NOTICIA DE LAS COSAS MEMORABLES DE GUIPUZCOA / PABLO GOROSABEL

LIBRO II 

DE LOS HABITANTES DE LA PROVINCIA

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CAPITULO V 

DE LAS OCUPACIONES DE LOS NATURALES

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SECCIÓN II

De las ocupaciones de la industria

/19/ Uno de los ramos principales de la industria de esta provincia ha sido desde lo antiguo hasta los /20/  últimos tiempos el de la fabricación del hierro y acero. Así es que la provincia acostumbró decir constantemente en las exposiciones dirigidas al Gobierno del Rey, que «estaba fundada en el hierro que se labraba en sus ferrerías;» con lo que quería dar a entender que su subsistencia dependía de esta industria, de cuyos productos vivían principalmente sus habitantes. La existencia de las ferrerías masuqueras en el valle de Legazpia, a fines del siglo XIII, consta de la carta-puebla de la villa de Segura, que es del año de 1290, donde se hace mención de ellas. Que estos establecimientos fueron trasladados luego a las cercanías de la misma villa por razón de la mayor seguridad, aparece igualmente de un privilegio despachado por el rey D. Fernando IV en el de 1300, si bien las ferrerías de Legazpia databan de una época todavía más antigua. Bien lo da a entender la denominación de gentil ola que tenía una de ellas, conservada por la tradición; concepto que está sostenido por la creencia vulgar de ser dicho establecimiento anterior a la era cristiana. Legazpia reunía para este efecto las tres circunstancias mejores: río de buenas caídas de agua, minas de hierro y leña abundante para hacer carbón en su proximidad. Por esta misma razón se halla que hubo ferrerías desde tiempos antiguos, a que no alcanza la memoria histórica de las cosas de esta provincia, en los términos de Berástegui, en los valles de la Urumea y Oyarzun y tierra de Irún. Más adelante se fueron extendiendo por toda la provincia, aprovechando para el efecto los muchos saltos de agua que proporcionan sus numerosos ríos, de curso generalmente rápido por razón del desnivel del suelo de la provincia. Así es que por los años de 1626, según dice el doctor Lope Martínez de /21/ Isasti, había en ella labrantes y corrientes ochenta ferrerías mayores y treinta y ocho menores; y consta que aún en el de 1793 había hasta setenta y cuatro. Este número de ferrerías en estado labrantes se ha reducido en el día a ... a saber; una en jurisdicción de lavilla de Elduayen, otra en la de Rentería, otra en la de...

 Las antiguas ferrerías ocupaban en sus diferentes labores a  multitud de personas, que con sus ganancias sostenían a gran número de familias. Unas se ejercitaban en la elaboración del carbón; otras en su conducción a las ferrerías; algunas en la saca de la vena del mineral y en su traslación a estas; quiénes en la fabricación del hierro; y otras en su conducción al puerto, etc. Cada ferrería elaboraba anualmente de mil a mil quinientos quintales machos de hierro, y de aquí puede calcularse la importancia que esta industria debía tener en el país. Una ordenanza hecha por la provincia en las Juntas generales celebradas en la villa de Mondragón el año de 1559, confirmada por Real provisión del consejo de 13 de Agosto de 1564, dictó ciertas reglas para obtener la limpieza y buena calidad del hierro que se labrase en las ferrerías de Guipúzcoa. Merced a ella, el hierro y acero de esta provincia 1legaron a adquirir una gran estimación dentro y fuera del reino; pero sus disposiciones dejaron de observarse con el tiempo, y últimamente cada ferrón trabajaba libremente a su voluntad, sin que la autoridad se ingiriese en ello. A la verdad, el mejor medio de que los productos de una industria cualquiera se perfeccionen, es el de la competencia, y lo que para ésta se necesita, la plena libertad en su ejercicio: si el interés individual no basta, bien seguro que la intervención oficiosa de la autoridad no lo conseguirá, antes bien perjudicará.

/22/ Conociendo los monarcas de Castilla la gran importancia que tenía este ramo de industria, otorgaron a su favor diferentes privilegios. Uno de ellos fue el Fuero llamado de ferrerías, o sea, una especie de ordenanza con, que se fundaban y debían gobernarse estos establecimientos; ordenanza que abrazaba todo lo relativo a la saca de los minerales, al corte de leñas para el carbón, a la construcción de presas, casas y molinos, al amojonamiento de seles, etc. Tales y otros puntos semejantes arreglaba al fuero de ferrerías dado a la tierra de Oyarzun por D. Alonso XI en Burgos, a 15 de Mayo de 1338, a petición de los habitantes de la misma y de la de Irún. Consta que las ferrerías del valle de Legazpia tenían también su fuero especial, que debía ser análogo al de Oyarzun; pero no se conserva el privilegio en el archivo de la villa, ni se ha podido proporcionar en otra parte. Otro tanto sucede con respecto a las establecidas sobre los ríos Leizarán, Urumea y Deva, que es de creer tuviesen iguales fueros. A lo menos, se descubre que en el valle de Mendaro hubo Alcaldes del fuero de las ferrerías, con jurisdicción para conocer de los asuntos de ferrones, con sus arrendatarios, braceros,  oficiales, carboneros y otros operarios de aquellas dependencias.

Además de este fuero especial, las ferrerías de Guipúzcoa tuvieron en común otros varios privilegios importantes, que no deben olvidarse. Los más notables eran, por una parte, la prohibición de sacar del reino la vena propia de su fabricación; por otra, igual prohibición para la extracción del carbón elaborado en los montes de la misma. En virtud de Real carta ejecutoria. librada el año de 1610, se mandó también que los sujetos a quienes se había hecho merced de los derechos llamados /23/de ferrerías, no los cobrasen mientras duraba el pleito de su razón, que no llegó a terminarse.  Mediante otras Reales cédulas, al paso que se permitió la extracción del hierro elaborado en esta provincia en retorno de bastimentos traídos del extranjero, se prohibió su intrusión en la misma de fuera del Reino. Los desafíos, aunque permitidos antiguamente en algunos casos, fueron así bien prohibidos rigurosamente respecto de las ferrerías y sus oficiales, por las ordenanzas de la hermandad; sin duda por evitarlos grandes perjuicios que se seguirían de la suspensión de ras labores de estos establecimientos industriales. -Se impusieron igualmente graves penas por las mismas ordenanzas a, los carboneros, oficiales y demás operarios de las ferrerías1 que después de haber tomado dinero adelantado de los ferrones a pagar con sus ganancias, fuesen a servir a otros sin haber satisfecho la deuda. Tanto quisieron dichas ordenanzas proteger a las ferrerías, que impusieron la pena de muerte contra los que cortasen en ellas los barquines con intención de hacer mal

No obstante toda esta protección de las leyes, las ferrerías de Guipúzcoa han tenido la gran reducción que ya se ha expresado, y las pocas subsistentes se hallan' amenazadas de una próxima ruina. La causa de tan notable decadencia consiste principalmente en los grandes adelantos que la fabricación del hierro ha hecho en el extranjero por medio de los hornos altos ,de fundición del mineral. Su precio en el comercio ha bajado tanto, que no es posible a nuestras imperfectas ferrerías competir con las modernas fábricas extranjeras de este ramo. Ha faltado, pues, a aquellas la salida que tenía el hierro anteriormente a Francia, Inglaterra, Bélgica, etc.,y al mismo tiempo se ha disminuido /24/  la demanda: del interior del reino, mediante el establecimiento de otras ferrerías en diferentes puntos. A estos males se ha agregado el aumento del precio del carbón, de la vena, de las conducciones de toda clase, de los jornales de los operarios, y, en general, de todos los artículos necesarios para las subsistencia. Por resultado, la mayor parte .de las ferrerías, puede decirse todas, se ha visto en la necesidad de tener que cesar de funcionar.

Varias personas han intentada :antes de ahora mejorar el ramo de la fabricación del hierro en esta provincia, montando esta industria conforme a los adelantos que ha hecho en el extranjero; sin que hubiesen obtenido resultado notable, favorable a su pensamiento. También la fomentó eficazmente la Real sociedad vascongada de Amigos del País, la cual estableció en la villa de Vergara un famoso horno de cimentación, por cuyo medio se logró obtener un acero de superior calidad, que fue muy apreciado por el Gobierno del rey, y de sus dependencias. Este horno desapareció igualmente con la corporación científica que le había dado el ser, y volvió a trabajarse el acero en las antiguas ferrerías según sus rutinas. Los métodos imperfectos de ellas han continuado, por consiguiente, en esta provincia sin notable mejora ni variación, cuales tal vez existían hará cuatrocientos o quinientos años. Solamente ha prevalecido hasta ahora el establecimiento de una gran fundición de hierro en hornos altos, construidos recientemente en la jurisdicción de la villa de Beasáin; fábrica que elabora anualmente la enorme cantidad de... quintales de hierro en lingotes. Otra por el mismo estilo se  proyecta en estos momentos erigir en donde hasta ahora ha sido ferrería..-denominada de /25/ Amoroz, término municipal de la villa de Tolosa. Desde el año de 18... existe así bien en la población de Lasarte una fábrica de hierro colado para la construcción de toda clase de máquinas, ruedas, balconaduras y otros diferentes objetos de ferretería. Aunque en llenos escala, otra fábrica de iguales circunstancias se halla establecida en la villa de Tolosa.

Otro de los ramos de industria, en que se ocupa gran número de habitantes en esta provincia, es el de la fabricación de armas blancas y de fuego. Este género de labores se introdujo desde tiempos muy antiguos en varios pueblos de su territorio, como no podía menos de suceder, cuando a la abundancia de hierro propio se reunía la circunstancia de tener que mantenerse sus naturales constantemente armados y en disposición de pelear. A pesar de eso, la fabricación de armas no era más que un objeto de especulación o empresa particular, en que no se ingería la autoridad; y así es que ningún establecimiento de carácter público se conoció para dicho efecto en esta provincia hasta por los años de 1573. Entonces fue cuando, la villa de Placencia construyó de sus fondos dentro de la población una casa fábrica de armas, cuya propiedad cedió al Rey, o sea, al Estado. Semejante cesión tenía por objeto arraigar en la misma villa la fabricación de armas de toda clase, que necesitase el ejército de Su Majestad; cosa que al parecer consiguió, proporcionando de esta manera ocupación y medios de subsistencia a sus laboriosos habitantes. Esta fábrica en el siglo último estuvo a cargo de la compañía de Caracas, que hacía las contratas para la construcción de armas con la Real hacienda; pero cesó semejante método a consecuencia de la desaparición /26/ de aquella compañía, volviendo la construcción de las armas de cuenta del gobierno.

A imitación de la villa de Placencia, la de Tolosa quiso también fundar en su recinto otro establecimiento de igual clase, con el propio objeto de dar ocupación a sus moradores. Noticiosa, pues, de que se trataba de trasladar a otro punto la Real fábrica de Eugui, de Navarra, entabló en 1607 cerca del Gobierno del Rey la pretensión de que fuese preferida para su establecimiento. Para este efecto ofreció proporcionara su propia costa los solares del edificio que se debía construir, el maderamen y cal necesarios; oferta que fue aceptada por Real orden de 12 de Enero de 1616 , a cuya consecuencia se dispuso la traslación de la fábrica ya citada a Tolosa. Sin embargo, no llegó a realizarse esto hasta el año 1630, en que quedaron terminadas del todo las obras de la nueva casa fábrica, que desde entonces se denominó Armería. En su virtud, se trabajaron en  ésta por cuenta del Gobierno, espadas, sables, bayonetas y varias armaduras para hombres y caballos; sin perjuicios de hachas, machetes y de diferentes manufacturas de cerrajería, por cuenta particular de sus oficiales. No es de omitir, entre algunos objetos importantes trabajados en dicha fábrica, el hermoso enrejado que cierra el jardín botánico de Madrid construido por los años de 1784. Hacia la misma época que , en la villa de Tolosa se construyó en la de Eibar la renombrada y adelantada fábrica de armas blancas y de fuego, que en la actualidad subsiste, de empresa particular, cuyos pormenores no se han podido proporcionar.

No obstante haber sido cual he indicado el método de construcción de armas en la provincia en lo antiguo, hay que advertir que ya desde hace /27/ muchos años no se trabaja en su territorio arma, alguna por cuenta del Estado. Esto no impide el que la fábrica de la villa de Placencia conserve a cargo del Gobierno de Su Majestad, dirigida por un oficial superior del cuerpo de Artillería, para recibir, después del correspondiente examen y prueba, las armas que elaboran los contratistas o empresarios de la propia villa y de la de Eibar. La fabricación de armas en ambos pueblos se hace, por consiguiente, en establecimientos de particulares, de cuenta y cargo de estos mismos, sin que el Gobierno tenga en ellos intervención. De ellos hay dos en grande escala, conforme, a los adelantos modernos, en la villa de Placencia, como los hay de igual clase en la de Eibar; y en todos ellos se fabrican fusiles, escopetas; pistolas, revolvers, sables, espadas y cualquiera otra clase de arma de nueva invención, inclusos los fusiles de agujas. Por la razón ya expresada, la casa fábrica de Armería, establecida en la villa de Tolosa, según queda dicho, desapareció como tal hace muchos años, y los oficiales que antes trabajaban en ella lo hacen en sus propios talleres. 

Fuera de las ferrerías y fábricas de armas precedentemente mencionadas, los establecimientos industriales de más importancia que hay en esta provincia son los que se expresan en el estado siguiente:

Una fábrica de paños finos, etc., en jurisdicción de la Villa de Tolosa, en el punto de Yurreamendi, construida de nueva planta entre los anos de1845 y 1846.

Cinco de papel continuo; de ellas tres en la misma villa de Tolosa, una en la de Alegría, y la otra en el lugar de Irura, siendo de advertir que una de aquel1as tres, denominada la Esperanza, /28/ inaugurada el día 11 de Junio de 1842, es 1a primera de esta clase en la provincia.

Dos de papel a mano o de barbas; de ellas una en el término municipal de la villa de Belaunza, la otra en el de la de Cegama.

Dos de cartón y estraza; de ellas una en la villa de Legazpia, y la otra en la de Tolosa. 

Cinco de tejidos y estampa; dos de algodón; de ellas una en la población de Lasarte, otra en la villa de Vergara, otra en la de Andoáin, la cuarta en la de Villabona, y la quinta en la de Irura.

Tres de tejidos de lino en grande escala; de ellas dos en la villa de Rentería, y una en la de Zarauz, con más otras dos de lienzo en aquella.

Cinco de harinas en grande; de ellas una en Lasarte, otra en Usúrbil, otra en Mondragón, la cuarta en Tolosa, y otra en Andoáin.

...de cobre; de ellas una en el término de la Villa de Belaunza, otra en el de Tres fanderías, o sea, fábricas de chapas de hierro; de ellas dos en jurisdicción de la villa de Azpeitia, y la otra en Oiquina, otra en Legorreta.

Dos de puntas llamadas de París; de ellas una en el término de Tolosa, la otra en el de San Sebastián. 

Ocho de cal hidráulica; de ellas seis en esta última ciudad, una en Iraeta, otra en Zumaya.

Cuatro de boinas; de ellas una en la villa de Azcoitia, dos en la de Tolosa, una en Irura.

Ocho de curtidos de cueros; de ellas cuatro en Tolosa, una en Ibarra, otra en Villabona, otra en San Sebastián, otra en Rentería.

Diez de cerillas de fósforo; de estas dos en la villa de Hernani, tres en Tolosa, una en San Sebastián, otra en Irún, dos en Arechavaleta, otra en Villafranca.

/29/ Una de porcelana fina en el Barrio de San... de la villa de Pasajes.

Una de mantas, muletones y otros géneros de algodón, en la villa de Tolosa, y otra de hilados y tejidos de lana en esta misma.

dos de cerveza; de ellas una en San Sebastián, y la otra en Tolosa. 

Una de jabón y velas de estearina en San Sebastián, y otras de esta última clase en Hernani.

Una de papel pintado en San Sebastián.

Cinco de escabeche; de ellas dos en Fuenterrabía, una en Guetaria, otra en Deva, otra en Motrico. ,

Tres de marragas; de ellas una en Vergara, otra en Anzuola y la otra en Legazpia.

En el territorio de la provincia existen, además, de 280 a 300 molinos harineros, diferentes fraguas de clavetería, cerrajería, hachas, machetes y de otros artefactos de ferretería. Igualmente talleres de lencería, ebanistería, alpargatería, cordelería, máquinas de aserrar las piedras, mármoles, de hojalatería, etc. La fabricación de anclas para buques dela Real armada fue otra industria que existió en esta provincia, y que desapareció enteramente. Introdújola con buenos resultados en San Sebastián, Usúrbil, Hernani, Urnieta, Aya y en otros pueblos Juan Fermín de Milisasti [i. e. Gilisasti], que aprendió esta industria en Holanda. La de remos, que se halló establecida en Santa Catalina de San Sebastián, de origen antiquísimo, fue también de bastante importancia, mediante la facultad que los constructores tenían de extraerlos a Francia y Portugal. Pero, habiéndose prohibido esta saca a fines del siglo último, fue decayendo esta industria hasta su completa desaparición en el país. A fines del mismo siglo hubo también una fandería, o sea, máquina /30/ de reducir el hierro a chapa por medio de cil1ndros en la villa de Rentería, que cesó de existir; como sucedió con otra de frascos, después de hoja de lata , que hasta hace algunos años se conservó en Iraeta. Tuvo la misma suerte otra de pañuelos y lienzos pintados, que se estableció en San Sebastián el año de 1777.

Después de hecha esta relación, ocurre una reflexión con respecto a la industria existente en la actualidad en la provincia. Obsérvase que cuasi todas las fábricas de su territorio datan desde el año de 1842 en adelante, es decir después del establecimiento de las aduanas en la frontera francesa y puertos marítimos, que tuvo lugar a fines del anterior. Tampoco es de olvidar que dichas fábricas ocupan en los trabajos interiores y exteriores, desconocidos anteriormente en la provincia, a una numerosa parte de los habitantes de la misma. Prescíndase, pues, si es posible, de los grandes intereses con que se hallan comprometidas las familias interesadas en dichas empresas, dignos siempre de mucha consideración de parte de-la autoridad provincial. No se puede al menos dejar de reconocer que una considerable parte de naturales vive y subsiste exclusivamente de las ganancias o jornales que proporcionan estas labores.

Semejante beneficio es debido sin duda a dicha, traslación de aduanas, por más cierto que sea que fuese un contrafuero manifiesto y una medida ilegal. A la verdad, las fábricas de Guipúzcoa desde el último siglo estaban consideradas por el Gobierno del rey como si fueran extranjeras; puesto que los fabricantes no podían introducir en los reinos de Castilla los productos de las mismas sin pagar los derechos de arancel señalados a los de las primeras. Claro, es por lo mismo que ninguna /31/ industria de importancia podía subsistir en esta provincia en semejante estado de cosas, por mejores disposiciones que ofreciesen para el efecto el suelo y el genio de los habitantes. Tal fue sin duda la causa principal de la ruina de las diferentes industrias ensayadas en tiempos anteriores; y es de creer que otro tanto sucedería con todas las ahora existentes, si por un accidente cualquiera, que no está al alcance humano, se restituyen las cosas al ser y estado antiguos. Guipúzcoa no sería en tal caso sino un país miserable, reducida a su escasa agricultura, que apenas produce lo necesario para vivir. Si ha de ser algo, necesita de la cooperación de la industria, para cuyo ejercicio parece que la Providencia le ha destinado los muchos ríos que posee, con sus buenos saltos de agua, para el establecimiento de toda clase de fábricas, excusando las costosas máquinas de vapor.