Lurralde :inv. espac.

N. 31 (2008)

p. ***-***

ISSN 1697-3070

LURRALDE

LOBO Y PASTOREO EXTENSIVO DE GANADO OVINO
EN EL PAIS VASCO[1] .

 

©Jesús María GARAYO URRUELA

Recibido: 2007-01-10
Aceptado: 2007-03-12

E-mail: jmgaraio@euskalnet.net

Resumen:

El pastoreo extensivo de ganado ovino resulta intrínsecamente vulnerable a la depredación del lobo. La forma de trabajar del pastor puede contribuir a reducir la intensidad de los ataques, pero no entraña la eliminación de los mismos. Con el lobo, presente en el monte, la “Predación 0” es algo imposible. La coexistencia de lobo y ganado en el monte ha obligado a los pastores del occidente vasco a modificar las prácticas productivas (introducción de mastines, reducción del período de estancia del rebaño en la sierra, etc.) y ha supuesto una intensificación de la jornada laboral, con las implicaciones que ello provoca en los costes de producción y en el modo de vida de los ganaderos y de sus familias.

Palabras clave: País Vasco. Pastoreo extensivo. Carnívoros depredadores. Lobo.

Laburpena:

Otso eta artzaintza Euskal Herriko mendebaldeanArtzaintza eta otsoa bateraezinak dira. Artzainaren lan ereduak erasoen intentsitatea jaistaraz dezake. Otsoen ezabaketa osoa, ordea, ezin da nekez lortu. Otsoa mendian izanik, ezinezkoa da zero harrapaketa. Otso eta ardiak mendian baterako izateak ondorioak ekarri ditu. Batetik, artzainek produkzio jarduerak aldarazi ditu. Hala bada, ustietan artzakurrak sartzea eta artaldea mendizerran zegoen epea erreduzitzea dira aipagarrienak. Bestetik, artzainen lanaldia gehitu da. Hoiengatik guztiengatik, ekoizpen kostuak handitu dira eta artzainen eta beren familien bizimoduak larritu.

Hitz gakoak: Euskal Herria. Artzaintza. Harrapari karniboroak. Otsoa.

Abstract:

Wolf and extensive pasturing of ovine herd in the western end of the Basque Country. The extensive pasturing of ovine herd is intrinsically vulnerable to the intensity of the attacks, but it doesn´t entails the elimination of such. With the wolf, present in the mountain, the “predation 0” is something impossible. The coexistence of wolf and herd in the mountain has forled the shepherds of the Basque West to modify the productive practices (introduction of mastiffs, reduction of the period of stay of the herds in the mountain range, etc.) and it has supposed an intensification of the labor day, with the involvements that it causes in the cost of production and in the way of live of the herd dealers and its families.

Key words: Basque Country. Extensive pasturing. Predator carnivores. Wolf.

0.- PASTOREO EXTENSIVO DE GANADO OVINO.

El pastoreo de ganado, mediante las acciones de ramoneo, abonado y pisoteo, fertiliza los suelos y fija la dinámica entre zonas de pastos y las de matorral, de modo que en función de la carga ganadera, las zonas arbustivas avanzan o retroceden (Montserrat, 1964). El ganado doméstico se convierte de este modo en máquina viviente que limpia, desbroza y fertiliza los suelos con el fin de estabilizar el pastizal y perpetuar la biodiversidad contenida en los mismos. El pasteo del ganado herbívoro aumenta la tasa de productividad de los ecosistemas y de este modo, contribuye a generar recursos que facilitan el asentamiento de una enriquecida flora y plural fauna (microorganismos, micro-mamíferos, avifauna carroñera, carnívoros,...).

Los sistemas pastorales promueven una biodiversidad articulada sobre la base de las interacciones mantenidas en el proceso histórico por las sociedades rurales y campesinas con el medio natural del entorno (Garzón, 1993 y 2004; Izquierdo y Barrena, 2006; Rodríguez de la Fuente, 2006). En este sentido, los pastores y ovejas se convierten en agentes modelizadores y conservadores de los paisajes de montaña, integrados por la intercalación de zonas arboladas y espacios abiertos, en los que alternan las áreas de pastos y la vegetación arbustiva. El control y la regulación de la dinámica del pastoreo en sus relaciones con el medio pasa de este modo a ser un elemento imprescindible en la gestión de ecosistemas y paisajes.

El pastor vasco realiza todo lo anteriormente señalado mediante la cría de la oveja latxa, una raza autóctona de aptitud productiva mixta, predominantemente lechera, pero también, cárnica, adaptada a las condiciones climáticas y topográficas de la montaña vasca. De este modo, los pastores vascos contribuyen a la preservación de la diversidad genética de razas domésticas que se conservan hoy en día en el mundo con la capacidad de transformar los recursos naturales en bienes económicos y con la particularidad de generar escasos residuos externos y requerir un moderado gasto de energía en el proceso productivo (García-Dory, 1988). Una de las principales características de la cría de la oveja latxa en régimen extensivo es, por tanto, el grado de sostenibilidad de sus producciones.

La base de la alimentación de la oveja latxa puede considerarse semi-natural por fundamentarse, por un lado, en la obtención de heno y forraje en los terrenos del valle con un empleo de cantidad de nitratos por debajo de lo autorizado a las producciones ecológicas y biológicas en la Unión Europea, y por otro, en el consumo a diente de los pastos naturales localizados en montes bajos y sierras. El uso, que por ello, las explotaciones ovinas hacen de los recursos existentes en espacios productivos que alternan valle y monte, contribuye a la gestión del territorio: usan recursos de otra manera inutilizados, mantienen actividades económicas en zonas desfavorecidas y aportan vertebración social a espacios con baja densidad de población.

La situación tanto económica como social del pastor de ganado ovino no cabe duda que en ausencia de un gran depredador como el lobo, ha mejorado tras un siglo de adaptación a los requerimientos provenientes de una economía cada vez más globalizada en aspectos como mano de obra, tecnificación de la producción y tamaño, sanidad y mejora genética del rebaño. El pastoreo extensivo de ganado ovino inició en los años ochenta del siglo XX un profundo proceso de transformación (saneamiento ganadero, control lechero, inseminación artificial, Denominación Idiazabal) que comenzó a ser perceptible en el decenio siguiente de los noventa (Urarte y al., 1999; Apaolaza, 2006: 83, 98 y 111-119). La apuesta por una estrategia de calidad fundamentada en una política de diferenciación productiva, de la que la Denominación de Queso Idiazabal es la estrella, pero que, en cualquier caso, está también acompañada de la comercialización de cordero lechal bajo marca labelizada, ha contribuido a fomentar el dinamismo del sector de ganaderos de oveja latxa.

La extensión de la figura del pastor elaborador de quesos, sacados al mercado en venta directa o por cadenas cortas de comercialización bajo su control, ha garantizado que el productor se beneficie del valor añadido generado por unos productos que gozan de gran estimación por su calidad e identidad [2]. Ello ha acarreado, sin embargo, importantes contrapartidas. Por un lado, las tareas de la explotación se han ampliado a la vez que complejizado: al manejo del rebaño, se han unido la manipulación, la venta de alimentos y la formación correspondiente a estas materias. Por otro, las explotaciones de ovina han tenido que realizar una importante inversión para mejorar sus instalaciones ganaderas (comedero con cinta mecánica, sistema emparrillado para recogida de las deyecciones, ordeño mecánico) y renovar el utillaje y los equipos (tanque de refrigeración, prensa automática, cámaras) para ajustarse a las normas sanitarias establecidas por ley en la producción de queso con leche cruda.

El pastoreo extensivo de ganado ovino, de cualquier modo, constituye una actividad agraria de modesta rentabilidad por su localización en terrenos de zona de montaña y por los moderados rendimientos lecheros de la oveja latxa en comparación con otras razas ovinas de cría intensiva y estabulada. Por otro lado, la profesión de pastor, definida por unas competencias técnicas no improvisables, requiere una alta disponibilidad en el trabajo y se caracteriza por unas duras condiciones de vida, que, en cierto modo, explican la extensión que el problema del relevo generacional presenta dentro del sector.

El pastoreo extensivo de ganado ovino se manifiesta en territorio vasco por medio de pequeñas explotaciones familiares, inmersas actualmente en un proceso de modernización productiva. La evolución del sector ganadero ovino de la CAPV se ha distinguido en los últimos decenios por una ligera tendencia al alza en el censo con una importante reorganización interna manifestada en el descenso del número de rebaños y el incremento, sin embargo, del tamaño medio de los mismos.

El sector productivo ovino goza actualmente en la CAPV de una situación de estabilidad en cuanto al censo de efectivos ganaderos con una ligera tendencia a la baja. Durante el período 2000-2005, los aumentos o descensos de la cabaña ovina en el conjunto de la CAPV (Tabla 1) y en los territorios de Bizkaia (Tabla 3) y Guipúzcoa (Tabla 4), han sido muy pequeños, pues estos no han llegado a superar tasas anuales del 0,01% en cualquiera de los casos. El número de las explotaciones profesionalizadas, es decir, las de rebaños de más de 400 ovejas[3] , alcanzó, sin embargo, importantes tasas de crecimiento anual en Bizkaia (+13,33%) y en Gipuzkoa (+9,23%). El contrapeso de la evolución negativa de la cabaña ovina alavesa explica que este tramo se mantenga con una ligerísima tendencia a la baja en el conjunto de la CAPV (-0,007%).

La evolución del sector ovino alavés, el territorio más afectado por la presencia del lobo, atraviesa, sin embargo, durante los últimos años por una situación muy diferente, que puede calificarse de delicada y comprometida. La cabaña ovina ha experimentado en el período 2000-2005 (Tabla 2) un importante descenso con un ritmo anual del 3% y se ha perdido un tercio de las explotaciones con grandes rebaños (400 ovejas y más). El numero de explotaciones con ganado ovino crece, en cualquier caso, con una tasa anual del 1,25%. En este aumento, incide el crecimiento experimentado a rebufo de las subvenciones de la política agraria europea por los pequeños rebaños, aquellos inferiores a 100 ovejas (tasa anual del 3,26%). Además, la desaparición de rebaños de tamaño mediano-grande, aquellos entre 200 y 399 ovejas, aún no siendo tan fuerte como la de los del estrato superior a 400 cabezas, presenta una notable importancia (tasa anual de 4,13%). Ambos procesos, por el contrario, no se constatan ni en Gipuzkoa ni en Bizkaia, territorios en los que estos tramos de rebaños gozan de franca expansión.

Tabla 1: Efectivos de ovino y tamaño del rebaño en la CAPV en diciembre de los años 2000 y 2005.

Conceptos

A

2000

B

2005

A-B

%

A-B

Tasa anual

Numero de efectivos de ovino

370.199

354.445

-4,26

-0,008

Número total de rebaños

4.590

5.345

+16,45

+3.04

Rebaños de menos de 100 ovejas

4.086

4.777

+16,91

+3,12

Rebaños de 100 a 199 ovejas

268

317

+18,26

+3,35

Rebaños de 200 a 399 ovejas

175

194

+10,86

+2,06

Rebaños de 400 ovejas y más

59

57

-0,03

-0,00

Fuente: Elaboración propia de información obtenida en  www.nekanet.net/estadística

 

Tabla 2: Efectivos de ovino y tamaño del rebaño en Álava en diciembre de los años 2000 y 2005.

Conceptos

A

2000

B

2005

A-B

%

A-B

Tasa anual

Numero de efectivos de ovino

102.827

88.369

-14,06

-3,02

Número total de rebaños

619

659

+6,46

+1,05

Rebaños de menos de 100 ovejas

423

498

+17,73

+3,26

Rebaños de 100 a 199 ovejas

72

67

-6,94

-1,44

Rebaños de 200 a 399 ovejas

80

65

-18,75

-4,13

Rebaños de 400 ovejas y más

44

29

-34,09

-8,22

Fuente: Elaboración propia de información obtenida en  www.nekanet.net/estadística.

 

Tabla 3: Efectivos de ovino y tamaño del rebaño en Bizkaia en diciembre de los años 2000 y 2005.

Conceptos

A

2000

B

2005

A-B

%

A-B

Tasa anual

Numero de efectivos de ovino

78.844

80.486

+2.08

+0,004

Número total de rebaños

1.621

2.153

+31,83

+5,64

Rebaños de menos de 100 ovejas

1.534

2.022

+31,80

+5,49

Rebaños de 100 a 199 ovejas

57

80

+40,4

+6,71

Rebaños de 200 a 399 ovejas

28

31

+10,7

+2,03

Rebaños de 400 ovejas y más

2

4

+100

+13,33

Fuente: Elaboración propia de información obtenida en  www.nekanet.net/estadística

 

Tabla 4: Efectivos de ovino y tamaño del rebaño en Gipuzkoa en diciembre de los años 2000 y 2005.

Conceptos

A

2000

B

2005

A-B

%

A-B

Tasa anual

Numero de efectivos de ovino

188.528

185.590

-1,56

-0,003

Número total de rebaños

2350

2549

+8,47

+1,62

Rebaños de menos de 100 ovejas

2.129

2.257

+6.01

+1,17

Rebaños de 100 a 199 ovejas

139

170

22,30

+4,01

Rebaños de 200 a 399 ovejas

67

98

+46,27

+7,51

Rebaños de 400 ovejas y más

15

24

+60,00

+9,23

Fuente: Elaboración propia de información obtenida en  www.nekanet.net/estadística

 

La situación del sector ganadero de ovino en territorio alavés puede considerarse preocupante. La evolución experimentada en el quinquenio 2000-2005 presenta importantes contrastes con la marcha del mismo en períodos anteriores. Por lo que respecta a los efectivos, el sector alavés acusó durante el decenio 1995-2005 una caída con una tasa anual negativa, situada en el 1,39%. El decrecimiento avanzó, por el contrario, en la segunda etapa del período estudiado hasta situarse en la tasa anual de 3%. El ritmo en la pérdida de efectivos en la cabaña llegó, por tanto, casi a triplicarse. El suave descenso en la evolución del sector del territorio alavés en los quinquenios anteriores se altera completamente y la caída se profundiza durante los últimos años. Los datos parecen apuntar a que el sector tiene encendidas las luces de alerta roja.

Tabla 5: Efectivos de ovino y tamaño del rebaño en Álava en diciembre de los años 1995 y 2005.

Conceptos

A

1995

B

2005

A-B

%

A-B

Tasa anual

Numero de efectivos de ovino

101.552

88.369

-12,98

-1,39

Número total de rebaños

669

659

-1,49

-0;001

Rebaños de menos de 100 ovejas

438

498

-13,70

+1,28

Rebaños de 100 a 199 ovejas

97

67

-30,92

-3,66

Rebaños de 200 a 399 ovejas

109

65

-40,37

-5,05

Rebaños de 400 ovejas y más

25

29

+16,00

+1,48

Fuente: Elaboración propia de información obtenida en  www.nekanet.net/estadística.

 

El importante incremento dado por los rebaños grandes (más de 400 ovejas) en el primer quinquenio (un aumento del 76%) quedó en buena medida oscurecido por el importante descenso acaecido en este tramo durante la segunda fase temporal analizada. La tasa anual del 11% obtenida en este grupo de rebaños durante el período 1995-2000 [4] , comparable, por cierto, a la que el sector ovino alcanzó para este tamaño de rebaño en los territorios guipuzcoano y vizcaíno en el quinquenio 2000-2005, quedó de este modo reducida en territorio alavés durante 1995-2005 a 1,48%.

Durante el decenio 1995-2005, los rebaños con tamaño entre 100 y 400 ovejas mantuvieron una tendencia la baja, que alcanzó, sin embargo, cierta desaceleración en el quinquenio final. Así, la caída de los rebaños medianos (entre 100 y 199 ovejas) alcanzó una tasa anual del 3,66% en el período 1995-2005 y pasó a otra de 1,43% en el quinquenio 2000-2005. Algo similar sucedió en los rebaños mediano-grandes. Lo anterior parece reflejar que la reconversión de las explotaciones con tamaño mediano-grande de rebaño adquirió un mayor ritmo en el primer quinquenio de la década analizada.

En estas circunstancias, situaciones, como las generadas por la presencia de animales depredadores de gran porte como el lobo acarrean un impacto que aumenta el grado de vulnerabilidad del pastoreo extensivo. Las explotaciones ovinas del extremo occidental del País Vasco, por ejemplo, han perdido todas las mejoras derivadas por la desaparición del cánido salvaje en aspectos como costes productivos (sustitución de mastines por artzain txakurrak), jornada laboral (eliminación de la vigilancia permanente y nocturna de los rebaños) y vida social del pastor (disminución de la carga de trabajo a partir del verano).

La situación actual de los pastores de la zona occidental se retrotrae, en cierto modo, a las circunstancias productivas y sociales de la época de sus bisabuelos con la diferencia de los importantes avances sucedidos desde entonces en tecnología agraria y en capitalización de las explotaciones y en el bienestar del conjunto de la sociedad. El reasentamiento del lobo se convierte, por ello, en un factor distorsionador que condiciona el futuro y puede precipitar de manera irremediable el declive del pastoreo extensivo ovino en las sierras del extremo occidental vasco.

I.- LOBO Y PASTOREO EXTENSIVO DE GANADO OVINO.

El lobo desapareció como población faunística en el País Vasco en último cuarto del siglo XIX (Garayo, 2004 b). El cánido, sin embargo, siguió visitando de forma esporádica el extremo occidental vasco. Las incursiones del lobo en este período amplio de tiempo fueron mayormente reflejo de movimientos erráticos o de la circulación de individuos de la especie que trataban de beneficiarse del efecto “frontera” para eludir la persecución de que eran objeto en sus zonas habituales de distribución. El extremo occidental vasco constituía una vasta zona de campeo visitado de forma esporádica por el lobo en etapas intermitentes, pero que, con la excepción del territorio occidental vizcaíno, no respondieron a conatos serios de la especie por recuperar espacios perdidos. El intento más importante del lobo por recolonizar el conjunto del extremo occidental del territorio vasco se libra, sin embargo, desde los años ochenta y, más en concreto, en el decenio de los noventa del siglo XX.

Las medidas de control puestas en marcha tras verificarse daños al ganado doméstico derivaron en la captura de 45 lobos en el período 1994-2004. La captura se repitió en todos los años del período observado con la excepción del año 2001. El número medio de individuos de la especie capturados se elevó a cuatro al año. La resistencia biológica del lobo, sin embargo, estuvo por encima de la presión humana desplegada en el control de la especie, pues esta no fue óbice para la lenta pero progresiva implantación del cánido salvaje sobre el territorio occidental vasco.

Los individuos errantes provenientes del oriente burgalés terminaron en los primeros años del siglo XXI por asentarse y formar grupos reproductores, cuyo número, actualmente, se calcula en dos-tres parejas, asentadas en zonas colindantes de las provincias alavesa y burgalesa (Blanco y Cortés, 2002; Grupo de trabajo del lobo, 2005: 9). La especie adquiere una presencia más o menos constante en un espacio que a finales del siglo XIX, abarcaba 378 km2 (Sáenz de Buruaga y al., 2000). El área de campeo permanente del lobo en territorio vasco ha aumentado con posterioridad, al estimarse en el año 2004 en una extensión de 550 km2 (Echegaray y al., 2006: 51).

La distribución de la especie sobre el territorio vasco se ha ido consolidando desde la década de los noventa. El área lobuna de distribución permanente o eventual se ha incrementado de manera incesante: de ocupar once cuadrículas de 10x10 km2 en 1994 (Sáenz de Buruaga, 2000: 153) saltó a adentrarse por 13-14 cuadrículas como mínimo en los años 2002-2003 (Illana y Paniagua, 2002; Echagaray y al., 2005) para hablarse de haberse adentrado durante el 2007 en 18 cuadrículas (El Correo, 22 de febrero de 2007, 10). En la actualidad, la actividad lobuna ha pasado a ser constante en buena parte de los municipios de las comarcas de Estribaciones del Gorbea, Valles Alaveses y Cantábrica Alavesa y de los de las comarcas vizcaínas de Encartaciones y Arratia-Nervión. El lobo trata actualmente de adelantar sus posiciones hacia el interior del territorio vasco para fijar la frontera en los municipios del entorno del Gorbeia.

La presencia del lobo en los pastizales de montaña ha entrañado indudablemente daños económicos directos. En los años 2000-2004, se contabilizaron en el extremo occidental alavés 1.128 bajas de ganado ovino, es decir, 188 bajas por año, por causa de ataques del lobo (Servicio de Montes, 2005). Desde una perspectiva comparativa de censo de ganados, el perjuicio irrogado por el lobo puede ser fácilmente relativizado por representar valores indudablemente bajos.

En ese sentido, el Grupo Lobo de Euskadi resalta la poca importancia de los daños causados por el lobo en el conjunto del los censos ganaderos: el 0,09 % del ganado ovino en Bizkaia y el 0,32% en Álava (Echegaray y al., 2005 y 2006: 49). Con estas cifras, los ecologistas quitan importancia a los perjuicios económicos causados de manera directa por el lobo, que consideran, por otro lado, menores que las generadas por el jabalí en cultivos y accidentes de tráfico. Un análisis más certero y pormenorizado que tuviera solamente en cuenta la cabaña ovina del occidente vasco, por el que campea el lobo, aumentaría ligeramente el porcentaje de afectación del lobo sobre el ganado ovino, pero no cambiarían en demasía las conclusiones cualitativas extraídas en la comparación con censos globales.

El fondo de la cuestión no radica, sin embargo, en el volumen de ganado objeto de predación por el lobo, que tiene también su relevancia, de cualquier modo, en el nivel de la explotación individual, sino en la alteración y distorsión que ello introduce en las condiciones de producción, en la forma de trabajar y en el modo de vida de los pastores (Sáenz de Buruaga y al., 1994: 232-234). El lobo vive en manadas con un comportamiento territorial. Al acudir a los pastos de montaña, el ganado ovino está sujeto a un riesgo permanente de predación. En este sentido, se produjeron dentro del ámbito alavés 438 ataques del lobo al ganado doméstico durante el periodo 2000-2004 (Servicio de Montes, 2005), lo que, aproximadamente, viene a representar de media un ataque, cada cuatro días del año. El vagabundeo y cría del lobo en los montes occidentales vascos pasa a representar, por tanto, un factor estructural, que altera directamente la vida económica y social de las explotaciones ganaderas extensivas.

A-. CARGA ECONÓMICA Y PRODUCTIVA.

Los ataques al ganado ovino derivados del campeo y la presencia del lobo en los montes occidentales vascos ha originado, por un lado, daños económicos directos e indirectos y, por otro, han obligado a los pastores a modificar de estrategias y prácticas productivas, lo que ha generado un aumento de los costes de producción.

1.-Pérdidas económicas por ataques al rebaño.

Los ataques del lobo causan en las explotaciones de ganado ovino tanto daños directos como indirectos. La depredación del lobo origina ganado ovino muerto, herido o, posteriormente, muerto como consecuencia de las heridas causadas en el ataque, y también ganado desaparecido por despeñamiento. A los daños directos, es preciso sumar otros indirectos: el lucro cesante por la pérdida de potencial productivo del animal muerto, particularmente, si estaba sujeto a programas de mejora genética, y las pérdidas tanto reproductivas (aumento de abortos) [5] como productivas (bajada de la producción de leche) por estrés del rebaño.

Las indemnizaciones, en el mejor de los casos, como es la situación de las explotaciones ganaderas alavesas, contemplan únicamente el valor en el mercado del ganado muerto o herido con daños irreparables. En el año 2005, la cuantía por este concepto consistía en 167,14 euros por oveja muerta, identificada y sujeta a programas de mejora genética, y 111,43 en el caso de no estarlo para hembras de 2 a 7 años (BOTHA, nº 68, 16 de junio de 2004, 5.573). Las compensaciones no incluyen, sin embargo, compensación alguna por las cabezas de ganado desaparecido o herido con “posibilidades” de supervivencia. Tampoco, comprenden resarcimiento alguno por daños indirectos.

Los ataques más importantes representan un volumen de bajas que alcanzan cifras entre 15 y 25 ovejas. El número de bajas por ataque se sitúa por lo general en torno a una cifra media de 2-3 ovejas por ataque. Este índice se situó concretamente en el período 1995-2000 en 2,11 ovejas de media por acción depredatoria (Campo y al. 2001: 10-11). El aspecto a destacar, sin embargo, no es el número medio de bajas, que puede parecer reducido, sino el que estos hechos terminan por concentrarse y acumularse en un número limitado de explotaciones. A modo de ejemplo, puede señalarse que una explotación ganadera radicada en Abornícano (Urkabustaiz) llegó a sufrir la pérdida de 80 ovejas en seis años (El Periódico de Álava, 2 de diciembre de 2001, 2). La coincidencia del ataque con otros factores puede elevar de manera importante el número de pérdidas: así, un ganadero de Kuartango perdió 65 corderas en el año 2002 como resultado de la acción del lobo y el atropello de un tren. Los datos comentados, en este sentido, reflejan bajas en los rebaños, que pueden representar en un solo ataque desde el 5% hasta el 20% de un rebaño tipo de 300 efectivos y que, de producirse de manera repetitiva, pueden llegar a representar un cuarto del rebaño en poco más de un quinquenio.

Los ataques del lobo a los rebaños representan, por ello, un impacto muy importante que hace mella en las explotaciones individuales que soportan semejantes afecciones. El pastor ha de sustituir las bajas, readaptar a las sustitutas y a las heridas o espantadas a los recorridos en los circuitos seguidos para aprovechar los pastos montanos y, en su caso, reanudar la etapa productiva interrumpida [6]  (partos, ordeño). La explotación tarda tiempo en recuperarse y la consecución de una situación normalizada, comparable con la precedente al ataque, lleva ciertamente varios meses (Izquierdo y Barrena, 2006: 143-144). A diferencia de daños producidos por otros elementos naturales imprevisibles (rayo, pedrisco, inundación, sequía), cuya acción es puntual y sucede de vez en cuando, la presencia del lobo en el monte se asemeja a una lluvia fina que, por su persistencia en el tiempo, genera un río caudaloso que termina por encenegar la labor profesional del pastor y por ahogar la marcha de las explotaciones ganaderas.

2.-Modificación de estrategias y prácticas productivas.

En el momento que se produce un ataque de lobo en la sierra, los pastores y, en particular, el pastor afectado, se ve obligado, con el incremento de los costes de alimentación que ello implica, a la retirada del rebaño de los pastos de altura y al traslado del mismo a las instalaciones de la explotación, donde consumen heno y forraje. Cuando los ataques se suceden, los pastores, como en algún año ha sucedido con los pastores de la Sierra de Gibijo, no han tenido otra opción que renunciar a echar el ganado a los pastos comunales [7] y, en consiguiente, han apostado, por mantener el rebaño en los prados del valle [8] .

Los pastores, por otro lado, han modificado las prácticas de manejo extensivo del rebaño con el fin de evitar la acción depredadora del lobo. En la época fuerte de trabajo, en mayo, los pastores de la zona de Gibijo echaban al monte las ovejas “arkastas” del rebaño. De este modo, se ahorraban el gasto de alimentación y su cuidado se reducía una vigilancia esporádica. Con el lobo, no pueden hacer eso o si lo hacen, implica una intensificación de la jornada laboral tanto del jefe de la explotación como la de las ayudas familiares. Por otro lado, tras quedar preñadas las ovejas, se intenta bajarlas lo antes posible, como muy tarde, en noviembre, para que en caso de haber una lobada, evitar el perjuicio de los abortos.

El retraso en la fecha de subida del ganado al monte y adelanto en el de la bajada implican importantes limitaciones en el uso de un recurso fundamental como son los pastos de montaña, cuyo uso para los pastores de las actualmente zonas loberas, ha quedado reducidos a cinco-seis meses al año, cuando con anterioridad a los años ochenta, podían mantener el rebaño en la sierra, según la climatología, hasta un período de siete-ocho meses.

3. Perros mastines.

La Diputación Foral de Álava abrió el camino a la puesta en marcha de medidas preventivas ante la acción depredadora del lobo con la traída de mastines, que procedentes de León, repartió entre algunas explotaciones de las comarcas de Estribaciones del Gorbea y Valles alaveses allá por los inicios de la década de los noventa. Superados algunos problemas iniciales, el número de mastines no ha hecho sino crecer: de 119 en el año 2000 pasaron a ser 153 durante el 2004 dentro del territorio alavés (Servicio de Montes, 2005).

La experiencia, por problemas de comportamiento de los perros mastines en la explotación, con los vecinos, con cazadores o montañeros, puede considerarse inicialmente mala. Por no estar definidos criterios de selección de raza ni llevarse un seguimiento técnico, los pastores aprendieron por su cuenta a manejar los mastines, que salvo excepciones, eran perros mixtos sin pedigrí. Tras descartarse los perros más problemáticos, la situación ha tendido a mejorar.

Los pastores, en general, están satisfechos respecto a su decisión de introducir perros mastines para protección del rebaño por considerar que su presencia, si bien no elimina los ataques, si contribuye a reducir el número e intensidad de los mismos. El uso de mastines es considerado por los pastores “un buen instrumento para disminuir los ataque del lobo”. Aunque, como era sabido, la introducción de mastines no trajo la solución definitiva al problema, pues con ello, los ataques no han desaparecido, se coincide en reconocer que, de producirse el mismo, el número de ovejas atacadas se ve sensiblemente reducido .

La implantación de mastines, sin embargo, ha incrementado los costes de producción de la explotación. La compra de un buen perro mastín puede suponer el desembolso de unos 600 euros. El perro mastín, come diariamente 3 kilogramos de alimentos secos por día, lo que viene a representar 780-810 euros al año. Aparte, figuran los gastos derivados de vacunas, seguro, collar, chip de identificación, gastos del veterinario, etc. El coste del perro mastín resulta importante. Con objeto de financiar la manutención de los perros mastines, la Diputación alavesa tiene abierta una línea de ayuda, fijada en el año 2004 en 216,66 euros/perro/año con un límite máximo de seis perros por explotación (BOTHA, nº 68, de 16 de junio de 2004, 5.571). La subvención viene a cubrir el 25% del costo de alimentación.

La presencia de mastines en lugares habitualmente frecuentados por montañeros y excursionistas ha generado además nuevos problemas por las quejas y el rechazo que su uso ha generado tras producirse encuentros inesperados [10] y algunos ataques de estos a vecinos, montañeros y excursionistas [11] . La posibilidad de un accidente grave siempre está presente y de suceder, la responsabilidad del mismo será del ganadero [12], pero en ningún caso del lobo, motivo y origen de su introducción en la explotación. La introducción del perro mastín, en este sentido, no ha hecho sino complicar la vida del pastor en los ámbitos profesional, vecinal y social.

La decisión de la Diputación Foral de Álava de colocar carteles de advertencia en las zonas en las que pueden darse encuentros entre excursionistas con este tipo de perros, advirtiendo de la presencia de los mismos y ofreciendo consejos en el caso de toparse con este tipo de perros, ha resultado una iniciativa polémica. Los pastores, en este sentido, estiman la iniciativa insuficiente, bien por la dificultad que presenta su lectura, bien porque no se alude al motivo y razón de su presencia. Por ello, los pastores proponen la publicación y distribución de trípticos, en los que se explique que la presencia del mastín se debe a los ataques del lobo y se proporcione información detallada de lo que debe hacerse en caso de toparse con uno de estos perros, para ser distribuidos posteriormente entre grupos y asociaciones de montaña (Gara, 1 de junio, 3).

B-. CARGA PROFESIONAL Y SOCIAL.

La presencia del lobo entraña un fuerte impacto personal y profesional en los pastores vascos. Al schoc psicológico producido por el ataque, hay que sumar la intensificación de la jornada laboral, la fatiga psicológica, la desorientación profesional y las repercusiones que lo anterior acarrea en el deterioro de su modo de vida (Grajera, 2001: 121).

1.- Estrés e intensificación de la jornada laboral.

Los repetidos ataques del lobo perturban la organización del trabajo del pastor dentro de la explotación. El choque psicológico producido por el ataque resulta una experiencia traumática, que se ve incrementada en el caso de presencia directa. Las imágenes de cadáveres totalmente desfigurados, pedazos de carne y piel colgando de cuerpos de las ovejas agonizantes o con heridas irreversibles quedan impresas en la memoria del pastor para toda la vida. Tras el ataque, el ganadero pasa horas en buscar y reunir los animales dispersados y en conducirlos hasta la explotación. A ello, se suma el tiempo dedicado a contactar y atender al técnico enviado por la administración con el fin de poder cobrar la indemnización de la administración o en su caso, el seguro. El tema no termina aquí, pues se amplía a la participación en aquellas actividades organizadas con el fin de que no se repitan nuevas lobadas en la zona.

1.1. Participación en batidas.

El control actual del lobo está basado en batidas. Sin la participación de los pastores, directamente afectados, las batidas no podrían llevarse a cabo. Para el pastor, la batida no representa sino una carga más, pues la duración de la misma puede llegar a ser de seis horas, que luego es preciso multiplicar por el número en las que ha participado, que en algunos casos, ha llegado a ascender a una cuarentena de días al año [13].

La organización de las batidas oficiales representa la puesta simbólica en escena de una especie de enredo o simulacro, por medio del cual el ganadero, convertido en cazador, se presta a dar muerte al animal depredador, lo que encaja difícilmente con el papel atribuido socialmente de jardinero y guardián de los espacios de montaña. El plazo entre el ataque del cánido y la aprobación y ejecución de la batida se prolonga por varios días, tiempo aprovechado por el depredador para abandonar, sino la zona, al menos, los alrededores del lugar en el que se ha producido el ataque.

Los ganaderos, por lo general, se manifiestan críticos con las batidas oficiales y las consideran sucedáneos, paliativos incapaces de hacer frente a los ataques de los cánidos (Bobbe, 1993: 68-69). El bajo rendimiento cinegético de las mismas, un lobo por cada diez batidas celebradas entre 1995-2000 (Campo y al. 2001: 30 y 34), contribuye a corroborar este percepción. Lo anterior ha llevado a los pastores a cuestionarse hasta qué punto entra entre sus cometidos las tareas de control y muerte del lobo y apuntan a que las labores de vigilancia del lobo debería correr por cuenta de técnicos y guardas forestales [14] .

1.2. Jornada laboral del pastor.

En el extremo occidental, como sucede también en el conjunto del territorio vasco, se pueden diferenciar dos tipos de pastores desde el punto de vista del manejo del rebaño durante su estancia en los pastos de altura: el pastor con txabola y redil anexo en la majada de la sierra (pastores de sierra Salvada) y el pastor que acude diariamente al monte (pastores de Badaia y Gibijo) con el fin de orientar por la mañana la marcha del rebaño en dirección a la circulación deseada por la zona de pastos y al atardecer, localizar y reunirlo en una zona abrigada, dotada en ocasiones de aprisco.

La jornada laboral del pastor se prolonga por los siete días de la semana. La mayor dedicación del pastor viene dada por fases de la producción como la paridera, en la que el reto del pastor es cómo superar el sueño, y el ordeño, en el que se enfrenta al cansancio producido por una operación repetida todos los días dos veces (mañana y noche) durante cinco meses. Sin finalizarse totalmente la fase de ordeño, los pastores suelen abrir otro período de intensificación de la vida laboral, al superponerse las labores de recolección de forraje y heno. Entre mediados y final del verano, la carga laboral pierde intensidad.

Presente el lobo en la sierra, el pastor soporta una situación de fatiga psicológica generada por el carácter impredecible del ataque. Las labores de localización, reunión y conteo del rebaño en el monte, que el pastor suele realizar por lo general dos veces al día, implican un número de horas variable según sierras: en algunos casos, incluido el trayecto de subida y bajada, puede alcanzar las cuatro horas diarias. A ello, hay que sumar las horas de vigilancia nocturna con objeto de poder reaccionar rápidamente ante el ataque del depredador. Cuando se tiene noticia cierta del campeo del lobo por la sierra, el pastor, cubierto de una manta, duerme dentro del Land rover. La vigilancia para prevención de ataques al rebaño representa una circunstancia laboral expresamente gravosa en determinadas épocas del año como la fase de los partos o del ordeño.

Con objeto de medir el esfuerzo que supone el desempeño de la profesión del pastor del extremo occidental vasco, se procedió a analizar el uso del tiempo que hace en un momento del año, como el mes de noviembre, que se corresponde comparativamente en la vida profesional del pastor con la etapa anual con carga menor de trabajo. El análisis de la distribución del tiempo de cada día permite constatar que la jornada laboral de las personas empleadas en una explotación ganadera ovina con dedicación completa se prolongó por 9:44 horas de media diaria [15]. Este dato evidencia la penosidad, en la que se desenvuelve en el actual contexto social, la jornada del pastor vasco y en concreto, la de los ganaderos especializados en ovino del extremo occidental vasco [16].

La carga total de trabajo, sumado el trabajo productivo y el tiempo empleado en tareas domésticas y cuidados a familiares, ascendió en el otoño de 2003 a 10:47 horas al día. El pastor destinaba la mayor parte de este tiempo a tareas productivas. El ritmo laboral de los pastores de zonas loberas presenta substanciales contrastes con el uso del tiempo por parte de las personas ocupadas en la CAPV durante el año 2003 (tabla 7). La carga global de trabajo de estas últimas no alcanzaba las 7 horas diarias por semana (6:58 horas), dedicadas principalmente a trabajos remunerados (5:42 horas).

La comparación de los datos de uso del tiempo por pastores en zonas con y sin lobo permite medir en cierto modo las repercusiones de la presencia del mamífero salvaje en la jornada laboral de la mano de obra de las explotaciones ovinas profesionalizadas (tabla 5). Con una carga de trabajo inferior (9:50 horas), la dedicación a actividades productivas de los pastores de zonas no loberas presenta diferencias significativas: 31 minutos diarios menos por persona empleada en la explotación en dedicación completa en comparación con las explotaciones radicadas en zonas con lobo. Este incremento en la jornada productiva, achacable a la presencia del cánido salvaje, equivale al trabajo de una persona ocupada durante un mes y tres días y medio (189 horas) en jornada normalizada de 40 horas semanales.

Tabla 6: Tiempo medio (hh:mm) por día a la semana empleado por jefes de explotaciones ovinas, radicadas en zonas con y sin lobo, según tipo de actividad.

Tipo de actividad

Zona

lobera

Zona

no lobera

Diferencia

Sueño, comidas y cuidados personales

10:23

10:44

-00:21

Trabajo en la explotación y formación

09:44

09:13

+00:31

Trabajos domésticos y cuidado a personas

01:03

00:37

+00:25

Ocio y vida social

02:15

02:43

-00:28

Trayectos

00:35

00:42

-00:07

Fuente: Encuesta piloto a pastores y ayudas familiares en noviembre de 2003.

 

Tabla 7: Tiempo medio (hh:mm) por día a la semana empleado en 2003 por jefes de explotaciones ovinas radicadas en zonas con lobo y personas ocupadas en la CAPV según tipo de actividad.

Tipo de actividad

Zona lobera

C.A.P.V.

Diferencia

Sueño, comidas y cuidados personales

10:22

11:29

-01:07

Trabajo y formación

09:44

05:42

+04:01

Trabajos domésticos y cuidado a personas

01:03

01:16

-00:13

Ocio y vida social

02:15

04:20

-02:05

Trayectos

00:35

01:23

-00:48

Fuente: Encuesta piloto a pastores y ayudas familiares; Eustat (2006: 32).

 

Tabla 8: Tiempo medio (hh:mm) por día a la semana empleado en 2003 por mujeres de pastores y personas del genero femenino ocupadas en la CAPV según tipo de actividad.

Tipo de actividad

Exp. ovinas

C.A.P.V.

Diferencia

Sueño, comidas y cuidados personales

10:51

11:22

-00:31

Trabajo y formación

05:24

05:57

-00:33

Trabajos domésticos y cuidado a personas

04:37

02:56

+01:41

Ocio y vida social

02:28

03:18

-00:50

Trayectos

00:37

01:26

-00:49

Fuente: Encuesta piloto a pastores y ayudas familiares; Eustat (2006: 32).

El intento de recolonización que el cánido salvaje protagoniza en el territorio del occidente vasco alcanza un período temporal que supera la quincena de años. Por ello,

se puede estimar que la carga laboral representada por el lobo para cada activo empleado en dedicación completa en una explotación extensiva de ganado ovino radicada en el territorio vasco occidental se equipara como mínimo a la jornada anual de una persona ocupada en lo sectores de la industria y servicios.

El trabajo, que no hace el pastor por estar en el monte vigilando las ovejas, por participar en batidas, etc., recae en otra persona de la familia (la mujer, los hijos, los padres, etc.). De este modo, la presencia del lobo promueve la intensificación de la jornada laboral en la mano de obra familiar de las explotaciones ovinas.

La comparación del uso del tiempo por mujeres ocupadas en la CAPV y las mujeres que trabajan como ayudas familiares en las explotaciones ganaderas de ovino latxo, según se refleja en la tabla 8, permite comprobar que si bien la carga semanal de trabajo productivo de estas últimas es menor (33 minutos diarios menos), las obligaciones globales, sin embargo, son mayores por su mayor implicación en las atenciones en el hogar y en el cuidado a miembros de la familia (1:41 horas). Por ello, la carga laboral total de las mujeres de los pastores supera en una hora y 8 minutos diarios a las de las mujeres ocupadas de la CAPV.

Estas diferencias en el uso del tiempo de las mujeres de los pastores de zonas loberas con las mujeres ocupadas en la CAPV descenderían, si no se diera la presencia del lobo. Por un lado, se desentenderían de tareas asumidas con ocasión del regreso del cánido salvaje como adquirir y preparar la comida de los perros mastines; su aportación al proceso productivo en la explotación se circunscribiría básicamente, como venía sucediendo, a la producción y comercialización de quesos. Por otro, una parte del tiempo destinado por sus maridos a tareas productivas vinculadas con la protección del rebaño se canalizaría posiblemente a tareas domésticas y familiares [17]. De este modo, quedarían descargadas, al menos, en parte de sus actuales obligaciones domésticas y familiares en un contexto en el que la mujer está abandonando su papel secundario y cobra cada vez mayor importancia la presencia femenina en la vida asociativa de contenido profesional (Elorza, 2006: 350-357).

La jornada laboral del pastor y de los miembros de la familia de las zonas loberas, en este contexto, se ve condicionada en parte por el cánido salvaje hasta el punto que no faltan pastores que dicen de forma en cierto punto exagerada que, en estos momentos, “el horario nos lo marca el lobo”. Aunque el ritmo de la jornada laboral le viene en última instancia impuesto básicamente al ganadero de ovino por la cría de la oveja latxa, la presencia del lobo contribuye en cualquier caso a empeorar todavía más una situación laboral de por sí gravosa.

2.- Deterioro de unas endurecidas condiciones de vida.

El manejo de la oveja latxa requiere una disponibilidad continua a lo largo de todo el año. El disfrute de vacaciones representa en el sector una circunstancia excepcional, que solamente, sucede durante la vida profesional en ocasiones muy puntuales (boda, período semanal de vacaciones en alguna ocasión). El pastor tiene que conformarse normalmente con períodos libres que no alcanzan generalmente la duración de día entero. Últimamente, un grupo selecto de pastores empieza aprovechar la caída en el ritmo laboral para irse una semana de vacaciones a finales del verano o en el otoño.

Las condiciones de vida del pastor, particularmente, las de los pastores de txabola en el monte, se han distinguido históricamente por su dureza. La situación del pastor con txabola ha experimentado, sin embargo, en los últimos decenios una importante mejoría. La mayoría de las txabolas está preparada hoy en día con los equipamientos domésticos propios de una casa del valle, algo impensable hace más de tres décadas. La construcción de pistas, los avances en medios de transporte y los adelantos en sistemas de comunicación han terminado por romper el aislamiento familiar y social en que se ha desenvuelto secularmente la vida del pastor en el monte. Todo ello ha servido indudablemente para eliminar los aspectos sociales más hirientes de una profesión, que, a pesar de los cambios habidos, mantiene, sin embargo, rasgos de dureza, que la presencia del lobo ha venido a incrementar.

Las labores extra de vigilancia nocturna, las horas consumidas en batidas, las preocupaciones y estrés generado por todo ello, no han hecho sino empeorar la deteriorada calidad de vida del pastor y de su familia. Como consecuencia del incremento de la jornada laboral, el tiempo dedicado a otras actividades como la cobertura de necesidades fisiológicas (sueño, reposo, comidas,…) y cuidado personal o, principalmente, la participación en actividades de ocio y vida social se han visto reducidas de manera notable.

Los pastores de zonas loberas dedican 10:22 horas a satisfacer las necesidades fisiológicas y cuidados personales y 2:15 horas en actividades sociales y de ocio. La comparación con pastores de ovino de las zonas sin lobo reflejan las diferencias en la carga global de trabajo y el impacto del lobo en sus condiciones de vida: 21 minutos diarios menos en el primer apartado (127:45 horas anuales) y 28 minutos diarios menos en el segundo (170:20 horas anuales). Estas diferencias son todavía más acusadas en relación con el conjunto de personas de sexo masculino de la CAPV en situación de ocupadas, que destinan a las actividades mencionadas 31 y 58 minutos diarios más que los pastores radicados en zonas loberas. En un cómputo anual, la persona activa urbana dispone de 352: 50 horas en tiempo dedicado a la vida social y 188:35 horas en período destinado a la atención personal, de las que carecen los pastores de ovino de zonas loberas.

El contraste vuelve a repetirse entre las ayudas familiares de género femenino empleadas en explotaciones ovinas profesionales de zonas loberas y las mujeres ocupadas en el conjunto de la CAPV en cantidades de tiempo muy similares: 31 minutos diarios menos en atender a tareas de cuidado personal y la reducción de 50 minutos en actividades de ocio y sociedad. La calidad de vida del pastor, agravada ya de por sí, experimenta un deterioro por impacto del lobo, lo que lleva a ciertos pastores a decir que “el lobo nos ha machacado la vida social”, es decir, el nivel de vida social disfrutado antes de la aparición de la especie.

3.- Desorientación profesional.

Los pastores de zonas loberas se sienten “totalmente indefensos”, pues según sus palabras, “siempre, se habla del lobo, pero no se habla de pastor”. Los pastores viven la situación como ofensiva. Practican un pastoreo extensivo, respetuoso con el medio ambiente y con la naturaleza. Mantienen la biodiversidad. Conservan el paisaje. Gestionan el territorio. Suministran productos sanos y de calidad a la sociedad. Sin embargo, son continuamente criticados por defender la incompatibilidad del lobo con el pastoreo extensivo desde sectores ecologistas de procedencia urbana. Los pastores tienen la sensación de que nadie se pone en su situación y trata de entender sus argumentos. Por ello, piden a quién les quiera escuchar que nadie pretenda que ellos hagan lo que los demás no están dispuestos a hacer (Basterra, 2004).

El regreso del lobo es percibido como un factor agravante de las condiciones de trabajo, ya de por sí duras, y un factor estructural que genera estrés y pone en cuestión sus prácticas productivas y sus modos de vida. Algunos pastores, en este situación, subrayan los componentes negativos del oficio de pastor de ovejas de raza latxa que, de otro modo, habrían seguramente quedado en segundo plano y reniegan de los aspectos positivos que les llevaron a elegir una profesión par la que se requiere una fuerte vocación. Todo ello les lleva a interpretar la situación como una carga insoportable de la que aspiran a escapar en cuanto se les presente la primera oportunidad seria de poderlo llevar a cabo con unas mínimas garantías.

Determinados pastores de las zonas loberas, víctimas de depresiones nerviosas o simplemente, cansados de esta situación, han empezado a optar por vender el rebaño de ovejas de raza latxa y cambiar de orientación productiva, por lo general, vacuno de carne. Esta elección se ha extendido, por ejemplo, entre pastores del valle de Karrantza, lo que ha derivado en un descenso en el censo de efectivos de la variedad de la raza ovina latxa en la variedad de cara negra (Campos, 2004: 106-107). La presencia del lobo en las sierras occidentales vascas ha llevado a algunos pastores a reducir el tiempo de pastoreo en montaña. Por otro lado, no faltan tampoco los que sin abandonar la oveja latxa, han pasado a complementar su cría extensiva con la cría estabulada e intensiva de otras razas ovinas de mayor rendimiento en la producción lechera, caso, por ejemplo, de la oveja de raza assaf [18]. Un complemento que se antoja por un periodo provisional, que permita la correspondiente adaptación entre ganadero y animal hasta su completa generalización en la explotación.

La opción de cambio de orientación productiva ganadera es también asumida por aquellos jóvenes que provenientes de familia de pastores de ovino, deciden quedarse en la explotación. La pérdida de calidad de vida y las crecientes inversiones requeridas para modernizar la explotación representan elementos, que actúan de factor disuasorio a la hora de facilitar el rejuvenecimiento del grupo de pastores profesionales. El lobo, desde esta perspectiva, representa una dificultad añadida. Todo ello queda en cierto modo reflejado en el descenso anual de la cabaña ovina alavesa y en la reducción del número de pastores profesionalizados, aspectos ambos comentados más arriba.

El lobo, en cualquier caso, no puede ser considerado el determinante y responsable último de la desaparición de explotaciones ganaderas de pastoreo extensivo o de la posible sustitución de razas autóctonas extensivas de ovino por otras más intensivas y productivas. En la situación de vulnerabilidad, que distingue al sector ovino en el extremo occidental vasco, el lobo, sin embargo, precipita procesos y actúa de revulsivo de cuestiones en las que, como cualquier otro profesional preocupado por su sector de actividad dentro de un mercado cada vez más globalizado y competitivo, no dejan de pensar diariamente los pastores (Murias, 2003). En unos casos, la presencia del lobo precipita un aumento en los ritmos de procesos socio-económicos (descenso de la cabaña, reducción del pastoreo en montaña, etc.) que de otro modo, hubieran sido más moderados y prolongados en el tiempo. En otros, agita las conciencias y hace aflorar a la superficie con total intensidad debates sobre la producción ovina (calidad/cantidad, extensiva/estabulada, tradicional/moderna, artesana/industrial, sostenible/insostenible) o acerca de las condiciones de vida del pastor que quizá, se hubieran mantenido de otro modo en un tono y con una repercusión relativamente menores.

III. CONCLUSIONES.

El regreso del lobo a territorio vasco ha provocado una serie de cargas productivas, económicas y sociales. Las indemnizaciones concedidas por las administraciones vascas cubren básicamente los daños económicos directos, fácilmente asumibles por su baja cuantía económica desde una perspectiva global. En territorio alavés, el volumen del mismo está cifrado en aproximadamente 75.000 euros anuales (Servicio de Montes, 2005). Por ello, el costo de la presencia del lobo en territorio vasco recae hoy en día primordialmente sobre las espaldas de los pastores, al no comprender las indemnizaciones concedidas el quebranto económico indirecto ni mucho menos, el aumento de los costes productivos y los perjuicios laborales y sociales, causados por motivo del lobo. En el caso de compensarse por estas cuestiones a los pastores, el costo de la conservación del lobo alcanzaría cifras muy distintas a las actualmente manejadas. La cantidad en cuestión pasaría actualmente a tener seis o más en vez de las cinco cifras manejadas en la actualidad.

La conservación y gestión de una especie de la fauna silvestre como el lobo, por otro lado, no puede realizarse de forma permanente y estructural en detrimento de determinadas actividades económicas y modos de vida, que como el pastoreo de ovino extensivo, contribuyen y condicionan la persistencia y conservación de los agro-ecosistemas montanos del País Vasco. La “naturaleza” conservada en territorio vasco esta formada, en este sentido, por sistemas y comunidades de seres vivos modelados en la co-evolución mantenida durante el proceso histórico por las comunidades rurales con los elementos naturales del entorno. De no tenerse en cuenta esto último, consecuencias no deseadas ni queridas terminarán por aparecer en el territorio del extremo occidental del País Vasco. En este sentido, todo apunta a que la presencia del lobo en la sierra puede contribuir a la intensificación de los ritmos de procesos distintos, todos ellos importantes desde el punto de vista biológico o social, como la regresión del pastoreo extensivo, el retroceso de las razas rústicas autóctonas, la degradación paisajística y la simplificación ecológica.

La situación descrita podría ser indudablemente otra, si por medio de la concertación, se llegaran a abordar cuestiones como la zonificación en el control y gestión de las poblaciones de lobo dentro del territorio de la cornisa peninsular y el establecimiento de medidas de fomento con el fin de prevenir la depredación del mamífero salvaje, dinamizar el pastoreo extensivo según las circunstancias de las diferentes sierras de montaña y reforzar el bienestar y calidad de vida de los pastores.

En orden a conseguir unas dignas condiciones laborales, resulta imprescindible arbitrar procedimientos tanto para descargar al pastor del impacto laboral entrañado por las tareas de prevención y defensa ante los ataques del lobo como también, y sobre todo, para introducir días y períodos de descanso en la continuada atención exigida por la explotación ganadera de la oveja latxa. Por otra parte, parece imprescindible arbitrar líneas específicas de ayudas para las explotaciones ganaderas de ovino afectadas de manera particular por sucesivos y repetidos ataques del lobo.

Todo ello, en definitiva, facilitará el relevo generacional de las explotaciones extensivas ovinas y redundará en favorecer la conservación de una biodiversidad que es reflejo de técnicas productivas y prácticas culturales con secular raigambre en las comunidades rurales de la sociedad vasca.

IV. BIBLIOGRAFÍA.

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NOTAS A PIE DE PAGINA

[1] El texto del artículo constituye una reformulación, desarrollo y ampliación del contenido de trabajos realizados con anterioridad por el autor sobre el mismo tema (Garayo, 2004 a y 2007). Para la elaboración del texto, se han utilizado fuentes diferentes: estadísticas públicas, consulta de la prensa diaria, entrevista abierta a pastores de la zona lobera alavesa y una encuesta sobre uso del tiempo por familias de pastores en territorio alavés.

[2] El queso Idiazabal goza de una reconocida estima a nivel  internacional. La asociación Euro-Toques que integra a más de tres mil cocineros de prestigio europeos, acordó en 1992 incluir al Queso Idiazabal en el catálogo de los 15 mejores productos del Patrimonio Culinario Europeo. La Academia Internacional de Gastronomía le otorgó en 1993 su medalla de Oro. La profesionalidad y formación adquiridas por los pastores elaboradores, reflejada en la calidad del producto, viene siendo reconocida en los últimos años por medio de los importantes galardones concedidos en certámenes de nivel estatal e internacional a quesos de la Denominación Idiazabal elaborados por pastores en su propia explotación. Así, pastores vascos obtuvieron por tres veces consecutivas el primer premio al mejor queso artesano de pasta prensada puro de oveja en las ediciones de “Mejores Quesos Españoles” de los años 2001, 2003 y 2005, iniciativa organizada por el MAPA bianualmente (Diario de Noticias de Álava, 24 de septiembre de 2005, 11). Los premios comenzaron a generalizarse durante el año 2006, en el que fueron premiadas ocho explotaciones de pastores elaboradores de queso en concursos nacionales (Barbastro, Gourmet, Platos de Oro de Radio Turismo,  Quesos artesanos del Pirineo, Premio Cincho de Castilla y León) e internacionales, como el caso del Concurso del Tirol (Austria), en el que en competición con 315 quesos premiados en muestras de ámbito local organizadas en catorce países diferentes, se obtuvo una medalla de plata (El Correo, 12 de diciembre de 2006, 10). En el certamen de los World Cheese Awards, celebrado el 19 de marzo de 2007 en Londres, doce quesos de productores artesanos, tres de ellos con la medalla de oro, cuatro de plata y cinco de bronce, fueron galardonados dentro de la categoría de queso acogido a una Denominación de Origen entre los casi 2.000 presentados por explotaciones europeas, americanas y africanas (Diario de Noticias de Álava, 24 de marzo de 2007, 12).

[3] Según la investigación realizada sobre la situación del pastoreo de la zona de Zegama y montes de Aizkorri y Urbia, el rebaño medio de las explotaciones de los pastores profesionales se situaba durante al año 1980 en la cifra de 200 ovejas; esta cantidad superó los 300 efectivos en el año 2000 para avanzar actualmente hacia las 350 cabezas (Apaolaza, 2006: 67-69). La situación puede considerarse muy similar en el conjunto del territorio vasco. En concreto, el tamaño medio de los rebaños de las explotaciones con OTE de ovino de la comarca del alto Nervión ascendía en el año 1980 a 212 ovejas (Cruzado y al., 1980: 111), dimensión prácticamente similar a la de la zona de Aizkorri y Urbia en l amisma fecha. Las estadísticas oficiales, sin embargo, agrupan  en un mismo tramo los rebaños de 200 a 399 cabezas, lo que imposibilita poder analizar la evolución experimentada por los rebaños de 300 a 399 en los últimos años.

[4] Los rebaños de 400 ovejas y más pasaron de 25 en el año 1995 a 44 en el año 2000, para caer a 29 en 2005.

[5] Técnicos de la empresa ARTALDE, antigua cooperativa ya desaparecida y radicada en Valderejo, estimaron una caída de 50 puntos porcentuales en la fertilidad del rebaño, estimada en el 80%, y reducida al 30 % por causa de los ataques del lobo (Garayo, 1998: 246).

[6] Luis Marí Ruiz de Zarate, de Abornícano (Urkabustaiz)y uno de los pastores alaveses más afectados a nivel individual por las lobadas, explicó con motivo del ataque a una oveja en las inmediaciones del pabellón de la explotación en la madrugada del 1 de marzo de 2007 que la muerte de la misma, por encontrarse en estado de gestación, había supuesto la pérdida de los corderos que iba a alumbrar y su producción de leche. Además, por ser un animal sujeto a programas de selección, quedaba rota la futura transmisión de la información genética acumulada por medio de la reproducción (El  Correo, 2 de marzo de 2007, 11).

[7] Pedro López Retamero, pastor de Unzá (Urkabustaiz), manifestó en declaraciones realizadas a la prensa que frente a una cabaña de 6.000 - 5.000 cabezas de ganado ovino pastantes en la sierra de Gibijo hace unos años, la misma se redujo en el año 2000 a 2.000 y en el 2001 a 1.000 (Egunkaria, Gara, El Periódico de Álava, 21 de noviembre, 2001).

[8] Como señalaba el pastor López Retamero en una entrevista: “Actualmente, no podemos dejar de ningún modo solo el rebaño en el monte. Por ello, decidimos tener las ovejas lo más cerca posible de las explotaciones, pero ello, al no poder usar los pastos comunales, nos acarrea el encarecimiento de los factores de producción” (Egunkaria, 21 de noviembre de 2001).

[9] El pastor de Gujuli (Urkabustaiz),Pablo Basterra, en declaraciones realizadas al Periódico de Álava, señalaba que una explotación de ovina que hoy en día no cuente con la protección de este tipo de perros estaba condenada a desaparecer para a continuación afirmar  que los mastines por sí solos “no logran acabar con los ataques, aunque eso sí, al menos, te aseguras de que te van a matar como mucho dos o tres ovejas, pero no 35, que es lo máximo que yo he visto” (El Periódico de Alava, 2 de diciembre de 2002, 2).

[10] López Retamero, 2001; Eguiluz, 2001, II; Gara, 1 de junio de 2002, 2-3.

[11] La prensa ha informado de hasta seis diferentes ataques de perros mastines desde 1999. Entre estos, merecen destacarse el ataque a un ganadero jubilado en Bóveda (Egunkaria, 25 de junio de 2000), a un niño de cuatro años en Oiardo (El Correo, 24 de junio de 2005, 10)  y a una joven excursionista llodiana  en la Sierra de Gibijo, junto al nacimiento del río Nervión (El Correo, 25 de mayo de 2005, 11). Este último estuvo precedido y continuado por el envío de escritos a la sección de cartas director por parte de ciudadanos que se quejaban por la proliferación de perros mastines en áreas del monte frecuentadas por senderistas, seteros, cazadores y montañeros (El Correo, 8, 11 y 24 de mayo y 30 e junio de 2005).

[12] Por ahora, ningún pastor vasco ha tenido que comparecer ante los tribunales por ataques de mastines. Sin embargo, esto ya se ha producido en Francia, en donde Thierry Colomban, ganadero del macizo de Monges á Saint Geniez, en el Departamento de Alpes-de-Hautes-Provence, fue juzgado y declarado culpable en el año 2004, aunque sin pronunciarse pena en su contra, por las heridas involuntarias provocadas por un mastín a un paseante y a su perro (Vincent, 2005).

[13] Pablo Basterra, tras asegurar su participación en sesenta batidas en el período de un año, señalaba que “me quedé sin vacaciones y perdí sesenta días míos enteritos. Esto se ha acabado. Yo no doy una batida más. Esto no es así, porque yo no tengo que ser el responsable de controlar el lobo ni de matarlo” (El Periódico de Álava, 21 de noviembre, 2001).

[14] Véanse en concreto las noticias aparecidas en Gara, 1 de junio, 29; Ardatza, nº 359, 30 de octubre de 2002; El Periódico de Álava, 2 de diciembre de 2002, 3; Deia y Gara, 21 de marzo de 2003, 37.

[15] Los datos reflejados son el resultado de un estudio piloto realizado sobre la distribución del uso del tiempo entre pastores de ovino que utilizan pastos en sierras de montaña. La realización del estudio se llevó a cabo durante las cuatro semanas de noviembre de 2003. Las explotaciones familiares estudiadas estaban especializadas en la producción ovina. Los miembros de la familia de cada explotación ovina, ocupados en actividades productivas, procedieron a registrar los datos de uso del tiempo según el modelo utilizado por el EUSTAT en cada uno de los días de una semana. Durante la investigación, se recogieron datos de 16 explotaciones familiares: 12 de zona lobera (Sierras de Guibijo y Salvada: municipios de Urcabustaiz, Orduña y Aiala) y 4 de otra no lobera (Llanada Oriental: Asparrena, San Millán y Salvatierra). La información presentada es el resultado de los datos contenidos en 161 cuestionarios.

[16] La distribución del tiempo de trabajo de los pastores presenta una acusada diferencia en relación con los tiempos máximos establecidos en la legislación laboral para trabajadores por cuenta ajena: 1.826 horas y 27 minutos anuales en una jornada de 9 horas diarias con una duración de 40 horas semanales. La jornada laboral del pastor profesional de ganado latxo representa 68:08 horas semanales y supone el doble de lo establecido anualmente como máximo para los empleados por cuenta ajena en la legislación laboral.

[17] La aportación masculina a las tareas domésticas y familiares por parte de los pastores de ovino del extremo occidental vasco, está, en este sentido, 14 minutos diarios de media por debajo de la contribución de la población masculina ocupada de la CAPV.

[18] ARTALDE trató de introducir a principios del decenio de los noventa del pasado siglo ovejas de raza “Assaf” en su fracasado intento empresarial emprendido en Valderejo. La cooperativa desistió, sin embargo, del proyecto por la falta de apoyo financiero (Garayo, 1998). La oveja assaf empezó a ser introducida en Álava hace siete años y en la actualidad, se encuentra extendida por cinco explotaciones alavesas (Diario Vasco, 22 de febrero de 2007, 7). Estas han formado una agrupación para trabajar conjuntamente el control de los rendimientos e implantar de cara al futuro  un programa de mejora genética (Diario Vasco, 28 de febrero de 2007, 3). Si bien la penetración de la oveja assaf es todavía reducida en la C.A.P.V., su situación es de franca expansión en Navarra, en donde existen 70 explotaciones de assaf (Diario Vasco, 7 de marzo de 2007, 10-11). Los debates sobre la sustitución de las razas autóctonas por ovejas assaf o lacaune han adquirido fuerza en territorio navarro. Concretamente, las discusiones son especialmente vivas en el seno del Consejo Regular de Denominación de Queso del Roncal, producto elaborado con leche cruda obtenida en ovejas de raza latxa, rasa navarra y cruce en primera generación de latza con milchschaf. Los productores de queso tratan de aprovechar la demanda creciente de la marca para ampliar desde el año 2000 la oferta quesera por medio de la introducción de leche de razas ovinas foráneas (Diario de Navarra, 30 de octubre de 2003, 57; Egunkaria, 11 de enero de 2004, 19; Berria, 20 de noviembre de 2005, 7; Diario de Navarra, 28 de febrero de 2007, 27; Diario de Navarra, 8 de marzo de 2007, 56-57). Las posiciones de los ganaderos se encuentran enfrentadas, según pertenezcan a los sindicatos EHNE, que está en contra de la introducción de razas foráneas o de la mezcla de latxa con las mismas (Gara, 14 de octubre de 2003, 5; Ardatza, 29 de octubre de 2003, 13; Diario Vasco, 28 de febrero de 2007, 2-3; Diario de Navarrra, 1 de abril de 2007, 28) o a UAGN, que está a favor de abrir puertas, aunque sean intermedias, a su introducción (Diario de Navarra, 23 de enero de 2005, 27 y 19 de abril de 2007, 57). En reunión celebrada el día 16 de marzo 2007, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen acordó, como había hecho seis años antes en relación con la milschaf, admitir la leche de ovejas de primera generación de cruzamientos entre latxa y razas foráneas de assaf y lacaune en la obtención de queso del Roncal e introducir como requisitito un 50% de oveja latxa en la composición del rebaño  (Diario Vasco, 17 de marzo de 2007, 6; Diario de Noticias de Navarra, 17 de marzo de 2007, 42).