Lurralde inves. esp.

24 (2001)

p. 295-304

ISSN 1697-3070

 

LAS MIGRACIONES INTERIORES

EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PAIS VASCO

A FINALES DEL SIGLO XX *

 

 

 

©Rosario GALDÓS

©Eugenio RUIZ URRESTARAZU.

Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología.

Universidad del País Vasco.

 

 

* Este trabajo se presentó al V Congreso Vasco de Sociología, "El futuro que nos transforma", celebrado en Bilbao en marzo de 2001.

Laburpena: Egoitza-Aldakuntzen Estatistika-tik abiatzen, mende honetako azken laurdenean, Estatuko barne migrazioen sisteman, Euskal Herriak jokatzen duen paper berriaren estudioa egiten da eta bere migrazio saldoak, eskala ezberdinetan-Erkidego-nahiz Herrialde-edo Udalerri-mailan- aztertzen dira.

Hitz-gakoak: Barne migrazioak, Euskal Herria.

 

Resumen:A partir de la Estadística de Variaciones Residenciales se aborda el estudio del nuevo papel que protagoniza el País Vasco en el sistema de las migraciones interiores españolas en el último cuarto del siglo y se analizan sus saldos migratorios a distintas escalas, regional, provincial y municipal.

Palabras clave: Migraciones interiores, País Vasco.

 

Abstract: Starting from the data in Estadística de Variaciones Residenciales the work is an approach to both the study of the leading role that the Basque Country played in the Spanish internal migrations along the last fourth of the century and to the analysis of the migratory balances studied from the different scales: regional, provincial and municipal ones.

Key words: Internal migrations, Basque Country.

 

 

1. INTRODUCCIÓN

Desde mediados de los años 1970 se han producido diversos cambios en los movimientos migratorios de los españoles, tanto en las corrientes externas como en las internas. Dentro de los sistemas de las migraciones internacionales, España deja de ser a fines de los setenta un país exportador de mano de obra para convertirse, desde mediados de los 1980, en receptor de inmigrantes extranjeros (LOPEZ de LERA, 1995). De forma paralela se van a modificar los patrones de la movilidad interna imperantes durante los años del desarrollismo, cambios que atañen tanto a la dirección como a la intensidad de los flujos migratorios. Polos tradicionales de atracción, como Barcelona o el País Vasco Litoral, pasan a tener saldos negativos mientras que algunas provincias con un pasado de intensa emigración (Murcia, Almería, Sevilla...) obtendrán balances positivos; decae la migración interregional y sin embargo se acrecienta la migración de corta distancia -migración intrarregional e intraprovincial-. ( PUJADAS, PUGA y GARCIA, 1999; GOZALVEZ, 2000). El éxodo rural, los movimientos desde el campo hacia los núcleos urbanos e industriales pierden protagonismo al tiempo que se constata una mayor diversificación de los destinos y de las causas. A las corrientes migratorias por motivos laborales se añaden en este último cuarto de siglo los movimientos de retorno y los que responden a motivaciones residenciales y de ocio.

El País Vasco, al ser una región de vieja industrialización, se vio especialmente afectada por las crisis económicas de los últimos decenios - larga crisis que tiene lugar entre 1975-1985 y la más breve de principios de los noventa- que dan lugar tanto al cierre de empresas como a la reducción de plantillas. El deterioro que experimenta su mercado laboral afectará de forma temprana a las corrientes migratorias de esta región: disminuye de forma brusca la entrada de inmigrantes y se inicia una corriente de retorno de antiguos emigrantes que regresan a sus lugares de origen. Debido a esta evolución socioeconómica, la región vasca constituye un banco de pruebas muy interesante para constatar en un territorio determinado los caracteres y la magnitud de estos cambios. Además, a pesar de su pequeña extensión, ofrece una diversidad de estructuras productivas y territoriales que permiten analizar comportamientos diferenciados, desde la densa y urbanizada vertiente atlántica hasta comarcas rurales profundas con graves riesgos de desertificación humana.

2. EVOLUCIÓN DE LOS SALDOS MIGRATORIOS

Dentro del conjunto del territorio español, el País Vasco ha sido, junto con Madrid y Cataluña, uno de los principales focos de atracción de inmigrantes, manteniendo saldos migratorios positivos entre 1910 y 1975. A lo largo de este dilatado período la cuantía de los saldos ha sido desigual, moderados hasta los años cincuenta y cuantiosos en los años siguientes (CAÑAMERO, 1991). Según la Estadística de Variaciones Residenciales, entre 1962-1975 el País Vasco obtuvo un balance neto interregional próximo al cuarto de millón de personas (231.312).

A partir de 1976, coincidiendo con el inicio de una coyuntura económica recesiva, se produce una ruptura de la trayectoria migratoria del País Vasco que deja de ser un foco de atracción y se configura como una región expulsora de población. Esta ruptura se debe tanto a la debilidad que muestran las corrientes inmigratorias procedentes de otras regiones del Estado como al incremento del número de emigrantes en el que se integran los retornados a sus lugares de origen. En efecto, entre 1976-1997 el País Vasco recibe un 47% menos de inmigrantes que en el período anterior (1962-1975) y, en cambio, casi cuadriplica el número de sus emigrantes. El resultado es un saldo desfavorable que asciende a 131.130 personas

Sin embargo, estos cambios de los flujos migratorios no han afectado con igual intensidad a toda la región vasca. Aunque las tres provincias asumen balances desfavorables con el resto de las regiones españolas, la cuantía de los mismos es bastante dispar: en Alava es sólo de 1.134 personas cuando en Gipuzkoa es de 50.986 y en Bizkaia se eleva a 79.010. Por otra parte, la provincia alavesa todavía conserva balances positivos con las comunidades autónomas de Castilla-León, Navarra, Asturias y Cataluña, lo que no sucede en Bizkaia y Gipuzkoa que registran saldos de signo negativo con todas las regiones españolas. Se constata, por tanto, distintas actitudes migratorias en las tres provincias, observándose una clara diferenciación entre las provincias litorales y el interior (GALDOS, 1998). En las primeras la incidencia de la crisis económica ha sido mayor al ser provincias de antigua industrialización y con una industria poco diversificada y especializada en sectores maduros. Por el contrario, la crisis fue menos dura en Alava, un territorio de industrialización más reciente y menos dependiente de sectores básicos.

Si pasamos a analizar los saldos migratorios totales, obtenidos de sumar los balances de los flujos interregionales e intrarregionales, de nuevo se advierten diferencias entre la costa y el interior (ver gráfico nº 1). Se aprecia cómo a lo largo del periodo analizado la provincia alavesa presenta saldos de escasa cuantía pero siempre favorables, situación que se explica al conservar su poder de atracción dentro de la propia región, de tal modo que su saldo migratorio intrarregional positivo le permite compensar las exiguas pérdidas que experimenta en los flujos interregionales. Por el contrario, las provincias costeras se caracterizan por la presencia continua de saldos negativos. Los balances desfavorables aparecieron primero en Gipuzkoa, en 1976, y al año siguiente, en 1977, en Bizkaia y desde estas fechas en los dos territorios el número de salidas está superando al de entradas.

3. Las migraciones recientes en los municipios vascos.

Si bien se reconoce el papel que han jugado las migraciones interiores en el poblamiento actual, son pocos los estudios dedicados a su evaluación a una escala municipal. El motivo de esta carencia se debe, sin duda alguna, a la inexistencia hasta fechas recientes de estadísticas oficiales a dicha escala. La primera publicación con datos sobre migraciones por municipios nos la aporta el Censo de Población de 1981 ya que la información procedente de las altas y bajas de los ayuntamientos y que con el nombre de Estadística de Variaciones Residenciales publica el INE desde 1961 sólo aporta valores a nivel provincial. En 1988 el Instituto Vasco de Estadística inicia la publicación de una serie titulada Migraciones que se va a convertir en la fuente más útil para el análisis de los movimientos migratorios interiores. Elaborada también a partir de los boletines de altas y bajas de residencia de los ayuntamientos, ofrece información por municipios del número de inmigrantes y emigrantes diferenciando la migración interna -la que se produce entre municipios de la propia Comunidad Autónoma- de la migración externa- la que tiene su origen o destino en otra región española-.

Para el presente estudio, se ha trabajado con esta última publicación de la que se han extraído y elaborado los datos correspondientes al periodo 1991-1997, unos años en los que se han consolidado las nuevas tendencias migratorias iniciadas a fines de los setenta. Dada la diversidad de tamaños demográficos de los municipios vascos -los hay que no alcanzan los 100 habitantes mientras que otros, como Bilbao y Vitoria, tienen cientos de miles- se ha desechado presentar números absolutos de migrantes, habiéndose optado, con el fin de facilitar la comparación entre municipios, por trabajar con cifras relativas que se han elaborado a partir de la población a mitad del período considerado. Los resultados se recogen en tres mapas en los que se representan tasas anuales de migración.

El mapa nº 1, titulado "Tasa anual de migración neta total", recoge la media anual de los saldos totales considerando tanto los flujos migratorios entre municipios de la propia comunidad como los que tienen su origen o destino en otra comunidad autónoma. Las tasas negativas son habituales en casi todas las comarcas de la provincia de Gipuzkoa. Por tanto, los balances favorables los encontramos en pocos municipios, los cuales "a grosso modo" se localizan en el Bajo Bidasoa y municipios limítrofes con esta comarca (Lezo, Oiartzun), en la costa (caso de San Sebastián, Zarautz, Getaria o Mutriku), en la comarca de Tolosa (en el propio municipio de Tolosa y en otros de su entorno inmediato) y en algunos términos del Goierri (Idiazábal, Zerain, Gabiria, Urretxu, Ezkio-Itxaso). Más excepcionales son los que alcanzan valores algo significativos, es decir, tasas que se acercan o superan el 10 por mil, situación en la que sólo se encuentran Urnieta (término que ha conocido en los últimos años una importante expansión residencial e industrial), Zarautz, Aduna, Irura y Arama.

La provincia de Bizkaia ofrece un panorama algo diferente al haber un mayor equilibrio numérico entre municipios con saldos positivos y los que lo tienen de signo negativo. Estos últimos se sitúan al este de la provincia, en donde dibujan un área extensa y continua que engloba a casi todos los que pertenecen a la comarca de Markina-Ondarroa además de los municipios orientales del Duranguesado, en el Gran Bilbao, especialmente en la margen izquierda de la ría, y en las Encartaciones. Los valores positivos se identifican en la comarca de Plentzia-Mungia, que desde hace unos años se ha convertido en la principal zona de expansión residencial del Gran Bilbao, en el entorno de la ría de Gernika, en el valle de Arratia y, de forma más aislada, en algunos municipios del Duranguesado (Mañaria, Izurza, Durango, Amorebieta) y de las Encartaciones (Trucios, Sopuerta).

 

 

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En el territorio alavés los balances favorables suman un mayor número de municipios que los adversos. Salvo los del valle alto y medio del Nervión (Amurrio, Ayala, Llodio), alguno de la Llanada oriental (San Millán), de la Montaña (Valle de Arana y Campezo) y del centro de la comarca riojana, todos los demás presentan saldos positivos. Resulta llamativo que los valores más elevados se registren ahora en algunos municipios rurales (como Cigoitia, Zuya o los del entorno de la cuenca de Miranda de Ebro) que han tenido hasta fechas recientes un pasado emigratorio intenso ya que lo habitual en décadas anteriores era que las tasas más altas afectasen a los urbanos e industriales como Vitoria.

Para descifrar mejor el carácter de las corrientes migratorias, se ha procedido a diferenciar los flujos intrarregionales -la migración interna- de los que se establecen con otras regiones españolas -migración externa-. Un análisis somero del mapa nº 2 "Tasa anual de migración neta externa" nos permite extraer algunas conclusiones: 1) La mayor parte de los municipios vascos tienen un balance negativo con las otras regiones españolas. En esta relación figuran municipios rurales de escasa dimensión demográfica y sin atractivo inmigratorio en la etapa anterior, pero también otros que se comportaron en dichos años del desarrollismo de forma bien distinta. Nos referimos a los municipios que gracias a la expansión industrial de esos años actuaron como importantes focos de inmigración. 2) Las tasas, tanto las positivas pero sobre todo las negativas alcanzan valores discretos, por debajo de los observados en el mapa anteriormente analizado. La moderación en los balances migratorios es, por tanto, la tónica dominante. 3) Salvo casos como San Sebastián o Vitoria-Gasteiz, las tasas positivas se adjudican a municipios pequeños, con menos de 10.000 habitantes y, por tanto, sus saldos en cifras absolutas son de escasa entidad.

Si pasamos a un análisis más pormenorizado se observa cómo en Gipuzkoa es rara la presencia de tasas positivas: son pocos los municipios que las tienen y de ellos, sólo dos, ambos en la costa, San Sebastián, Hondarribia, tienen un importante tamaño demográfico. En Bizkaia se incrementa el número de los que tienen saldos favorables pero son todos ellos municipios de escasa superficie y tamaño demográfico. La mayoría se concentran en cuatro zonas: una, la que dibuja la mancha más continua, se sitúa al norte de la provincia y está formada por una serie de términos que forman parte en su mayoría de la comarca de Gernika (Ea, Ereño, Gauteguiz de Arteaga ...) aunque también los hay que pertenecen a Markina-Ondárroa (caso de Ispaster, Aulesti) y a la comarca de Plentzia-Mungia (Gamiz-Fika, Arrieta). Otra zona, al sur de la provincia, la integran los términos de Dima, Zeanuri y Mañaria y las dos restantes están formadas por municipios de las Encartaciones (Carranza, Arcentales, Balmaseda y Galdames) y por los que se encuentran en el extremo occidental de Plentzia-Mungia (Barrika, Sopelana y Urduliz). De nuevo Alava se aleja algo de la tónica generalizada en las provincias litorales, no tanto porque sean mucho más abundantes los municipios con tasas positivas como porque algunas de estas tasas son las más elevadas que se registran en el País Vasco. En efecto, las ganancias por migración son sustanciales en municipios cercanos a la localidad burgalesa de Miranda de Ebro ( Lantarón, Ribera Baja, Armiñón y Zambrana) y en algunos de la comarca riojana, limítrofes con las comunidades autónomas de Navarra y La Rioja (Moreda y Lapuebla de Labarca).

El tercer mapa, el de "Tasa anual de migración neta interna", es el que nos permite conocer ciertos aspectos de las migraciones intrarregionales que en buena medida son de carácter intraprovincial. En España se ha detectado un progresivo incremento de la movilidad de corta distancia (PUYOL, 1997), fenómeno que, sin embargo, no se confirma en las provincias del País Vasco que han experimentado ligeras disminuciones en sus volúmenes migratorios intraprovinciales. Así, entre 1976-1997 la media anual de migrantes intraprovinciales ha sido de 729 en Alava, de 9.939 en Bizkaia y de 4.489 en Gipuzkoa, mientras que en el período 1962-1975 se registraron respectivamente medias de 848, 11.099 y 4.807 migrantes. Sin embargo, si consideramos todas las modalidades migratorias, se constata en los últimos decenios un aumento relativo de la movilidad intraprovincial debido al debilitamiento de los flujos interregionales.

Lo que sí refleja el mapa son nuevas pautas de movilidad que de forma resumida exponemos a continuación: 1) El éxodo rural de carácter masivo que en décadas precedentes había provocado un vaciamiento de muchos municipios alaveses y también de algunos de las provincias litorales se puede dar por finalizado. Quedan algunos municipios rurales que todavía siguen expulsando gente joven ante la falta de expectativas laborales, pero los flujos migratorios actuales son inferiores a los de la etapa desarrollista. Se trata de municipios que se localizan en zonas algo alejadas de las áreas más urbanizadas o mal conectadas con ellas. En esta situación se encuentran, por ejemplo, algunos municipios guipuzcoanos del entorno del macizo del Ernio (Asteasu, Larraul, Alkiza..) o próximos a la muga con Navarra (Ataun, Orexa..); municipios vizcaínos de las comarcas de Markina (Amoroto, Aulesti..) y Encartaciones (Lanestosa, Carranza) y algunos alaveses como el del Valle de Arana. 2) Es entre los municipios industriales donde las tasas migratorias negativas son más frecuentes. En unos casos se corresponden con zonas industriales en declive, como la margen izquierda del Nervión, pero en otros se trata de municipios que han remontado la crisis industrial pero que apenas disponen de terrenos para usos residenciales o para albergar nuevas actividades económicas. Este problema, la saturación de los núcleos urbano-industriales, afecta a muchos municipios de las provincias litorales, especialmente de Gipuzkoa debido a sus condiciones topográficas y a la mayor dispersión de su industria. 3) Los saldos positivos, escasos en Gipuzkoa y más frecuentes en las otras provincias, se registran entre municipios con características bien diferentes que pueden agruparse en tres categorías de acuerdo a su dimensión demográfica. En una incluimos a las capitales de San Sebastián y Vitoria-Gasteiz, unas ciudades de tamaño medio-grande (la primera no llega todavía a los 200.000 habitantes y la segunda ligeramente los rebasa) que conservan cierto poder de atracción en sus respectivas provincias y en la región. Otra categoría la integran algunas de las ciudades medias-pequeñas (entre 10.000 y 50.000 habitantes) como Irún, Hondarribia, Zarautz, Leioa, Mungia: se trata de municipios que se benefician de la movilidad que por motivos residenciales es habitual en zonas cercanas a las aglomeraciones urbanas. La tercera categoría, la que corresponde a municipios que por su tamaño -menos de 10.000 habitantes- son considerados rurales, es la más numerosa además de incluir en ella a los que obtienen las tasas migratorias más elevadas. Esto supone un cambio radical respecto a las pautas migratorias tradicionales en las que prevalecían las motivaciones laborales con corrientes que mayoritariamente procedían de zonas rurales y que tenían como destino los núcleos urbanos más industrializados. Sin embargo, los movimientos actuales, al menos los que se dirigen a zonas rurales, tienen generalmente una motivación residencial. Nos encontramos por tanto ante un migrante con un perfil distinto al de décadas anteriores: se trata de un urbanita que desea avecindarse en aquellos lugares que ofrecen una mayor calidad ambiental y unas viviendas de precios algo más asequibles que en las ciudades. De los municipios rurales que se encuentran en esta categoría destacan por sus altas tasas migratorias los de Gorliz, Barrika, Plentzia y Gatica en la provincia de Bizkaia y los de Zuia, Zigoitia y Alegría-Dulantzi en Alava: en ellos se han llevado a cabo operaciones inmobiliarias de construcción de casas unifamiliares con jardín.

Bibliografía

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©Rosario GALDÓS y Eugenio RUIZ URRESTARAZU, 2001