º N se mantuvieron muy estabilizadas, con una media anual de unas 36.000 TM.

Esta estabilidad, precisamente, cuando el número y capacidad de las embarcaciones habían experimentado un alza tan elevada, indica la existencia de una situación de sobrepesca durante aquellos años.

Estas capturas se centraban, fundamentalmente, en la explotación de merluza y pescadilla y pescado blanco variado, especies que apenas eran capturadas por la flota europea.

Desde la implantación de las 200 millas, en Pasajes se ha producido una reducción espectacular de las capturas ante las escasas cuotas de pesca establecidas para merluza y especies asociadas (cuadro 3) y que se han ido reduciendo en cada año. En este puerto únicamente fueron desembarcadas por la flota de Altura 8.940,5 TM de pesca.

Aunque no poseemos datos tan recientes para Ondárroa, en donde hasta 1980 los desembarcos han mantenido unos niveles bastante similares a los existentes en 1976, ni para Bilbao, donde se ha producido una progresiva disminución de los desembarcos, es lógico suponer que las capturas han experimentado también una importante reducción.

La disminución progresiva del pescado fresco de Altura capturado por la flota vasca, cantábrica, asturiana y gallega ha provocado un considerable aumento de las importaciones de estas especies y que proceden de los países que integran la Comunidad Económica Europea.

II.3. La espectacular crisis bacaladera

La pesca de Gran Altura bacaladera se ha centrado tradicionalmente en el puerto de Pasajes, principal puerto bacaladero del Estado desde que en 1927  P.Y.S.B.E. inició su primera campaña bacaladera en aguas de Terranova y también de este puerto salieron las primeras parejas bacaladeras al finalizar la II Guerra Mundial.

Este subsector pesquero, que explota casi exclusivamente bacalao y, en menor medida, especies asociadas, que son desembarcadas en «verde», fue el primero en experimentar la importante crisis pesquera por la que estamos atravesando y que ha dejado sumido al sector en una grave recesión. Los bacaladeros pasaitarras experimentaron ya a finales de los sesenta y principios de los setenta una disminución de las capturas ante la grave esquilmación del bacalao. A ello se unieron los bajos precios de esa especie en aquella época provocando la aparición de importantes stocks bacaladeros que no tenían salida al mercado y también el incremento de los costes de la explotación bacaladera. Estos factores hicieron tambalear a la principal empresa pesquera del Estado: P.Y.S.B.E. y luego a muchas otras cuando Canadá y Noruega implantaron las 200 millas y cuotas de pesca a países terceros.

Pese al espectacular descenso de las capturas y la flota bacaladera, Pasajes continúa siendo el primer puerto nacional en esta especie y el único del País Vasco en que se ejerce esta actividad.

II.3.1. Las pesquerías bacaladeras

De todos es conocido el nombre de Terranova, que trae a la memoria la actividad bacaladera que fue ejercida por los vascos en aquellas aguas durante los siglos XVI y XVII. Precisamente en dicha área se encuentran las pesquerías más ricas de bacalao, que junto a otros caladeros canadiensas, algunos de Groenlandia, Noruega y las islas Spitzberg son frecuentados por la flota bacaladera vasca. Pero precisamente los caladeros más explotados eran los de Terranova, ya que es en este área donde la plataforma continental adquiere una amplia extensión y las biomasas de bacalao son realmente importantes.

La flota realizaba en los años sesenta, tres campañas anuales, cargando, fundamentalmente, las bodegas en aguas canadienses y si no habían completado la carga se trasladaban a Noruega para volver a puerto.

La sobrepesca y la esquilmación de los stocks bacaladeros canadienses fue muy importante de modo que Canadá implantó las 200 millas jurisdiccionales en 1976 produciendo una reducción importantísima de las capturas máximas permitidas (cuadro 4). De todos modos una parte importante de los Grandes Bancos de Terranova quedaron fuera de la línea de delimitación, permitiendo de este modo obtener algunas capturas no sometidas a las cuotas.

La falta de un acuerdo diplomático en 1982 y 1983 con Canadá supuso la prohibición de pesca en sus aguas. Algo similar ha sucedido con Noruega, que también extendió sus aguas jurisdiccionales por las mismas fechas que Canadá y que, como este país, está estableciendo una reducción constante de sus cuotas de captura.

II.3.2. El declive de la flota bacaladera

La flota bacaladera pasaitarra ha sido una de las más potentes y especializadas del Estado hasta la aparición de los congeladores.

Tradicionalmente las embarcaciones realizaban esta explotación en la modalidad de bou, pero desde 1949 diversas parejas pasaitarras comenzaron a introducirse en el subsector junto a PYSBE, COPIBA y PEBSA. Estos barcos necesitaban de una gran potencia en sus motores y también de un mayor tonelaje de arqueo para rentabilizar los largos viajes que efectuaban hasta los caladeros.

Acogiéndose a los importantes créditos otorgados por la Administración en los años sesenta, la flota bacaladera creció de un modo importante de modo que en 1970 Pasajes tenía una flota de 73 bacaladeros (cuadro 14) que en su mayoría se habían construido recientemente.

Estos barcos, que tenían incorporados medios de detección de pescado muy novedosos para aquellos años y que poseían un elevado tonelaje, disminuyeron notablemente a partir de 1974. Parte de su flota, compuesta por bous de P.Y.S.B.E. permaneció paralizada en sus muelles y ya desde 1976 el número de unidades activas se redujo aún más. Uno de los problemas de esta flota era precisamente su antigüedad por lo que muchos de estos barcos han sido desguazados, acogiéndose a las nuevas medidas implantadas por la Administración.

La desaparición de esta poderosa flota ha incidido en un incremento sustancioso del desempleo en el sector. Se ha pasado de 1.825 tripulantes en 1970 a 795 en 1982. También en este subsector, los trabajadores inmigrantes tenían una gran importancia, realizando muchos de ellos lo que se podría denominar «emigraciones temporales» para realizar la marea en los bacaladeros pasaitarras y luego volver a su lugar de origen en Galicia.

II.3.3. La considerable disminución de los desembarcos bacaladeros

Las capturas bacaladeras experimentaron una importante reducción a finales de los años sesenta (gráfico 3) debido a la sobrepesca a la que estaba sometida dicha especie por la flota internacional. Esta situación de descenso de los desembarcos bacaladeros se mantuvo ininterrumpidamente hasta 1975 y ya desde 1976 con la implantación de las cuotas de pesca por Canadá, las capturas (12) han continuado su tendencia descendente (cuadro 14).

Pasajes, puerto en el que se descargaba más del 50% o incluso 60% del bacalao estatal, vio reducidas sus descargas desde las 63.138,2 TM de 1968 —cifra récord de desembarcos— hasta las 9.781,8 TM de 1982. Pese a ello sigue ocupando el primer puesto de los puertos bacaladeros nacionales, que, a excepción del de Pasajes, son gallegos: La Coruña, Vigo, Ferrol y Santa Eugenia de Riveira.

La disminución de las capturas coincidió con la baja del precio del bacalao. Esta especie había sido consumida tradicionalmente en el país ya que su distribución en salado permitía su consumo en buenas condiciones en todas las zonas del Estado y su mercado fundamental era nacional, aunque se exportaba bacalao a Italia y Sur-América. Con el incremento del nivel de vida durante aquellos años, el bacalao quedó bastante relegado del consumo español lo que provocó la acumulación de importantes stocks de bacalao en verde en Pasajes y la consiguiente reducción de los beneficios para los armadores que veían de este modo agravados sus problemas.

La implantación de unas cuotas de pesca cada vez más reducidas por parte de Canadá y de Noruega desde 1976 han provocado una paulatina y creciente reducción de las capturas. Los barcos bacaladeros deben realizar sus campañas no sólo en las ricas áreas nacionalizadas sino en los escasos caladeros que se encuentran fuera de las 200 millas jurisdiccionales con las limitaciones de pesca que ello conlleva. Incluso durante algunos años, nuestra flota bacaladera no ha podido acceder a los caladeros canadienses y noruegos al no haber llegado a un acuerdo con estos países.

Pese a la importante reducción de la flota pasaitarra los rendimientos técnicos de pesca han continuado descendiendo ya que las capturas son realmente escasas.

ARGUIBA (Asociación de Armadores Guipuzcoanos de Bacaladeros) ha planteado reiteradamente la necesidad de reestructuración del sector. En este sentido gran parte de la flota más antigua ha sido desguazada acogiéndose a las nuevas medidas implantadas por la Administración. Pero el mantenimiento de unos niveles de rentabilidad para la flota que todavía queda en Pasajes pasa necesariamente por el incremento de las capturas y la actividad continuada de estos barcos, que actualmente permanecen seis meses o más paralizados en tierra.

El sector bacaladero va a tener que reorientar su actividad extractiva hacia otras especies y en otras áreas si quiere seguir subsistiendo.

II.4. Un subsector en expansión: los atuneros congeladores

La modalidad de pesca de cerco de Gran Altura, representada por los atuneros congeladores, ha sido el sector pesquero de más reciente implantación en el País Vasco y el que hasta la actualidad ha mantenido unos niveles de crecimiento adecuados.

Es necesario hacer una introducción al subsector congelador nacional para comprender la inexistencia de los barcos congeladores arrastreros en el País Vasco y la importancia adquirida por los atuneros en Euskadi.

En los años sesenta, amparándose en la Ley de Renovación y Modernización de la flota de 1961, se produjo la aparición de los barcos arrastreros congeladores, cuyas capturas fundamentales se centraron en la merluza y pescadilla en aguas africanas, y, en mucha menor medida, de los atuneros congeladores. La flota de arrastre experimentó un crecimiento espectacular en su flota y, aunque sus capturas se incrementaron, los rendimientos pesqueros declinaron rápidamente. A este problema se unió la inexistencia de una red de frío adecuada y de campañas publicitarias importantes que propiciaran el consumo del pescado blanco congelado. Ello originó importantes stocks de pescado congelado durante los años sesenta y la desaparición de numerosas empresas congeladoras.

Inmersos en esta situación desarrollista, algunos armadores pasaitarras construyeron unidades congeladoras durante los años sesenta para la explotación de especies gadiformes (merluza, pescadilla, etc.) Pero las dificultades existentes en el subsector y la carencia de instalaciones adecuadas han dado lugar a la exportación y venta de estas unidades a otros puertos.

En Bermeo, un puerto tradicional de Bajura, algunos armadores optaron por la construcción de embarcaciones congeladoras para la pesca de túnidos. Este puerto ha concentrado a la casi totalidad de la flota estatal de estas características, de tal modo que su dimensión no ha superado las necesidades de túnidos y ha seguido manteniendo unos niveles de rendimiento buenos.

Los túnidos tienen un amplio mercado internacional por lo que las capturas de estas especies, realizadas por la flota bermeana en aguas africanas e incluso en el Pacífico, no han tenido problemas importantes en cuanto a su comercialización.

El subsector de los atuneros congeladores se ha desarrollado considerablemente en Bermeo. Los problemas más inmediatos que afectan a esta flota, que ha incrementado sus capturas en casi todos los años, son debidos a la subida del precio del combustible y, en mucha menor medida, a la extensión de zonas exclusivas de pesca por algunas naciones, ya que, al ser los túnidos especies migratorias, éstas suelen evitarse.

El impacto de esta flota atunera congeladora en Bermeo y en casi todo el País Vasco es muy escasa. Aunque las empresas tienen su sede en ese puerto y algunos de sus tripulantes son vascos, la lejanía de los caladeros en que efectúan su explotación impiden que tengan su base en Bermeo, puerto, que además no reúne condiciones de infraestructuras para acoger a esa poderosa flota. Unicamente una vez cada dos años, cuando las embarcaciones deben detenerse para reparar motores, acuden a Pasajes u otros puertos estatales donde pueden efectuarse las operaciones de reparación.

Para que este subsector siga manteniendo su desarrollo es necesario que se evite el crecimiento desmesurado de la flota, planificándola adecuadamente en función de las posibilidades de mercado internacional para los túnidos.

II.4.1. Areas de pesca

La pesca de túnidos por la flota congeladora se efectúa a lo largo de todo el Atlántico, desde Senegal hasta Angola, pero incluso se realiza en las cercanías de Brasil y en las Seychelles. Esto se debe al carácter migratorio de estas especies, que se desplazan a lo largo de estos mares.

La conservación y regulación de estas especies, a través del establecimiento de tamaños mínimos de captura, es establecida por la I.C.C.A.T. (Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico), que tiene su sede en Madrid y otros entes en otros mares.

Aunque la explotación de los túnidos se hace en áreas alejadas de las 200 millas jurisdiccionales de diversos países, la nacionalización de los mares también ha afectado a esta flota. Por ello, se han establecido convenios bilaterales con las naciones en cuyas aguas se pueden efectuar importantes capturas como en el caso de Senegal, Angola y el más reciente de las Seychelles.

II.4.2. La industrializada flota atunera

Esta flota es la más sofisticada de las embarcaciones vascas. Disponen de modernas técnicas de detección de pescado e incluso, algunas de sus unidades, poseen helicópteros para esa labor.

Sus embarcaciones tienen un tonelaje medio de 900 TRB y su potencia supera los 3.000 CV, pero las construidas desde 1973 han incrementado notablemente estas cifras, al oscilar entre los 1.000 y 1.600 TRB con potencias de 4.000 CV. Los gastos de combustible que ello conlleva son muy cuantiosos ya que el consumo de gas-oil por esta flota dedicada a la captura de especies migratorias es realmente importante.

Esta flota nació en los años sesenta y su crecimiento ha sido muy importante (cuadro 15): en 1965 en Bermeo únicamente existían 2 embarcaciones y en 1982 esta cifra se incrementó a 37 unidades. Si se analiza la evolución del número de embarcaciones entre dichas fechas se aprecia en algunos de los años una leve reducción de sus barcos ya que en 1980 existían 44 atuneros congeladores porque algunos de ellos han sido vendidos a otros puertos.

El desarrollo más destacado de su flota se ha producido desde 1970, año en que sus rendimientos técnicos alcanzaron 2.031 TM capturadas por embarcación, índice que únicamente se ha alcanzado en 1981.

La elevada tecnificación de estos barcos se manifiesta en el escaso número de tripulantes que necesitan ya que su número oscila entre los 20 y 22 hombres. Estas tripulaciones que están integradas por marineros bermeanos, gallegos y de las naciones con las que se tienen acuerdos pesqueros —en el caso de Senegal el 33% de los pescadores deben tener dicha nacionalidad— trabajan cuatro meses y descansan dos.

II.4.3. Unas elevadas capturas

Las especies capturadas de túnidos son fundamentalmente el rabil (yellowfin) o atún de aleta amarilla y el listado (skipjack). Los túnidos son congelados en salmuera en los barcos siendo posteriormente desembarcados en puerto o trasladados por barcos-transporte a tierra.

La pesca desembarcada alcanzó en 1977 las 70.000 TM, cifra que únicamente se ha superado en 1981 y 1982. Esta situación pone de manifiesto la amenaza de sobreexplotación que se está produciendo sobre estas especies, que no solamente son explotadas por los atuneros vascos sino por una poderosa flota norteamericana, japonesa y coreana.

Estas pescas son absorbidas «en un 50% por el mercado nacional y el resto se destina a la exportación siendo los clientes principales: Italia, Estados Unidos y Senegal» (13). Hay que tener en cuenta que la demanda internacional de estas especies es todavía muy importante, lo que hace necesario el incremento de las capturas, que puede lograrse a través de la explotación de nuevas áreas pesqueras.

IV. CONCLUSIONES

La situación pesquera vasca es realmente compleja y la salida de esta crisis va a ser realmente dificultosa. Hay que olvidar la etapa de desarrollismo pesquero de los años sesenta y enfrentarse decididamente a la nueva era pesquera por la que va a atravesar el País Vasco.

Las posibilidades de solución pasan necesariamente por la reestructuración de la flota, lo que precisamente afecta de un modo más sustancial a las tripulaciones y empleados de tierra de las empresas pesqueras y casi exclusivamente de forma negativa. También es necesario localizar nuevos caladeros, no tan explotados como los tradicionales y en los que se podrían implantar bases pesqueras potentes, similares a las que posee la flota japonesa a lo largo de los mares, para rentabilizar los desplazamientos; para lo cual sería totalmente necesario el apoyo financiero de la Administración.

Pero de un modo inmediato es necesario el establecimiento de unas buenas relaciones con la C.E.E. y otras naciones ribereñas. Desde luego, la integración en la Comunidad no a constituir ninguna panacea en unos momentos en que incluso sus propios países miembros tienen conflictos para la distribución de sus cuotas de pesca y para los cuales la flota estatal y en concreto la del País Vasco supone una grave amenaza para sus caladeros ante su considerable potencia. De todos modos, la integración, si se realiza adecuadamente, supondrá una cierta seguridad para la flota que haya subsistido hasta aquella fecha.

 La flota vasca, que está atravesando un proceso de eliminación de las unidades más antiguas, debe modernizarse en su nivel técnico, lo que contribuirá a reducir los costes de explotación ya que de este modo se reduciría el tiempo de pesca obteniendo las mismas capturas que si se utilizara más tiempo.

Es necesario que se realicen estudios biológicos sobre los stocks de pesca de nuestro litoral y se analicen las posibilidades de implantación de cultivos marinos en las costas.

En resumen, debe cambiarse todo un sistema de producción basado en la esquilmación de los caladeros y en el aprovechamiento irracional de los recursos ictiológicos.

La situación pesquera del País Vasco es realmente dramática y desde luego su solución exige la necesidad de que la Administración, tanto Central como Autonómica, establezcan unos criterios de revisión de la estructura pesquera, de su entramado comercial y de las posibilidades de los caladeros internacionales.

 

 

 Fig. 1. Evolución de los desembarcos de las principales especies pelágicas efectuados por la flota de Bajura en el País Vasco entre 1977 y 1981. [No disponible]

Fig 2. Desembarcos efectuados por la flota de Bajura Guipuzcoana de las principales especies demersales (1963-1981). [No disponible]

Fig. 3. Desembarcos efectuados por la flota bacaladera nacional y vasca entre 1962 y 1982. [No disponible]

Los cuadros 1 al 15 no están disponibles.

BIBLIOGRAFIA

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GAUR: «La pesca de superficie en Guipúzcoa y Vizcaya. Análisis y perspectivas», Caja Laboral Popular, Bilbao, 1970, 366 págs.

GONZÁLEZ LAXE, F.: «Desenrolo capitalista e crise pesqueira», Galaxia, La Coruña, 1977, 117 págs.

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SUBSECRETARÍA DE LA MARINA MERCANTE/DIRECCIÓN GENERAL DE PESCA MARÍTIMA: «Estadística de pesca» (años 1960 a 1973). «Flota Pesquera española a 31 de diciembre» (años 1962 a 1973). «Anuario de Pesca Marítima» (años 1974 a 1981).

 

NOTAS.

(1) Datos obtenidos de OTERO, M.; «España y las pesquerías internacionales» en Información Comercial Española núm. 546, febrero, 1979, págs. 135 y ss.

(2) Véase el magnífico estudio de GAUR, S.C.I.: «La pesca de superficie en Guipúzcoa y Vizcaya. Análisis y perspectivas», Caja Laboral Popular, Bilbao, 1970, 366 págs.

(3) GONZÁLEZ LAXE, F.; «Desenrolo capitalista e crise pesqueira», Ed. Galaxia. La Coruña, 1977, pág. 6.

(4) IKEI; «La pesca en el País Vasco. Situación actual y perspectivas», pág. 56.

(5) R.D. 2595/76 de 30 de octubre de 1976 primándose el desguace. R.D. 681 de 28 de marzo de 1980 sobre Ordenación de la Actividad Pesquera Nacional, desarrollado por diversas órdenes en 1981 de ordenación de la flota bacaladera, flota que opera en aguas de la NEACF, la que opera en caladeros marroquíes. R.D. 20 agosto de 1981 sobre renovación y modernización de la flota congeladora y reconversión de la de arrastre al fresco que opera en aguas de la C.E.E.

(6) Datos elaborados a partir de los suministrados por la Dirección General de Pesca Marítima en sus diversos «Anuarios».

(7) Se incluyen, actualmente, embarcaciones cuyo tonelaje de arqueo oscila entre las 50 y 150 TRB, máximo tamaño que puede alcanzar una embarcación de Bajura.

(8) En la pesca artesanal se incluyen embarcaciones cuyo tonelaje de arqueo varía de 20 a 50 TRB, generalmente, pero también se encuentran embarcaciones que realizan una pesca marginal y que poseen menos de 20 TRB.

(9) Se disponen de datos suministrados por la Caja Laboral Popular en «Economía Vasca. Informes anuales» desde 1978 a 1982, respecto a flota y también los de 1980 suministrados por la Federación de Cofradías de Vizcaya.

(10) Véase el estudio de GAUR, S.C.I., op. cit

(11) Obtenidos en la Federación de Cofradías de Guipúzcoa en su relación anual de especies desembarcadas y valor alcanzado en primera venta.

(12) El bacalao es desembarcado en «verde», es decir, salado, por ello para convertir las descargas en capturas es necesario utilizar un factor de conversión que es 3.

(13) CAJA LABORAL POPULAR: «Economia vasca. Informe 1982». San Sebastián, 1983, pág. 376.


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