NOTICIA DE LAS COSAS MEMORABLES DE GUIPUZCOA / PABLO GOROSABEL

LIBRO II 

DE LOS HABITANTES DE LA PROVINCIA

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CAPITULO V 

DE LAS OCUPACIONES DE LOS NATURALES

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SECCIÓN I

De las ocupaciones en la agricultura

/7/ Cosa sabida es que la generalidad de los habitadores de Guipúzcoa se dedica a la agricultura, bajo cuya denominación se comprende la labranza de las tierras, la cría de ganado vacuno, ovejuno y de cerda, la de las aves de corral, etc. Pertenece también al mismo ramo el cultivo de los manzanales, viñedos, castañales y otros árboles frutales, el de los linares y diferentes géneros de hortaliza. La plantación y conservación de bosques, el corte ordenado de leñas, la fabricación de la sidra, del vino chacolí y quesos, así como la conservación y beneficio de otros productos .del terreno, ya sean /8/puramente naturales, ya se deban a la cooperación o trabajo del hombre, deben considerarse igualmente como dependencias de lo que comúnmente se conoce bajo el nombre genérico de agricultura. Sus producciones se hallan mencionadas en el libro I, capítulo II, sección III, a donde, remito al lector; y, por consiguiente, fue limitaré aquí a dar una idea general del estado en que se halla este ramo, con algunas breves consideraciones. La índole de la presente obra no permite tratar del asunto con mas extensión.

El cultivo de tierras de esta provincia hasta el siglo XVI era de tan poca importancia, que sus granos apenas llegaban a alimentar en la mitad del año la escasa población de entonces. Tan cierto es esto, que la provincia en todo los documentos antiguos acostumbró constantemente representar que su terreno era infecundo y estéril. De aquí procedieron los permisos dados a ella por los Reyes de Castilla para traer de la Bretaña, Normandía y otros puntos de Francia, así como de Inglaterra y Países Bajos, los cereales necesarios para el sustento de sus habitantes. Este fue también el motivo de las facultades concedidas por ellos a la misma provincia para la celebración de las conservas con los de Bayona y otros pueblos fronterizos de la tierra de Labort, de que se hablará más adelante. A la verdad, apenas podía suceder otra cosa en el estado en que por entonces y aún mucho tiempo después subsistió este país, lo  mismo que la generalidad del .reino, por efectos de las ideas reinantes. Gran parte de sus terrenos eran propiedad de los pueblos, que por lo regular cuidaban poco de su roturación, cultivo y plantaciones. Otra parte pertenecía a parientes mayores, a poseedores de mayorazgos, a iglesias y establecimientos /9/ de beneficencia, quienes tampoco ponían mucho esmero en aumentar la labranza de sus fincas, de que no podían disponer con libertad, limitados sus derechos a usufructuar.  Reducida así la propiedad territorial a un corto número de personas, y careciendo estas del interés necesario para hacer en ellas mejoras, la agricultura de Guipúzcoa no podía dejar de resentirse mucho en sus efectos, y más todavía por las dificultades que había para dar salida a los frutos. Sus montes y parajes costaneros debían estar, por otra parte, poblados de espesos arbolados naturales, y los que no llenos de argomales, zarzales y matorrales incapaces de todo cultivo.

Consiguiente a lo expuesto, se puede decir que en los tiempos antiguos apenas se labraban más que los terrenos llanos de las vegas, y alguna que otra ladera inmediata a las poblaciones. Su producto al principio se reducía al mijo, y más adelante se fue extendiendo al trigo y maíz, así que al nabo para alimento del ganado vacuno. Así que, nada tiene de extraño el que nuestros antepasados representasen en el sentido que queda expresado con respecto a las cosechas de esta provincia, ni debe admirar el que hubiesen en ella las frecuentes hambres, o al menos grandes penurias de que habla su historia. Tal era el miedo que se tenía de semejante calamidad, que las ordenanzas municipales de algunas villas prohibían plantar árbol alguno en los terrenos próximos a ellas destinados al cultivo.  No era esto por otra causa, sino para evitar la falta de la cosecha de los granos para la manutención de sus habitantes. Esperar que viniesen ellos de otros pueblos, hubiera sido una temeraridad en aquellos tiempos en que las autoridades locales los retenían cuando quiera a su paso /10/ por igual necesidad que experimentaban. ¿Y con qué aliciente conducirlos del interior los arrieros especuladores en este tráfico, viéndose expuestos á tantas extorsiones? La crónica del rey D. Enrique II, al referirla jornada que por el mes de Junio  de 1374 hizo este monarca por Guipúzcoa sobre Bayona, confirma la falta de bastimentos que había en ella. Dice que «la hueste del rey fue muy »menguada de viandas, ca por la tierra non las podía haber, lo uno, por las grandes aguas, e lo al por la tierra de Guipúzcoa ser muy arredrada de donde son las viandas.» Compárese este miserable estado antiguo de la provincia con el moderno, en que se han mantenido en ella tantas masas de tropas nacionales y extranjeras.

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La agricultura de esta provincia, tan atrasada y nula en lo antiguo, debe adelanto posterior á varias causas reunidas. Consisten las unas en los métodos de labrar las tierras, y señaladamente en  la aplicación del uso de la cal y de más cantidad de estiércol para el abono de las mismas. Otras proceden de la enajenación de mucha parte de los bienes de propios de los pueblos, verificada principalmente para pago de las atenciones y deudas contraídas por ellos con motivo de las guerras de España con el extranjero. Verificose aquella principalmente a consecuencia de la ocurrida en 1794 contra la República francesa, de la de la independencia de 1807a 1813, y de la última guerra civil de 1833a 1839 inclusive. También ha procedido dicho adelanto de la venta de terrenos pertenecientes a capellanías, memorias, obras pías, casas de misericordia, hospitales y otras manos muertas, ejecutada a principios del presente siglo con destino a la extensión de los vales reales. Del mismo modo ha contribuido a ello la venta que /11/ modernamente se ha realizado de los bienes correspondientes a vinculaciones, clero secular y regular, capellanías colativas, propios de los pueblos, beneficencia, instrucción pública y demás establecimientos de carácter civil. Con tales medidas se ha puesto en circulación una gran masa de bienes antes poco cuidados por lo general; sus nuevos propietarios han roturado multitud de terrenos incultos y cubiertos de matorrales; en fin, se han construido nuevos caseríos para la habitación de los labradores, abrigo del ganado, etc. La apertura de caminos de coches y vecinales, que facilitan el transporte de todos los artículos que requiere la labranza, así como el de los productos sobrantes de la misma, ha contribuido igualmente no poco al adelanto actual de la agricultura. En la misma forma ha influido la abolición de la tasa de granos, del señalamiento de horas para su venta en los mercados a los forasteros; así que la de otras extorsiones, que tan usuales eran en los tiempos pasados. Su observancia impedía al labrador y al propietario la libre venta de sus sobrantes, y por consiguiente le quitaban el aliciente necesario para la producción de los mismos. Merced, pues, a todas las providencias ya expresadas, la agricultura de esta provincia ha alcanzado un estado regular y satisfactorio; y sus cosechas, en medio del aumento de la pob1acjón y de la concurrencia de forasteros, se consideran insuficientes para la manutención de sus habitantes.

Hay que considerar, bien sin embargo, las grandes dificultades que tiene que vencer el labrador de Guipúzcoa para conseguir semejante resultado. En general, las tierras son de inferior calidad, muchas de ellas arcillosas, otras areniscas, y todas de .poca; profundidad;. de modo que para /12/ su cultivo se hace necesario el uso de abonos abundantes, y aún de la cal, que siempre es costosa. No es menos indispensable un continuo movimiento de las mismas por medio de la laya, a fin de limpiarlas de la mucha piedra y materias arcillosas que contienen. Como el país, por otra parte, es tan quebrado y montañoso por lo general, los terrenos reducidos a sembradío ocupan una multitud de laderas costaneras, cuyo cultivo siempre es penoso y difícil de suyo, bajo todos conceptos. A esta dificultad se agrega la necesidad de construir paredes de sostén de tierras, sin las que correrían estas con los frecuentes torrentes de aguas. Si, por el contrario, las heredades están situadas en parajes bajos y llanos, ocurre el peligro de las avenidas de los ríos y arroyos, que debe salvarse por medio de murallones que contengan sus invasiones, capaces de arrastrar todas las tierras con sus mieses. De todo resulta que sobre ser naturalmente penoso el cultivo de las tierras en esta provincia, necesita el labrador invertir en él un capital de consideración; capital cuyo anticipo rebaja bastante el producto líquido de las cosechas que recoge, sin contar los demás dispendios de la materia. Consideración es esta que en una estadística general de la riqueza territorial no debe olvidarse, procediendo en principios de justicia y de buena fe del valor de las producciones agrícolas de esta provincia. donde la labranza de sus tierras cuesta tantos sudores, cuidados y dispendios, no puede regularse como el de las fértiles campiñas del interior, cuyo cultivo es tan fácil, tan descansado y tan poco costoso. La equidad recomienda, pues, que se tomen en cuenta los respectivos gastos del labrador de uno y otro país.

No obstante estos inconvenientes propios de la /13/ naturaleza y calidad de los terrenos sembradíos de Guipúzcoa, es preciso reconocer que su sistema agrícola produce los resultados más ventajosos. Por lo tanto, se puede decir que en ella, el hombre consigne del cultivo de las tierras un partido, que la naturaleza parece se niega a otorgar. Una de las causas de semejante beneficio consiste en la manera de vivir el labrador, o sea, en la construcción de caseríos de labranza diseminados fuera de las poblaciones sobre los campos mismos. Las ventajas que ofrece este sistema agrícola son principalmente las siguientes: 1ª El labrador que vive sobre las tierras puede cultivarlas mejor que teniendo su morada en la calle ya distancia de las mismas. 2ª Puede vigilar y cuidar mejor de los frutos pendientes, de los daños de los temporales, de la invasión de ganados, de los hurtos de personas, etc. 3ª No tiene que perder tiempo en la ida del pueblo a las heredades, ni de vuelta de estas a aquel. 4ª Recoge con más facilidad las cosechas y los instrumentos aratorios. 5ª El labrador de caserío es más sano, robusto, frugal, morigerado, moral y pacífico que el que vive en una ciudad o villa. 6ª Aquel, en las largas horas de las noches de invierno, puede dedicarse a componer sus aparejos, cuida mejor de los ganados, y empléase en otros trabajos semejantes sin estar metido en tabernas o sidrerías por pasatiempo. Otra de las bases del sistema agrícola de esta provincia es que en ella el labrador no es un simple jornalero, bracero o mercenario, como sucede comúnmente en el interior del reino, sino que trabaja de su propia cuenta y para sí. Consiguientemente, del mismo son los frutos que da el campo, salvo cuando en virtud de convenio los reparte con el propietario y él propio se alimenta. Por esta razón el labrador /14/ de Guipúzcoa está equiparado al dueño del caserío, mientras pague la renta convenida. Sea en dinero, sea en especie, o de ambas maneras. Aunque esto es lo más común en el país, el estilo de arriendos a partir los frutos a medias entre el propietario y colono no deja de ser bastante corriente en la parte baja de la provincia. En tal caso, es claro que el interés del segundo por la buena labranza se disminuye, y las tierras por la escasez de la aplicación de abonos decaen gradualmente; inconveniente que se deja conocer a la primera vista, comparando de dos caseríos de iguales condiciones, arrendados el uno a renta fija, el otro a medio fruto.-

La transmisión de los arriendos de padres a hijos, otra de las bases del método agrícola de esta provincia, conduce así mismo al adelanto de la labranza de las tierras, cultivo de los manzanales, castañales, robledales, etc. Con esta esperanza fundada y probabilidad, el labrador estercola y calea mejor aquellas, rotura argomales y peñascales, y hace plantaciones de árboles; que de otra manera no ejecutaría. Por eso también construye caños , para la salida de aguas, paredes de sostén de tierras, acequias, vallados y otras obras de seguridad y resguardo de la propiedad contra la entrada de ganados y personas extrañas. ¿Qué aliciente tendría el colono para ejecutar semejantes mejoras, si no viviese en la persuasión de conservar el arriendo de la finca durante su vida? ¿Cuál, si no tuviese la esperanza de que en falta suya han de reemplazarse sus hijos? En verdad, nadie trata de hacer semejantes en beneficio de otro tercero, si no es alguna persona de su particular afección. Así que todo cuanto conduzca a infundir en su ánimo la confianza ,de que él mismo se ha de utilizar de sus sacrificios, y después, de él los individuos de su familia, contribuye sin duda poderosamente a realizarlos. Los arriendos de largo número de años y sus traspasos de padres a hijos no pueden, por consiguiente, menos de reportar ventajas de mucha consideración bajo todos estos aspectos. Cierto es que por lo regular los contratos de arriendo de caseríos, ni son escriturados ni para tiempo determinado, sino que se otorgan por años; salva su continuación mientras no preceda la oportuna despedida de parte del amo o de la del inquilino. Sin embargo, esto último apenas se verifica mientras el arrendatario pague la renta, y gobierne bien la finca, a menos que ocurra algún otro motivo particular. El resultado es, pues, que en esta provincia los arriendos de las caserías de labranza continúan por lo común en unas mismas familias y en sus descendientes, como si fuesen una verdadera propiedad suya. Por eso es también por qué los arrendatarios no suelen pretender de los amos el pago del importe de las mejoras, que hayan ejecutado en la finca, mientras se les mantenga en el goce de ésta por medio de su arriendo. Una consideración perturba, sin embargo, la tranquilidad del arrendatario de caserío de esta provincia, que es la posibilidad de que el propietario llegue a venderlo. Las leyes del reino, concediendo al comprador más derechos que los que tenía el vendedor, autorizan al primero para despedir al inquilino, dejando en efecto ulterior el contrato de arriendo todavía pendiente. Su resultado natural es el de contener las inclinaciones o deseos que animan a un buen arrendatario de mejorar la finca. Así, pues, solamente la buena fe, con que generalmente tratan los nuevos propietarios a los arrendatarios de fincas vendidas, puede /16/ neutralizar las perniciosas consecuencias de semejante legislación. .

Según se verá en otra parte, Guipúzcoa tiene una ordenanza relativa a la distancia a que se deben plantar los árboles de las heredades, viñedos y huertas. En su recopilación legislativa existe otra ordenanza dirigida al fomento de los manzanales, por la cual se prohíbe introducir en su territorio sidra de fuera de él, mientras no se consuma la de la cosecha propia. Reconociendo. la misma provincia la gran importancia de la agricultura, ha dictado en los últimos tiempos diferentes providencias dirigidas a su mejora y fomento. Tales han sido principalmente la creación de una comisión permanente de este ramo, compuesta de personas inteligentes y prácticas en él, la traída y propagación del ganado, el establecimiento de una escuela teórica de agricultura en Oñate, la exposición periódica del ganado. La creación de una casa modelo de agricultura en la villa de Tolosa, en el punto llamado Yurreamendi, fue por fin una medida dirigida a realizar prácticamente el adelanto de estos ramos, bajos todos sus conceptos. Muy plausibles fueron indudablemente los deseos que movieron a la Provincia en la adopción de semejantes disposiciones; pero es preciso confesar que en su mayor parte no han correspondido a ellos en la práctica satisfactoriamente.. Así es que la provincia, al ver los abusos que se cometían en la aplicación del cuartillo de real por cada árbol que se plantase, y convencida, además, de que el interés particular es el mejor medio de fomentar la mejora de los montes, suprimió después este premio, cuyo establecimiento venía de tiempos anteriores. Las exposiciones del ganado, que en un principio fueron añales, se redujeron igualmente a cada dos /17/ años, y aun así la opinión pública está dividida acerca de sus ventajas.

Por lo que concierne a la casa modelo de agricultura, fuerza es reconocer del mismo modo que en el concepto general no ha dado los resultados que se esperaban de su creación. Cuantos hombres imparciales y entendidos han estudiado esta materia, han llegado a convencerse de que de todos modos los beneficios que podía producir este establecimiento, no correspondían al gran coste que tenía su conservación. Y a la verdad, ¿qué labrador guipuzcoano puede tomar por modelo una casa que no puede sostenerse por sí misma sin necesidad del auxilio ajeno? Nadie, en mi corto entender. Aquel tiene que pagar la renta al año, mantener, vestir y educar a la familia, y todavía, por lo regular, hace algunos ahorros para acomodo de sus hijos e hijas y para otras atenciones. Nada de esto podría hacer, si arreglase sus trabajos agrícolas a los métodos adoptados en dicha casa modelo; de que se sigue que esta no podía ser aplicada, a lo menos de una manera general, a la labranza de los caseríos de la provincia. Ello es que el cultivo del trigo, del maíz y demás cereales, que es el fondo de nuestra agricultura, cesó en aquel establecimiento, sin haber podido adelantar respecto del método usado hasta ahora en el país, a pesar de os ensayos hechos al efecto, su destino se habría reducido por lo tanto a la mejora y propagación del ganado vacuno y de cerda, así que a la fabricación de quesos. Consiguientemente, las tierras de dicha finca han estado dedicadas al cultivo de la remolacha, de la zanahoria y de algunas yerbas artificiales; y aun así, sus productos no han bastado para la manutención del numeroso ganado extranjero que existía en aquella casa. Por estas /18/ consideraciones, y sobre todo por las de economía las Juntas generales celebradas el presente año en la villa de Oñate han suprimido el mencionado establecimiento agrícola.

La mejora y propagación del ganado de toda clase son, a la verdad, objetos muy; dignos de la atención especial de la autoridad provincial: Sin embargo, permítaseme exponga con franqueza y lealtad que no parece fuese necesario establecer para ello semejante casa modelo de agricultura en la extensión y con las circunstancias con que se hizo. Cuando el interés privado no se considerase por bastante para dicho efecto, como yo creo basta, parece que los medios indirectos llegarían a conseguirlo. Algunos premios por la introducción de toros, vacas, cerdos, ovejas, carneros, etc., de tales o cuales circunstancias o condiciones, serían, al parecer, un buen medio de fomentar este ramo. La supresión de todo derecho, contribución, impuesto provincial o municipal sobre los mismos, al tiempo de su introducción, correspondería al mismo fin. Por último, las exposiciones de toda clase de ganado, así de raza extranjera, como del país, con sus correspondientes premios a quienes la mejorasen, celebradas cada cinco años, concurrirían a este intento sin necesidad de sostener un establecimiento costoso. De todos modos, según mi entender, el ramo del ganado no debe ser exclusivo en nuestro  sistema agrícola, sino más bien combinado con el cultivo del trigo, maíz, manzanales, castañales, haba, habichuela, y demás productos de la tierra, que sería una locura abandonar. Síguese de aquí que la administración pública se halla en el caso de procurar el adelanto de estos objetos, base de la subsistencia de los habitantes del país, no menos que el del ganado vacuno, ovejuno y cerdal.

/19/ Para alcanzar lo uno y lo otro, sería conveniente la existencia de una Comisión permanente de fomento de agricultura, compuesta de personas entendidas en la materia. La misión de ella, que podría reunirse una vez al año en el pueblo de la residencia de la Diputación, bajo la presidencia del Diputado general, debería consistir principalmente en estar al corriente de los adelantos que hiciese el ramo en todas sus dependencias. Conferenciando sobre ellos, podría poner en conocimiento de las Juntas, con oportunas observaciones respecto de la mayor o menor utilidad de su aplicación a las circunstancias y necesidades de este país. A su vez las Juntas podrían disponer lo conveniente a fin de hacer llegar al conocimiento de los labradores y propietarios los expresados adelantos y medios prácticos de su aplicación, sea por medio de circulares impresas, sea por el de cartillas, etc. Paréceme, en una palabra, que en todos estos ramos el interés privado individual es el mejor agente de sus adelantos y perfección. Así debe confiarse en él principalmente, sin que la autoridad pública se ingiera en ellos de una manera directa, y solo, sí, indirectamente, como mera ilustradora y fomentadora de la acción de los individuos particulares. No hago más que unas ligeras indicaciones, que las sujeto al examen y meditación de aquellos a quienes corresponda la determinación de estas materias importantes al bien del país.-