Blas de Lezo y Olabarrieta nació en la localidad marinera de Pasajes en el
año 1687. Se educó en Francia, donde comenzó también su carrera en la
Armada.
Al contemplar los sellos nos llamará la atención que uno de sus ojos esté
cerrado. Efectivamente, perdió su ojo izquierdo en la defensa del castillo
de Santa Catalina en Toulon en la que participó cuando tenía solamente 18
años. Pero no era éste su único problema físico, puesto que unos años
antes, en 1704, una bala de cañón lanzada por la flota anglo-holandesa
mutiló su pierna izquierda. Y siendo ya capitán de navío, quedó inútil de
un brazo cuando luchaba frente a la costa catalana.
Terminada la Guerra de Sucesión se le confió en 1723 el buque insignia
Lanfranco y el mando de la Escuadra de los Mares del Sur, limpiando de
piratas las costas del Pacífico. Contrajo matrimonio en el Perú en 1725 y
en 1730 regresó a España, siendo ascendido a Jefe de la Escuadra Naval del
Mediterráneo.
El sello se enmarca dentro de la serie de Forjadores de América, figurando
entre los relacionados con el virreinato de Nueva Granada, cuyo territorio
correspondía aproximadamente a los Estados actuales de Colombia, Panamá,
Venezuela y Ecuador.
Blas de Lezo llegó a Cartagena de Indias el 11 de marzo de 1737, tomando
posesión del mando de aquel importante puerto, que comportaba también su
defensa y la de la zona marítima adyacente. La declaración de guerra entre
España e Inglaterra de 1739 hizo que los ingleses pensaran en Cartagena
como puerto base para una invasión de la tierra firme. El primer ataque
inglés fue rechazado en 1740.
Una importante flota inglesa de desembarco, al mando de vicealmirante
Edward Vernon, se dirigió al año siguiente hacia Cartagena. Blas de Lezo
dispuso las defensas que creyó oportunas y preparó el combate. La escuadra
inglesa abrió fuego sobre los fuertes que defendían el puerto el día 20 de
marzo de 1741. Simultáneamente comenzó el desembarco de tropas,
continuando la lucha durante varias semanas. El virrey de Nueva Granada, el gobernador
de Cartagena y Blas de Lezo fueron heridos cuando conferenciaban. Una
arriesgada acción dirigida por éste último consiguió la victoria sobre el
vicealmirante, que optó por una cautelosa retirada. Al final hubo
intercambio de prisioneros. Los ingleses habían dejado un valioso botín,
perdido 20 buques y 9.000 hombres.
Blas de Lezo falleció en Cartagena de Indias el 7 de septiembre del mismo
año, agotado por las fatigas del combate.
N. 1490
Fecha de emisión: 1963 octubre 21
Imagen : Escudo de armas de San Sebastián
Leyenda alusiva: Guipúzcoa
Pie de imprenta: N. 22. FNMT Valor facial: 5 pta.
Técnica de impresión: huecograbado
Dentado: 12 3/4 x 12 1/2
Tirada: 4.000.000
Pliego: 50
Serie: Escudos de las capitales de provincias españolas. Juego completo,
57 v.
La serie dedicada a los escudos fue autorizada mediante una Orden del
Ministerio de Hacienda, de fecha 1 de diciembre de 1961. En ella se decía
que “...Bajo la denominación de “Serie de escudos de las provincias
españolas” se procederá por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre a la
elaboración de una serie de signos de franqueo, en la que se reproducirán
mensualmente a partir del mes de enero de 1962, el escudo de cada una de
las provincias españolas, representadas por el de su capital y
relacionadas aquéllas alfabéticamente en atención a la inicial de sus
respectivos nombres...”. En general, la serie recibió algunas críticas por
parte de los especialistas en heráldica.
D. Juan de Mendoza, Cronista y Rey de Armas de Carlos II firmó -con fecha
de 24 de mayo de 1682- una certificación sobre el escudo de la Ciudad que
se conservó en el Archivo Municipal hasta que fue destruida en el incendio
de 1813. Con objeto de suplirla, la Corporación Municipal solicitó en 1895
una copia de la citada certificación existente en los Reales Archivos. En
ella se dice ... pertenecen por Armas de la Ciudad San Sebastián, de la
Provincia de Guipúzcoa, un escudo, el campo azul y en él un navío con su Belamen de plata, puesto sobre ondas de agua de azul y plata, y en la
parte alta superior de este escudo, dos SS y letras de plata. Todo
circundado por esta letra: Por fidelidad nobleza y lealtad ganadas. Con
Coronel que comúnmente llaman Corona, sobre el Escudo.
N. 1516
Fecha de emisión: 1963 junio 27
Imagen : Sello medieval de la villa de San Sebastián
Pie de imprenta: Sello del concejo FNMT
Leyenda alusiva: San Sebastián conmemoraciones centenarias 1813 - 1863 -
1963
Valor facial: 25 cts.
Técnica de impresión: huecograbado
Dentado: 12 3/4
Tirada: 6.000.000
Pliego: 100
Serie: Conmemoraciones centenarias de San Sebastián; 3 v.
La expresión de conmemoraciones centenarias 1813-1863-1963 que aparece en
la leyenda alusiva de los sellos, se refiere a dos acontecimientos
importantes en la historia de San Sebastián, luctuoso uno y alegre el
segundo: el incendio de la ciudad de 1813 y el derribo de sus murallas
(1863-1864).
El relato de los tristes sucesos de 1813 sería poco más o menos el que
sigue: Desde octubre de 1807 las tropas francesas comenzaron a desfilar
por el paso de Behobia con dirección a Portugal. En un mes llegaron a
cruzar la frontera más de cien mil soldados en concepto de tropas aliadas.
El 17 de febrero de 1808 tuvo lugar la ocupación formal de Pamplona,
quedando al descubierto los planes expansivos franceses.
No obstante, las tropas mandadas por el general Thouvenot ocuparon San
Sebastián el día 10 de marzo de 1808 en una acción que se insertaba en los
prolegómenos de la Guerra de la Independencia sin que la guarnición de la
Ciudad opusiese resistencia alguna. En una carta de Murat al Emperador de
fecha 6 de julio se dice que el Gobernador de la Plaza "... duque de Mahon
ha recibido de su gobierno la autorización de abrir a las tropas de V. M.
la ciudad y la fortaleza de San Sebastián que alrededor de 400 hombres han
debido de ocupar ayer. Va a establecerse allí un hospital...”. El
mismísimo José I entró en San Sebastián el 9 de julio de 1808, pero no
parece que fuera bien recibido "... Casi toda la ciudad se despobló desde
el amanecer y la mayor parte de los habitantes huyeron al campo y a las
aldeas... o se encerraron en sus casas" escribía José María Soroa en un
Manifiesto publicado en 1813.
En junio de 1813 el general francés Emmanuel Rey se hizo cargo del mando
de la Plaza. Habían transcurrido cinco años de ocupación y ahora eran las
tropas francesas las que, tras la dura derrota sufrida en la batalla de
Vitoria, se replegaban hacia su frontera. La guarnición francesa en San
Sebastián en esos momentos se elevó a unos 3.000 hombres.
El 28 de junio llegaron a las proximidades de la ciudad -aunque no
intervinieron en el asalto- las tropas del General Mendizábal y los
batallones guipuzcoanos al mando de Ugartemendía. No disponían de
artillería, por lo que se limitaron a intentar tomar infructuosamente una
posición francesa en el cerro de San Bartolomé, a destruir el acueducto
que surtía de agua a la ciudad y a tomar Pasajes y Guetaria. La guarnición
de esta última villa pudo huir por mar y se unió a la donostiarra.
Las tropas británicas y portuguesas a las órdenes del general Sir Thomas
Graham no tardaron en aparecer (9 de julio), retirándose las tropas
españolas hacia la frontera. El plan de asalto fue aprobado por el Duque
de Wellington, que tenía su cuartel general en Lesaca (Navarra).
El 17 de julio tomaron el cerro de San Bartolomé, destruyendo el convento
y entablándose un combate generalizado. El fuego artillero contra las
murallas comenzó el 20 de julio, consiguiendo abrir el día 22 una gran
brecha de 50 m de longitud en el frente de la Zurriola y, al día
siguiente, otra de 10 m entre el cubo de los Hornos y el baluartillo de
San Telmo. El primer intento de asalto de la Plaza tuvo lugar el día 25 de
julio, fracasando los aliados en su intento.../...
N. 1517
Fecha de emisión: 1963 junio 27
Imagen : Alegoría sobre el incendio de 1813, obra del donostiarra
Rafael Munoa.
Pie de imprenta: incendio de la ciudad FNMT
Leyenda alusiva: San Sebastián conmemoraciones centenarias 1813 - 1863 -
1963
Valor facial: 80 cts.
Técnica de impresión: huecograbado
Dentado: 12 3/4
Tirada: 5.000.000
Pliego: 100
Serie: Conmemoraciones centenarias de San Sebastián; 3 v.
…/…
Tras varias semanas de calma, causada por requerimiento de la atención
militar inglesa en otros puntos, el 26 de agosto cae la guarnición
francesa de la isla de Santa Clara y se produce un contundente ataque
artillero que consiguió unir las dos brechas en una sola de 200 m de largo
y debilitar notablemente el resto de las defensas.
El día 31 de agosto se llevó a cabo -con cierta precipitación- el asalto
final, que concluyó con la toma de la ciudad, retirándose la guarnición
francesa a las fortificaciones de Urgull. Las bajas, no obstante, habían
sido mucho más numerosas entre los asaltantes (2.500) que entre los
sitiados (500).
El mismo día de la toma de la ciudad, las tropas aliadas procedieron a su
saqueo e incendio. Un testigo presencial declaraba en el informe judicial
abierto al efecto cómo "... Quando entraron los aliados no había fuego en
la ciudad... habiendo oido... gritos de mugeres, que decian lamentandose
de que los yngleses habian dado principio a dar fuego a las casas; por lo
qual y por hallarse retirados los franceses al castillo y no haber tirado
éstos ninguna cosa incendiaria al cuerpo de la ciudad, cree que los
aliados causaron este incendio...". Del mismo se libraron únicamente los
edificios situados al norte de la calle de la Trinidad -hoy denominada del
31 de agosto- y otros pegantes a la muralla de la Zurriola. En total unas
600 casas, 164 tiendas y 45 almacenes sufrieron destrucción total,
incluidas la Casa Consistorial y otras edificaciones públicas. El trato a
personas y bienes fue muy duro. Se produjeron violaciones y saqueo
generalizado de las casas.
Pasaban los días. Las tropas francesas refugiadas en el Castillo de la
Mota, escasas de artillería y municiones, tuvieron que soportar un
incesante fuego artillero. Perdieron, además, la esperanza de recibir
refuerzos de las tropas de Soult que operaban en el Bidasoa, pues la
acción del 31 de agosto en San Marcial, llevada a cabo por el 4º ejército
español dirigido por el general Freire, no le dió tal opción. De forma que
el día 8, tras un recrudecimiento de los disparos ingleses, el Castillo se
rindió.
Ese mismo día, las fuerzas vivas de la Ciudad "...alcaldes, regidores,
secretario del Ayuntamiento..., los demás vecinos notables, prior y
beneficiados del cabildo eclesiástico..." se reunieron en el caserío Aizpúrua de la cercana localidad de Zubieta para impulsar la
reconstrucción de la Ciudad. Solicitaron de Wellington alguna protección
"... nuestro espíritu, aunque abatido no nos conducirá a la desesperación
si V. E. se digna protegernos..." y de la Diputación que se sirviera
"...rehabilitar a los individuos del Ayuntamiento para ejercer
interinamente sus funciones..." a lo cual la Diputación accedió al día
siguiente.
N. 1518
Fecha de emisión: 1963 junio 27
Imagen : Vista general desde el convento de S. Francisco. 1836
Pie de imprenta: vista general 1836 FNMT
Leyenda alusiva: San Sebastián conmemoraciones centenarias 1813 - 1863 -
1963
Valor facial: 1 pta.
Técnica de impresión: huecograbado
Dentado: 12 3/4
Tirada: 5.000.000
Pliego: 100
Serie: Conmemoraciones centenarias de San Sebastián; 3 v.
El segundo de los acontecimientos celebrados en la serie de sellos fue
jubiloso para los donostiarras de la época. El derribo de las murallas
suponía liberar a la ciudad de una serie de servidumbres e inconvenientes
sufridos durante los siglos en los que fue una plaza fuerte de alguna
importancia.
Hoy en día constituiría una pérdida patrimonial irreparable, en tanto en
cuando un sistema fortificado como el que tenía San Sebastián podría ser
un centro importante de atracción turística y una muestra interesante de
las técnicas de fortificación imperantes entre los siglos XVI al XIX.
También es cierto que el derribo de las viejas fortificaciones posibilitó
la construcción del espléndido Ensanche de la población.
Desde el año 1856 la Plaza fuerte de San Sebastián fue incluida entre las
susceptibles de ser desmilitarizadas, ya que los condicionantes bélicos y
tecnológicos se habían ocupado de convertirla en obsoleta. Pero el derribo
de las murallas todavía tardó algunos años, a pesar de las reiteradas
peticiones al respecto realizadas por la Ciudad en 1857, 1858 y 1860.
En marzo de 1862 se decidió, por fin, el ansiado derribo, compensado con
el aumento del dispositivo militar en el monte Urgull. La comisión que en
1862 estudió los cambios a efectuar en las fortificaciones del castillo se
pronunció en primer lugar acerca de la pertinencia de tales
modificaciones, analizándo su situación estratégica. En el informe se
decía que "... el Castillo de la Mota no podrá nunca considerársele como
plaza de guerra, sino como un punto más o menos fuerte y capaz únicamente
de abrigar una guarnición no muy numerosa... será ineficaz para detener la
marcha de un ejército invasor o para obligar al menos de desprenderse de
un cuerpo de ejército... le bastará para realizar su acción un
destacamento tan fuerte como la escasa guarnición del Castillo que...
podrá impedir llegue recurso alguno a los defensores desde la población
que tienen a sus pies, convertida en un elemento muy terrible para la
defensa del Castillo desde el momento que la plaza quede abierta con el
derribo de sus murallas...".
En 1863 San Sebastián perdió oficialmente la condición de Plaza de Guerra,
realizándose en el mismo año algunos derribos parciales de sus murallas.
El 28 de abril de 1864 un decreto autorizó definitivamente el derribo de
las fortificaciones, que duró aproximadamente un año.
Actualmente la parte inferior de algunas fortificaciones puede verse en el
puerto y desde un aparcamiento subterráneo. El resto… es Historia.
N. 1612
Fecha de emisión: 1964 julio 16
Imagen : Buque-escuela “Juan Sebastián Elcano”
Pie de imprenta: B/E Juan Sebastián Elcano. FNMT
Color: rojo y naranja.
Valor facial: 10 pta.
Técnica de impresión: calcografía
Dentado: 12 3/4
Tirada: 5.000.000
Pliego: 25
Serie: Homenaje a la Marina española; 14 v.
La serie Homenaje a la Marina española emitida en 1964 estaba compuesta
por catorce sellos ilustrados por grabados de otras tantas embarcaciones
de diversas épocas. El sello de mayor valor facial (10 pta.) tuvo por
ilustración un grabado del buque “Juan Sebastián Elcano”, cuya
denominación tiene hondas raíces guipuzcoanas.
Se trata de un bergantín-goleta de cuatro palos, cruzado el trinquete. Fue
diseñado por Camper & Nicholson (Southampton) y construido en los
astilleros gaditanos Echevarrieta y Larrínaga, en los que comenzó su
construcción en el año 1925. Fue botado en 1927 y entregado a la Marina al
año siguiente.
Su casco es de acero. Cuenta con 94 m de eslora (longitud), 13 de manga
(anchura), 13 de calado y 3.771 toneladas de desplazamiento. Sus cuatro
palos (que alcanzan los 50 m de altura) reciben la denominación de otros
tantos buques-escuela de la marina española que le precedieron: Blanca
(trinquete, con 4 vergas), Almansa (Mayor proel), Asturias (Mayor popel) y
Nautilus (Mesana). El aparejo es de cuchillo, contando con veinte velas
que suman 3.153 m2 de superficie.
No es un buque exclusivamente de vela, pues incorpora un motor auxiliar
diesel de 1.500 Cv, que le permite alcanzar la modesta velocidad de 10
nudos. El armamento que incorpora se reduce a dos pequeños cañones de 37 mm
en proa destinados a salvas.
La tripulación está formada por entre 250 y 300 marineros/as, incluyendo
la dotación de guardiamarinas (futuros oficiales de la Armada).
La primera singladura que realizó fue Cádiz – Sevilla, con motivo de la
celebración en esta ciudad de la exposición de 1918 y el primero
transoceánico emuló (aunque en sentido contrario) la vuelta al mundo que
realizó el marino que le da nombre.
Todos los años realiza un viaje de instrucción de 6 meses que sirve de
formación a los futuros oficiales de la Armada, siendo uno de los mayores
buques de vela actualmente en servicio.
N. 1694
Fecha de emisión: 1965 diciembre 3
Imagen : Andrés de Urdaneta
Pie de imprenta: padre Urdaneta. FNMT
Color: azul.
Leyenda alusiva: IV Centenario Evangelización Filipinas
Valor facial: 3 pta.
Técnica de impresión: huecograbado
Dentado: 12 3/4 x 12 1/2
Tirada: 5.000.000
Pliego: 75
Serie: IV Centenario de la Evangelización de Filipinas; 2 v.
Andrés de Urdaneta (1525-1568) nació en la localidad guipuzcoana de
Ordizia. En 1525 formó parte de la expedición mandada por García Jofre de
Loaysa en la que participaba Juan Sebastián Elcano como segundo jefe. Su
misión era la de obtener el control de las islas Molucas, archipiélago en
el que también los portugueses tenían intereses.
Muertos Loaysa y Elcano en agosto de 1526, Urdaneta adquiere prestigio y
cargos de responsabilidad. La expedición regresó a España en 1537 tras
sufrir infinidad de vicisitudes, siendo Urdaneta el encargado de presentar
al Emperador la relación de los sucesos acaecidos a lo largo del viaje.
Se sumó seguidamente a la expedición que Pedro de Alvarado preparaba para
llegar hasta las Molucas, pero la muerte de aquel al llegar a Nueva España
(Méjico) frustró el proyecto. Urdaneta no volvió a la Península,
desempeñando en Méjico entre 1538 y 1552 diversos cargos de
responsabilidad política y administrativa. A partir de 1552 se dedicará a
la vida religiosa, profesando en la orden de San Agustín (1553). Al cabo
de cuatro años recibió la ordenación sacerdotal.
A pesar de su religioso retiro, Urdaneta siguió vinculado a la navegación
y a la cosmografía. Entre sus más importantes aportaciones cabe destacar
la solución al problema de navegación que entrañaba el viaje entre las
islas del Poniente (Filipinas) y América.
Los navegantes de la época se empeñaban en intentar la vuelta hacia Méjico
siguiendo la misma ruta que habían recorrido para llegar hasta las islas.
Pero lo que en sentido este a oeste eran vientos y corrientes favorables,
en el contrario ambos se tornaban desfavorables. Debemos tener en cuenta
que en aquellos tiempos la fuerza del viento impulsaba a las naves y, por
ello, era necesario seguir siempre recorridos en los que la dirección del
viento y las corrientes marinas fueran favorables a la navegación. Con
esta intención Fray Andrés diseñó una nueva ruta para el Tornaviaje, que
consistía en tomar rumbo al noreste en busca de los contraalisios y de la
corriente de Kuro Shivo
El Virrey de Méjico y el Emperador apoyaron la idea de probar la ruta
propuesta por Urdaneta y organizaron una expedición al mando de Miguel
López de Legazpi, en la que participó Urdaneta como cosmógrafo. Partió de
Méjico en 1564, llegando a las islas de poniente (Filipinas) en 1565. El
mismo año retornó a Méjico siguiendo la ruta por él trazada que le
permitió alcanzar California, costeando hasta llegar a Acapulco el 8 de
octubre del mismo año.
Tras el éxito de la expedición, Urdaneta volvió en 1566 a la Península. El
Real Consejo de Indias intentó en vano hacerse con los servicios del
insigne navegante, pues éste embarcó nuevamente hacia Nueva España, donde
murió en la paz del convento en 1568. |