ITINIERARIO Nº 1 :

LA RIA DE URDAIBAI.

Guillermo MEAZA RODRIGUEZ

E.H.U. Universidad del País Vasco

 

Los presentes 4 itinerarios didácticos tienen por objeto poner a disposición de las personas interesadas unas guías de trabajo de campo, cuyo objetivo se acota al análisis del medio físico, tomando como referencia la tipología paisajística del País Vasco.

A manera de introducción, se propone un breve apunte sobre los caracteres del medio natural en el País Vasco para pasar, seguidamente, a los itinerarios propiamente dichos. Cada uno de ellos va precedido de un informe preliminar, cuya finalidad es la de perfilar los rasgos mesológicos fundamentales del enclave territorial objeto de estudio.

Las salidas incluyen actividades genéricas, que abordan el estudio de la trama natural en su conjunto, y específicas, dedicadas a la investigación particularizada de alguno de sus elementos. Ello no obsta, sin embargo, para que otorguemos preeminencia al factor vegetación, en razón de configurarse como el más elocuente y preciso indicador del estado, funcionamiento y dinámica del sistema natural. De manera que, en unos itinerarios más explícitamente que en otros, el elemento vegetal se erige en el hilo conductor de la trama argumental.

ITINERARIO N 1: LA RIA DE URDAIBAI

1.1.- Informe preliminar

La cuenca del río Oka posee una extensión aproximada de 230 Km2 .Su desarrollo longitudinal se acerca a los 20 km., de los que más de la mitad corresponden a la planicie estuárica de la Ría de Urdaibai (denominación más antigua de la Ría de Gernika-Mundaka). Las peculiaridades del sistema natural, junto a las del agrosistema tradicional y los actuales modelos de explotación del espacio, se manifiestan en tres unidades de paisaje: un fondo de valle, jalonado de arenales y marismas estuáricos; una campiña atlántica, que se desarrolla en dos franjas paralelas a ambos lados de la ría y se explaya en la vega guerniquesa; y las plataformas y crestas culminales (300- 400 m.), revestidas de encinar cantábrico, que cierran la ría tanto por el este como por el oeste (figs.1 y 2).

Las corrientes fluviales se han abierto paso en su tramo final a través de una fractura diapírica, cuyo núcleo supratriásico, constituido de arcillas, yesos e intrusiones ofíticas del Keuper, queda en su mayor parte solapado por depósitos de playa y de marisma. Es de anotar la modesta aportación de los cauces superficiales, en tanto que los abundantes afloramientos calizos de los relieves superiores de ambas márgenes hacen posible que buena parte de la escorrentía se realice por vía subterránea, con lo que algunos de los drenajes kársticos más importantes surgen directamente en las márgenes de la ría, por debajo del nivel de base.

Los materiales autóctonos que rellenan la ría de Urdaibai provienen de las margas arcillosas del Keuper aflorantes en ambas márgenes de la ría, las cuales, por efecto de las aguas de arroyada, son erosionados, constituyendo un depósito de limos y cienos en el cauce. El material alóctono de relleno superficial pertenece a las arenas procedentes del mar, que tienden a depositarse en las zonas más o menos cercanas a la desembocadura. El depósito eólico procedente de la playas de la bocana es tambien importante: el viento transporta materiales hacia el interior de la ría, los cuales son arrastrados posteriormente por la pleamar a zonas más internas. Por otro lado, la colonización sistemática de las marismas facilita el desarrollo de barras por falta de arrastre en la vaciante, lo que hace predominar la sedimentación hacia el interior, procedente del mar, sobre la expulsión hacia el exterior. Como consecuencia se incrementan los bajos fondos, que acaban, en algún caso por cegar la desembocadura de los ríos.

El sector occidental del Golfo de Vizcaya posee connotaciones climáticas que matizan la consideración genérica del ambiente oceánico. Así, en lo que se refiere a las temperaturas, es de destacar la escasa oscilación térmica anual y la benignidad del período invernal -piso bioclimático termocolino-, que contribuye a que la temperatura media anual alcance los 15°. Por lo que se refiere a los datos de precipitación, el cómputo anual es de unos 1200 mm. -casi 500 mm. menos de los registrados en la costa oriental guipuzcoana-, fenómeno ligado a la llamativa caída de la precipitación veraniega, característico de sectores con mayor influencia de lo mediterráneo.

La vegetación de la ría es muy variada, como corresponde a la originalidad de los rasgos geomorfológicos y climáticos que acabamos de esbozar. Si en lo genérico es asimilable al paisaje vegetal de la campiña vascocantábrica, en lo específico presenta comunidades vegetales de gran originalidad. En efecto, la ría de Urdaibai acoge las únicas formaciones marismeñas de cierta entidad -unas 600 ha.- de toda la costa vasca. Las comunidades se disponen, desde los canales de marea a tierra firme, en bandas escalonadas, estructuradas según el grado de anegamiento e incidencia de la salinidad. La explotación biológica del estero marismal se completa, por otra parte, con una interesante riqueza faunística de gran biomasa. Por su parte, al abrigo de un ambiente climático relativamente xérico y térmico, las formaciones de encinar cantábrico -más de 1500 ha.-, que acogen especies de óptimo mediterráneo, colonizan amplias extensiones de roquedo calizo.

 

Fig. 1: Mapa de la ría de Urdaibai 

Fig. 2 : Boque diagrama integrado de la ría de Urdaibai

[No incluido en versión electrónica]

 

Respecto a las modalidades e intensidades de la impronta humana en el sistema natural, ha de certificarse, de entrada, que la cuenca de Urdaibai conserva una acusada vocación rural. Pese a la integración de las estructuras de producción tradicionales -caseríos- en un sistema plenamente capitalista, el espacio rural se presenta todavía ajeno a las transtommaciones radicales que han sufrido muchas de las áreas colindantes. Aparte de los núcleos industriales y urbanos de Gernika y Bermeo y de ciertas áreas recreativo-residenciales, prevalece un aprovechamiento agrario de elevada productividad, que ha configurado el paisaje como un mosaico de praderas en explotación ganadera intensiva, huertas circundantes a los caseríos, sotos junto a los cursos de agua, bosquetes dc vegetación atlántica y plantaciones de coníferas. En definitiva, un tipo de explotación humana con alto grado de integración en el entorno.

1.2.- Trabajos de campo

1.2.1.- El ámbito estuárico

Nos dirigimos a la localidad de Foru, en la margen izquierda de la ría, concretamente al barrio de Trine, donde se ubica la ermita de San Gregorio. Desde este enclave, a unos 80 metros de altitud, se divisa una de las más espectaculares panorámicas del conjunto de la ría. Antes de efectuar una breve compulsa del informe preliminar, procedemos a su localización en el mapa-guía (fig.1, punto 1) del enclave en el que nos encontramos, orientándose por medio de las referencias topográficas más evidentes: al norte la bocana del estuario y la villa de Mundaka; al este y al oeste ambas márgenes de la ría, dominadas por cresteríos calizos densamente tapizados de vegetación; al sur la zona interna del valle, con la villa de Gernika.

Al pié del cerro ofítico de San Gregorio, en pleno ámbito marismal, discurre la vía férrea Gernika-Bermeo. Caminemos, siguiendo su trazado, en esta última dirección. La interferencia de los ambientes terrestre y marino se vuelve por momentos más evidente. Observamos la cambiante distribución espacial de áreas emergidas y sumergidas, conforme al ritmo y al nivel de las mareas. Unos metros antes de llegar al apeadero de Axpe-Busturia un dique semiderruído, jalonado en su parte final por una hilera de tamarices, se interna hasta el corazón de la marisma. Hemos llegado al enclave en el que vamos a realizar, aprovechando la bajamar, la primera actividad de investigación de la salida. Comenzamos, con la ayuda del mapa-guía, por el ejercicio preceptivo de localización del enclave (fig.1 , punto 2).

Tras esta actividad, nos internamos en el entorno marismeño para empezar con la investigación del elemento geológico-geomorfológico. Observamos una planicie sedimentaria de arenas, limos y fangos que solapan las arcillas, yesos y ofitas del Keuper subyacente, visible en las trincheras de la vía férrea. La vasta explanada ha sido conformada por la acción conjunta del mar y de los cursos fluviales que desaguan en la ría. Pero, si bien éstos últimos no parecer tener actualmente excesiva protagonismo al respecto en un estuario casi totalmente colmatado, el de las corrientes marinas es bien notorio, pues aportan continuamente arenas en suspensión. Tales materiales, arrastrados también por el viento desde las playas, son depositados posteriormente por la pleamar en las zonas más internas del estuario.

Al caminar por la marisma podemos comprobar la inconsistencia del terreno y, por ende, el importante papel de la vegetación y de la acción antrópica en la consolidaciÓn de las mismas, tal como se puede comprobar en los escalones superiores del estero y en las zonas de diques y polders, respectivamente. Analicemos ambos factores separadamente.

Sobre un sustrato tan inconsistente y salinizado, es explicable que se instale un tipo de vegetación harto peculiar. Si efectuamos un recorrido desde el borde del agua hasta la vía férrea, podemos reconocer, a grandes rasgos, los siguientes tipos fisiográficos y de vegetación: a) zona sublitoral, permanentemente anegada, con algas del género Zostera; b) planicies bajas, anegadas durante muchas horas y ocupadas parcialmente por una comunidad muy pobre en especies, prácticamente monopolizada por la espartina (Spartína marítima); c) marisma baja, inmediatamente por encima o al nivel de la espartina y por debajo de las pleamares medias, colonizada por suculentas, como las sosas (Suaeda marítima) y las salicornias (Salícornía ramosíssíma); d) marisma baja-media, en el nivel medio de la pleamar y por encima de éste, tapizada por la gran colonizadora verdolaga (Halímíone portulacoídes), que contribuye en alto grado a la consolidación del terreno; e) marisma media-alta, bien consolidada y solo anegada en mareas vivas equinocciales, con verdolagas, juncos (Juncus marítímus) y, en menor proporción, otras halófilas; f) marisma alta, muy raramente alcanzada por la pleamar viva, tapizada por extensos herbazal es de juncos y gramíneas bastas (Elymus sp.); g) antiguos lezones, reforzados con hileras de tamarices ( Tamaríx gallíca); h) colmataciones artificiales de arena, extraída por dragado de los canales de marea y colonizada por vegetación psamófila.

La banda de vegetación típicamente marismeña -escalones c, d y e- presenta una composición florística integrada, principalmente, de los siguientes táxones: Suaeda marítima, Salícornía ramosíssíma, Aster trípolíum, Puccínellía marítima, Spergularía marítima, Límoníum vulgare, Plantago marítima, Halímíone portulacoídes, Atríplex hastata, Inula críthmoídes, Juncus marítímus, Glaux marítima, Tríglochím marítima, Armería marítima, Carex extensa.

Finalmente, nos detendremos en el estudio de la evolución de usos del suelo en un medio natural tan particular como es el marismeño. A este respecto ha de hacerse notar que el frente litoral constituye un ámbito espacial en el que la intervención humana ha desencadenado tendencias de cambio muy llamativas, especialmente en la fisonomía, estructura y dinámica de las áreas marismales de los estuarios. Atendiendo al grado de intervención histórica, que llegó en su momento a desecar y colonizar la práctica totalidad de la zona supralitoral, estas marismas tienen un alto porcentaje de artificialidad. Con todo, en la actualidad es la única ría de la costa vasca que mantiene parcelas de marisma funcionales de cierta entidad, por lo que constituye una de las unidades territoriales más interesantes, desde el punto de vista naturalístico, no solo del litoral sino de toda la Comunidad Autónoma Vasca.

Las desecaciones masivas coincidieron con la fase de expansión agrícola de finales del siglo XVIII. Al tiempo que se ampliaban las tierras de cultivo, se pretendía erradicar los focos irradiantes de fiebres palúdicas, que tanta incidencia tuvieron en las condiciones sanitarias de las comarcas marismeñas. Aunque las principales transformaciones en la marisma alta se produjeron a principios de este siglo, a raiz de la apertura del canal Gernika-Murueta con el fin primordial de facilitar la entrada y salida de barcos, el cénit de la actividad desecadora se alcanzó en la segunda mitad del siglo XIX, cuando la demanda de productos agropecuarios se intensificó con motivo de las guerras carlistas. La zona litoral y de marisma funcional quedaban reservadas a la actividad pesquera, a la caza, al marisqueo ya la obtención de energía (molinos demarea).

La puesta en cultivo de estas zonas se hacía a través del sistema comunal de trabajo. Las labores comenzaban con la construcción de un dique o lezón ("muna") de tierra -en ocasiones reforzado con hileras de tamarices-, con lo que era impedida la entrada de agua mareal y, consecuentemente, alterados el ciclo hídrico y el régimen salino. Para drenar las aguas continentales durante la bajamar se practicaban aberturas ("txinbos") en los diques, desagües con un sistema de válvula. Los suelos de las marismas presentaban con frecuencia una textura excesivamente apelmazada, lo que dificultaba las labores de cultivo. Por ello se realizaban labores de mejora consistentes en la aportación de arena para cambiar la textura, y adición de fertilizantes -estiercol- para la mejora de la productividad. La marisma transformada en terrazgo suponía un gran esfuerzo de mantenimiento -reconstrucción de diques destruidos por riadas, arreglo de esclusas, mejora de los suelos-; labor que, como hemos apuntado, se realizaba de manera comunal.

La progresiva atracción de la mano de obra agrícola hacia los vecinos núcleos urbanos e industriales, a partir de la década de los 60 de nuestro siglo, va a provocar un claro retroceso del área ganada a la marisma, dado que el compromiso efectivo en las labores de mantenimiento se viene prontamente abajo. Como consecuencia de ello, la corresponsabilidad vecinal sufre un grave deterioro y, en las áreas más expuestas a los embates de las mareas y riadas, supone la vuelta a la situación anterior. Lo que hasta la década de los 60 eran tierras cultivadas vuelve a revestirse de comunidades de plantas halófilas. Por otra parte, también se producen alteraciones en la configuración del canal de drenaje de entrada y salida de agua, debido al dragado para facilitar la botadura de barcos construidos por un astillero cercano. La acumulación de los depósitos arenosos en zonas localizadas produce la desaparición de áreas de cultivo ganadas a la marisma, con la pérdida real de superficie potencial para el desarrollo de la vegetación halófila original, y desencadena la colonización de estos sectores por parte de las comunidades psamófilas.

Proseguimos el itinerario avanzando hacia la desembocadura de la ría por la carretera vecinal que remonta la colina que separa la marisma de los arenales de San Antonio, ya en Pedernales. En marea baja la práctica totalidad de este tramo costero se nos aparece como un inmenso arenal, únicamente interrumpido por el trazado del canal principal de marea y algunos afloramientos rocosos del Keuper subyacente. LLegados a la carretera general en dirección a Mundaka, accedemos hasta el mirador panorámico de Portuondo, lugar desde el que vamos a estudiar la dinámica litoral de la ría. Comencemos, pues, con el ejercicio ubicacional, localizando en el mapa-guía el enclave concreto en que nos encontramos (fig. 1, punto 3). ¿Cómo se ha formado la configuración actual de arenales y canales? , ¿por qué, como sucede en otras muchas rías de la cornisa cantábrica, la desembocadura queda parcialmente taponada por una acumulación de arenas que sólo permite la comunicación mareal con el interior a través de una barra muy angosta? , ¿A qué es debido que tal estrangulamiento quede en la margen occidental de las rías?

Ha de tenerse en cuenta, por un lado, que la colonización sistemática de las marismas ha facilitado el desarrollo de barras por falta de arrastre en la vaciante, lo que hace predominar la sedimentación hacia el interior, procedente del mar, sobre la expulsión hacia el exterior. Como consecuencia se incrementan los bajos fondos, que acaban por cegar la desembocadura de los ríos. Por otro lado, cuando las corrientes marinas, procedentes del oeste, choca contra los salientes orientales de la desembocadura, se generan contracorrientes de "reversa", de menor velocidad y competencia sobre las arenas que porta en suspensión: el resultado de tal dinámica es la formación de playas-flecha que cierran el estuario a levante.

Las corrientes se encauzan a través de un angosto canal, de manera que, cuando la marea sube, penetran las aguas hacia el interior cargadas de arena, alimentando los playazos interiores; cuando la marea baja, la masa arenosa en suspensión desagua en menor medida hacia el mar, conformando la dinámica deposicional habitual de los estuarios cantábricos. Conviene advertir que no son unicamente la dinámica mareal, las corrientes y los temporales quienes explican la colmatación de los arenales internos. Se ha constatado, también, el importante papel del viento en el transporte eólico de las arenas desde las playa-flecha hacia el interior del estuario. Tal conjunción de agentes morfogenéticos es la que explica la peculiar modela ción de las formas litorales de la ría.

1.2.2.- La campiña atlántica

Cerca de la iglesia de Murueta, junto a un caserío-restaurante ubicado a pié de carretera, arranca una pista forestal por la que ascendemos hasta la cota aproximada de 200 metros. Tras el preceptivo ejercicio ubicacional (fig.1, punto 4), estudiaremos sobre el terreno los caracteres específicos de esta nueva unidad de paisaje.

Desde el punto de vista geológico, en los tramos menos solapados por la vegetación y en las trincheras de carreteras y caminos, puede observarse una estructura en bancadas de estratificación buzante hacia el oeste. Se trata del flanco occidental de la extrusión diapírica que enlazaría, antes de la destrucción de la charnela, con el flanco oriental, de estratificación contrariamente buzante. El estudio de los materiales confirma su adscripción calizo margosa y edad jurásica. Podemos observar, asimismo, cómo en los taludes de las colinas situadas entre la carretera y la marisma, afloran masas de arcillas rojas y bloques ofiticos, todos los cuales corresponden al Keuper.

Si nos aplicamos a la caracterización de los aspectos geomorfológicos, observaremos una disimilitud muy llamativa entre el modelado de los cerros ofiticos y el de la rampa jurásica en la que nos encontramos. Efectivamente, mientras aquéllos se suceden en jalonamiento discontinuo separados por vallecillos transversales probablemente labrados por erosión diferencial en las arcillas margosas, la rampa jurásica presenta una pendiente uniforme. Esta última carece de drenaje superficial aparente, por lo que es probable que parte del avenamiento se produzca en forma subterránea, lo que delata cierta karstificación. En sectores recién deforestados pueden apreciarse descarnamientos por argayo, lo que hace aflorar la roca madre de edad jurásica.

El desarrollo de la actividad de investigación se centrará, seguidamente, en el estudio de la cubierta vegetal. Un recorrido visual entre la marisma y el encinar cantábrico confirma la impresión de que el tapiz vegetal actual de la zona de campiña poco o nada tiene que ver con el potencial del área atlántica. La mayor extensión la ocupan los prados de siega. Las huertas, hoy día relegadas a las inmediaciones de los caseríos, se dedican a especies forrajeras y hortalizas, que también se obtienen en cultivos bajo plástico. Pero son las plantaciones de pino de Monterey (Pinus radiata) las que han llegado a imponerse, incluso en los terrenos más fértiles, a otras dedicaciones.

Con todo, podemos observar sectores de landa con brezo, argoma y helecho y, mucho más aisladamente, algún bosquete de frondosas con sus orlas espinosas en rincones poco accesibles de contacto con el encinar. La bondad edáfica de los suelos en los que se sustentaba la vegetación primitiva, determinó su roturación y aprovechamiento con fines agrícolas y ganaderos. Acerquémonos a uno de tales bosquetes, con el fin de estudiar los caracteres biogeográficos más sobresalientes del bosque mixto atlántico.

En el interior del bosque reina un microclima especial, que intensifica el grado de humedad y reduce la oscilación térmica. Es posible reconocer, enteramente cubiertos por plantas tapizadoras, buen número de tocones -especialmente de castaño-, testigos de talas antiguas y recientes. El estrato arbóreo alcanza una altura bastante discreta, y es variado en especies. Está dominado por el roble (Quercus robur) y, en menor medida, el castaño (Castanea sativa), el fresno (Fraxinus excelsior) y algunas rosáceas, que cohabitan con encinas (Quercus i/ex ssp. i/ex), laureles (Laurus nobi/is) y otras especies de óptimo mediterráneo, procedentes del contíguo encinar cantábrico.

El estrato arbustivo se enmaraña de trepadoras como la clemátide (C/ematis vita/ba), y rosáceas espinosas de óptimo atlántico, como el endrino (Prunus spinosa) y el majuelo ( Crataegus monogyna). El sotobosque está tapizado, en su práctica totalidad, de hiedra (Hedera he/ix) y gran número de especies esciófilas e higrófilas, entre las que destacan ciertos helechos adaptados a la indigencia lumínica. alto grado de humedad y escasa oscilación térmica.

INVENTARIO DEL BOSQUE MIXTO ATLANTICO

PEÑA FORUA-MURUETA (200 m.)

ARBOREO

Quercus robur 3 . - Arbustivo 1 ; Herbáceo1

Fraxinus excelsior 2. - Arbustivo 1

Castanea sativa 2. - Arbustivo 1

Sorbus aria 1

Laurus nobilis 1

Prunus avium 1

Tilia platiphyllos 1

Acer campestre 1

Quercus ilex ssp. ilex 1

 

ARBUSTIVO

Crataegus monogyna 1 ; Herbáceo1

Prunus spinosa 1 ; Herbáceo1

Rubus ulmifolius 2

Sambucus nigra 1

Corylus avellana 1

Arbutus unedo 1

Euonimus europeus 1

Salix atrocinerea 1

Phillyrea latifolia 1

Ligustrum vulgare 1

Rosa sempervirens 1

Cornus sanguinea 1

 

HERBACEO

Tapiz muscinal 3

Ranunculus sp. 2

Brachypodium pinnatum 1

Hypericum androsaemum 1

Arum italicum 1

Dryopteris borreri 1

Pteridium aquilinum 1

Asplenium onopteris 1

Asplenium trichomanes 1

Polystichum setiferum "' 1

Phyllitis scolopendrium 1

 

ESCANDENTE

Hedera helix 3

 Clematis vitalba 2

Tamus communis 2

Smilax aspera 1

Lonicera periclimenum 1

[Nota del webmaster: Por razones técnicas en las pirámides de vegetación que siguen ha sido modificada ligeramente la disposición original de la información (que sigue siendo la misma)]

Tanto en ésta como en las posteriores salidas, acometeremos la confección de un inventario, estrato por estrato, de cada una de las comunidades vegetales cabeza de serie, aplicando una escala de abundancia de 1 a 3 puntos (1 =escaso; 2=frecuente; 3=dominante). Las etapas de sustitución y, eventualmente, las comunidades perma- nentes serán acreedoras de un simple listado florístico, en el que se registren las espe- cies principales en razón de su abundancia o significado mesológico.

Observamos que la orla y primera etapa de sustitución de estos bosquetes está constituída por comunidades de zarzal-espinal con facies de madroñal, en las que cohabitan las rosáceas y otras especies habituales de los antaño ubícuos setos: Rubus ulmifolius, Rosa sp., Crataegus monogyna, Prunus spinosa, Arbutus unedo, Cornus sanguinea, Tamus communis, Rubia peregrina, Clematis vitalba, Lonicera periclymenum, Salix atrocinerea, Euonimus europeus, Corylus avellana, Fraxinus excelsior, Quercus robur, Acer campestre, Prunus avium.

Es bien patente, sin embargo, que la generalidad de las parcelas deforestadas está cicatrizada de formaGiones de landa atlántica, en las que dominan especies acidófllas adaptadas al intenso lavado de bases del horizonte superior del suelo: Erica vagans, Erica cinerea, Cal/una vulgaris, Daboecia cantabrica, Ulex europeus, Ulex galii, Pteridium aquilinum, Lithodora prostrata, Pseudarrhenaterum longifolium, Agrostis curtisii, Potentil/a erecta, Veronica officinalis, Hypericum pulchrum, Ranunculus nemorosus, Asphodelus albus, Arenaria montana, Cistus salvifolius.

También observamos algunas zonas recubiertas pos lastonares de apariencia un tanto basta, en las que, además del propio Brachypodium pinnatum, abundan Centaurea debeauxii, Dactylis glomerata, Agrostis capilaris, Festuca gr. rubra, Polygala vulgaris, Pimpinel/a saxifraga, Lotus corniculatus, Dianthus monspessulanus, etc.

En los relieves acolinados e inmediaciones de los caseríos, la abundancia de prados de siega atestigua la importante dedicación ganadera de la comarca. Los vemos constituídos de Anthoxanthum odoratum, Lolium perenne, Cynosurus cristatus, Dactulis glomerata, Poa pratensis, Trifolium pratense, Taraxacum officinale, Bellis perennis, Leucanthemum vulgare, Crepis vesicaria, Plantago lanceolata, Rumex acetosa, Rhinanthus mediterraneus, Medicago sativa, Ranunculus acris, Ajuga reptans.

Aunque será más adelante cuando analicemos detenidamente la impronta antrópica sobre el territorio, observemos ahora cómo las dos franjas de campiña, a un lado ya otro de la ría, acogen la práctica totalidad del hábitat, de las explotaciones agropecuarias y forestales, y de los núcleos industriales y de servicios, constituyéndose la carretera en el eje básico de flujos. Se puede comprobar que el medio natural no se ha resentido en exceso, pese a la proliferación de viviendas residenciales y construcciones turísticas, que coexisten con la unidad de explotación tradicional, el caserío.

Finalizada la actividad precedente, retrocedemos hasta Gernika, para desde allí encaminarnos hacia la margen derecha de la ría. A un kilómetro, aproximadamente, de la villa foral en dirección a Lekeitio se encuentra el barrio de Barrutia, donde dejaremos la carretera para, a mano izquierda, tomar el sendero que se interna en un robledal. La senda baja hacia la ría, hasta topar con un humedal colonizado por una buena mancha de aliseda cantábrica.

Observemos, tras señalar su ubicación en el mapa-guía (fig.1 , punto 5), que se trata de una zona de contacto, con drenaje deficiente, entre las colinas supratriásicas y el lecho aluvial de ría. Fijémonos en cuál es la fuente que alimenta el encharcamiento habitual de este paraje concreto. Comprobamos que el agua proviene en mayor medida de los arroyos que avenan los cerros. que de las mareas. Es ésta una circunstancia que posee gran trascendencia en el entendimiento de los caracteres del tapiz vegetal. pues detectamos aquí un bosque de ribera bien desarrollado -mayor aporte de agua dulce-; mientras que, poco más hacia el centro de la ría. allí donde prevalece el aporte de agua salada, los bosquetes de aliso están peor estructurados y su evolución es más problemática.

Gracias a este relicto de vegetación ripícola, uno de los mejor conservados del área de la ría. podemos reconstruir el paisaje vegetal ribereño de los muchos cursos de agua y humedales revestidos de comunidades permanentes de aliseda cantábrica. Nos interesa destacar sus semejanzas y diferencias respecto al robledal-bosque mixto atlántico que hemos estudiado anteriormente, para lo que abordaremos la confección del nutrido inventario.

INVENTARIO DE LA ALISEDA CANTABRICA

BARRUTIA-GERNIKA (8 m.)

ARBOREO

Alnus glutinosa 3, arbustivo 2, herbáceo 1

Fraxinus excelsior 2, arbustivo  1, herbáceo 1

Quercus robur 1, arbustivo 1

Castanea sativa 1

 

ARBUSTIVO

Salix atrocinerea 2

Sambucus nigra 1

Ulmus minor 1

Corylus avellana 1

 

HERBACEO

Carex pendula 3

Ajuga reptans 2

Geranium robertianum 2

Ranunculus ficaria 2

Mentha aquuatica 1

Symphytum tuberosum 1

Arum italicum 1

Viola gr. reichembachiana 1

Hypericum androsaemum 1

Brachypodium sylvaticum 1

lamiastrum galeobdolon 1

Scrophularia auriculata 1

Stachys sylvatica 1

Circaea lutetiana 1

lysimachia nemorum 1

Phyllitis scolopendrium 1

Polystichum setiferum 1

 Blechnum spicant 1

 

ESCANDENTE

Hedera helix 2

Tamus communis 1

Finalizada la actividad. proseguimos en dirección a Lekeitio. En la intersección de Gautegiz de Arteaga tomamos la carretera de Laida para detenernos antes de llegar al barrio de Kanala. en un punto desde el que se observa una panorámica general del estuario. Localicémoslo en el mapa-guía (fig.1 , punto 6). Se trata, sin duda, de una atalaya privilegiada en la que debatir la evolución, estado actual y opciones de futuro de la ordenación y gestión territorial de la Ría de Urdaibai.

Comentábamos anteriormente los importantes cambios que se producen en la zona a partir de la década de los 60. El proceso de industrialización afectó a la generalidad de las comarcas, especialmente las contiguas al área metropolitana del Gran Bilbao. Una de las excepciones más llamativas tuvo como escenario al entorno que venimos analizando, relativamente aislado de la trama principal de flujos que conecta los centros neurálgicos urbano-industriales del territorio vizcaíno. La comarca de Busturialdea quedaba hasta cierto punto anclada a su vocación rural, compatible con el desarrollo de los núcleos cabecera de Gernika y Bermeo, y abierta a la afluencia de visitantes interesados por el amplio abanico de atractivos del entorno: ecológico-naturalísticos, histórico-culturales, y de esparcimiento de las congestionadas comarcas vecinas.

A principios de la década de los 70, sin embargo, pareció llegado el momento de la quiebra de tal status, a tenor de lo que preveía el "Plan Especial de Aprovechamiento de la Ría de Mundaka", elaborado por encargo de la Diputación Provincial de Bizkaia. Dicho plan centraba su atención en las posibilidades turísticas de alto nivel y en las industriales y pesqueras del estuario, pues consideraba las zonas marismales como "baldíos" que debieran aprovecharse en razón de criterios desarrollísticos y especulativos. Se contemplaba la potenciación de los núcleos urbanos existentes, además de la instalación de un hábitat intercalar de élite en la zonas más privilegiadas. Se crearía un importante complejo pesquero-deportivo, que modificaría por completo la configuración general del estuario. Se reforzarían las vías de comunicación de ambas márgenes de la ría, y de ésta con el Gran Bilbao. Se promovería la puesta en marcha de una moderna red comercial y de servicios entre las villas cabeceras de comarca. Se satisfaría la demanda turístico-deportiva mediante la construcción de áreas deportivas, la fijación de arenales y la habilitación de playas artificiales. En definitiva, cambiaría radicalmente la fisonomía de la Ría.

Tan ambicioso planeamiento, denunciado por los entonces incipientes colectivos ecologistas, y que respondía a criterios y circustancias socio-económicas de la época, no llegó a pasar de la fase de proyecto, periclitado a causa del cambio de coyuntura socio-económica. La ría fue declarada zona protegida en 1984 por el comité "MaB" de la UNESCO, recibiendo el nombre de "Reserva de la Biosfera de Urdaibai". Cinco años más tarde, el Parlamento Vasco aprobó la "Ley de Protección y Ordenación de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai", primer espacio protegido de la Comunidad Autónoma Vasca. Aún constituyendo un paso de indudable trascendencia, la permisividad e indefinición del texto legal ha dado pie a interpretaciones laxas, extensibles a las dos piezas fundamentales que la han de desarrollar en todos sus extremos: El Plan Rector de Uso y Gestión y el Programa de Armonización y Desarrollo de Actividades Socioeconómicas. El objetivo a perseguir debiera apuntar, en todo caso, a compatibilizar la salvaguarda de los peculiares ecosistemas de la ría con los usos tradicionales y actuales.

1.2.3.- El área de encinares cantábricos

Desde el pueblo de Ereño, ubicado junto a la carretera que une las localidades de Gernika y Lekeitio, parte una pista asfaltada que, en dura ascensión, nos conduce hasta las inmediaciones de la ermita de San Miguel de Ereñozar. Con sus más de 400 metros de altitud, es el punto culminante del estuario de Urdaibai. Dominamos, en perspectiva aérea, la práctica totalidad del paisaje de la ría. Justo a nuestros pies, en dirección sudeste, podemos contemplar el vallejo kárstico de Oma, a donde descenderemos por la tarde, así como la afamada cueva de Santimamiñe; al sudoeste, la vega guerniquesa; al noroeste, los complejos marismales; al nordeste, la línea de costa hacia Gipuzkoa. Ubiquemos el enclave en el mapa-guía (fig.1, punto 7). A continuación, procederemos a la investigación sistemática de esta tercera unidad de paisaje, revestida de densas formaciones vegetales de encinar cantábrico.

En lo que atañe a los aspectos geológico-geomorfológicos, podemos detectar perfectamente la conformación de la bóveda diapírica desventrada: hacia el exterior de la ría pendientes moderadas, hacia el interior un gran farallón sobre la plataforma estuárica. Dirigiendo la mirada hacia la margen izquierda, observamos en las canteras de Foru y Altamira las bancadas de calizas compactas y calizas margosas urgonianas, todas ellas buzantes hacia el oeste. Lo que más llama la atención, sin embargo, son las formas del modelado kárstico. El terreno está jalonado de fallas, fracturas, dolinas, pequeños lapiaces, bocas de caverna, sumideros, etc., y no se advierte, apenas, circulación hídrica superficial. Por otro lado, vemos que se trata, en su mayor parte, de un karst cubierto, de aspecto muy diferente al de los lapiaces desnudos de otras áreas del País Vasco.

Contando con que posteriormente lo investigaremos de manera monográfica, nos ceñiremos ahora a contrastar la ubicación de las masas de encinar, que coloniza en formación cerrada las plataformas y crestones calizos de la ría, mientras que el bosque mixto atlántico prospera en los fondos de depresiones y dolinas, y en terrenos de litología margosa y suelo más desarrollado. También será el momento de anotar sus aspectos mesológicos. Finalmente, la indagación habrá de centrarse en la evolución histórica de los usos del suelo en el área de encinares cantábricos.

La explotación tradicional del encinar, antaño todo él comunal, abarcaba un amplio abanico de recursos tales como el carboneo, la obtención de leña y madera para las necesidades domésticas y de construcción, la recolección de frutos para consumo humano y animal, el ramoneo invernal del bosque perennifolio, la actividad cinegética, etc. La degradación relativa que todo ello provocaba en el bosque, se volvió especialmente amenazadora cuando, desde el momento de la privatización de la propiedad, el recurso a las matarrasas integrales acabó por extenderse de manera incontrolada. Más tarde sobrevendrían la proliferación de plantaciones de coníferas, con el consiguiente peligro de incendios, la construcción de pistas forestales y la edificación de segundas residencias, lo que agravaría aún más su precaria situación.

La declaración de la zona, en 1984, por parte del programa MaB de la UNESCO como "Area de Reserva de la Biosfera" y la promulgación, cinco años más tarde, de la "Ley de Protección y Ordenación de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai" hicieron concebir fundadas esperanzas de cambio en la gestión de estas masas forestales, pues se declaraba el área de encinares cantábricos como de especial protección. Sin embargo, las deficiencias e indefiniciones del texto legal y del Plan Rector que lo desarrolla hacen pensar que van a surgir dificultades y obstáculos en su aplicación efectiva.

Finalizada la actividad precedente, tomamos la senda que, en dirección este, desciende hacia un collado ubicado unos 200 metros por debajo del lugar elegido para llevar a cabo la actividad de la mañana. En lugar de bajar directamente al valle de Oma, nos internamos en el interior del encinar hasta llegar a la cavidad kárstica de Kobaederra. El recorrido es tortuoso y sombrío, debido a las afractuosidades del terreno kárstico ya la sombra intensa del dosel arbóreo. Solamente cuando se atraviesan zonas deprimidas, el bosque clarea y el encinar da paso a un bosque mixto o pinar que aprovechan el favorable cambio de facies edáfica. Instalados en las inmediaciones de la cueva, donde el encinar se desarrolla de manera opulenta, vamos a abordar el estudio intensivo de tan particular comunidad vegetal.

Tras situar en el mapa-guía el enclave donde nos encontramos (fig.1 , punto 8), sacaremos a la palestra la hipótesis que apunta al carácter relíctico de los encinares cantábricos, provenientes de épocas en las que el ambiente climático debió de ser más cálido y seco que el actual. Analicemos sus caracteres biológicos y biogeográficos más destacables. El encinar coloniza en formación cerrada los suelos esqueléticos del tipo "terra fusca" que rellenan la red de fisuras del roquedo calizo, y al abrigo de un ambiente relativamente xérico y térmico.

En esta parcela, de topografía muy escarpada, árboles y arbustos se entrelazan en una maraña de bejucos. Comprobamos que el complejo forestal está dominado en los estratos superiores por encinas (Quercus ílex ssp. ílex), madroños (Arbutus unedo) y labiérnagos de hoja ancha (Phíllyrea latífolía). Las tres conforman, junto con el laurel (Laurus nobílís), el núcleo de especies de óptimo mediterráneo. No faltan, sin embargo, representantes del bosque atlántico, delatoras de suelo más profundo, caso de los robles (Quercus robur), castaños (Castanea satíva), serbales (Sorbus tormínalís) y acebos (llex aquífolíum). Trepadoras como la zarzaparrilla (Smilax aspera), la clemátide (Clematis vítalba) y, en menor grado, la nueza negra (Tamus communís) y la madreselva (Lonicera períclymenum) entrelazan troncos y ramas.

En los estratos medios e inferiores dominan las especies de óptimo atlántico: rosáceas espinosas, como el majuelo (Crataegus monogyna), el endrino (Prunus spínosa), la zarzamora (Rubus fruticosus) y el rosal (Rosa sempervirens); acompañados de androsemos (Hypericum androsaemum), cornejos (Cornus sanguínea), aligustres (Lígustrum vulgare), etc.. A nivel del tapiz herbáceo, que no se cubre en su totalidad por la profusión de afloramientos rocosos, se imponen esciófilas e higrofilas tapizantes, a las que acompañan acidófilas como la jara ( Cístus salvifolíus) que delatan el lavado del suelo. Lo más interesante y significativo, con todo, es la relativa abundancia de helechos termófilo-higrófilos, sobre todo los pertenecientes a los géneros Aspleníum y Athyríum.

Abordemos la confección del correspondiente inventario.

INVENTARIO DEL ENCINAR CANTABRICO

OMA-KOBAEDERRA (200 m.)

 

ARBOREO

Quercus ilex ssp. ilex 3, arbustivo2; herbáceo 1

Arbutus unedo 2, arbustivo 1; herbáceo1

Phillyrea latifolia 2, abusitvo1 ; herbáceo 1

Laurus nobilis 1; arbustivo 1

Quercus robur 1

Castanea sativa 1

Sorbus torminalis 1

Ilex aquifolium 1; arbustivo 1

 

ARBUSTIVO

Crataegus monogyna 1

Rhamnus alaternus 1

Rosa sempervirens 1

Rubus fruticosus 1

Prunus spinosa 1

Ligustrum vulgare 1

Cornus sanguinea 1

 

HERBÁCEO

Tapiz muscinal 3

Brachypodium pinnatum 2

Ruscus aculeatus 1

Hypericum androsaemum 1

Asplenium onopteris 1

Dryopteris affinis 1

Athyrium filix-foemina 1

Asplenium trichomanes 1

Arum italicum 1

Viola gr. reichenbachiana 1

Geranium robertianum 1

Ranunculus nemorosus 1

Fragaria vesca 1

Cistus salvifolius 1

 

ESCANDENTE

Smilax aspera 3

Hedera helix 3

Clematis vitalba 3

Tamus communis 1

Rubia peregrina 1

Lonicera periclymenum 1

Las etapas de sustitución del encinar cantábrico conforman una secuencia que, empezando por una orla de madroñal-espinal como la que anteriormente hemos tenido ocasión de analizar, dan paso a un matorral calcícola que admite representantes habituales de la landa acidófila. Observemos un buen ejemplo del mismo junto al camino asfaltado al que iremos a parar tras abandonar el ambiente nemoral, y comparemos su composición florística con la de la landa acidófila. Destacan la Genista hispanica ssp. occidentalis, Erica vagans, Helictotrichum cantabricum, Juniperus communis, Brachypodium pinnatum, Pteridium aquilinum, Ulex europeus, Ulex gallii, Sesleria argentea, Helianthemum nummularium. Seseli cantabricum, Euphorbia flavicoma, Teucrium pyrenaicum, Anthyllis vulneraria, Thymus polytrichus, Scabiosa columbaria, Smilax aspera.