Lurralde :inv. espac. N. 16 (2003) p. 321-340 ISSN 1697-3070

 
 

SAN SEBASTIAN, ORIGEN, FUNDACION, DISEÑO :

UNA VISION DEFINITIVA ?

Recibido: 1993-02-05

Mikel NISTAL

Instituto Geográfico Vasco INGEBA

LABURPENA

Donostia hiriko fundazioaren gaiari hurbildu zaion bibliografia, lehenik bertako agiriengandik adizio interesatuak bereizteaz arduratu da edo hiri barruko jendeztetzea azaltzeaz. Hala ere, gai batzuk baztertuak utzi dira, hala nola ezartzeko lehen gogoa edo hiriko taldearen eskema errektorea, artikoluan garatzen diren puntuak.

Gako hitzak: Donostia, hiri-geografia,

RESUMEN

La bibliografía que se ha acercado al tema de la fundación de la villa de San Sebastián se ha preocupado de discriminar en primera instancia las adiciones interesadas a los documentos originarios o de explicar el proceso de desarrollo urbano. No obstante, se han dejado relegados aspectos tales como el señalamiento de la primera voluntad asentadora o el esquema rector del conjunto urbano, puntos que se desarrollan en el artículo.

Palabras clave: San Sebastián, localización, desarrollo urbano.

ABSTRACT

Many works about the origin of the city of San Sebastián had been written with problems in the date. Later, the bibliography had been interested by the growth process or the building process. In this paper, the principal ideas are in one hand to show the pioneer choose to allocate the village at the bay and in another hand to explain the middle age urbal) patrons.

Key words: San Sebastián, allocation, urban design.

La versión electrónica incluye una de las siete imágenes del artículo original.

 

 

La ciudad de San Sebastián ha contado con gran peso en la historiografía centrada en la creación de villas por las monarquías navarra y castellana. El primero de los graves problemas tratados fue el de la correcta determinación de la fecha en la que tuvo realmente lugar la concesión de la carta-puebla a una población ya asentada. Esta cuestión durante un tiempo ha sido interesante por considerarse como verdaderas las intercalaciones debidas a diversas partes con intereses sobre la ciudad. Por desgracia, teniendo en cuenta la existencia de un asentamiento anterior, no ha recibido éste la atención debida. Es voluntad del presente trabajo hacer hincapié en los condicionantes que desembocaron en la configuración de un poblado a los pies del monte Urgull y conjugarlos con las manifestaciones urbanas visibles una vez tuvo lugar la fundación de la villa de San Sebastián, comunes a las reflejadas en otras villas de la época.

1.- EL ASENTAMIENTO HUMANO

La villa de San Sebastián posee la particularidad de contar con un nombre de santo, denominación procedente de un establecimiento religioso, un monasterio del mismo nombre situado en la bahía. Este punto es de la mayor importancia para entender el tipo de controversia existente sobre el surgimiento de la inicial agrupación de viviendas que terminaría con la creación de la villa a finales del siglo XII. La corriente más comentada en la historiografía -sobre todo la de cierta antigüedad- ha sido aquélla que, como la que tuvo su apogeo a finales del siglo pasado, identificaba el otorgamiento de la carta de villa por parte de la monarquía navarra con el enclave -para e/los originario de la ciudad de San Sebastián- donde tenía su localización el monasterio de San Sebastián. Para esta concepción del pasado el pío establecimiento se configuraba como villa -si no el edificio en sí, al menos sus inmediaciones-, germen de la ciudad actual merced a un traslado; tomaban como ciertos datos que, como los debidos al doctor Camino, pueden señalarse como claramente parciales e interesados. La agregación de fechas diversas y documentos poco contrastados -falsos, verdaderos, retocados- no ha hecho sino ayudar aún más a la confusión, circunstancia más o menos solventada en la actualidad. Esta controversia sobre el establecimiento humano en el actual término municipal de San Sebastián será el punto de partida del presente apartado.

Recordemos que las costas quedaron despobladas en Europa con la desaparición del imperio romano y la apertura de una época -amplia- de inseguridad. Las poblaciones de la costa cantábrica permanecían en el interior, alejadas de la línea marina y con una vida fuertemente basada en la ganadería. La recuperación para esos grupos humanos de los terrenos cercanos a la costa no daría comienzo hasta el siglo X, momento en el que también comienza a apreciarse un cierto interés de dominio territorial o jurisdiccional por parte de los grandes monasterios -navarros y riojanos- cercanos a la zona vasca. A pesar del despoblamiento generalizado existían algunos asentamientos coste ros que servían de eslabón en la vía que comunicaba Asturias con Gascuña y Aquitania, línea de comunicación única considerando la proximidad montañosa y la inseguridad de la tierra de nadie en el interior de la meseta. Una vez se produjo el descubrimiento de los restos compostelanos, esta vía, además de servir de vínculo comercial también comenzó a presentar rasgos de carácter religioso: el peregrinar del Camino de Santiago. Esta rama -considerada como la costera- del camino compostelano se vería ensombrecida en momentos posteriores una vez entrara en funcionamiento la vía real navarra al superarse los problemas originados con la lucha contra los musulmanes e intentar favorecer el comercio entre los reinos navarro y castellano y ayudar al poblamiento de la hasta entonces conocida como tierra de nadie. Este fenómeno será contemporáneo del proceso poblador de la monarquía navarra y su concesión de fueros de poblamiento, acciones de gran trascendencia para San Sebastián.

Este camino costero1 -a pesar del reducido tráfico de personas y bienes que soportaría- contaba con áreas de estadía y reposo, lugares en los que abastecerse y descansar. Estos puntos podían incluírse dentro de dos categorías: los asentamientos de tipo religioso con posadas anexas y los pequeños pueblos. San Sebastián -o mejor dicho, el asentamiento monacal de San Sebastián- se integraba en esa categoría de puntos de matiz religioso. El monasterio de San Sebastián el Antiguo no puede ser entendido como uno de los grandes monasterios surgidos con posterioridad, sino como un mero punto de descanso en las inmediaciones de la vía de comunicación -el camino jacobeo- regentado por varios monjes o ermitaños que convivían en un mismo lugar. Esta localización cenobial posee dos particularidades: la primera es la de su advocación; San Sebastián en la Edad Media era considerado un santo con especial relevancia en la prevención de enfermedades, en especial las epidémicas -como la peste-2. Los hospitales corrientemente asumirán la denominación de Santiago haciendo referencia su nombre a su vinculación con la función de descanso y auxilio en el camino, sirviendo también como centro de afectados e infecciosos, sitos en las afueras de las poblaciones ya cierta distancia de la vía de comunicación; esta denominación perdurará hasta manifestarse todavía en la ac-tualidad. San Sebastián -el monasterio sito donde luego se radicarán parroquia y monasterio dominico, actual Palacio Real- podría situarse en una categoría intermedia entre hospital y posada, lugar de descanso de los viajeros3. La segunda particularidad es su localización: el camino de Santiago dentro del actual término municipal de San Sebastián transcurría desde Alza a Miramón para bifurcarse en dirección a Astigarraga y Hernani por un lado -con vistas a entrar a Alava por el túnel de San Adrián- y por otro en dirección oeste por la costa hacia Vizcaya. Con ello se aprecia el relativo alejamiento del hospicio-Iazareto-posada-monasterio del vial jacobeo. Su emplazamiento, sin embargo, es idóneo desde el punto de vista mágico-religioso que dominaba la vida de la época y que tanta importancia ha tenido en la asignación locacional hasta la época ilustrada y la industrialización.

El inicial monasterio de San Sebastián el Antiguo estaba ubicado en un montículo prominente que se interna en la bahía de la Concha, sirviendo un apéndice de la elevación de punto separador de ambas playas de la bahía. Su condición de punto elevado plasma una asignación de monte sagrado, punto conector de las esferas terrestre y celestial en un lugar que, como minúscula península, se abre camino en la bahía. Desde el punto de vista religioso, por medio de una representación ritual simplificada del acto originario de la creación del mundo, se adoptan caracteres conocidos -el cosmos- en un espacio desconocido -el caos-. Con esta manifestación de lo sagrado por medio de la Cosmogonía ritual el ser humano logra la apropiación del espacio4. El situarse supone adopción de una decisión por parte de la sociedad, supone también la constatación de la consagración de ese espacio y además simboliza la permanente presencia de manifestaciones sagradas en dicho ámbito. La sociedad crea ellugar5, la organización de nuestro espacio resulta de la imagen que nos hacemos de él6. Si contamos con una sociedad en la que los valores mágico-religiosos son la razón última de la existencia es lógico suponer que serán estos valores los que determinen las pautas de localización. La primera gran división podría ser establecida entre espacio humano y espacio no humano; todos los espacios creados a través del diseño quedarían englobados dentro de la categoría de espacios humanos, por lo que tendríamos espacios diseñados -responden a algunas reglas, sin pretendidos conceptos de idealidad- y no diseñados7, La sociedad religiosa, por tanto, tiende a localizar el centro de su actividad en un punto concreto caracterizado por una específica manifestación de lo sagrado. Este centro del mundo -ómphalos, ombligo- se caracteriza también por poseer connotaciones de eje del mundo, el enclave desde el cual puede observarse todo el territorio conocido y que posibilita el giro. Ahora bien, la localización de este centro del mundo es una tarea ardua por exigir varios condicionantes como8:

  • ser remarcador del sentido de la ascensión y de la idea de elevación. -demostrar por sí mismo el concepto de altura, elevación y dominio.
  • contar con hierofanías celestes y atmosféricas, por lo que resulta ser la morada de los dioses.

Por tanto, este lugar sagrado será con toda seguridad una montaña ya que en ella se unen el cielo y la tierra y además resulta ser el lugar por el cual pasa el eje del mundo; será por consiguiente el punto de unión de cielo, tierra e infiern09. Los ejemplos de montañas sagradas son numerosos pero lo importante es la manifestación cotidiana de este principio como hecho reflejo y simbólico del acto primario: la creación. Esta característica mágico-religiosa asimilará lugares como templos o ciudades a la montaña sagrada primordial y se traducirá en la identificación de características idóneas para la localización de edificios religiosos, como el monasterio de San Sebastián, en lo alto de colinas o montañas. Un lugar sagrado constituye una ruptura de la homogeneidad del espacio, el templo -como lugar sagrado por excelencia- es la casa de una divinidad, resantifica el mundo porque lo representa y contiene10. La inclusión de agua -la bahía- como purificadora según este panorama mental refuerza la situación de pureza que se intenta a pesar de la ausencia de poblamiento en una región sujeta a experiencias negativas 11

2.- LA FUNDACION DE LA VILLA DE SAN SEBASTIAN

Con anterioridad a la concesión de la carta de poblamiento a la villa de San Sebastián a finales del siglo XII existía un asentamiento humano localizado en la bahía. Este asentamiento, diferente del monasterio de San Sebastián el Antiguo, denominado Izurun, sería el germen del interés navarro por contar con un medio portuario seguro y de la localización de la posterior villa. Para tratar de entender al menos mínimamente las razones impulsoras de la localización del poblado en la bahía donostiarra hemos de hacer una concisa revisión del entorno en el cual se asienta. La bahía de la Concha y la desembocadura del Urumea son los pilares básicos de una zona costera menos accidentada que en el resto de Guipúzcoa. Esta amplitud de la desembocadura del Urumea configura un estuario con zonas pantanosas o fuertemente influidas por las mareas. La vega de Ibaeta no es sino una agrupación de regatas, separadas por una barra de arena de la bahía, y que merced a su estancamiento se convertirán en la zona menos salubre del término municipal y en un foco propagador de enfermedades hasta el comienzo de su definitiva desecación.

Cuatro serán los resaltes sobre la línea marina: los montes Igueldo, Urgull y Ulía y la isla de Santa Clara, lo que configuraba una situación de tres entrantes marinos, hecho que parece haber dado pie a la denominación del poblado que se ubicaría a los pies del monte Urgull. Este se encontraba unido a tierra firme por medio de una cola de arena, un tómbolo que incluso no era extraño que pudiera acabar bajo las aguas en mareas vivas. El hospital-monasterio-albergue no quedó situado en lo alto del monte Urgull sino en un lugar con mejores condiciones de resguardo frente a las inclemencias meteorológicas: el saliente que desde la colina de Ayete se introducía en la bahía. Esta zona de Ayete podía haber contado con posterioridad con unidades dispersas de explotación agraria con un centro de actividad social -religiosa- en el edificio cenobial. Empero, de forma corriente se ha tendido a segurar la existencia de dos núcleos en el término de San Sebastián: uno donde se erigiría la villa y otro en las inmediaciones del monasterio. Este segundo emplazamaiento es de todo punto inexacto por no existir la más mínima evidencia de haberse contado con una agrupación poblacional y porque las condiciones del paleopaisaje donostiarra no resultaban en este punto de la bahía proclives a ello. La realidad del monasterio como avanzada poblacional pudo originar una convergencia de actividad -religiosa- en este enclave, convergencia que no puede ser identificada bajo características urbanas. Las unidades de explotación agraria que se pudieran haber localizado en la desembocadura del Urumea se incluyen en el panorama de poblamiento de las zonas coste ras cantábricas, en búsqueda en primera instancia de entornos resguardados de las inclemencias, fáciles en advertir peligros extraños, y con condiciones idóneas para el desarrollo de cultivos. Por ello resultaban menos conflictivas localizaciones en llano o estuario que en una colina expuesta a los vientos e inmediata a una zona pantanosa.

La concesión de la carta-puebla a finales del siglo XII tiene como destinataria población nueva y población ya radicada. Este poblado, conocido como Izurun por los tres entrantes marinos, también contaría con una base económica centrada en el mar; de ahí la especial relevancia que cobraría para la radicación de cualquier poblado la parte del tómbolo que, uniendo Urgull con tierra firme, no sufría los embates de .las mareas, punto que con el tiempo vería la concesión del fuero de población. la nueva villa de San Sebastián se asentaría en el lugar ocupado por el poblado medieval y tomará el nombre del monasterio situado en sus cercanías, circunstancia que con posterioridad enrevesará las interpretaciones del origen; esta tradicional identificación del nombre de la villa con el anterior monasterio y su asentamiento no habría tenido lugar si la denominación elegida hubiera sido otra. El poblado de Izurun estaría a resguardo de los vientos dominantes, a salvo de las inclemencias y con garantía de mantenimiento de las precarias embarcaciones, amén de defensas naturales por su relativa dificultad de conexión con tierra firme. Izurun asímismo contaría con anexos, diseminados, aprovechabdo las condiciones de la desembocadura para labores agropecuarias. la actividad portuaria sería la desencadenante del interés real navarro y la concesión de la carta fundacional.

Navarra no hace sino reflejar la imperiosa necesidad de contar con una salida marítima a sus productos con vistas al establecimiento y/o mantenimiento de líneas de comercio con el mar del Norte. Este panorama es contemporáneo del trasvase de conocimientos del arte navigatorio a la costa vasca peninsular merced a las instalaciones normandas labortanas y aquitanas.

la fecha original del documento fundacional de la villa de San Sebastián constituye todavía un enigma12 comprobada la falsedad de la datación del documento del monasterio de leire -1014- que resulta ser no tantemprano13.la donación hecha por Pedro I en 1101 del monasterio de San Sebastián en los confines de Hernani a leire parece ser el primer documento auténtico en el que se hacer referencia a San Sebastián ya que el datado en primera instancia en 1014 parece estar fabricado al tener lugar una destacada controversia entre el obispado de Pamplona y el monasterio de Leire por la percepción de los derechos de las dos iglesias de la villa. las dificultades para determinar la fecha exacta de la concesión de la carta-puebla tienen su incidencia en ciertos aspectos de estructura y diseño de la villa. Siguiendo con el hilo anterior, los intereses de cada una de las partes en el litigio sobre la jurisdicción se mantendrán hasta fechas avanzadas. El doctor Camino expone la primera referencia al monasterio de San Sebastián para su interpretación de la primera localización de la villa -en el Antiguo-. En los votos al Monasterio de San Millán otorgados por el conde castellano Fernán González se indicaba: "De ipsa Deva usque ad, Sanctum Sebastianum, id est total Ipuscoa a finibus Alava usque ad oram maris'14, documento con muy pocos visos de autenticidad. Sí es segura, en cambio, la presencia de San Sebastián en documentos de 1096, 1101, 1174, 1178 y 1197 15, 16.

A finales del siglo XII, por tanto, podemos asegurar que se concede un documento poblacional a la aldea radicada al pie del monte Urgull, de acuerdo con los intereses de la monarquía navarra. La creación de ciudades es un hecho real, un acto vinculado de forma directa al comercio ya las vías mercantiles, tuteladas por la monarquía. La situación de los lugares con concesión de fueros de población no tiene lugar al azar sino que posee una especial razón de ser demostrada en su particular ocupación del territorio. El sistema de ciudades medieval respondía a estos criterios de origen, destino, escala y centro de distribución de ideas, mercancías y personas. No es extraño a este fenómeno el surgimiento del camino real de Santiago, vía que contactaba por el interio peninsular los reinos navarro y castellano una vez solventados los problemas de luchas e inseguridad y con la intención de fomentar el poblamiento de aquellos territorios merced a la concesión de garantías por medio de estos documentos jurídicos. El emplazamiento y la denominación de las villas son explicativos en grado sumo: en altozanos sobresalientes de las llanuras circundantes, en pasos fluviales y en puertos marítimos, siendo éstos además en bastantes ocasiones fluviales. Según su función tendrán denominaciones de Salvatierra o Laguardia; según su origen serán Villarreal o Monreal y según una especial advocación contarán con denominaciones de virgen o santo.

3.- EL DISEÑO

San Sebastián será un punto clave para la monarquía navarra: es el punto por el cual sus mercancías serán transportadas a otros puntos de Europa, motivo de importancia para la dominación castellana ulterior. La villa posee una buena circunstancia de ser a la vez puerto marítimo -bahía- y fluvial -Urumea-. Su emplazamiento, al

pie del monte Urgull dejará ver unas especiales características. La ciudad medieval es un núcleo planificado, supone no sólo una interpretación del espacio interior, sino también del exterior17, es un conjunto unitario, complejo y perfecto en sí mismo; el orden celeste tiene su traducción en el orden urbano desde el mismo componente de diseño. En el área vasco-navarra el esquema urbano más común es el configurado por un plano de campamento militar o bastida, diseño que se observa desde el primer instante en la nueva villa de San Sebastián, que con una superficie de 6,4 Has. y una orientación de 60 grados este18 es la mayor de todas las villas guipuzcoanas. La forma de organización interna es igualitaria concediendo lotes homogéneos de terreno para que cada vecino construyese su vivienda. Estos lotes no eran otorgados con exclusividad a los ya residentes en el momento de la concesión del fuero, sino que eran también tenidos en cuenta todos aquellos que quisieran pertencer a la villa, atraídos por sus derechos. Conforme avanzaba el tiempo la superficie de los solares sin ocupar se fue reduciendo, quedando sucesivas divisiones como marca de su antiguo tamaño, dando lugar a edificios cada vez más altos, en vuelo sobre la vía pública, estrechos y profundos19.

El diseño de la ciudad partía de cero y se superponía al poblado ya existente. La villa era un orden en sí misma, reflejo del orden celestial y social de la época, muestra del mundo superior -divino- y de la organización jerárquica de la sociedad, puntos que podían no haber sido tratados en el diseño urbano de Izurun. La creación de una ciudad volvía a reinterpretar, aunque a una escala diferente, el momento cósmico de la creación del mundo; retornaba el papel divino y como tal debía hacerse según las pautas religiosas. Considerando el especial hincapié puesto en el diseño de la ciudad medieval debemos tener presente por un lado el papel limitador del espacio y por otro la concesión. En el primero se manifestaba el proceso en un área específica, delimitada: la que quedaba englobada en el fuero. La cerca de la villa era el límite del espacio urbano, del lugar consagrado por la creación ritual y dentro del cual tenían poder las indicaciones contenidas en la carta de poblamiento. El papel condensador del espacio, simbolizado en la cerca -un muro, en definitiva- no hay que ceñirlo a circunstancias fiscales o legales, limitando la entrada y salida de bienes y personas: el portazgo y la alcabala eran un matiz económico. La concesión de un espacio para vivir y trabajar en él era el otro gran aspecto del diseño urbano, separando espacios públicos -calles- y privados -solares, casas-. Las villas guipuzcoanas carecen en la mayoría de los casos de castillo o casa señorial y poseen una división en barrios según la estructura social20, reflejo del orden social y jerárquico.

El urbanismo medieval carece de espacios libres. Su horror vacui refleja la imposibilidad para una mentalidad medieval del lugar sin hacer, sin origen y sin materializaciÓn. La colmatación del recinto será manifiesta y sólo podrá romperse con la aparición de la plaza renacentista, el modelo de plaza mayor española que en San Sebastián traerá con cierto retraso Torelli. Asímismo este urbanismo deja ver otra clase de relaciones como las debidas a las calles. En Guipúzcoa el 40% de las villas cuentan con tres calles y un cantón (callejuela que pone en contacto las calles de forma transversal), el 32% con dos calles más un cantón, e112% con cuatro calles más dos cantones, el 8% con seis calles, el 4% con doce calles y el 4% con una calle más un cantón21. Usualmente el papel concedido a la numerología en la vida medieval ha sido poco considerado y menos aún en el urbanismo; pero no hace falta más que recordar los planos de ciertas localidades vascas y navarras para atender en su cierta medida a la importancia simbólica y su plasmación en el orden urbano. Vitoria cuenta con una especial forma elíptica por situarse en un lugar elevado, un cerro que domina el territorio circundante y con un impar número de calles: tres en primera instancia para ser ampliado con posterioridad. Pamplona posee tres núcleos: San Nicolás, San Fermín y la Navarrería, los tres con una vía perimetral cuyo interior comprende una vía longitudinal con dos calles transversales, dando con ello tres vías en cada burgo. Bilbao es conocida como la ciudad de las siete calles, vías cortadas por otras tres, transversales22

El recinto urbano de San Sebastián repite el esquema de diseño de estas villas medievales con un destacado papel rector del viario, cuyo número y disposición no son dejados al azar. En los burgos creados en la época tiene lugar un proceso de identificación trascendental, dominando el esquema en el cual el tres, como número fundamental y relevante para el cristianismo, aparece de forma clara. Puede comprobarse en diversos ejemplos que poseen tres calles paralelas, dos calles paralelas con otra transversal o también tres manzanas separadas por dos calles. Ulteriores ampliaciones incidirán ligeramente sobre esta composición, en el número y disposición de los ejes viarios, pero manteniendo en lo posible este esquema rector, y si las dimensiones lo permiten, culminar con el número siete. El caso de Bilbao es paradigmático: es la ciudad de las siete calles, vías cortadas por otras tres transversales. El simbolismo de las calles con la Trinidad es obvio para una mentalidad cristiana medieval y para dicha visión del mundo también lo era la adscripción sagrada del número siete, cifra divina y mágica por excelencia. San Sebastián ha sido observada a menudo como la ciudad de las veintiuna calles23, resaltándose en la manera que recogen estas líneas. Este número de calles es igual al de Bilbao y proviene de la multiplicación de las longitudinales por las transversales; empero, no siempre la villa de San Sebastián ha poseído las mismas dimensiones ni el mismo número de calles o solares. El recinto amurallado ha visto crecer sus dimensiones con el tiempo y la superposición de las primitivas murallas con las que tendrá San Sebastián al crearse su fortaleza en época barroca permite visionar la superficie ocupada en un momento y otro de la historia de la ciudad. Se puede asegurar una primera guía de tres calles longitudinales y otras tres transversales en este primer diseño de villa. La situación urbana anterior al incendio de 1813 permite comprobar una ciudad de tres por siete calles. Este diseño doblemente trinitario de la primera ciudad y el interés divino observable en su ampliación dan buena muestra del deseo colectivo de trasladar al terreno el esquema existencial que rige su devenir24.

Aquí es donde interviene un hecho destacado en la controversia habida sobre la fundación de la villa y su ligazón posible con el poblado previo -Izurun-: las parroquias. Destaca sobremanera que en un recinto de las dimensiones de San Sebastián -las iniciales o las ampliadas- se puedan situar dos templos parroquiales: Santa María y San Vicente. Parece ser que este segundo templo pudo haber tenido una denominación distinta en sus comienzos; San Salvador es una advocación corriente tanto en la época como en el medio litoral en el que se sitúa la ciudad. La vinculación náutica de la villa es parangonable a la existente en otro lugar: Guetaria, cuyo templo parroquial también está dedicado a San Salvador. La interpretación de corte tradicional ha tendido a vincular la existencia de ambas parroquias con la presencia de dos poblaciones distintas en el mismo burgo y que según esta visión de corte decimonónico han sido identificados como los pobladores de Izurun y los nuevos habitantes llegados en pos de las ventajas de todo tipo que suponía la radicación en la villa. También ramas de esta interpretación han equiparado a esta población inmigrante con gentes de origen gascón que, huyendo tanto de la conquista inglesa como de los reveses de los puertos y estuarios labortanos, iniciaron un proceso de traslado a la costa peninsular. Otras interpretaciones -más realistas y alejadas de aventurismo épico- hacen mención al desembolso económico y de esfuerzo personal que suponía para una villa en instantes fundacionales centrar esfuerzos en la construcción de dos iglesias junto a la erección de la cerca y el levante de los edificios.

Las ciudades medievales estaban ajustadas a principios de localismo en la religión. "Es en ella fundamental la división en parroquias; y las parroquias se asocian a las colaciones, es decir, a un trozo físico y real de la ciudad; a lo que hoy se llamaría un barrio. No es lo mismo pertenecer a tal colación que a tal otra [...].Los derechos y deberes están fijados por las ordenanzas, por la costumbre. La idea de vecindad, dentro de la ciudad, está vinculada, si no subordinada, a la de la parroquia", de ahí que exista la palabra parroquiano 25. San Sebastián cuenta con dos parroquias, parroquias que son creadas ex novo y su existencia anterior es dudosa. La población anteriormente localizada a los pies del monte Urgull podría haber recibido servicios religiosos de forma casi segura en el monasterio del Antiguo, cuyas funciones serían similares a las de una parroquia, tal y como acontecería después. La posible existencia de una parroquia en Izurun resulta más complicada de estudiar y este trabajo es de la opinión de desechar por inviable la existencia previa al fuero de las dos parroquias y dejar en suspenso la posibilidad de haber existido una parroquia, la cual sería difícil de mantener en el posterior plano de la nueva villa. Una dependencia parroquial podría haber existido en Izurun como anexo del monasterio del Antiguo, pero de esta posibilidad no quedaría razón visible en el diseño de la nueva ciudad.

Ya pesar de todo San Sebastián cuenta con dos parroquias, pero con una particularidad: a efectos prácticos poseerá una sola parroquia merced al cabildo unificado de ambos templos, ente que desaparecerá a finales del pasado siglo. La separación de la feligresía no se producirá hasta el siglo XVI, momento en el que a Santa María se le comienza a anteponer la categoría de matriz. Esta unión sólo ha podido tener lugar en el instante mismo de la fundación o en un estadio muy primario de la historia de San Sebastián. Para tratar de entender el por qué de esta situación hay que echar un breve vistazo a la situación de ambos templos en el entramado urbano donostiarra. Lo normal -considerando su número- hubiera sido el discurrir autónomo del devenir parroquial o que sus funciones hubieran sido desempeñadas por una parroquia única -recordemos lo tardío de los bautizos en San Vicente, con su desgastada pila bautismal en el atrio- .La razón por la cual Santa María fue poco a poco siendo denominada matriz tiene más que ver con la división interna a nivel social de la ciudad que a cuestiones jerárquicas de tipo religioso. En la mitad oriental de la villa tendrán asentamiento las labores más peligrosas e insalubres; en el lado de la Zurriola tendrán su punto iniciador gran parte de los incendios que asolarán a la ciudad, los recintos militares y ciertas actividades como los mataderos. Por contra, el sector occidental verá con el tiempo la erección de las residencias más destacadas y el lugar de reunión comunal, el cementerio de la parroquia de Santa María, antes de pasar a celebrar las reuniones en el convento de Santa Ana.

Veamos antes del ejemplo donostiarra lo acontecido en otras localidades cercanas. Pamplona posee diversas parroquias que limitaban sus servicios a los habitantes de sus respectivos barrios, lugares con población de origen distinto entre sí. Bilbao, con sus siete calles, guarda muchos elementos comunes con San Sebastián, si bien existe algo más de un siglo de diferencia entre ambos momentos fundacionales; la iglesia de Santiago se sitúa en el interior del casco, al igual que en Mondragón, como producto de la modificación en la visión del entorno con el cambio del siglo XII al XIII; se sitúa su iglesia en la confluencia de las calles transversales con las centrales de las siete longitudinales. La otra plasmación es anterior, del siglo XII, al igual que San Sebastián y se vislumbra en Vitoria, Laguardia y Salvatierra; la capital alavesa, desde los instantes primeros con sus tres calles, ofrece una vía conectadora de dos templos: San Vicente y Santa María.

Se ha hecho mención a las dos parroquias donostiarras, circunstancia menos extraña de los que parece considerando los patrones urbanos del siglo en que fue creada la ciudad. "Sancho el Sabio fundó varios núcleos partiendo de un plano rectangular de pueblo que tenía una calle larga como eje, dos iglesias a los extremos y dos calles, laterales, paralelas, cruzadas por cantones"26. Vitoria responde a esta estructura -al igual que otros municipios alaveses- con dos templos conectados por una calle, en los extremos del diseñado casco. Las dos parroquias de San Sebastián están en los ángulos NW y NE del recinto, en los bordes exteriores, siendo incluso parte del límite exterior de la cerca perimetral. Están las iglesias en la parte exterior de la villa, sirviendo con su fábrica de apoyatura y fortalecimiento de las cercas. Hay escasez de espacio intramuros, y por condicionamientos mentales de la época las villas carecen de espacios abiertos en su interior"27. Bilbao, al surgir en el siglo XIV, posee otras ideas rectoras de la estructura urbana, ideas que se concretan en el emplazamiento de su única iglesia, en el centro aproximado del casco. La villa de San Sebastián sitúa sus iglesias de forma excéntrica, en enclaves esquinados del recinto, lindantes con el monte y con el mar y unidas por una calle; además ambos templos poseen calles que les comunican con la pared meridional de la cerca, con las puertas de la ciudad, con lo que cada templo domina dos calles, y el recorrido entre ambas desde la muralla meridional es una U invertida con tres tramos, tres calles que vuelven a plasmar de manera gráfica la Trinidad: el templo domina los caminos.

Fig. 7.- Ampliación del recinto amurallado de la villa de San Sebastián. Esquema de las vías regidas por las parroquias [Imagen original sin color y sin rotulación].

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NOTAS

1.- Una variante del camino costero era la que, partiendo de la costa guipuzcoana, se encaminaba hacia Alava por medio del túnel de San Adrián, describiendo un recorrido hasta Galicia al sur de la cordillera Cantábrica.

2.- El otro santo empleado como remedio contra la peste era San Roque.

3.- LECUONA, 1963, es un ejemplo de la reminiscencia decimonónica en la interpretación histórica de los lugares. Su propósito se resume en defender a capa y espada la autenticidad de la situación de la villa de San Sebastián en el Antiguo, barrio que sería la primera ciudad de la bahía. Luego, ésta trastocaría su emplazamiento para ir a situarse a los pies del monte Urgull. Su particularidad, además de lo antedicho, radica en incorporar datos históricos poco acertados o interpretar con base en Camino la conversión del lazareto en capilla evitando con ello el desplazamiento de la población a la para él existente villa de Hernani.

4.- ELIADE, 1988, 32-33.

5.- Por ello son explicables las reticencias ante los pueblos nómadas y ante todas aquellas personas que no se establecen definitivamente en un lugar concreto. Los nómadas no se asientan, no toman un territorio de forma estable; en definitiva, no lo crean según el punto de vista de los sedentarios.

6.- MOLES-ROHMER, 1990, 19.

7.- RAPOPORT, 1978, 27.

8.- ELIADE, 1990, 132.

9.- Ibid., 449. Se ha identificado el infierno de forma tradicional con el centro de la tierra.

10.- ELIADE, 1988, 38. El vocablo templum designa al aspecto espacial mientras que tempus hace hincapié en el aspecto temporal del movimiento del horizonte en el espacio y en el tiempo.

11.- San Vicente de la Barquera, en Cantabria, es un excelente descriptor de lo anteriormente reseñado.

12.- Se sigue en este momento el hilo argumental y las fechas aparecidas en ARIZAGA y BARRENA, 1990.

13.- AROZAMENA, 1963, explica en la página 50 ciertas ideas reflejo de concepciones erróneas, a menudo presentes en el tratamiento de la cuestión: San Sebastián se situaba en el Antiguo y al pie del Chubillo Mendi. La cesión se produjo a Sancho Garcés III (el Mayor) de Navarra a la abadía de Leire. Los habitantes eran cristianos nuevos, por lo que sólo se llevaba un siglo de cristianismo con anterioridad a la concesión del fuero la vi/la de Izurun las iglesias de San Vicente y Santa María.

14.- CAMINO Y ORELLA, 1963, 182, como ejemplo del interés retroactivo de la capacidad de soberanía pamplonesa. Los votos de San Millán -no ciertos- también son recogidos por LECUONA, 1963, 9-10, mencionando al lazareto.

15.- ARIZAGA y BARRENA, 1990, 287. Son documentos en los que se sitúa a San Sebastián, haciendo referencia al establecimiento religioso del tal nombre para en 1178 mencionar los establecimientos pesqueros en sus inmediaciones y los pertenecidos de Alza y Soroeta, y en 1197, una vez fundada la villa, es cuando el monasterio de Leire pretende al monasterio del Antiguo.

16.- LECUONA, 1963, emite afirmaciones al respecto irreales e imposibles de mantener coherentemente, como reflejo del desbarajuste existente y la tendencia a mantener ficticios ideales de antigüedad: la fundación de la villa de Izurun se produjo entre 1150 y 1190 mediante un fuero de Sancho el Sabio de Navarra, lo que determinó la erección de una nueva iglesia en su interior -la segunda- y el amurallamiento para mayor seguridad frente a los piratas. Son discutibles las fechas, denominar villa a Izurun, la creación con posterioridad de una segunda iglesia y el amurallamiento por cuestiones de seguridad.

CAMINO señala la donación a Leire de 1014 de la parroquia y villa de Izurun (con las iglesias de San Vicente Mártir y Santa María), documento redactado dos siglos y medio más tarde, apareciendo con ello los nombres de las iglesias.

MURUGARREN, 1975, es más comedido y señala la cita de 1014 sobre San Sebastián. Indica que otros lo fechan en 1197: "donación de Sancho el Mayor al monasterio de Leire del monasterio de San Sebastián, en el valle de Hernani, con su villa, a la que los antiguos denoniman Icurum". En 1141 o 1150 el rey García Ramírez donó a la iglesia de Pamplona todo lo que tenía en Iheldo, Bizchaya et Hurumea ...et Aica et Soroeta. Finalmente hace mención el autor al fuero de francos que Sancho el Sabio en torno a 1180 dio a San Sebastián, el mismo que sirvió para Jaca y Estella (1135 y 1164).

17.- CARO BAROjA, 1981,165.

18.- ARIZAGA, 1977, 1978, 1990.

19.- ARIZAGA, 1990, 51.

20.- IBID, 75.

21.- Ibid.

22.- Ver CARO BAROjA, 1981 y 1986; LlNAZASORO, 1978 y ARIZAGA, 1977, 1978 y 1990 para la visualización de ejemplos urbanos en el País Vasco y Navarra en la Edad Media.

23.- CAMINO, 1963, 14-15. También lo reflejan los Diccionarios Geográfico Estadísticos de 1802 (Real Academia de la Historia) y 1846 (Madoz). .

24.- La relevancia del tres surge al ser el número de días en que no es visible la luna. Para el cristianismo es un número recurrente en los miembros de la Trinidad, en la resurrección de Cristo al tercer día, en la edad de Cristo al comenzar la vida pública y producirse su muerte (30 y 33 años) y en las cruces sitas en el monte Gólgota. También es el número de edades del hombre y en la época clásica ofrece las tres Gracias, las tres Parcas o los tres hilos que gobiernan la existencia del hombre.

25.- CARO BAROJA, 1981, 197.

26.-lbid.,166.

27.- ARIZAGA, 1990, 51.