Lurralde :inv. espac. N. 3 (1980) p. 43-100 ISSN 1697-3070

 

EVOLUCION DE LA GANADERIA EN EL VALLE DEL RONCAL

(2ª parte)

 

© Asunción UZAINKI

 

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CAPITULO V: EL EFECTIVO GANADERO

1 EVOLUCION DESDE COMIENZOS DE SIGLO

A lo largo del presente siglo la cabaña ganadera del Valle de Roncal ha ido decreciendo sensiblemente hasta el punto de que la cifra de 1975 supone apenas un tercio de la censada en 1905 (1).

En esta evolución sólo el año 1960 interrumpe la curva decreciente, pero se trata de una situación meramente coyuntural ya que los valores siguientes se ajustan perfectamente al ritmo general de descenso.

Aunque tiene poco interés globalizar todas las especies ganaderas, digamos que las 31.229 cabezas de ganado de 1975 equivalen al 33,6% de las de 1905, fecha en que se contabilizan 93.568 reses, habiéndose producido un índice de decrecimiento del 66,4% (ver gráfico nº 4).

La reducción no presenta ningún parecido con la evolución experimentada en el conjunto navarro, donde la cifra de 1975 (771.422) es casi similar a la de 1920 (788.922).

Si analizamos separadamente la evolución de cada una de las especies se observa un proceso muy similar al del conjunto en el sentido de que todas ellas -excepto el ganado bovino- presentan las cifras actuales sensiblemente disminuidas con relación a las de 1905; sólo el bovino tiene hoy una presencia cuantitativa superiora la de entonces, como se puede apreciar en las cifras que siguen:

Efectivos ganaderos:

1905 

1975

 LANAR  82.602 28.227 
CAPRINO 7.719 324 
 BOVINO 832  1.822
CABALLAR 374  311 
 MULAR  363 108
ASNAL  400 33 
 PORCINO   1.728 404
Total  93.568 31.229

 

 

 

 

 

 (1) A lo largo de este trabajo he utilizado básicamente los datos de las hojas de riqueza ganadera de cada uno de los siete municipios. manejo los de los años acabados en 0 y en 5 porque al compararlas con los años inmediatamente anteriores y posteriores se presentan como representativas de los periodos que enmarcan. Carezco para algunos municipios de las series completas -es el caso de Urzainqui y Uztarroz- por lo que he preferido omitir en algunos años las cifras globales.

 

Esta evolución no ha sido similar en todos los municipios y de la comparación de unos y otros se advierten una serie de hechos interesantes.

En relación con el ovino sucede que Burgui que en 1905 ocupaba el último lugar por el número de cabezas hoy ocupa el 22 ya poca distancia del 12. Es el único municipio que muestra un crecimiento absoluto. Durante la primera mitad del siglo su cabaña se mantuvo estable, pero desde 1955, en que conoció su cifra más baja, no ha cesado de incrementar sus efectivos hasta tener hoy casi el doble de las de 1905. De entonces a hoy ha experimentado una tasa de incremento del 74,9%.

¿A qué puede deberse esta dinámica diferente? En realidad a mi modo de ver lo raro no es que haya tenido semejante aumento, sino que detentase tan bajos efectivos entonces; más que preguntarnos por el por qué de la cifra actual conviene analizar su situación anterior.

Sin que se pueda afirmar que vivía de espaldas a la ganadería, lo cierto es que era un pueblo con una base económica diferente: con una agricultura más próspera -cosechaban trigo para 8 meses- era un pueblo de pastores, almadieros y agricultores llegando a tener a comienzos de siglo más del doble de tierras de labor que el siguiente en importancia.

Ante esto, era (y es) el único municipio que no seguía una rotación obligatoria a dos hojas, por lo que tampoco disfruta de Panificados. Su única obligación con relación al ganado del Valle era respetar las cañadas.

Cuando desaparece el sistema de almadías para transportar la madera, y cambian los planteamientos económicos hacia un modelo abierto de mercado, Burgui se acomoda a los modos de vida del resto del valle, aumentando su cabaña, con la particularidad de que cuenta con ciertos elementos a su favor para el desarrollo de la ganadería: mejores condiciones para el cultivo ganadero -sobre todo en el terreno cerealista- y facilidad de acceso a pastos de invierno en pueblos próximos, Sigües, Salvatierra, con lo que lleva a cabo también una trashumancia corta desde el punto de vida espacial sin que el ganadero se vea precisado a abandonar su domicilio en los meses de invierno; diariamente se desplazan a dar una vuelta al ganado a distancias no superiores a 20 ó 30 kilómetros.

Otro caso significativo pero de sentido contrario es el de Isaba: de poseer la cabaña más numerosa del Valle hasta 1970, en 1975 pasa a ocupar el penúltimo lugar, experimentando un descenso acusado desde 1960 pero acelerado a partir de 1970.

Paralelamente es el municipio que registra el crecimiento del vacuno más importante; a ello han contribuido antiguos ganaderos de lanar que han sustituido éste por bovino. Este hecho merece ser tenido en cuenta ya que en contadas ocasiones se produce esta mutación.

En los restantes municipios la evolución ha sido decreciente. Sólo 1960 representa para todos ellos una pequeña recuperación, pero a partir de entonces el descenso adquiere un ritmo más brusco.

Con relación a las demás especies la tónica evolutiva ha sido muy similar en cada uno de los municipios: disminución espectacular de los efectivos de caprino, en proporción similar al lanar, el caballar de labor ha prácticamente desaparecido, mientras el de cría se mantiene estable; el mular y en mayor

 

 

medida el asnal han quedado reducidos a casi nada mientras que en la evolución de los efectivos de bovino la tónica general es de aumento y aumento importante. (De todas ellas me ocuparé en los apartados siguientes.)

Pero en el campo del vacuno Burgui también ofrece unas características peculiares. Si tomamos las cifras globales -que a principios de siglo comprendían ganado de labor, cría y granjería- se ve que en la actualidad posee un número señaladamente inferior: 202 cabezas en 1975, frente a 221 en 1905, mientras que en el resto de los pueblos se han más que duplicado los efectivos de entonces.

El caso de Burgui se debe a que a principios de siglo el bovino de labor alcanzaba allí un número importante, 156 entre vacas y bueyes, lo que de alguna manera corrobora su destacada posición en el terreno agrícola.

Ahora bien, si sólo consideramos el ganado de cría y granjería su evolución no difiere de la del resto del Valle.

2 LAS ESPECIES 

2.1. Ganado ovino

Esta es, con gran diferencia, la especie más numerosa de la cabaña del Valle: 28.227 cabezas en 1975 de un total ganadero de 31.229 (93% del total).

Estos efectivos, sin embargo, carecen de la importancia numérica que alcanzaron a principios de siglo con 82.602 cabezas.

A pesar de todo en aquel momento resultaba en proporción una cifra más baja, equivalente al 88,2% del total.

Pero estos datos no deben provocar equívocos a la hora de evaluar su importancia de entonces y de ahora. Antes y ahora la ganadería sigue siendo uno de los pilares básicos de la economía roncalesa, pero en la actualidad el ganado lanar es menos representativo cualitativamente que antaño en el contexto ganadero, aun cuando los porcentajes actuales superen a los de comienzos de siglo.

En uno y otro caso las circunstancias económicas son evidentemente diferentes y habrá que tenerlas en cuenta a la hora de evaluar estos efectivos justamente.

Hasta hace pocos años, ovejas y corderos constituían la única especie ganadera comercializable, hecha excepción de unos pocos caballares y algún bovino. El ganado lanar, junto con una notable caballería, era la base económica de numerosas familias del Valle; los ganaderos, no hacía falta especificar, eran los propietarios de ovejas.

El resto de la cabaña se mantenía como ganado de labor, o como en el caso del porcino, criados para el consumo familiar.

En aquellos años en que la tracción anima1 se hacía indispensable en las faenas agrarias y forestales, era lógico que se contase con unos efectivos importantes de ganado de labor.

y son -estos ganados, junto con el caprino los responsables de la menor participación porcentual del ovino a comienzos de siglo.

Desde el punto de vista económico, la situación del Valle era de "monoproducción" lanar.

 

Con el tiempo, a medida que la agricultura pierde terreno, las nuevas técnicas suplantan al animal de trabajo y sobre todo; a medida que la leyenda negra sobre el cabrío hace que su número se reduzca drásticamente, la oveja, aunque también en descenso va ganando terreno en términos relativos.

Pero este no es el hecho más importante a mi juicio; de mayor relevancia es la pérdida de la exclusividad que hasta hace poco ha detentado la ganadería lanar, para compartir el terreno económico con el bovino, que de ser un animal eminentemente de labor se convierte en pocos años en la base económica principal de diversas familias, hasta el punto de que en el Valle hay más ganaderos de vacas que ovejeros.

Existe ya pues, un "policultivo" ganadero, si se me permite el término, con la particularidad de que mientras la especie lanar sigue disminuyendo, el bovino está en alza. .

Así pues, resumiendo, se podría señalar como característica de la ganadería lanar en el Valle su decadencia numérica (tanto en cabezas como en número de explotaciones) y la pérdida de exclusividad que como ganado representativo de este área ha disfrutado hasta hace muy pocos años.

Además mientras las explotaciones de ganado vacuno adoptan técnicas y modos modernos, las de ovino siguen en gran medida ancladas en el pasado, con el sistema tradicional extensivo al que se han aplicado ligeras reformas, pero cargados de rutina.

2.1.1 Evolución numérica

La evolución de la cabaña lanar en el Valle, cuyo descenso sólo se interrumpe accidentalmente en 1960 para continuar decreciendo a mayor ritmo, se enmarca dentro de una evolución totalmente diferente a nivel provincial. En Navarra la década del 20 ofrece unos valores muy parecidos a los de 1975 aunque en el proceso se hayan conocido diversas fluctuaciones.

En el siguiente cuadro se indican los valores de esta evolución para los dos: 

Año

Valle Roncal (1)

Navarra

1905

82.602 

 

1915

70.031 

 

1920

 

541.284

1925

 

577.704 

1930 

 

747.800

1935

69.273

708.491

1940

64.423

794.183

1945

53,617

558.708

1950

52.782

529.922

1955

51.552

553.063

1960

59.539

569.214

1965

46.089

549.482

1970

39.347

555.872

1975

28.227

493.296

(acerca de la evolución en el V. de Roncal, ver gráfico nº 5).

(1): Los datos para el V. de Roncal proceden de las hojas de riqueza de los siete municipios; los de Navarra han sido extraidos de los correspondientes censos publicados en los anuarios estadísticos del I.N.E.

 

Esta decadencia pudo haberse iniciado en el siglo anterior, pero ahora es cuando adquiere mayor fuerza.

Los datos que nos proporcionan las citas históricas hablan de efectivos en torno a 100.000. La encuesta efectuada en 1817, anteriormente citada da cuenta de un total de 85.700 cabezas pero se refiere a un momento de crisis tras la Guerra de la Independencia por la que Navarra se vio especialmente afectada, como el Valle y es lógico que la ganadería sufriera estas repercusiones.

Madoz en su Diccionario da la cifra de unas 90.000 (1).

Otra cita recogida en la obra de D. Javier Gárriz mencionada en páginas anteriores establece una cantidad similar: 63.881 ovejas y 25.699 corderos, en 1844. .

En este proceso que afecta también al número de explotaciones han intervenido una serie de factores de importancia desigual entre los que es difícil establecer una jerarquía a la hora de valorarlos.

Una de las causas que se señalan en las encuestas realizadas es el de la pérdida o disminución de rentabilidad en la explotación de ganado lanar por causas tales como: la mayor demanda y consumo de otras especies ganaderas, vacuno, porcino, etc., menor demanda y por tanto caída de precios de la lana tanto para la elaboración de colchones como para la industria textil a la vez que se encarece la mano de obra.

A todo esto se uniría la dificultad para encontrar personal asalariado puesto que cada vez hay menor interés por ejercer este trabajo, lo que trae como consecuencia una gran escasez de "expertos" en la materia. Hoy día los ganados grandes quedan reducidos a familias capaces de bastarse con sus propios miembros.

Por tratarse además de una ganadería fundamentalmente trashumante obliga al ganadero a residir apartado de su familia durante una parte importante del año, y si antes esto se aceptaba, hoy resulta más gravoso.

Por eso comentábamos en páginas anteriores que Burgui, más liberado de esta práctica, se interesaba más en el ganado lanar.

El sistema trashumante al mismo tiempo, ha dado lugar a que más de un ganadero roncalés se establezca definitivamente en los pueblos de la Ribera, con lo que pierden los derechos a utilizar los pastos veraniegos del Valle, pero sin abandonar la ganadería.

Algunos explican esta disminución de los efectivos en base a la dificultad para encontrar hierbas en alquiler dado que la progresiva intensificación del cultivo cerealista en la Ribera cada vez deja menos tierras en barbecho.

Algunos de los ganaderos roncaleses son propietarios de corralizas y cuando las dificultades que venimos señalando se han acentuado, han optado por abandonar la explotación ganadera" para centrarse en la agrícola exclusivamente, de forma directa O con aparceros.

 

 

 

 

 

(1) Madoz Diccionario Histórico. Madrid 1849. 6 v..

 

El abandono de la ganadería va unido en muchos casos al abandono del pueblo,  instalándose en Pamplona o Zaragoza; en este sentido es curioso observar que han sido los ganaderos precisamente, los primeros en protagonizar el éxodo del campo a la ciudad.

Esto va unido a un factor que me parece ha contribuido decisivamente a lá decadencia ganadera: las familias ganaderas, los propietarios fuertes que detentaban el poder económico en el Valle, han procurado orientar a sus hijos hacia estudios superiores con lo que éstos, dedicados profesionalmente a actividades urbanas totalmente diferentes; han roto la tradición familiar, y la falta de brazos unido a la dificultad para contratar personal asalariado ha llevado a muchos a liquidar la explotación. .

Ahora bien, esto de un modo y otro se enmarca en el hecho sociológico de rechazo de la vida rural y más al tratarse del pastoreo trashumante.

Paralelamente, mientras desaparecen .las explotaciones tradicionales se crean otras nuevas en manos de antiguos pastores, conocedores de la profesión que no hacen sino continuar con el ganado del antiguo patrón.

Hay finalmente algunos casos, aunque muy escasos, en los que el ganadero ovejero sustituye estos efectivos por vacuno, que ofrece unas condiciones económicas y sociales aparentemente más atractivas,

Las consecuencias de esta evolución son también diversas: al disminuir las densidades por unidad de superficie (el) 1905 había 199 cabezas por kilómetro cuadrado y 68/km. cuadrado en 1975) y de superficie pastada (5,03 por Ha. y 1,7 por Ha. respectivamente) la ocupación de los pastos en verano, se hace muy libremente, sin necesidad de subastas. Continúan arrendándose pero cada uno elige su majada preferida.

En contrapartida estos pastos infrautilizados además de suponer un despilfarro de recursos naturales se ven degradados y empobrecidos al ser invadidos por el matorral.

En algunas encuestas señalan que la hierba hoy es más basta y lo aducen a esto precisamente; tal vez se ha roto el equilibrio ecológico entre las diversas especies florísticas.

2.1.2. Sistemas ganaderos 

No parece necesario hacer distinción entre sistemas tradicionales y modernos ya que las formas que hoy se practican combinan las fórmulas antiguas con algunas innovaciones recientes; en todo caso iremos señalando estas aportaciones al analizar el modo de hacer actual.

Sí, en cambio, se puede diferenciar entre el sistema trashumante que une lo nuevo con lo viejo, de la ganadería estante que, minoritaria, cuenta con su propia tradición y cada vez con más adeptos. 

2.1.2.1. La ganadería trashumante

Se basa totalmente en la raza churra, raza definida como "animal rústico, capaz de adaptarse a variadas condiciones ambientales, fecunda, muy apreciada como productora de carne, y de lana entrefina, no igualada como colchonera y bien introducida en la industria textil (1)

 

(1) Definición extraída del folleto de reglamento y programa del concurso de ganados de Burguete en 1978, ed. Diputación Foral de Navarra

 

Sigue siendo el sistema prioritario en el Valle. Una trashumancia inversa consistente en la utilización de los pastos de montaña en verano, combinados con una invernada en pueblos meridionales de la Ribera de Navarra, comarca de Cinco Villas y Ribera zaragozana, preferentemente.

El sistema supone una adaptación bastante estricta a los dictados del medio ambiente del Valle, que al sufrir un invierno riguroso con temperaturas bajas y nieve, carece en este tiempo de condiciones adecuadas para el ganado. Pero este medio, abundante en pastos durante el verano, justifica al mismo tiempo la vocación ganadera del Valle, que sólo con la posibilidad de utilizar un medio diferente ha podido mantener una ganadería tan importante en efectivos como la que se ha conocido hasta ahora.

Esta adaptación obligaba a dirigir los ganados hacia el Sur a finales de Setiembre y permanecer allí hasta que las condiciones en el Valle se presentaban favorables: desde mayo los pastos podían ser utilizados sin demasiados riesgos climáticos, aunque el desplazamiento tenía lugar en junio.

Junto a este condicionamiento de tipo natural, se daba la necesidad de combinar la actividad ganadera con una agricultura, mucho más extendida que hoy y las fechas más concretas de desplazamiento estaban en parte fijadas por la apertura o cierre de los lugares de pasto que se ajustaban en gran medida al calendario agrícola -siembra y recogida de la cosecha- tanto en el Valle como en la Ribera.

Las Ordenanzas del Valle señalan una serie de fechas que ajustan el ritmo de utilización de los pastos.

Así los "trozos" para cualquier clase de ganado, incluido por tanto el lanar, se arrendaban a mediados de mayo, manteniéndose vedados desde el 20 de abril hasta el 29 de setiembre; algo parecido ocurre con los "panificados" y "casalencos": cada Ayuntamiento procedía a su subasta cuando los ganados se disponían a subir, considerándose vedados los primeros, desde el 12 de noviembre hasta el 24 de agosto, y desde el 3 de mayo al 29 de setiembre, los casalencos.

Si los pastos del Valle no estaban en condiciones, retrasaban el ascenso pero no más allá del 15 de junio, fecha en que se procedía al cierre de las Bardenas (hasta el 25 de setiembre) (1).

Además de esto, la mayoría de los ganaderos fabricaban queso que había que hacer en el Valle y el retraso podía suponer una merma en la producción.

Los pastos bardeneros han jugado y siguen desempeñando un importante papel en el sistema trashumante, ya que como es de sobra conocido el Valle de Roncal es uno de los 22 congozantes de las mismas.

Esto y los pastos arrendados en corral izas a los particulares o a Ayuntamientos era la base fundamental de la alimentación invernal.

En la actualidad el calendario de los desplazamientos y el sistema de disfrute de pastos, no sigue un ritmo tan estricto como antaño, debido por una

(1) En las ordenanzas de las Bardenas redactadas en 1915 figuran el 15 de Junio y el 25 de Septiembre como fechas de cierre y apertura respectivamente. Con posterioridad éstas se transladn al 20 de junio y 29 de septiembre. Extraído de la obra "La Ribera Tudelana de Navarra" A. Floristán. CSIC, Diputación Foral de Navarra. Zaragoza, 1951.

 

parte a la disminución de los efectivos ya un mayor cuidado en el mantenimiento del ganado.

Suben en las mismas fechas, después del esquileo (pero ya no se llevan a cabo las subastas de los panificados), procurando trasladar la mayor parte del ganado; mas a diferencia de lo que se hacía antes, en que subía la totalidad (sólo en alguna ocasión se dejaban las ovejas viejas y los corderos) suelen dejar en la Ribera (1) el ganado recién parido con las crías, bien en las Bardenas hasta el cierre de éstas y desde entonces en las corral izas o en las corral izas permanentemente, utilizando si fuese necesario los piensos para su alimentación, En ocasiones sólo suben las ovejas y las corderas,

Una vez en el Valle cada ganadero se instala en su majada preferida; para ello existen acuerdos más o menos tácitos entre los ganaderos de cada municipio o del Valle, De hecho suele tener preferencia en cada punto el primero que llega, pero no existe inconveniente en respetar a cada uno su lugar elegido, que suele ser el mismo cada año,

Dado que antes los efectivos lanares eran muy numerosos y se cuidaba preferentemente el destinado a la venta, se separaba el ganado: las crías y los mardanos en cantidad previamente establecida por el Ayuntamiento, junto con un número determinado de cabras pasaban a los panificados arrendados, y de allí a los casalencos cuando se producía la suelta de aquéllos, puesto que éstos eran unos pastos más cuidados; mientras, las ovejas pastaban en el común.

Hoy el ganado pasta "a la revulta" sin separación de ningún tipo.

El regreso a la Ribera se llevaba a cabo entre finales de agosto y noviembre procurando retrasarlo al máximo; actualmente tiene lugar en fechas tempranas: a finales de agosto comienza a bajar el ganado que está a punto de parir o acaba de hacerlo, alegando que los corrales allá ofrecen unas condiciones más adecuadas para este momento (cada vez es más evidente que el Valle es el complemento de la Ribera y no lo contrario como sucedía antes).

El resto no suele tardar mucho más. Al estar vedadas las Bardenas, se instalan durante unos días en las corral izas hasta que, llegada la fecha de la suelta bardenera, entran en ella para aprovechar los pastos otoñales; allí permanecerán hasta que las condiciones de pasto aconsejen la vuelta a las corral izas de las que nuevamente pasan a las Bardenas en primavera,

En años anteriores abandonaban las Bardenas para la "parición" que tenía lugar a fines de noviembre o diciembre; ahora este condicionamiento no se da porque los partos se producen en fechas muy diversas a lo largo del año y en cualquier punto de los utilizados en sus desplazamientos,

En ocasiones el ganado vacío, menos exigente, permanece en las Bardenas durante todo el invierno,

Existen en conjunto tres tipos de desplazamientos: 

Valle -Bardenas -Valle (poco frecuente)

Valle -Bardenas -corralizas -(Bardenas) -Valle

Valle -corralizas -Bardenas -corral izas -Bardenas -Valle

 

 

 

(1) Utilizaré este término con el significado general de zona de invernada, como se hace en el Valle aunque con él abarco un área más amplia de lo que es en realidad.

 

Poco a poco se van introduciendo mejoras en los traslados desde la montaña; una mayoría emplea el transporte en camiones o furgonetas (especialmente el ganado que exige más cuidados como ocurre con las ovejas que están a punto de parir o acaban de hacerlo; de hecho la mayoría de las explotaciones cuentan con vehículos para el transporte de ganado en pequeñas cantidades); pero quedan aún ganaderos que siguen el sistema tradicional, recorriendo a pie por la cañada o cabañera de los roncaleses el itinerario de siempre empleando en ello 4 ó 5 jornadas y atravesando Burgui, Leire, Sangüesa, Peña, Cáseda o Morea y de allí a las Bardenas o a las corralizas.

Hay incluso, decididos partidarios de este tipo de traslado, alegando que al ser muy pocos los que lo ponen en práctica, el ganado encuentra abundante alimento en el camino, con lo que apenas mengua de peso, a más de ser una fórmula más barata.

Las mejoras introducidas son más evidentes en el terreno de la alimentación y selección del ganado, en busca de una mayor productividad.

Durante la estación veraniega los lanares se alimentan exclusivamente de hierba en los prados de altura de puertos, trozos, y en panificados y comunes; se completa esta dieta con una ración de sal cada 8 días.

El resto del año pastan también en corralizas y regadíos pero el sistema de alimentación varía, según se trate de ganado de vida o de engorde. Las ovejas madres y los mardanos sólo serán alimentados con pienso si el pasto se hace insuficiente; en este caso se les suministra maíz, cebada o alfalfa, en los pesebres o tendido en el suelo al aire libre.

La parte de las corderas que van a ser reservadas para ganado de vida son alimentadas por sus madres hasta que pueden pastar, sin proporcionarles un cuidado especial.

En cambio son mucho más exigentes con el ganado destinado a la venta. Estas, a las dos semanas de vida comienzas a ser alimentadas con pienso,

pienso natural mezclado con compuestos, en una proporción de 25% y 75% respectivamente, y progresivamente van invirtiendo las cantidades.

Estas corderas se venderán con más de tres meses y 24-25 Kgs. de peso.

La generalización del consumo de piensos permite adelantar el destete con lo que las madres podrán quedar cubiertas en poco espacio de tiempo. Es muy frecuente la obtención de dos crías por madre en 14 meses.

Con este fin, apenas se separan de los padres. Antiguamente había dos fechas para la cubrición procurando un parto en diciembre y otro posterior para las que habían quedado vacías, pero esto conlleva la acumulación de trabajo en unas pocas fechas; hoy día dada la falta de mano de obra y la regularidad de la demanda se tiende a una mayor diversificación.

Es cada vez mayor el cuidado puesto en mantener la raza adecuadamente, para ello proceden a renovar los padres cada cuatro o tres años, mediante cruces con ganado selecto.

De cuanto llevamos dicho se desprende fácilmente el destino de la cabaña lanar: a la producción de carne básicamente y de lana en segundo lugar. Los corderos se venden en tres etapas fundamentalmente: Navidad, marzo

 

y agosto a tratantes y abastecedores de los mercados de Pamplona, Zaragoza y Barcelona, a través de transacciones efectuadas tanto en la montaña como en la Ribera.

Con la lana se sigue un sistema parecido; inmediatamente después del esquileo que tiene lugar en las corral izas o en las Bardenas "cuando aprieta el calor" es vendida a representantes de fábricas de colchones o de fibras textiles con destino a Pamplona y Barcelona.

Se ha abandonado casi totalmente la producción de leche para la elaboración del queso del Roncal, que tanta fama había alcanzado. La única razón de esto vuelve a ser la falta de mano de obra, mano de obra especialmente necesaria en los trabajos de ordeño y elaboración.

Es fácil comprender esto si se tiene en cuenta el proceso del trabajo: se ordeña el ganado dos veces al día y se necesitan cinco litros de leche para 1 kg. de queso, aproximadamente la producción de 40 ovejas en un día.

Hasta tal punto ha dejado de interesar esta producción -insisto en que por falta de mano de obra- que la fábrica de quesos recientemente instalada en Roncal debe abastecerse en su totalidad desde fuera.

De hecho en las últimas campañas sólo unas pocas explotaciones han llegado a producir algo en pequeñas cantidades.

En 1955 todavía se llegaron a elaborar unos 20.000 Kgs., en el tiempo que va desde mediados de junio, cuando se llega de la Ribera, hasta mitad de julio, tiempo en que normalmente se desarrolla la campaña. En 1968 la cifra había descendido 3.000 Kgs., y en los últimos años la cifra no rebasa los 2.000 Kgs.

Aunque esta práctica ha caído casi en desuso, quedan no obstante insertados en el espacio agrario una serie de elementos relacionados con la manufactura del queso, cuya utilización viene regulada por las Ordenanzas del Valle: son las muideras, cabañas y cabañizos, parajes ubicados en el común que no podían ser roturados ni utilizados con otra finalidad.

En ocasiones estas queserías vienen a coincidir con los corrales de acubilar ganado, de propiedad particular normalmente, pero, como el resto de los elementos, sometido a la servidumbre de uso. El primero que llegaba con el material necesario para la obtención del queso, tenía preferencia sobre los demás.

Valoración de la práctica trashumante No todos los ganaderos opinan igual respecto a este sistema. Hay quienes instalados definitivamente en la Ribera, han dejado de ser vecinos del Valle perdiendo por tanto sus derechos a los pastos veraniegos. Para ellos es claro que carece de valor.

Otros en cambio, cuya familia se traslada con los ganados y mantienen "casa abierta" sólo parcialmente en el Valle, denotan bastante interés por subir, en base a que el cambio, según ellos, favorece al ganado, aunque el aumento de peso no se produzca paralelamente; de esta forma sólo trasladan el ganado de vida. Mientras, quedan en la Ribera los destinados a la venta, vigilados por un pastor .

Hay quienes se trasladan por aprovechar unos pastos prácticamente gratuitos, como se ha hecho siempre.

 

Algunos finalmente llegan a decir que el ganado pierde peso en el Valle y que su permanencia durante el verano abajo podría ser incluso más lógica.

Lo cierto es que, como práctica ganadera, está decayendo, independiente- mente de que los efectivos ganaderos hayan disminuido.

No sería extraño que con el tiempo, este sistema quedase sustituido por una ganadería estante, menos numerosa todavía, y estabulada, aprovechando la abundancia de recursos naturales con los que cuenta el Valle.

De igual modo los pastos del Roncal podían volver a acoger ganado forano, mediante arriendo de hierbas, como ya se ha hecho en el pasado.

Esto iría dirigido al aprovechamiento más completo de las posibilidades existentes, que sobrepasan con mucho las necesidades del ganado autóctono.

En la actualidad el número de explotaciones de lanar no sobrepasa la cifra de 30. De ellas son muy escasas las que cuentan con más de 2.000 cabezas; la mayoría comprende unas 600 a 1.000 cabezas, seguida de los pequeños rebaños con estancia permanente en el Valle, cuyos efectivos más frecuentes varían entre 60 y 250.

En la primera mitad del siglo, el número de explotaciones rebasaba fácilmente las 100.

2.1.2.2 Ganado lanar estante

Este sistema va poco a poco ganando adeptos, y se lleva a cabo en la mayoría de los municipios.

Tiene su precedente en el ganado de carnicería, del Ayuntamiento, existente en todos los pueblos hasta hace pocos años.

El abastecimiento de las carnicerías se hace hoya través de particulares, que venden partidas de ganado periódicamente, de forma directa o a través del cortador que designa el Ayuntamiento.

Aquel ganado de carnicería era en ocasiones de un particular que mediante subasta se hacía cargo del abastecimiento.

El Ayuntamiento le proporcionaba entonces el pasto igual que si se tratase de ganado comunal.

En el caso de no haber postor el Ayuntamiento mantenía un ganado comunal, que pastaba, vigilado por un pastor en terreno de la Junta del Valle destinado a este fin.

Simultáneamente se daba algún caso de ganaderos que mantenían su pequeño ganado permanentemente en el Valle. Se trataba de efectivos de raza churra o lacha (estas últimas fueron introducidas hace no más de 12 años).

Las características ambientales del Valle obligaban a una prolongada estabulación, de noviembre a abril, utilizando para ello los corrales de las zonas más bajas.

Al extenderse esta práctica en los últimos años se observa una insuficiencia de cobijos para la estabulación. A diferencia de lo que está ocurriendo con el ganado bovino, todavía no se ha creado ningún edificio nuevo a tal fin.

Emplean corrales dentro del casco urbano de los pueblos, las cuadras de

 

las viviendas..., dándose el caso frecuente de tener el ganado distribuido en tres o cuatro puntos diferentes.

Durante este período son alimentados a base de pienso, paja, forraje, sólo parcialmente producido en el Valle por los mismos ganaderos.

En los meses de invierno salen a veces al campo utilizando los campos próximos al pueblo.

Finalizada la estabulación pastan en el común y en panificados y casalencos según las fechas y del mismo modo que los trashumantes.

En la práctica existe una cierta libertad al escasear los cultivos y la menor demanda de pasto.

En lo relativo a la producción este sistema es similar al trashumante; interesa producir carne y lana, en cuya comercialización utilizan los mismos circuitos.

Venden los corderos al matadero de la capital o abastecen periódica- mente las carnicerías del Valle.

En Isaba, las ovejas lachas suelen ser destinadas a la producción de leche, pero en cantidades reducidas.

Exceptuando Burgui en que las cifras de lanar estante asciende a unas 1.000 cabezas, en el resto del Valle destacan Garde con unas 300 y con cantidades algo menores Isaba y Vidangoz.

Suponen pues, una pequeña parte del lanar, pero como ya señalábamos antes, las cifras se han visto aumentadas en los últimos años y posiblemente puede llegar a adquirir un cierto peso, dando con ello lugar a la aparición de establos y elementos modernos, como ha ocurrido con el vacuno.

2.2 Ganado caprino

Hoy día esta especie ganadera apenas tiene entidad en el Valle, pero la importancia y función que ha desempeñado hasta hace poco tiempo traducido a un contingente notable de efectivos nos obliga a dedicarle unas líneas.

En lo que va de siglo ha pasado de casi 8.000 cabezas a poco más de 300 notándose el decrecimiento más brusco desde 1950, fecha en la que todavía se podía evaluar en aproximadamente 4.000 cabezas (ve! gráfico nº 6).

En los siglos anteriores se registraban cantidades en torno a 7.000 según los apeos y encuestas que hemos ya citado para las otras especies ganaderas.

Las razones de este decrecimiento (la tasa de decrecimiento en lo que va de siglo es de 95,8%) son de sobra conocidas: junto a la leyenda negra que el ganado cabrío ha desencadenado como animal dañino y enemigo del árbol se sitúa la creencia, no exenta de razón si no se le cuida, de propagar diversas enfermedades.

Todo esto hizo que ya desde el siglo XIX se dictaran una serie de disposiciones y normas respecto al número de cabras que podía haber en cada pueblo.

De cualquier modo éstas en poco afectaron a la ganadería roncalesa. Es en el siglo XX y sobre todo en los últimos años, cuando se nota su

 

descenso más brusco al ponerse en práctica nuevas normas según las cuales la Diputación Foral sólo permite un máximo de tres cabras en rebaños de más de 100 ovejas. (No he tenido ocasión de acceder a estas disposiciones, que he llegado a conocer solamente a través de las encuestas efectuadas a ganaderos.)

El ganado cabrío ha desempeñado una doble función en esta zona: una de ellas, muy generalizada en Navarra y en otras zonas del Estado era la de abastecer de leche y ternascos para Navidad a la familia. Por ello hasta hace poco tiempo en cada casa contaban con dos o tres cabezas. Todas juntas, en cada pueblo, constituían un rebaño, la cabrería, que diariamente era conducida al monte por un pastor, el cabrero, al que cada particular pagaba una cantidad en dinero, según el número de cabezas que le cuidaba; al atardecer volvían de nuevo al pueblo para ser encerradas en las cuadras de la casa. Sólo en los días de mayor rigor invernal dejaban de salir al pasto.

Este sistema sigue todavía vigente porque sigue existiendo el ganado municipal pero los efectivos son escasos dado que la población ha descendido sensiblemente y principalmente porque el abastecimiento de leche ha dejado de ser un problema con los modernos sistemas de envasado y distribución comercial.

Pero el mayor número de efectivos estaba junto al rebaño de ovejas. Con anterioridad, por cada 1.000 ovejas los rebaños solían poseer unas 60 cabras, consistiendo su función en "guiar" el ganado, y contribuir a la alimentación de las crías en los partos dobles.

Además se les utilizaba también para limpiar de maleza los pastos.

Sus crías tenían al mismo tiempo una notable demanda en determinadas fechas del año.

Múchos de los ganaderos preguntados, no dudan en valorar positivamente su existencia y atribuyen en parte a su casi desaparición, la culpa de que los pastos hayan sido invadidos de matorral y estén en peores condiciones para ser utilizados.

Lo cierto es que la curva evolutiva que ofrece esta especie ganadera no presenta d~ldas respecto a su total desaparición en fechas más o menos próximas.

Prácticamente inexistentes como complemento del ganado, hoy sólo se siguen manteniendo para el abastecimiento doméstico de leche y en unas pocas familias.

Evolución del ganado caprino en el Valle de Roncal: 

Año nº cabezas
1905 7.719
1915 6.266
1935 4.127
1940  4.388
1945 5.106 
1950 3.901
1955 2.528 
1960 1.295
1965 886
1970 506
1975 324

2.3 El ganado bovino

Esta especie ganadera siempre ha tenido un lugar en la cabaña del Valle. Todos los censos, encuestas, apeos, etc., que hemos podido conseguir, nos dan noticias de su existencia.

 

 

F. Idoate llega a calcular un total de 6.000 vacunos en el s.XVIII para todo el Valle (ver Idoate, Opus cit. pág. 37) pero tal vez sea una cifra exagerada porque poco después, en el siglo XVIII también, el número es de 1.420 entre bueyes, y vacas para la labranza, vacas cerriles y crías, según un proceso de 1.639 que reproduce en la misma obra (pág. 123).

Me inclino a pensar que el conjunto no habrá superado la cifra de 2.000 en ningún momento de su Historia.

De todas ellas, 1975 dará la cifra más alta posiblemente. y no sólo se trata de una variación cuantitativa, su significado también ha cambiado sustancial mente en los últimos años; de ser utilizado como animal de trabajo, ha pasado a ser pieza clave en la economía de muchos campesinos, orientado a la producción de carne, para lo que se han puesto en práctica nuevos sistemas de explotación que están modificando de forma notoria el espacio agrario.

Las transformaciones se sitúan en torno a los años 60, fechas que nos permiten establecer dos etapas diferentes: la tradicional, de larga duración y la moderna, muy reciente, pero con un rápido desarrollo, la cual ha trazado ya unas líneas concretas que nos permiten intentar su evaluación.

2.3.1 El bovino tradicional

 En 1905 las 832 cabezas de ganado vacuno representaban tan sólo el 0,8% del total ganadero; estas cifras dicen bastante de su escasa importancia tanto en términos absolutos como relativos.

Al margen de cualquier orientación comercial, era el ganado de labor por excelencia juntamente con el caballar, y destinado a las labores agrícolas. En contadas ocasiones se procedía a la venta de alguna cría, o ya adultos, como animales de labor.

Era frecuente poseer algún buey o alguna vaca para tirar del arado o del trillo, sobre todo por parte de los agricultores más fuertes.

Aunque los encontramos en todos los pueblos, llegan a ser más numerosos en los de mayor desarrollo agrícola, decreciendo por tanto los valores de Sur a Norte.

Eran en su totalidad pertenecientes a la raza Pirenaica que se mantendrá hasta ser sustituida por la Parda alpina en los últimos 15 años.

La denominación de Raza Pirenaica se introdujo al parecer en Guipúzcoa a comienzos de siglo cuando se creó para la misma el libro genealógico y de allí pasó a Navarra.

Hasta entonces los efectivos vacunos del Pirineo se habían denominado con términos tales como "la nuestra", "la raza vasca" o "del País" (1). Dada la importancia que el ganado de labor suponía, en cada municipio se destinaba una parte de sus terrenos, los vedados boyerales para su manutención y si éstos se consideraban insuficientes en un momento determinado, cada Ayuntamien- to recurría a la Junta General dei Valle solicitando más.

 

( 1) El ganado vacuno de raza Pirenaica en Navarra. La acción social Navarra n. 3531. Julio 1976.

 

Durante el tiempo de la siembra, trilla, etc., los ganados de labor podían también pastar en los panificados, entre sembrados y rastrojos pero con pastor y debidamente vigilados para no causar daños; del mismo modo quedaban libres para pastar en las rastrojeras y hierbas de los campos de su propietario dentro de los panificados y casalencos. A medida que transcurren los años, aunque dentro de esta etapa que he llamado tradicional, el ganado vacuno como animal de trabajo va decayendo y queda sólo como animal de cría y granjería. Sólo en los municipios de Vidangoz y Burgui vamos a encontrarlo en esa categoría hasta 1960; pero las cifras no van a variar sustancialmente, aunque sí se aprecia una disminución.

El mínimo se va a producir en 1950, con 520 reses, para remontarse bruscamente a partir de aquí, y aunque deja de ser considerado como animal de trabajo el sistema seguido va a seguir siendo familiar.

En cada municipio existe una dula o rebaño formado por la totalidad de los vacunos que custodiados por un pastor -el boyero- pagado entre todos según el número de cabezas que cada vecino aporte, vive en el monte gran parte del año; sólo se les encerraba (y para ello existía en algunos pueblos un corral municipal) durante los días más rigurosos del año; de vez en cuando bajaban al pueblo para recibir una ración de sal.

Pastaban en el vedado, o en los trozos y puertos arrendados una temporada, o bien en el común.

En general y como ocurría cuando era utilizado en los trabajos agrícolas, eran muchos los propietarios de varias cabezas de ganado de las que obtenían una fuente de ingresos complementaria.

Vendían los terneros para carne o para recrío a tratantes que llegaban al valle en determinadas fechas, pero procurando la venta principal en octubre.

En ningún momento este ganado recibía unos cuidados especiales y el sistema de explotación aseguraba poco más que su supervivencia.

Junto al ganado de carne pero en cantidades muy pequeñas, se podían contabilizar algunas cabezas de vacuno extranjero dedicadas a la producción de leche. A excepción de Isaba que siempre ha contado con algún ejemplar desde 1915 (con un máximo de 21 en 1950-1955) en los demás municipios aparecen esporádicamente, como iniciativas aisladas y de escasa consideración. En el censo de 1975 sólo aparecen 10 ejemplares cuya producción se limita a cubrir una parte muy pequeña del consumo local. En el momento máximo de apogeo sólo se alcanza la cifra de 30 vacas para todo el Valle.

Han sido y son ejemplares de raza holandesa, adquiridos fuera, que se mantienen casi permanentemente estabulados, con alguna salida a los campos de casa.

Este ganado carece de arraigo en el Valle.

2.3.2. Las explotaciones modernas

A partir de 1960 vamos a asistir a una serie de cambios que van a revolucionar las formas de explotación practicadas hasta entonces.

Cronológicamente van a coincidir con la etapa de aceleración del éxodo rural simultánea también a la del cambio socio-económico en Navarra.

 

Los protagonistas de estas transformaciones son en general aquellos que se han planteado la permanencia definitiva en el Valle, animados por la necesidad de hallar unos medios de vida modernos y adecuados a las características ambientales.

En este proceso en el que la iniciativa privada ha trabajado muchas veces a nivel de intuición, se han visto favorecidos por las campañas de promoción agrícola desplegadas por la Diputación Foral desde 1965.

El primer elemento del cambio ha sido la sustitución de la raza pirenaica por la parda alpina mediante el cruce de la ya existente con sementales adquiridos fuera.

El primer cruce tuvo lugar en 1963, con un semental adquirido por un particular en el Valle de Arán. A partir de ahí y generalmente a través de la Diputación, se han adquirido o alquilado nuevos ejemplares hasta cambiar la raza en su totalidad.

Desde 1968 y hasta 1978 la Diputación ha subvencionado a los ganaderos roncaleses un total de 100 novillos de los cuales 40 se destinaron a Isaba.

Se ha conseguido ya una cabaña perfectamente aclimatada a este medio y de la que los ganaderos se encuentran plenamente satisfechos porque alcanzan un mayor peso en menos tiempo.

La sustitución se lleva a cabo con el fin de acomodarse mejor a la cada vez más fuerte demanda, lo que por otra parte ha llevado a los ganaderos a plantearse seriamente unos nuevos modos de explotación.

De esta forma se configura el ganadero vacuno, y si hasta entonces lo frecuente era el que unas cuantas casas poseyeran alguna cabeza de ganado, ahora el número de propietarios disminuye, pero los que siguen van a aumentar sus efectivos.

Citaré como ejemplo el caso de Garde, en donde 27 propietarios en 1935 se repartían 157 ejemplares y llegando a 1975 quedan 8 ganaderos que contabilizan en total 378 cabezas.

 

En cuanto se procede al cambio de raza se inicia la construcción de corrales apropiados. Hasta entonces se venían utilizando viejos corrales de ganado o las cuadras y casas abandonadas, pero careciendo de condiciones apropiadas pronto se hacen inservibles.

De esta forma van a surgir en la década 60-70 y continúan hoy día (lo cual indica que el hecho sigue en expansión) nuevas edificaciones.

Los primeros se construyen con materiales locales, similares a los empleados en las viviendas y con un aspecto que apenas difiere de los demás refugios dispersos por el campo, pero enseguida se copian los modelos más o menos estandarizados, con paredes de ladrillo encalado, cubierta a dos aguas, unos pocos huecos para dejar pasar la luz y gran puerta corrediza. Totalmente desintegrados en el entorno.

Las dimensiones varían de unos a otros, en función del tamaño de la explotación, pero presentan los mismos elementos y la misma función.

Además de servir de establo suelen ser utilizados también para almacenar el forraje y los piensos, amontonando en el centro de su única planta o en un sobrepiso del que directamente se vierte a los pesebres.

 

Dada su reciente construcción suelen estar dotados de los elementos más modernos, en lo que se refiere a pesebres, abrevaderos, etc...

Se localizan a pie de carretera o de pistas forestales, no muy alejados del casco urbano y del abastecimiento de agua.

La maquinaria utilizada en la explotación se guarda en el mismo establo o en edificios anejos y el conjunto a veces se completa con el silo.

Este elemento ha sido adoptado en pocas ocasiones todavía; hay que tener en cuenta, por otra parte, que no todos los ganaderos se autoabastecen de forraje, ni siquiera parcialmente.

Entre los que se han construido (6 en todo el valle) predominan los de torre y en segundo lugar de zanja.

Unos y otros sólo aparecen en los pueblos más septentrionales, en los que el cultivo de forrajes ha adquirido un mayor desarrollo.

El sistema de explotación combina la estabulación con la vida en el monte. Dadas las características del valle, se ven obligados a permanecer en los establos de diciembre a mayo normalmente, y más o menos según venga el año.

Durante estos meses se alimentan de piensos y forraje, combinando la hierba seca con el panizo, la cebada y la avena.

Hay algunos ganaderos que procuran autoabastecerse total o parcialmente por lo que han desarrollado una agricultura de praderas artificiales (sus características ya han sido tratadas en el capítulo referente a la agricultura); pero quedan unos cuantos, sobre todo en los términos más meridionales, que no lo hacen y necesitan abastecerse fuera del Valle.

También se recoge hierba natural pero en cantidades mínimas. La cría de los terneros se lleva a cabo de forma mixta: lactancia a veces exclusiva hasta los tres meses y completada con piensos durante otros tres; luego la alimentación no difiere de la del resto del ganado, a excepción de los destinados a engorde que se mantendrán estabulados incluso en verano.

Desde mayo o antes, si las condiciones son favorables, salen al monte; primero pastan en el común hasta mediados de junio en que se procede al arriendo de los puertos y trozos. Allí permanecen hasta finales de agosto de donde se trasladan a los panificados, ocupados hasta entonces por el ganado menudo.

Como ya hemos señalado en otras muchas ocasiones, tendríamos que repetir que dada la escasez de agricultura, cada vez se cumple menos la letra de las Ordenanzas vigentes y el ganado se mueve más libremente condicionado únicamente por el factor climático: en verano asciende a los pastos de altura para descender después a zonas más bajas tanto si está vedado (el panificado lo está desde el 1.0 de noviembre) como si no lo está.

Cada vez está más claro que las Ordenanzas requieren una revisión en profundidad y adecuarlas a la realidad actual.

 

2.3.3. Orientación económica

El ganado vacuno, en su forma actual, se destina a la producción de carne (con la excepción de esas pocas lecheras que he apuntado con anterioridad). La mayor parte se venden para recrío fuera del Valle. Se venden con 6 meses de vida.

Otra parte, menor numéricamente, se engordan en la propia explotación hasta los trece o catorce meses, para venderlas directamente al matadero (de Pamplona).

Finalmente, se reservan unas pocas crías para la renovación de los efectivos.

Suelen procurar cubrir el ganado en dos fechas diferentes para obtener una parición en abril y otra en octubre.

Abril y octubre son también las fechas en que se efectúan las principales transacciones, cuando los terneros tienen 6 meses de edad.

En este sistema ganadero juega un papel esencial la abundancia de recursos naturales existentes en el Valle que dada la organización del territorio son prácticamente gratuitos.

En contrapartida se da una dependencia del exterior para la alimentación de una parte del año; pero es evidente que el cultivo de forrajes puede ser intensificado y ampliado a costa de los campos abandonados, en lugares fértiles y de fácil acceso.

Más que los condicionamientos ambientales -terrenos, clima-, pesan las limitaciones humanas. La mayoría de los ganaderos no cultivan, lo hacen de forma parcial o no amplían el número de efectivos por carecer de mano de obra; siendo prácticamente imposible encontrar personal asalariado, cada productor mantiene la explotación que los miembros de la familia pueden abarcar.

Esto es lo que explica que a pesar de las buenas condiciones que el medio ostenta, la cabaña vacuna sólo alcance en todo el Valle 1.882 cabezas, es decir, poco más de 4 por kilómetro cuadrado (y una cabeza por habitante).

En realidad, la cifra sólo cobra valor si la comparamos con las otras especies, en decadencia, mientras el vacuno se presenta en expansión. 1975 representa respecto a 1905 una tasa de incremento del 118,9%.

Evolución de la ga-naderia bovina en el Valle: 

Año nº cabezas
1905 832
1915 721
1935  804  
1940 804 
1945 609
1950 558 
1955  704 
1960 1.125 
1965 1.035 
1970 1.271
1975 1.822

2.4 Ganado caballar

Los caballares, junto con el mular, eran las especies de menor entidad en el Roncal, a comienzos de siglo.

Sin embargo, su curva evolutiva difiere sensiblemente de la de los otros animales: ha habido aumentos y retrocesos en momentos diferentes para

 

finalmente ofrecer hoy una cantidad parecida a 1905. Entonces suponían el 0,39% del total de efectivos y ahora el 1 %.

Hasta 1955 su número había ido en aumento con la excepción de los años de la guerra civil, en que bajan para recuperarse en los años siguientes. Y es precisamente en esta década de 1945-1955 cuando se llega a alcanzar el máximo: 871. Luego decae nuevamente hasta quedar estabilizados en torno a 300.

También para Navarra -según los datos del I. N. E.- los máximos se centran en ese período (29.857 en 1950) y decaen sensiblemente a continuación (12.616 en 1975).

La razón de este aumento podría deberse a la fuerte demanda que siguió a 1939 dada la escasez caballar que en aquellos años padeció el Estado (1).

De cualquier modo, ni en los años de mayor auge logró alcanzar una cifra considerable.

Como ganado de labor, se le podía encontrar en todos los municipios hasta 1965 pero siempre en cantidades muy exiguas; algunas familias poseían una o dos ejemplares utilizados como animal de tiro en los trabajos agrícolas, pero la decadencia de la agricultura por un lado y el empleo de maquinaria por otro provocaron su desaparición como animal de labor.

Hoy lo encontramos únicamente en los pueblos de Uztarroz e Isaba pero con características diferentes. Aquí siempre han existido ganaderos ocupados en la cría caballar y aunque su número ha decrecido, todavía se continúa con esta práctica. Si antes era frecuente que bastantes familias poseyeran 5 ó 6 yeguas con sus respectivas crías, hoy se han reducido las explotaciones, pero aumentando el número en cada una.

Los sistemas practicados actualmente apenas difieren de los de antaño. En todo caso existe más cuidado en la alimentación y en la selección de los sementales, que proporciona a veces la Diputación. Pero los ritmos y sistemas de estabulación siguen siendo iguales.

Este ganado apenas se estabula. Sólo para la parición y en los días más crudos del año, ya que incluso con nieve se les puede encontrar en el campo durante el día.

Para ellos se continúa utilizando las bordas y corrales, así como las cuadras de la propia vivienda. En ningún caso han dado lugar a nuevas construcciones.

Las que emplean son construcciones en piedra, con tejados a dos aguas, de dimensiones medias (50 m2), dotados a veces de cobertizos para almacenar hierba y paja si no se dispone de un sobrepiso a tal fin.

Pastan en los campos de casa o en los "vedados boyerales", "saisas" y "corseras" destinados por cada Ayuntamiento al ganado mayor -al ganado de labor se dice en las Ordenanzas- hasta mediados de junio; por estas fechas

( 1) En estos términos es evaluado el fenómeno por Donezar en su trabajo "Caballos navarros". Separata del Primer Congreso veterinario de Zootecnica. Madrid, 1918.

 

suben a los "puertos'. arrendados. por la Junta del Valle para la temporada de verano. Allí permanecerán en régimen de total libertad junto con vacas y ovejas hasta que las diversas condiciones climáticas, de pasto. etc.. aconsejen su abandono. Entonces pueden pasar a los panificados abiertos a cualquier clase de ganado desde finales de Agosto.

Este ritmo. más riguroso anteriormente, ha dejado de cumplirse en parte. como con el resto del ganado. Ahora en realidad se practican unos desplazamientos sólo condicionados para los factores naturales de manera que se utilizan los pastos de altura -los puertos- pagando un tanto por cabeza y el resto del año se mueven en terrenos más bajos. más resguardados, en los que el ganado anda libremente.

Para poder controlarlos mejor se suele proceder a colocarles un cencerro al bajar de los puertos.

Durante la estabulación se les alimenta con paja y hierba segada en verano, en algún prado. pero dado que apenas se mantienen en el corral son muy escasos los ganaderos que se preocupan por sembrar forraje.

Suelen procurar cubrir todo el ganado a un tiempo, para que nazcan las crías en primavera.

Estas son alimentadas con leche al principio pero salen al pasto poco después de nacer.

A partir de los 6 meses se venden a tratantes con destino a las industrias cárnicas -charcutería- o como ganado de vida para la producción de estiércol (son especialmente solicitadas con este fin por los productores de champiñón).

Todos los efectivos son de raza Bretona (formada por la acción ininterrumpida de sementales bretones).

Hay alguna explotación que posee su propio semental, pero lo más frecuente es alquilarlo.

Proporcionar sementales era uno de los fines de la "Junta de Ganadería Caballar", asociación de ganaderos de Isaba, que además facilitaba el establecimiento de acuerdos entre ellos, cuando éstos eran más numerosos y las explotaciones más reducidas. Hoy esta Junta apenas tiene entidad porque los ganaderos más fuertes procuran organizarse al margen y de forma autónoma.

Con vistas al futuro esta especie ganadera, la más anclada a las formas tradicionales, ofrece pocas perspectivas de intensificación. No se ha creado ninguna explotación nueva, van desapareciendo en muchas familias. que los mantenían como fuente de ingresos complementarios, y sólo son conservados por unos pocos ganaderos que han hecho de ellos la base económica principal. ofreciendo un poco más esmero en su mantenimiento pero dentro de un sistema extensivo, similar al de hace 100 años.

Para finalizar reproduciremos los datos relativos a la evolución de los efectivos (ver también gráfico nº 8).

Año nº cabezas
1905 374
1915  323
1935 573 
1940 483
1945 562 
1950 745
1955 871
1960 663
1965 351 
1970 292 
1975 311

 

 

2.5 Otras especies ganaderas (mular, asnal y cerdío)

De las tres especies que trataremos a continuación, las dos primeras van unidas a dos tipos de explotaciones económicas bien arraigadas en el Valle de Roncal: la ganadera y la forestal; por ello su evolución a lo largo del siglo corre pareja a la de estas actividades.

Ambos han desempeñado un papel de cierta importancia como animales de tiro y carga.

2.5.1 El ganado mular 

El ganado mular se utilizaba para el transporte de leña, mies, pero principalmente servía en los trabajos forestales, para el arrastre de maderas desde el punto donde se efectuaba la tala, hasta el río, cuando el transporte se llevada a cabo por almadías, o hasta la carretera a medida que el río es sustituído por camiones en esta función.

Tras el paréntesis de la guerra civil, en la que todas las especies ganaderas disminuyeron sus efectivos, se observa (y para el mular también) una recuperación estrechamente relacionada con el auge que de nuevo toman entonces las explotaciones forestales.

Ahora surgen una serie de contratistas de montes que tras hacerse cargo mediante subastas de diversos lotes de madera, se ocupan de la tala, arrastre, descortezado, etc., de la misma.

Esto genera pues el aumento de los efectivos mulares, pero no llegarán a alcanzar las cifras de la primera mitad del siglo, porque la creación de pistas forestales y la generalización del uso de maquinaria para el transporte y manipulación de los troncos relegará a un segundo plano la utilización de la tracción animal.

De todos modos ya pesar de encontrarse en decadencia (113 cabezas en 1975 frente a las 363 de 1905) sigue siendo indispensable en determinados trabajos (entre otras razones porque las pistas no llegan a cubrir todo el monte).

En este momento es la única especie que representa la categoría de animal de trabajo en el Valle.

Todas las explotaciones de madera siguen poseyendo de tres a cinco ejemplares, adquiridos en ferias y mercados exteriores, tal como se ha hecho siempre, o al Ejército, sin haber tenido nunca interés por su cría.

Antes de que se generalizase el consumo de piensos, el pasto en el campo se hacía indispensable y para ello cada Villa reservaba una parte del Común para la manutención libre y gratuita del ganado de labor (vacuno, caballar, mular y asnal) y cuyo uso venía determinado en las Ordenanzas (art. 2º y sig., cap. 1º de las Ordenanzas del Valle); podrían también pastar en las rastrojeras y hierbas de sus propietarios o en los entresembrados del panificado mientras duraban los trabajos de recolección, pero siempre vigilados para evitar cualquier abuso.

Actualmente y dada su importancia como bestia de trabajo se le cuida especialmente. Permanece estabulado en corrales o en casas abandonadas que cumplen la función de establos, siempre que no se le utiliza.

Por tratarse de un animal bastante exigente, que requiere cierta atención, 

 

es normal la presencia de un "mulero" en cada una de las explotaciones donde se les utiliza.

Año nº cabezas
1905 363
1915 421
1935 353
1940 258 
1945 209
1950 229 
1955 253
1960 245
1965 189 
1970 137 
1975 108

 

2.5.2 Ganado asnal

Esta especie ha prácticamente desaparecido en el Valle.

Las hojas de riqueza de los siete municipios ofrecen solamente 26 ejemplares en 1977.

Aunque podía formar parte de cualquier explotación agraria y utilizado para el transporte de leña, aperos, etc., su presencia estaba estrechamente vinculada a la ganadería lanar.

Servía para transportar el "recado", los alimentos, ropas, utensilios, desde la vivienda hasta los pastos donde se encontraba el ganado y en todos los tipos de desplazamientos que hiciera éste.

Sus características de sobriedad y rudeza le convierten en animal muy apto para estos cometidos, en cualquier tipo de medio, pero la posibilidad de usar otras formas de transporte en los desplazamientos tanto por carretera como por el monte han hecho que su decrecimiento numérico haya seguido un ritmo más rápido que el del propio ganado lanar al que sirve sólo en contadas ocasiones.

Si en 1905 había un burro por cada 206 cabezas de lanar, en 1975 apenas alcanza la cifra de 1 por cada mil.

Año nº cabezas
1905 400
1915 374  
1935 294
1940 252  
1945 206
1950 199
1955 200 
1960 167
1965 121
1970 60
1975 33

 

2.5.3 Ganado cerdio

Esta especie nunca ha conocido demasiada importancia en el conjunto ganadero del Valle. Ligado al autoconsumo doméstico, cada familia procuraba cebar dos o tres ejemplares para el propio abastecimiento. En contadas ocasiones y no de forma continuada se llegaba a vender alguna cría sobrante, sin que el ámbito comercial sobrepasase los límites del propio Valle.

Eran alimentados con los desperdicios domésticos, junto con patatas u otros productos de la huerta familiar.

Solían adquirirse las crías a través de tratantes que llegaban a los pueblos para luego cebarlos durante unos meses.

Aunque la estabulación total era el sistema más utilizado, en las "pocilgas" de la cuadra o en corrales anejos, era práctica bastante generalizada conducir este ganado a las queserías, mientras duraba la fabricación del queso, para aprovechar una serie de subproductos, como el suero.

En mis observaciones a través de encuestas, ésta parece ser la única excepción a la estabulación en tiempos pasados, sin embargo de algunos artículos de las Ordenanzas se desprende que el ganado cerdío salía a pastar. Como ejemplo está el art. 65 en el que se establece que "este ganado no podrá entrar a pasturar en los panificados y casalencos en el tiempo en que estén vedados, ni tampoco en la parte o añada sembrada, hasta después de recolectada la cosecha. Unicamente estará consentido que lo puedan llevar y tener en las muideras".

Se diera o no este sistema, actualmente y siguiendo fórmulas tradicionales, con alguna mejora en la alimentación, se les mantiene permanentemente encerrados.

La disminución de la población y las facilidades para abastecerse de alimentos en cualquier momento han hecho posible la no dependencia de este sistema para completar la dieta familiar, y que el número de efectivos haya decaído notablemente.

En las hojas de riqueza de los últimos años, sin embargo, las cifras vuelven a aumentar en proporciones totalmente anormales y con oscilaciones bastante bruscas debido a la instalación de 3 granjas de cerdos en dos municipios: Burgui y Urzainqui.

En 1970 la cifra casi duplica a la de 1965 para descender de nuevo en 1975 debido a la inclusión de éstas en las hojas de riqueza agrícola primero y como riqueza industrial después.

Son granjas de proporciones modestas dedicadas al engorde exclusiva- mente, totalmente abastecidas desde fuera del Valle con una producción poco definida todavía.

Una de ellas se orienta a abastecer las carnicerías del Valle y en las otras dos una parte de los efectivos se venden al exterior.

En su instalación ha intervenido en parte la iniciativa local. Al ser de reciente aparición y poco o nada condicionadas por el medio y la tradición ganadera, es pronto para poder enjuiciarlas debidamente, por lo que me limito simplemente a reseñarla.

Hoy por hoy parecen unos intentos aislados de carácter más bien experimental cuya ampliación o proliferación no es fácil adivinar.

Año nº cabezas
1905 1.278 
1915 956
1935 989
1940 761 
1945  854 
1950 658
1955 608
1960 420
1965 384
1970 608
1975 404

 

 
 

 

Los gráficos no han sido  reproducidos en la versión electrónica.

Se corresponden con las tablas:

Evolución de la población roncalesa

Evolución de los efectivos ganaderos

Evolución del ganado lanar

Evolución del ganado cabrío

Evolución del ganado vacuno.

Evolución del ganado caballar

 

 

CONCLUSIÓN

El Valle de Roncal ha sido escenario en el presente siglo, de importantes transformaciones como respuesta a factores socioeconómicos externos.

Como en tantos otros valles pirenaicos el contacto de esta sociedad rural con la urbana, mucho más dinámica y organizada, ha tenido que desembocar forzosamente en conflicto: mientras disminuyen sus efectivos demográficos de forma alarmante, los que quedan, proceden a renovar sus modos de vida tradicionales.

Sin romper con su pasado en el que de manera inequívoca ha perfilado su doble vocación ganadera y forestal, en simbiosis perfecta con el medio ambiente, intenta modernizarse dentro de esta actividad aplicando nuevas técnicas y sistemas ganaderos.

Así, mientras la especie lanar basada en un sistema trashumante disminuye sus efectivos quedando reducida su cifra al 34 por 100 de la de a principios de siglo el bovino, destinado a la producción de carne, ha más que duplicado su número en el mismo período, en un sistema extensivo moderno, y en el que la raza Pardo-alpina ha sustituido en su totalidad a la Roja pirenaica tradicional.

Para continuar en esta práctica, que ha obligado a crear nuevos establos e introducir el cultivo forrajero desconocido hasta hace poco, cuenta con numerosos elementos a su favor: desde el medio físico, abundante en pastos hasta una peculiar organización administrativa, la Comunidad del Valle de Roncal, cuyo territorio, en el que la propiedad comunal ocupa una gran extensión, está en su totalidad sometido a la servidumbre de pastos.

Pero para que esta renovación, positiva a todas luces y en la que se han dado los primeros pasos, alcance su consolidación y continuidad, el Valle se ha de enfrentar a un problema mucho mayor, que escapa a sus propias posibilidades: el de contener e incluso recuperar sus efectivos humanos para lo que haría falta eliminar la tensión campo-ciudad que actualmente caracteriza su precaria situación.

El Roncal adolece de la falta de un centro comarcal debidamente equipado de loS servicios que hoya la fuerza tiene que buscar en la capital de la provincia.

Si algún municipio llegara a serio, podría servir a la comarca de los Valles pirenaicos orientales -Roncal y Salazar- y debería contar entre otros servicios con un centro de B.U.P., completado con alguna escuela de formación profesional agraria para dotar de profesionales las actividades más arraigadas entre la población.

© ASUNCION URZAINKI, 1980

 

 

Primera parte