ITINERARIO Nº 3

ALAVA ORIENTAL

Guillermo MEAZA RODRIGUEZ

Universidad del País Vasco

 

3.1.Informe preliminar

Entre los ámbitos atlántico y mediterráneo de interior, el territorio de Alava Oriental presenta un modelo transicional recurrente y sincopado, que se articula mediante interpenetraciones y pequeños saltos bruscos entre ambos extremos ambientales. Corolario de tal fenómeno, destaca la llamativa sectorización del territorio en una serie de áreas disyuntas, lo que constituye uno de los rasgos más ostensibles de su originalidad geográfica.

En efecto, cinco espacios comarcales enhebran de norte a sur, en franjas sensiblemente paralelas, su peculiar transicionalidad: las Montañas Septentrionales que establecen la divisoria entre las Cuencas Cantábricas y del Ebro, por medio de las alineaciones serranas de Altzania, Urkilla y Elgea; los Valles Subatlánticos, nucleados por la Llanada Alavesa Oriental; las Montanas y Altos Valles de Transición, espacio fuertemente compartimentado en sierras -Entzia, Lokiz, Iturrietay pequeñas cuencas -Arana, Laminoria, Maeztu-; los Valles Submediterráneos, con la comarca de Campezo; y las Montañas Meridionales, alineadas en las Sierras de Kodes y Cantabria (figs.5 y 6).

La clave de este modelo transicional recurrente reside en una configuración topográfica de serranías y vallonadas alternantes, dispuestas en rumbo este-oeste, siendo el factor exposicionai de las vertientes tanto o más importante que el desnivel altimétnco. Las discontinuidades identificables en el seno de las unidades de primer orden, bien incidiendo las montañas en sentido longitudinal o transversal, bien moteando las planicies con relieves aislados, terminan de perfilar la compartimentación espacial. En líneas generales, el dispositivo geológico de la zona conforma un eje sinclinal en posición central (Entzia-Iturrieta) al que se adosan sendos surcos longitudinales y estructuras anticlinales vergentes al norte (Sierra de Aizkorri-Urkilla) y al sur (Sierra de Kodes), respectivamente.

Fig. 5: Mapa de Alava Oriental

Fig. 6: Bloque diagrama integrado de Alava oriental

[Imagen no incluida en la versión electrónica]

 

 

El predominio de los materiales carbonatados del Cretácico Superior y Paleoceno no impide la existencia de paisajes litológicos de diversa adscripción, como es el caso de la banda de areniscas supraurgonianas de la Sierra de Urkilla o el de los materiales finiterciarios y cuaternarios que, en ocasiones, tapizan el fondo de las depresiones (LLanada Alavesa, Kanpezo). La actuación de los diversos procesos y agentes morfogenéticos termina por configurar formas ciertamente peculiares, en cuya génesis cobra gran importancia la erosión diferencial -sinclinales colgados, surcos monoclinales-, el alto nivel de base del Ebro y el modelado kárstico.

Si analizamos la configuración geológico-geomorfológica por comarcas, destacaremos que las Montañas Septentrionales, con cotas cercanas a los 1.500 metros, constituye no solamente la divisoria principal de aguas, sino también un importante valladar a la permeabilidad ambiental entre los dominios oceánico y mediterráneo. Presentan aspecto de cuestas calizas de edad infracretácica con frente abrupto al norte, y de sierras areniscosas de perfil tendido al sur. La comarca subatlántica de la Llanada Alavesa Oriental dibuja un surco de notable altitud media -siempre por encima de los 500 metros-, avenado por los cursos altos del Araia-Arakil y Zadorra. Los paquetes de estratos margosos supracretácicos, en los que ha sido labrado el corredor, evidencian disposición monoclinal y están solapados, en las zonas deprimidas, bajo una fina película de materiales detríticos. Ello dota al paisaje de una fisonomía apaisada, de cuando en cuando animada por cerros de resistencia.

Traspasado el surco alavés, alcanzamos la comarca de las Montañas y Altos Valles de Transición. La estructura general responde a un esquema de sinclinales colgados, cuyas crestas de calizas paleocenas superan en ocasiones los 1.000 metros de altitud. A manera de réplica meridional del corredor alavés oriental, la depresión de Campezo, en la comarca de los Valles Submediterráneos, configura la cuenca alta del Ega -alrededor de 400 m. de altitud-, en plano inclinado hacia la jurisdicción navarra de Tierra Estella. La litología dominante es de margas, arenas y conglomerados miocénicos, a veces tapizados por una película de depósitos fluviales.

Las Montañas Meridionales de Kodés, Cantabria y Toloño, con altitudes que llegan a sobrepasar los 1400 metros, además del carácter de barrera bioclimática, comparten con las Montañas Septentrionales aspectos geológico-geomorfológicos que resulta interesante destacar. Así, el dispositivo es igualmente anticlinorial; se organizan en una osamenta caliza, aquí de edad supracretácica; ambos sufren fuerte plegamiento que, con frecuencia, alcanza a configurar cabalgamientos; en ambos cobran importancia capital las discontinuidades litológicas y estructurales.

Cuatro son los rasgos más destacables que la configuración del relieve aporta a la caracterización climática y bioclimática del territorio. En primer lugar, la disposición zonal de los ejes fundamentales del relieve, como desencadenante de la peculiar transición sincopada entre los dominios oceánico y mediterráneo de interior. En segundo lugar la notable altitud media no sólo de las tres alineaciones montañosas, sino también de los corredores que las separan, circunstancia que introduce un importante componente adiabático en las temperaturas. En tercer lugar, la relativa atenuación de la estanqueidad comarcal, en razón de las discontinuidades topográficas de los valladares serranos. En cuarto y último lugar, la disimetría topográfica y, sobre todo, exposicional entre las vertientes encaradas a solana y umbría.

Por lo que respecta al comportamiento térmico por comarcas, se hace notar el gradiente de continentalidad, ligado a la mayor o menor influencia oceánica, así como de enfriamiento adiabático y la desigual incidencia de los fenómenos de inversión térmica. Esta misma disimetría se extiende a la consideración de los factores hídricos, pues tanto el cómputo de precipitación anual, estacional y el de humedad-aridez están sujetos a distorsiones introducidas por la configuración morfológica, que introduce un elemento de recurrencia en el gradiente principal norte-sur.

Los suelos de la zona delatan bien a las claras la variedad de circunstancias mesológicas. Ha de tenerse en cuenta, en primer lugar, que los valores de acidez, basicidad o neutralidad dependen del cómputo pluviométrico tanto o más que de la mera adscripción litológica de la roca madre; en segundo lugar, que el grado de eutrofia u oligotrofia ha de ponerse en relación con la configuración topográfica local; en tercer lugar, que la capacidad de retención hídrica guarda estrecha relación con la estructura y textura del propio suelo. En un esquema general, puede certificarse un predominio evidente de los cambisoles en los valles y vertientes de pendiente moderada, y de las rendzinas en las cotas superiores y laderas empinadas de las sierras donde, en ocasiones, forman mosaico con litosoles. La excepción -la mancha de tipo podsólico de Entzia no pasa de ser anecdótica, aunque de notable interés -corre a cargo de los vertisoles que se ubican en el fondo de algunas depresiones -LLanada Alavesa, Kanpezo -, así como de los ranker desarrollados sobre los materiales arenosos de la Sierra de Urkilla.

Tributario de las circunstancias mesológicas que acabamos de presentar, el tapiz vegetal de cada ámbito territorial corrobora el carácter sincopado, con avances y retrocesos, de la transicionalidad alavesa oriental. En las Montañas Septentrionales, el tapiz vegetal está protagonizado, a partir de los 650-700 metros de altitud, por el hayedo (Fagus sylvatica), que coloniza el piso montano húmedo. En la vertiente alavesa -sierras de Urkilla y Elgea-, esta formación vegetal cede terreno a comunidades regresivas de landa y, en menor medida, pastizal montano, muy extendidas a consecuencia de la actividad forestal y pastoril. En un nivel altitudinal inferior al de los hayedos, pero siempre a salvo de las inversiones térmicas de la llanada alavesa, un cinturón de marojales (Quercus pyrenaica) tapiza las medias laderas de los carasoles silíceos. Al igual que en la jurisdicción de los hayedos, la landa acidófila de brezo, helecho y argoma reviste amplias parcelas del terreno.

El carácter de pasillo comunicacional y la feracidad de los suelos de la LLanada Alavesa Oriental han determinado la regresión histórica de la vegetación primitiva. Unicamente donde el agua freática está cerca de la superficie y los suelos no son aptos para las tareas agrícolas, es posible detectar algún bosquete residual de roble ( Quercus robur) y fresno (Fraxinus excelsior) o algún quejigal empobrecido.

En la comarca de las Montañas y Altos Valles de Transición el tapiz vegetal presenta fuertes contrastes entre sierras y valles y, sobre todo, entre solanas y umbrías. En un esquema general, los fondos de valle y vertientes bajas encaradas al norte están ocupadas por quejigales, las zonas culminales por hayedos, y las solanas por carrascales. En éstas últimas el carrascal, generalmente achaparrado, cede terreno a las etapas de sustitución de prebrezales y pastos xerófilos y petranos. Los fondos de valle están, como es lógico, aún más esquilmados, por lo que es difícil toparse con la formación vegetal característica de estas comarcas transicionales: el bosque marcescente de quejigos (Quercus faginea).

Los registros bioclimáticos de los Valles Submediterráneos delatan mayor continentalidad y déficit hídrico estival acusado. En las pocas parcelas libres de terrazgo, el quejigal recubre sectores relativamente húmedos de las umbrías, mientras que las solanas son dominio del carrascal. Sin embargo, la formación más peculiar de esta comarca de Campezo es la del "carrascal estellés". Este progresa en enclaves que, por su configuración morfológica, están libres de inversión térmica acusada y disponen de humedad atmosférica y edáfica suficiente; recordando, hasta cierto punto, el ambiente vegetal de los encinares cantábricos.

Por su parte, la altimetría de las Montañas Septentrionales explica que reaparezca el hayedo, siempre en las laderas orientadas a umbría. Se aprecian, con todo, diferencias sustanciales respecto a la composición florística de los hayedos septentrionales. LLama la atención la ubícua presencia del boj (Buxus sempervirens), delator de un ambiente atmosférico y edáfico más seco, que en las solanas acompaña asíduamente a los carrascales. En las etapas regresivas se imponen bujedos, prebrezales, lastonares y pastos petranos.

3.2.Trabajos de campo

3.2.1.Las Montañas Septentrionales

Esta salida presenta, sin duda, el itinerario más largo de todas las previstos, y conlleva un buen número de etapas, en razón de la variedad de escenarios territoriales y ambientales de Alava Oriental. No en vano hemos previsto un recorrido que enhebrando de norte a sur los 5 espacios comarcales, ya través de la consideración preferente del paisaje vegetal, ponga de manifiesto su peculiar carácter transicional. Lo iniciaremos junto a la iglesia de Zalduondo donde arranca, en dirección a la sierra de Urkilla, una pista asfaltada que nos conduce hasta la plataforma de un antiguo sondeo petrolífero. A partir de este punto, tomamos el sendero jalonado de simas y dolinas que marca el contacto litológico entre calizas urgo-aptienses y areniscas y margas albienses, y que en pocos minutos conecta con la afamada calzada de San Adrián. LLegados a una bifurcación bien señalizada, abandonamos la calzada para seguir la senda que, a mano izquierda, se dirige hacia el collado de Askiola.

Estamos a unos 1000 metros de altitud, muy cerca del lugar que hemos seleccionado para llevar a cabo la actividad inicial de este itinerario. Es éste la cima del PinPil, en la sierra de Urkilla, desde donde se puede contemplar una panorámica extraordinaria del conjunto de Alava Oriental. Señalémoslo en el mapa-guía (fig.5, punto 1 ), localizando los puntos de referencia principales: al norte el cresterío de Aizkorri; al este las peñas de Aratz-Altzania; al sur las sierras y corredores longitudinales objeto de nuestra salida de trabajo; al oeste las cumbres redondeadas de la alineación Urkilla-Elgea.

Cumplimentado este ejercicio introductorio, y tras efectuar un breve repaso del informe preliminar, acometeremos el estudio del medio físico de este ámbito de las Montañas Septentrionales. Al igual que en el resto de etapas de la presente salida, lo abordaremos desde la consideración protagonista de la cubierta vegetal, que delata bien a las claras las circunstancias mesológicas de cada uno de los espacios comarcales.

La comunidad forestal que coloniza la banda superior de estas alineaciones serranas es un hayedo con sotobosque de recubrimiento ralo y pobre en especies. Es lo característico del hayedo acidófilo y oligótrofo, que arraiga sobre suelos ácidos de litología areniscosa y, con frecuencia, en pendientes pronunciadas, donde el viento barre la hojarasca. El hecho de que guste del ambiente higrófilo del piso montano húmedo explica que se prolongue en indentaciones hacia cotas inferiores por barrancos y vaguadas. Si estudiamos su estructura, certificaremos el protagonismo del haya (Fagus sylvatica), que desarrolla un vuelo arbóreo tan tupido que en el sotobosque apenas prosperan contadas acidófilas, esciófilas e higrófilas, como el arándano ( Vaccinium myrti//us), la acederilla ( Oxalis acetose//a) y el helecho Blechnum spicant, que han de adaptar ritmos y estrategias vitales al corto intervalo de tiempo que media entre el fin del período frío y el cierre primaveral del dosel superior. La presencia casi anecdótica de algún pie de roble albar ( Quercus petraea), serbal de cazadores ( Sorbus aucuparia) y acebo (llex aquifolium) no hace sino magnificar el dominio del haya. Elaboremos el corto inventario, siguiendo las pautas preestablecidas.

INVENTARIO DEL HAYEDO ACIDOFILO-OllGOTROFO

COLLADO DE ASKIOLA-SIERRA DE URKILLA (1100 m.)

ARBOREO

Fagus sylvatica 3, arbustivo 1, herbáceo 1

Quercus petraea 1

Sorbus aucuparia 1

Sorbus aria 1

 

ARBUSTIVO

Ilex aquifolium

Erica arborea 1, herbaceo 1

 

HERBÁCEO

Vaccinium myrtillus 1

Tapiz muscinal 1

Deschampsia flexuosa 1

Oxalis acetosella 1

Viola riviviana 1

Saxifraga hirsuta 1

Pteridium aquilinum 1

Blechnum spicant 1

Polystichum setiferum 1

Veronica officinalis 1

 Digitalis purpurea 1

Observamos que el hayedo se extiende, también, al otro lado del camino, sobre las calizas urgonianas. Su sotobosque es algo más nutrido, y contiene algunas especies comunes a las del hayedo acidófilo que acabamos de caracterizar. Ello nos advierte de que, si bien se trata de un hayedo calcícola, no se produce un cambio radical de facies edáfica, pues lo copioso de las precipitaciones produce un lavado de bases que acidifica ligeramente el suelo. Aunque se trate de un fenómeno interesante, nos limitaremos ahora a certificarlo, dado que estudiaremos con detenimiento el hayedo calcícola y eutrofo en una etapa posterior del itinerario.

También llaman la atención algunas extrañas rupturas de pendiente que, a manera de pequeñas repisas, muestran un suelo negruzco. Con escarbarlo ligeramente, nos daremos cuenta de que contienen restos de carbón vegetal, testimonios de antiguas carboneras que utilizaban como materia prima la propia madera del haya. Ello explica la presencia de tocones y el porte trasmocho de los piés más viejos, que contrasta con el más elevado de los indivíduos jóvenes. Y es que el hayedo primitivo, al igual que los demás complejos forestales que estudiaremos en la presente salida, ha sido sistemáticamente intervenido. De ahí que las etapas de sustitución, integradas de brezales altos, landas y pastizal es montanos, ocupen por doquier los dominios de los bosques potenciales.

Según vamos perdiendo altitud, advertimos que el hayedo comienza a admitir piés, cada vez más frecuentes, de rebollo ( Quercus pyrenaica). En efecto, en el área transicional alavesa el rebollar ocupa un nivel altimétrico inferior al del hayedo, pero superior al de las formaciones vegetales del fondo de valle, sometidas a inversión térmica. Coloniza, pues, las medias laderas de la solana de Urkilla -efectuemos una parada en la cota aproximada 750 m. (fig.5, punto 2)-, contrastando su verde pálido con el más oscuro del hayedo y del quejigal-robledal, con quienes contacta en la banda superior e inferior, respectivamente. La prevención ante las heladas tardías obliga al rebollo a echar la hoja muy avanzada la primavera; lo que, unido a una ramificación bastante abierta, favorece el recubrimiento y riqueza florística de los estratos inferiores, poblados de especies en gran parte comunes con las del hayedo acidófilo.

El rebollo lidera el cómputo de recubrimiento en la totalidad de los estratos -lo que nos habla de SU sorprendente vitalidad y capacidad de rebrote -, comparte filiación acidófila con sus acompañantes, como el roble albar (Quercus petraea), el castaño (Castanea sativa) y el abedul (Betula celtiberica) quienes, por sí solos, no llegan a formar agrupaciones de entidad. Es destacable, también, la presencia de ciertas especies pirófilas, lo que nos hable del carácter intervenido de estos bosques, como el asfodelo (Asphodelus albus), la argoma (Ulex gallii) y el helecho común (Pteridium aquilinum). Por lo demás, son los brezos (Erica vagans, Erica cinerea), la brecina (Calluna vulgaris), una jara (Cistus salvifolius), el teucrio (Teucrium scorodonia) y ciertas gramíneas las que delatan el marcado carácter acidófilo del rebollar. Confeccionemos el nutrido inventario y comparémoslo con el del hayedo acidófilo.

INVENTARIO DEL REBOLLAR

SOLANA DE LA SIERRA DE URKILLA (750 m.)

ARBOREO

Quercus pyrenaica 3, arbustivo 2, herbáceo 2

Fagus sylvatica 1, arbustivo 1

Castanea sativa 1

Betula celtiberica 1

Quercus petraea 1

 

ARBUSTIVO

Sorbus aucuparia 1

Ilex aquifolium 1

Erica arborea 1

Frangula alnus 1

 

HERBACEO

Erica vagans 2

Tapiz muscinal 2

Pteridium aquilinum 2

Erica cinerea 1

Calluna vulgaris 1

Daboecia cantabrica 1

Helleborus viridis 1

Blechnum spicant 1

Vaccinium myrtillus 1

Veronica officinalis 1

 Viola gr. riviriana 1

Teucrium scorodonia 1

Potentilla erecta 1

Ulex gallii 1

Juniperus communis 1

Asphodelus albus 1

Deschampsia flexuosa 1

Cistus salvifolius 1

Como antes advertíamos, gran parte de los hayedos y marojales de las cumbres y solanas areniscosas de la Sierra de Urkilla presenta en la actualidad facies muy degradada, como consecuencia de una intervención antrópica jalonada de talas, ramoneo, pastoreo e incendios. De ahí que las comunidades forestales se nutran, por lo general, de pies jóvenes con algún viejo ejemplar trasmocho, las más de las veces afectado por enfermedades criptogámicas que han visto facilitada su labor por los cortes inflijidos al árbol.

En la serie regresiva, una orla de brezal alto circunda ambos tipos de bosque, señalando la primera etapa de sustitución. La presencia de las mismas especies esciófilas e higrófilas que encontramos en el marojal y el hayedo acidófilo delata la proximidad dinámica del ambiente nemoral; pero, por otro lado, también tienen cabida plantas habituales de la siguiente etapa de sustitución. En todo caso, es el brezo arbóreo (Erica arbórea) quien lidera los estratos arbustivo, mientras que en el herbáceo lo hace el arándano ( Vaccinium mirtyl/us) y diversos musgos, que llegan a tapizar por completo el suelo. Anotemos un listado de las especies principales: Erica arborea, Crataegus monogyna, Fagus sylvatica, Pteridium aquilinum, Vaccinium myrtillus, Potentilla erecta, Viola riviviana, Rubus glandulosus, Oxalis acetosella, Galium saxatile, Calluna vulgaris, Erica vagans, Erica cinerea, Ulex gal/ii, Deschampsia flexuosa.

La siguiente etapa serial está configurada por una formación vegetal muy extendida en estos dominios: se trata de la landa acidófila de brezos, helechos y argomas. Mientras que el arándano prospera, frecuentemente, al cobijo de las matas más altas, amplias extensiones de brezo y brecina alternan con parcelas donde se impone el pirófito helecho, siendo más restringida la presencia de la argoma. El listado florístico es muy similar al detectado en la comunidad homónima de la campiña atlántica de la Ría de Urdaibai: Pteridium aquilinum, Ulex gallii, Erica vagans, Erica cinerea, Erica arborea, Cal/una vulgaris, Daboecia cantabrica, Vaccinium myrtillus, Pteridium aquilinum, Potentilla erecta, Festuca rubra, Deschampsia flexuosa, Daboecia cantabrica, Galium saxatile, Polygala vulgaris, Hypochoeris radicata, Gentiana pneumonante, Potentilla montana. Caballos y ovejas apetecen los brotes tiernos de tales acidófilas, manteniendo a raya la dinámica progresiva del matorral.

En aquellos lugares donde el desarrollo del suelo es el adecuado, la topografía más bien apaisada y la presencia del ganado habitual, la etapa del matorral puede dar paso a una formación cespitosa muy característica del paisaje serrano: el pastizal montano. Aunque son reconocibles matas aisladas de brezo, argoma y helecho, sobre todo en las parcelas menos visitadas por el ganado, la generalidad del pasto de diente está integrado de gramíneas y caracterizadas nitrófilas. Anotamos como representantes más señaladas: Festuca rubra, Potentil/a erecta, Danthonia decumbens, Calluna vulgaris, Chamaemelum nobile, Agrostis curtisii, Vaccinium myrtillus, Gentiana pneumonante, Galium saxatile, Jasionellaevis, Trifolium repens, Hypochoeris radicata, Merendera pyrenaica, Polygala vulgaris, Hieracium pilosella, Bellis perennis, Potentilla montana, Lotus corniculatus, Eryngium burgeoti, Ulex gallii, Thymus praecox, Erica vagans, Erica cinerea

3.2.2.Los Valles Subatlánticos

Saliendo de Zalduondo hacia Agurain-Salvatierra, nos detenemos en el primer altozano que debe remontar la carretera, para efectuar la segunda de las paradas previstas. Nos hallamos en un punto central de los Valles Subatlánticos, lo que señalizaremos adecuadamente en el mapa-guía (fig.5, punto 3). Las trincheras de la carretera permiten observar con comodidad la estructura y litología de la zona: una alternancia de margas y calizas margosas supracretácicas en disposición monoclinal buzante hacia el sur. Las primeras dan lugar a relieves apaisados, en ocasiones recubiertos por una película aluvial y coluvial; las segundas, más competentes, conforman los cerros de resistencia -nos encontramos en uno de ellosque jalonan el corredor morfológico de la LLanada Alavesa Oriental.

Tierras de labor, núcleos de población aislados con algún asentamiento industrial, y vías de comunicación aprovechan la feracidad de las tierras y la configuración favorable del pasillo topográfico. De ahí que sean tan contados los reductos que nos puedan dar una idea de la configuración del tapiz vegetal primitivo. Tenemos precisamente a nuestros pies, en dirección sur-sudeste, el más amplio y mejor conservado de todos ellos: el bosquete de Erdoñana-Mezkia. Acerquémonos hasta este enclave nemoral, a fin de estudiar los rasgos que lo caracterizan.

Nos hallamos, entonces, en el nivel topográfico inferior del surco alavés, que favorece las inversiones térmicas y dispone de reservas de agua freática importantes, cercanas a la superficie, y suelos bien desarrollados. Esta última connotación edáfica podría hacernos suponer que el enclave donde nos encontramos presenta alta aptitud agrícola. No es, sin embargo, éste el caso, pues observamos un drenaje deficiente que se ha tratado de corregir -sin éxito aparente-por medio de una canalización que, al tiempo, alimenta la balsa de riego contigua al bosque. He ahí la explicación a la pervivencia histórica de un arbolado que, si observamos con atención, resulta ser una comunidad de robledal-fresnedal eutrofo.

El vuelo arbóreo lo protagoniza el roble común ( Quercus robur'), a quien acompañan otras caducifolias, destacando entre todas ellas el fresno (Fraxínus excelsíor'), indicador de suelos frescos, ricos en nutrientes y bien desarrollados. Cuando esta última circunstancia edáfica se desdibuja, el roble hibrida con el quejigo, quien llega a imponerse en los altozanos que motean la llanada. El sotobosque está dominado por rosáceas espinosas como el espino albar (Crataegus monogyna), el endrino (Prunus spínosa), el rosal (Rosa sp) y la zarzamora (Rubus ulmífolíus), que desarrollan en las parcelas más degradadas una maraña lacerante e impenetrable. La presencia adicional de cornejos (Cornus sanguínea), aligustres (Lígustrum vulgare), boneteros (Euonímus europeus ) y trepadoras como la clemátide (Clematís vítalba) y el tamujo ( Tamus communís) contribuyen a crear la sensación de que estamos inmersos en plena floresta atlántica.

Sin embargo, una serie de indicios esclarecedores advierten de un deslizamiento hacio lo subatlántico: así, la ausencia casi total de helechos, ahuyentados por la alta oscilación térmica y una relativa xericidad estival; y, por contra, la presencia de indicadoras de óptimo continental, como el majuelo navarro (Crataegus laevígata) y la adaptación esclerófila de algunas especies, empezando por el propio roble. En el estrato herbáceo dominan la hiedra (Hedera helíx) y el lastón (Brachypodíum pínnatum), con amplia cobertura de tapiz muscinal. Es interesante resaltar, también, la indicación higrófila, y aún de encharcamiento, de diversas especies, entre las que destacan por su ubicuidad varios tipos de botón de oro (Ranunculus sp.). Dejaremos constancia de todo ello, realizando un inventario que podamos comparar con el del robledal atlántico reconocido en la salida de la ría de Urdaibai.

INVENTARIO DEL ROBLEDAL EUTROFO SUBATLANTICO

BOSQUE DE ERDOÑANA-MEZKIA (575 m.)

ARBÓREO

Quercus robur 3, arbustivo1, herbaceo 1

Fraxinus excelsior 2, arbustivo1, herbaceo 1

Acer campestre 1, arbustivo 1

Quercus faginea 1

 

ARBUSTIVO

Crataegus monogyna 2, herbáceo 1

Rubus ulmifolius 2, herbáceo 1

Prunus spinosa 2, herbáceo 1

Ligustrum vulgare 1

Juniperuscommunis 1

Cornus sanguinea 1

Rosa canina 1

Viburnum lantana 1

Euonimus europeus 1

Crataegus laevigata 1

 

HERBÁCEO

Tapiz muscinal 3

Brachypodium pinnatum 3

Ranunculus sp. 2

Helleborus viridis 1

Ruscus aculeatus 1

Arum italicum 1

Iris graminea 1

 

ESCANDENTE

Hedera helix 2

Tamus communis 1

Clematis vitalba 1

Las etapas de sustitución de este tipo de comunidad forestal están integradas de espinales de orla y matorrales calcícolas de composición florística muy similar a la de sus homónimos detectados en la salida de la ría de Urdaibai -con las presencias y ausencias puntuales derivadas del gradiente atlántico-subatlánticoya los que inmediatamente estudiaremos para el hayedo calcícola-eutrofo y el quejigal.

3.2.3.Las Montañas y Altos Valles de Transición

Proseguimos nuestro itinerario en dirección a la villa de Agurain-Salvatierra, donde tomamos la carretera que asciende al puerto de Opakua. Remontamos, pues, los escarpes de la alineación Urbasa-Entzia-Iturrieta, que cierran por el sur la LLanada Alavesa Oriental, para adentrarnos en la jurisdicción de las Montañas y Valles de Transición. Nada más superar el puerto, recorremos unos centenares de metros, en dirección oeste, la cornisa de calizas paleocenas que constituye el borde norte del conjunto de sinclinales colgados. El lugar es muy apropiado para realizar una nueva parada, ya que desde aquí se divisa una buena panorámica de la zona. Ubiquémoslo en el mapa-guía (fig.5, punto 4).

Desde el punto de vista del dispositivo estructural puede observarse la configuración de los sinclinales colgados, a manera de charnela deprimida en la parte central, que asciende ligeramente hacia los bordes exteriores. Estos están constituidos por calizas paleocenas, como las que ahora mismo pisamos, que quedan solapadas por materiales detríticos más modernos en la cubeta central, para aflorar, de nuevo, en el flaco sur. Certificamos, asimismo, la existencia de un típico modelado kárstico que, en buena parte, está revestido de un hayedo bien desarrollado.

Ubicados a más de 1000 metros de altitud, reaparece -hablábamos de una transición recurrente y sincopadala comunidad vegetal característica del piso montano húmedo. Se trata, claro está, del hayedo calcícola, con claros signos de eutrofia en los fondos de las depresiones y dolinas donde se acumula la hojarasca. Estas circunstancias mesológicas lo hacen acreedor de comparación con el silicícola y oligótrofo que hemos estudiado en la primera etapa de la salida. En efecto, una observación atenta de estos hayedos magníficos descubre interesantes diferencias con los que analizábamos en las cumbres de Urkilla.

Si bien la dominante es la misma haya (Fágus sylvatica) de aquellos bosques acidófilos, de inmediato detectamos la presencia, escasa pero sintomática, de algunas especies calcícolas allí excepcionales, que gustan de instalarse en enclaves petranos: mostajos (Sorbus aria), arces campestres (Acer campestre) y algunos pies de tejo (Taxus baccata). Salta a la vista, con todo, que el ambiente nemoral alcanza a todo tipo de hayedos, lo que explica, también aquí, la indigencia de la cobertura y mermado índice de riqueza fiorística del sotobosque. Medran, sobre todo, las rosáceas espinosas, como el majuelo (Crataegus monogyna) y endrino (Prunus spinosa), que tan señalado papel adquieren en la cicatrización de las heridas del bosque y, sobre todo, en su orla arbustiva y etapas de sustitución.

El estrato herbáceo aparece bastante más nutrido que en el hayedo acidófilo. Donde se desarrollan suelos profundos y móviles y se apila la hojarasca podemos apreciar apretadas poblaciones de indicadoras eutrofas, como la escila (Scilla lilio-hyacinthus), la anémona (Anemone nemorosa), el mercurial (Mercurialis perennis), la ortiga amarilla (Lamiastrum galeobdolon) y el ajo de oso (Allium ursinum), entre otras. Completan el listado fiorístico algunas nemorales, esciófilas e higrófilas, como los musgos, la hiedra (Hedera helix), el aro (Arum maculatum), la lechetrezna (Euphorbia hyberna), el heléboro verde (Helleborus viridis) y el botón de oro (Ranunculus ficaria). Confeccionemos el correspondiente inventario, que nos permita comparar este tipo de hayedo, tan generoso en especies, con el silicícola-oligótrofo anteriormente estudiado.

Observamos que, aunque vigente un juicioso sistema de explotación forestal mediante aclareos sucesivos, las etapas de sustitución ocupan hoy día amplios dominios de los antiguos hayedos. También aquí, pues, la regresión del bosque ha sido importante a cuenta, sobre todo, de un pastoreo intensivo que aún mantienen nutridos rebaños de ovejas, a los que se han añadido recientemente ganado vacuno y caballar. En la orla forestal, destaca la dominancia de las rosáceas espinosas, especialmente del majuelo (Crataegus monogyna) y del endrino (Prunus spinosa), acompañados por rosales (Rosa canina) y zarzamoras (Rubus ulmifolius). Es de subrayar la ubícua presencia del enebro común (Junniperus communis), que en ciertos sectores se impone sin competencia, delatando degradación acusada y actuación períodica del fuego. Veamos su composición mayoritaria: Crataegus monogyna, Fagus sylvatica, Corylus avellana, Prunus spinosa, Rubus u/mifo/ius, Juniperus communis, Acer campestre, Crataegus monogyna, Crataegus laevigata, Rosa canina, Erica vagans, Pteridium aqui/inum, Urtica dioica, Brachypodium pinnatum, Viola reichembachiana, Genista hispanica ssp. occidenta/is, Hepatica nobilis, Colchicum autumnale, Helleborus viridis, Potentilla montana, Eryngium campestre

INVENTARIO DEL HAYEDO CALCICOLA-EUTROFO

SIERRA DE ENTZIA-ITURRIETA (1050 m.)

ARBOREO

Fagus sylvatica 3 , arbustivo 1, herbáceo 1

Sorbus aria 1

 

ARBUSTIVO

Taxus baccata 1

Acer campestre 1

Crataegus monogyna 1

Prunus spinosa 1

 

HERBÁCEO

Tapiz muscinal 2

Brachypodium pinnatum 2

Galium odoratum 2

Isopyrum thalictroides 1

Scilla lilio-hyacinthus 1

Viola gr. reichembachiana 1

lamiastrum galeobdolon 1

Mercurialis perennis 1

Helleborus viridis 1

Polystichum setiferum 1

Scrophularia alpestris 1

Veronica montana 1

 Carex sylvatica 1

Symphytum tuberosum 1

Anemone nemorosa 1

Allium ursinum 1

Hepatica nobilis 1

Arum maculatum 1

Colchicum autumnale 1

Euphorbia hyberna 1

Ranunculus ficaria 1

 

ESCANDENTE

Hedera helix 1

En ambientes aún más degradados, predomina una pradera de aspecto inconfundible, el matorral calcícola, landa calcícola o prebrezal-Iastonar. Es un herbazal, moteado de endrinos, majuelos y enebros, asíduamente pastado por el caballo y la oveja, lo que determina la presencia de especies nitrófilas. Dominan los brezos (Erica vagans) y el lastón (Brachypodium pinnatum), con matas espiniscentes de aulaga ( Genista hispanica). Un listado de las especies principales comprende Crataegus monogyna, Juniperus communis, Erica vagans, Rosa canina, Prunus spinosa, Brachypodium pinnatum, Potentilla montana, Genista hispanica ssp. occidentalis, Carex flacca, Helianthemum nummularium, Helictotrichum cantabricum, Euphorbia flavicoma, Geum sylvaticum, Hieracium pilosella, Eryngium campestre, Dianthus monspessulanus, Scabiosa columnaria, Lotus corniculatus

Sin abandonar todavía esta comarca de transición, continuamos nuestro itinerario hacia tierras meridionales, bajando hacia el Valle de Arana. Se trata de un nuevo pasillo longitudinal, labrado en materiales margo-arcillosos del cretácico superiqr, de clara vocación agrícola. Se encuentra flanqueado al norte por el sinclinal colgado de Entzia-Iturrieta y al sur por las estribaciones occidentales de la sierra de lokiz. En las inmediaciones del pueblo de San Vicente de Arana, el corredor interrumpe su rumbo este-oeste para conectar, a través de portillos y gargantas con el valle submediterráneo de Campezo. Observamos que el fondo de valle está totalmente desprovisto de vegetación, especialmente de la formación que antaño lo poblaba: el bosque de quejigos (Quercus faginea).

En dirección sur, antes de llegar a la zona de gargantas, la carretera pierde cota en trazado sinuosos mientras atraviesa algunas manchas de quejigal, alternante con comunidades de sustitución similares a las del hayedo calcícola, lo que nos permite efectuar una parada (fig.5, punto 5) para comprobar cómo este tipo de bosque exhibe, mejor que nigún otro, los rasgos más genuínos de la transicionalidad mediterráneoatlántica. Y e/lo tanto en lo que afecta a la formación vegetal en su conjunto, como a la especie que la lidera. Por lo que respecta a la primera, es bien patente la cohabitación de especies de adscripción subatlántica y submediterránea. El propio quejigo, "roble carrasqueño" o "roble encin(ar)iego" -denominaciones populares ciertamente expresivas-, presenta caracteres anatómicos y fisiológicos intermedios entre ambas especies, con quienes frecuentemente hibrida, siendo el de la marcescencia uno de los más destacables.

En el estrato superior, donde no llega a conformar un dosel excesivamente apretado, el quejigo admite la presencia de pies aislados de carrasca ( Quercus rotundifolía) en las teselas más petranas. También detectamos al roble pubescente (Quercus humilis), calcícola y apetente de los mismos ambientes transicionales, y algún pino albar (Pinus sylvestris) aislado que, en otras comarcas, se adueña en plan pionero de la jurisdicción del quejigal.

El resto de los estratos está integrado por especies de dispar afiliación indicadora. Si en las parcelas más pedregosas medran rupícolas como el guillomo (Amelanchier ovalis), la espirea (Spiraea obovata), el arce (Acer monspessulanus), el boj (Buxus sempervirens) y la tapizante gayuba (Arctostaphyllos uva-ursl), de importante papel pionero en la restitución de la estabilidad de las laderas, en las de suelo más desarro/1ado lo hace el avellano ( Corylus avellana). Si en las zonas sombrías radican nemorales habituales de ámbitos norteños, como la hepática (Hepatica nobilis), la pulmonaria (Pulmonaria longifolia), el iris (Iris gramínea), la hiedra (Hedera helix) o el helecho común (Pteridium aquilinum), los enclaves más abiertos son colonizados por especies que encuentran su óptimo en zonas meridionales, caso de la aulaga (Genista scorpius). Elaboremos el, lógicamente, bien surtido inventario.

INVENTARIO DEL QUEJIGAL

SIERRA DE LOKIZ-SAN VICENTE DE ARANA (800 m.)

ARBOREO

Quercus faginea 3

Quercus rotundifolia 1

Quercus humilis 1

Pinus sylvestris 1

 

ARBUSTIVO

Juniperus communis 2 1

Rubus ulmifolius 1 1

Acer campestre 1

Amelanchier ovalis 1

Phillyrea latifolia 1

Coryllus avellana 1

Viburnum lantana 1

Prunus spinosa 1

Crataegus monogyna 1

Acermonspessulanus 1

Crataegus laevigata

 Lonicera xylosteum

 Buxus sempervirens

Rosa arvensis

 

HERBACEO

Brachypodium pinnatum 3

Tapiz muscinal 2

Arctostaphyllos uva-ursi 1

Erica vagans 1

Spiraea obovata 1

Iris graminea 1

Primula veris 1

Viola riviviana 1

Genista hispanica occ. 1

Genista scorpius 1

Helleborus viridis 1

Hepatica nobilis 1

Pulmonaria longifolia 1

 

ESCANDENTE

Pteridium aquilinum 1

Hedera helix

Rubia peregrina

Superada la barrera topográfica de la Sierra de Lokiz, tenemos ante nosotros la depresión de Kanpezo, en la comarca de los Valles Submediterráneos. Sin embargo, antes de internarnos en ella, efectuaremos un breve reconocimiento de los carasoles de aquella sierra, que señala el límite meridional de la comarca de las Montañas y Altos Valles de Transición. Tras superar el último tramo de garganta, llegados a una bifurcación, tomamos la carretera de Orbiso. No llevamos recorridos más que unos centenares de metros cuando, a mano izquierda, ascendemos por una pista forestal hacia el enclave seleccionado al efecto. Señalicémoslo en el mapa-guía (fig.5, punto 6).

En este paraje podemos advertir como el carrascal de Quercus ilex ssp. rotundifolía coloniza las bancadas calizas, donde la roca madre aflora por doquier, nutriéndose de los suelos raquíticos y pedregosos de la solana. Se hace notar la sequedad, tanto a nivel atmosférico como, sobre todo, edáfico, pues la fuerte pendiente y el drenaje subterráneo del karst acentúan la xericidad fisiológica de unos suelos con escasa capacidad de retención hídrica. Por si ello fuera poco, el viento descendente, que sopla desde el Cantábrico hacia la Depresión del Ebro, reseca aún mas el ambiente, circunstancia puntualmente delatada por el boj (Buxus sempervirens), que con la carrasca forma el tándem básico de la formación vegetal.

El porte general de este carrascal calcícola con boj es bastante achaparrado. La carrasca acapara un dosel arbóreo bastante discontínuo y, si la profundidad del suelo lo permite, admite algún pie aislado de quejigo (Quercus faginea). El boj, por su parte, llega a enseñorearse de los estratos intermedios, acompañado de coscojas ( Quercus coccifera), enebros de la miera (Juniperus oxycedrus), y aladiernos (Rhamnus alaternus). Por su parte, rupícolas como el guillomo (Amelanchier ovalis) y la espirea (Spiraea obovata) colonizan las parcelas más aclaradas.

En el sotobosque encuentren acomodo indicadoras nemorales, como el mismo lastón de los bosques atlánticos (Brachypodium pinnatum), o el tapiz muscinal, en mosaico con teselas petranas revestidas de especies calcícolas de óptimo mediterráneo, como la jarilla (Helianthemum nummularium), la aulaga ( Genista scorpius), la retama loca (Osyris alba), la lavanda (Lavandula latifolia), el tomillo (Thymus vulgaris) o la mijeidiega (Dorycnium pentaphyllum.). A fin de cotejarlo con el de otros tipos de carrascal estudiados en la presente salida, y con el del encinar cantábrico de la ría de Urdaibai, procederemos a elaborar el correspondiente inventario.

 

INVENTARIO DEL CARRASCAL CON BOJ

SOLANA DE LA SIERRA DE LOKIZ (750 m.)

ESPECIE ARBOREO ARBUSTIVO HERBACEO ESCANDENTE

ARBOREO

Quercus ilex ssp rotundifolia 2, arbustivo 2, herbáceo

Quercus faginea 1, arbustivo 1

 

ARBUSTIVO

Buxus sempervirens 3, herbáceo 2

Juniperusoxycedrus 1, herbáceo 1

Phillyrea angustifolia 1

Quercus coccifera 1

Amelanchier ovalis 1

Rhamnus alaternus 1

Viburnurn lantana 1

 

HERBÁCEO

Brachypodiurn pinnaturn 2

Tapiz muscinal 1

Spiraea obovata 1

Genista scorpius 1

Arctostaphyllos uva-ursi 1

Helianthernurn nummulariurn 1

Thymus vulgaris 1

Osyris alba 1

Lavandula latifolia 1

Dorycniurn pentaphyllurn 1

 

ESCANDENTE

Rubia peregrina1

Formaciones impenetrables de bujedo orlan los carrascales, delatando la primera etapa de sustitución, en los muchos enclaves donde éstos han sufrido talas e incendios. Su composición aproximada es la siguiente: Buxus sempervirens, Quercus rotundifolia, Quercus coccifera, Juniperus oxycedrus, Juniperus communis, Rhamnus alaternus, Amelanchier ovalis, Genista scorpius, Spiraea obovata, Erica vagans, Lavandula latifolia, Dorycnium pentaphyllum, Viburnum lantana, Brachypodium pinnatum, Rubia peregrina, Helianthemum nummularium, Viola reichembachiana, Genista hispanica ssp. occidentalis, Thymus vulgaris, Osyris alba, Aphyllantes monspeliensis.

Pero es un ubícuo pastizal heliófilo-xerófilo, de composición florística similar a la del romeral-tomillar bardenero, la etapa serial que tapiza con rapidez extensas parcelas sometidas a rozas sistemáticas. La nómina florística de tales secarrales se integra principalmente de: Juniperus oxycedrus, Genista scorpius, Dorycnium pentaphyllum, Erica vagans, Juniperus communis, Buxus sempervirens, Brachypodium retusum, Thymus vulgaris, Lavandula latifolia, Arctostaphyllos uva-ursi, Genista hispanica ssp. occidentalis, Phlomis Iychnitis, Helianthemum nummularium, Teucrium pyrenaicum, Hieracium pilosella, Bupleurum rigidum, Globularia vulgaris, Thymelaea ruizii, Rosmarinus officinalis, Cistus albidus.

3.2.4.Los Valles Submediterráneos

Finalizada la actividad anterior, retornarnos dirección a Orbiso. Dejada atrás esta localidad, llegamos al cruce con la carretera general Vitoria-Estella para girar en esta ultima dirección. Muy pronto llegamos a la raya fronteriza entre Alava y Navarra, lugar donde tomaremos una pista que, a mano derecha, asciende hacia una ladera boscosa. Allí donde comienza el arbolado, hemos llegado al enclave donde cumplimentaremos la siguiente etapa del itinerario. Tras ubicarlo, como de costumbre, en el mapa-guía (fig.5, punto 7), abordaremos la caracterización geográfica de esta depresión de Campezo, en la comarca ambiental de los Valles Submediterráneos.

De inmediato percibimos que se trata -una vez más la recurrencia de un corredor longitud in al de margas supracretácicas labrado por erosión diferencial respecto a las sierras calizas de Lokiz y de Kodes, que lo flanquean por el norte y el sur, respectivamente. En las márgenes del alto Ega, que corre en dirección este hacia Tierra Estella, se aprecian niveles de terrazas arenosas y glacis, que la actividad humana ha convertido en terrazgos de gran feracidad. Si nos fijamos en estos últimos, observaremos una importante presencia de cultivos que nos delatan circunstancias mesológicas diferenciales respecto a las de las comarcas que hemos ido visitando previamente. En efecto, llaman la atención las plantaciones de girasol y, sobre todo, tabaco, exigentes en humedad edáfica y termicidad atmosférica. Ambas exigencias tienen cumplida respuesta en un marco ambiental en el que el agua del suelo no escasea ni siquiera en verano -escorrentía de las sierras contiguas-, y las heladas invernales moderan sus valores, pues el aire frío de inversión térmica escapa aguas abajo del Ega.

Todo ello queda confirmado cuando abordamos la consideración de la interesante comunidad vegetal que tapiza, aún hoy, amplios sectores de las vertientes bajas de la comarca, y que está estrechamente ligada a los parámetros ambientales que acabamos de poner de manifiesto: nos referimos al denominado "carrascal estellés".

El tapiz forestal está, sintomáticamente, protagonizado por un tipo de carrasca que presenta rasgos anatómicos cercanos al de la encina costera ( Quercus ilex ssp. ilex), por lo que aparenta ser un táxon híbrido entre las dos especies ( Quercus ilex ssp. ilex x ssp rotundifolia). Es éste un fenómeno de gran interés biogeográfico, puesto que delata la existencia de ambiente abrigado, al tiempo termófilo-isotérmico e higrófilo, parejo al de los encinares cantábricos. La presencia del madroño (Arbutus unedo), labiérnago de hoja ancha (Phillyrea latifolia) y, más raramente, durillo (Viburnum tinus) -que se acantona en desfiladeros y barrancas -no hace sino confirmar la especial adscripción bioclimática de la zona.

El sotobosque, de gran riqueza florística, vuelve a evidenciar el predominio de indicadoras termófilas e higrófilas; aunque, quizá, lo más destacable sea la presencia de acidófilas muy caracterizadas -suelos arenosos con dinámica.descendente del agua -, como son los brezos (Erica vagans, Erica arborea y la termófila Erica scoparia), la brecina ( Cal/una vulgaris) y la jara ( Cistus salvifolius), que adquieren un papel protagonista en las correspondientes etapas de sustitución. Elaboremos el nutrido inventario, y comparémoslo con el del carrascal con boj, que acabamos de estudiar en la solana de Lokiz y, sobre todo, con el del encinar cantábrico de la ría de Urdaibai.

Observamos que en los claros del carrascal, así como en sus orlas, progresa una primera etapa de sustitución conformada por un brezal alto de aspecto bastante similar al detectado en la serie acidófila del hayedo y rebollar. Sin embargo, su composiciÓn florística presenta notables diferencias respecto a aquel. He aquí el listado básico: Erica scoparia, Erica arborea, Juniperus communis, Arbutus unedo, Phillyrea latifolia, Juniperus oxycedrus, Quercus ilex ssp. ilex x ssp. rotundifolia, Cal/una vulgaris, Rubus ulmifolius, Oorycnium pentaphyl/um, Spiraea obovata, Amelanchier ovalis, Pteridium aquilinum, Rhamnus alaternus, Buxus sempervirens, Erica vagans, Erica cinerea, Brachypodium pinnatum, Arctostaphyl/os uva-ursi, Cistus salvifolius, Cistus albidus, Cistus populifolius, Cistus psilosepalus, Oaboecia cantabrica, Genista scorpius, Rubia peregrina, Arenaria montana, Thymelaea ruizii.

INVENTARIO DEL CARRASCAL ESTELLES

SANTA CRUZ DE CAMPEZO {580 m.)

ARBOREO

Quercus ilex x rotundifolia 3, arbustivo 1, herbáceo 1

Sorbus aucuparia 1

 

ARBUSTIVO

Arbutus unedo 2, herbáceo 1

Erica scoparia 2, herbáceo 1

Phillyrea latifolia 2, herbáceo 1

Juniperus communis 1, herbáceo 1

Viburnum tinus 1

Erica arborea 1

Sorbus torminalis 1

Buxus sempervirens 1

Ligustrum vulgaris 1

Prunus spinosa 1

 

HERBACEO

Tapiz muscinal 3

Brachypodium pinnatum 2

Erica vagans 1

Viola gr. riviviana 1

Rubus ulmifolius 1

Rosa sempervirens 1

Cistus salvifolius 1

Pteridium aquilinum 1

Ruscus aculeatus 1

Geranium robertianum 1

Arum italicum 1

Calluna vulgaris 1

 

ESCANDENTE

Hedera helix 2

Rubia peregrina 1

Clematis vitalba 1

En la serie regresiva, este brezal alto de Erica scoparia deriva en pastizales heliófilos de gran similitud a los estudiados en la solana de la Sierra de Lokiz como etapa de sustitución del carrasca con boj.

3.2.5.Las Montañas Meridionales

El presente itinerario toca a su fin en las empinadas umbrías de la Sierra de Kodes {Montañas Meridionales). Una pista de montaña, que arranca en el pueblo de Santa Cruz de Campezo, nos permite acceder hasta la cumbre de loar, a más de 1400 metros de altitud. Como era de esperar, la panorámica que se divisa en todas direcciones es extraordinaria: al oeste, la alineación de las Sierras Exteriores; al sur, la Rioja, la Ribera de Navarra y la Cordillera Ibérica; al este, la Navarra Media Occidental; al norte, el conjunto de comarcas de Alava Oriental -se aprecia con claridad todo el recorrido de la jornaday, en último término, las cumbres pirenaicas. Se trata, por tanto, de un observatorio adecuado para cerrar la actividad de la salida, pues nos sirve para acometer un repaso global de sus hitos principales. Sólo nos queda analizar la personalidad geográfica de este último espacio comarcal, para lo que previamente localizaremos en el mapa-guía {fig.5, punto 8) el punto concreto donde nos encontramos.

Desde un punto de vista estructural haremos referencia a la gran complicación tectónica de los anticlinales, vergentes hacia el sur, que vertebran las sierras de Kodes, Cantabria y Toloño. Como en su momento se puso de manifiesto, existe un cierto paralelismo -que se extiende también a aspectos litológicos y de modeladocon las Montañas Septentrionales, donde hemos iniciado la salida. De manera que trataremos ahora de ajustar con mayor precisión tales extremos.

Debido a la altimetría, el ambiente climático nos devuelve -otra vez la recurrenciaal de los sucesivos valladares serranos que hemos ido superando a lo largo del itinerario, por lo que a nadie extrañará que nos topemos, una vez más, con comunidades vegetales de genuína adscripción montana. Así, las umbrías altas están coronadas por una formación cerrada de hayedo. Si en su momento cotejábamos las semejanzas y las divergencias entre el hayedo acidófilo-oligótrofo y el calcícola-eutrofo, otro tanto podemos hacer al caracterizar este tercer tipo de hayedo: el que incluye la presencia del boj (Buxus sempervirens), indicador de suelos poco desarrollados -predominan las rendzinas -y corrientes de aire desecante.

En el vuelo arbóreo la fronda cerrada del haya (Fagus sylvatica) admite algún pie aislado de quejigo ( Quercus faginea), indicador de suelos algo más profundos; de mostajo (Sorbus aria), delator de ambiente petrano; y de los pioneros abedul (Betula pendula) y tremolín (Populus tremula) en vertientes inestables o parcelas anteriormente deforestadas. Bajo la floresta, el boj se impone con alto grado de abundancia, lo que supone el rasgo más claramente diferencial respecto a los demás tipos de hayedo. Eventualmente pueden acompañarle otras especies, como el arce (Acer campestre) y, si el suelo lo permite, el avellano ( Corylus avellana). LLama la atención la presencia de algunas matas de belladona (Atropa belladona), indicadoras de degradación por incendio. En el estrato herbáceo y muscinal, es de destacar la presencia de ciertas orquidiáceas, como la Cephalantera rubra y el Epipactis helleborine, que delatan una relativa aridez estival. Por lo demás, buena parte de las especies nemorales presentes en otros tipos de hayedo completan el listado fiorístico del sotobosque.

Confeccionemos el correspondiente inventario, y cotejémoslo con los de los demás tipos de hayedo.

INVENTARIO FITOGEOGRAFICO DEL HAYEDO CON BOJ

SIERRA DE KODES-IOAR (1000 m.)

ARBOREO

Fagus sylvatica 3

Quercus faginea 1

Sorbus aria 1

Betula pendula 1

Populus tremula 1

 

ARBUSTIVO

Buxus sempervirens 3

Juniperus communis 1

Coryllus avellana 1

Acer campestre 1

Rosa canina 1

 

HERBÁCEO

Tapiz muscinal 2

Brachypodium pinnatum 2

Atropa belladona 1

Viola reichembachiana 1

Hepatica nobilis 1

Arctostaphyllos uva-ursi 1

Anemone nemorosa 1

Scilla lilio-hyacinthus 1

Polystichum aculeatum 1

Fragaria vesca 1

Allium ursinum 1

Euphorbia amygdaloides 1

Helleborus viridis 1

Pteridium aquilinum 1

Cephalantera rubra 1

Epipactis helleborine 1

Gplium odoratum 1

Genista hispanica occ. 1

Rubus ulmifolius 1

Veronica montana 1

Observamos que en parcelas aclaradas y orlas del bosque se instala un bujedo de aspecto y composición fLorística similar al estudiado en la solana de Lokiz, aunque con elementos habituales de los espinales de rosáceas también previamente caracterizados, por lo que cabe calificar a estas formaciones como "bujedos-espinales". Como podemos apreciar por doquier, tales comunidades derivan, en la serie regresiva, en landas calcícolas prácticamente idénticas a las reconocidas en la jurisdicción de los hayedos calcícolas de Entzia-Iturrieta {Montañas y Altos Valles de Transición).