Falso filatélico
Su valor de catálogo, si fuera verdadero, sería de unos
650 euros
LA PICARESCA
Tal vez haya que mencionar, al menos de paso, a un grupo de
¿filatelistas? sin demasiados escrúpulos empeñados en
lucrarse de forma alegal o ilegal. Son aquellos que se dedican a realizar
lo que se denominan habitualmente falsificaciones parciales, puesto
que se parte de un sello verdadero, manipulándolo para aumentar su valor.
Las manipulaciones más habituales son:
- Lavado: esto es, aplicar al sello productos químicos para suprimir o
atenuar el matasellos.
- Engomado: (o reengomar), consiste en aplicar nuevamente goma a un sello
que por cualquier razón no la tiene.
- Desoxidado: tratamiento químico que persigue suprimir la coloración
obscura y las manchas que muestra el papel, fruto del paso del tiempo y de
la humedad.
- Matasellado: La cotización de algunos sellos circulados
es superior a la de los nuevos, de ahí que la picaresca se centre en el
matasellado de sellos nuevos en un intento de hacer creer que han
circulado realmente. Hay también quien con la intención de “aminorar” el fraude,
matasella, por ejemplo, sellos nuevos a los que ha sometido a un
procedimiento de desoxidación. No deja de ser un fraude, pues el sello no
ha circulado realmente.
- Sobrecargado: imprimir sobre un sello verdadero una sobrecarga falsa que
le haga subir de valor.
- Desdentado: cortar el dentado de un sello para simular que
originariamente estaba desprovisto de él pues, dado que los sellos sin
dentar poseen mayor valor que los dentados, permite obtener un beneficio
adicional.
Las Falsificaciones integrales: son el caso extremo; el falsificador puro y duro es capaz de
reproducir con mayor o menor acierto cualquier sello. Es preciso hacer
notar que generalmente no limitan su actuación a los sellos más valiosos
(cuya venta es complicada), sino también aquellos de cotización modesta
(en los que el comprador baja la guardia). Tradicionalmente se acostumbra
diferenciar entre las falsificaciones postales y las
filatélicas.
- Las falsificaciones postales son aquéllas que,
realizadas en la época en la que el sello está vigente, tienen como fin
sustituir a los sellos auténticos en el franqueo de la correspondencia.
Suelen ser más o menos toscas.
- Las falsificaciones filatélicas,
por el contrario, se realizan con la intención de "engañar" al
coleccionista de sellos. Por esta razón no necesariamente se realizan
cuando el sello está vigente, sino generalmente algún tiempo después, al
adquirir cierto valor en el mercado filatélico.
Las falsificaciones
contemporáneas a la vigencia del sello reciben la denominación de
falsos de época y pueden llegar a tener una cierta cotización. Entre
los grandes falsificadores de sellos (conocidos internacionalmente)
destacan nombres como los de Jean Sperati, François Fournier, Philip Spiro,
Erasmus Oneglia, Miguel Seguí,
etc., existiendo personas que, incluso, las coleccionan.
Existen también otras acciones que podemos denominar "poco ortodoxas" y
que pueden acabar en falsificaciones:
- Los facsímiles son falsificaciones en las que se advierte su
condición. Nada que objetar a las mismas, salvo que puede ser fácil
eliminar las advertencias.
- Las reestampaciones. Muy peligrosas, ya que, aunque se supone
que las planchas de los sellos se inutilizan una vez que se ha realizado
la impresión oficial, en algunas ocasiones
algunas planchas han sido "recuperadas" o "sustraidas" para realizar
nuevas impresiones que, en sí, son ¿"auténticas"?.
Mentir: es quizás la acción menos expuesta. Es fácil confundir a las
personas no iniciadas en Filatelia sobre el sello que pretenden adquirir o sobre el
valor adjudicable al estado concreto del mismo.
Si los individuos dedicados a estos menesteres advirtieran al comprador
del proceso al que han sometido al sello y
pretendieran obtener de él un precio adecuado a su verdadero status, nada
podría objetarse. El problema es que, por regla general,
esto no sucede así.
Acudir a los comercios especializados puede (¿) ser la solución a algunos
de los problemas mencionados someramente.
La lucha contra la picaresca
Ante la posibilidad de que los sellos pudieran falsificarse, algunos grabadores introdujeron
marcas secretas, que no son sino señales poco perceptibles que
permitieran, llegado el momento, poder diferenciar entre un sello falso y
otro verdadero.
Es relativamente frecuente que a partir de cierto valor los sellos se
“certifiquen”. Un certificado es un documento en el que uno o más
filatelistas expertos dan su opinión sobre un determinado sello o serie. Manifiestan
en él si (a su juicio) es auténtico o una reproducción; si es nuevo, nuevo con charnela
o usado; si tiene goma original o está reengomado, si se considera bien
centrado, si su conservación es buena y su color es fresco, si presenta
algún defecto, si lleva una sobrecarga, si ha sido manipulado y, en
general, cualquier característica o detalle que pueda modificar su
valoración.
El documento lleva incorporada una reproducción fotográfica del ejemplar o
ejemplares
que se evalúan, la fecha de certificación y la firma del experto. Dicho documento ofrece una garantía basada en
el prestigio y conocimientos de quien lo firma, pero no pasa de ser una
opinión que no genera responsabilidad exigible alguna en el caso de que
posteriormente se demuestre que esa opinión no se corresponde con la
realidad. Obviamente también se pueden falsificar los certificados.
Certificado de Francisco Graus sobre la
serie Legazpi / Sorolla (1953).
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