EL MEDIO RURAL EN EUSKAL-HERRIA

Asunsión URZAINKI MIKELEIZ

Universidad de Deusto (San Sebastián)

 

1.INTRODUCCION

Para quienes se han acercado a la realidad vasca únicamente a través de los indicadores sociodemográficos o económicos, la referencia a lo específicamente rural vasco puede sorprenderles o como máximo remitirles a unas zonas muy concretas del País; difícilmente podrá identificar a las provincias occidentales, y menos aún a las provincias costeras con la ruralidad en su sentido más pleno, si tenemos en cuenta que la población activa dedicada al sector primario no alcanza siquiera el 3% del total de activos, en un contexto eminentemente urbano e industrial en el que un importante número de ciudades (más de cuarenta, en el País Vasco peninsular), aunque desigualmente distribuidas por el territorio, logran acercar servicios, equipamientos y modos de vida urbanos a toda la sociedad en su conjunto.

Esa proximidad a la ciudad es uno de los rasgos sociológicos del País Vasco y en tal sentido hay que hablar de un alto grado de urbanización; sin embargo, el aislamiento por imperativos físicos y la despoblación como consecuencia de dicho aislamiento, ha dado lugar, en ocasiones, a situaciones de deterioro demográfico y de abandono que poco tienen que ver con la imagen que proyecta el conjunto. Las comarcas alavesas de la Montaña y de los valles occidentales, y los valles pirenaicos navarros son los más significativos exponentes de esa ruralidad profunda a que hacemos referencia y en ellos concurren todas las características que vamos a tratar de enumerar a continuación, pero para ello conviene analizar previamente algunas cuestiones generales acerca del hecho rural.

1.1.Definiciones y criterios de delimitación de los espacios rurales

Este apartado parece indispensable para tratar de delimitar con cierta precisión el ámbito concreto que ahora nos interesa. No es una mera teorización, razones de tipo operativo requieren la definición, el soporte conceptual, para delimitar lo rural en el conjunto de Euskal Herria.

Hay un hecho perfectamente contrastable: el campo, lo rural, no empieza o termina para todos en el mismo lugar, porque partimos de experiencias distintas y adoptamos diferentes tópicos..; para unos, el espacio rural es sinónimo de bienestar, para otros, lugar marginado, carente de expectativas y de oportunidades, otros lo identifican con lo agrario...

La noción de espacio rural -realidad sensible, percibida-, es subjetiva y no exenta de valoración (positiva o negativa de lo rural). Presumiblemente cada uno de nosotros tiene ya un pre-juicio de lo que vamos a tratar en esta materia, ya sabe a qué tipo de espacios vamos a hacer referencia. Pero la noción -que nace del conocimiento empírico de lo rural, como marco vital o como marco de desplazamientos o de intercambios no es sinónimo de definición; definir es señalar las cualidades intrínsecas y diferenciadoras, excluyentes, específicas de lo rural. La definición supone ya una racionalización conceptual.

No hay coincidencia de criterios como lo demuestra el gran número de definiciones que se han dado acerca del mundo rural y hay que admitir la complejidad del tema, para el que no hay respuestas absolutamente satisfactorias. La propia geografía de la percepción del espacio rural presenta todo un cúmulo de solapamientos, de zonas definidas contradictoriamente. A pesar de todo una definición desde la que se pueda partir para delimitar ámbitos diferenciados, aunque no sea perfecta, es operativa y necesaria porque, de hecho, se mantienen prácticas de intervención o de actuación sobre el medio rural (p.e. subvención para la mejora de la vivienda rural) que exigen una previa delimitación. El mero intento de buscar la definición adecuada es un buen ejercicio de reflexión, por otro lado.

Criterios:

Lo rural, para todos los que han querido definirlo, constituye unos determinados modelos de organización del espacio, porque lo rural es fundamentalmente espacial; pero se tienen en cuenta también criterios sociológicos -modos de vida, un tipo determinado de relaciones sociales-, y criterios funcionales.

a) espacios o territorios con unos determinados componentes visuales, señales (Clout, Wibberley).

b) núcleos con pocos habitantes -criterios cuantitativos, estadísticos (I.N.E., I.N.S.E.E., Eustat, Ministerio de Transportes, Turismo y Comunicaciones, Generalitat).

c) excluyentes: lo no urbano, lo interurbano (como la ciudad parece estar suficientemente definida estadística y administrativamente, tal vez sea un criterio operativo).

d) funcionales: funciones materializadas en unos usos del suelo (U.G.I), funciones extraídas de los usos del suelo y de la población ocupada: utilización extensiva del suelo con finalidad preferentemente agraria, forestal, ganadera, ocio, y tasa baja de espacio edificado.

e) sociológicos: modos de vida, estructura socioprofesional, comportamientos.

f) lo percibido como rural por el observador.

Pero muchos teóricos dudan de que lo rural tenga cualidades intrínsecas.

Clout, cuya obra es uno de los trabajos clásicos acerca del medio rural, se inclina por basarse en componentes visuales,-bajas densidades-, para la definición, haciendo suya la aportación de Wibberley: "es rural todo aquello que muestra señales inconfundibles de un uso extensivo, ahora o en el pasado" (y la geografía rural será, en consecuencia, el estudio de los usos sociales y económicos de la tierra y de los cambios que están teniendo lugar en el campo).

Los criterios estadísticos ofrecen una gran diversidad -poblaciones con menos de 2000 hab, o 5.000 etc-; se han desarrollado con objeto de delimitar ámbitos concretos y resultan operativos pero no siempre satisfactorios para aplicarlos de modo general. A título de ejemplo: el INE establece tres categorías: rural, hasta 2000 hab. intermedio entre 2000 y 10.000 y urbano con más de 10.000. Para EUSTAT y en referencia a la CAPV serán rurales las entidades singulares de población con menos de 10.000 hab. En Catalunya se consideran rurales los núcleos de hasta 5.000 hab, para el INSEE -1968 todas las aglomeraciones menores de 2000 hab. en el núcleo principal y no comprendidas en una unidad urbana multimunicipal. En fin, en Dinamarca basta con que las entidades tengan menos de 250 hab. para ser catalogadas como rurales.

Algunos autores plantean para la definición una base multicriterio (reconociendo la complejidad y diversidad de lo rural) y de este modo Gilg define lo rural como:

1.Espacio dominado por usos del suelo de carácter extensivo: agrícolas, forestales, pocas edificaciones.

2.Con núcleos de escaso nivel jerárquico (todos los núcleos correspondientes a un mismo nivel), presentando fuertes relaciones entre los edificios y el paisaje

3.Conciencia rural participada por la mayoría de la población

4.Modos de vida caracterizados por una identidad cohesionada, basada en el respeto

5.Cualidades comportamentales de vida como parte de un paisaje extensivo

Junto a esta definición sociológica podemos colocar una definición geográfica: la de los autores franceses Calmés, A. Delamare y Durand Dástes cuando al referirse al espacio rural como un determinado modelo de organización del espacio señalan como características:

a. Débil concentración de diversos componentes: densidades de población, poblamiento en pequeñas unidades, predominio de casas individuales, débiles densidades de edificabilidad.

b. Redes de equipamiento escasas, generalmente equipamiento de nivel elemental (escuela primaria, médico rural..)

c. Importancia de las extensiones dedicadas a actividades agrarias.

d. Funcionalidad poco compleja (reflejada en las actividades de la población). Unos y otros autores nos proporcionan una acertada conceptualización al asociar lo rural a unos rasgos determinados, pero no avanzan en una definición excluyente para delimitar realidades concretas, porque ¿dónde sitúan los umbrales?...poca población, sí pero, ¿cuánto es poca?

El criterio modo de vida cada vez resulta menos válido porque hay pocas diferencias en aspectos tales como hábitos de consumo, expectativas, aspiraciones. Sobre todo a medida que vamos avanzando hacia la aldea global, hacia un mundo interconectado por infinidad de canales de comunicación e información. Pero curiosamente, a medida que se avanza en esta dirección hacia esa aldea global, se hacen más sensibles las diferencias de oportunidad y los agravios comparativos entre campo y ciudad.

La misma actividad agraria que parece haber sido uno de los rasgos más utilizados en las definiciones, en muchos ámbitos ha cobrado unas formas de producción industrial, llega a practicarse sin recurrir al recurso suelo, etc. y el productor ha terminado pareciéndose más a un trabajador urbano que al campesino tradicional. Además, la demanda clásica y casi exclusiva de alimentos, de recursos primarios etc. hacia el mundo rural se ha complicado mucho -ahora se demandan también bienes inmateriales, calidad ambiental, cultura, servicios- que no proceden exclusivamente de lo estrictamente agrario.

Tiene razón Kayser (1970) cuando dice que el espacio rural cambia de significación según se le examine desde un punto de vista económico, sociológico, administrativo, estadístico, cultural. y yo añadiría a esto que cambia de significación según el contexto: una determinada situación puede resultar en parte contrapuesta a lo urbano en una determinada zona y en consecuencia llamaríamos a eso rural (lo percibiríamos como tal), pero comparada con otros modelos podría parecer urbano.

En ciertas sociedades la dicotomía rural/urbano carece de sentido: cuando, como en Gipuzkoa, el tejido urbano es tan denso y tan escasos los activos agrarios, hay una cierta continuidad del espacio en el que las formas de actividad económica y los modos de vida son similares, aunque cambie el aspecto físico, las formas de ocupación o de uso del espacio. Se da la integración de ambos mundos en uno solo.

En la vertiente septentrional del P .V. la identificación de lo rural con lo agrario podría llevar a la falsa conclusión de que las Zonas de agricultura de montaña (ZAM) configuran un amplio espacio rural: comarcas en las que se producen unos déficits agrarios en función de las pendientes y de la topografía que limita las posibilidades agrarias; pero lo cierto es que en la mayoría de los casos se trata de áreas de fuerte impronta urbana, en la que se desarrolla un tipo determinado de sistema agrario. Las líneas de separación entre rural urbano son muy tenues.

Ciertos autores entienden la ruralidad ante todo como una situación de deficiencias, lo rural es sinónimo de zona desfavorecida, con carencias, marginación y aislamiento, las zonas de objetivo 5b de la CE (Reglamento 2052/88 sobre la reforma de los fondos estructurales), es decir, zonas con un elevado índice de empleo agrícola con respecto al empleo total y un bajo nivel de renta agrícola (medido por el valor añadido agrícola por UTA) y un bajo nivel de desarrollo socioeconómico (valorado en función del PIB/hab). y para delimitar las zonas proponen comparar el PIB con la media europea -cuando está por debajo del 75% Sin embargo, yo entiendo que esto resulta reduccionista, ya que hay muchos tipos de ruralidad; lo rural, 10 no urbano es un mundo de gran complejidad formal y funcional, hay una gran diversidad de estructuras rurales y es bueno que dejemos de pensar en lo rural como algo homogéneo. Y evidentemente, según el tipo de ruralidad habrá también una problemática distinta como veremos más adelante, en el ámbito concreto del País Vasco.

En cualquier caso el espacio rural es un sistema dinámico en el que los elementos físicos y culturales están fuertemente trabados. Un sistema de actividades y modos de vida que integran íntimamente población y medio ambiente físico, en el que el medio físico es algo más que un soporte o un contenedor.

En mi opinión este es uno de los rasgos específicos; que la actividad global de sus habitantes y los modos de vida, incluso las prácticas de los urbanitas trasladados al campo, aparecen integrados con el medio físico, no yuxtapuestos, (aunque también en una ciudad turístico-veraniega esa integración-dependencia puede ser muy evidente, pero si no hay diversificación de actividades, con independencia o al margen del recurso paisaje-clima etc.., difícilmente podremos hablar de ciudad).

En los espacios rurales la relación entre el territorio y las formas sociales de utilización son distintas a la ciudad (pero no uniformes) y en consecuencia distintas también las configuraciones espaciales resultantes y los problemas generados por dichas relaciones. En el campo el territorio no es un mero soporte, es un recurso.

Un rasgo (problema) específico de los medios rurales es el de la deficiencia o simplicidad de los equipamientos, de los servicios sociales, culturales, recreativos, que, por contraste con la oferta urbana, generan una situación precaria. Pero la excepción vuelve a aparecer en el caso de los espacios rurales periurbanos; a este respecto quizá, afinando un poco más, podría señalarse como rasgo específico del medio rural la incapacidad intrínseca para poder dotarse, per se, de tales equipamientos.

Tal vez se podría intentar una vía de definición de lo rural a través de los problemas y conflictos: conflictos específicos que identifican al medio rural, a cada medio o ámbito rural aunque tales conflictos, que nacen de la propia dinámica de cada espacio rural en concreto, no sean generalizables a todos los casos.

Una de las dificultades para llegar a una conclusión en el problema de las definiciones deriva de que jugamos con unidades administrativas básicas -municipios-; deberíamos plantearnos la cuestión en términos de zonas, áreas... zonas rurales serían aquéllas que no participan fácilmente de los servicios y equipamientos que concentra la ciudad, es decir, zonas desprovistas de servicios de cierta complejidad y que además quedan aisladas o mal comunicadas con los centros de servicios. Porque, cuando la comunicación es fácil podemos hallarnos ante un espacio de apariencia rural (con rasgos visuales propios de las definiciones que daba al principio) pero de características urbanas, un pseudorrural, tal como aparece en la vertiente septentrional del País

Cuando se quiere hacer una delimitación, es necesario elegir el criterio más adecuado para cada caso, pero, a pesar de todo nunca puede evitarse una cierta arbitrariedad. Para Gipuzkoa o Bizkaia puede resultar operativo el criterio estadístico, eligiendo un umbral que podría ser el de los 5.000 habitantes; en cambio esto no parece tan eficaz para Araba, en donde hay una serie de núcleos que aun sin alcanzar los 5.000 habitantes, actúan como centros urbanos, como cabeceras comarcales bien dotadas de ciertos equipamientos y servicios y con cierta complejidad en las actividades económicas, que quedarían calificados como rurales siguiendo esta delimitación. Es el caso de Agurain, en la Llanada oriental alavesa,

Para Alava, A. Galdós propone considerar como rurales todos los municipios cuyo porcentaje de activos agrarios supera a la media provincial, excluida Gasteiz. Consigue así una fórmula discriminante más ajustada a la realidad alavesa y que valdría también para ser aplicada en el caso de Navarra.

Para caracterizar la ruralidad en el conjunto del País, quizá podría resultar más interesante la búsqueda de una fórmula que permita definir el grado de ruralidad de un municipio, zona, comarca, etc. Una forma de realizarlo es comparar los datos propios de ese municipio o comarca (densidad, pob. activa, agraria, renta percápita, equipamientos p.e. teléfonos, vehículos) con los de la unidad superior -provincia, región etc..

En cualquier caso y desde mi punto de vista, tampoco habrá que empeñarse en la búsqueda de una definición única de lo rural, tal vez no existe esa definición perfecta por la diversidad de situaciones, y menos aún una delimitación, porque tal vez no debe pretenderse encuadrar una realidad tan rica y variada en unas pocas pinceladas que forzosamente han de resultar parciales, aunque ninguna de ellas deje de tener valor. No hay duda de que lo rural existe -lo no urbano-, pero la noción responde a una realidad muy compleja y variada, rica en matices; y esa noción va asociada normalmente a una cierta valoración subjetiva que orienta a su vez el comportamiento individual o colectivo hacia el medio rural.

En el fondo, la dificultad para hallar una respuesta, es decir, una definición, procede del mal planteamiento de la pregunta: no se puede mantener actualmente la dicotomía urbano-rural porque la forma de paisaje es mucho más rica y ha de considerarse como variaciones dentro de una escala; entre los casos extremos hay un continuo de variación, espacios de transición o áreas que no son puras: lo suburbano, rural periurbano, lo rururbano.. no hay un corte tajante. La penetración de las actividades más urbanas se produce en ámbitos que le han podido ser más o menos ajenos y lo mismo sucede en el aspecto de los modos de vida, gracias a la intervención de los modernos sistemas de transporte y de comunicaciones.

Pero la aparente imposibilidad de ser definido no obsta para poder acometer el análisis o la observación de ámbitos rurales concretos.

1.2.Estructura, funciones y dinámica de los espacios rurales

Tampoco parece fácil, dada la diversidad de situaciones, definir las funciones de los espacios rurales de las que deriva su morfología, y por supuesto, desde esta perspectiva, tampoco puede sostenerse la apreciación tradicional de la función agraria, la de abastecer de alimentos y materias primas, como específica de estos ámbitos. En principio habrá que admitir que como cualquier ciudad o espacio habitado, los espacios rurales pueden ejercer todo tipo de funciones, pueden albergar todo tipo de actividades, como de hecho ocurre en el ámbito rural de Euskal-Herria.

FUNCIÓN MÚLTIPLE de los espacios rurales: en la medida que integra población y recursos desempeñan la doble función social -espacio rural ecosistema social, medio ambiente social-, y función económica muy diversa: espacio de producción de alimentos, y materias primas, espacio industrial abastecedor de mano de obra, de recursos para el ocio, de capitales. El medio rural sigue hoy día considerándose como la gran reserva de bienes de determinados servicios.

Los espacios rurales son ante todo, espacios funcionales y espacios comportamentales. La configuración formal de cada ámbito concreto, las estructuras espaciales, son el resultado de los procesos conformadores de éstos, del ejercicio de las funciones básicas de los grupos humanos, de los grupos sociales. Esa funcionalidad se proyecta en el espacio y se materializa en los usos del suelo -la estructura-; y al cambiar los criterios funcionales, íntimamente ligados a las demandas internas o externas (por ejemplo hoy pedimos espacio de ocio, necesidad que antes no existía} se desencadena la dinámica en cierto modo secuencial del espacio.

Cada espacio rural se constituye en un sistema INTEGRADO, un sistema ABIERTO dotado de su propia dinámica impulsada por mecanismos internos y demandas externas, una dinámica condicionada a las condiciones físicas del espacio, ligada también -positiva o negativamentea sus propias potencialidades; carencias y potencialidades según son sentidas, PERCIBIDAS por sus propios agentes y por supuesto, una dinámica íntimamente asociada al grupo humano que lo protagoniza; todo ello dentro de un sistema socio-económico más amplio y del que el sistema rural forma parte indisolublemente.

Los creadores de las estructuras espaciales son los grupos humanos (comunidades rurales y agentes externos}, no como individuos aislados sino vinculados por una relación de vida y actuaciones en común.

En ese sistema en el que se desarrollan las estructuras espaciales tenemos una serie de elementos (Gómez Orea, D}:

1.Los grupos humanos -comunidades locales-, la sociedad rural, que con los no locales, grupos externos (el sistema es abierto} pero no ajenos al sistema, son los artífices de las estructuras espaciales a través de sus actividades o FUNCIONES. Estos grupos, más o menos cohesionados, identificados, o segregados entre sí, en parte vienen diferenciados en base a su actividad espacial.

2.Actividades, funciones, muy diversas: de abastecimiento -agricultura, ganadería, explotación forestal, extracción de recursos, industria-, de alojamiento -vivienda-, de educación, de relaciones sociales, de esparcimiento -ocio, deporte..caza, esquí, paseo..

3.Medio ambiente de naturaleza triple: natural o físico, medio ambiente económico, que podíamos identificarlo de forma genérica con demandas, mercados, precios, hábitos de consumo, importancia del ocio, reglamentación, normativa, sistema económico general, y medio ambiente social, cultural.(que regula y orienta el comportamiento}.

4.Percepción por parte del grupo (desde una racionalidad limitada}, de ese medio ambiente global y valoración del mismo, desde donde parte la toma de decisiones para esa actuación, ese comportamiento de cuya proyección espacial resultan las configuraciones espaciales, las estructuras espaciales (distribuciones, usos del suelo} los espacios rurales concretos.

Ejemplo de funcionamiento (estructuración} del sistema y de la diferente valoración de las potencialidades:

Supongamos un sector montañoso, con suelos en pendiente fuerte, frágil y sometido a un proceso intenso de erosión (esto es el medio ambiente físico descrito con algunas de sus cualidades y limitaciones objetivas}. Frente a este medio podemos situar diversos actores: el agricultor que produce para un mercado, dispone de maquinaria y racionaliza la explotación; actuando en consecuencia valora como espacio marginal la zona en pendiente porque no puede introducir la maquinaria y opta por abandonar la parcela o repoblarla (esto se traduce en una reducción del suelo agrícola}. Ante el mismo medio un ganadero puede considerarla valiosa para utilizarla como pasto del ganado; otra opción, que parte de una valoración diferente y desarrollada por un actor distinto: creación de unas pistas de esquí. Tres formas de generar en el espacio funciones diferentes. Si consideramos estas diferentes actuaciones de una forma secuencial, sucediéndose en el tiempo obtenemos también un modelo de la dinámica espacial a la que se ha aludido ya y de la que volveremos a ocuparnos.

Un mismo espacio físico cambia al cambiar la forma de ser percibido, valorado; al cambiar las condiciones de la demanda se generan nuevos usos del suelo.

De la multiplicidad de actividades resulta la FUNCION MUL TIPLE del espacio:

a) espacio social, ecosistema social materializado espacial mente en viviendas, pueblos, servicios, equipamientos básicos, o ligados a actividades de relación, ocio, culturales...

Los ACTORES de estas estructuras espaciales resultantes pueden ser muy diversos: población local, que vive plenamente en este ámbito, residentes pero desempeñando su actividad laboral fuera (commuters en el caso de las areas periurbanas), población temporal -visitantes de fines de semana, de vacaciones -residencias secundarias, albergues, campings, etc.

b) espacio de producción

-actividades agrarias, agricultura, ganadería, explotación forestal. Resultantes de toma de decisiones muy diversas en función de la percepción-valoración que les condiciona y que pueden aparecer disociadas, integradas...

-actividades industriales, que son también resultado de una opción del actor local o externo, orientadas desde la valoración del medio ambiente global (recursos, oportunidades, ventajas de localización, etc)

-actividades ligadas al ocio que se materializan espacial mente en una amplia gama de elementos: equipamientos, usos del suelo con finalidad diversa, impactos, etc.

De la diversidad de elementos y procesos que entran en juego deriva también la diversidad de espacios rurales.

Componentes, estructura y funciones se materializan en los usos del suelo y su dinámica en los cambios de uso del suelo. (competencias, impactos, sustituciones, abandonos...)

Los espacios rurales son también, por naturaleza, dinámicos, cambiantes, sometidos a procesos muy dispares, incluso contrarios (despoblación-repoblación) simultáneamente; y esa dinámica viene determinada por factores internos y externos (modificaciones del medio ambiente global o de la forma de valorarlos) dando como resultado modificaciones en su morfología, estructura y en su propia función.

No hay obviamente una dinámica única, en cada caso habrá que detectar los rasgos propios, pero de algún modo podría hacerse una tipología general de comportamientos dinámicos, de tendencias como teoría previa que pueda servir de acercamiento y encuadramiento de los problemas y/o conflictos que ello genera.

Cada elemento tiene su dinámica propia, pero la naturaleza solidaria del espacio hace que el resto de los elementos se vean afectados también. Esto es tan obvio

que no hará falta insistir, pero podemos ver algún ejemplo al respecto: el éxodo rural es un factor propio de la dinámica demográfica de muchas áreas rurales ya la vez, puede traducirse (se relaciona frecuentemente) en una ampliación del tamaño de las explotaciones si los agricultores que permanecen en la actividad pueden acceder a las tierras de los que abandonan.

1.3.Tipología de espacios rurales

Dejando a un lado las clasificaciones clásicas en función del modelo de hábitat: dispersión, concentración, paisajes de campos abiertos, cerrados etc. etc. y considerando lo rural desde una perspectiva funcional, teniendo en cuenta además la problemática asociada a cada caso y la situación -distancia en relación con los centros urbanos -que resulta importante en el contexto-podría intentarse un ensayo tipológico, un tanto general pero útil para encuadrar los casos concretos, para los cuales no tenemos todavía una forma propia de denominación.

A. Espacios periurbanos. Como ejemplo podríamos considerar Oiartzun. Sus circunstancias vienen determinadas por la proximidad espacial a la ciudad que tiene una dinámica expansiva y constituye un importante centro que concentra demandas, oportunidades, etc...

Rasgos: competencia fuerte en los usos del suelo, especulación, desarrollo de funciones nuevas, desarrollo de equipamientos para la ciudad pero al mismo tiempo carencias de servicios locales porque es asistida desde el centro urbano. Los centros de estas características se ven afectados por modificaciones de los usos tradicionales: agricultura progresiva muy capitalizada e intensiva en energía ya la vez abandono baldíos por expectativas nuevas en el uso del suelo. Contradicciones. Áreas diferenciadas, zonificación.

B. Zonas rurales dotadas de recursos especiales para actividades secundarias o terciarias (ocio) como playas o balnearios. Cualquiera de las localidades costeras de Gipuzkoa y Bizkaia podrían servirnos de ejemplo. Son localidades dinámicas. Los problemas pueden ser similares a los de las localidades anteriores, pero tal vez más indiferentes a la distancia a la ciudad, aunque pueden ser próximas a la ciudad. Sufren una urbanización intensa, desgajada de la ciudad -llegan a ser nuevos enclaves urbanos en marco rural. En ocasiones, en particular cuando están alejadas de la ciudad, tienen necesidad de dotarse de equipamientos propios para una clientela exigente.

Uno de sus mayores problemas, además de la pérdida de calidad estética es el de la estacionalidad de la actividad. La ordenación puede ir en la línea de compensar la baja estación con actividades alternativas y controlar estrictamente los usos del suelo.

C. Medio rural tradicional pero con acceso al desarrollo, poco definido en cuanto a componentes pero con una agricultura en expansión y con tendencia a la especialización productiva. (Areas vitícolas, regadíos, de los que hallaríamos muchos ejemplos en la Ribera de Navarra y en la Rioja alavesa). A veces tienen problemas de despoblación, o ligados a la intensificación -abandono de recursos tradicionales o sobrexplotación de otros-, problemas ligados a la monoproducción, de los que derivan desequilibrios ecológicos. Pueden ser dinámicas o zonas en declive O estancadas.

D. Zonas rurales profundas, alejadas de las ciudades, con escasa dotación para responder al reto de la revolución agraria o modos actuales de producción. Es aquí donde se manifiestan los problemas de decadencia demográfica, desertización. Desequilibrios sociedad/naturaleza. Zonas marginales. Zonas deprimidas. El caso extremo serían los pueblos abandonados, en los cuales habría que intervenir porque al no haber población, son espacios muy vulnerables (p.e. riesgo de incendios). Este modelo puede identificarse también con algunas áreas alavesas o navarras.

E. Como las anteriores pero participando de un medio natural atractivo y frágil, con espacios poco artificializados, espacios naturales. Los valles pirenaicos navarros constituirían un buen ejemplo de este modelo. Dadas sus características, son áreas con dificultad para absorber nuevas demandas. En general ya través de un sistema de adaptación al medio han desarrollado actividades y usos tradicionales muy especializados (integración agro-silvo-pastoril). Adolecen de insuficiencia de equipamientos y por su calidad/fragilidad exigen fórmulas de intervención proteccionista radical. Carecen de recursos propios para competir con áreas más favorecidas en medios de producción y, por otro lado, requieren que la demanda presente un umbral muy bajo porque cualquier exceso puede desvirtuar la calidad del medio.

Es evidente que esta propuesta de clasificación, que en parte sigue la propuesta de D. Gómez Orea, resulta generalizadora y no totalmente exahustiva, pero tiene la virtualidad de aproximarnos a las diversas situaciones que configuran el mundo rural vasco en su conjunto.

2.LOS ESPACIOS RURALES DE EUSKAL-HERRIA

Para caracterizar de alguna manera las áreas de mayor ruralidad nos vamos a centrar en los elementos que mejor definen las circunstancias concretas de estos espacios, ya que sobre ellos se articulan y gravitan todos los demás componentes y cuya dinámica resulta decisiva en la configuración del universo rural. Estos elementos son la población y las actividades económicas de las que analizaremos con mayor detalle las que configuran el sistema agrario.

2.1.Problemas demográficos: distorsión de las estructuras demográficas y procesos de despoblación / repoblación

En el País Vasco oceánico, la ruralidad como sinónimo de déficits y de aislamiento o marginalidad sólo puede ser atribuida de forma clara a una parte de las entidades dispersas que componen el mundo baserritar. En muchos de nuestros caseríos la ruralidad deriva precisamente de esa dispersión espacial causante de un cierto aislamiento y de las condiciones de producción que soportan. El resto del territorio, incluso el que corresponde a núcleos de población de tamaño reducido, aunque en apariencia podrían ser calificados de rurales, participan plenamente del mundo urbano sin que quepa atribuirles una dinámica propia y diferenciada del conjunto. Hay un dato que resulta a este respecto altamente significativo y es el que hace referencia al empleo agrario que aglutina tan solo al 2, 7% de la población activa total.

En la vertiente septentrional del País la atonía demográfica es un rasgo común a todos los municipios, grandes y pequeños; en parte, porque todos ellos han experimentado de parecida forma las consecuencias de la crisis y decadencia industrial que durante años ha venido aglutinando la mayor parte de la población activa.

Como consecuencia del cambio de signo económico, se ha producido un estancamiento de la dinámica demográfica, de carácter general: entre los municipios de más de 10.000 habitantes, apenas una cuarta parte ha experimentado crecimiento positivo en la década precedente, con un comportamiento similar a los que, con menos de 5.000 podríamos calificar, con ciertas reservas, de rurales. En este grupo, apenas el 31 ,8% muestra un escaso crecimiento, atribuible por otro lado a un fenómeno de difusión espacial generado a partir de núcleos urbanos congestionados que vierten sus efectivos demográficos hacia localidades mejor dotadas para el ejercicio de la función residencial o para servir de marco a nuevas implantaciones industriales.

El tramo más dinámico se centra en las localidades de tamaño medio, entre 5.000 y 10.000 habitantes, de las cuales, el 65% ha experimentado un crecimiento de sus efectivos demográficos, en claro contraste con los municipios de más de 40.000 habitantes de los que únicamente tres, Irún, Getxo y Donostia, han logrado incrementar el número de habitantes.

Analizando esta dinámica por comarcas se observa un comportamiento diferente entre el sector costero y el interior: de las comarcas interiores, en los 10 años precedentes únicamente ha crecido el Duranguesado, los restantes o se han estancado o han perdido efectivos; por el contrario las áreas costeras han logrado en general superar la década con signo positivo, sin que quepa atribuir tal comportamiento al carácter más o menos urbano de la comarca y como muestra, ahí están los datos del Gran Bilbao que ha perdido más de 6.000 habitantes en este periodo.

Cuadro 1.Evolución de la población de Gipuzkoa y Bizkaia según comarcas comarcas. 1950-1990.

(Números absolutos y población base 1950=100)

Comarcas

Pob. 1950

Pob.1980

Pob. 1990

Arratia-Nervión

21.567

100

22.291

103

21.790

101

Bajo Bidasoa

27.319

100

64.714

236

68.808

251

Gran Bilbao

405.338

100

936.848

231

930.147

229

Bajo Deba

34.820

100

66.569

191

61.576

176

Alto Deba

36.123

100

67.136

185

65.828

182

Donostia-S.S

164.544

100

317.863

193

325.571

197

Duranguesado

34.326

100

90.912

264

92.232

268

Encartaciones

27.554

100

31.317

113

30.604

111

Gernika-Bermeo

37.063

100

46.234

124

45.997

124

Goierri

32.841

100

70.293

214

67.987

207

Markina-Ondarroa

22.318

100

28.132

126

28.274

126

Plentzia-Mungia

20.972

100

33.544

159

35.005

166

Tolosa

35.039

100

46.696

133

45.373

129

Urola-costa

39.971

100

61.410

153

62.775

157

Fuente:INE Anuarios de población española

EUSTAT Anuarios y Censos de población y vivienda.

Elaboración propia

Al Sur de la Divisoria de aguas cantábrico-mediterránea, la dicotomía campo/ciudad se presenta con caracteres mucho más nítidos. En realidad cabría generalizar la ruralidad a la práctica totalidad del conjunto provincial, excluyendo la capital que concentra, juntamente con los municipios urbanos de LIodio y Amurrio, al 89% de la población alavesa.

Si a éstos añadiéramos otras localidades que por su funcionalidad como centros comarcales podrían calificarse de ciudades, tales como Salvatierra u Oyón, la población eminentemente rural quedaría reducida a 14.273 efectivos en 1990 ya 19.497 al comienzo de la década de los 80.

A lo largo de la década precedente el campo alavés, cuyos signos pueden ser extrapolados a la vecina Navarra, ha continuado sufriendo la tónica regresiva que ha marcado su evolución en su historia más reciente; una regresión demográfica paralela a la industrialización de la provincia a causa de la cual la población terminó concentrándose en Gasteiz, de un modo especial, y en los núcleos urbanos del Alto Nervión. De ahí resultan los fuertes contrastes del mapa de población alavés y los problemas demográficos de amplias zonas del territorio cuya capacidad de supervivencia hacia el futuro parece más que dudosa.

Esa precariedad demográfica a la que nos estamos refiriendo se acentúa en algunas de las comarcas alavesas, en aquéllas,( como la Montaña alavesa o los Valles occidentales), en las que las limitaciones agrológicas van unidas a un cierto aislamiento.

 

Cuadro 2.Evolución de la población de Araba según comarcas. 1950-1990.

Números absolutos y población base 1950=100

Comarcas

Pob.1950

Pob.

1981

Pob.

1990

Cantábrica

12.886

100

34.083

264

34.798

270

Estribaciones

8.178

100

5.696

69

5.572

68

Llanada alavesa

66.465

100

200.600

301

220.168

331

Rioja alavesa

12.817

100

9.559

74

9.698

75

Montaña alavesa

7.495

100

3.645

48

3.404

45

Valles alaveses

10.171

100

4.267

41

4.094

40

Fuente INE Anuarios de población española

EUSTAT Anuario y Censos de población y vivienda

Elaboración propia

Los principales movimientos de población tuvieron lugar en las décadas anteriores a 1980, tal como puede apreciarse en las cifras expuestas. En los últimos años la coyuntura económica no ha favorecido el éxodo rural y por ese motivo cabe afirmar que el descenso demográfico que mantienen varias comarcas obedece más a circunstancias de carácter natural, relacionadas en concreto con estructuras demográficas muy desequilibradas (tasas de masculinidad elevadas, escasa o nula nupcialidad) y con índices de envejecimiento fuertes. Se trata en consecuencia de un proceso de despoblación de carácter biológico, motivada por una alta mortalidad natural, como corresponde a una población vieja ya la falta de potencial reproductivo endógeno. En las comarcas de los Valles y Montaña la mortalidad supera en varios puntos a la natalidad.

Cuadro 3.Estructura por edades de la población alavesa según comarcas. 1986.

Comarcas

0-19 años

20-64

65 y más

Cantábrica

32,8

59,1

8,1

Estribaciones

25,1

60,0

14,9

Llanada

32,7

58,4

8,9

Valles

19,7

62,0

18,3

Montaña

~21,7

59,1

19,2

Rioja

24,7

58,9

16,4

Extraído de Ruiz Urrestarazu, E. (1990) Espacio y sociedad rural en Alava (1950-1986)

 

Cuadro 4. Evolución de la Ratio vlm en las comarcas alavesas

Comarcas

1950

1975

1986

Cantábrica

103,4/100

103,7/100

102,7/100

Estribaciones

119,4/100

110,0/100

110,1/100

Llanada

95,6/100

100,1/100

99,1/100

Valles

106,1/100

111,4/100

116,2/100

Montaña

105,2/100

114,2/100

115,8/100

Rioja

106,6/100

105,5/100

105,6/100

Según Ruiz Urrestarazu, E. (1990) cit. anteriormente.

Muchas de estas localidades compensan en parte su progresiva despoblación con un movimiento de signo contrario y de carácter estacional, convertidas en foco de interés para el mantenimiento de la residencia secundaria por parte de una buena parte de la población urbana. El fenómeno no es totalmente generalizable pero va adquiriendo una importancia cada vez mayor, alimentado desde los grandes núcleos urbanos del País. En muchas ocasiones se trata de la población que emigró, o de sus descendientes que conservaron la vivienda ahora de uso temporal, y en otras responde simplemente a una práctica cada vez más generalizada en las sociedades altamente urbanizadas que buscan en el campo una alternativa al ocio.

Este fenómeno tiene numerosas implicaciones de carácter socio-económico y geográfico que requiere una evaluación detallada para medir los impactos negativos y positivos en la actual dinámica del mundo rural, pero, en cualquier caso, contribuye a mitigar en cierta forma las consecuencias negativas de la despoblación.

2.2.Morfología y dinámica de los sistemas de producción agraria y cambios en los usos del suelo

Las actividades agrarias, tal como se ha señalado ya, no constituyen la base económica principal de las zonas rurales y en concreto, en el País Vasco, los activos agrarios en ningún municipio superan a los restantes sectores, si bien en las zonas de mayor ruralidad el porcentaje de activos en el sector Primario se acerca a la mitad del total. Con todo es preciso subrayar la incidencia espacial que dicha actividad ha adquirido y asignarle un peso especial a la hora de abordar el análisis de la organización del territorio. Incluso en una comunidad como la Vasca, en la que la población agraria apenas representa el 3,2% de la población activa (en Navarra, en torno al 6%) y las actividades del sector primario justifican tan sólo el 2,3% del PIB, la superficie agraria representa, con 618.047 Ha movilizadas, el 84,6% de la superficie total; de éstas, 85.352 Ha son tierras labradas y 142.118 Ha. figuran como pastos permanentes (SAU=227.470 Ha); el resto, en su mayor parte, -312.330 Ha aparece destinado a especies arbóreas forestales.

Cuadro 5.Distribución de la superficie agraria de la CAPV

ARABA

BIZKAIA

GIPUZKOA

Sup.  labrada

76.087

5.250

3.965

-herbáceos

65.107

4.605

2.833

-frutales

404

591

1.089

-olivar

99

-

-

-viñedo

10.475

46

39

-otrosleñ.

2

9

3

Pastos permts.

33.825

54.714

53.579

Total SAU

109.961

59.965

57.544

Especies arbóreas forestales

131.328

96.019

85.093

-frondosas

85.924

12.898

21.158

-resinosas

44.192

81.608

62.729

-mixtas

1.212

1.513

1.205

Matorral

19.284

13.652

9.152

Otrassups.

7.388

6.232

1.625

Superficie en Ha.

Fuente: Censo Agrario 1989. EUSTAT

En efecto, la superficie agraria, tanto en forma de tierras labradas o como prados y pastizal es y la superficie forestal constituyen la mayor parte del territorio y ello es cierto tanto para el sector oceánico como para las tierras al Sur de la Divisoria de aguas cantábrico-mediterránea; por ello vamos a centrar nuestra atención en la morfología y dinámica del paisaje agrario para llegar a una cierta caracterización del ámbito rural.

Hay que empezar necesariamente poniendo de manifiesto los contrastes existentes entre el sector oceánico y el interior y para ello pueden servirnos de ejemplo dos modelos contrapuestos, protagonistas al mismo tiempo de una dinámica propia y diferenciada: los paisajes agrarios de Gipuzkoa y de Araba; en el primer caso con un modelo articulado sobre el caserío, de orientación fundamentalmente ganadera y muy marcado por su per1enencia a un entorno urbano-industrial y base física de rasgos oceánicos; en Araba, con predominio de la agricultura sobre la ganadería y una mayor diversidad de cultivos que reflejan al mismo tiempo la variedad de unidades ambientales sobre las que se desarrolla.

Cuadro 6. Evolución del sector agrario en Gipuzkoa

Indicadores

1972

1982

1989

Explotaciones con tierras

12.514

11.621

12.162

Superficietotal

161.573

146.749

160.897

Dimensión media/expls.

12,9

12,6

13,2

Superficie labrada

9.668

5.548

3.965

Expl. con sup.labrada

8.722

8.341

9.032

Sup. labrada/explot

l,1

0,6

.0,4

Tierras deregadio

29

51

398

Sup. praderas o prados permanentes

35.632

31.991

37.859

Sup. conespecies arbóreas

81.923

78.545

85.093

Explot. con bovinos

8.007

6.362

5.780

Bovinos-U.G-

32.347

46.436

52.224

Media Bov/explot

4,03

7,2

9,0

Explot. con ovino~

1.020

1.825

2.109

Ovinos-U.G-

4.302

8.851

12.277

Media Ov/explot

4,2

4,8

5,8

Explot. con caprino

659

1.131

846

Caprino-U.G-

291

493

446

Explot. con porcino

4.091

2.581

1.937

Porcino-U.G-

3.565

7.185

3.304

Motocultores y motosegadoras

2.918

6.490

7.855

Tractores

1.170

3.528

4.980

Cosechadoras

18

91

303

Empresarios personas físicas

11.798

11.456

12.018

% empresarios de menos de 45 años

12,9

16,1

22,8

Superficie en Ha.

Fuente: censos agrarios 1972, 1982, 1989. INE y EUSTAT Elaboración propia

Cuadro 7. Evolución del sector agrario en Araba

Indicadores

1972

1982

1989

Explots. con tierras

9.317

7.832

8.060

Superficie total

292.857

275.123

278.553

Dimensión media/expls

31,4

35,1

34,5

Sup. labrada

92.082

76.873

76.136

Expl. consup. labrada

7.740

6.618

6.681

Sup. labrada/explot.

11,8

11,6

11,3

Tierras de regadío

3.448

6.861

7.933

Sup. regadío/explot.

0,44

1,03

l,18

Praderas o prados permanentes

17.915

17.395

13.238

Sup. con esp. arbóreas

130.582

118.957

131.219

Explot. con bovinos

3.351

2.205

1.619

Bovinos-U.G-

12.529

20.638

22.951

Media bov./explot

3,7

9,3

14,1

Explots. con ovinos

676

634

670

Ovinos-U.G-

7.365

8.669

8.985

Media Ovinos/explot.

10,8

13,6

13,4

Explots. con caprino

586

358

358

Caprino-U.G-

492

513

745

Explots. con porcino

4.626

2.533

1.488

Porcino-U.G-

23.688

8.622

6.868

Motocultores y motosegadoras

513

2.109

2.634

Tractores

3.222

4.841

5.484

Cosechadoras

439

964

1.138

Empresarios personas físicas

8.708

7.185

7.326

% de empresarios de menos de 45 años

23

21,6

27,3

Superficie en Ha.

Fuente Censos agrarios 1972, 1982, 1989. INE y Eustat

En Araba, la decadencia demográfica, incluso en las zonas de mayor ruralidad, no supone necesariamente un declive del proceso productivo agrario en los años precedentes. Al contrario, las deserciones habidas en el sector han contribuido a paliar con cierta eficacia algunos de los déficits provocados por las propias estructuras agrarias en el sentido de que parte de las tierras en principio abandonadas por quienes han emigrado o cambiado de actividad, han pasado a incrementar el tamaño de otras explotaciones mediante el recurso a fórmulas de arrendamiento, aparcería u otras. Esta racionalización ha servido también como acicate para incrementar el uso de maquinaria, que en el caso de Araba es especialmente significativo.

Disminuye la superficie labrada en conjunto pero se mantiene la media de labradío por explotación; en parte, por la propia disminución del número de explotaciones, pero en parte también porque las tierras marginales que en otro tiempo eran aprovechadas a pesar de los bajos rendimientos, en la actualidad dejan de utilizarse, para centrar el esfuerzo en las de mayor capacidad agrológica o mas adecuadas para la mecanización.

En Araba el regadío se hace indispensable para asegurar determinadas cosechas y en tal sentido se viene realizando un notable esfuerzo de manera que en el plazo de 20 años se ha duplicado la superficie regada; con todo no deja de ser una extensión en cierto modo escasa y muy alejada de la especialización que en este ámbito hallaríamos en Navarra donde la superficie de regadío supera las 70.000 Ha.

En el subsector ganadero llama la atención la tendencia clara hacia la especialización, y de un modo particular en la cabaña bovina: disminuye el número de explotaciones pero aumenta muy considerablemente la cifra de UG/explotación y, en fin, otro de los rasgos que merece destacarse es el rejuvenecimiento del sector, afirmación que resulta del aumento del porcentaje de empresarios menores de 45 años. Este fenómeno es común a las dos provincias, pero en el caso de Gipuzkoa todavía es más significativo puesto que el número de empresarios también se incrementa (en Bizkaia se alcanzan unas cifras similares a éstas). En cualquier caso ya la hora de interpretar estos datos, no parece que estamos ante una dinamización del sector per se sino ante los resultados de la crisis de empleo en los restantes sectores, frente a los cuales la actividad agraria funciona como refugio, favorecido, quizá, por las expectativas creadas a partir del ingreso en la CE y aplicación de la PAC.

La declaración de zona de agricultura de montaña y/o desfavorecida que afecta a más del 80% de la CAPV ha permitido poner en funcionamiento una serie de programas y ayudas desde la Administración, destinados a paliar algunas de las limitaciones más relevantes del sistema productivo, facilitando así el cambio de signo que sin duda marca la dinámica más reciente. Un cambio de signo que a pesar de todo no permite excesivos optimismos si se tiene en cuenta la perspectiva comunitaria y el cambio de rumbo que la anunciada reforma de la PAC va a provocar para tratar de superar los graves problemas generados por los excedentes, en especial de productos a los cuales dedicamos el principal esfuerzo (leche, herbáceos etc).

Para concluir veremos a continuación el significado económico de la producción agraria y las diferencias existentes entre los tres territorios.

Cuadro 8.-

CAPV PRODUCCION FINAL AGRARIA CLASIFICADA POR SECTORES

(en millones de pesetas)

Producto

final agrario

CAPV ARABA BIZKAIA GIPUZKOA 

valor

%

 valor

%

 valor

%

 valor

%

Agrícola

29.859

40

19.131

71

7.213

27

3.656

17

Ganadero

30.327

40

5.359

20

12.422

47

12.545

58

Forestal

13.155

18

1.661

6

6.280

24

5.213

24

Otrasprods.

1.488

2

659

3

576

2

252

1

Fuente: Anuario Estadístico Vasco 1991

Donostia, enero 1992

En Araba es la agricultura el subsector de mayor peso económico. En las provincias septentrionales, por el contrario, la ganadería y la explotación forestal son predominantes. Y ello se refleja con claridad en los modelos de organización del espacio.