Lurralde :inv. espac.

N. 12 (1989)

p. 45-69

ISSN 1697-3070

 

LURRALDE

CARACTERIZACIÓN FITOGEOGRÁFICA DE
LAS BARDENAS DE NAVARRA

 

Guillermo MEAZA

Recibido: 1989-01-16

Universidad del País Vasco
Departamento de Geografía
Vitoria-Gazteiz

RESUMEN:

Las Bardenas de Navarra constituyen un enclave de singular valor ecológico y naturalístico en la Depresión del Ebro. El estudio de su tapiz vegetal, desde el enfoque integrador de la Geografía, patentiza un ejemplo modélico de ruptura, quizá irreversible, del frágil equilibrio en que prosperan los ecosistemas mediterráneos tributarios de acusada aridez ambiental.

Alejadas del máximo, las etapas de sustitución dominan el panorama fitogeográfico de un espacio natural gestionado históricamente conforme a esquemas y ritmos inadecuados de explotación de los recursos.

Inventarios, pirámides y comentarios diagnósticos de las formaciones vegetales más representativas de tal serie regresiva, esbozan la originalidad geográfica de este marginado y controvertido territorio.

Palabras Clave: Biogeografía, formaciones clímax, etapas de sustitución, inventarios, pirámides de vegetación, comentarios fitogeográficos, España, depresión del Ebro, Bardenas de Navarra.

ABSTRACT:

Las Bardenas of Navarre represent an enclave of singular ecological and natural value in the Ebro Basin. The study of the vegetación, from an integrative approach to geography, clearly shows a model example of the, perhaps irreversible, rupture of the fragile balance in which Mediterranean tributar y eco-systems of marked environmental aridity thrive. Far from the maximum, the substitution stages dominate the phytogeographic panorama of a natural space historically arranged according to inadequate guidelines and rhythms of exploitation of resources. Inventories, pyramids and diagnostic commentaries of the most representative vegetative formations of such a regressive series, outline the geographical originality of this marginal and controverted territory.

Key Words: Biogeography, Climax Formations, Substitution Stages, Inventories, Vegetation Pyramids, Phytogeographical Commentaries, Spain, Ebro Basin, Las Bardenas of Navarre.

LABURPENA:

Nafarroako bardeen karakterizazio fitogeografikoa Nafarroako Bardeek Ebro zapalguneko balore ekologiko eta naturalistiko bereziaren bazter bat osatzen dute. Haien landarediaren ikerketak, geografíaren ikuspegi osakorraretik, ingurunearen lehortasun latzako ekosistema mediterraneotarretan sortzen den oreka hauskorraren hausketaren adibide modelikoa. agian atzeraezina. erakusten du.

Maximotik hurrundurik. ordezko-etapek baliabideen ustiaketaren eskema eta erritmo desegokien arabera historian zehar gestionaturiko naturgune baten panorama fitogeografikoa jabetzen dute.

Atzerakor serie honen landare-formaziorik adierazgarrienen bilduma. piramide eta diagnostiko komentarioek lurralde baztertu eta eztabaikor honen berezitasun geografikoa azaltzen dute.

1. INTRODUCCIÓN

Tal como se anunciaba en un trabajo anterior (MEAZA, 1988), proseguimos con la caracterización del paisaje fitogeográfico de Euskal Herria, presentando en esta ocasión la originalidad del tapiz vegetal de las Bardenas de Navarra. Al hilo del caldeado debate ecológico, generado en torno a enclaves de muy diversa significación y problemática -Lemóniz, Ría de Gernika, Leizaran, Belagua , el de las Bardenas de Navarra aparece como uno de los más controvertidos. La circunstancia de que este ámbito territorial sea deficientemente conocido por buena parte de quienes más alzan su voz en la polémica -bien en pro, bien en contra del uso al que actualmente está sometido-, favorece la proliferación de consideraciones estereotipadas muy poco acordes con la matizada realidad del espacio bardenero.

Dejando, sin embargo, de lado tópicos y posiciones viscerales, un riguroso análisis geográfico nos modela la imagen de un paisaje en extremo original y pleno de contrastes, bien alejada de la que lo presenta como una desolada, mortecina y hasta desértica paramera, donde la vida languidece acosada por un medio hostil o masacrada por una frenética actividad militar. El estudio del tapiz vegetal, fiel indicador del estado actual de la trama geográfica, nos ayuda sobremanera a obtener un diagnóstico ajustado de la situación ya vislumbrar, en consecuencia, las más que interesantes posibilidades de gestión económica, ecológica, didáctica y recreativa -perfectamente compatibles- de estas marginadas tierras.

Acotando, entonces, nuestra consideración al tapiz vegetal, aplicaremos nuevamente la metodología de trabajo puesta a punto por el profesor Bertrand, basada en un sistema operativo que se integra de tres fases complementarias: inventario fitogeográfico, pirámide de vegetación y comentario de cada una de las formaciones representativas del ámbito territorial en estudio. Cara a delimitar y caracterizar tales comunidades vegetales, es ineludible hacer referencia, siquiera somera, a las estructuras espaciales naturales ya las temporales que contribuyen a clarificar el potencial ecológico y los modelos de explotación biológica característicos del enclave seleccionado. Ello nos llevará a comprender la diversidad de facies biotópicas, tributarias de variados y cambiantes condicionamientos geomorfológicos, climáticos, edáficos y antrópicos.

Quedarán, así, patentes las formaciones vegetales clímax, las etapas seriales regresivas -íntimamente ligadas a las modalidades e intensidades de la explotación antrópica y la singularidad fitogeográfica de ciertos biotopos concretos, en los que caracteres edáficos en extremo especiales cobran un protagonismo de primer orden.

2. LAS ESTRUCTURAS ESPACIO-TEMPORALES

2.1 Las estructuras espaciales naturales

Ocupando el extremo sudoriental del territorio navarro (fig.1), en el vértice interfluvial Aragón-Ebro, los aproximadamente 400 km2 del espacio bardenero constituyen uno de los islotes de más genuina continentalidad de la Depresión del Ebro. Si a nivel genérico tal constatación es palmaria, ha de matizarse, sin embargo, que en el seno del geocomplejo puede diferenciarse un par de geofacies -unidades de paisaje suficientemente contrastadas. El profesor Alfredo Floristán -seguramente el mejor conocedor de la personalidad geográfica de este territorio añade una tercera unidad, la yesífera Bardenera Plegada, que ocupa una posición septentrional respecto a las dos en que centraremos la atención fitogeográfica: la Bardena Blanca y la Bardena Negra.

 

La dicotomía entre ambas Bardenas se evidencia ya desde el punto de vista geomorfológico: al norte una extensa depresión erosiva -la Blanca-, profusamente tajada por una red de barrancos e incisiones menores excavadas por episódicas precipitaciones torrenciales en los deleznables yesos, margas y arcillas miocénicos; aquí y allá destacan niveles más resistentes que sobresalen de la plataforma general a manera de airosos cabezos, coronados de duras cornisas calcareníticas. En posición meridional respecto a la Blanca, y separándola de las llanuras aluvial es del Ebro, el graderío topográfico de la Bardena Negra se organiza en un conjunto de mesas tabulares que llegan a sobrepasar los 600 metros -más de 300 por encima de la depresión erosiva-. Tal diferencia de altitud ha de traducirse en interesantes matizaciones bioclimáticas, a las que haremos cumplida referencia. Aquí sigue predominando la litología margo-arcillosa, pero escasean los yesos, y los bancos de calizas pierden la textura areniscosa.

Pero el factor ecológico verdaderamente determinante de la personalidad fitogeográfica del ámbito bardenero es, sin lugar a dudas, el climático, tan brutalmente contrastante con el del cercano espacio atlántico. Acusada sombra pluviométrica, esporádicas precipitaciones torrenciales, persistentes vientos desecantes, alta insolación, elevada radiación nocturna, fuertes oscilaciones térmicas, intensa aridez... ambiente extremoso, en suma, constituyen caracteres climáticos tan genuinos de este territorio que, con la sola excepción de las cotas altimétricas superiores a los 500 metros, entra de lleno en los parámetros asignados al piso mesomediterráneo semiárido de la coscoja (Quercus coccifera). Los diversos índices -especialmente los biclimáticos que combinan datos termométricos, pluviométricos y de otra índole obtenidos en observatorios cercanos -el del Polígono de Tiro carece de fiabilidad por falta de continuidad-, así nos lo confirman. A este respecto son altamente clarificadores el de aridez de De Martonne (Im = -P / (T + 10)), que arroja un valor inferior a 20; el cociente pluviométrico de Emberger (Q = P100( M- m2), con valor inferior a 50; el índice de continentalidad de Gorzynski (K = 1,7 (A / senL), superior a 20; el de aridez de Gausssen (P = 2T), que delata la existencia de un período árido superior a 4 meses; el de termicidad de Rivas Martínez (It = (T +m + M) x 10), rondando el valor límite 250; y el de mediterraneidad del propio Rivas Martínez (Im3 = (ETP Junio + Julio + Agosto / P Junio + Julio + Agosto)), muy superior a 2,5. Quiere ello decir que en la totalidad de la Bardena Blanca y en las planas inferiores de la Negra el máximo de vegetación sería una formación más o menos cerrada de coscoja, mientras que en las mesas culminales de esta segunda unidad de paisaje lo sería el de la carrasca (Quercus rotundifolia), clímax del piso mesomediterráneo seco.

Caracterización geomorfológica y climática unidas permiten comprender, por otra parte, la trascendencia de ciertos rasgos edáficos, muy en concreto los ligados a la abundante presencia de sales en los horizontes superiores del suelo: muy en especial en la Blanca, la prolongada aridez y las elevadas temperaturas estivales desencadenan un proceso de ascenso por capilaridad de las sales contenidas en los materiales evaporíticos miocénicos, constriñendo a las especies vegetales que colonizan tales enclaves al desarrollo de especiales y muy interesantes mecanismos de adaptación. En los casos extremos -formación de costras salinas aparece el calvero integral. Habremos, pues, de considerar un tercer tipo de vegetación: la clímax edáfica de los saladares de barrancos y áreas deprimidas.

2.2.Las estructuras temporales

Cuando se presta atención a la evolución histórica del tapiz vegetal de la zona -el "tiempo vegetal", en definitiva se advierte de inmediato que las formaciones climáticas estables han sido sustituidas por una sucesión de etapas seriales regresivas que han convertido el antaño bien surtido boscaje en herbazales y ralos secarrales. Con todas las reservas que la fidelidad de la fuente documental requiere, la esquilmación de la cubierta forestal bardenera puede en cierta manera seguirse en el estudio comparativo de la serie de mapas -1652,1690,1798 que ilustran las contracubiertas del aran Atlas de Navarra (1986). La ruptura del equilibrio natural ha de achacarse a una actuación humana en exceso agresiva e históricamente sostenida. A este respecto el caso de las Bardenas es altamente modélico, como lo han puesto de manifiesto los estudiosos del tema, muy en especial el profesor Floristán en varias de sus obras.

Viniendo del pasado al presente, tres son los momentos clave en que se genera una dinámica regresiva de etapas de sustitución del tapiz potencial, y ello dejando de lado el aprovechamiento forestal propiamente dicho: en primer lugar, desde tiempos inmemoriales, la actividad pastoril, "vocación" emblemática del espacio bardenero, que deforestando grandes parcelas de bosque mediante el fuego llegó a concentrar hasta 300.000 cabezas de ganado- los rebaños de ovejas rasas de los pueblos congozantes en estos terrenos comunales. Durante las Edades Media y Moderna una nueva crisis vino a sumarse a la ya precaria situación del boscaje: la actividad proverbial de los grupos de bandoleros que, tras asaltar a los viandantes de un área tan estratégicamente situada entre los reinos de Navarra, Aragón y Castilla, se "emboscaban" en carrascales y coscojares, determinó finalmente a las autoridades a una tala masiva de tales escondrijos. Por último, a la explotación ganadera que, además de la subserialización, supuso una importante nitrogenación del perfil edáfico, habría de unirse la actividad agrícola, muy en especial desde las postrimerías del pasado siglo: las parcelas más apropiadas de la Blanca y las planicies superiores de los cerros de la Negra conocieron desde entonces un retroceso casi definitivo de la vegetación potencial y de las primeras etapas de sustitución.

La actual utilización militar de una buena parte de la Bardena Blanca da pie a una situación del todo paradójica: por un lado hurta una gran parcela de terreno a las actividades agresivas tradicionales, mientras que por otro calcina en el área de bombardeos los últimos restos de vida vegetal.

En definitiva, en el ámbito paisajístico de las Bardenas de Navarra queda modelizado un esquema fitogeográfico de formaciones clímax y etapas de sustitución inventariable en cinco formaciones principales: en las escalonadas planas de la Negra, allí donde no alcanzan los campos de cultivo, pervive el encinar de carrasca (Quercus rotundifolia) cediendo ampliamente el paso a la etapa regresiva del coscojar (Quercus coccifera) con pino carrasco (Pinus halepensis), e incluso a la aún más alejada del máximo del romeral-tomillar (Rosmarinus officinalisl / Thymus vulgaris). En la depresión erosiva de la Blanca, la que más insistente y agresivamente sufrió y sigue sufriendo los impactos antrópicos, la formación clímax del coscojar daría paso primero al romeral-tomillar -que aún se conserva precariamente en las vertientes empinadas de los cabezos y luego a la del espartal (Lygeum spartum), ya en el límite de la sucesión. Los profundos suelos de aporte aluvial que sostenían los espartales fueron en buena medida roturados agrícolamente y, en muchas ocasiones, posteriormente abandonados. En tales circunstancias, debido a la frecuente visita del ganado, no llegó a reconstituirse el espartal, sino una formación subserial nitrófila muy característica: el ontinar-sisallar (Artemisia herba-alba I Salsola vermiculata).

A estas cinco formaciones ha de añadirse la comunidad permanente del saladar-tamarizal (Suaeda vera brevifolia / Tamarix canariensis), que coloniza los enclaves más deprimidos y fondos de barranco, particularmente frecuentes en la Bardena Blanca.

El conjunto de las superficies ocupadas por alguna de estas seis comunidades vegetales constituye un mosaico variado que, junto con los amplios espacios de calvero integral -bad-land en franca situación de rexistasia-, confieren al territorio bardenero un valor naturalístico de primera magnitud. Hemos realizado los inventarios correspondientes a cada formación a lo largo del transecto SE-NW véase fig.1 que, arrancando en un carrascal modélico de la Plana de la Negra (1), pasa por el magnífico coscojar de la Plana del Farillo (2) para enfilar hacia la Blanca en el romeral-tomillar de un cabezo situado en el área de contacto entre las dos unidades de paisaje (3); ya en plena depresión erosiva, el trazado conecta dos puntos cercanos, correspondientes primero a un espartal (4) y luego a un ontinar-sisallar (5), para finalmente detenerse en las inmediaciones del Barranco de las Cortinas, cuyo fondo se tapiza de una genuina formación de saladar-tamarizal (6).

3.LAS DIVERSAS FORMACIONES VEGETALES

3.1.El Carrascal

INVENTARIO FlTOGEOGRÁFICO DEL CARRASCAL

ESTRATO ESPECIE ABUNDANCIA DOMINANCIA SOCIABILIDAD ABUNDANCIA SOCIABILIDAD POR ESTRATO DINÁMICA

ARBÓREO

Quercus rotundifolia +     ESTABLE

SUBARBÓREO

Quercus rotundifolia 4 4  
Pinus halepensis +   4

ARBUSTIVO

Quercus coccifera 2 2   ESTABLE
Quercus rotundifolia +    
Arbustus unedo +    
Rhamnus lycioides +    
Juniperus oxycedru +    
Juniperus phoenica +    
Pistacia lentiscus +    
Phyllirea angustifoli +    
Rosmarinus officinalis +    
Genista scorpius +    
Osyris alba +    
Buxus sempervirens +    
Rosa spinosissima +    

HERBÁCEO

Bupleurum rigidum 2 2   ESTABLE
Brachypodium retusum 2 2  
Genista scorpius 1 1  
Rubia peregrina +    
Lonicera implexa +    
Thymus vulgaris +    
Arctostaphylos uva-ursi crassifolia + 2  
Quercus rotundifolia +    
Quercus coccifera +   3
Rosmarinus officinalis +    
Osyris alba +    
Carex halleriana +    
Teucrium chamaedrys +    
Jasminum fruticans +    
Aphyllantes monspeliensis +    
Leuzea conifera +    
Centaurea linifolia +    
Sedum sediforme +    
Viola scotophylla +    
Peonia officinalis +    

piramide vegetacion carrascal

 

En un sector geotópico de la vertiente norte de la Plana de la Negra -ver figura 1-, a unos 600 metros de altitud, acotamos una parcela de carrascal. Nos encontramos en el piso bioclimático mesomediterráneo seco, un centenar de metros por encima de la cesura altimétrica hasta la que alcanza el mesomediterráneo; semiárido de la coscoja.

Como sucede en casi todas las explanadas superiores de las mesas bardeneras, el cultivo cerealístico ha relegado los bosquetes residuales a márgenes y vertientes -en este enclave la pendiente es del 10%, aproximadamente-. Por mínimos que estos sean, los retazos de floresta nos producen impresión de opulencia, en extremo contrastante con la percibida en las formaciones de la esteparia Bardena Blanca. Desarrollándose sobre un substrato de calizas y arcillas margosas alternantes, el suelo que los antaños nutridos carrascales contribuyeron a crear es profundo y con un horizonte húmico rico en materia orgánica: se trata de fértiles suelos castaños isohúmicos -kastanozems-, cuya interesante productividad agrícola fue precisamente el factor decisivo que desencadenó la reducción del área forestal. En la orla del bosque, sectores más castigados por tala y ramoneo, y en las pendientes más pronunciadas de los cortados, la carrasca cede terreno a la coscoja, que evidencia una etapa regresiva. La complementariedad entre ambas especies junto con su cortejo florístico contribuye a ralentizar, en situación tendente a la biostasia, la morfogénesis, como queda patente en el limitado desplome de las cornisas calcáreas, el obstaculizado deslizamiento por las vertientes de los bloques desprendidos y el reducido acarcavamiento de las potentes series margoarcillosas.

El estrato arbóreo (más de 7 metros) apenas tiene representación, puesto que muy contados individuos destacan sobre el dosel arborescente. Es la encina carrasca (Quercus rotundifolia) la única representante que supera el porte achaparrado general. Esta especie emblemática del bosque esclerófilo mediterráneo presenta un marcado carácter coriáceo y espiniscente en las hojas de las ramas inferiores, habitual sistema de autodefensa frente al voraz ataque del ganado.

El estrato subarbóreo (entre 7 y 3 metros) sigue dominando por la carrasca, aunque admite algunos pies de pino carrasco (Pinus halepensis). En ciertos enclaves esta conífera ha sido claramente favorecida por el hombre, constituyendo algunas manchas de estimable entidad. A este nivel de la formación vegetal la superficie cubierta se acerca a los 3/4 de la parcela inventariada, lo que unido al carácter perennifolio del conjunto de la formación dota al sotobosque de un nivel de intensidad lumínica limitado, al tiempo que lo sume en un ambiente microclimático alejado de la extremosidad exterior.

El estrato arbustivo (entre 3 y 1 metros) es extraordinariamente intrincado -más del 75 % de cobertura-. Las ramas bajas de las carrascas y la maraña impenetrable de la coscoja (Quercus coccifera) forman un tejido vegetal tan tupido que resulta penoso caminar a su través. Esta pariente próxima de la encina evidencia en este biotopo la degradación del carrascal potencial, a lo que coadyuva en gran manera la presencia de otras especies acompañantes, tales como el espino escambrón (Rhamnus Iycioides) -notable endemismo ibérico-, la sabina (Juniperus phoenica), el ubicuo enebro (Juniperus oxycedrus), o el aladierno (Rhamnus alaternus). Resulta significativa la presencia de individuos aislados de lentisco (Pistocio lentiscus), apetente de enclaves más térmicos, y del labiérnago (Phyllirea angustifolia) y el madroño (Arbutus unedo), que prosperan en la umbría a causa de un relativo mayor grado de humedad. Más interesante aún es, también gracias a la exposición norte de la parcela que estudiamos, taparse con algún quejigo (Quercus faginea), colonizador genuino de los ámbitos subatlánticos de la zona mediatransicional del país.

El estrato subarbustivo (entre uno y medio metro), al abrigo y sombra intensa del dosel superior, presenta el lógico menor grado de cobertura -menos de la cuarta parte de la superficie y se puebla de las mismas especies hasta el momento catalogadas, a las que se suman nuevos inquilinos: es el caso de una labiada, el romero (Rosmarinus officinalis), y de una leguminosa, la aulaga (Genista scorpius), que ponen una nota aún mayor de subserialidad en la formación vegetal. Por su parte, algunas matas de rosal (Rosa spinosissima) y de ( Osyris alba) refuerzan la adscripción esclerófila y regresiva de la comunidad, mientras que la presencia de boj (Buxus sempervirens) -otra especie de clara adscripción subatlántica se beneficia asimismo de la orientación a umbría.

El estrato herbáceo (menos de medio metro), por último, cubre más superficie que el subarbustivo, aunque no llega a alcanzar el 50%. Está protagonizado por una umbilífera (Bupleurum rigidum), estrechamente asociada a la presencia de carrascas, y un césped discontinuo de gramíneas, entre las que destaca el lastón (Brachypodium retusum). Por lo demás, aparte de pies jóvenes de las plantas inventariadas en estratos superiores y de las trepadoras madreselva (Lonicera implexa) y rubia (Rubia peregrina), la nómina de especies se enriquece de numerosas anuales. Es de destacar también la interesante presencia de la gayuba (Arctostaphyllos uva-ursi crassifolia) en los sectores más sombríos, por su carácter tapizante, protector y nitrogenador del suelo, además de por representar un cierto acercamiento a su adscripción clímax en el piso supramediterráneo y mediterráneo montano.

Hurtados hoy por hoy estos bosquetes residuales a una excesiva presión antrópica, la dinámica evolutiva del conjunto de la formación vegetal tiende a la estabilidad.

3.2.El Coscojar

INVENTARIO FlTOGEOGRÁFICO DEL COSCOJAR

 

ESTRATO ESPECIE ABUNDANCIA DOMINANCIA SOCIABILIDAD ABUNDANCIA SOCIABILIDAD POR ESTRATO DINÁMICA
SUBARBÓREO Pinus halepensis

+

    ESTABLE
ARBUSTIVO Quercus rotundifolia 4 5   ESTABLE
Rhamnus lycioides 1 2  
Juniperus phoenica 1 2  
Pinus halepensis +  

5

Juniperus oxycedrus +    
Pistacia lentiscus +    
 Rhamnus alaternus +    
Phyllirea angustifolia +    
SUBARBUSTIVO Quercus coccifera 2 3   ESTABLE
Rosmarinus officinalis 2 3  
Rhamnus Iycioides 2 1  
Juniperus phoenica 1 2  
Genista scorpius 1 1  
Juniperus oxycedrus +   3
Pistacia lentiscus +    
Rhammus alaternus +    
Phyllirea angustifolia +    
Osyris alba +    
Buxus sempervirens +    
HERBÁCEO Rosmarinus officinalis 2 3   ESTABLE
Brachypodium retusum 2 3  
Thymus vulgaris 1 2  
Genista scorpius 1 1  
Quercus coccifera +    
Rhamnus lycioides +    
Juniperus phoenica +    
Juniperus oxycedrus +    
Teucrium chamaedrys +    
Ephedra nebrodensis +    
Asparagus acutifolius +    
Rubia peregrina +   3
Osyris alba +    
Lonicera implexa +    
Rosa spinosissima +    
Teucrium capitatum +    
Carex halleriana +    
Coronilla minima +    
Koeleria vallesiana +    
Centaurea linifolia +    

Thalictrum tuberosum

+    
Leuzea conifera +    
Cistus albidus +    

 

piramide de vegetacion del coscojar

 

El carrasca! que acabamos de caracterizar fitogeográficamente como máximo de vegetación en las altas planas de la Bardena Negra presenta, como hemos visto, una marcada facies de coscojar en la orla arbustiva y primeras etapas de sustitución. Sin embargo, conforme se reduce la cota altimétrica, el ambiente bioclimático se extrema en grado suficiente como para que -por debajo de los 500 metros el coscojar pueda ser considerado potencial. Es así como, siguiendo el trazado del transecto en dirección norte, en la denominada Plana del Farillo y a unos 470 metros de altitud, acotamos una parcela representativa orientada a solana y con una pendiente del 5% (fig. 1). El porte achaparrado de la formación queda compensado con un indescifrable enmarañamiento. Prosperando sobre un soporte edáfico similar al que sostenía el carrascal -kastanozem de algo menor desarrollo-abundantes manchas de coscojar colonizan las vertientes margoarcillosas de los cerros, dejando más desabrigados los cortados calizos y las rampas de mayor inclinación.

Falta por completo el estrato arbóreo. Incluso el subarbóreo es apenas inventariable, puesto que únicamente algunos pinos carrascos (Pinus halepensis) llegan a destacar sobre el nutrido matorral. Como sucede en el dominio del carrascal, en ciertos sectores esta resinosa -calcícola, termófila y bien adaptada a indigencias edáficas e hídricas se impone contundentemente, incluso sobre la coscoja, en todo caso como consecuencia del ya aludido favorecimiento antrópico.

El estrato arbustivo no deja lugar a dudas respecto al protagonismo de la achaparrada coscoja (Quercus coccifera). Su maraña lacerante e impenetrable cubre casi el 85% de la superficie inventariada, haciendo muy dificultoso el reconocimiento exhaustivo de la formación vegetal. Engrosamiento, endurecimiento, retorcimiento y espiniscencia de las hojas ponen de manifiesto la hostilidad de las circunstancias ambientales. Indicadores del xérico ambiente bioclimático, acompañan a la coscoja numerosos ejemplares del fuertemente armado es cambrón (Rhomnus lycioides) y de la adusta sabina (Juniperus phoenica), especie que llega a predominar en laderas pronunciadas de suelos raquíticos. Más aislados, aparecen algunos pies de enebro (Juniperus oxycedrus), aladierno (Rhamnus alaternus), labiérnago (Phyllirea angustifolia) y, sobre suelos más húmedos, lentisco (Pistocia lentiscus).

En el estrato subarbustivo las jóvenes coscojas ceden en número y cobertura, entrando en competencia con el romero (Rosmarinus officinalis), que denuncia la proximidad de la siguiente etapa de sustitución, y con el escambrón. Ello supone un recubrimiento de cerca de la mitad del espacio acotado, en el que también conviven las subseriales aulaga (Genista scorpius) y (Osyris alba). Aquí y allá algunas matas de boj (Buxus sempervirens), más abundantes en las umbrías, prosperan a resguardo del dosel superior.

El estrato herbáceo es muy generoso en especies, aunque tampoco alcance el 50% de cobertura. Nuevamente el aromático romero y las mismas gramíneas del carrasca! -en especial el lastón (Brachypodium retusum) alfombran discontinuamente el terreno, acompañadas del tomillo (Thymus vulgaris) y un sinnúmero de anuales de variado óptimo fenológico. Trepadoras -en particular la áspera rubia (Rubia peregrina)-, alguna cistácea como la afieltrada estepa blanca ( Cistus albidus) y la efedra (Ephedra nebrodensis), de aspecto retamoide y asidua del borde de los cortados calizos, completan el panorama botánico.

La dinámica de esta formación vegetal en el sector en estudio tiende a la estabilidad por las mismas razones de moderada presión antrópica actual aducidas en el caso del carrascal.

3.3.El Romeral -Tomillar

INVENTARIO FITOGEOGRÁFICO DEL ROMERAL-TOMILLAR

ESTRATO ESPECIE ABUNDANCIA DOMINANCIA SOCIABILIDAD ABUNDANCIA SOCIABILIDAD POR ESTRATO DINÁMICA
ARBUSTIVO Quercus coccifera +     ESTABLE REGRESIVA
SUBARBUSTIVO Rosmarinus officinalis 3 3   ESTABLE REGRESIVA
Juniperus phoenica 2 2  
Quercus coccifera +   3
Rhamnus lycioides +    
HERBÁCEO

 

Rosmarinus officinalis   .  3 3   ESTABLE REGRESIVA
Thymus vulgaris 2 2  
Brachypodium retusum 2 2  
Helianthemum cinereum 1 2  
Linum suffruticosum 1 1  
Genista scorpius 1 1  
Koeleria vallesiana 1 1  
Stipa sp +    
Hedysarum humile +    
Fumana Thymifolia +    
Cistus clusii +    
Cistus albidus +    
Bupleurum fruticescens +    
Dorycnium pentaphyllum +    
Avenula bromoides +   4
Lygeum spartum fe +    
Astragalus monspessulanus

 

+    
Coronilla minima +    
Lavandula latifolia +
Ononis tridentata +    
Centaurea linifolia +    
Globularia alypum +    
Teucrium capitatum +    
Atractylis humilis +    
Erucastrum nasturtiifolium +    
Rhamnus Iycioides +    
Juniperus phoenica +    
Quercus coccifera +    

 

Piramide de vegetacion del Romeral-tomilar

 

Si el coscojar señala la primera etapa de sustitución del carrascal, el romeral-tomillar delata el siguiente escalón de la serie regresiva. Ello se pone tanto más de manifiesto cuanto más nos internamos en la degradada planicie de la Blanca, donde la impronta antrópica ha desencadenado una profunda transformación del paisaje vegetal. En esta geofacies, de ambiente marcadamente xérico y térmico, el romeral-tomillar podría considerarse clímax en las vertientes más empinadas de los relieves de resistencia que jalonan la depresión erosiva, frecuentemente pedregosos y carentes de suelos bien desarrollados.

La mayor parte de las especies vegetales que son capaces de sobrevivir bajo circunstancias ambientales tan desfavorables presentan mecanismos de adaptación de índole muy variada, tales como efimerismo postprecipitacional -muy común en las especies inferiores-; forma achaparrada y redondeada para protegerse de la violencia y efecto desecante del viento; suculencia para almacenar agua; estomas fácilmente obturables y profundamente hundidos en la gruesa cutícula; escamosidad o vellosidad pálida para reflejar la luz solar; polinización por el viento y por aromatización atractiva para los insectos; diseminación de las semillas por el viento...

En la ladera orientada a mediodía -de alrededor de un 20 % de desnivel de uno de tales cerros testigo, muy cerca de la zona de contacto entre las dos Bardenas (fig.1), seleccionamos una parcela de romeral que presenta ya clara facies de tomillar, lo que nos interesa cara a subrayar el carácter regresivo de la formación vegetal. Arcillas margosas, resistentes bancos calizos y niveles laminares de yesos se alternan en la conformación geológica del cabezo, cuyo acarcavamiento progresa decididamente en las vertientes desprovistas de cubierta protectora. En tales condiciones, el desarrollo edáfico es muy limitado, presentando aspecto xerosólico con horizonte superior de escasa entidad.

Los estratos arbóreo, subarbóreo y arbustivo no tienen, como era de esperar representación. Únicamente algunas matas dispersas de coscoja (Quercus coccifera) nos recuerdan la caracterización potencial de la formación.

En el estrato subarbustivo, que cubre poco más de un tercio del área acotada, el romero (Rosmarinus officinalis) domina con claridad el panorama. En floración continuada a lo largo del año -aunque el óptimo fenológico de la comunidad se alcanza a finales de la primavera-, esta labiada heliófila entremezcla sus densas matas con los no menos bien surtidos pies de sabina (Juniperus phoenica), cuya adustez sombría contrasta plenamente con la generosidad cromática del estrato inferior. Aislados escambrones (Rhamnus lycioides) y brotes de coscoja completan el reducido listado florístico de este nivel.

El estrato herbáceo es, por contra, en extremo generoso en especies anuales, fenómeno habitual en las etapas seriales del bosque esclerófilo mediterráneo. Un auténtico derroche botánico, que hace muy laborioso -aunque gratificante el reconocimiento exhaustivo de la formación vegetal. A este nivel, el romero sigue encabezando el cómputo de abundancia -dominancia, seguido de cerca por el tomillo (Thymus vulgaris), también aromático y de la familia de las labiadas, y el lastón (Brachypodium retusum). Las mismas especies regresivas que identificábamos en carrascales y coscojares -aulaga (Genista scorpius), estepa blanca ( Cistus albidus) etc. compiten con otras todavía más indicadoras de degradación, como es el caso del esparto (Lygeum spartum) y de varias estipas (Stipa sp.). Por lo demás, la nómina de acompañantes es interminable: gramíneas, como la (Koeleria vallesiana) y la (Avenula bromoides); leguminosas, como el (Hedysarum humile) o el (Dorycnium pentaphyllum); cistáceas, como la sillerilla (Fumana thymifolia} y diversas jarillas (Helianthemum sp.); una umbilífera endémica ibérica (Bupleurum fruticescens) y alguna gipsícola como el asnallo (Ononis tridentata) alcanzan a recubrir cerca del 75% del suelo.

Pese a la pendiente, las ovejas visitan con regularidad la parcela inventariada, si bien la presión ganadera no ha hecho sino descender paulatinamente en los últimos tiempos. De ahí que el anteriormente acelerado ritmo de subserialización de la cubierta vegetal se vea actualmente ralentizado, lo que determina que la dinámica de la formación oscile entre la regresión y la estabilidad.

3.4. El Espartal

INVENTARIO FITOGEOGRÁFICO DEL ESPARTAL

ESTRATO ESPECIE ABUNDANCIA DOMINANCIA SOCIABILIDAD ABUNDANCIA SOCIABILIDAD POR ESTRATO DINÁMICA
SUBARBUSTIVO Atriplex halimus +     ESTABLE
HERBÁCEO Lygeum spartum 4 5   ESTABLE
Elymus pungens +    
Brachypodium retusum +    
Dactylis hispanica +    
Salsola vermiculata +    
Artemisia herba-alba +    
Koeleria vallesiana +    
Stipa sp. +   4
Bromus rubens +    
Suaeda vera brevifolia +    
Teucrium capitatum  +    
Atriplex halimus +    
Limonium ruizii +    
Dorycnium pentaphyllum +    

 

Piramide de vegetacion del espartal

 

Una dilatada historia de agresiones mediante el fuego, la tala indiscriminada, el sobrepastoreo, la roturación agrícola y demás sistemas de impacto directo sobre el equilibrio medioambiental, provocaron en la Bardena Blanca la regresión de los antiguos coscojares y aún de los romerales-tomillares. Si, como acabamos de señalar, estos últimos aún se presentan dispersos en los relieves sobresalientes de esta singular geofacies, el nivel topográfico general malcubre su desnudez con retazos herbáceos de aspecto desolado. Nos encontramos ante los albardinares de esparto, en el confín de la sucesión vegetal del bosque esclerófilo mediterráneo. Pastizales dominados por gramíneas vivaces, que se instalan sobre fluvisoles -suelos de aporte aluvial-limosos, de PH tendente a la basicidad, poco nitrificados y escasamente salinos. Es precisamente esta circunstancia edáfica la que ha motivado que buena parte de los espartales se roturaran con fines agrícolas. Cuando, pese a la bondad de los suelos, se ha tenido que abandonar el cultivo de cereal a causa de años ininterrumpidos de sequía, el espartal presenta facies de ontinar-sisallar, nitrificado por la presencia de los rebaños de ovejas.

Elegimos un biotopo representativo, ligeramente dentro del Polígono Militar, ajeno por tanto en las últimas décadas a la presión de las actividades agro-ganaderas tradicionales. Dada la configuración absolutamente plana del enclave no ha lugar a determinar la orientación, dato de tanta trascendencia en formaciones anteriormente estudiadas (fig. 1).

Únicamente se presenta el estrato herbáceo que, en la parcela que hemos seleccionado, presenta un grado de cobertura cercano a los tres cuartos, plenamente contrastante con geotopos colindantes en bad-land integral. El suelo, constantemente denudado, de estos espacios acarcavados rejuvenece el horizonte superior de la formación edáfica del espartal, con lo que esta gramínea de vigorosos rizomas compite en condiciones ventajosas respecto a sus acompañantes. El albardín (Lygeum spartum) tapiza en formación cerrada bastante más de la mitad del espacio acotado. Frecuentes, pero dispersas, otras gramíneas completan el panorama florístico, como diversas estipas (Stipa sp), el lastón (Brachypodium retusum), una grama (Dactylis hispanica) y la (Koelleria vallesiana). A las especies aludidas se suman eventualmente un corto número de acompañantes, la mayor parte de las veces invasoras de biotopos cercanos: así las halófilas sosa (Suaeda vera brevifolia), osagra (Atriplex halimus) y el (Limonium ruizil); o las nitrófilas ontina (Artemisia herba-alta) y sisallo (Salsola vermiculata).

La dinámica de la formación en esta parcela parece tender a la estabilidad, ajena a agresiones sistemáticas agro-pastoriles.

3.5. El Ontinar -Sisallar

INVENTARIO FITOGEOGRÁFICO DEL ONTINAR-SISALLAR

ESTRATO ESPECIE ABUNDANCIA DOMINANCIA SOCIABILIDAD ABUNDANCIA SOCIABILIDAD POR ESTRATO DINÁMICA
SUBARBUSTIVO Atriplex halimus - 3   ESTABLE REGRESIVA
HERBÁCEO Artemisa herba-alba 3 2   ESTABLE REGRESIVA
Salsola vermiculata 2    
Atriplex halimus +    
Camphorosma monspelioca +    
Teucrium capitatum +    
Poa bulboso +    
Stipa sp. +    
Bromus rubens +    
Filago pyramidata +   4
Delphinium peregrinum +    
Carthamus lanatus +    
Centaurea melitensis +    
Suaeda vera brevifolia +    
Lygeum spartum +    
Dactylis hispanica  +    
Desmazeria rigida +    
Brachypodium retusu +    

 

Piramide de vegetación del Ontinar-sisallar.

Pirámide de vegetación del Ontinar-sisallar.

 

En la propia Bardena Blanca, unos cientos de metros al noroeste del espartal que acabamos de caracterizar (fig. 1), acotamos una nueva parcela standard en un sector que anteriormente había sido cultivado y en la actualidad es visitado asiduamente por los rebaños de ovejas rasas. Esta intensa presión ganadera se traduce en una notable nitrificación de los mismos fluvisoles que encontrábamos en el albardinar. No podía esperarse otra cosa, si se tiene en cuenta que hasta 300.000 cabezas de ganado -hoy por hoy no se alcanza ni la tercera parte de tal cifra pastaban en estos secarrales. Otoño tras otoño, después de haber pasado el verano en los altos valles pirenaicos, los nutridos rebaños de ovejas rasas descendían hacia las parameras bardeneras en una trashumancia que recorría Navarra de norte a sur, principalmente a través de la Cañada Real.

El pisoteo, la agregación al suelo de enormes cantidades de excrementos y el pasturaje selectivo transformaron los antiguos espartales en ontinares-sisallares, puntuales delatores de tales condicionamientos. En sucesión progresiva, allí donde disminuye sensiblemente la intensad&d del pastoreo, se manifiestan algunos indicios de recomposición de la etapa del albardinar.

Lógicamente, también aquí faltan los estratos superiores y medios, pudiéndose inventariar únicamente el herbáceo, excepción hecha de alguna que otra mata de osagra (Atriplex halimus), que sobrepasa el medio metro de altura. El grado de cobertura de la formación alcanza a más de la mitad del espacio inventariado, siendo principales responsables de ello la aromática ontina (Artemisia herba-alba) -cuya denominación científica alude al revestimiento integral de borra blanca y, en menor proporción, el quenopodiáceo sisallo (Salsola vermiculata), especies vivaces de clara adscripción nitrófila. Como sucedía en el espartal, elementos invasores de formaciones cercanas se suman al listado florístico: así las halóficas sosas (Suaeda vera brevifolia) y osagras, o señalados representantes de la estepa graminoide, como el esparto (Lygeum spartum). En los años propicios, tras cortos pero intensos períodos lluviosos, gran número de terófitos salpican el herbazal, consumiendo a marchas forzadas su corto ciclo vital, lo que redunda en una ampliación manifiesta de la nómina de especies acompañantes. En los sectores menos densamente alfombrados, una formación cespitosa de la gramínea (Poa bulbosa) es mantenida en su carácter nitrófilo por el pastoreo pues, junto con el sisallo, es una de las especies más apetecidas por la oveja.

La dinámica de la formación vegetal oscila entre la estabilidad y la regresión, circunstancia esta última mucho más evidente en épocas de intensa presión ganadera.

3.6.El Saladar -Tamarizal

INVENTARIO FITOGEOGRÁFICO DEL SALADAR-TAMARIZAL
ESTRATO ESPECIE ABUNDANCIA DOMINANCIA SOCIABILIDAD ABUNDANCIA SOCIABILIDAD POR ESTRATO DINÁMICA
ARBUSTIVO Tamarix canariensis 2 2 2 ESTABLE
SUBARBUSTIVO Tamarix canariensis 1 2   ESTABLE
Atriplex halimus +   1
HERBÁCEO Suaeda vera brevifoliaris 3 3    
 Limonium viciosoi 1 2    
lnula crithmoides  1 2    
Atriplex halimus 1 2    
Dorycnium pentaphyllum +      
Lygeum spartum +      
Artemisia herba-alba +      
Crepis capillaris +      
Juncus maritimus +      
Tamarix canariensis  +      
Puccinellia festuciformis +      
Hordeum marinum +   4  
Salsola vermiculata +      
Spergularia marina +      
Plantago maritima +      
Phragmites australis +      
Salicornia ramosissima +      
Agrostis stolonifera +      
Polypogon maritimus +      
Cynanchum acutum +      
Bromus sp. +      
Chenopodium album +      
Sphenopus divaricatus +      

 

Piramide de vegetacion del saladar-tamarizal

 

En las depresiones endorreicas y el fondo de la laberíntica red de barrancos y barranquillos que tajan las Bardenas -muy particularmente la Blanca el panorama vegetal presenta connotaciones diferenciales. En tales enclaves el potencial eco lógico viene protagonizado por circunstancias edáficas muy particulares, modeladas por la actuación conjunta del agua -que embebe los suelos durante un período más o menos prolongado de tiempo y de una alta salinidad, aflorante en forma de grumos y costras durante la estación seca. Las formas específicas de explotación fitobiológica en tales geotopos operan mediante mecanismos de adaptación en extremo interesantes, por lo que las comunidades permanentes que los colonizan difieren en alto grado de los óptimos y sus correspondientes etapas de sustitución de las formaciones que tapizan la plataforma superior.

En el extremo NW del transecto que venimos analizando (fig. 1), lindante con el fotogénico cabezo del Peñón de Las Cortinas, una profunda incisión de más de 20 metros de desnivel abarranca los deleznables materiales miocénicos de la plataforma erosiva. El panorama geomorfológico es en verdad interesante: la enhiesta "chimenea de las hadas" del Peñón (Castil de tierra), que los cristales de yeso hacen refulgir, coronada de una cornisa calcarenítica; la plataforma margo-arcillosa general, dendríticamente acarcavada a un ritmo morfogenético mensurable año tras año; el fondo de la barranca, episódicamente drenado por una torrentera de alta competencia erosiva, que presenta un cauce habitualmente resquebrajado en un puzzle de costras salinas poligonales -"takir"-.

A ambos lados del angosto canal de desagüe, en un peldaño algo elevado, se desarrollan los saladares-tamarizales con una vitalidad y porte que contrasta poderosamente con la indigencia de las formaciones vegetales vecinas. Hemos seleccionado una parcela, de perfil edáfico tipo "solonchak", en la que el tamarizal no presenta elevada densidad, con el fin de obtener un inventario más generosos en especies típicas del saladar.

Los estratos arbóreo y subarbóreo no tienen representación. En el arbustivo el tamariz (Tamarix canariensis) -(Tamarix gallica) y (Tamarix africana) solo aparecen en geotopos menos salinos de las orillas de los ríos -domina en solitario la formación con un nivel de cobertura que no alcanza el 25 % de la superficie inventariada. Expresivo indicador halófilo y capaz de soportar un alto grado de stress hídrico, su carácter caducifolio contrasta vivamente con la generalidad perennifolia del resto de acompañantes. Su papel biostásico es manifiesto, puesto que frena las avenidas y retiene el suelo.

En el estrato subarbustivo, de escasa entidad superficial, vuelve a aparecer el tamariz en forma de individuos jóvenes, al lado de osagras (Atriplex halimus) aisladas, llamativas por su porte enhiesto, la forma deltoidea de sus hojas y el tono plateado de toda la planta.

El estrato herbáceo, de fenología equinoccial, incluye un generoso listado que, en el enclave seleccionado, tapiza bastante más de la mitad del suelo. De entre todas las especies, destaca por su abundancia y representatividad biotópica la sosa (Suaeda vera brevifolia), emblemática del saladar. En menor número, le acompañan otras halófitas, como la también dotada de hojas crasas (Inula chritmoides) y los arrosetados (Limonium sp.). Más dispersamente, aparecen otras colonizadoras habituales de los saladares: suculentas como la salicornia (Salicornia ramosissima) y el llantén de mar (Plantago maritima); la leguminosa mijediega (Dorycnium pentaphyllum) y diversas gramíneas, como el junco marítimo (Juncus maritimus), el (Hordeum marinum) o el (Polypogon maritimus). Especies inventariadas en los biotopos contiguos hallan también acomodo, como es el caso del albardín (Lygeum spartum), de la ontina (Artemisia herba-alba) y del sisallo (Salsola vermiculata).

La dinámica de conjunto tiende a la estabilidad, ajeno en gran medida a las agresiones sistemáticas que soporta el resto del espacio bardenero.

 

Esquema integrado de las pirámides de Vegetación de las Bardenas, conforme a transecto-guía de la figura n. 1

Esquema integrado de las pirámides de Vegetación de las Bardenas, conforme a transecto-guía de la figura n. 1

 

4. CONCLUSIÓN

Un atento reconocimiento de la figura 8 nos permite recapitular las consideraciones emitidas sobre el tapiz vegetal de las Bardenas de Navarra, al tiempo que cotejar conjuntamente la gradación de formaciones clímax y sus correspondientes etapas seriales regresivas. El seguimiento del esquema integrado de las diversas pirámides de vegetación -a lo largo del perfil topográfico desarrollado a partir del transecto de la figura 1 es suficientemente expresivo del grado de transformación a que ha sido sometido el paisaje natural: basta con contraponer la nutrida dotación vertical de las comunidades boscosas de las altas planas de la Negra con el discreto porte de los secarrales estepizados de la Bardena Blanca. De ahí el notable potencial naturalístico y didáctico de este tan interesante como deteriorado territorio.

Sería deseable que la toma en consideración -día a día más extendida de la problemática que afecta a este enclave por parte de las instituciones autonómicas, municipales, de los colectivos congozantes, y del común de la ciudadanía se tradujera con el tiempo en una juiciosa planificación y gestión de las posibilidades y recursos del espacio bardenero.

Siguiendo el plan que en su momento nos propusimos, tenemos intención de proseguir la labor de presentar en sucesivos trabajos la originalidad fitogeográfica -tributaria de singulares circunstancias geomorfológicas, climáticas, edáficas y antrópicas de nuevos ámbitos paisajísticos del País Vasco.

5. AGRADECIMIENTO

Desearía expresar el mayor agradecimiento a Carmen Ursúa, bióloga del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra y autora de una tesis doctoral sobre la flora y vegetación de la Ribera Tudelana (1986), por su amable colaboración y sus atinadas observaciones en el trabajo de campo.

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