Lurralde :inv. espac.

N. 10 (1987)

p. 175-184

ISSN 1697-3070

LOS MONTES PÚBLICOS GUIPUZCOANOS

Asunción URZAINKI MIKELEIZ

Instituto Geográfico Vasco «Andrés de Urdaneta»

Apartado de Correos 719

20080 San Sebastián

RESUMEN: LOS MONTES PÚBLICOS GUIPUZCOANOS.

El presente trabajo constituye un apunte general de tipo geográfico acerca de los montes públicos guipuzcoanos -extensión, localización y características ambientales que condicionan su utilización como recurso-. Se establece la diferencia entre montes de pertenencia a un solo pueblo y montes mancomunados cuyo dominio y disfrute corresponde a varias entidades municipales. Los datos que sirven de base al trabajo proceden del Catálogo de montes de Utilidad pública y del Anuario estadístico Vasco 1983.

Palabras clave: Guipúzcoa. Montes de los pueblos, Montes mancomunados, recursos, aprovechamientos. Desamortización.

LABURPENA: GIPUZKOAKO MENDI PUBLIKOAK.

Lan honek Gipuzkoako Mendi Publikoen erreferentzia geografiko orokorra aurkezten digu -errekurtso bezala baldintzatzen duten hedadura, lokatze eta giro-ezaugarriak-. Herri bakar baten jabetasunaren mendien eta zenbait udal entitateei dagozkien gozamen eta jabetasunen mendi amankomunalen artean bereizten dira. Lan honetan erabiltzen diren datuak Erabilpen Publikoaren Mendi Katalogotik eta Euskal Herriko Urtekari Estatistikotik harturik izan dira.

SUMMARY:

The present issue is a general aproach, of a geographic nature, about the Guipúzcoa common mountains -its extension, location and environmental characteristics which determine its use as a ressource-, and makes a distinction between mountains which velong to one village only from those commonwealth mountains whose control and use falls to several municipal entities. The data upon which this issue has been based, comes from the Catalogue of Public Utility Mountains and from The Basque Statistic Yearbook, 1983.

Key words: Mountains of the villages, commonwealth mountains, ressources, uses.

 

1.INTRODUCCIÓN

En el N° 8 de Lurralde (1985) apareció un trabajo de E. Ruiz Urrestarazu (1) en el que se diseñaba el mapa de las tierras comunales alavesas y se aportaban también las cifras básicas de lo que este fenómeno representa en la provincia hermana.

Con criterios similares presentaremos aquí la situación del Comunal en Guipúzcoa, intentando hacer un perfil geográfico para, de este modo, ir poniendo las bases de futuros trabajos acerca del Comunal en el País Vasco, un tema de gran relevancia en el conjunto del mundo agrario y al que hasta ahora se ha prestado escasa atención (2).

Las actividades agrícolas y ganaderas promovidas casi siempre desde una iniciativa individual, desempeñan un papel prioritario en la organización del espacio agrario; ellas son quienes dan a cada paisaje, junto con el hábitat, su aspecto propio y diferenciador, las que trazan los rasgos externos y, en definitiva, las principales responsables de las diversas configuraciones espaciales.

Por esta razón, para la comprensión racional de un paisaje, además de tener en cuenta los aspectos ambientales, la naturaleza del terreno soporte como recurso o los diversos factores económicos que intervienen en la toma de decisiones, tales como los imperativos de la oferta y la demanda, de la economía de escala, de la rentabilidad en suma, es necesario considerar todo un complejo de estructuras agrarias que, al condicionar al sujeto que actúa sobre el espacio, afectan directamente a los resultados. Entre estas estructuras al sistema de propiedad le corresponde desempeñar un papel particularmente eficaz ya que de él depende una precisión cualitativa del recurso productivo.

Cuestiones tales como las que se refieren al tamaño de la propiedad y/o explotación pueden estar en la raíz misma de una determinada forma de paisaje porque condicionan los sistemas de explotación. Igualmente, ciertas actividades agrarias vienen en buena parte explicadas por la forma de propiedad, individual o colectiva, según sea el individuo (o entidad privada) o la comunidad el sujeto del derecho a gozar y disponer libremente de la tierra.

Hoy, en Guipúzcoa, parece fácil detectar la relación existente entre el mantenimiento de los modos de vida pastoriles, basadas en una ganadería lanar -trashumante o no- y la pervivencia de espacios comunales de pasto. Otro tanto cabe decir con respecto al pastoreo en el sector de montaña del País Vasco Continental aunque allí la vocación ganadero-pastoril, con una cabaña que supera las 300.000 cabezas, viene respaldada por el hecho de disponer de un enorme conjunto de tierras comunales (3) (Sindicales) (16.000 Ha. en Cize, 15.000 H. en Soule, 8000 en Baigorri, etc).

2. CUANTÍA Y DISTRIBUCION DE LOS MONTES PUBLICOS

En Guipúzcoa el ganado lanar y los montes comunales alcanzan cifras mucho más modestas. Aquí, como en Vizcaya, hay un predominio neto de la propiedad privada. Según el Catálogo de Montes de Utilidad pública los montes de los pueblos apenas suman 27.754 Ha., el 13,8 % del territorio provincial, cifras poco relevantes tanto en términos absolutos como relativos y más, si se comparan con las que detentan los territorios vecinos de Alava y Navarra en los que el comunal, de diferentes aprovechamientos, abarca cantidades equivalentes al 50% de la extensión provincial.

Tan sólo, aparecen en 36 de los 83 municipios guipuzcoanos y en bastantes de ellos se trata de espacios de dimensiones exiguas como se podrá apreciar en el cuadro adjunto

CUADRO N° 1: Montes de los pueblos. Distribución por comarcas y municipios (4) BAJO BIDASOA (4)

3. EL PROCESO DESAMORTIZADOR

La situación actual, que apenas ha experimentado modificaciones en el presente siglo, es resultado de un intenso y precoz proceso desamortizador, intenso por la cuantía de ventas efectuadas y precoz puesto que ya a finales del s. XVIII estaban en marcha de tal manera que, al entrar en vigor la ley desamortizadora del primero de mayo de 1855, apenas afectó a poco más de 3.500 Ha. de tierras equivalentes al 10% de lo que subsistía.

Al final del proceso se conservaron únicamente los montes públicos de interés general en base, sobre todo, a su valor productivo-forestal, los montes que figuran en el Catálogo.

Como ya es sabido, siglos atrás todos los pueblos disponían de bienes y tierras concejiles disfrutados por el Común de vecinos que extraían de ellos leñas y madera de construcción, helechos y argoma con los que obtenían el abono orgánico empleado en las labores agrícolas, pasto y hierbas para el ganado, etc. etc. aprovechamientos todos ellos regulados por Ordenanzas y Reglamentos muy precisos y detallados.

El ganado contaba también con la posibilidad de pasturación en terrenos de propiedad privada en base a la Comunidad Foral de Pastos, definida en el Fuero de Guipúzcoa y según la cual, cualquier ganado podía «pacer las hierbas y beber las aguas en cualquier término y monte de tierras de Guipúzcoa, de sol a sol, a excepción de viñas, viveros, manzanales, huertos y heredades sembrados y cerrados ya excepción también de los montes durante el tiempo que hubiese pasto -desde Santa María de Agosto hasta Navidad-».

Una parte de los bienes concejiles, tierras de sembradío, bosques, molinos, ferrerías, etc., se arrendaban (eran los bienes de propios) y con ellos el Concejo obtenía unos rendimientos económicos que formaban parte de las rentas municipales.

Los vecinos, muchos de los cuales carecían de patrimonio propio, tenían asegurados en el comunal, gran parte de sus necesidades primarias y, en cierta medida, conseguía acceder indirectamente a tierras de cultivo cedidas por el Concejo mediante el pago de un canon.

Difícilmente podía concebirse una sociedad rural de hombres libres sin el recurso a estas tierras comunales; en las Cartas Puebla y documentos fundacionales de villas y concejos, figura siempre una parte del territorio destinado a estos fines de interés colectivo y, cuando a lo largo del S. XIV, los lugares y aldeas cercanos a una villa firman con ésta escrituras de vecindad y quedan sometidos a su jurisdicción, cuidarán muy bien de conservar su patrimonio concejil, de cuyos recursos continuarían disfrutando independientemente de su nueva situación. Las desanexiones posteriores en nada afectarán a estos términos.

Algunos pueblos lograron incrementar el patrimonio comunal con la adquisición por dinero de nuevas tierras. Tal es el origen de las dos Parzonerías -de las que luego se hablará- o de los montes pertenecientes a la Unión de Enirio y Aralar.

El uso de tierras del Común con carácter privado (roturaciones temporales permitidas por el Concejo, asignaciones de piezas de helechal a la misma familia por un plazo más o menos largo, etc.), sirvieron para que muchos particulares se apropiaran indebidamente de tierras de la comunidad con lo que éste se veía disminuido; pero el desmantelamiento iba a agravarse con motivo de las enajenaciones y ventas llevadas a cabo por los ayuntamientos a raíz de las casi continuas contiendas padeci

TIERRAS DE VOCACIÓN FORESTAL Y GANADERA

Los montes públicos han desaparecido prácticamente en los pueblos del interior la provincia. Los que subsisten presentan una distribución periférica, en el área meridional, limítrofe con Alava y en el sector oriental, al E del río Oria, lindando con Navarra.

Mapa n. 1: Motes de U. P. por municipios. Extensión en porcentaje sobre superficie municipal.

MAPA N° I: Montes de U.P. por municipios. Extensión en porcentaje sobre superficie municipal.

Se corresponden de modo general con las tierras más altas del terrítorio guipuzffiO y albergan en parte las cabeceras hidrográficas de las principales arterias fluviales en las sierras de la divisoria de aguas cantábrio-mediterránea.

Si bien el término monte en su acepción legal responde a una valoración productiva-forestal que deriva básicamente de sus características ambientales, hay que ir que en el caso concreto de Guipúzcoa, la expresión de montes comunales y/o montes de utilidad pública alcanza un significado también topográfico ya que se trata de tierras altas y accidentadas, de formas con pendientes acusadas y abruptas y, por consiguiente, de escasa o nula aptitud agrícola, de recursos agrarios limitados y de clara vocación forestal y ganadera.

Sin embargo, entre unas áreas y otras hay matices derivados de diferencias de altitud que comportan a su vez cierta diversidad de carácter ambiental que habrá de tenerse en cuenta si lo que se pretende es una valoración del monte como recurso.

Están por un lado los montes del Goiherri guipuzcoano: Altzania, Oltza, Urbia, Ataun, los montes de Oñate y los de la Unión de Enirio y Aralar, tierras que se elevan, en general, por encima de los 1.000 m. y afectados por un clima de montaña media, por lo que el invierno, que se prolonga de noviembre a abril, sólo permite un aprovechamiento ganadero de forma estacional.

El empleo secular de estos montes como zonas de pastoreo les ha conferido unos rasgos especiales; se ha producido una humanización del paisaje materializada, entre otras cosas, en el desarrollo de un hábitat estacional, elemental en cuanto a formas de construcción pero que al tiempo denota la complejidad de las actividades que alberga.

La majada pastoril -saroi- se compone de diversas edificaciones; cerca de la txabola que sirve de albergue familiar, se disponen otra serie de elementos para acoger al ganado, a los animales domésticos que acompañan a la familia del pastor en su desplazamiento (txerritokia, ollotegia) recinto para acubilar el ganado -eskortea- almacen del queso, que se elabora en el monte, pequeño huerto, etc., en cuya construcción se emplean los materiales locales (arenisca en la vivienda, caliza y madera en los otros elementos) (5).

La utilización de los pastos de altura en verano está condicionada al empleo de recursos complementarios durante el resto del año en tierras más bajas; por ello el ganado lanar, el que actualmente protagoniza el aprovechamiento del Comunal, practica una trashumancia inversa tal como viene haciéndolo desde antaño, combinando la estancia veraniega en las sierras con la invernada en localidades próximas al litoral guipuzcoano y vizcaíno o la trasterminancia con desplazamientos entre el pueblo y los pastos de altura.

En contraste, el espacio comunal perteneciente a Berástegui, a Irún, Hondarribia, Rentería u Oyarzun que responde a unos rasgos ambientales menos hostiles, acoge un ganado preferentemente lanar también pero estante, parcialmente estabulado, en explotaciones en las que es fácil compaginar la actividad ganadera con las prácticas agrícolas.

Los efectivos lanares del Censo ganadero provincial presentan unas cifras discretas aunque estables en los últimos años y se soportan básicamente, en la posibilidad de obtener el alimento de las tierras del Común que, por serio, constituyen un recurso prácticamente gratuito (actualmente pagan unas tasas de cuarenta pesetas por cabeza/año).

Parcialmente en desuso la extracción de helecho para cama del ganado y habiéndose sustituido la leña (suegurra) y madera por otros combustibles y materias primas en los hogares, la utilización de los pastos es la única práctica de empleo de recursos por parte de los vecinos; pero ni siquiera ésta responde a los principios económicos que regían el comunal de antaño ya que, de hecho, se benefician tan sólo una parte minoritaria de los mismos.

En cuanto a la producción forestal, son los Ayuntamientos o las Juntas respectivas, quienes conjuntamente con la Diputación, elaboran cada año los planes de aprovechamiento y mejora. Llegado el caso de poder efectuar una extracción, y si no existe un consorcio con otra entidad, se sacan a subasta los lotes y los resultados económicos revertirán en las propias haciendas municipales.

5. LOS MONTES MANCOMUNADOS

Entre los montes comunales destacan por su peculiar organización 3 conjuntos cuya pertenencia -y, por tanto aprovechamiento-, corresponde pro indiviso a varios pueblos. Se trata de las dos parzonerías y de la Unión de Enirio y Aralar.

Segura, Cegama e Idiazábal juntamente con los alaveses de San Millán y Aspárrena integran la Parzonería de Guipúzcoa y A/ava formalmente constituida mediante un pacto efectuado en la Cueva de San Adrián en 1430. Desde entonces, ostentan conjuntamente el dominio sobre los montes de Altzania y Urbia (llamado también la Reserva). Asimismo, disfrutan del derecho a utilizar el suelo -hierbas y agua del monte Oltza que pertenece a Legazpia; Zalduendo, como Salvatierra de Álava, fueron también entidades parzoneras hasta que en 1910 vendieron sus derechos al resto de los pueblos, si bien el primero continuó en el aprovechamiento de los pastos.

Los montes objeto del acuerdo, aunque pertenecientes a la Corona, vendrían siendo utilizados por estos pueblos próximos -alaveses y guipuzcoanos- hasta que en 1401, por donación real, pasaron a manos del entonces corregidor de Guipúzcoa, Fernán Pérez, Señor de Ayala, quien poco después los vende a Segura, interesándose en la compra también los lugares y concejos a los que esta villa extendía su jurisdicción municipal (6).

A efectos administrativos, así como para el reparto de algunos beneficios, el espacio parzonero se considera idealmente repartido en 220 porciones correspondiendo:

a Segura 60 porciones

a Aspárrena y S. Millán 55 porciones

a Cegama 47 porciones

a Idiazábal 42 porciones

a Cerain 16 porciones

El conjunto abarca 2338 Ha., una franja de tierras altas sobre el flanco meridional del Cresterío de Aitzkorri -praderas de Urbia y Oltza- prolongándose hacia el E en las tierras drenadas por los Arroyos Anarri..Altzania y Otzaurte que vierten sus aguas al Arakil. Enlazan aquí con los dominios de la Parzonería de Guipúzcoa (Komuntxiki) de 483 Ha., integrada por los mismos 4 pueblos guipuzcoanos de la anterior. Segura en ésta participa con 52, 75 porciones, Idiazábal, con 28,25; a Cegama le corresponden 19 y a Cerain, 10 porciones.

La administración del condominio así como el disfrute y aprovechamiento de sus recursos sigue un procedimiento similar al de la Parzonería General y en origen derivan igualmente de la compra de estas tierras efectuada por la villa de Segura cuando el Rey Enrique III hace donación de las mismas al Señor de Ayala.

Parecidas circunstancias iban a materializarse pocos años más tarde en la Unión de Enirio y Aralal: La villa de Villafranca tenía bajo su jurisdicción a los lugares de Arama, Alzaga, Beasain, Ataun, Legorreta, Oainza, Isasondo, Lazkano y Zaldivia; por otro lado Amezketa, Abalcisketa, Orendain, Baliarrain e Ikaztegieta componían la Unión de Bozué. Ambas uniones se oponen a la donación de los montes de Enirio y Aralar efectuada por la Corona en favor de Juan de Amezketa (1400) consiguiendo finalmente, que fueran reconocidos sus derechos si bien, a cambio, tienen que compensar al referido Juan de Amezketa con «1400 florines de oro de moneda de cuño de Aragón».

Tras muchos años de aprovechamiento comunal -a pesar de que los 15 pueblos participaban con derechos diferentes- se optó por anular el aprovechamiento proindiviso y aunque se mantuvo el derecho a la libre pasturación en los montes comunes, se procedió al reparto del vuelo -el arbolado- con arreglo a la participación que ostentaba cada pueblo.

Los montes de la Unión forman una extensión de 3.359 Ha., el Aralar guipuzcoano, y como los conjuntos anteriormente citados, dedicados al pastoreo estacional durante siglos.

A esta actividad que hoy día es la fundamental se une ahora la presencia constante del montañero y del amante de la naturaleza, ya que la calidad paisajística de estos montes y su fácil acceso les convierte en los conjuntos «naturales» de mayor interés de la provincia.

 

NOTAS

1.Ruiz Urrestarazu, E: La distribución de los terrenos comunales en Alava. Rev. LURRALDE N° 8, 1985. ed. Ingeba, San Sebastián, pags. 189-1%.

2. Se han publicado algunos trabajos preferentemente históricos y más en concreto referidos a la Desamortización: Mutiloa Poza, J.M. «Guipúzcoa en el siglo XIX. Guerras, Desamortización, Fueros». Ed. Caja de Ahorros de Guipúzcoa, San Sebastián, 1982. N° 18. Del mismo autor: «La Desamortización civil en Vizcaya y provincias vascongadas». Rev. Estudios vizcaínos, año II. N° 3-4,1. 971, pag. 212-344. Diversos aspectos de carácter etnográfico relacionados con los aprovechamientos han sido tratados en numerosos artículos publicados en los Anuarios de Eusko Folklore (años 1926, 1927, 1955 y 1956). El Comunal en Navarra, ha tenido mayor atención en trabajos geográficos de carácter regional y en trabajos sobre temática agraria. Ver Floristán Samanes, A: Los Comunes en Navarra. Actas del IV Congreso Internacional de Estudios Pirenáicos. Pau-Lourdes, 1962 (Separata). Del mismo autor: Reflexión Geográfica sobre las Facerías Navarras, en Lies et Passeries dans Les Pyrénees. Société d' études des Sept Vallées. Archives Departamentals. Bibliotheque Centrale de Pret. Thrbes, 1986. Ver también: J. Rozas, J. Los Comunales. Rev. El Campo N° 91, Bilbao, 1983, pag. 96-98.

3. Viers, O.: Le Pays Basque. Ed. Privat, Toulouse, 1975.

4. La comarcalización y la superficie de los municipios según datos extraídos del Anuario Estadístico Vasco, 1983.

5. Ver nota N° 2. La vida pastoril y los asentamientos fueron ampliamente analizados en la «III Semana Internacional de Antropología vasca celebrada en 1973. Posteriormente, los trabajos fueron publicados por la editorial La Gran Enciclopedia Vasca. Tomo I, vol. 3, Bilbao, 1976.