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LOS ESTUDIOS DE BIOGEOGRAFIA
ACERCA DE EUSKAL HERRIA.
J. SANZ .
Las líneas que siguen intentan ser una modesta aportación al conocimiento
de la bibliografía existente acerca del medio natural en el País Vasco y,
dentro de éste, en lo concerniente al aspecto biótico. A este fin hemos
seleccionado aquellos trabajos o estudios que, por referirse de modo
general al conjunto de la Península o por versar sobre una parcela
concreta del País, pudieran servir como acercamiento a una comprensión del
paisaje natural vasco o como base de referencia a la hora de abordar
posibles trabajos de investigación geográfica.
Resulta difícil, o quizás atrevido, acometer el tema motivo de esta
ponencia
debido a la práctica ausencia de estudios biogeográficos relativos a
Euskal Herría.
P. George considera la biogeografía como «un terreno de investigación muy
vasto
en el que, bajo la misma referencia, se codean investigaciones de carácter
muy dispar, llevadas a cabo por los geógrafos o por los naturalistas». En este
sentido, Euskal Herría abunda en estudios de la más diversa índole llevados a cabo
principalmente por naturalistas y que proporcionan un valioso arsenal de datos;
ahora,
bien, dichos trabajos utilizan una técnica que está muy distante de la que
habitualmente maneja el geógrafo e incluso persiguen una finalidad diferente de la
de éste,
por lo que gran parte de aquellos datos han de ser desechados por escapar
a una
posible interpretación bajo una perspectiva puramente geográfica. Llegados
a este
punto, el problema radica en la dificultad que entraña analizar, con la
ayuda de los
datos disponibles, todo el complicado conjunto de elementos que integran
y/o determinan el aspecto biótico del paisaje, dificultad que constriñe al
geógrafo a la
consideración de la forma más aparente, aunque no siempre la más
significativa,
de manifestarse dichos elementos interconectados y en relación a un medio
inerte
determinado: el paisaje vegetal, con lo que el estudio biogeográfico de un
espacio
concreto queda generalmente reducido a la consideración fitogeográfica, y
aun así
mermada ésta, del mismo, lo cual no resta validez pero sí exactitud a
dicho estudio. En este orden de cosas, hemos de señalar que sólo de modo reciente, aproximadamente
desde finales de la década de 1960, han comenzado a aparecer trabajos sobre el motivo que nos ocupa y que revistan carácter geográfico;
aunque bien
es cierto que se refieren a espacios o enclaves muy concretos. Sería el
caso, por citar algún ejemplo, del trabajo de S. MENSUA (1968) sobre la zonación
bioclimática de Navarra, o del estudio sobre la flora y el paisaje vegetal de
algunas sierras navarras contenido en la tesis doctoral de M. L. LÓPEZ (Univ. de
Navarra,
1970).
Exceptuando estos intentos y algunos pocos más, casi toda la información
de que podemos disponer acerca del elemento viviente del paisaje natural
de Euskal Herría viene constituida por un acúmulo en cierto modo abundante de
comunicaciones, notas o trabajos de carácter puramente botánico o, más
recientemente,
de carácter ecológico. En este sentido hemos de precisar que la
biogeografía es;
como señala P. George, esencialmente ecológica en función de su propio
carácter;
pero eludiremos aquí tal calificación cuando hablemos de estudios
ecológicos ya
que, al menos en Euskal Herría, éstos, en ocasiones valiosos, escapan en
el fondo y en la forma a una visión geográfica del medio. Los estudios de
tipo botánico, y en cierto modo los puramente ecológicos, consisten
fundamentalmente en inventarios de especies a los que se suelen añadir unas indicaciones o breves
consideraciones de carácter geobotánico, siempre muy circunscritas a un
lugar o enclave concreto que presenta o reviste características peculiares
o excepcionales, pero que pueden ser de gran utilidad al geógrafo. Algo
parecido sucede con los estudios edafológicos, en los que prima tal vez
excesivamente la consideración de los elementos inertes. En ocasiones, incluso, dada la penuria de datos
utilizables, es preciso recurrir a estudios sobre áreas o regiones vecinas a nuestro
territorio, sobre
todo cuando presentan rasgos similares a los de determinados sectores de
éste.
Ahora, bien, si se puede recurrir en cierta medida a los informes que nos
proporcionan botánicos y edafólogos, por ejemplo, en trabajos específicos, no
siempre se
puede decir lo mismo respecto a los estudios de tipo puramente ecológico
que últimamente proliferan en el País y que se caracterizan por su gran dispersión
de
orientaciones. Nos referiremos aquí fundamentalmente a estudios de
carácter botánico que pueden servir como material básico para la realización de
trabajos de
tipo biogeográfico.
Dichos estudios, entre los que se incluyen aquellos de índole general que
se
refieren al conjunto de la Península, pueden ser agrupados
cronológicamente, ya
que curiosamente presentan una mayor frecuencia de aparición en períodos
concretos; este hecho es digno de ser tenido en cuenta dado que la rápida
evolución conocida por la ciencia botánica en cuanto a medios y métodos ha repercutido
sensiblemente en la amplitud de los datos o conocimientos, lo que permite
asimismo establecer diferenciaciones de diversa índole entre los trabajos publicados
en las distintas etapas.
La primera de éstas abarcaría la segunda mitad del pasado siglo y los comienzos
del presente hasta la primera guerra mundial. En ella, los datos
referentes al País Vasco hay que `buscarlos en obras que contemplan el
conjunto de la Península y que revisten un interés fundamental: M. LAGUNA (1890, 1906), B.
LAZARO E IBIZA (1895, 1906) y M. WILLKOMM (1861, 1896) son los investigadores más representativos junto con F. GREDILLA (1913) que se refiere
ya
concretamente al espacio vasconavarro.
Una segunda etapa se circunscribe a la década de 1940, si bien hay que
mencionar un estudio anterior sobre los suelos de la Península realizado
por E. H.
DEL VILLAR (1937). En ella, los estudios referentes al País Vasco son más
abundantes y concretos en el sentido de considerar formaciones o asociaciones
vegetales características de zonas determinadas de éste. Con todo, obras que
abarcan el
conjunto peninsular y que se deben sobre todo a L. CEBALLOS (1945), M
MARTIN BOLAÑOS (1943) y S. RIVAS GODAY (1946) son imprescindibles
para un mejor acercamiento al paisaje vegetal de Euskal Herría. El
conocimiento
bibliográfico de éste puede ya esbozarse a través de los autores citados y
de los
t raba j os de P . ALLORGE ( 1941 ) , F . CAMARA N I ÑO (1940 , 1946) , L
GAUSSEN (1935 , 1941 , 1957) , E . GUINEA (1949) , P . JOVET (1941) , M .
LOSA ESPAÑA (1946) , R . MARGALEFF (1946) , D . NAGORE (1945) y J
PAVILLARD (1941) , entre otros. Especial interés revisten el ensayo de
síntesis fitogeográfica realizado por P. ALLORGE y el trabajo de geobotánica vizcaína
contenido en la obra de E. GUINEA, así como el estudio edafoclimático de L.
GAUSSEN o la aportación que al conocimiento de la flora y la fauna
vasconavarra
hiciera R. MARGALEFF en colaboración con otros autores. En general, de
esta
época datan los estudios más interesantes acerca del paisaje vegetal de
Euskal Herría por cuanto que se tratan ya sectores del mismo que por sus
características específicas contribuyen a definir la biogeografía vasca. Son estudios que
superan ya en
numerosas ocasiones la condición de inventario y donde las consideraciones
geobotánicas alcanzan ya una mayor dimensión cualitativa. En efecto, no se
trata ya
sólo de clasificaciones específicas con indicación de enclaves o
ubicaciones, sino
que se consideran factores diversos que aparecen interconectados.
La tercera de las etapas que en cuanto a aparición de estudios podemos
establecer arranca de mediados de la década de 1960 y presenta orientaciones
distintas o diferentes de las que caracterizaron a la segunda época. En
ella privan los estudios de tipo más o menos general y se denota la influencia de las nuevas
corrientes que influyen en la investigación en los últimos años, fundamentadas
sobre todo
en la cuantificación, aunque no faltan aún trabajos basados en criterios
tenidos
como válidos durante mucho tiempo y hoy plenamente descartados. Domina en
esta etapa el sentido pragmático, que se proyecta en cierta medida en
algunas
obras de interés fundamental, como puede ser el Mapa forestal de España,
de L.
CEBALLOS (1971), y otras publicaciones, o el esquema de vegetación
potencial
de S. RIVAS MARTINEZ (1964) y l
e más reciente de B. CATON y P. URIBEECHEBARRIA ( 1980 ) b
so re vegetación potencial y actual de Alava. Para finalizar, hemos de señalar el valor de una reciente obra de F. BELLOT (1978) en
la que se analiza ampliamente el acervo vegetal del País, y lo mismo
podemos
decir de la guía ecológica de Navarra realizada por J. ELOSEGUI y otros
autores
(1980).
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LOS ESTUDIOS DE BIOGEOGRAFIA ACERCA DE EUSKAL HERRIA
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113
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