Lurralde :inv. espac. N. 17 (1994) p. 281-294 ISSN 1697-3070

CASERIO Y PAISAJE EN LOS VALLES ATLÁNTICOS

DEL MACIZO DE GORBEA.

TRANSFORMACIONES RECIENTES

Recibido: 1994-10-03

M. José AINZ IBARRONDO

Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología

U.P.V./E.H.U. -Vitoria

LABURPENA:

Gorbeako Mendi Taldeko haran atlantiarretako baserria eta paisaia. Aldakuntza Gorbeako Mendi Taldeko haran atlantiarretan izandako paisai aldaketa berria aurkeztu nahi da, horretan XX. mendearen erdian nagusitzen zen baserri intentsibotik gaur egun askoz estentsiboagoa den beste batera pasatzeak zerikusi handia duelarik. Erabili diren informazio iturri printzipalak argazki aereoa eta inkesta izan dira.

Hitz gakoak: Pasaia, baserria, soroak, basca, udako belardiak, artzan sistema.

RESUMEN:

Caserío y paisaje en los valles atlánticos del Macizo de Gorbea. Transformaciones recientes. Se trata de presentar la transformación paisajística habida en los valles atlánticos del Macizo de Gorbea, propiciada, en gran medida, por el paso del caserío intensivo que predominaba a mediados del siglo XX a otro de carácter mucho más extensivo que actualmente parece imponerse. Las fuentes de información principales han sido la fotografía aérea y la encuesta.

Palabras clave: Paisaje, caserío, terrazgo, monte, pastos veraniegos, sistema pastoril.

ABSTRACT:

Farm and landscape in the atlantic valleys of the Gorbea Mountain. Recent transformations. The landscape trasformation that has been taking place in the atlantic valleys of Gorbea Mountain is presented. This trasformation has been caused, mainly. by the intesive farm evolution. prevailing in the middle twenty century, to other more extensive which dominates nowadays. The main information used has been aereal photographyand inquiry.

Key words: Landscape. farm. cultivated land, forest. summer pastures, shepherd's system.

 

0. INTRODUCCIÓN

Si convenimos con Llorente en que "el sistema de explotación es uno de los factores claves en la construcción acabada del paisaje" (LLORENTE PINTO, 1985, p. 185), admitimos que el caserío -entendido como un modo de aprovechamiento que, a su vez, se estructura y evoluciona de acuerdo con determinadas circunstancias socioeconómicas es en buena medida responsable del paisaje rural de la vertiente vasco atlántica. Bajo tales premisas, se presentará el cambio paisajístico propiciado por el paso del caserío intensivo que predominaba a mediados del siglo XX a otro de carácter extensivo que, en la década de 1990, parece imponerse en los valles de cabecera vasco atlánticos.

Concretamente, la investigación se ha realizado en los valles septentrionales del Macizo del Gorbea: Valles de Orozko y Alto Arratia (Zeanuri y Areatza). En el sector meridional de la comarca vizcaína Arratia-Nervión, son valles con un reducido volumen de población -en ninguno de los municipios se alcanzan los 2.000 habitantes- y con porcentajes de activos ocupados en la agricultura superiores a la media provincial -próximo al 13% en Orozko y Zeanuri-. Como el resto de los valles de cabecera vasco atlánticos, desde el punto de vista topográfico, se caracterizan por sus fuertes desniveles -en torno a los 1.000-1.200m.- y por un elevado valor de la pendiente -se supera el 30% en las tres cuartas partes del terreno-. En consecuencia, el terrazgo es de reducidísimas dimensiones centrado principalmente en el fondo de los valles, mientras los interfluvios pertenecen al monte. En este dominio los sectores más elevados de los valles, sus cabeceras, acogen los pastos de Gorbea, integrados en el conjunto de los pasturajes veraniegos de la vertiente vasco-cantábrica (1). Precisamente, la disponibilidad de este amplio espacio pastoral resultará básica para comprender la evolución del caserío en este sector del País.

Como valle tipo se ha elegido el de Orozko y en él se ha centrado lo principal de una investigación que parte del análisis cartográfico de los usos del suelo. El estudio comparativo de los grandes tipos de uso del suelo correspondientes a la segunda mitad de las décadas de 1950 y 1980 permitirá señalar las principales tendencias de evolución en la organización espacial de los valles. A mayor escala se han cartografiado los usos del suelo en un barrio de Orozko: Isasi, con el objeto de realizar un análisis más fino del espacio particularmente gestionado por el caserío: la heredad (2), célula básica en función de la cual se organiza el terrazgo.

Para explicar las evidencias mostradas por la cartografía se ha recurrido a las fuentes habituales de la Geografía Rural (Censos Agrarios, S.O.C.A., Nomenclátor...) que, en conjunto, han resultado pobres para la escala local de este estudio. Por ello, la fuente de información principal ha sido la encuesta: cuestionarios cortos sobre una muestra que abarca al 10% de los caseríos de Orozko y entrevistas en profundidad dirigidas a buenos conocedores de estos valles.

 

1 EL DESAJUSTE ENTRE LAS POTENCIALIDADES NATURALES DE LOS VALLES ATLANTICOS DEL MACIZO DE GORBEA y EL CASERIO INTENSIVO A MEDIADOS DEL SIGLO XX

A mediados del siglo XX, la mayor parte de los caseríos de estos valles se encontraban plenamente integrados en el cinturón lechero de Bilbao; es decir, lejos de cualquier pretensión de autosuficiencia, el caserío constituía un sistema abierto especializado en el abastecimiento de leche al mercado bilbaíno. En el marco de un espacio de escasas potencialidades agrícolas, dado lo abrupto de la topografía, pero, en particular, en el de unas explotaciones caracterizadas por la exigüedad de sus tierras de labor, la especialización lechera conllevó la intensificación máxima del caserío. En este sentido, la superficie ocupada por el terrazgo no deja lugar a dudas: todos aquellos espacios en los que la pendiente presenta valores inferiores al 30% y la altura no sobrepasa los 500 m. formaban parte del mismo. Sin embargo, junto a este sistema de explotación coexiste en estos valles otro de carácter muy extensivo: el pastoril, fundamentado en el 9provechamiento, mediante la trashumancia, de los pastos veraniegos de Gorbea.

1.1. Extensión e intensificación máximas del terrazgo

La superposición de los mapas de pendientes y alturas permitiría comprobar que el uso "prados y cultivos" del Mapa 1.1. se corresponde con todos aquellos espacios en los que la pendiente presenta valores inferiores al 30% y la altura no sobrepasa los 500 m. La precisión no sería absoluta por cuanto que el caserío, en un intento por ampliar una heredad siempre escasa, roturaba espacios limítrofes a los anteriores cuyo valor de pendiente incluso llegó a superar el 40%. Por tanto, todo el terreno susceptible de aprovechamiento agrícola -aproximadamete un 15% en el conjunto de estos valles- había sido conquistado por el caserío; la mayor parte del terrazgo -unos dos tercios- forma parte de una unidad continua con límites sinuosos sobre el fondo y las laderas bajas de los valles. Además, pequeños islotes insertos en el monte aprovechando los sectores cóncavos de las vertientes.

Respecto a la estructura del terrazgo, o, si se prefiere, de la heredad, que tanto da por cuanto que cada caserío recoge en sí mismo el conjunto de los usos del suelo con que cuenta el terrazgo, de acuerdo con el Mapa 1.2. queda establecida una relación 1: 1 entre el espacio dedicado a las tierras de labor y los prados. Tal proporción de igualdad es fruto del abandono masivo del trigo -último vestigio del caserío autosuficiente durante esta segunda mitad de la década 1950-. En efecto, apenas cinco años antes, al mediar el siglo, la presencia del mencionado cereal daba lugar a una relación 4: 1 favorable a las tierras labradas; de modo que los prados, tan característicos en el paisaje actual de la vertiente vasco-atlántica tuvieron escaso valor en fechas aún recientes. Pero antes que el trigo habían desaparecido de estos valles el manzanal -las dos parcelas de frutales que se aprecian en este mapa constituyen minúsculos retazos del mismo- y las viñas.

Significa que a mediados de siglo el caserío había superado definitivamente el policultivo de autosubsistencia para constituirse en un sistema abierto volcado hacia el mercado urbano. A partir de la segunda mitad de siglo XIX, el temprano proceso de industrialización de la vertiente cantábrica del País y su consiguiente urbanización provocó la transformación paulatina del caserío autosuficiente en el caserío especializado en determinadas producciones comerciales. De acuerdo con Lefebvre los valles atlánticos del Macizo de Gorbea pertenecían, mediados los años 1920, a un espacio de transición situado entre un cinturón lechero constituido por los valles más próximos a

 

Bilbao y otro cárnico integrado por los más alejados de la urbe. Pero al mediar el siglo, el poderoso crecimiento de la capital vizcaína había incorporado plenamente estos valles a su cinturón lechero.

En respuesta a una creciente demanda urbana, los caseríos apuntaban su esfuerzo productivo hacia la obtención de leche, para ello, en el marco de una explotación caracterizada por el escaso tamaño de sus tierras de labor -como en el resto del País, en estos valles la heredad viene a suponer, por término medio, unas 5 ó 6 Ha.-, habían sido precisas su simplificación e intensificación. En un momento en que el nivel de desarrollo económico permite el abastecimiento de productos externos, la ya apuntada desaparición de aquellas producciones de más escasa rentabilidad, como la del manzanal, la vid, el lino o el trigo, suponía una mayor capacidad de producción forrajera.

Pero a la simplificación de la estructura interna de la heredad acompaña su intensificación; el conjunto de la piezas labradas se somete a una intensa rotación agronómica que permite obtener hasta tres cosechas anuales: el maíz con la alubia, los nabos y una forrajera. Además de las alubias, al autoconsumo se dedicaban los productos hortícolas; no obstante, en unos valles demasiado alejados del mercado urbano como para dedicar una parte de su producción hortícola al mismo, la superficie destinada a huerta no suele suponer más allá de 1!7 parte de la tierra. Finalmente, el resto de las tierras, generalmente de peores condiciones agronómicas por sus pendientes más pronunciadas, estaban destinadas a las praderas artificiales o semiartificiales. Parece pues evidente que la producción agrícola estaba netamente orientada hacia la obtención de forrajes destinados a alimentar las 5 ó 6 vacas con que, por término medio, contaba el caserío.

Para finalizar, es preciso señalar que la especialización lechera de los caseríos estuvo ligada en estos valles a un importante movimiento cooperativista que, al iniciarse la segunda mitad del siglo XX, constituía un buen ejemplo de integración entre los sectores de producción y los de transformación y distribución. La producción forrajera del caserío presentaba un marcado carácter estacional que hubo de compensarse mediante la compra de piensos destinados a la manutención invernal del ganado; por otra parte, el mantenimiento de la fertilidad del suelo exigía complementar el tradicional estiércol con abonos químicos. Para hacer frente a ambas dependencias se habían constituido las llamadas Cooperativas Agrícolas y Ganaderas.

Por otra parte, dada la distancia entre los valles y la capital vizcaína -unos 30 Km.- el caserío no podía comercializar directamente su producción lechera. Se fundaron Cooperativas Lecheras que cumplían todas las funciones que median entre la producción de leche -cuyo principal destino era el consumo en fresco, si bien se elaboraban derivados lácteos con el fin de absorber los excedentes estacionales de producción y su colocación en le mercado bilbaíno. Las Cooperativas permitieron al caserío suavizar las dependencias externas ( Cooperativa Agrícola Ganadera ), así como participar de las plusvalías que la comercialización de la leche generaba (Cooperativa Lechera).

 

1.2. La marginalidad de los pastos veraniegos

A mediados del siglo XX, el territorio que, en términos genéricos, se considera monte, representa aproximadamente el 85% de estos valles de abrupta configuración topográfica -predominio de los espacios con pendientes de valor superior al 30%-. De acuerdo con el Mapa 1.1., llama particularmente la atención el neto predominio de la landas, apenas salpicadas por algunos bosquetes de frondosas, las primeras parcelas destinadas a la repoblación forestal y las praderas situadas en al cabecera del valle.

La especialización lechera del caserío había supuesto un notable aumento del ganado en régimen estante que multiplicó las necesidades de material susceptible de ser utilizado como "cama" para el mismo -helecho fundamentalmente-. En este sentido, las landas constituían una pieza básica en el sistema de explotación representado por el caserío lechero. El hecho no implica, sin embargo, que el caserío fuera responsable máximo del estado de deforestación que presentaban estos montes, como los del conjunto del País.

En efecto, tal hecho debe ligarse principalmente a la crisis de las ferrerías -principales consumidoras, a partir del carbón vegetal, del árbo-l que provocó una importantísima contracción de la demanda y por tanto de la rentabilidad del monte hasta desincentivar la repoblación (GOGEASCOECHEA, 1991 ). Esta tendencia que se mantuvo toda vez que, como consecuencia del proceso desamortizador, buena parte de los montes comunales pasaran a manos privadas, no comenzará a invertirse de manera neta en estos valles hasta el inicio de la segunda mitad del siglo XX. Los elevados precios que conseguían las maderas en aquellos años, al calor de las nuevas demandas industriales, hará que la reforestación, a partir del pino insigne, fuera prácticamente instantánea en este sector del País.

Pero en los valles del Macizo de Gorbea, el proceso desamortizador respetó en buena medida una parte de la propiedad comunal: el espacio de los pastos veraniegos, constituido por las landas y praderas montanas situadas en sus cabeceras, en Gorbea (en el caso concreto del valle de Orozko, este espacio que se sitúa sobre su cuadrante SE se encuentra en la actualidad perfectamente individualizado, como consecuencia de la masiva repoblación forestal, Mapa 2.1.). Una parte de los caseríos de estos valles -en torno al 8-10%- explotaban, a mediados de siglo, mediante rebaños de ovino unos importantes recursos pascícolas que no eran susceptibles de ser aprovechados por el ganado estabulado del caserío. Sólo los rebaños trashumantes podían valerse de estos pastos de difícil acceso, situados en torno a los 1.000 m. de altura, sujetos a un aprovechamiento de marcado carácter estacional. Los pastores de estos valles, como los del resto de los situados en el borde septentrional de la divisoria, continuaban fundamentando su economía en una actividad económica cuya práctica había sido regulada muchos siglos atrás. Mientras que para la mayor parte de los caseríos se había impuesto un sistema muy intensivo, el pastor tenía la oportunidad de seguir basándose en un modo de producción extensivo que, como podrá verse, iba a demostrar una menor vulnerabilidad ante las condiciones económicas venideras.

2. CRECIENTE ADECUACION DEL CASERIO A TIEMPO PARCIAL A LAS POTENCIALIDADES NAURALES DE LOS VALLES ATLANTICOS DEL MACIZO DE GORBEA

La adecuación del caserío a sus actuales disponibilidades de trabajo, en definitiva, a su actual carácter de A TP , ha supuesto un proceso de extensificación que a la postre conlleva su mayor adecuación a las potencialidades agrícolas del Valle. En los años 1950 más de la mitad del espacio agrícola se situaba sobre terrenos en los que el valor de la pendiente superaba el 20% -hoy mayoritariamente dedicados a la repoblación forestal-, evidenciando las escasas condiciones topográficas del Valle para el laboreo agrícola; sin embargo, esa misma topografía origina un escalonamiento bioclimático -desniveles superiores a los 1.000 m.- que, mediante el pastoreo trashumante, se supo aprovechar desde antiguo y en el que el caserío comienza a fundamentar su actual funcionamiento.

2.1. Contracción y extensificación del terrazgo

A la vista de los actuales usos del suelo en el valle de Orozko (Mapa 2.1.), debe señalarse la fuerte contracción del terrazgo -en torno a un 40%- durante esta últimas décadas respecto a la de los años 1950. En el conjunto de los valles, han sido aquellos terrazgos situados sobre pendientes superiores al 20% los que han pasado a formar parte del monte. Mediada la década de 1960, la espectacular demanda de mano de obra industrial en núcleos próximos a estos valles -llodio y Amorebieta principalmente- privó al caserío de la mano de obra abundante y barata que permitía la explotación de estos espacios marginales. Los problemas de mecanización que tales espacios planteaban conllevaron su transformación en plantaciones de coníferas en consonancia, por otra parte, con las expectativas que el aprovechamiento suscitaba por entonces. El hecho significa que el actual terrazgo se encuentra invariablemente cercado por los pinares y también que la superficie forestal ha descendido hacia el fondo de los valles.

El análisis comparativo de los Mapas 1.2. y 2.2. permite establecer que las plantaciones de coníferas han ocupado parte de los antiguos prados -tradicionalmente situados sobre los terrenos con mayores desniveles-y las roturas (3). Por otra parte, cuando, como sucede en este caso, se trata de barrios de gran calidad paisajística y buenos niveles de accesibilidad, los usos urbanos -residenciales y recreativos- también han contribuido a la merma de un terrazgo que en la actualidad no viene a suponer más allá de un 8% sobre la superficie total de los valles.

Pero además del tamaño del terrazgo, ha variado el modo en que el caserío lo organiza. La relación entre las tierras de cultivo y los prados -como se recordará 1: 1 en la década de los años 1950- pasa a ser de 1 : 10 a favor de los últimos. Hoy las tierras labradas se limitan a las huertas de autoconsumo en las cercanías de los caseríos -de menores dimensiones que en el pasado dada la sustitución de la familia extensa por la nuclear-, alguna pieza de forraje y ocasionalmente una o dos parcelas dedicadas a los frutales -avellanos en el caso concreto de Isasi-. Realmente, los cultivos ocupan una superficie muy escasa en estos valles en los que a medida que disminuía la población activa ocupada en la agricultura aumentaba la dedicación pratense del espacio agrícola.

La producción de hierbas que se ha generalizado sobre las antiguas piezas de la heredad, además de haber facilitado la simplificación del parcelario, supone la presencia de un mismo tono verde sobre lo principal del terrazgo. Significa que el caserío de estos valles ha extensificado el uso de la heredad. Los valles siguen siendo eminentemente ganaderos, pero a la producción lechera está sustituyendo la cárnica ya un modo de explotación intensivo otro de carácter extensivo. En este sentido, la mayor parte del ganado -principalmente bovino y lanar pero también equino y en menor medida caprino- se gobiernan actualmente de acuerdo con el viejo sistema pastoril de carácter trashumante.

La proximidad de los focos industriales explican que sólo aquellos caseríos con condiciones de accesibilidad realmente deficientes hayan sido abandonados -en torno al 15%-; sin embargo, la mayoría de ellos paulatinamente ha pasado a ser atendida con una dedicación parcial -el 85%-, por otra parte, de entre aquellos jefes de explotación que tienen por actividad principal el caserío, el porcentaje de los mayores de 55 años asciende al 95% de los casos. En principio, el que una explotación pase al régimen A TP no suele conllevar cambios importantes respecto a su dedicación y eficiencia productivas; no obstante, el vacuno de ordeño exige mayor dedicación que el resto de actividades agrarias, hecho que ha dificultado la viabilidad del caserío lechero a tiempo parcial (ETXEZARRETA 1985).

En este sentido, en los primeros años 1990, el hecho de que el caserío, salvo en contadas excepciones -los pastores, algunos horticultores de invernadero , haya dejado de constituirse en la actividad principal de la familia da lugar a situaciones muy diversas; no ob.stante, la tendencia hacia la producción cárnica bajo métodos muy extensivos resulta evidente, de modo que va cuajándose la adecuación entre el caserío y la Agricultura a Tiempo Parcial. El antiguo sistema pastoril ha marcado la pauta.

Efectivamente, aproximadamente el 70-80% de la cabaña ganadera de los valles depende del monte; bovino pirenaico mixto y el ovino de raza latxa, principalmente, aprovechan en verano los pastos comunales de Gorbea en régimen de semilibertad, mientras en invierno descienden al Valle donde se mantienen con la producción de los prados a los que el caserío ha dedicado lo principal de la heredad. El actual predominio del ganado montaraz en el caserío se apoya en los escasos gastos que su alimentación supone y, particularmente, en la menor demanda de cuidados que requiere. Pero además, la Reforma de la Política Agraria Comunitaria (PAC) de 1992 parece afectarle favorablemente, puesto que tanto el ovino, como el bovino destinado a la producción cárnica -y particularmente el que se cría en condiciones de explotación extensiva- han visto mejoradas las primas a las que tenían acceso. Por otra parte, a nivel de la C.A.P.V. la creación de la Denominación de Origen Idiazábal para el queso elaborado con leche de oveja latxa, o el reciente Label Vasco de Calidad Alimentaria con que cuenta el cordero lechal de raza autóctona vienen a potenciar una actividad pastoril que nunca desapareció en estos valles (el rebaño de ovino, que aquí supone un 20% sobre el total de la cabaña ganadera en U.G. -en el conjunto de Bizkaia no representa sino el 6,5%-, ha manifestado una clara tendencia al alza durante la última década).

Aparte de los pastores, cuya actividad principal sigue siendo el gobierno de sus rebaños, los caseríos que en régimen de A TP fundamentan su funcionamiento en el sistema de explotación descrito vienen a suponer un 70% sobre el total. De entre ellos, la mayoría orienta una parte de sus productos, ciertamente muy variable -desde un par de corderos hasta una treintena de novillos al año-, a la venta. En este sentido establecer un caserío tipo resulta prácticamente imposible, dada la variedad de situaciones que responden principalmente a la decisión y posibilidad de dedicar al ganado un mayor o menor trabajo por parte de cada familia.

A partir de los años 1960, los cambios habidos en el caserío -abandono de tierras marginales- explican el avance del monte -en un 5,5% aproximadamente- sobre las tierras de los valles. Actualmente algo más de las nueve décimas partes de la superficie total pertenecen al monte, en el Valle de Orozko casi seis de ellas se catalogan como "terreno forestal", "monte maderable" principalmente. Fundamentalmente se trata de pinares instalados sobre buena parte de las antiguas landas, de modo que las pocas masas boscosas espontáneas que aún restan -generalmente ligadas a la propiedad comunal- no consiguen aclarar el verde oscuro de los pinos que, desde las heredades de los caseríos hasta la curva de nivel de los 800 m., domina el paisaje de los valles (Mapa 2.1.).

Por otra parte, un sector importante del monte se cataloga aquí por su uso pastoral; en el valle de Orozko las praderas montanas, pastizal es y erial a pastos, que forman una unidad continua sobre las tierras del valle situadas entre los 800 y 1.200 m -cuadrante SE- vienen a suponer un 30% del espacio montaraz. En los últimos años, la acomodación de buena parte de la cabaña ganadera al antiguo sistema pastoril ha supuesto un aumento del pastoreo en semilibertad que, unido al esfuerzo de instituciones y ganaderos, está significando la conversión en pastizales de importantes espacios de landa en el sector de Gorbea.

En definitiva, el monte queda dividido en función de su uso, a su vez dependiente del gradiente bioclimático, en dos grandes unidades fisionómicas: el espacio forestado, hasta los 800-900 m., y el deforestado, creado por el sistema pastoril sobre las zonas más elevadas: los pastos veraniegos de Gorbea. De este mismo modo se estructuraba el monte en Orozko a mediados del pasado siglo según el Diccionario Geográfico de Madoz: "Las mayores alturas que se han explicado, y muchas de su centro, se hallan desp. y contienen escelentes (sic) pastos que sirven para alimento de toda clase de ganados, que los pacen en verano desde el mes de abril hasta fin de octubre, sin recogerlos á las casas; los demás se hallan poblados de arbolados y jarales, cuyas calidades son de hayas, tocornos, robles, encinas, madroños, perales silvestres, avellanos y otros arbustos".

3. CONCLUSIONES

El caserío de los primeros años 1990 es el producto de una circunstancia muy concreta: la mayor parte de los jefes de explotación desarrolla una actividad principal distinta de la agricultura. Desde hace tres siglos, desde que el maíz se difundiera, el caserío no había hecho sino progresar siempre en un mismo sentido, el de la creciente intensificación; sin embargo, a partir de los años 1960, cuando la industrialización se amplifica, el caserío inicia un giro irremediable que ha terminado colocándolo en el lado opuesto, en el de la paulatina extensificación. En este sentido el caserío va cuajando, aunque no sin dificultades, la adecuación entre el mercado y su producción y entre ésta y sus recursos productivos.

El hecho de que la mayor parte de los caseríos se desenvuelvan en el marco de la ATP, aunque tampoco falten excepciones de importancia, hace que con frecuencia no sea considerado sino como una actividad económica marginal de inminente desaparición. Respecto a su posible carácter transitorio, M. Etxezarreta señala que la ATP, lejos de concluir con la generación que sucedería a aquellos primeros "obreros-campesinos" surgidos del boom industrial, ha terminado por convertirse en una "característica estructural en el ámbito de los países desarrollados" (ETXEZARRET A, 1988, p. 110). y por lo que atañe a la marginalidad de su producción, lo cierto es que los caseríos de estos valles se dedican a la actividad ganadera con niveles de intensidad muy distintos, de modo que en ocasiones lo producido puede resultar verdaderamente secundario. Sin embargo, no se trata de eso o, al menos, no exclusivamente.

Entre lo "producido" seguramente debamos incluir alguna cosa más; por ejemplo que la gestión de una buena parte de los recursos de los valles pasa hoy por pastores y ganaderos, sean o no trabajadores a tiempo parcial. Tal y como debió suceder antes de que la agricultura prosperara aquí, casi todos sus actuales ganados suben a Gorbea en primavera y regresan para el invierno: es la vieja trashumancia que demuestra cierta eficacia en los nuevos tiempos. Pero, incluso si tal aprovechamiento parece poca cosa, aún podríamos considerar el paisaje, el paisaje rural que tanto preocupa en estos últimos años. De hecho el fondo de los valles y sobre todo la cabecera, Gorbea cuyos pastos quieren mantenerse para el Parque Natural, son el producto de una actividad pastoril secular que hoy se realiza mayoritariamente en el marco de la ATP.

BIBLIOGRAFIA

AINZ IBARRONDO, M. J. (1993): Caseríos en el Valle de Orozko. Memoria de Licenciatura inédita.

ETXEZARRETA, M. (1985): La agricultura insuficiente. Instituto de Estudios Agrarios, Pesqueros y Alimenticios. Madrid.

ETXEZARRETA, M. (1988): Desasrrollo rural integrado. M.A.P.A., Secretaría General Técnica, Madrid.

GARCIA FERNANDEZ, J. (1975): Organización del espacio y economía rural en la España atlántica. Siglo XXI, Madrid.

GOGEASCOECHEA, A. (1991 ): Los montes comunales en la merindad de Busturia. Siglos XVIII y XIX. Tesis doctoral inédita.

LEFEBVRE, TH. (1933): Les modes de vie dans les Pyrénées atlantiques orientales. Armand Colin, París.

LLORENTE PINTO, J.M. (1985): Los paisajes adehesados salmantinos. Centro de Estudios Salmantinos.

MADOZ, P. (1845-1850): Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Estudio LiterarioTipográfico de P. Madoz y L. Sagasti. Madrid.

MARTIN GALINDO, J.L. (1969): El caserío vasco como tipo se explotación agraria. Departamento de Geografía. Instituto Juan Sebastián el Cano. (C.S.I.C.), Valladolid.

NOTAS

1. Estos pastos de verano fueron creados, a expensas del hayedo, por un sistema pastoril de carácter trashumante y origen remoto, fundamentado en el libre aprovechamiento de las hierbas y las aguas del común, que predominó sobre el conjunto del País hasta el siglo XVIII (LEFEBVRE, 1933).

2. En el mundo rural vasco, el término heredad hace referencia al conjunto de tierras adscritas al caserío, normalmente localizadas en las inmediaciones de la casa.

3. En el mapa "Isasi. Uso del Suelo. Año 1957" los prados y tierras de labor situados en el extremo nororiental del barrio, insertos en el "monte", son roturas.