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EUSKALHERRIA-CATALUNYA

 

Arteko II. Geografia Topaketa

II Encuentro de Geografía

II Trobada de Geografía

P. 217-231

LA OBSERVACION DE LA ATMOSFERA Y

EL ESTUDIO DEL CLIMA EN CATALUÑA

 

© LUIS M. ALBENTOSA SANCHEZ

Universidad de Barcelona

Es tradicional la preocupación en Cataluña por la naturaleza y los elementos que integran el sistema natural. De esta manera no sorprende que desde antiguo el hombre se haya preocupado por el comportamiento de la atmósfera; la incidencia de ésta sobre las actividades económicas y sobre la propia seguridad de la vida ha conducido a la observación del cielo, evidentemente con el objetivo de conseguir, a través del conocimiento, un cierto control sobre el comportamiento de los fenómenos atmosféricos. Esta actitud, basada en la observación directa, se fue haciendo cada vez más rigurosa, dando lugar a un cuerpo de conocimiento empírico de gran valor, sobre todo a escala local. Así, en las monografías históricas de pueblos y en los archivos, desde la Edad Media, aparecen descripciones e interpretaciones de fenómenos, principalmente de los excepcionales: lluvias de fuerte intensidad e inundaciones, sequías prolongadas, vientos violentos, etc.; en muchos casos importantes accidentes naturales que se han gravado en el medio y en la propia memoria de los pueblos. Pero también ha interesado el efecto benefactor de determinadas condiciones ambientales. Este conocimiento vivencial y subjetivo se sistematiza y objetiva con la difusión de los aparatos de medida, que representan el paso de la observación a la cuantificación y, por consiguiente, suponen un importante avance hacia la exactitud.

La utilización de aparatos de medida se remontan en Cataluña al último tercio del siglo XVIII, en que F. Salvá Campillo observa diariamente las temperaturas diarias de Barcelona (período 1780-1824); esta serie de 25 años es continuada por P. Vieta, y entre 1849 y 1874 por el matemático L. Presas. Pero, se ha de esperar a la segunda mitad del siglo XIX para que se establezcan los primeros observatorios naturales, como el de Balaguer, que se crea en 1865, destacando por su mayor continuidad el de Vilert, próximo a Bañolas, que funciona desde 1867 en el mas de "Can Anglada". Es evidente que Cataluña ha sido una comunidad pionera en el campo de la observación meteorológica, circunstancia que, como se verá, se confirmará muy pronto con la organización de una red meteorológica.

Esta antigua preocupación por la observación de la atmósfera se manifiesta también en la dedicación de hombres de ciencia a su estudio e investigación, lo que lógicamente a su vez repercute en una constante atención a la medición. De esta manera, desde finales del siglo XIX se inicia un importante desarrollo de las ciencias del tiempo; esta línea de trabajo conoce un período de esplendor durante el primer tercio del siglo XX, siendo bruscamente interrumpido por la Guerra Civil. Con posterioridad al conflicto, después de un largo período de crisis, se reorganiza el ambiente de preocupación por las ciencias de la atmósfera.

En este estudio diferenciamos dos partes. La primera se dedica al análisis de la evolución histórica de la Climatología. En la segunda se expone la renovación metodológica y técnica que orienta los estudios recientes y en preparación.

I.EVOLUCION HISTORICA DE LA CLIMATOLOGIA EN CATALUÑA.

A partir de las grandes líneas trazadas se pueden distinguir en la evolución de los estudios sobre la atmósfera las siguientes etapas: lª) etapa de constitución de una red de observaciones; 2ª) etapa de consolidación de la investigación meteorológica; 3ª) etapa de crisis investigadora; 4ª) etapa de resurgimiento de los estudios meteorológicos y de consolidación de los climáticos.

1. Etapa de constitución de una red de observatorios.

Aunque, como se ha indicado, la primera estación meteorológica no se establece hasta finales del siglo XVIII, se ha de esperar algo más de un siglo, a 1895, para que H. Gorría, director de la "Granja Experimental de Barcelona" y de la "Escuela Provincial de Agricultura", prepare el primer proyecto de creación de una red de estaciones meteorológicas y agrarias extendida por Cataluña y Baleares; en las estaciones se observan los elementos del tiempo, pero también aquellas características que hacen referencia a la agricultura: observaciones fenológicas, labores del campo, características de las cosechas, etc. Gorría agrupa, como punto de partida, las pocas estaciones existentes, con las que funda la "Red meteorológica de las provincias de Barcelona, Baleares, Gerona, Lérida y Tarragona". En la memoria correspondiente al año 1895-96 aparece ya una lista de 41 observadores asociados, aunque regularmente sólo se recibe información de unas 12 estaciones, todas ellas dotadas con un pluviómetro, un barómetro y un termómetro sistema Six. Poco a poco se configura la red meteorológica de Cataluña y, ya en diciembre de 1895, se inicia la publicación de unas hojas mensuales en las que se recoge la información que ofrece mayores garantías: datos pluviométricos, historiales del tiempo e información fenológica; no se incluyen las observaciones termométricas y barométricas, afectadas por la deficiente calidad de los aparatos.

Aunque la red pluviométrica a finales del siglo XIX se reduce a unas pocas estaciones, permite la obtención de un cuerpo informativo de estimable valor. De esta manera cuando A. Angot se propuso construir el mapa pluviométrico de Europa que inició por la Península Ibérica (Regime des pluies de la Peninsule Iberique; París 1895) recopilando todas las observaciones posibles entre 1886 y 1890, sólo seleccionó trece estaciones catalanas, de las que sólo seis pudieron ser básicas; sin embargo, obtuvo una visión muy aproximada de la distribución real de las precipitaciones. En efecto, en los mapas que elaboró se destacan ya los caracteres más notables de la distribución de las precipitaciones sobre Cataluña: el máximo de la Garrotxa y de los altos valles del Ter, el mínimo de los llanos de Urgell, y el sector relativamente poco lluvioso de la Cerdanya, englobado en el dominio húmedo del Pirineo Central.

En 1898 se incorpora a la "Granja Experimental de Barcelona" E. Fontseré, la figura más sobresaliente de la historia de la Meteorología catalana, a quien se

encarga la dirección de los trabajos meteorológicos. La nueva dirección se refleja muy pronto con la sustitución de las hojas mensuales, exclusivamente estadísticas, por una publicación también mensual, denominada "Boletín Agrícola y Meteorológico", en la que se recopilan las observaciones obtenidas en la "Granja" y el resumen de las registradas en el resto de la red, que era denominada "Red Meteorológica de Cataluña y Baleares" (40 estaciones en Cataluña y 6 entre Mallorca y Menorca) y se publican uno o dos artículos; en el primer número, concretamente, aparecen dos trabajos de E. Fontseré, uno dedicado al estudio de la organización del servicio meteorológico para el estudio de las tormentas locales, y el otro al análisis de unos ejemplos concretos de tormentas de primavera, las de 1899.

Cuando la organización funcionaba hacia una progresiva consolidación las dificultades económicas originan la interrupción de la publicación del boletín y, poco tiempo después, incluso la red meteorológica comienza a desintegrarse. Sin embargo, ocho años más tarde, imprevisiblemente, después de una meritoria labor personal, R. Patxot publica el primer volumen de su obra Meteorología Catalana. Observacions de Sant Feliu de Guixols: resultats de 1896 a11905; el volumen apareció con un extenso apéndice titulado Materials per a la pluviometria catalana, 1896-1905. Desde su observatorio particular, Patxot había contactado con los observadores dis.persos, recopilando y centralizando de nuevo las observaciones registradas; además, libre de compromisos oficiales y sin necesidad de una utilización inmediata de la información, cuidó meticulosamente la calidad del material empleado; prescindió de las observaciones de difícil control, de ahí que redujera sus objetivos a los valores pluviométricos, obtenidos de las series de 28 estaciones, de las que 3 se encontraban en Baleares. El análisis refleja una gran elaboración; presenta las características de las precipitaciones (distribución mensual, estacional y anual, regímenes de cada una de las estaciones, coeficientes de probabilidad) y las condiciones dinámicas que originaron las lluvias más importantes. Comparando los mapas de isoyetas con los elaborados anteriormente por A. Angot cabe destacar progresos muy importantes, sobresaliendo de manera especial la indicación de los máximos pluviométricos del Alt Pallars y Alt Ribagorza, que hasta entonces no habían sido precisados y que han tenido una importancia decisiva en la explotación hidroeléctrica de Cataluña.

Además, R. Patxot emprendió por iniciativa propia la ampliación de la red meteorológica, de manera que, en un segundo volumen, titulado Pluviometria catalana: resultats del cinqueni 1906-1910 (San Feliu de Guixols, 1912), aparece una lista de 63 estaciones, 3 de las cuales en Baleares y 5 en el Pre-Pirineo francés. Este segundo volumen presenta una innovación respecto al anterior: el estudio de las precipitaciones se realiza mensual y anualmente, haciendo referencia continuamente a situaciones anteriores; destaca los fenómenos no normales y hace hincapié en los excepcionales, sobre todo en las lluvias extraordinarias, tormentas especialmente dinámicas, etc.

En 1910, por impulso de S. Raurich y bajo la presidencia de E. Terrades, se funda la Societat Astronómica de Barcelona, la cual agrupa a los profesionales de esta disciplina, con la que todavía mantiene estrechos vínculos la Meteorología, llegando a sumar en poco tiempo más de 200 inscritos. Al año de su fundación, siendo presidente E. Fontseré, se llega a un acuerdo con J. Galbis, director del "Observatorio Central Meteorológico" de Madrid, para organizar una red pluviométrica que

comprende el conjunto del estado. Paralelamente se lleva a cabo una labor de ampliación de la red: S. Raurich funda algunas estaciones en el Ampurdán, y R. Jardí y J. Vía hacen los propio en las comarcas del Ebro; las empresas eléctricas y de aguas aportan su información, y en este mismo sentido actúa la División Hidrológica. De esta manera, a principios del segundo decenio se llega a contar con una importante red que se aproxima a las 200 estaciones, la mayoría de las cuales funcionando con regularidad. Desde un principio la Societat Astronómica de Barcelona organiza una sección especial de pluviometría que lleva a cabo la publicación, en el boletín que edita, de los valores meteorológicos registrados y algunos trabajos sobre aspectos climáticos; además, reemprende la publicación de los mapas pluviométricos, de manera semejante a como anteriormente había hecho la Granja Experimental de Barcelona.

Paralelamente a los trabajos que se realizan sobre las condiciones de superficie se destaca la importancia de las condiciones de altura y se va configurando una preocupación por su estudio. Con este fin, en 1913, bajo los auspicios del Institut d'Estudis Catalans se funda la estación aerológica de Barcelona, cuyos primeros resultados fueron analizados por E. Fontseré en su estudio Treballs de I' Estació Aerológica de Barcelona (1915). En esta línea de trabajo tuvo una gran influencia la "Conferencia de Directores de Observatorios y Servicios Meteorológicos" (París, 1919), a la que asistió Fontseré como representante de los directores de observatorios españoles.

Esta preocupación por la estructura de la atmósfera y los movimientos que en ella se producen es igualmente manifiesta. M. Alvarez Castrillón en su estudio sobre el estado higrométrico en el observatorio Fabra (1922), expone los resultados de las observaciones de humedad relativa durante el período 1914-1921; en él establece las primeras indicaciones sobre las relaciones entre la humedad relativa y las precipitaciones, la dirección del viento y las situaciones atmosféricas. Por su parte, E. Fontseré estudia las brisas marinas (1915) y los vientos de convección estivales (1918); ambos se basan en los registros del Observatorio de Fabra y de la estación aerológica de Barcelona durante el período comprendido entre 1913 y 1917.

En esta etapa, a pesar de que la red meteorológica es muy laxa, M. Gorria lleva a cabo un primer ensayo de representación del clima para el conjunto de Cataluña (1913); el trabajo incluye unos mapas esquemáticos de isotermas e isoyetas.

Pero, en el segundo decenio del siglo reaparecen los problemas económicos; el boletín de la Societat Astronómica es sustituido por unas hojas en las que se recoge los resultados pluviométricos de la red y, poco tiempo después, también se interrumpe la edición de dichas hojas, para desaparecer igualmente la misma sociedad. Ahora bien, en esta ocasión la reacción no se hizo esperar y, el 31 de marzo de 1921, el Consell Permanent de la Mancomunitat de Catalunya, a propuesta del Institut d' Estudis Catalans, crea el "Servei Meteorológic de Catalunya" cuya dirección se encarga a E. Fontseré. Con este acontecimiento se inicia la etapa más brillante de la Meteorología catalana.

2. Etapa de consolidación de la investigación meteorológica.

Con la fundación del "Servei Meteorológic de Catalunya" se recupera en poco tiempo la red meteorológica y el material disperso, en cuya labor fue fundamental la contribución de J. Febrer. En el mismo año de la fundación el Servei Meteorológic funda una nueva publicación, "Notes d' Estudi del Servei Meteorológic Catala", que recoge una colección de valiosos trabajos sobre diversos aspectos de Meteorología y Climatología. En 1922 se crea una nueva sección, encargada de la previsión diaria del tiempo, que utiliza la red telefónica de la Mancomunitat, iniciándose en 1927 las informaciones sobre el estado y previsión del tiempo por radio.

Paralelamente, bajo el patrocinio de la "Fundació Concepció Rabell" se organiza un centro de estudios de las nubes, el cual da origen a la sección nefológica, que llegaría a alcanzar importancia mundial. En 1925 se publica el "Atlas elemental de Nuvols", traducción al catalán de la obra de Ph. Wharlé, con un prólogo del general E. Oelacambre, entonces presidente de la Comisión Internacional para el Estudio de las Nubes; y, al año siguiente, E. Fontseré asiste al Congreso Internacional de Meteorología Agrícola, participando en la comisión de estudio de las nubes. Esa labor personal es reconocida, celebrándose en Barcelona, en 1929, la reunión de la Comisión Internacional para el Estudio de las Nubes.

En esta etapa, como en la anterior, se continúa presentando una particular atención al estudio de las precipitaciones. La información se ha enriquecido considerablemente, planteándose la necesidad de realizar una publicación de síntesis, de la que se ocupa J. Febrer. Este, bajo el patrocinio de la "Fundació Patxot", publica su Atlas pluviometric de Catalunya (1930), donde se recoge la información existente hasta 1925. El trabajo constituye, por tanto, una continuación de la obra de R. Patxot. Los mapas de isoyetas están trazados, como en el caso anterior, para cada uno de los meses y años del período. Además, Febrer publicó en las "Notes d' Estudi" concisas representaciones de las precipitaciones durante los meses del año del período 1921-1922 y de 1925; estos resúmenes son muy valiosos, estableciéndose en los mismos la dependencia de las precipitaciones respecto de las situaciones atmosféricas. El mismo método sigue G. Campo en su trabajo sobre el período seco del invierno de 1922-23, y también A. Gabellieri en el estudio sobre el año meteorológico de 1931-1932. Por su parte, R. Jardí, en 1927, orienta su trabajo hacia el conocimiento de la intensidad de la precipitación en Barcelona en función de las situaciones generales de la atmósfera.

Pero, el estudio de la relación precipitaciones-dinámica atmosférica plantea numerosos problemas; las observaciones aerológicas son escasas, no sólo en Cataluña, sino también en el espacio sinóptico del que forma parte la región. Con el fin de mejorar el conocimiento de la dinámica atmosférica regional, en 1925, se elabora un proyecto de observación simultánea en tierra y altamar a lo largo de la costa catalana. En este plan colabora el instituto oceanográfico, durante los años 1933 y 1934, con el barco de guerra "Xauen"; de estas observaciones resultaron importantes investigaciones, tanto sobre corrientes marinas litorales como sobre los regímenes de brisas; entre las investigaciones sobre este segundo aspecto cabe destacar el estudio de M. Alvarez Castrillón sobre la dependencia de los valores medios de la temperatura y humedad respecto a las direcciones del viento en Barcelona (1936) . Esta preocupación por la dinámica atmosférica lleva a Fontseré a asistir a la reunión

de la "Comisión de la Exploración de la Alta Atmósfera" (Leipzig, 1927), planteando a su regreso la necesidad de establecer una red de estaciones de altura resultado de ello es la fundación, con motivo del Año Polar 1932-32, de los observatorios en las cumbres del Montseny y de Sant Jeroni de Montserrat.

También se desarrolla una preocupación por los fenómenos anómalos, principalmente de carácter térmico. En esta línea cabe destacar el análisis que sobre el peligro de las heladas en Cataluña realiza E. Fontseré (1925), en el que el autor incide en el carácter particularmente crudo de las temperaturas mínimas en el interior de la región, destacando especialmente las que se registran con bastante frecuencia en la Plana de Vic bajo circulación anticiclónica. Los resultados de este trabajo impulsaron a Fontseré a investigar las particularidades del clima local de la Plana de Vic, y en especial su anomalía térmica vertical (1937), destacando además la oposición climática entre las comarcas continentales y litorales.

En esta segunda etapa, caracterizada por una sensible mejora de la información disponible, se realizan estudios climáticos sobre sectores lejanos a Barcelona. Así, R. Jardí describe el ritmo de las temperaturas y precipitaciones en la estación de Tivisa (1923). J. R. Ras va más lejos en su trabajo sobre el clima de Tarragona (1936), describiendo las relaciones entre las direcciones del viento y las características climatológicas locales. Un avance respecto a estos estudios locales representa el trabajo que L. Rodés dedica a Tortosa (1936), y en el que presenta una investigación de relaciones causales más amplia. Por último, M. Alvarez Castrillón, tras construir como punto de partida una serie de climogramas de temperaturas medias y lluvias de varias estaciones costeras, estudia las diferencias del régimen anual, estableciendo relaciones con la posición geográfica, el relieve y las condiciones de la circulación atmosférica regional (1928) .

A pesar del carácter esquemático de esta exposición es evidente el importante desarrollo que alcanza la Meteorología y Climatología en Cataluña, durante esta segunda etapa presidida por el servei Meteorológic Catalá, con importantes figuras entre las que sobresale E. Fontseré. Sin duda, el tercer decenio y buena parte del cuarto, constituyen el período de mayor producción científica del grupo de meteorólogos catalanes, una etapa de gran esplendor en este campo de la ciencia en el que la labor realizada se puede calificar con rigor de pionera. Todo ello aparece confirmado en el magnífico estudio bibliográfico realizado por M. Campmany (1937), en el que se recopila 718 referencias clasificadas y comentadas, que sintetizan la investigación realizada hasta 19351. Sin embargo, la red meteorológica aparece fuertemente concentrada en la fachada costera y presenta extensos vacíos en el interior, y sobre todo en los dominios de montaña, como todavía hoy sucede, aunque más suavizado. Este desequilibrio de la información se manifiesta en la investigación realizada; la mayoría de los trabajos se basan en las estaciones de Barcelona y, el resto, casi en su totalidad se dedican a la fachada costera. Por ello, el único estudio de conjunto realizado es el capítulo que sobre la atmósfera y el clima incluye M. Chevalier en su obra Geografía Física de Cataluña (1934); aunque este estudio representa un notable avance respecto al anterior de M. Gorría, ya citado, continúa teniendo un carácter esquemático.

Este período espléndido se vio gravemente afectado por la guerra española, de tal manera que no sólo se aprecia una importante disminución en el número de títulos publicados, lo que parece evidente, sino que también, y ello es más grave por la imposibilidad de recuperación, las series meteorológicas se interrumpen, y en algunos casos las estaciones desaparecen definitivamente. Sin embargo, a pesar de la gravedad de los hechos apuntados, pensamos que el verdadero colapso se produce en la postguerra, en la que tienen lugar dos hechos decisivos: por una parte, desaparecen los importantes archivos del Servei Meteorológic, con las naturales preocupaciones morales que ello significaba, puesto que con ellos se pierden trabajos y fuentes estadísticas inéditos; en segundo lugar, el 9 de agosto de 1939, el Servei Meteorológic de Catalunya es absorbido por el estado, y su director E. Fontseré queda apartado de los nuevos organismos dedicados, ahora casi exclusivamente, a la observación y predicación del tiempo. Por tanto, desaparece un organismo activo y eficaz, y se neutraliza un auténtico científico y maestro, E. Fontseré. Finalmente, se interrumpe la colaboración entre dos ciencias próximas -Meteorología y Climatología-, que había ofrecido magníficos resultados, y que todavía hoy los organismos responsables no parecen comprender.

3. Etapa de crisis investigadora.

El colapso originado por la guerra española supuso casi comenzar de nuevo. Sin embargo algunos de los científicos anteriormente citados, aunque desvinculados de la Meteorología oficial, mantienen aunque con dificultad la continuidad de la actividad científica en la región. De esta manera, si bien no existe un plan global de investigación, de forma discontinua y en medios editoriales dispersos continúan apareciendo trabajos, y aunque con menor dinamismo sigue avanzando la ciencia.

Se mantiene el interés por el estudio de los caracteres de la alta troposfera, aunque los trabajos realizados se basan en observaciones obtenidas en la etapa anterior. Este es el caso del estudio de J. M. Vidal y M. Potau sobre los vientos en altura sobre Barcelona (1944); el estudio se basa en los datos sobre dirección y velocidad del viento a diferentes alturas, obtenidos en los sondeos efectuados en el observatorio Fabra entre 1924 y 1940. Se continúan los trabajos sobre problemas de turbulencia, aunque no representan novedades metodológicas, limitándose su interés a una mejora de la información empleada; E. Fontseré estudia la macroestructura y turbulencia del viento sobre el Observatorio Fabra (1942). Y, este mismo autor analiza un tipo de situación muy característica de la región, la subsidencia anticiclónica del invierno (1944), que constituye una novedad en la época. Se precisa la caracterización de la tramontana y el levante; el primero de los vientos regionales citados con estudios de S. Raurich (1945) y E. Fontseré (1949); el segundo con las aportaciones de A. Tomás (1959, 1961, 1963 y 1966).

También se publican algunos trabajos sobre elementos del clima (temperaturas, precipitaciones, etc.), y se realizan estudios locales (Cardús, 1956; Llobet, 1961, etc.) .Pero, sin duda, las aportaciones más importantes de la época corresponden a los estudios sobre los climas del conjunto de la región. En este sentido, un particular interés encierra la obra de J. Wrobel, discípula del geógrafo alemán H. Lautensach, sobre Los climas de Cataluña y Castellón (1940). Siguiendo una metodología analítica, aunque con frecuencia se recurre a explicaciones dinámicas, este trabajo representa un esquema simple de la problemática climatológica de la región. La obra, escrita en alemán, está dividida en tres partes: en la primera se realiza un estudio separativo de los elementos climatológicos (hidrometeoros, humedad relativa, nubosidad, temperatura del aire) y las oscilaciones de estos elementos en el transcurso de largos períodos de tiempo; en la segunda parte se intenta una explicación genética del ritmo anual del tiempo, basándose en unos tipos de circulación tomados muchos de ellos de la tipología establecida por F. Baur para Europa occidental; por último, en la tercera parte establece una división en comarcas climatológicas, sirviéndose como punto de partida de la división elaborada por M. Chevalier.

Unos años más tarde, V. Masachs publicó su estudio titulado Visión dinámica del clima de Cataluña e interpretación del régimen de sus ríos (1947), en el que, como señala el mismo autor en la introducción el objetivo es explicar los caracteres que definen a los ríos. Este mismo autor realiza el estudio del clima comprendido en la Geografía de Catalunya, dirigida por LI. Solé Sabarís (1958); en esta obra, además del capítulo citado, de carácter analítico y descriptivo, aunque con abundante información, existe un apartado de clima en cada uno de los estudios comarcales (volúmenes II y III) .

Por tanto, aunque en esta larga etapa se ha perdido el dinamismo que caracterizó a las anteriores, y los estudios se basan en la información recopilada en el primer tercio de siglo, perdiendo bastante originalidad y ese espíritu pionero propio de tiempos pasados, una aportación es importante: se realizan numerosos estudios de Climatología local, comarcal y sobre el conjunto de la región; en esta labor, junto a los meteorólogos participan ya los geógrafos, quienes aparte de los estudios monográficos, influidos por la Geografía regional francesa, dedican un apartado de sus trabajos sobre regiones al estudio del clima.

4.Etapa de resurgimiento de los estudios meteorológicos y de consolidación de los climáticos.

En los años setenta, a pesar de que la aportación investigadora de los meteorólogos, absorbidos por la actividad predictiva, continúa siendo ocasional, tiene lugar un importante resurgir de los estudios sobre el comportamiento de la atmósfera. Este proceso tiene lugar en la Universidad, y, paralelamente, casi sin conexión, en dos Facultades: en la de Ciencias Físicas y en la de Filosofía y Letras; en la primera, centrado en el Departamento de Física de la Tierra y del Cosmos, y en la segunda en el Departamento de Geografía.

En el Departamento de Física de la Tierra y del Cosmos, dirigido por M. Puigcerver, se lleva a cabo una continuada labor, que se manifiesta en la publicación de una serie de trabajos estrictamente meteorológicos, y otros de interés y orientación climático. Entre estos últimos hemos de destacar los realizados conjuntamente por A. M. Guilló y M. Puigcerver sobre el carácter y distribución de las precipitaciones en Cataluña (1970-1971). Los autores llegan a la conclusión de que la mayor parte de la precipitación anual se produce en forma organizada, en relación con los sistemas de circulación, aunque puede quedar sustancialmente alterada de un año a otro por variaciones en el número de temporales, ligados a las características de la dinámica atmosférica regional; además, al estudiar con detalle la precipitación generalizada, destacan algunos aspectos de la distribución espacial, haciendo hincapié en la marcada influencia del relieve.

Es importante la contribución del citado Departamento al conocimiento de la radiación solar, a cuyo estudio se ha prestado una particular atención, como refleja el hecho de que en el mismo haya participado un buen número de sus miembros (Alonso, Nuñez, Oriol, Pérez, Puigcerver, etc.). Una especial atención merece el trabajo de J. M. Nuñez, presentado en 1976 como Tesis de Doctorado, sobre la distribución espacial de la radiación solar en Cataluña; en el mismo se desarrolla un método que permite determinar la porción de radiación solar que alcanza el suelo a partir de otros elementos climáticos más fácilmente medibles, como es el caso de la nubosidad o la insolación.

Finalmente, son de gran interés las investigaciones realizadas por S. Alonso (1975-1976), y de éste junto con M. Puigcerver (1976), sobre los levantes, que representan un avance importante respecto a los estudios anteriormente realizados por E. Fontseré y A. Tomás, ya citados. S. Alonso en su trabajo Algunos aspectos meteorológicos de los temporales de levante, presentado como tesis de doctorado en 1975, a diferencia de los análisis anteriores, tiene en cuenta de manera sistemática las situaciones atmosféricas de altura; observa que en todos los casos estudiados aparece en altura una gota fría y una corriente en chorro que actúa de catalizador del fenómeno.

La aportación de este grupo de físicos se orienta en la misma línea desarrollada en las etapas anteriores también por físicos y naturalistas. Evidentemente se aprecian innovaciones metodológicas y, sobre todo, de técnicas de observación, cartográficas y de análisis matemático; ello unido a la disponibilidad de series de registro mejores y más largas explica los notables avances alcanzados en el conocimiento de la atmósfera.

El grupo de geógrafos-climatólogos se inicia en 1970, también en el seno de la Universidad. Con la creación en el marco de la Facultad de Filosofía y Letras de la especialidad de Geografía, se incluye como disciplina del plan de ordenación académica la Climatología, de la que se responsabiliza desde un principio L. M. Albentosa. En torno a esta disciplina se inicia un proceso de discusión epistemológica y sobre métodos, en el que es importante la influencia de la línea iniciada por P. Pedelaborde (2). Se sistematiza un método ecléctico, que fundamentalmente se orienta según la tendencia sin óptica, si bien se valora el interés del análisis estadístico previo de los elementos tradicionales del clima. Se considera que el método analítico es incapaz de llegar al conocimiento de las causas verdaderas de los fenómenos del tiempo, a lo que evidentemente no puede renunciar una ciencia. Ahora bien, la información que se obtiene de esta manera permite conocer mejor los elementos que de forma integrada configuran los tipos de tiempo, aparte de que en un medio tan variado desde el punto de vista topográfico contribuyen a conocer la rica gama de contrastes, sin olvidar que la información que facilita la Climatología analítica es muy valiosa en otros campos de la Geografía (Geografía agraria, Geografía del turismo, etc.) .Este método se aplica por primera vez en las tesis de licenciatura de P. L. Clavero3 y J. M. Raso4, presentadas ambas en 1972, y un año más tarde en la tesis de doctorado de L. M. Albentosa, dedicada a los climas de Cataluña5. Este estudio se estructura en cinco partes en las que de forma sucesiva se realiza un análisis estadístico de las series de elementos y se describe los caracteres de la circulación atmosférica regional; esta última sirve de base para la tercera parte, en la que se investiga los tipos de tiempo y su sucesión en el curso del año sobre las siete estaciones sin ópticas seleccionadas; finalmente, se aborda una definición y clasificación de los climas, apoyadas tanto en criterios analíticos como sin ópticos. Se llega a la conclusión de que la singularidad de los climas catalanes resulta fundamentalmente de la situación latitudinal excéntrica respecto al eje de la circulación zonal, en posición de abrigo aerológico por su situación en el cuadrante nordoriental de la Península Ibérica, abrigada con frecuencia por el cinturón de altas presiones subtropicales; de esta manera, la región queda normalmente bajo la influencia de masas de aire poco dinámicas, que además han experimentado un proceso de desnaturalización durante la trayectoria peninsular, de ahí que se destaque el carácter paramarítimo de los climas singularizados.

Este método, con pequeñas variantes, se aplica en un buen número de estudios de carácter local o comarcal, realizados durante la segunda mitad de los años setenta. Pero, en 1978 se presentan los estudios de P. L. Clavero y J. M. Raso sobre la región valenciana6 y Baleares7 respectivamente, realizados para obtener el grado de doctor, en los que se introducen importantes modificaciones metodológicas. El método se apoya en la clasificación de situaciones sin ópticas establecido por Schüpp (1957, revisado en 1968) y adoptada por el Instituto de Meteorología de Suiza; a partir de los análisis de las situaciones a 500 y 1.000 mb., diferencian 18 tipos de situación, de las que 4 son de carácter convectivo y 14 son advectivas. Este mismo planteamiento utilizan estos autores en el trabajo conjunto titulado Catálogo de tipos sin ópticos para un estudio climático del Este de la Península Ibérica y Baleares (1979).

Aunque los estudios sin ópticos representan la aportación más interesante de este grupo durante los años setenta, se aborda aspectos concretos, entre los que, como en etapas anteriores, por la mayor abundancia de información, se presta una particular atención a las precipitaciones; en este campo se investiga tanto el ritmo normal de algunas estaciones como las anomalías por sequías o lluvias excepcionales, destacando las contribuciones de L. M. Raso. También se plantea el problema de la sequía y aridez, muy acusado en el valle del Segre (Jiménez, 1972) y se inicia el estudio de los climas de montaña, concretamente de los altos valles del Ter y Freser (Xercavins, 1976).

Es evidente que al finalizar el octavo decenio en el Departamento de Geografía de Barcelona aparece un grupo de trabajo en Climatología consolidado y una línea de investigación claramente configurada, la de Climatología físicas. En 1979, tras siete años de trabajo, los miembros del grupo aparecen como autores de una treintena de títulos de los que 10 corresponden a tesis de licenciatura y 4 a tesis de doctorado; de estos trabajos, unos 14 pueden considerarse que aportan novedades temáticas o metodológicas. Pero en este momento, junto al grupo de Barcelona se consolida el de Tarragona, como aquel organizado por L. M. Albentosa, y se inicia el de Gerona, bajo la responsabilidad de A. Xercavins. Esta dispersión geográfica facilita una notable diferenciación en la orientación que va adquiriendo cada uno de los grupos.

II. DIVERSIFICACION DE TEMAS, METODOS Y TECNICAS.

Desde finales del pasado decenio se asiste en el campo de la Climatología a una clara renovación temática y metodológica, la cual ha sido aportada de manera fundamental por los geógrafos. La producción científica de este colectivo se puede agrupar en dos grandes tendencias: a una de ellas, la más cultivada, la llamaremos la Climatología física, la cual es una clara continuación de la producción desarrollada en el período anterior y tiene como objetivo final el estudio de los climas; la otra, menos desarrollada, pero a nuestro entender más geográfica, la denominaremos Climatología ambiental, y se ocupa de las relaciones del medio atmosférico con el hombre y las actividades que éste realiza.

En la Climatología física se distinguen tres líneas de investigación: la de Climatología analítica, la de Climatología sin óptica y la de clasificaciones. Estas corrientes, principalmente las dos primeras, representan por sus objetivos una continuación de los trabajos iniciados en el decenio anterior; sin embargo, la mayoría de los estudios ofrecen importantes innovaciones técnicas de elaboración estadística, destacando en este sentido los debidos a P. L. Clavero, J. Martín Vide y J. M. Raso9. Estos autores difunden la utilización de la estadística inferencial y, más recientemente, introducen métodos probabilísticos, lo que abre una importante vía utilitaria a esta corriente. La Climatología es concebida como una ciencia sistemática, y como tal debe preocuparse de establecer previsiones (10); en este sentido, es evidente que el tratamiento cuantitativo facilita la previsión en términos probabilísticos.

Este método de Climatología analítica matemática se aplica a diferentes elementos' aunque con un claro predominio a las precipitaciones; se analiza tanto el régimen normal como los fenómenos raros o poco frecuentes. Se utiliza igualmente para el análisis de otros fenómenos como frecuencia anual de granizo (Raso, 1980), frecuencia de dirección de vientos (Raso, 1984), temperaturas (Clavero, 1984). Pero también se aplican estas técnicas en los análisis sin ópticos, en cuyo campo la contribución del grupo de geógrafos es de estimable valor. Se ha evolucionado desde planteamientos basados fundamentalmente en la experiencia sin óptica a unos modelos cuantificados con el uso de medios cibernéticos, tratados a su vez con métodos estadísticos, que evidentemente mejoran las posibilidades utilitarias.

A este primer grupo de trabajos de Climatología física pertenecen los estudios sobre clasificaciones de los climas, los cuales también tienen claros precedentes en la etapa anterior. Se continúa utilizando diversos índices climáticos tradicionales, entre los que destaca el de Thornthwaite (11), y se introduce el de J. Papadakis aplicado por L. M. Albentosa a las tierras de las comarcas tarraconenses 12.

La Climatología ambiental, entendiendo como tal el estudio del clima que incide en el hombre y sus actividades, ha sido poco cultivada por los geógrafos españoles y se puede considerar como novedad en la comunidad catalana. Se centra fundamentalmente en el campo agrario. En esta línea sobresale la aportación de O. López, quien ha analizado la acción de los elementos climáticos sobre los rendimientos de los cultivos de las tierras tarraconenses13. Entre los varios procedimientos existentes utiliza las representaciones gráficas en ejes de coordenadas y las correlaciones parciales; en éstas se toman en consideración los rendimientos como variable dependiente y como independientes las precipitaciones y las temperaturas máximas y mínimas. Los valores son significativos en muchos casos e indican qué acción ejerce el elemento climático tomado en consideración y en qué época del ciclo vegetativo es más intensa. También ha preocupado la incidencia de las inundaciones; este problema, centrado en el episodio de octubre de 1982, fue abordado por separado por L. M. Albentosa14 y por Martín y J. M. Raso15. En sentido contrario, se ha estudiado las sequías (Raso, Clavero y Martín, 1981), y también otros fenómenos que constituyen graves problemas en el ciclo vegetativo, como las heladas (López, 1985 y 1986).

Otros aspectos de carácter medio ambiental que son objeto de interés por parte del geógrafo son los posibles cambios o fluctuaciones climáticas, y, sobre todo, las modificaciones que se han producido en las áreas urbanas; este planteamiento persigue el trabajo de L. M. Albentosa sobre contaminación y cambio de clima en las regiones urbanas industrializadas16, así como en el más concreto de M. A. Zabala sobre clima y contaminación en el Camp de Tarragona17. El estudio del clima urbano es hoy tema de preocupación e investigación por parte de los tres grupos de climatología; de esta manera en la actualidad, se está estudiando los casos de Barcelona, Gerona, Reus y Tarragona. La realización de estos trabajos, junto con los que se llevan a cabo en otras Universidades también por geógrafos, permitirá un mejor conocimiento de las modificaciones climáticas espaciales en relación con la presencia de una ciudad.

Finalmente, también se ha abordado el campo de la cartografía, lo que ha supuesto un importante trabajo previo de selección y normalización de las series estadísticas. En esta línea cabe destacar la elaboración por parte de L. M. Albentosa, P. L. Clavero, J. Martín y J. M. Raso del Atlas termopluviométric de Catalunya, en proceso de edición por parte del Institut Cartografic de Catalunya; esta obra consta de 36 mapas, escala 1:400.000, de los que 17 se dedican al análisis de las precipitaciones, 14 a las temperaturas, y el resto a aspectos relacionados con la humedad y el balance hídrico.

En este período de los años ochenta los miembros del grupo en conjunto han firmado casi un centenar de trabajos, de los que una decena son tesis de licenciatura y dos corresponden a tesis de doctorado.

Parece claro, a pesar de la brevedad de la reseña, que la Climatología catalana ha alcanzado una notable madurez científica, ya esta situación ha contribuido de manera decisiva la aportación de los geógrafos. En efecto, en trece años, entre 1972 y 1985, el grupo de geógrafos-climatólogos de Cataluña, constituido por ocho miembros (4 en Barcelona, 3 en Tarragona y 1 en Gerona) , más la aportación ocasional de alumnos, ha firmado más de un centenar de trabajos, de los que 20 son tesis de licenciatura, 7 son tesis de doctorado y el resto corresponde a trabajos publicados en diversos medios. Por ello se puede pensar con optimismo que a esta pequeña comunidad le espera un brillante futuro. Esa inquietud que caracteriza a muchos de sus miembros continuará manifestándose en la incorporación de nuevas técnicas y métodos, y, evidentemente de otros temas de vanguardia -medio ambiente, fuentes de energía renovables, fluctuaciones climáticas, etc. sobre los que sin duda la aportación de los geógrafos también será valiosa.

 

NOTAS

1.CAMPMANY, M. (1937): Bibliografía de la Meteorología Catalana. Notes d'Estudi del Servei Meteorologic de Catalunya, vol. V, nº 68. Barcelona. Un estudio de carácter histórico se encuentra en L. M. ALBENTOSA, 1975: La evolución histórica de la climatología catalana, VII Jornadas de la Asociación Meteorológica Española. También en J. MARTIN VIDE, 1983: Notas sobre los estudios ciimáticos recientes en Cataluña, Cuadernos de Sección Historia-Geografía. Sociedad de Estudios Vascos, vol. 3.

2.ALBENTOSA, L. M. (1976) : La climatología analítica: método de estudio y validez de los recursos, Universitas Tarraconensis, vol. 1, Tarragona. También, (1976): Climatología dinámica, sinóptica o sintética. Origen y desarrollo, Revista de Geografía, Universidad de Barcelona.

3.CLAVERO, P. L. (1972): Estudio metodol6gico del clima de Cabo Bagur (Tesis de Licenciatura), Dep. Geograffa, Barcelona.

4.RASO, J. M. (1972): El clima del llano de Barcelona (Tesis de Licenciatura), Dep. Geografía, Barcelona.

5.ALBENTOSA, L. M. (1973): Los climas de Cataluña. Estudio de Climatología dinámica. (Tesis de doctorado), Dep. Geografía, Barcelona.

6.CLAVERO, P. L. (1978): Los climas de la región valenciana. Estudio de climatología dinámica, (Tesis de doctorado), Dep. Geografía, Barcelona.

7.RASO, J.M. (1978): El clima de Baleares (Tesis de doctorado), Dep. Geografía, Barcelona.

8.Una bibliografía completa de esta etapa puede encontrarse en L. M. ALBENTOSA (1980): Bibliografía de Climatología y Meteorología de Cataluña. Revista de Geografía, vol. XIV, nº 1 y 2, Dep. Geografía, Barcelona.

9.La mayor parte de los trabajos realizados por estos autores representativos de esta tendencia aparecen en la revista "Notes de Geografia Física", Departamento de Geografía, Universidad de Barcelona. Cabe destacar la obra de J. MARTIN VIDE (1987): Característiques climatologiques de la precipitació en la franja costera mediterrania de la Península Iberica (Tesis de Doctorado), Institut Cartografic de Catalunya, Barcelona.

10.CLAVERO, P. L., MARTIN, J. y RASO, J. M. (1982): La Climatología actual entre la Geografía y las ciencias de la atm6sfera, II Coloquio Ibérica de Geografía, Coimbra. También (1982): La Climatología actual: el uso de métodos estadísticos y modelos probabilísticos, Notes de Geografía Física, Dep. Geografía, Barcelona.

11.El método de clasificación de Thornthwaite fue utilizado por primera vez entre los geógrafos de este grupo en el estudio de E. JIMENEZ (1972): El sector semiárido leridano: estudio de la aridez (Tesis de licenciatura) , Dep. Geografía, Barcelona. Desde entonces se ha aplicado en numerosos trabajos.

12.ALBENTOSA, L. M. (1983): La aridez como factor limitante de la agricultura. La aplicación del método de análisis de Papadakis a las comarcas de Tarragona, Tarraco. Cuadernos de Geografía, vol. 4-5, Tarragona.

13.LOPEZ BONILLO, O, (1983): Climatología agraria de Tarragona (Tesis de doctorado). Oep. Geografía, Tarragona (en publicación). Ha realizado diversos trabajos sobre la incidencia del clima en el algarrobo (1984), régimen de las heladas en las comarcas meridionales de Tarragona (1985), sobre la vid (1986 y 1987). et. publicados en Universitas Tarraconensis, Tarragona.

14.ALBENTOSA, L. M. (1983): Precipitaciones excepcionales e inundaciones durante los días 6 al 8 de noviembre de 1982 en Cataluña, Estudios Geográficos, n.o 170-171, Madrid.

15.MARTIN, J. y RASO, J. M. (1984): Marc atmosferic (En: Efectes geomorfologics deis aiguats de novembre 1982, Oir. C. Puigdefabregas). Generalitat de Catalunya, Barcelona.

16.ALBENTOSA, L. M. (1980): Contaminación y cambio de clima en las regiones urbanas industrializadas, Tarraco. Cuadernos de Geografía, vol. 5, Tarragona.

17.ZABALA, M.A. (1980): Clima y contaminación en el Camp de Tarragona, Tarraco. Cuadernos de Geografía, vol. 7, Tarragona.