GEOGRAFIA E HISTORIA DE DONOSTIA-SAN SEBASTIAN

 

Geografía e

Historia de Donostia

S. Sebastián

Edición octubre 2013

Home

Aurkibidea - Indice

Aurkezpena - Presentación

Sarrera - Introducción

Klima - Clima

Geologia

Edafologia

Landaretza - Vegetación

Ibaiak - Ríos

Itsasoa - Mar

Historiaurrea - Prehistoria

Goi E. aroa - Alta E. Media

Forua - Fuero

Behe E. aroa - Baja E. Media

Edad Moderna- E. Moderna

XIX - XXI m.

Biztanlea - Población

Hiri  hazkundea - Geogr. urb.

Urbanismoa - Urbanismo

Garrailloak - Transportes

Hiri zerbitzuak - Servicios urb.

Ekipamenduak - Equipamientos

Parkeak - Parques

Ekonomia

Barrutiak - Enclaves

Ondarea - Patrimonio

Simbol.,  Elkarg. - Símbolos

Jaiak - Fiestas

Erakundeak - Organizaciones

Kirolak - Deportes

Bibliografia

 

 

PATRIMONIO CULTURAL

© Juan Antonio SAEZ GARCIA

 

6.1 PATRIMONIO HISTÓRICO ARTÍSTICO

6.1.1 LAS FORTIFICACIONES MEDIEVALES Y MODERNAS

De la fortificación baja de la Plaza fuerte de San Sebastián restan pocos vestigios visibles. La muralla medieval fue deteriorándose poco a poco a partir de la construcción de la muralla moderna y los restos que aun perduraban en el siglo XIX desaparecieron como consecuencia de la reconstrucción urbana efectuada tras el incendio de 1813. Tan sólo algunos indicios de murallas y edificios se conservan en el subsuelo y en los sótanos de las actuales construcciones, especialmente en la calle Embeltrán, donde fue excavada en 1996 la que fuera torre de los Engómez, de la que apareció un arco apuntado.

Foso de la muralla moderna. En primer plano las escaleras de contraescarpa de acceso al camino cubierto.Al fondo el puente de acceso al hornabeque

En el año 1864 fue arrasado a un determinado nivel (el del futuro Ensanche) el Frente de Tierra de la muralla moderna. Por ello se conservaron en relativo buen estado las fortificaciones por debajo la cota cero (cimentación y primeras hiladas de sillería del recubrimiento). Con motivo de la construcción de un aparcamiento subterráneo fue excavado (1997) un sector de las mismas. Una parte de los restos descubiertos fue destruida, otra fue vuelta a enterrar y el resto se ha acondicionado para su contemplación desde el interior de los aparcamientos.

En 1900 fueron arrasados a la cota cero del Ensanche Oriental los restos que aún permanecían del Frente de la Zurriola. Tan sólo la muralla occidental -modificada en su parte superior- puede observarse actualmente en parte de su longitud separando el puerto de la Parte Vieja. En la misma se conserva -muy modificada- la puerta de mar (Portaletas), que se abre a la calle del Puerto, y la hace siglos inutilizada Puerta del Muelle Viejo.Antes de que en el siglo XIX se construyera en el puerto la dársena deportiva, el sector de la muralla occidental actualmente comprendido entre el palacio Goicoa y Portaletas emergía de la arena; durante la pleamar era bañado por el mar, siendo su parte inferior (actualmente enterrada) más gruesa que la superior.

 

 

Castillo de Sta. Cruz de la Mota, en el monte Urgul

Por el contrario, en el monte Urgull pervive hoy en día un número considerable de construcciones militares. Y ello pese a que cuando el monte fue adquirido por el Ayuntamiento a principios del siglo XX con objeto de transformarlo en parque, fueron parcialmente destruidas. Su actual apariencia es fruto de una restauración parcial llevada a cabo en 1963 con motivo del centenario del derribo de las murallas.

El monte está limitado al sur por la llamada Muralla de Espanochi, sobre la que discurre el Paseo de los Curas que une la Parte Vieja con el Paseo Nuevo.

Entre las fortificaciones destaca, dominando Urgull, el Castillo de Santa Cruz de la Mota, construido sobre un pequeño castillo medieval. En su recinto de planta irregular, dotado de dos accesos y numerosas cañoneras, se conserva un cuartel edificado en el siglo XVIII, aljibe, la capilla del Santo Cristo de la Mota y la plataforma -redondeada hacia el sur, rectilínea hacia el norte- convertida su interior en amplia capilla. Sobre la misma fue instalado en 1950 el monumento del Sagrado Corazón de Jesús, realizado por el arquitecto Pedro Muguruza y el escultor Federico Coullaut; está formado por una pirámide truncada de 16 m. de altura, en cuyo interior alberga una reducida capilla, sobre la que se apoya una imagen de hormigón del Sagrado Corazón de Jesús de 12,5 m. de altura.

Distribuidas por el monte se encuentran diversas baterías, edificadas y reformadas en diferentes épocas, la última con ocasión de la guerra entre España y los Estados Unidos en 1898. Son las Baterías del Mirador, alta y Baja del Gobernador, de Bardocas, de Santiago, de las Damas, de Santa Clara, etc. Almacenes, polvorines, cuerpos de guardia, cuartel a prueba (s. XIX), galería de tiro, cementerio de los Ingleses y otras construcciones militares complementan el conjunto

6.1.2 LAS FORTIFICACIONES DEL SIGLO XIX

Durante las guerras carlistas (s. XIX) un gran número de pequeñas fortificaciones ocuparon los puntos prominentes cercanos a San Sebastián (y a otros municipios de su entorno), estableciendo una serie de líneas de defensa de la liberal ciudad (fuertes más próximos) que se oponían a otros dispositivos similares formados por los carlistas (fuertes más alejados de la ciudad). Muchos de las fortificaciones construidas en la Primera Guerra Carlista fueron reutilizadas cuarenta años más tarde en la última, levantándose también otras nuevas. En el curso de los enfrentamientos no pocos fuertes cambiaron de bando.

Por lo general no eran grandes fortalezas, sino sencillas fortificaciones rodeadas en ocasiones por un foso perimetral. Al menos una parte de sus muros fueron construidos con piedra, pero era frecuente que otra parte estuviese confeccionada con tierra (de ahí su deficiente conservación). Disponían generalmente de parapetos dotados de aspilleras para el disparo de fusilería y su interior algunas albergaban pequeños edificios (polvorín, cuerpo de guardia, etc). Muchas estuvieron artilladas con uno o dos cañones (el fuerte carlista de Venta-siquin fue uno de los mejor situados para cañonear la ciudad). También se levantaron torreones (como el del Antiguo, en el actual palacio de Miramar o el de Loyola), se fortificaron casas (como Cachola, en la carretera Ayete-Hernani, o Garbera) y se ejecutaron por parte de ambos bandos otras fortificaciones más efímeras (baterías, trincheras, etc).

En la actualidad se conservan restos de una parte de los mismos, mientras que otros han sido destruidos para acometer la urbanización de la zona donde se asentaban. Quizá uno de los más accesibles y mejor conservados (a pesar de su estado ruinoso) sea el de Ametzagaña (cercano a Intxaurrondo Sur.

Para compensar la pérdida de las murallas, en 1873 se construyó un muro defensivo provisional entre el puente de Santa Catalina y el cerro de San Bartolomé, que contribuyó a la defensa de la ciudad frente a los bombardeos artilleros carlistas.

Finalizando el siglo XIX, comenzó a formarse el denominado Campo Atrincherado de Oyarzun. Comprendía éste los fuertes de San Marcos (Rentería-San Sebastián), Txoritokieta (Rentería-Astigarraga); Guadalupe (Fuenterrabía) y San Enrique, en el monte Jaizkibel; San Marcial y Erlaitz (Irún), y Arkale (Oiartzun), así como otras fortificaciones menores. De ellas sólo fueron construidas las tres primeras.

Un campo atrincherado está constituido por un conjunto de fortificaciones artilladas en ciertos puntos prominentes de un territorio que se flanquean mutuamente y sirven de apoyo a efectivos militares que evolucionan en el territorio así protegido.

El fuerte de San Marcos, proyectado por el ingeniero militar Luis Nieva en 1888, se encuentra mayoritariamente incluido en el término municipal de Rentería, pero el límite del término donostiarra incluye la batería auxiliar de Kutarro y un pequeño sector de la fortificación principal. La aprobación del proyecto definitivo de Luis Nieva (31-8-1888) se realizó cuando la obra estaba prácticamente finalizada. Por esta causa tuvieron importancia los diversos anteproyectos con que contó la fortificación, obra de los ingenieros militares Pedro Lorente (1878), Juan Roca (1879), Francisco Echagüe (1880) y José Brandis (1884), descartados como anteproyectos definitivos por diversas deficiencias observadas en los mismos. El anteproyecto definitivo fue obra de los ingenieros Rogí y Roldán (1884). Actualmente es propiedad del Ayuntamiento de Rentería.

De magnitud inferior al de Guadalupe, pero más poderoso que el de Txoritokieta, consta de una obra Alta y otra Baja. La primera está formada por un edificio blindado por bóvedas de hormigón de 1 m de grueso y varios metros de mampostería, piedras y tierra. Tiene dos plantas con forma semioctogonal, delimitando un patio central bajo el que se encuentra el aljibe. La planta superior alberga quince casamatas, formando un conjunto de dos baterías; la principal estuvo armada hasta 1896 con siete cañones de 15 cm. y con cuatro la de gola. La planta inferior acoge al cuerpo de guardia, almacenes, cuartel, etc.

La obra inferior está dotada de una batería a barbeta (descubierta) con capacidad para seis piezas artilleras de 15 cm situadas entre 4 traveses-repuesto y una batería semienterrada para tres obuses de 21 cm. Todo el conjunto está rodeado por un foso en forma de pentágono irregular convenientemente flanqueado por dos caponeras y una media caponera, dotadas de aspilleras para fusilería y cañoneras para ametralladoras, salvándose el mismo originariamente mediante un puente levadizo de entrada. El conjunto está circundado por un camino cubierto. En sus últimos años de vida militar fue prisión de suboficiales y depósito de alambradas.

Además del flanqueo del fuerte de Txoritokieta, dispone en sus proximidades de dos baterías auxiliares a barbeta: la denominada de Los Barracones y la de Kutarro. El fuerte tuvo uso militar hasta la década de 1970 en que fue abandonado. En 1998 fue rehabilitado, instalándose en el mismo un restaurante y otros servicios.

El fuerte de Txoritokieta, situado a caballo de los límites de los municipios de Astigarrraga y Rentería, muy próximo al fuerte de San Marcos, fue diseñado igualmente por Luis Nieva. Consta de dos baterías a barbeta con capacidad para dos piezas de artillería pesada y una con capacidad para tres piezas, separadas por construcciones de tamaño reducido (polvorín, repuestos, etc.) a prueba de bomba. Dispone también de un cuartel cuyo piso superior esta circundado por un parapeto para fusilería, todo ello rodeado por un modesto foso. En sus proximidades dispone de una batería auxiliar. Su artillado, formado por 6  cañones de 15 cm fue desmontdo en 1896 con ocasión de las hostilidades coloniales, siendo sustituido teóricamente por piezas móviles. 

La batería de Mompás fue construida bajo proyecto de Juan Roca en 1898 con objeto de defender la ciudad de un posible ataque de la marina estadounidense. Terminada la guerra de Cuba sin llegar a ser artillada, recibió en el año 1908 cuatro cañones de 15  cm, a la vez que fue levantado un nuevo cuartel. En 1936 llegó a realizar algunos disparos con sus obsoletos cañones contra los buques sublevados. Fue desmilitarizada hacia 1950.

6.1.3 CONVENTO DE SAN TELMO

La fundación del convento dominico de San Telmo (1539) fue posible -a pesar de la oposición del clero local- gracias al patronazgo ejercido por el secretario del Consejo de Estado de Carlos I, Alonso de Idiaquez y de su esposa Gracia de Olazábal, cuyas estatuas yacentes se encuentran en la iglesia.

Fachada del museo, obra de Urcola (1932)

Los primeros planos del edificio se deben a Martín de Santiago (1542), modificados en 1547 por imperativos del terreno y de los escasos recursos económicos disponibles para su construcción (1544-1562). Su estilo puede calificarse como de transición entre el gótico y el renacentista.

Además del uso conventual (en el siglo XVIII eran 24 los monjes que obligatoriamente debía tener el convento), tuvo a lo largo de su existencia otras funciones. En la Guerra de la Convención, a finales del siglo XVIII, fue habilitado como hospital. Durante la Guerra de la Independencia no sufrió daños importantes en su estructura, pero fueron saqueadas tumbas y altares. Con objeto de reparar los desmanes de la soldadesca, parte del edificio fue alquilado como cuartel de artillería.

La Desamortización de Mendizábal forzó la salida de los dominicos del Convento, ocupando las dependencias cuartelarias todo el edificio. En 1924 fue vendido por el Ministerio de la Guerra al Ayuntamiento junto con el monte Urgull, dejando de ser cuartel en 1928. Ya en manos municipales, el arquitecto Francisco de Urcola, ayudado por el arquitecto Juan Alday y el Pintor Ignacio Zuloaga, rehabilitaron el edificio, ejecutándose en estilo neorrenacentista la actual fachada principal, situada en la plaza de Zuloaga. La mencionada Plaza estuvo ocupada por dos alas del Convento/cuartel -hoy inexistentes- que se dirigían hacia el este hasta llegar a la muralla de la Zurriola, dejando un patio intermedio. Tras las reformas, en 1932 se convierte en Museo y Biblioteca Municipales. La Biblioteca se trasladó en 1951 al edificio de la antigua Casa Consistorial. En los últimos años del siglo XX fue sometido a un lento, pero ambicioso, proceso de restauración y modernización.

Actualmente el museo dispone de colecciones arqueológicas, etnográficas y pictóricas (Gido Reni, Greco, Ribera, Valdés Leal, Alonso Cano, Rubens, Fortuny, Zuloaga, Ortiz Echagüe, etc. y una muestra de pintura vasca contemporánea). También dispone de salas destinadas a exposiciones temporales.

En el edificio es preciso destacar el claustro de dos alturas (situado a los pies de la iglesia y no a un lado como es habitual), inspirado en el renacentista de S. Esteban de Salamanca (el tramo meridional es, en parte, una reconstrucción del siglo XX); el torreón, que alberga la escalera de acceso al claustro alto y el sobrio acceso meridional que permite el acceso a la iglesia desde el exterior.

La citada iglesia dispone de ábside poligonal, nave de 48 m. de longitud y de capillas laterales separadas por robustas columnas que soportan las bóvedas de crucería, así como de coro a los pies. Originariamente parte de las paredes y bóvedas estuvieron cubiertas por interesantes pinturas, durante muchos años olvidadas, hasta que en el año 2008 fueron descubiertas y restauradas en un 30% de su extensión.

Además de estas pinturas originales, merecen especial reseña las paredes, cubiertas por once grandes lienzos pintados por la mano de José María de Sert (1876-1945) realizados mediante la técnica de veladura (barniz con color sobre un fondo de pan de oro). Representan diversas escenas que resumen la vida e historia de Guipúzcoa.

Comenzando por la derecha de la puerta de acceso del claustro representa: pueblo de ferrones: un grupo de hombres forja un ancla sobre un yunque (7x6,5 m.); pueblo de santos: Ignacio de Loyola escribiendo las Constituciones (7x6,5 m.); pueblo de comerciantes: la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas representada mediante un indígena venezolano ofrece un jarro de chocolate a los armadores (9,5x3 m.); pueblo de navegantes: la epopeya de Juan Sebastián Elcano (9,5x10 m.) y, llegando al presbiterio, el pueblo de pescadores: desembarco en puerto de una ballena (9,5x9 m.).

El lienzo que ocupa el presbiterio (9,5x21 m.) representa, dividido en cinco paños, diversos salvamentos marítimos en una tempestad sobre la que se yergue un viejo árbol que sostiene la imagen de San Sebastian -patrón de la ciudad- y de San Telmo -patrón de los marinos- incluyendo en la parte inferior los escudos de San Sebastián y de Guipúzcoa.

Ya en la pared izquierda, el primer lienzo representa el pueblo de fueros: jura de los fueros por el Rey Alfonso VIII (9,5x9 m.). Le siguen el pueblo de armadores: la construcción de la Armada invencible en los "Astilleros del Rey" de Pasajes (9,5x10 m.); pueblo de libertad: el árbol de Gernika y un libro que simboliza el fuero de Vizcaya (9,5x3 m.); pueblo de sabios: la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País (7x6,5 m.). Por último, el pueblo de leyendas: las brujas de Zugarramurdi (7x6,5 m.).

Desde el claustro y desde la iglesia se accede a un conjunto de espacios intercomunicados: la abovedada y renacentista sacristía, la capilla de los Etxeberri (desaparecida hoy en día como tal) y la Sala Capitular.

6.1.4 CONVENTO DE SANTA TERESA

El convento de Santa Teresa está situado en la falda del Monte Urgull. Fue fundado en 1663 como convento de clausura de las Carmelitas Descalzas, tras un intento fallido previo protagonizado en la primera mitad del s. XVII por D. Juan de Amézqueta (que murió en 1649) y su esposa Dª Simona de Lajust (+1657). Las gestiones de la fundación tras la muerte de Dª Simona fueron realizadas por diversos albaceas del legado que, siguiendo la voluntad expresada en su testamento, consiguieron que el patronazgo del Convento recayera en la Ciudad de San Sebastián y quedara asimismo desligado de la obediencia a la Orden y sujeto directamente a la autoridad del obispo de Pamplona.

La comunidad de religiosas se instaló en 1663 en la basílica de Santa Ana, "donada" por la Ciudad a cambio de una cantidad estipulada. A pesar de que se realizaron obras de ampliación y adaptación a su nueva función, el edificio no reunía condiciones, por lo que fue sustituido por el actual (1686), ampliando el solar por anexión de otros colindantes.

La parte más antigua es la iglesia y el "cuarto alto", que data de finales del siglo XVII. En el primer tercio del siglo XVIII fueron construidos un patio triangular y un claustro cuadrado de dos alturas y muy reducidas dimensiones, así como otras dependencias (Fray Pedro de Santo Tomás). Mediado el siglo XIX se construyó la fachada oriental del convento, la elevación de la torre y el campanario. En la década de 1990 tiene lugar la cesión de todo el edificio al Ayuntamiento, con excepción de la iglesia y del "cuarto alto" situado sobre ella, que fue habilitado (José Ignacio Linazasoro y Luis Sesé) como nuevo convento. La rehabilitación del resto del edificio tuvo lugar en los años 2003-2006.

6.1.5 IGLESIA DE SAN VICENTE

La iglesia de San Vicente antecesora de la actual estuvo bajo la advocación de San Salvador y se edificó -probablemente en estilo románico- a lo largo de los últimos años del siglo XII. Entre los feligreses que acogían sus naves destacaba el muy importante colectivo gascón residente en la villa.

Lo que si está probado es que para algunos asuntos la iglesia de S. Vicente dependió durante muchos años de la iglesia de Santa María, que era considerada como Matriz de la villa. Ambas eran parroquias unidas, servidas por un único cabildo y sin demarcación geográfica propia. Sólo a partir de 1540 pudo administrarse en S. Vicente el bautismo. 

En 1540 con motivo de la visita pastoral del Obispo de Pamplona D. Pedro Pacheco- se promulgó un mandato en el que se afirmaba al respecto: ... ser la parrochia de la dicha villa muy grande..., de manera que los sacramentos no se pueden administrar comodamente en... una sola iglesia... por la presente mandamos... que en la iglesia de San Vicente aya pila de baptismo, como la ay, y en la dicha iglesia se administren los sacramentos como en la de Nuestra Señora...

El Papa Pablo III confirmó su autonomía en 1544. En tiempos del Obispo Pacheco, probablemente como consecuencia del mandato en el que autorizaba que en las dos iglesias pudieran bautizar, se firmó una concordia entre los vicarios de ambas, que es la que fue confirmada por Paulo III.

Lo cierto es que hasta 1576 no se llevó a cabo la división de la villa a efecto de adscripción de sus parroquianos a una u otra iglesia. En la visita del obispo D. Pedro de la Fuente consta: "... mandamos a los dichos Vicarios... quel vicario de Santa María tenga por distrito suyo para el dicho ministerio lo que hay dende la calle de la Trinidad, desde las casa de Juan López de Aliri... hacia Santa María, juntamente con las caserías que están en la parte de acá del ryo Urumea, y el Vicario de San Vicente lo que desde las dichas casas cae hacia San Vicente de la manera como la divide la calle que comienza en el cantón Ana de Veroyz hasta el portal mayor, en una de las caserías que caen de la otra parte de la puente de Santa Catalina y ryo de Urumea" (Tellechea, J. I.: La Reforma Tridentina... p. 199).

Con relación a su financiación en el citado período, las primicias eran comunes, pero dos tercios de las mismas eran para Santa María. A partes iguales se repartían las dos iglesias el derecho al 1% de las ganancias del comercio naval. Además, S. Vicente recibía una renta de 12.000 maravedís al año, a los que habría que sumar la integridad de los legados, mandas de testamentos y donativos. Más reciente es la costumbre de aplicar la denominación de "koskeros" a quienes habían recibido el bautismo en la parroquia.

La actual Iglesia de S. Vicente fue reconstruida entre 1489 y 1574 tras haber sido afectada por un incendio (1489?). El diseño y construcción de la nueva iglesia fueron encomendadas en 1507 al maestro arquitecto Miguel de Santa Celay y a Juan de Urrutia. Se considera el edificio más antiguo de la ciudad.

Es de estilo gótico tardío, planta de tres naves -la central de mayor altura-, crucero alineado con las naves laterales, ábside ochavado, bóvedas de crucería sostenidas interiormente por columnas de núcleo circular con columnillas adosadas y exteriormente por poderosos contrafuertes y arbotantes. Su plan original no llegó a desarrollarse totalmente, como lo prueba el inconcluso muro de cierre septentrional. De construcción posterior fueron: el pórtico barroco (Domingo Zaldua, 1619), la sacristía (Juan de Umbarambe, 1666) y la escalera del coro (1784).

Destaca el retablo mayor de S. Vicente (1586), obra de Ambrosio de Bengoechea con la colaboración de Juanes de Iriarte. Está formado por un pedestal de piedra sobre el que se levanta un banco con cinco paneles que ilustran escenas de la Pasión. Sobre él puede contemplarse un friso con la misma temática. Por encima de éste el retablo se configura en sentido vertical en siete zonas (cuatro calles y dos entrecalles), ocupando la central imágenes del Salvador, San Vicente, San Sebastián y la Asunción. En sentido horizontal se estructura en tres cuerpos y ático , rematado por un calvario.

A la izquierda del presbiterio se encuentra el retablo del sagrario, que recoge piezas provenientes de otros retablos, y a la derecha un retablo neoclásico en el que destaca un medallón de la Sagrada Familia. Es destacable también el denominado retablo de las Ánimas, obra de Felipe de Arizmendi y varios pasos de Semana Santa: Ecce Homo, la Dolorosa (en el Baptisterio) el Descendimiento y el Cristo Yacente.

Del siglo XIX son las torres (Echeveste, 1856) y el órgano (Cavaillé-Coll, 1868, ampliado en 1893). En 1892 se añadió en la fachada oriental un baptisterio semioctogonal y se cerró el atrio y la puerta meridional, formando puertas en los nuevos cierres. En 1923 se abrieron cuatro rosetones en las fachadas a cuenta de un legado del Duque de Mandas.

Dispone de tres accesos. El principal, a los pies de la iglesia, y dos laterales, uno de ellos -el septentrional- tapiado. Llaman la atención una torrecilla de planta circular adosada a la fachada meridional, dotada de una puerta en su parte baja, y un ventanal ojival -tapiada- en el ábside. La ultima restauración importante data de 1998 en la que se dejó al descubierto la estructura de la pequeña puerta puerta septentrional y el atrio cerrado en el siglo XIX.

6.1.6 BASÍLICA DE SANTA MARÍA DEL CORO

En el mismo lugar donde se levanta la actual basílica de Santa María del Coro se erigía anteriormente una iglesia románica, sustituida siglos después por otra gótica de igual planta que sufrió posteriormente una ampliación (1566-1610) bajo traza de Juan de Lizarazu; contaba con un claustro rectangular denominado de Santa Marta.

El edificio barroco que puede admirarse hoy en día fue financiado principalmente por la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas. Aún cuando parece probado que Pedro Ignacio de Lizardi es autor del diseño (entre 1743 y 1745), influyeron de una u otra forma en el mismo Miguel de Salezán y Domingo de Yarza. Inicialmente la construcción estuvo a cargo -a partes iguales- del propio P. I. de Lizardi, de su padre, José de Lizardi, de Martín de Sarobe y de Juan Bautista de Inchaurandiaga. La dirección de la obra recayó inicialmente en el mismo Pedro Ignacio, haciéndose cargo de la misma en el año 1755 Francisco de Ibero hasta su terminación en 1774.

Construida fundamentalmente en piedra arenisca -aprovechada en parte de la fábrica de la iglesia anterior-, posee planta de salón (45x33 m.) de tres naves, con cuatro tramos cada una de ellas -más reducidos los dos correspondientes a los pies-; la nave central -de mayor anchura- termina en un presbiterio semicircular cerrado con bóveda de horno.

Las bóvedas se apoyan en seis robustos pilares octogonales aislados que se prolongan por encima de las bóvedas para sostener la estructura de la cubierta (La estructura la original de madera de la cubierta fue sustituida en 1972 por otra metálica). Otros catorce pilares adosados, a modo de contrafuertes interiores, formulan espacios ocupados por los altares laterales. Las bóvedas que cubren el tramo siguiente al presbiterio son vaídas nervadas; el resto son de crucería, excepto el crucero, cubierto por una cúpula sobre pechinas.

Las dependencias accesorias están comunicadas entre si. La nave denominada de Santa Marta ocupa la totalidad del lado norte, presentando actualmente presenta un entrepiso que disminuye considerablemente su altura. Existen dos sacristías, superponiéndose sobre la menor el camarín de la Virgen del Coro. La comunicación con la bajo cubierta  se realiza a través de una escalera de caracol que parte de la sacristía menor. 

La comunicación vertical con las dependencias superiores (camarín, etc.) se realiza a través de una magnífica escalinata  situada entre la sacristía menor y la nave de Santa Marta. Sobre las mismas se extienden otras dependencias, entre ellas las utilizadas antiguamente como sala capitular y como granero de primicias, a las que se accede por medio de una escalera monumental que articula la sacristía pequeña y la nave de Santa Marta.

En los pies de la iglesia se encuentra el coro, comunicado mediante una escalinata. En él destaca un sillería de planta semicircular (Francisco Bocente y Mendía) y un excelente órgano romántico (Cavaillé-Coll, 1863) de 2.366 tubos, cuya fachada corresponde a la de un antiguo órgano barroco.

El retablo mayor (de la Virgen del Coro) y los situados a ambos lados de éste (de S. Pío V y de Sta. Bárbara) son clasicistas. Fueron diseñados -dudosamente el de Sta. Bárbara- por Diego de Villanueva y ejecutados por Francisco de Azurmendi. El resto de los retablos son: el de Santa Catalina o del Consulado (Tomás Jáuregui); San Pedro y S. Antonio (atribuidos a Francisco de Azurmendi o a Francisco de Ugartemendía), todos ellos de estiló rococó. Los altares de la Soledad y del Sagrado Corazón son neoclásicos, para cuya ejecución se utilizó el diseño rechazado para el altar del Consulado trazado por Ventura Rodríguez.

Dispone actualmente de una capilla habilitada en el sector occidental del corredor de Santa Marta presidida por el Cristo de Paz y Paciencia (s. XVI). La imagen no está revestida de especial valor artístico, pero si del sentimental derivado de haber estado colocada en la Puerta de Tierra de la muralla en el lado que miraba hacia la Ciudad.

Bajo el piso original de madera contó con unos trescientos nichos de enterramiento y una escalera que daba acceso a una cripta que servía de osario.

En el exterior es reseñable la portada principal, abierta a la calle Mayor, frente a la lejana Catedral. Es de estilo rococó, enmarcada por dos torres adelantadas sobre la fachada. Se presenta rehundida, contrastando con la convexidad del resto de la fachada comprendida entre las dos torres. Su iconografía es mariana, acompañada por ornamentación de rocalla. Una imagen de S. Sebastián se venera en una hornacina superior.

 En 1972 se realizó una importante restauración y en 1973, a petición del obispo de la diócesis, el Papa Pablo VI elevó a la iglesia a la dignidad de basílica menor.

6.1.7 LA ANTIGUA CASA CONSISTORIAL

Cerrando el lado menor occidental de la neoclásica Plaza de la Constitución (Pedro Manuel de Ugartemendía, 1815), Silvestre Pérez proyectó en 1819 el también neoclásico edificio de la antigua Casa Consistorial, terminada en 1832 por Ugartemendía tras la muerte de Silvestre Pérez (1825). Ocupa el solar dejado en la entonces denominada Plaza Nueva por el edificio barroco que diseñara en 1718 el ingeniero militar Hércules Torelli, destruido en el incendio de 1813.

El citado edificio albergaba, además de la sala donde se reunían los miembros de la corporación, el Consulado y la Alhóndiga. En la fachada principal se abrían cinco arcos. Sobre éstos, se elevan dos cuerpos más, dotados cada uno de ellos de cinco vanos profusamente decorados. Sobre el balcón central de la segunda planta estaba el escudo de la Ciudad, aprovechando en parte un frontón triangular que formaba la cornisa. El edificio quedaba rematado por una balaustrada ornada con florones. La traza sirvió de inspiración para varias casas consistoriales coetáneas realizadas por diversos arquitectos.

El actual edificio, de reducidas dimensiones para las necesidades administrativas de una ciudad en crecimiento como San Sebastián, tuvo que ser repetidamente modificado. Entre las reformas puede destacarse la llevada a cabo en 1895 por José Goicoa, que suprimió el tramo de escalera de la primera a la segunda planta, sustituyéndolo por otro más modesto con objeto de realizar en la caja de escalera diversas dependencias; recubrió la escalera de acceso a la primera planta con mármol y sustituyó su barandado por otro de bronce. En 1897 el Ayuntamiento alquiló varias viviendas próximas, creándose a la altura de la primera planta sendos pasos hacia las mismas mediante arcadas con balconajes de hierro.

Al trasladarse la sede del Ayuntamiento al edificio del antiguo casino (1947), fue ocupado por las instalaciones de la Biblioteca Municipal (1951). Su fachada principal está formada por una arquería que sostiene seis columnas gigantes sobre pedestales. Sobre ellas, el arquitrabe, rematado por el escudo de la Ciudad. El sótano original (ampliado en la década de 1980 bajo la plaza) fue diseñado aprueba de bomba.

6.1.8 EL PALACIO REAL DE MIRAMAR

La llegada en 1887 de la reina regente María Cristina con objeto de tomar baños de mar condicionó el futuro turístico de la ciudad y la necesidad de dotar a la misma de una "Real Casa de Campo". El lugar elegido para su construcción fue el solar dejado por el Monasterio de San Sebastián "el Antiguo". El proyecto del palacio (1889) fue obra del inglés Selden Wornum, llevando José Goicoa la dirección de la obra. Su estilo es claramente inglés, con incorporación de algunos elementos decorativos neogóticos. El edificio principal está complementado por diversos anejos, algunos actualmente desaparecidos: caballerizas, casa de oficios y cocheras, etc., a los que se sumó en 1920 el denominado Pabellón del Príncipe renovado en la última década del siglo XX14.

6.1.9 LA CATEDRAL DEL BUEN PASTOR

En 1887 el Ayuntamiento cedió una parcela -todavía marismeña- con destino a la construcción de una iglesia que diera servicio al nuevo Ensanche de San Sebastián. Mientras se desarrollaban las obras de la nueva iglesia, el Ensanche estuvo al cuidado espiritual de una iglesia provisional situada primeramente en los bajos del número 44 de la calle San Marcial (1885) y más tarde (1888) en un sector del solar que luego ocuparía el Mercado de San Martín. En 1888 se puso en ejecución el proyecto ganador del concurso convocado al efecto, obra del arquitecto Manuel Echave, a quien se le adjudicó también la dirección de la obra.

El edificio ocupa la parte central de la Plaza del Buen Pastor, fruto de la modificación del proyecto inicial del Ensanche de Cortázar, sustituyendo varias manzanas por edificaciones lineales de estilo neoclásico con influencias eclécticas (José Goicoa, 1895), liberando el espacio central que constituye la Plaza.

El neogótico templo, inaugurado en 1897, se inspira en los modelos de catedrales góticas germanas. Presenta tres naves (cinco en las proximidades del presbiterio) con crucero, pero no dispone de gírola. La longitud de la nave principal es de 64 m., siendo su altura de 25 m. La torre-campanario, situada sobre el pórtico de entrada, tiene forma de aguja que se eleva 75 m. de altura. Fue terminada en 1899 bajo la dirección de Ramón Cortázar.

Las vidrieras fueron proyectadas por Juan Bautista Lázaro; las que cierran las 7 ventanas dobles del ábside representan los doce apóstoles y los Sagrados Corazones de Jesús y María. También dispone de vidrieras figurativas el baptisterio. El resto de las vidrieras se incorporan en ventanas dobles (parte superior) y triples (parte inferior) que recorren la mayor parte de los laterales de la iglesia. Dos rosetones cierran el crucero. Bajo ellos el proyecto inicial contemplaba sendas puertas que fueron sustituidas por retablos bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús y de la Inmaculada Concepción de María respectivamente.

El primitivo altar, dedicado al Buen Pastor, así como los situados a ambos lados del mismo, dedicados a la Virgen del Carmen y a la Sagrada Familia, fueron diseñados por el propio arquitecto director. En 1909 y 1929 el arquitecto Gurruchaga realizó diversas ampliaciones en la parte trasera.

Cuando la iglesia fue consagrada la Ciudad dependía del obispado de Vitoria. Al constituirse en el año 1949 la diócesis de San Sebastián, la iglesia del Buen Pastor fue erigida como Catedral. Se ejecutaron por tal motivo algunas modificaciones en el templo: el altar mayor original -de estilo neogótico- fue retirado, colocándose la imagen del Buen Pastor que incorporaba en la hornacina del ábside y las de los cuatro evangelistas (José Llimona, 1864-1943) en el crucero. En el altar mayor se instaló una sillería (1953) para el servicio coral. Fueron también reformadas la sacristía y parte de las criptas subterráneas. La última reforma de cierta importancia data de 1972. La imagen del Buen Pastor fue posteriormente sacada de la hornacina y colocada en una peana, circunstancia que ayuda a contemplar su corporeidad.

El gran órgano (1954), construido por la empresa azpeitiana Organería Española S. A. (OESA), consta de una consola principal de cinco teclados y pedalier, una consola auxiliar, 120 registros y 8.174 tubos, el mayor de los cuales mide 12 m. Su construcción fue posible gracias a un legado de D. Fermín de Lasala, Duque de Mandas. Su última gran reparación se realizó entre los años 2002-2006.

6.1.10 EL CENTRO CULTURAL "KOLDO MITXELENA"

Fue construido para albergar el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, inaugurándose como tal en el año 1900. Su fachada principal se halla situada en la plaza del Buen Pastor, constituyendo parte de su cerramiento meridional. El proyecto del edificio original, dotado de formas neoclásicas compuestas bajo un criterio ecléctico, es obra conjunta de Ramón de Cortázar y de Luis Elizalde (1896).

Cuando el Instituto se trasladó a Amara, el edificio fue cedido a la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Navarra, perdiendo algunos de los espacios interiores que caracterizaban al edificio (paraninfo). Al abandonar la Universidad el edificio, fue rehabilitado totalmente (sólo se conservaron las fachadas) por por los arquitectos Angel de la Hoz y Cristina Fontán (1993), constituyendo el Centro Cultural "Koldo Mitxelena" (Koldo Mitxelena Kulturunea), dependiente de la Diputación Foral de Gipuzkoa.

6.1.11 EL EDIFICIO DE CORREOS

La Escuela de Artes y Oficios estuvo situada inicialmente en un edificio en la esquina de las calles Andía/Garibay. Su diseño fue obra de Goicoa (1873), caracterizándose la decoración de su fachada por una serie de bustos que la coronaban. Trasladada la escuela a un nuevo edificio, se instaló en su antigua sede el servicio de Correos y Telégrafos. En la década de 1960 fue derribado, para construir en su solar la sede central de la entonces Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa (Hoy de Gipuzkoa-Donostia).

Con objeto de albergar a la Escuela de Artes y Oficios fue construido un nuevo edificio que, Junto con el Centro Cultural Koldo Mitxelena, constituye el cerramiento meridional de la Plaza del Buen Pastor. El proyecto original -de estilo ecléctico- fue obra de Domingo Aguirrebengoa, que finalizó su construcción en 1909. En su fachada de sillería destaca el friso de cerámica incorporado a la altura de la segunda planta. Además de la Escuela de Artes y Oficios llegó a albergar simultáneamente la Biblioteca y Museo Municipales, luego trasladados al convento de San Telmo.

Al cesar la actividad de la Escuela de Artes y Oficios, el edificio fue habilitado como Escuela de Comercio y Trabajo, hasta que en la década de 1960, tras una total reforma interior, se asentaron en él las oficinas centrales de Correos. En el año 2004 fue objeto de otra reforma en profundidad, preservando la fachada.

6.1.12 IGLESIA DE SAN IGNACIO

La iglesia de San Ignacio fue edificada en el barrio de Gros sobre un terreno cedido gratuitamente por Águeda Gros, donando Tomás Gros la piedra necesaria para su construcción. El proyecto fue trazado por el arquitecto José Goicoa, iniciándose las obras en 1888 en estilo neogótico, si bien su planta no sigue el esquema clásico en forma de cruz latina, faltándole la nave cruzada, pero disponiendo de bóveda principal en el teórico crucero. La cabeza de la iglesia dispone de ábside, pero no de girola. El templo se inauguró en 1897, si bien la torre no fue rematada hasta 1928 gracias a un legado del Duque de Mandas. En su interior es destacable una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, obra de M. Benlliure y el sepulcro del propio Duque de Mandas.

6.1.13 EL TEATRO VICTORIA EUGENIA Y EL HOTEL MARÍA CRISTINA

Ambos edificios fueron construidos por la Sociedad Anónima de Fomento de San Sebastián, constituida en el año 1902 con objeto de dotar a la Ciudad de un gran hotel y de un teatro.

El terreno para la construcción de ambos edificios -que en el plan de Cortázar se destinaba a jardines- fue cedido por el Ayuntamiento con la condición de que pasado un período de 70 años, el teatro y un palmario -que no se construyó- pasarían a ser de propiedad municipal.

El teatro -denominado "Victoria Eugenia"- fue diseñado por Francisco de Urcola en estilo ecléctico neoplateresco. La entrada principal se abría hacia el Paseo de Coches -actual Paseo de la República Argentina-, destacando sobre el cuerpo del edificio dos torres rematadas por pináculos que recuerdan los remates calados de los edificios platerescos. La inauguración del teatro tuvo lugar en 1912, revirtiendo al Ayuntamiento, según el plan previsto, en 1982.

La sala está cubierta interiormente  por una bóveda decorada por frescos costumbristas de Ignacio Ugarte,  estando inicialmente dotada de una capacidad de 1.250 localidades. La planta principal, a la que se accede por medio de una elegante escalinata, corresponde a la de palcos, donde se encuentra también el foyer principal.  Además dispone de otras tres plantas que corresponden a patio de butacas/plateas, balcón y anfiteatro, respectivamente. Durante muchos años fue utilizado como sede principal del Festival Internacional de Cine y de la Quincena Musical. Entre los años 2001 y 2007 fue sometido a una gran reforma que limitó su aforo a 910 localidades y modernizó totalmente sus dependencias, ampliando el escenario y el foso (para aprox. 60 músicos) y recuperando dos salas auxiliares, una dedicada a pequeños conciertos (Sala Club) y otra a estudio de danza.

El diseño del Hotel María Cristina se debe a la mano del arquitecto francés Charles Mewes, autor de varios hoteles de la cadena Ritz en importantes ciudades europeas. La dirección de la obra fue encargada a Francisco de Urcola.

Su construcción se llevó a cabo en un solar cercano al Teatro Victoria Eugenia, separado de éste por jardines en los que previamente se había instalado la estatua en bronce de Antonio de Oquendo (1894). En el momento de su inauguración -1912-la planta del hotel tenía forma de L, a la que Manuel de Urcola añadió en 1949 un tercer ala perpendicular al Paseo de la República Argentina. Tras pasar el hotel a manos municipales fue rehabilitado y su explotación encomendada a una empresa privada. El ala de Urcola se transformó en un edificio independiente de viviendas, recuperando el Hotel su disposición y lujo originales.

6.1.14 LA CASA CONSISTORIAL (Gran Casino)

Terminando el siglo XIX se llevaron a cabo varios intentos para instalar en San Sebastián un casino de juego. Al no cuajar ninguno de ellos, el Ayuntamiento de la Ciudad consiguió que un grupo de destacados donostiarras formase una sociedad anónima denominada "Casino de San Sebastián", con objeto de posibilitar el ejercicio del juego.

Cuando el Ayuntamiento logró en 1881 permutar el "Campo de Maniobras" -actuales jardines de Alderdi Eder- por la construcción de los edificios de Hacienda y del Gobierno Civil en la Plaza de Gipuzkoa, fue cedida a la citada Sociedad una parcela de 7.000 m2 del privilegiado terreno por un plazo de sesenta años. Transcurrido tal período, el terreno y el casino que se comprometía la Sociedad a construir revertiría al Ayuntamiento.

Los arquitectos Adolfo Morales y Luis Aladrén fueron los ganadores del concurso de proyectos convocado para elegir el diseño del edificio. En 1882 comenzó su construcción, inaugurándose en el verano de 1887. Durante el tiempo que duró su actividad parte de los beneficios de la Sociedad fueron invertidos en la ejecución de obras públicas tales como el Paseo de la Concha (1911) o el Paseo Nuevo (1916).

En 1923 el juego fue prohibido, llevando el edificio una vida lánguida -fue convertido en hospital para los heridos de la guerra de Marruecos- hasta 1930 en que fue clausurado. En 1947, tras la ejecución de algunas obras de adaptación, se convirtió en la nueva Casa Consistorial.

Tiene el edificio planta en forma de T. Consta de sótano, sobre el que se elevan dos plantas de menor amplitud, dejando una gran terraza frente a la fachada principal. La entrada tenía lugar por Alderdi-Eder desde la que se accedía a un vestíbulo del que parte una escalera monumental -cubierta su caja por una bóveda- que permitía el acceso al Salón de fiestas -hoy salón de Plenos- y a los palcos superiores. La actual entrada se realiza comúnmente por la calle Ingentea.

La fachada principal, situada frente al parque de Alderdi-Eder, se caracteriza por dos torres gemelas que enmarcan la cúpula que cubre la caja de la escalinata.

6.1.15 EL PALACIO DE LA DIPUTACION FORAL DE GUIPUZCOA

Cerrando el lado occidental de la bella plaza porticada de Gipuzkoa, proyectada en estilo neoclásico isabelino por José Eleuterio de Escoriaza en 1867, se levanta el Palacio de la Diputación Foral. Inicialmente fue construido para albergar dos edificios destinados a la Administración estatal -fruto de la permuta por los terrenos del Campo de maniobras- y al Palacio de la Provincia, cedido a ésta como compensación por parte del camino de Oriamendi, absorbido por el Ensanche.

El proyecto de José Goicoa agrupaba los tres edificios bajo una sola fachada monumental. En la dirección de obra colaboraron los arquitectos Ramón Múgica, que se hizo cargo del ala derecha, destinada al edificio de Hacienda; Manuel de Urcola, que ejecutó el ala izquierda, destinada a Gobierno Civil; y Lorenzo de Arteaga y Manuel de Urcola que se ocuparon del cuerpo central, destinado a sede de la Diputación. El conjunto del edificio fue terminado en 1885.

El mismo año 1885 un incendio destruyó el edificio, con excepción de fachadas y cimentación. Se encargaron de realizar un nuevo proyecto, aprovechando los elementos salvados del incendio, los arquitectos Luis Aladrén y Adolfo Morales, que respetaron en términos generales el proyecto original de Goicoa. El nuevo edificio se terminó en 1890. Tras un proceso de permutas que tuvo lugar entre 1911 y 1948, la Diputación ocupó la totalidad del edificio.

Su planta es rectangular. Una arquería constituye el elemento de unión con el resto de la plaza de Gipuzkoa. El cuerpo central es más ancho que los laterales, destacando en él una columnata de orden gigante, limitada por dos cuerpos avanzados dotados de columnas adosadas y amplios frontones curvos en el ático. Completan la decoración cinco óculos que albergan sendos bustos de egregios guipuzcoanos: Urdaneta, Elcano, Oquendo, Lezo y Legazpi. Por encima de estos, el escudo del Territorio Histórico. El diseño general de este cuerpo suele compararse por sus similitudes con el edificio de la Ópera de París, obra de Garnier.

Los cuerpos laterales, más sencillos, son simétricos y se caracterizan por la presencia de pilastras. El conjunto puede clasificarse dentro del eclecticismo en su variante neobarroca.

En su interior destaca el vestíbulo, cuya altura comprende planta baja y entreplanta, concebido como marco monumental para la escalera de honor, de tipo imperial y recubierta de mármol blanco. Una vidriera (Echenagusia, 1890) preside la misma, representando la jura de los fueros guipuzcoanos por parte de Alfonso VIII. Entre las dependencias de la planta noble destaca el Salón de Recepciones, la Sala de Gobierno, el Salón de Sesiones (utilizado para las reuniones del Pleno de la Juntas Generales de Gipuzkoa), el denominado Salón de la Reina (por el retrato que en él se conserva de María Cristina de Habsburgo ), la Biblioteca, el Despacho del Diputado General y las dos vidrieras que cierran los patios laterales (Maumejean Hermanos),

6.1.16 EL PALACIO DE JUSTICIA

Fachada posterior de la Sede de la Audiencia Provincial

Varios solares fueron candidatos para su construcción, hasta que fue elegido uno situado en la calle de San Martín. También fueron varias las convocatorias de concursos para su diseño, eligiéndose en 1911 el proyecto firmado por José Gurruchaga. Fue terminado en 1916. Su planta es rectangular, destacando la fachada principal en la que columnas gigantes de orden toscano sostienen un amplio frontón decorado con relieves. Todas sus fachadas disponen de amplios ventanales divididos por parteluces. Entre los años 2005 y 2007 fue sometido a una importante reforma interior.

En el año 2002 fue inaugurado un nuevo palacio de Justicia, obra del estudio de arquitectura de Ángel de la Hoz. El plan de la obra se basaba en la reutilización del antiguo hospital militar y en la construcción de nuevas alas. El edificio acoge todos los servicios judiciales con excepción de la Audiencia Provincial y del Centro de Documentación Judicial que tienen su sede en el viejo Palacio de Justicia.

6.1.17 EL REAL CLUB NÁUTICO

Uno de los edificios más representativos del racionalismo es el Real Club Náutico (José Manuel Aizpúrua y Joaquín Labayen, 1929) que, situado en las proximidades del puerto, remata el Paseo de la Concha adosándose a su muro de costa. Está claramente inspirado en la arquitectura naval, asemejándose en sus formas a un barco varado, circunstancia que facilita su coexistencia con el próximo Gran Casino (Ayuntamiento), que es un edificio concebido con criterio monumental y que en otra situación plantearía problemas derivados de sus diferentes escalas de concepción.

Fue construido integrando en el mismo el edificio preexistente, que hoy en día constituye, en parte, su planta baja. La cubierta del primer edificio era utilizada como terraza en la que se levantaba una reducida construcción de madera, chapeada en caoba ("La bombonera") que también quedó integrada en la primera planta del edificio. Su estado actual presenta algunas ampliaciones con relación al proyecto original que, en parte, han desvirtuado el edificio.

6.1.18 LA SEDE DE LA UNIVERSIDAD DE DEUSTO EN SAN SEBASTIÁN

Fue obra de Miguel Oriol (1961) como sede de los antiguos Estudios Universitarios y Técnicos de Guipúzcoa (EUTG) y actualmente sede en San Sebastián de la Universidad de Deusto. Su plan original consistió en un conjunto de edificios de diverso volumen, diseño y función (2 torres de despachos, tres conjuntos de aulas -uno de ellos no ejecutado finalmente-, residencia para la Comunidad de Jesuitas, Administración; Biblioteca, Centro de cálculo, etc.) construidos en torno a una original iglesia (dotada de una torre de tres puntas) y de un gran patio central, adaptándose el conjunto de los edificios a la topografía del terreno.

Una galería de unión entre los diversos conjuntos de edificios y los materiales constructivos predominantes (ladrillo y teja) son los elementos que unifican el conjunto, organizado a su vez en torno a diversos patios secundarios ajardinados. En 1974 se añadió un edificio que acogió aulas y el paraninfo, en 1994 se construyeron aulas bajo el gran patio central y en 1998 se inauguró el denominado Pabellón P. Errandonea dotado de dos plantas de aparcamiento, otras dos de aulas y una de despachos y salas de reunión. Actuaciones posteriores modificaron en parte la inicial distribución. En el año 2008 fue derribada una parte sustancial del conjunto, incluyendo una torre de nueve plantas, de forma que la degeneración del proyecto inicial es muy importante e irreversible.

6.1.19 LOS PUENTES

Tres son los puentes que unen las dos orillas del río Urumea a su paso por el Ensanche de Cortázar. El más próximo a la desembocadura es el puente de la Zurriola (1921), más conocido como el puente del Kursaal, por situarse junto al ya desaparecido casino (y actual palacio de congresos y auditorio). Fue diseñado por José Eugenio de Rivera, de forma que el tablero se presenta sostenido por dos estribos que salen del muro de encauzamiento y por tres pilas centrales sobre las que se alzan seis grandes y características farolas diseñadas por el ingeniero Victor Arana. Fue construido a expensas de la Sociedad Inmobiliaria del Gran Kursaal Marítimo y cedido al Ayuntamiento donostiarra en cumplimiento de los acuerdos sobre el aprovechamiento de terrenos ganados al mar. En 1993 se procedió al desmantelamiento de su tablero, refuerzo, y posterior reconstrucción siguiendo el diseño externo original.

El puente de Santa Catalina fue durante la mayor parte de su larga vida un puente de madera. Sufrió por ello repetidas secuencias de construcción/reconstrucción. Sólo en el siglo XIX han de contarse cuatro puentes: el destruido en el asedio de la ciudad; el provisional construído por los ingleses tras el incendio de 1813; el proyectado por Ugartemendía en 1820 y el diseñado por Mariano José de Lascurain con modificaciones de Joaquín R. Echeveste, formado por ocho tramos de 15 m. de largo y 6,6 de ancho, que perduró hasta que fue construido en piedra (1872) el actual puente bajo diseño neoclásico de Antonio de Cortázar.

El citado puente contaba inicialmente con cinco ojos, 127 m. de longitud y 12 m. de anchura. Uno de sus ojos quedó enterrado al replantearse la canalización del Urumea (1905). Por el contrario, el puente era mucho más estrecho. Del análisis del intradós de sus arcos se deduce que ha sufrido tres ampliaciones. Una hacia la desembocadura y dos río arriba. La primera data de 1991 y consistió en añadirle 6 metros más de anchura. La segunda le permitió adquirir una anchura total de 25 m. en el año 1924 bajo proyecto del ingeniero J. Machimbarrena. En 1926 se le añadieron unas farolas monumentales de hierro fundido diseñadas por Juan R. Alday. En el año 1978 es nuevamente ensanchado al incorporarse al mismo un colector que obligó a variar ligeramente el aspecto de los arcos por su lado sur, pero manteniendo básicamente sus características originales.

El puente de María Cristina (1905), situado frente a la estación de ferrocarril, fue diseñado por el ingeniero José Eugenio de Rivera y el arquitecto Julio María de Zapata. Destacó técnicamente en su tiempo por la utilización en su construcción de hormigón armado. Dispone de una longitud de 88 m., una anchura de 20 m. y tres arcos escarzanos rebajados que permiten el paso de las aguas del Urumea y el flujo y reflujo de las mareas. Cuatro templetes diseñados por Goicoa, culminados por grupos escultóricos obra de Angel García Díez, realzan sus accesos, si bien en el proyecto original en su lugar se erigían sendos arcos de triunfo. Las cuatro farolas principales y otras doce menores son diseño de Mariano Benlliure. En la década de 1990 fue sustituido por una réplica.

Además de los citados puentes, el paso de una orilla a otra del río Urumea se ve facilitado por el Puente de Mundaiz, resuelto sin apoyos en el cauce del río; fue diseñado por José Antonio Fernández Ordóñez y Julio Martínez Calzón y construido en 1999 bajo la codirección de obra del ingeniero de caminos municipal Joaquín Oroz y la financiación a partes iguales del Gobierno Vasco y del Ayuntamiento donostiarra.

El puente del Lehendakari Agirre, enfrentado a la plaza de Pío XII, fue inaugurado el 24 de diciembre de 2010.

Puente de hierro sobre el Urumea en Donostia-San Sebastián (Fuera de servicio en 2008)Río arriba se encuentra el denominado Puente de Hierro. Inicialmente fue un puente ferroviario (1864) que con el paso del tiempo se mostró insuficiente para soportar el peso de los nuevos convoyes. Por esta razón, la compañía explotadora del ferrocarril construyó un nuevo puente en 1932  y el viejo fue adquirido por el Ayuntamiento con la intención de abrirlo al tráfico peatonal y rodado. Para ello fue preciso construir nuevos machones y desplazar el puente unas decenas de metros mediante medios mecánicos. Su estructura se caracterizaba por poseer tres jácenas metálicas de alma llena, roblonadas y sustentadas por dos machones sobre el cauce. El tablero estaba sujeto mediante vigas metálicas transversales sujetas en su parte inferior, de forma que las propias jácenas hacían el papel de de barandillas. En el año 2008 fue desmontado, sirviendo parte del mismo como pasarela para el acceso a unos cercanos pantalanes de embarcaciones de remo, tomando la denominación de Pasarela "Mikel Laboa", inaugurada el 24 de febrero de 2011.

 En el mismo emplazamiento que ocupó el puente de hierro fue construido un nuevo puente denominado de "La Real Sociedad", diseñado por el ingeniero Juan José Arenas e inaugurado en el año 2010, .

El Puente de Loiola o Sarasolako Zubia (Joaquín Ramón Echeveste, 1860), inaugurado en 1862, ensanchado en 1885 y 1953, sustituyó al anterior puente de madera que comunicaba este barrio con Eguía. El Puente del Ferrocarril de San Sebastián a la Frontera (1912), dotado de tres arcos; el Puente de los Cuarteles de Loiola o Puente de Urdinzu (1927); el puente del Sanatorio (1912) o puente de Espartxo, en las proximidades de Txomin-Enea; el Puente del polígono 27 (Juan José Arenas de Pablo, 1985) inaugurado en 1993 y el Puente de Martutene (o de Putzuzulo).

 

6.1.20 AUDITORIO Y PALACIO DE CONGRESOS DEL KURSAAL

Promovido por la Sociedad Inmobiliaria del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián (1911), bajo proyecto de August Bluysen -modificado antes de su construcción- y dirigida la construcción por Lucas Alday, en 1921 se inauguró un suntuoso edificio que incorporaba casino, restaurante y diversas salas complementarias, así como un teatro con capacidad para 859 espectadores. El casino fue afectado por el decreto de 1924 que prohibía los juegos de azar, languideciendo el edificio como sala de cine hasta su cierre (1972). Albergó también la denominada "Sala Inesa de Gaxen" (1969-1972), destinada a la proyección de películas en versión original.

El citado edificio fue derribado en 1973. Para este año ya se había fallado el concurso internacional de anteproyectos convocado para edificar nuevamente el solar. De los 122 trabajos presentados fue seleccionado (1965) el firmado por el arquitecto británico Jan Lubicz Nycz en colaboración con el italiano Carlo Pellicia y el estadounidense William Zuk. El anteproyecto no se llevó a cabo a causa de su compleja ejecución.

Años más tarde fue realizado un nuevo proyecto (Corrales, Vázquez y Peña Ganchegui, 1972) que no obtuvo el beneplácito municipal, entre otras razones por presentar una torre como elemento relevante en el conjunto. Modificado considerablemente, el proyecto comenzó a ser ejecutado (1975), pero sólo se llegó a realizar la cimentación y muro perimetral, quedando la obra detenida durante veinte años.

Durante el citado lapso de tiempo el solar pasó mediante permuta por otras fincas a ser propiedad municipal, constituyéndose un consorcio en el que participaron las diversas Administraciones públicas comprometidas en la financiación de las obras.

Con objeto de buscar un nuevo proyecto fue convocado un concurso de ideas para la ejecución de un auditorio y palacio de congresos. La idea ganadora fue la presentada por el arquitecto Rafael Moneo bajo el lema "Dos Rocas Varadas". Encargado el proyecto definitivo al citado arquitecto, fue ejecutado entre los años 1996 y 1999.

Consta de dos volúmenes prismáticos que emergen de una plataforma. Cada "cubo" está formado por un prisma interior de obra de fábrica que configura interiormente una sala, encerradas a su vez por una doble pared formada por paneles translúcidos de vidrio prensado sujetos a una estructura metálica que abarca también los vestíbulos y pasillos.

El cubo mayor, orientado paralelamente al río, alberga un auditorio/teatro con capacidad para 1.800 espectadores; el espacio interior del prisma menor constituye la sala de música de cámara/palacio de congresos con capacidad para 600 personas. El resto del edificio (sótanos y plataforma) alberga sala de exposiciones, sala polivalente, restaurantes, zona comercial, aparcamientos, etc.

6.1.21 OTROS PUNTOS DE INTERÉS

Además de los bienes culturales citados es preciso señalar la modesta y poco accesible fuente denominada Dindin (Dindin iturri), cercana al núcleo rural de Igueldo, que aprovecha para su ornato la que con alguna posibilidad fuera portada gótica de la iglesia de San Pedro de Igueldo (s. XIII?). La antigua casa solar Unanue-zar, sita en el entorno de Añorga, y la casa solar de los Oquendo (s. XVI), situada en la falda del monte Ulía. Durante el siglo XIX y principio del XX esta última fue utilizada como casa de labranza, hasta que en 1939 fue cedida por la Marquesa de San Millán al Ayuntamiento, instalándose un pequeño museo (1950-1977) que en 1984 se transformó en casa de cultura.

Entre las aportaciones del neorromanticismo a la arquitectura donostiarra cabe citar el neorrománico de los Conventos de las Siervas de María (Luis Aladrén, 1886) y de las Madres Reparadoras (Ramón de Cortázar, 1904) y el neogótico de la iglesia de los Padres Carmelitas (José de Gurruchaga, 1912), la antigua sede de la Caja de Ahorros Municipal (José Goicoa, 1889, reformado y ampliado repetidas veces), la iglesia del antiguo Asilo Reina Victoria en Zorroaga (Domingo Aguirrrebengoa y Lucas Alday, 1910) y los edificios de viviendas del paseo de Salamanca n. 2 (José Vicente Mendía, 1892) y n. 7 (José Majó, 1895).

 Las torres de Arbide, atribuidas al arquitecto catalán Enrique Sagnier (ca. 1905), estuvieron situadas hasta 1973 en la confluencia del Paseo de los Fueros con la calle Echaide. Realizada su venta a una inmobiliaria con objeto de construir un nuevo edificio, la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián procedió, bajo proyecto del arquitecto Luis Arizmendi, a su traslado piedra a piedra a su finca de Miramón. Se trata de dos palacetes gemelos de estilo neogótico con detalles modernistas, dotados de semisótano y tres plantas, formados cada uno de ellos por una torre de planta circular, adornada con pináculos a la que está adosado un cuerpo de planta en L. Uno de los palacetes fue cedido en 1977 a la Sociedad de Ciencias Aranzadi, mientras que el otro fue utilizado por la Caja de Ahorros como centro de formación de su personal.

La torre de la iglesia de San Sebastián el Antiguo es obra de José Goicoa (1889). Sus piedras tuvieron una curiosa historia: la guerra carlista terminó en el año 1836  con la iglesia del Antiguo, que sirvió también como iglesia conventual de las dominicas. La reedificación fue modesta, añadiéndosele un campanario en 1881 en cuya construcción se aprovechó el material resultante de la demolición de la cercana ermita de Loreto. La citada iglesia continuó en servicio hasta que el terreno en el que estaba enclavada fue requerido para edificar el Palacio Real de Miramar, construyéndose un nuevo edificio en la actual ubicación aprovechando el material de la torre de la iglesia precedente.

Los elementos y la inspiración modernista están  presentes en diversas construcciones, tales como los edificios de viviendas de la calle del general Prim n. 17 (Ramón Cortázar, 1904), n. 25 (Manuel Dominguez Barros, 1925) y n. 28 (Luis Elizalde, 1906); el número 21 de la calle Garibai (Ramón de Cortázar, 1903); Moraza n. 5 (Luis Elizalde, 1906) y Urbieta n. 54 (Luis Elizalde, 1906); la Delegación de Industria del Gobierno Vasco (Luis Elizalde, 1906) y el kiosko de la Alameda del Boulevard (Ricardo Magdalena, 1906; reconstruido y trasladado varios metros de su emplazamiento original en 1999).

Entre la arquitectura ecléctica, también de moda en el inicio del s. XX, puede citarse el antiguo balneario de "La Perla" (Ramón de Cortázar, 1912, reconstruido por Joaquín Zubiría, 1994); el edificio del antiguo hotel Hispano-Americano (Manuel Dominguez, 1909; ampliado en 1919 por Ramón Cortázar) y los edificios de viviendas de Easo, n. 31 (Lucas Alday, 1920), Paseo de Colón 2/10 (Pablo Zabalo y Luis Elizalde, 1926); Urbieta, 20 (Luis Aladrén y Adolfo Morales de los Ríos, 1880, modificado por Domingo Aguirrebengoa en 1927) y la manzana Avda. de la Libertad/ Getaria/ San Marcial (Ramón de Cortázar, 1900-1916) en la que anteriormente se levantó el Hotel du Palais (Urcola y Eceiza); tal manzana engloba el edificio del Banco Guipuzcoano (1900), dotado de abundantes elementos neoclásicos, que contrasta con el resto de la manzana (1916-1921), de aire ecléctico y uso residencial; la articulación entre un edificio y otro se consigue mediante una pequeña plaza hacia la que se abre la entrada del Banco.

Teatro Bellas Artes,  hacia 1920

 El Teatro Bellas Artes, denominado inicialmente como "Palacio Bellas Artes" fue obra de Ramón Cortázar. Inaugurado el 12 de septiembre de 1914, se caracteriza por su planta trapezoidal resuelta en su lado menor por una cúpula (cuya visión estética se deterioró tras algunas reformas en la década de 1980) que albergaba la tramoya del escenario. Su fachada contó hasta la década de 1970 con una característica marquesina de vidrio y metal. Tras ser utilizado durante décadas  como cine, su última actividad fue la de servir de sala de ensayo de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, permaneciendo inactivo posteriormente.

Los edificios neoclásicos o dotados de cierta influencia del clasicismo en sus elementos decorativos aparecen representados por las escuelas del Ensanche Oriental (José Goicoa, 1901), el edificio del Paseo del Arbol de Gernika n. 5 (José de Osinalde, 1892), la plaza de Bilbao (con influencia ecléctica, Pedro de Arístegui, 1900), la sede del Orfeón Donostiarra (antiguo colegio Los Ángeles), también influido por el eclecticismo (José de Gurruchaga, 1910); el palacio Goicoa, antigua sede del Gobierno Militar de Gipuzkoa (atribuido erróneamente a José Goicoa, cuando el proyecto lo firma el ingeniero militar José González) y la Residencia e iglesia de los PP Jesuitas (Juan Bautista Lázaro, 1902) construido en el solar que dejó el denominado Teatro-Circo (Antonio de Cortázar, 1870).

El racionalismo está representado, además de por el  ya citado Real Club Náutico, por el edificio de La Equitativa, en la Plaza de Euskadi (Fernando de Arzadun, 1933); la "Casa de los solteros" en la plaza de Lapurdi (Florecio Mocoroa, 1936); el edificio situado en la confluencia de la calle Gloria con la Gran Vía (Juan Carlos Guerra, 1935), el edificio "Easo" (Juan Rafel Aday, 1931) constituyendo la sede del Conservatorio Medio de Música "Donostia" y de algunas dependencias municipales, etc.

Más recientes son los espacios públicos de la Plaza de la Trinidad (bastante alterada, obra de Luis Peña Ganchegui en 1963) y el Peine del Viento (Luis Peña Ganchegui y Eduardo Chillida, 1975).

Entre los edificios de la segunda mitad del s. XX destacan: el edificio de Hacienda (c/ Oquendo, 20, obra de Saenz de Oiza, Sierra, 1958 e Yturriaga, 1965); los edificios residenciales del Paseo de la Fe n. 20-30 (Luis Peña Ganchegui, 1982) y "Urumea" (Moneo, Unzurrunzaga y Zulaica, 1979), este último ocupando el solar que dejó el Frontón y Hotel Urumea (Eladio Laredo, 1926),

En la plaza de Pío XII destacan el edificio de la Subdelegación del Gobierno, concebido inicialmente como sede del Gobierno Civil (Pedro Bidagor y Luis de Villanueva, 1955) en un estilo que podría denominarse como de clasicista simplificado y el hotel Amara-Plaza (Luis Peña Ganchegui y Mario Sangalli, 1992) dotado de un cierto aire de verticalidad neoyorquina.

En el barrio del Antiguo merecen atención la base de la Ertzantza (1996) y los ejecutados en el campus universitario de Ibaeta: Escuela de Profesorado (Angel de la Hoz y Juan Ramón Iturbe, 1987), Escuela de Arquitectura (Miguel Garay y Santos Barea, 1991), Facultad de Ciencias Empresariales (Joaquín Montero, 1994), la Facultad de Filosofía y Psicología (Gloria Iriarte, Agustín de la Brena y Eduardo Múgica, 1993) y el aulario (1999).

Entre los edificios de los que no queda resto alguno, merece la pena recordar el Monasterio de San Bartolomé del Camino, la Iglesia y Monasterio de San Sebastián el Antiguo, la Ermita de Nuestra Señora de Loreto, la Ermita de Santa Clara (en la isla), el Convento de San Francisco, el Molino de Zurriola, la Ermita de S. Juan Bautista y S. Sebastián de Oriamendi y el Molino Errota Zahar, existiendo probablemente algunos restos de los mismos en el subsuelo, por lo que gozan de ciertas medidas de protección por entenderse que son zonas de presunción arqueológica24.

También cabe citar como construcciones de cierto valor (en uso o en ruina) los caseríos: Intxaurrondo Zahar, Miraballes, Casares, Olatxo (antigua ferrería),Tomasenea, Berra, Txipres, Goiaz Haundi, Gartziategi, Txurriategi, Maspero, Aristegieta, Baldazar, Tolape, Iribar, Muno, Amasorrain, Aizpurua, Alamandegi y Aliri . Los molinos Errotaberri, Agirre Errota, Aizpuru Errota y Errotaberría; las ermitas de Nª Señora de Uba y de Sant Angelo, la Iglesia de San Marcial (Alza),etc.

6.1.22 ESCULTURA

Entre los monumentos escultóricos más destacados o entrañables pueden citarse: Los monumentos a los marinos José María Zubía "Mari" (1866) en el puerto y al Almirante Antonio de Oquendo (Marcial de Aguirre, 1895) en los jardines que llevan su nombre. La reina María Cristina dispone de dos monumentos: uno en los jardines de Ondarreta (José Diaz Bueno, 1942), sobre un pedestal de una estatua similar procedente del monumento al Centenario levantado en 1913 en los jardines de Alderdi-Eder; el otro es el conjunto escultórico de la Plaza Centenario (León Barrenechea, 1919), fruto de una suscripción popular promovida por Rafael Picavea.

Los músicos están representados por José María Usandizaga, en la plaza de Guipúzcoa (José Llimona, 1916), el entrañable Raimundo Sarriegui, en la plaza que lleva su nombre y los sencillos bustos del Padre Donostia (Plaza de España), de Tomas Garbizu (Iñigo Etxeberria, 1992, jardines de Oquendo), de Secundino Esnaola (Julio Behobide, Paseo de la Reina Regente, 1955), así como al genérico Trikitrilari (Tomás Hernandez Mendizabal, Plaza de los Echeverri, 1991). Entre los pintores, en la plaza que lleva su nombre puede encontrarse el busto de Ignacio Zuloaga (Julio Behobide, 1938, colocado en 1992) y entre los escritores el busto de pío Baroja (Victorio Macho, 1935), cuyo original se encuentra en el museo de San Telmo y una copia (1972) frente a su casa natal de la calle Oquendo.

Federico Coullaut-Varela fue autor del monumento a Cervantes (1929, instalado en 1973) y su hijo Lorenzo del monumento al Sagrado Corazón de Jesús, sobre el monte Urgull.

Merecen mencionarse igualmente las obras de Néstor Basterretxea Paloma de la Paz (1991, situada primeramente en La Zurriola y después en Amara), Homenaje a Pío Baroja (Paseo de Pío Baroja, 1972) y el Homenaje a Juan Ignacio de Iztueta (Plaza de Euskadi, 1967). Ricardo Ugarte colocó su Estela en la Plaza del Centenario (1969).  Jorge Oteiza, en el Paseo Nuevo (Construcción vacía, 1957, instalada en 2002) y de Andrés Nagel puede citarse el grupo escultórico (1993) en la glorieta de la Universidad.

Eduardo Chillida: Peine del Viento

Obras de Eduardo Chillida se pueden contemplar en el Paseo de la Concha (Homenaje a Fleming, 1955-1991), Urgull (torso, dedicado a Pedro Arana, 1964), en el interior de la basílica de Sta. María (Gurutz III), en el atrio del Buen Pastor (Bakearen gurutzea, 1997) y  en el Paseo que lleva su nombre el Peine del Viento (1977) espacio situado en los acantilados de Igueldo diseñado en colaboración con el arquitecto Luis Peña Ganchegui. Se trata de un espacio escalonado, recubierto de adoquines de granito en el que destacan tres esculturas realizadas en acero corten. Dos de ellas están situadas en rocas rodeadas por el mar. Los embates de éste contra el muro de costa son aprovechados para crear una serie de surtidores de agua pulverizada a presión con su correspondiente efecto sonoro.

Otras obras de interés son: el Pelotari vasco (José Alberdi, en el Antiguo). De Agustín Ibarrola: Juego de Niños y La Familia (Intxaurrondo), Erri Txistu Otsa (en la fachada del edificio Avda. de la Libertad, 1) y las que decoran el vestibulo de la sede de la Caja de Ahorros Gipuzkoa-San Sebastián en la calle Garibay.

La obra Puertas (Aitor Mendizábal, 1996), situada en la fuente de la Plaza de Irún, incorpora una parte del monumento que se levantó en Alderdi-Eder en conmemoración del centenario de la destrucción de San Sebastián. Concretamente se trata de unas figuras humanas (mutiladas tras su abandono durante años) que representan la Junta de Zubieta en la que se decidió la reconstrucción de la Ciudad. Otros fragmentos del citado monumento pueden encontrarse en el cementerio de los ingleses (escena de guerra) y en los jardines de Ondarreta (pedestal sobre el que descansa la estatua de la reina María Cristina).


Geografía e Historia de Donostia-San Sebastián / Juan Antonio Sáez García, Javier Gómez Piñeiro... et al

 © ingeba y autores/as . Reservados todos los derechos